V – Un Día Normal

— ¡No es justo! ¿Cómo es que tienes tres Mitama?—dijo Hatsuho frunciendo el ceño. Se acerco a Sansker comenzó a observarlo detenidamente, dando vueltas a su alrededor—No lo entiendo ¿qué es tan especial acerca de ti? Nunca he escuchado de nadie que tuviera tantas.

—No es que lo haga a propósito—dijo John soltando un suspiro—solo pasa.

—Algunos poseen el don y otros no, es así de simple—dijo Yamato.

—Mírate actuando como si lo supieras todo—mascullo Hatsuho dedicándole una mirada fría al jefe—y pensar que eras un niño tan dulce… ¿Cuándo te hiciste tan desconsiderado?

—… Siempre he sido desconsiderado—replicó Yamato mirando hacia un lado, pero por un segundo pareció realmente avergonzado.

—Igualmente, los números no lo son todo—dijo la joven— ¡Ya sé! Tengamos una competencia para ver quién puede eliminar más Oni el día de hoy ¡El ganador será el mejor Asesino!

—No creo que sea necesario…—intento decir Sansker pero Hatsuho ya no lo estaba escuchando. Dio media vuelta y se fue hacia el escritorio para buscar una misión— ¿Está bien que dejemos las cosas así, jefe?

—Siempre tuvo un lado competitivo—dijo Yamato sonriendo ligeramente y encogiéndose de hombros.

Sansker se froto los ojos y se sentó en las escaleras que llevaban al cuartel general. Había ido a buscar a Yamato para hablar del asunto de sus Mitama cuando Hatsuho lo escucho, y de alguna forma ahora tenía una competencia con ella. Además, tenía una misión con Nagi y Fugaku, una sesión de entrenamiento de espada con Ōka y de alguna forma Ibuki lo había convencido de ayudar a Shikimi a reparar los adornos del templo. O mejor dicho que él hiciera el trabajo mientras Ibuki tomaba la oportunidad para hablar con una chica que visitaba el templo cada tarde.

Un mes. Apenas tenía un mes en aquella aldea. Solo habían pasado dos semanas desde que eliminara al Kazekiri con Hatsuho y encontrara a Taira no Kiyomori. No estaba más cerca de resolver el secreto de porque tenía tantas Mitama ni del problema de los Oni. Aquellas dos incógnitas lo tenían preocupado pero la vida en Ukataka se estaba volviendo… absorbente. A pesar de sus esfuerzos no pudo evitar integrarse en la vida de los aldeanos, y en la de sus compañeros Asesinos. Era una cómoda sensación de rutina.

Entrenar con sus compañeros, ayudar a los aldeanos con pequeñas tareas como buscar algún objeto en el Otro Mundo, darle una mano a Tatara con un cargamento de acero, limpiar las escaleras del templo, cuidar de Tenkichi… era casi una vida normal. Incluso combatir a los Oni era parte de esa rutina.

—Entonces… ¿no hay respuesta, jefe?—dijo Sansker, volviendo al tema original de su visita—Una explicación para mi caso.

—Ninguna que yo pudiera ofrecer al menos—respondió Yamato sentándose también, pero un escalón más arriba. Su mirada se paseó por la aldea que se desplegaba delante de ellos—De vez en cuando, se sabe que aparece un Asesino como tú, favorecido por los héroes. Para formar un vínculo las Mitama deben ser atraídas por algo intrínseco a ti. Para la mayoría de nosotros esto solo ocurre una o dos veces en toda la vida.

—Pero yo no soy un Asesino de nacimiento… solo tengo un año haciendo esto—dijo Sansker sacudiendo la cabeza—si los héroes favorecen a alguien ¿no tendría sentido que fuera alguien de Midland?

—No creo que tú origen sea importante—dijo Yamato—los Asesinos siempre hemos sido un puente entre el mundo espiritual y el mundo material. Canalizamos la fuerza de nuestras almas en poder y formando lasos con los héroes del pasado dejamos que su influencia se esparza en el presente. Uniendo mundos tan distintos ¿qué diferencia hace el que nacieras lejos de aquí? Ahora formas parte de nosotros, Sansker. En lo que a mí respecