III – Poder Liberado
Otra semana en Ukataka. Sansker apenas podía creer que ya fueran dos. A veces parecía que hubiera llegado ayer. Algunas cosas eran inmutables en la aldea, como el seco pero justo Tatara o la siempre perdida en las nubes Shikimi, pero su rutina estaba quebrada gracias a que tenía que cuidar de una pequeña, y bastante traviesa, Tenko.
Luego de pensarlo un buen tiempo John termino por llamarla Tenkichi, o 'Ten' para abreviar, y el animalito parecía no tener prisa en marcharse. Dormía donde quisiera, incluso sobre él si hacia frio en la noche, le saltaba encima cuando podía demandando cariño y compañía, era quisquillosa con la comida y solo a prueba y error pudo descubrir lo que le gustaba. Tenía la costumbre de mordisquear la vaina de su espada y le gustaba jugar con su ropa, que dejaba llena de pelos y tirada por la habitación. Por suerte era lo bastante educada para hacer sus necesidades fuera y lejos de la cabaña.
Sansker se había resignado a que no podría deshacerse de ella. No solo estaba la promesa que le hiciera a Kikka de cuidarla, pero también el hecho de que cuando pregunto si alguien podría hacerse cargo de ella, obtuvo la misma respuesta: los Tenko elegían a sus amos. Una vez que se quedaban solo se irían si se los trataba mal o se los lastimaba. Así que por ahora estaba atorado con una compañera de cuarto.
Y eso no era todo. Desde que accediera a ayudarla, Hatsuho y él realizaban las misiones juntos. La joven Asesina ahora lo buscaba en las mañanas para prepararse. Tomaban cualquier misión disponible y salían a cazar Oni. Si terminaban antes de lo esperado entonces tomaban otra misión disponible o dedicaban el resto del día a entrenar. A pesar de su alto nivel de competitividad Hatsuho resulto ser una compañera responsable y bastante dedicada. El esfuerzo que exigía era igual al que ella estaba dispuesta a dar, siempre procuraba que los dos tuvieran lo necesario para el día y a pesar de su imperiosa necesidad de probarse a sí misma, obedecía las reglas y ordenes, incluso si no le gustaba. A Sansker le recordaba a un recluta nuevo que deseaba una promoción casi inmediata, pero Hatsuho respaldaba sus palabras con acciones.
Además, Hatsuho también se tomaba el tiempo para instruirlo. Cuando él le confesó lo poco que sabía de la historia de Midland ella lo tomo como un reto, y ahora dedicaban las primeras horas de la mañana a su aprendizaje. Sansker se sentía como de regreso en la academia, pero escuchaba las lecciones cuanto podía. Midland tenía una historia única y diferente del resto de la nación. Esta mañana no era diferente.
—Hace 8 años, una gran batalla se libró por toda la tierra. Una puerta se abrió en el norte, dejando entrar incontables Oni a nuestro mundo. Lo llamamos el Despertar—dijo Hatsuho recitando la lección, sentada frente a él—los Asesinos lucharon 7 días y 7 noches para contener la marea de demonios que invadieron la tierra. Pero muchos pueblos fueron consumidos por el Otro Mundo, donde viven los Oni. Solo Midland quedo intacta, pero incluso ahora nuestro mundo está en grave peligro. El Otro Mundo, el lugar donde el pasado y el presente se mezclan, amenaza con consumirnos a todos… Y listo. La lección de hoy queda terminada—Hatsuho interrumpió su lectura, sacando a Sansker de sus pensamientos— ¿Lo entendiste todo?
—Eh… sí, comprendí lo básico al menos—dijo Sansker rápidamente. Se había perdido en reflexiones y solo escucho la última parte, pero no quería admitirlo.
—Vaya, sí que no sabes nada—dijo Hatsuho sacudiendo la cabeza—Esto es básico ¿acaso te dormiste durante tus lecciones en la Montaña Sagrada? Aunque yo tampoco era muy buena en la escuela… Pero, como sea, mejor que aprendas la historia bien. No quiero tener que repasarlo todo otra vez porque se te olvido.
—Prometo que me lo aprenderé—dijo Sansker solemnemente—supongo que hoy saldremos otra vez ¿no?
— ¡Sí! Esta vez iremos a la Era de Honor, así que deberíamos encontrarnos con otros Oni—dijo Hatsuho asintiendo—Es un paisaje muy diferente a la Era de Gracia, montañoso y lleno de árboles. Deberás tener cuidado donde pisas, pero lo veremos cuando lleguemos.
—Apenas puedo esperar…—murmuro Sansker tomando sus armas de la pared.
Hatsuho no dio muestras de notar el sarcasmo y los dos salieron hacia la recepción. Yu estaba atendiendo el escritorio como siempre y les paso la nota de la misión sin que tuvieran que preguntarle. Ambos firmaron y salieron de la aldea. Hatsuho parecía de buen humor ese día, caminaba con un paso decidido, liderando la marcha. El paisaje tardo más en cambiar esta vez, en lugar de seguir el camino hacia lo que una vez fuera un bosque, tomaron una desviación hacia el este y pronto se adentraron en la Era del Honor.
Esta tenía un aire más sereno. La Era del Honor, o Bu, era un paisaje montañoso salpicado de templos de un estilo más simple y eficiente, a diferencia de los edificios en Gracia que eran mucho más elaborados, estas estructuras eran ante todo funcionales, Hatsuho decía que eran del estilo Kamakura pero eso no significaba nada para él. La luz era igual que la de un día nublado, constante y uniforme con un tono sombrío. El lugar estaba plagado de helechos y por todas partes crecían árboles que se mezclaban con las estructuras humanas como si hubieran surgido debajo de ellas, formado paisajes boscosos de montaña. Las caras de varias estatuas a dioses o demonios aparecían entre las hojas, dando la impresión de ser observado sin importar a donde se fuera.
—Vamos, según los exploradores los Oni que vieron estaban más adelante—dijo Hatsuho cuando llegaron a la entrada de una cueva. El interior era una enorme cámara de piedra con un pequeño lago interno. En el centro del largo, elevándose hasta romper el techo de la cámara, había un enorme árbol, con una casa atorada en la base del tronco que se sostenía a pesar de quedar suspendida sobre las aguas—esta vez tendremos que lidiar con Aulladores. Son más agresivos que los Diablillos, y pueden enviar descargas eléctricas, tienes que golpearlos cuando su pelaje no está erizado o puedes recibir una descarga.
—Suenan problemáticos ¿Cómo es que no hemos visto más?—preguntó Sansker.
—No suelen moverse en grupo, son Oni solitarios. Por eso quería venir a ver este reporte—respondió Hatsuho. Salto un tronco caído y se puso a otear el horizonte, pero el otro lado de la cámara de roca estaba oculto por el árbol en el centro—los Aulladores son rápidos y fuertes para ser Oni pequeños. Si podemos lidiar con una manada de ellos Yamato entenderá que estamos listos para los Oni gigantes.
Era poco probable que una misión hiciera que Yamato cambiara de opinión, pero él se encogió de hombros. Los dos avanzaron a través de la cueva. Dando un rodeo al lago, hasta que captaron a los Oni que buscaban. Los Aulladores eran seres grandes, con cuerpos de tigre. Sus colas eran serpientes y sus cabezas tenían una melena dorada con el rostro de un mono de color rojo. Al verlos los primeros Oni soltaron un chillido horrible que hizo que los otros se unieran en una cacofonía de aullidos que de inmediato justifico su nombre. John desenvaino la espada y Hatsuho tomo su kusarigama. Habían 15 Aulladores y todos se lanzaron hacia ellos en estampida. Sus pelajes dorados erizados, con rayos moviéndose a través de ellos.
—Ten cuidado, sus descargas pueden paralizar o atontar—dijo Hatsuho sin quitarle la vista a los Oni. Su arma ya giraba en su mano y ella dejo ir el peso al final de la cadena del kusarigama. La bola de metal surco el aire y le dio al primer Aullador directo en la boca, haciéndolo detenerse en seco, varios de sus afilados dientes partiéndose por el golpe.
Hatsuho no se preocupó por la descarga y tiro de la cadena, girando sobre su propio eje, atrayendo al Aullador hacia ella. Su hoz descendió con velocidad y corto al Oni justo detrás del cuello, matándolo con facilidad. La hoja de su kusarigama no tenía problemas en hendir la piel de los Oni. El arma de Hatsuho era una pieza excelente, adornada con un diseño floral y un mango de madera blanca, ella llamaba a su kusarigama Inari, por el dios de la abundancia y podía producir abundante sangre cuando era blandida.
Sansker en cambio tenía que conformarse con un arma menos elegante. Su espada era sencilla y lisa, además de estar hecha de un material menos resistente. El primer Aullador que lo alcanzo probo el filo de la hoja, pero a diferencia de Hatsuho, el corte no fue limpio, obligándole a darle dos veces antes de poder quitárselo de encima. La joven Asesina ya estaba luchando con el resto del grupo, moviéndose entre ellos a una velocidad que costaba creer. Sansker detecto la presencia de un aura verde envolviendo el cuerpo de la joven, y la figura de un anciano con túnica amarilla que seguía sus movimientos. Era el espíritu de su Mitama, Urashima Taro, que le permitía a Hatsuho moverse con una agilidad y velocidad impresionantes.
Un Asesino mejoraba su cuerpo con energía espiritual, y las Mitama era una fuente de poder increíble. Hacer comunión con una implicaba despertar un poder aún mayor, como Ōka y Hatsuho le habían demostrado. Pero Sansker no podía convocar la fuerza de Minamoto no Yorimitsu. Podía sentir al guerrero cerca, intentando hablarle, pero si se detenía a escuchar dejaba de prestarle atención a los Oni, y un descuido podía pagarse con la vida.
Debido a la diferencia de velocidad ambos tenían ya una táctica preparada. Sansker se mantenía estático, aprovechando su escudo para bloquear y atraer a los enemigos, mientras Hatsuho eliminaba a los Oni moviéndose entre ellos y evitando que se dispersaran. Al final él logro eliminar a 5 Aulladores, pero Hatsuho acabo con el resto. Los Aulladores eran veloces, aunque poco coordinados, y a pesar de que sus descargas los hacían peligrosos de cerca, era fácil ver cuando era seguro golpearlos. Así que pronto las bestias estaban muertas.
—Creo que este era el último—dijo Sansker sacando su espada del cadáver del Oni que apuñalo.
— ¡Ja! Esto fue casi demasiado fácil. Honestamente…—Hatsuho se detuvo un momento y miro por encima del hombro.
— ¿Sucede algo?—preguntó Sansker mirando en la misma dirección, pero no notaba nada.
—Es que me pareció sentir una presencia…—respondió ella. Siguió escaneando con la vista, pero al final desistió—Hmmm… creo que fue mi imaginación.
—Podemos buscar más si quieres—aventuró él, no había muchos lugares donde esconderse, pero los Oni eran seres muy persistentes.
—No, purifiquemos estos cadáveres y volvamos. No hay necesidad de prolongar el viaje.
Hatsuho coloco a Inari de regreso en su espalda, dando el asunto por zanjado. John se encogió de hombros y se puso a ayudarla con el ritual. Al final lograron reunir un buen puño de Haku que podrían llevar de regreso a la aldea. No solo era un buen material, en forma cristalizada la gente de Midland lo usaba como moneda, por lo que era lo más cercano a un tesoro que se podía pedir.
Regresaron a la aldea en poco tiempo. Hatsuho insistió en presentar ella el informe ante Yu. La joven Asesina escribió los pormenores de su misión y entrego la hoja a la recepcionista que lo archivo junto al Haku que habían recuperado. Sansker tomo asiento en una de las bancas en la recepción para descansar.
—Listo ¡misión cumplida!—dijo Hatsuho caminando hacia él y sacudiendo las manos—eso le mostrara a Yamato que no tiene que subestimarnos.
—Puede ser…—dijo John. El jefe era alguien con se podía racionar y Hatsuho estaba probando ser una Asesina bastante competente. Pero precisamente por eso tuvo que preguntar—aunque hay algo que no entiendo ¿Cuál es la prisa? Digo, tienes un par de meses más que yo luchando en Ukataka ¿no? Entonces ¿por qué insistes tanto en probarte como una Asesina?
—Eso es… ah…—Hatsuho suspiró y miro hacia un costado, poniéndose seria de repente. Se sentó junto a él—no es que no quiera esperar… es… es algo complicado de explicar.
Sansker la miro sorprendido. Hatsuho nunca carecía de respuesta, aunque fuera un comentario mordaz. La joven Asesina se miraba las manos y parecía algo preocupada. Recordando a Kikka y sus palabras, John decidió intentar algo.
—No sé mucho de razones, pero reconozco a un recluta ansioso cuando lo veo… aunque sea mi mentora—añadió rápidamente lo cual hizo sonreír a Hatsuho—Antes de… de venir a Midland, estuve en el ejército. La Marina, si hay que ser más específico, pero da igual. Vi a muchos reclutas allí. Jóvenes ambiciosos, con sueños de gloria y riquezas. Eso los llevaba a ser imprudentes y cometer riesgos. No me parece que seas de esos, pero si estás buscando algo, eso es obvio.
—No es que quiera probarme solo porque me guste la gloria—replicó Hatsuho haciendo un puchero, pero no pudo mantener la expresión y volvió a esa mirada melancólica— supongo que si tuviera que decirlo…—Hatsuho se puso a pensar un momento, tocándose la barbilla con los dedos—creo que lo más adecuado sería decir que para mí todos en la aldea son mis hermanos y hermanas menores. Y como la hermana mayor, tengo el deber de protegerlos a todos.
John parpadeo, sorprendido. Eso debió reflejarse en su rostro porque Hatsuho soltó una risa nerviosa y se rasco la nunca, algo avergonzada.
—Lo siento, eso no debe tener mucho sentido para ti—dijo ella con un tono de disculpa—pero es la verdad. Alguien tiene que velar por todos. Ōka, Yamato, incluso el cabeza hueca de Ibuki… esta aldea y todos los que viven aquí son muy importantes para mi.
—Me parece una buena razón—dijo Sansker simplemente. Proteger tu hogar y seres queridos, eso tenía completo sentido. Una parte de él sintió cierta tristeza al recordar que para él esas cosas eran del pasado—entre la caza de gloria y el deseo de proteger a otros… tienes un corazón bastante noble. Aunque la manera en la que lo describes no es común.
—Lo sé… la verdad es que…—dijo Hatsuho con una sonrisa débil, buscando las palabras correctas—bueno, es una larga historia…
Si pensaba contarla o no, un sonido fuerte la interrumpió. Una serie de campanadas rápidas y frenéticas que venían del exterior. La alarma, que solo sonaba cuando Oni se acercaban a la aldea. Sansker no la había escuchado desde su primer día.
—Eso es…—empezó John poniéndose de pie.
— ¡La alarma!—termino Hatsuho por él— ¡Vamos! Tenemos que encontrar a Yamato.
No fue difícil encontrar al jefe de la aldea. Yamato apareció, casi por arte de magia, en el centro del cuartel, frente a él un hombre arrodillado daba su reporte. Sansker reconoció al tipo como uno de los vigías y exploradores. A diferencia de los Asesinos ellos vestían ropas ligeras de tela blanca y roja, con el emblema bordado en su espalda y solo portaban armas pequeñas. A juzgar por lo agitado que parecía, el explorador debía venir directamente del frente y estaba terminando de hablar. Por el rabillo del ojo John vio a Ōka e Ibuki entrar en el cuartel y correr hacia ellos.
— ¡Yamato!—Hatsuho se apresuró a su lado— ¿Qué está pasando?
—Los vigías detectaron a un Oni aproximándose, un Kazekiri, uno de los grandes—respondió Yamato despidiendo al explorador—se encuentra en las afueras, me temo que pronto estará sobre nosotros.
— ¿Eh? ¿Y cómo se acercó tanto sin que lo viéramos antes?—preguntó Ibuki arqueando una ceja.
—Aparentemente vino desde la Era de Honor, siguiendo el camino por las quebradas—dijo Yamato.
—Ningún Oni había hecho algo así antes… ¿Cómo descubrió el camino?—preguntó Ōka.
— ¡Oh, no!—Hatusho se llevó las manos a la boca. Sansker y ella intercambiaron una mirada. Esa era la ruta que ambos habían tomado para regresar luego de la misión—Esa presencia que sentí… tendríamos que haber comprobado… ¡el Oni tuvo que seguirnos hasta aquí!
—Como lo hizo no importa, necesito que se preparen para interceptarlo—replicó Yamato con voz firme—mantendremos una fuerza en reserva. Ibuki, Ōka, ustedes se ocuparán del Kazekiri. Hatsuho, Sansker, ustedes se quedarán para proteger la villa.
Hatsuho apretó los puños al escuchar las órdenes. Volvió a mirar a Sansker, y por primera vez parecía la joven, casi niña, que era en realidad, buscando algún punto de apoyo.
—Es nuestra… no, es mi culpa… por mí la aldea está en peligro—dijo la joven Asesina con voz ahogada. Sus ojos café oscuros parecían al borde de las lágrimas— ¿Qué hacemos?
Sansker dudo un momento, tomado por sorpresa. Ōka e Ibuki podrían ocuparse del Oni sin problemas y el hecho de que los siguiera fue un accidente, Yamato ni siquiera le había dado importancia. Toda lógica indicaba que lo más sensato era obedecer las órdenes. Pero… Hatsuho parecía realmente angustiada, sin duda sintiéndose culpable. Ella era la hermana mayor y acaba de poner a sus hermanos y hermanas en peligro. Lo más sensato sería dejarlo así. Sansker se maldijo al darse cuenta de que realmente pensaba hacer eso. Así que decidió hacer otra cosa.
— ¡Esperen!—dijo en voz alta, consiguiendo que todos volvieran a verlo—este Oni está atacando la aldea debido a nosotros. Entonces es nuestra responsabilidad.
—No es el momento de asignar culpas…—intervino Ōka en tono conciliador.
— ¡Yamato!—exclamo Hatsuho poniéndose frente a él e ignorando a Ōka—Tienes que dejarnos ir, por favor.
—Ya te lo dije, no estás lista—respondió Yamato negando con la cabeza.
—No soy solo yo. Tú mismo lo dijiste ¿no? "Dos mitades hacen un todo" —dijo ella con voz firme—si es así, entonces nosotros dos podemos hacerlo. ¡Por favor! Quiero proteger la aldea. Sé que juntos podremos derrotar al Oni. Tienes que dejarnos hacerlo.
Ōka e Ibuki se quedaron dónde estaban, mirando al jefe. Yamato suspiró, cruzándose de brazos y cerrando su único ojo unos momentos. volvió a abrirlo y su mirada paso de Hatsuho hacia John, que estaba parado detrás de ella.
— ¿Tú te sientes de la misma manera?—preguntó con voz tranquila.
Sansker sintió como si lo estuviera midiendo, igual que el primer día cuando se conocieron. Le sostuvo la mirada otra vez y asintió.
—Así es. Juntos podemos derrotarlo—dijo simplemente—No le pido que confíe en mi criterio, jefe, solo digo que debe tener más fe en Hatsuho.
—Sansker…—dijo la joven Asesina, sorprendida.
La expresión de Yamato era indescifrable, pero no aparto la mirada de ellos ni un segundo. Finalmente, cerro su ojo otra vez.
—… Muy bien—dijo en voz baja, pero firme. Se giro para dar nuevas órdenes—Ōka, toma una unidad y colócalos en posiciones defensivas a lo largo de la aldea.
— ¡Sí, señor!—respondió la Asesina.
—Hatsuho, Sansker, Ibuki, ustedes tres serán los que se encarguen de eliminar al Oni—dijo volviéndose hacia ellos—Pueden hacerlo ¿no?
—Yamato… ¡Gracias!—dijo Hatsuho con una enorme sonrisa a pesar de que sus ojos parecían estar húmedos de lágrimas reprimidas. Se giro hacia John y le sujeto la mano enguantada, apretándola con firmeza— ¡vamos Sansker! Una cacería más es lo único que nos falta.
—Eh… no quiero interrumpir el momento, pero…—dijo Ibuki rascándose la cabeza—si escucharon que yo también voy ¿verdad?
Los tres Asesinos salieron de la aldea y tomaron el camino que los vigías señalaban. Esta vez la transición del bosque al Otro Mundo fue mucho más rápida. Claramente la presencia de este Oni en particular estaba distorsionando el espacio incluso tan cerca de la barrera. El ambiente se transformó en un riachuelo que los conducía a través de una cañada hasta una laguna poco profunda salpicada de hojas y lirios de agua, allí adelante era donde estaba el Oni. El Kazekiri era enorme, fácilment veces el tamaño de un Aullador, con un cuerpo de apariencia similar, pero con una postura mucho más agresiva. Los tres se detuvieron para examinar a su oponente.
—Ahí está—dijo Hatsuho tomando su arma—Vamos, no podemos dejarlo avanzar más.
—No ataques ciegamente, esto es diferente a los otros Oni que has enfrentado—dijo Ibuki aferrando su lanza, poniéndose serio por una vez—lo mejor con estos es emboscarlos, son increíblemente rápidos. Observen sus movimientos y traten de buscar una apertura para el ataque.
—Lo sé, no soy una niña—replicó Hatsuho sin quitarle los ojos de encima al Oni—la vida de todos en la aldea depende de nosotros, esto no es ningún juego.
Era una repetición del primer día, solo que esta vez Sansker se sentía diferente. Quizás fuera que algo de la pasión de Hatsuho se le había pegado, pero por una vez sentía que esto era más personal. Matar Oni era un trabajo, nunca le ponía más mente que para lavar su ropa o recoger basura. Hatsuho luchaba por la aldea y su gente, él no. Aunque, al menos por ahora, lucharía por ella.
—Mientras estés al tanto de que es a lo que nos enfrentamos…—dijo Ibuki dando un paso al frente.
El Kazekiri ya los había notado, pero espero hasta que ellos hicieran el primer movimiento. Apenas lograron dar unos pasos hacia él cuando el Oni ataco. John pudo desenvainar su espada, pero ni siquiera alcanzo a tomar el escudo cuando el demonio ya estaba sobre ellos. Sus movimientos no eran nada comparados a los del Mifuchi, que era una bestia lenta y fuerte, el Kazekiri se impulsó con sus patas traseras y en un parpadeo cubrió la distancia que lo separaba de los Asesinos, saltando hacia adelante y girando en el aire, causando una fuerte corriente de viento.
Sansker se agacho al último minuto al ver las garras del demonio avanzar hacia su cabeza y logro esquivarlo, pero cuando la bestia cayó detrás de él creo una honda de impacto con un viento tan fuerte que lo lazo hacia adelante, dando tumbos y finalmente rodando en el agua, luchando por recuperarse. Ibuki intento empalar al Oni con su lanza, arrojándola hacia su rostro, pero el Kazekiri hizo la hoja a un lado con su zarpa e intento cortar a Ibuki con la otra, haciéndolo retroceder. Hatsuho había activado el poder de su Mitama y se hizo a un lado, trazando un arco con Inari para golpear a la bestia, pero la bola de acero reboto contra el costado del Oni sin hacer demasiado daño.
Esto hizo que el Kazekiri fuera tras ella, moviéndose rápidamente. Hatsuho avanzo, buscando meterse debajo de su oponente, evadiendo las zarpas y contraatacando con su kusarigama. La bola de metal golpeo varias veces, pero el Oni logro girar su cuerpo en 180 grados, poniendo sus mandíbulas para intentar atrapar a la joven Asesina. Sansker maldijo y corrió hacia ellos, pero supo que no lograría llegar a tiempo. Hatsuho abrió los ojos, claramente no esperaba que su oponente fuera tan ágil como ella, y trato de saltar para evitar la mordida.
Una esfera de luz blanca paso junto a Sansker y golpeo al Kazekiri en el hocico, estallando con un resplandor de energía espiritual, que hizo que cerrara sus mandíbulas lejos de Hatsuho. Sansker se dio la vuelta y vio a Ibuki, que sostenía su lanza en la mano izquierda, con el brazo derecho extendido hacia el Oni, una luz blanca plateada rodeando su mano y su cuerpo. Sansker vio la silueta de una hermosa mujer con el cabello negro y un vestido rojo, sosteniendo una sombrilla floreada. La Mitama de Ibuki, Izumo no Okuni.
— ¡Sansker apoya a Hatsuho, yo los cubriré!—gritó Ibuki mientras cargaba otro proyectil de energía en su mano.
John asintió y volvió a moverse. Hatsuho no había perdido el tiempo y ya estaba atacando. El Kazekiri rugió y lanzo una serie de zarpazos y dentelladas. Sansker llego hasta la bestia y trato de bloquear uno de los golpes, pero sintió como si le fueran a arrancar el brazo solo con el primer impacto. El entrenamiento siempre sugería desviar antes que tratar de parar directamente, aunque era difícil con un Oni tan grande que se movía tan rápido. Aun así ataco con la espada, golpeando la pata del Oni en uno de sus ataques y cortando lo suficiente para sacar sangre. Hatsuho se unió al ataque, saltando sobre el Oni golpeando con la hoja de Inari, causándole una herida sobre la cabeza. El demonio intento morderla, pero otro proyectil de Ibuki le hizo recular y al intentar moverse Sansker se aseguró de bloquearlo, atacando con la espada cuando lo vio doblar las patas para otro impulso. Entre los tres Asesinos, hicieron retroceder al Kazekiri. hiriéndolo en las patas y el rostro, obligándole a ceder terreno.
— ¡Lo tenemos!—exclamo Hatsuho, hizo girar su arma para aferrarse a la cola del Oni y tiro de la cadena para impulsarse, moviéndose detrás de la cabeza de la bestia, aterrizando en su lomo. La joven levanto a Inari, lista para darle el golpe de gracia en la nunca.
Sansker apenas alcanzo a distinguir un leve movimiento que le hizo dudar en lugar de avanzar, y fue por eso por lo que no termino partido en dos. Antes de que Hatsuho pudiera golpearlo el Kazekiri rugió y su cuerpo pareció brillar un momento. La melena dorada del Oni se movió y este giró el cuerpo en un torbellino, dando vueltas tan deprisa que Hatsuho perdió el equilibrio y salió volando. Pero lo peor fue que la melena dorada se transformó, estirándose y endureciéndose, transformándose en dos hojas afiladas que se expandían hacia ambos lados de la cabeza del demonio. Si Sansker hubiera avanzado las nuevas hojas lo hubieran golpeado.
— ¡Se transformo, tengan cuidado será más agresivo!—gritó Ibuki abandonado su posición para correr en su ayuda.
No obstante, el Oni fue tras Hatsuho, que había caído en la arena a la orilla de la laguna poco profunda, y quedado atontada por el impacto. Sansker deseo poder usar el poder su Mitama, porque todo lo que pudo hacer fue correr tras el Oni. Hatsuho logro ponerse de pie y rodar fuer del camino cuando la bestia la ataco, pero no consiguió aterrizar con gracia, quedando expuesta ante otro ataque. John se lanzó contra el enemigo, blandiendo su espada con fuerza y atacando una de las patas traseras. La hoja mordió, y el Oni giro en redondo, intentando empalar a su nuevo atacante con las hojas a ambos lados de su rostro. Sansker se arrojó hacia adelante, quedando debajo del abdomen de la bestia y apuñalo hacia arriba.
El Kazekiri soltó un aullido cuando la espada se hundió en su estómago, y se retorció para alejarse. Sansker tiro de su arma, pero esta quedo atorada y al salir le hizo dar tumbos, que el Oni aprovecho para golpearlo con su cola. Esta era gruesa como un árbol y dura como la piedra. El impacto lo dejo sin aire y Sansker cayo de espaldas en el agua, luchando por respirar. Ibuki y Hatsuho se apresuraron a ayudarlo, pero el Kazekiri sacudió su cola, convocando el poder que tenía sobre el viento y formo un pequeño tornado que empujo a los Asesinos hacia atrás, dándole la oportunidad de concentrarse en John.
Usando su zarpa, el Oni lo aplasto contra el suelo, hundiéndolo en el terreno lodoso de la pequeña laguna. Sansker sintió el poco aire que le quedaba escapársele, y agua entrando en su boca cuando grito de dolor. Las patas del Kazekiri terminaba en tres garras, una de ellas hundiéndose en su pecho y la otra en los hombros. No rompieron la piel, pero el Oni comenzó a descargar su peso para inmovilizarlo y bajo la cabeza, abriendo sus fauces de par en par.
Sansker supo que estaba muerto. Ibuki y Hatsuho estaban demasiado lejos. Por más que luchaba no podía liberarse del agarre, y aunque no había soltado la espada, esta era inútil en una mano sin fuerza para blandirla. Morir devorado no era exactamente bueno, pero como el Oni tenía prisa sería rápido. Sansker solo lamento que la primera cacería de un Oni gigante de Hatsuho fuera a terminar con un muerto, ella no se merecía eso. En cuanto a él, no estaba asustado, se sentía extrañamente vacío al ver esas fauces descendiendo. Más por la joven Asesina que por él, decidió dar un último intento y levanto la espada.
—Ese es el espíritu. No hay que rendirse, sin importar el motivo—dijo una voz en su cabeza. Era Minamoto no Yorimitsu, la Mitama en su interior, por fin podía oír su voz y sentir su presencia dentro de él—Ya te lo dije, mi fuerza es tu fuerza. No trates de pensarlo, o prepararlo. Cuando el enemigo esta delante… ¡Golpea!
El espíritu del guerrero pareció prenderse y Sansker sintió una enorme fuerza recorriéndole el cuerpo. Comenzó a brillar, emitiendo un aura rojiza, y de la nada encontró la energía para blandir su espada en un corte ascendente. El arma golpeo los dientes del Oni y los corto limpiamente, deslizándose a través del aire y hundiéndose en la pata que lo sujetaba contra el suelo, cortándola en una explosión de agua y sangre purpura. El Oni aulló de dolor y retrocedió, sangre botando a borbotones de la herida.
— ¿Pero qué diablos…?—Sansker se puso de pie mirándose las manos. Se sentía diferente, como si hubiera otra persona dentro de él, imitando sus movimientos, y mientras esa aura brillara era como si tuviera la fuerza de 10 hombres. Era similar al influjo de energía espiritual que usaba en su entrenamiento de Asesino, pero mucho más inmediato. El aura rojiza se volvió verde brevemente y sintió como sus heridas y cansancio se curaban—Este es tu poder ¿no?
—Es ahora tu poder, compañero—respondió Yorimitsu que lo miraba con orgullo—Vamos, aún no has terminado. Si has de ser la esperanza que necesitamos, no puedes morir aquí, John Sansker.
Antes de que pudiera preguntar a que se refería vio un movimiento por el rabillo del ojo. El Kazekiri intento atacarlo con las fauces, su pata cortada ya estaba regenerándose, formando un miembro de aspecto fantasmal que detuvo el sangrado. Pero la bestia era más lenta ahora y Sansker ya no estaba solo. Una luz blanca apareció a los pies del Oni y una serie de navajas de luz de color blanco surgieron de la tierra, impactando contra el demonio. Varias se quebraron contra su piel pero otras lograron, impactando contra el abdomen y las patas de la bestia, que perdió el equilibrio y cayo de costado.
— ¡Ahora, acábenlo!—gritó Ibuki, quien había lanzado el ataque usando su Mitama.
El Kazekiri intento defenderse, su cola se movió como un látigo y trato de golpear a Sansker con ella. La cadena de Inari apareció y se enrollo en la cola, haciéndola más lenta y fácil de esquivar. Sansker se hizo a un lado y la corto de un solo golpe, aun sintiendo la fuerza extra que le daba Yorimitsu. El Oni consiguió ponerse de pie, alejándose de Ibuki y Sansker cojeando, pero en ese momento Hatsuho lo ataco desde arriba. La joven Asesina concentro el poder de su propia alma no es su cuerpo, si no en su arma. Inari resplandeció con una intensa luz verde suave y la hoja de la guadaña pareció crecer hasta hacerse el doble de larga que la propia Asesina. Con un giro en el aire Hatsuho arrojo la guadaña y la hoja descendió como un péndulo, cortando la cabeza de Kasekiri con un movimiento limpio.
El cuerpo del Oni pareció moverse unos momentos, incluso sin cabeza, y luego colapso en una explosión de sangre purpura. Hatsuho aterrizo junto a ellos, respirando agitadamente. Por un segundo los tres se quedaron viendo el cuerpo, como si no pudieran acabar de creer que estuviera muerto.
— ¿Lo-lo hicimos?—dijo Hatsuho insegura. Se puso de pie y sonrió con alegría— ¡Lo hicimos! Sansker, acabamos con él.
—Vaya… esto fue emocionante—dijo Ibuki relajándose—buen trabajo ustedes dos.
—Me alegro—dijo Hatsuho, seguía sonriendo, pero sus ojos comenzaron a humedecerse y la voz se le quebró—si hubiéramos dejado que algo le pasara a la aldea… yo…
Hatsuho rompió en llanto, aunque más de alivio que de tristeza. Ibuki puso una sonrisa cansina, pero se mordió la lengua al menos, intercambiando una mirada con Sansker. Él suspiro y decidió intervenir
—Vamos, vamos, no hay motivo para ponerse a llorar—dijo Sansker. Dudo un momento, pero finalmente le dio unas palmaditas en la cabeza a Hatsuho—estamos bien, el Oni fue derrotado y la aldea a salvo. Creo que no está mal para una primera vez.
Ella intento calmarse, y por lo menos pudo controlar sus sollozos.
—Lo sé… es solo que… nunca me había sentido así—dijo Hatsuho limpiándose las lágrimas— ¿Esto pasa siempre?
—Es la primera batalla tan intensa—dijo Sansker recordando sus primeros días en la Marina—cuando pasa no tienes tiempo de pensar, solo actuar. Es solo cuando termina que te das cuenta de todo. Yo también estuve abrumado luego de mi primera batalla… tienes ganas de reírte, ponerte a llorar, saltar por todas partes y caerte dormido al mismo tiempo. Solo respira profundo, deja que tu cuerpo y tu mente se calmen.
Hatsuho asintió y sonrió, respirando profundamente. Al menos ya parecía más tranquila. Sansker volvió a mirar el cadáver del Oni, pensando que tendrían que purificarlo, cuando de repente este comenzó a brillar. Sansker frunció el ceño al ver una esfera de color azul intenso surgir de los restos del Kazekiri.
—Una Mitama—dijo Ibuki dejando ir un silbido—supongo que estará bien si dejamos que se vaya, no creo que…
La Mitama se movió hacia Sansker y este sintió como se introducía en su pecho, igual que lo hiciera Minamoto no Yorimitsu. Parpadeo y giro la cabeza, sintiendo las dos presencias en su interior armonizándose rápidamente. Yorimitsu se manifestó, sonriendo como siempre y juntó a él estaba parado un hombre vestido de blanco, con un largo traje similar al de un sacerdote, y un sombrero negro y puntiagudo en la cabeza.
—Contempla ahora el verdadero poder del Ying y el Yang—dijo el desconocido haciendo una breve inclinación con la cabeza—Tienes mi más profunda gratitud por liberarme de esa bestia. Soy Abe no Seimei, permíteme ser tu fuerza y tu apoyo de ahora en adelante.
— ¿Eh? pensé que ya habías hecho comunión con una Mitama—dijo Hatsuho, sorprendida— ¿Cómo es que paso esto?
—No tengo idea…—respondió John honestamente—pensaba que solo se podía hacer comunión con un espíritu a la vez.
—Técnicamente sí, pero hay algunos Asesinos que pueden portar varias Mitama—dijo Ibuki rascándose la barbilla—no soy muy bueno en estas cosas. Quizás el jefe o Shikimi podrían decirte más. Pero no olvidemos que esta misión fue un éxito. Purifiquemos el cadáver y regresemos, seguro que todos se mueren por ver a los héroes del momento.
Sansker asintió distraídamente y se quedó pensando, mirando hacia su pecho. Podía sentir a Yorimitsu como no había podido desde el primer día, pero también a Abe no Seimei. Era extraño sentir sus almas tan cerca. Le recordó sus extraños sueños, que por fortuna se habían ido esa última semana ¿habría algo más en todo esto? No lo sabía, por ahora se enfocó en ayudar a Hatsuho e Ibuki, ya tendría tiempo de pensarlo.
—Buen trabajo—dijo Yamato a modo de saludo en cuanto regresaron. Su expresión era alegre y orgullosa
Ōka estaba junto a él, con los brazos cruzados, pero claramente contenta de volverlos a ver.
—En verdad, ahora son Demonios que Matan Demonios.
—Je,je… te dije que podía hacerlo—replicó Hatsuho alegremente, guiñándole el ojo.
—Hmm… Hatsuho, Sansker—dijo Yamato asintiendo, su expresión se volvió sería, pero seguía siendo una ligera, diferente a su típica máscara estoica—Ya no estarán más en entrenamiento. Se han vuelto Asesinos, tanto en nombre como en acción, así que ahora serán miembros de pleno derecho.
— ¿Eso que significa?—preguntó John ya que los demás parecieron entenderlo, pero él no estaba seguro.
—Significa que ya podrán tomar misiones en solitario o con otros Asesinos, y que también pueden cazar Oni gigantes—respondió Yamato—no se preocupen, pienso hacerlos trabajar aún más que antes.
—Puedes contar con nosotros Yamato—dijo Hatsuho, apretó el puño y miro a Sansker con confianza—nada puede detenernos si ponemos nuestra mente en ello.
— ¿Desde cuándo ustedes dos se volvieron tan buenos amigos?—preguntó Ibuki arqueando una ceja—en fin, aún con todo esto les falta mucho para alcanzar mi nivel.
—Los menores deberían quedarse callados—dijo Hatsuho en un tono seco, entrecerrando los ojos.
— ¡Hey! ¡¿A quién llamas menor?!—replico Ibuki.
Ōka soltó una risilla y Sansker puso los ojos en blanco.
—Supongo que era demasiado esperar que cambiaran tan pronto—dijo Ōka sonriendo—vamos Ibuki, ya que los mayores se han graduado hoy, te toca hacer el reporte.
Ibuki murmuro algo en protesta, pero accedió a regañadientes mientras Ōka lo arrastraba para dar el informe. Yamato se despidió de ellos con una inclinación de la cabeza y se marchó también. Sansker suspiro, cansado y comenzó a caminar hacia la salida, pero Hatsuho lo retuvo, sujetando la manga de su abrigo.
—Espera, Sansker—dijo la joven—te-tengo algo que decirte.
— ¿De qué se trata?—preguntó él, dándose la vuelta. Hatsuho puso las manos detrás de su espalda, como si estuviera avergonzada de algo, pero hablo sin desviar la mirada.
—Es que… me ayudaste mucho en esta misión… no, me has ayudado bastante últimamente. Me ayudaste a probarle a Yamato que estaba lista, y gracias a ti pudimos salvar la aldea… y… quería decir…—Hatsuho tomo aire y le sonrió abiertamente, haciendo una pequeña reverencia delante de él— ¡Gracias! Y… eso sería todo… ¡Nos veremos en la próxima misión que nos asignen juntos! Cuídate.
La joven Asesina se alejó, pero la sonrisa que tenía no flaqueo ni un momento. Hatsuho era muy peculiar, y bastante decidida, pero, a pesar de todo, Sansker no pudo evitar sonreír él también. Era la primera vez en mucho tiempo que sonreía de manera sincera.
John decidió irse a descansar, era apenas media tarde, pero se sentía agotado. Aún tenía que preguntar sobre el hecho de su segunda Mitama pero decidió hacerlo después, solo parando para dejar su equipo en la forja. La pelea con el Kazekiri había dejado algunas muescas en su espada y una grieta en el escudo de aspecto preocupante. Tatara recibió el encargo con un gesto seco y le dijo que volviera al día siguiente, por lo que Sansker dejo la tienda y continuo su camino.
Al acercarse a su cabaña le sorprendió escuchar ruido adentro. Como si alguien estuviera hablando. John frunció el ceño y abrió la puerta. Su mirada se cruzó con la de Kikka que estaba sentada junto al hogar jugando con Tenkichi.
—Ah, hola. Bienvenido a casa—dijo la joven con una sonrisa—perdona, estaba esperándote afuera pero no quería que me vieran y se hicieran preguntas. Además, esta Tenko estaba muy sola. Tienes que pasar más tiempo con ella.
Tenkichi pareció maullar su acuerdo y se puso de espaldas para que Kikka le rascara el abdomen. Sansker suspiró y se encogió de hombros, cerrando la puerta detrás de él. Al sentarse se dio cuenta de que Tenkichi tenía algo extraño. Tenía una correa que le pasaba por el torso y sujetaba una bolsa de tela roja con el emblema de los Asesinos estampado en dorado y su cabeza tenía un pequeño sombrero negro puntiagudo. Sansker había visto a otros Tenkos con cosas similares y siempre se había preguntado el motivo.
— ¿Qué es esto?—inquirió estirando la mano para tocar la bolsa. Tenkichi se revolvió y le obligo a jugar con ella.
—Es mi regalo para tu Tenko. Ellos son muy inteligentes y les gusta traer regalos, pero casi no pueden cargar nada sin manos—dijo Kikka—así que le conseguí un saco ¿no es adorable? No sabía si le gustaría, pero ella parece contenta.
—Me doy cuenta—replicó John. La Tenko salto a su regazo y se acurruco allí—bueno, si Ten dice que está bien entonces supongo que lo está… le puse 'Tenkichi' no es muy original pero fácil de recordar.
—Es un bonito nombre—asintió Kikka, entonces se dio vuelta y le presento un paquete envuelto en tela—este sería tu regalo. Me tomo un tiempo conseguirlo, pero mi hermana me ayudo. Aunque no le dije para que lo quería.
Kikka abrió el paquete. Era un juego de té de color negro, con adornos dorados en forma de hojas. Las tazas eran de las largas sin agarraderas que usaban en Midland para tomar té verde, pero la tetera le resultaba claramente familiar.
— ¿Y esto?—preguntó Sansker mirando la tetera, algo sorprendido.
—Como dijiste que no tenías mucho que ofrecer, pensé que te podría servir—dijo Kikka con una sonrisa. Tomo un recipiente de entre sus ropas y lo dejo junto al juego de té—te traje algunas hojas para que puedas preparar y atender a tus invitados. Ningún hogar esta completo sin una taza para el té.
—Ya veo…—replicó él colocando la taza con las demás—gracias Kikka. Espero poder darle un buen uso…
— ¿No te gusta el té?—preguntó ella haciendo la cabeza hacia un lado, notando la falta de entusiasmo en su reacción.
—Oh no, al contrario—dijo John rápidamente—es… es casi una tradición en mi tierra natal… o lo era, supongo. Hacíamos el té diferente a como lo hacen en Midland… y creo que no me he acostumbrado a la manera local.
La verdad era que no le gustaba el té de Midland. En la Montaña Sagrada bebían una infusión de color verde que tenía un regusto demasiado amargo para él. Comparado con los sabores más dulces y suaves que solía disfrutar en las tardes o cuando estaba de permiso la bebida en Midland era demasiado fuerte.
—Oh, es cierto. Vienes del oeste—dijo Kikka—yo nunca he dejado Midland. Así que no sé del mundo exterior ¿de dónde vienes exactamente?
—Nací en Inglaterra, muy lejos de aquí. Pero me uní a la Marina Real, así que viajé por todo el mundo—respondió Sansker recordando—estuvimos por todas partes, así que nunca tuve un hogar estable luego que dejé mi casa en Londres, pero siempre sabías que estabas en el Imperio fueras a donde fueras. Una de las formas de recordarlo era con el té. Siempre encontrábamos tiempo para ello…
— ¿Eras marinero?—preguntó Kikka cuyos ojos estaba abiertos de aun asombro absoluto. Junto las manos en un gesto de súplica— ¡Tienes que contarme todo! ¿Cómo es el mar? ¿Es cierto que nunca se termina? ¿La gente al otro lado del mundo está de cabeza? ¿Qué idioma hablan en tu tierra? ¿Es cierto que hay barcos hechos de metal?
—Tranquila, tranquila… más despacio—dijo Sansker levantando las manos y sonriendo muy a su pesar. Casi estuvo a punto de hundirse en la melancolía, pero el entusiasmo de la joven era demasiado contagioso— ¿Cuál de todas esas preguntas tengo que responder primero?
—Lo siento—dijo Kikka rascándose la mejilla—es solo que… siempre he querido viajar. Conocer más del mundo. Ver otros lugares y gentes. Estoy segura de que incluso en Midland hay muchas cosas maravillosas para ver.
—Pero naciste aquí ¿no?—preguntó Sansker confundido— ¿Nunca has viajado fuera?
La expresión de Kikka se ensombreció por un momento y aparto la mirada.
—Mi hermana y yo nacimos en la Montaña Sagrada, y fuimos enviadas a Ukataka hace un par de años, pero… ahora hay otras circunstancias—dijo con voz apagada, jugando con el borde de su elegante vestido—No puedo dejar la aldea… no por ahora al menos. Así que siempre que puedo pregunto sobre otras partes de Midland o del exterior. Para tener una idea de lo que hay más allá.
Tenkichi soltó un maullido y fue hacia Kikka para animarla, frotándose contra su rodilla
—Ya veo…—dijo él pateándose mentalmente por haberlo mencionado. Quería preguntar, pero la evasiva respuesta sugería que Kikka no deseaba hablar al respecto—bueno, volviendo a tus preguntas creo que podríamos empezar con el océano. No es infinito, pero…
Sansker comenzó a contarle sobre sus viajes y Kikka pareció animarse un poco. A pesar de su mejor esfuerzo no pudo evitar interrumpirlo con preguntas de todo tipo, insistiendo en que fuera muy explícito con sus respuestas. Al ver la sonrisa regresar al rostro de la joven John se sintió mejor y paso un par de horas hablando de su pasado, recordando los buenos tiempos antes del Despertar. Antes de venir a Midland.
John había nacido en Londres, y se crio con su madre, Mary. Su padre, Jonathan, era marinero y solía pasar muchos meses fuera, pero mantenía correspondencia con ellos y se hacía cargo de los gastos. Desde joven tuvo el impulso de viajar y apenas pudo se enlisto para servir en la Marina Real. Como muchos otros vio acción en varias colonias del Imperio: África, India y finalmente en las aguas cerca de China. Kikka quería saberlo todo y le hizo sacar todos los detalles que pudo y aún más. Para cuando termino, el sol ya estaba comenzando a ponerse.
—Vaya, no puedo creerlo ¿de verdad danzaban alrededor del poste?—Kikka lo miro como si quisiera descubrir si estaba diciendo la verdad, pero entonces miro por la ventana—oh vaya, es tarde. Tengo que volver o mi hermana se preocupara por mí.
—Sí, así es…—respondió Sansker siguiendo su mirada—en ese caso creo que mejor lo dejamos aquí por hoy. La próxima vez tendré más cosas que contarte.
—Eso espero, nos veremos pronto. Con tu permiso—dijo Kikka animada, se puso de pie y le dio unas palmaditas en la cabeza a Tenkichi—nos vemos, cuídalo mucho mientras tanto ¿está bien?
La Tenko ladro su asentimiento y Kikka se marchó de prisa. Sansker suspiro y se dejó caer de espaldas en el suelo. Tenkichi le salto encima y se acurruco en su pecho, por lo que le rasco la cabeza distraídamente. Mirando hacia el costado vio el juego de té. No sabía dónde podría ponerlo, pero tampoco era como que tuviera demasiadas cosas que estorbaran. Aquel había sido un día demasiado largo. La misión con Hatsuho, la lucha contra el Kazekiri, el conectarse con otra Mitama y la inesperada visita de Kikka. Pero al considerarlo, no podía decir que hubiera sido un mal día.
El vacío le dio la bienvenida una vez más, pero en esta ocasión Sansker pudo sentir algo diferente. Como si pudiera tocar un suelo solido que sostuviera su conciencia. Frente a él estaba Minamoto no Yorimitsu y Abe no Seimei, brillando con sus poderosas auras, pero por una vez no se sintió opacado, aunque si impresionado. Su figura estaba en presencia de héroes, manteniendo la misma altura. Aunque el motivo se le escapaba.
—Finalmente ha llegado el momento en que podemos conversar—dijo Abe no Seimei, rompiendo el silencio—mi nombre es Abe no Seimei, un practicante de magia y adivinación, Omnyoji como lo conocíamos en mi época. Te reitero mi más profunda gratitud por liberarme de las entrañas del Oni.
John asintió, no había sido nada. En realidad, parte del crédito era de Yorimitsu y de sus compañeros. Sin Ibuki y Hatsuho nunca hubiera podido derrotar al Kazekiri. Aunque no pudo hablar los dos héroes parecieron escuchar sus intenciones y razonamiento.
—Te equivocas. Como Mitama no podemos interactuar con el mundo sin un medio, sin un canalizador—dijo Yorimitsu sacudiendo la cabeza—pero incluso así, este debe tener la fuerza de voluntad y entereza de corazón para blandir nuestro poder. Te ayudé, pero fuiste tú quien pudo alzarse para enfrentar el reto. Contar con la ayuda de tus compañeros no disminuye tu éxito.
—Estoy de acuerdo, pero tenemos asuntos más urgentes que tratar—dijo Abe no Seimei—cuando fui devorado estaba a punto de ganar una batalla contra mi rival, Doman. El triunfo me hizo bajar la guardia y un demonio me ataco por la espalda. Me arrepiento de no haber podido ver el rostro de Doman ante mi victoria, pero lo más preocupante era la naturaleza de este Oni. He canalizado el poder de muchos demonios en mis tiempos, pero estas criaturas que combates son diferentes a cualquier otra que haya visto.
—Cuando nos consumen, devoran no solo nuestras almas, sino también el mismísimo tejido de la historia—intervino Minamoto no Yorimitsu—mientras más héroes son consumidos, la historia es cambiada poco a poco.
—Cosas que deberían ser se pierden y cosas que nunca debieron ser se vuelven realidad—continuo Abe no Seimei— ¿Qué sucederá cuando el mundo no pueda soportar estas contradicciones? ¿Pereceremos en la nada o acaso nacerá un nuevo mundo?
Sansker no sabía la respuesta. Los Oni alteraban el tiempo y el espacio a su alrededor. Por eso diferentes eras del pasado aparecían allí donde ellos rondaban en grandes números. Pero ¿esto afectaba todo el tiempo? No entendía lo que los héroes querían decirle. Ni que tenía que ver con él.
—Eso no importa ahora. No podemos alterar tu camino—dijo Abe no Seimei sonriendo suavemente—deseo ver el final de esta historia y te ofrezco mi poder para que continúes. Encuentra a más de nosotros. Ellos podrán guiarte hasta la puerta, pero el cruzarla será tu decisión, no nuestra.
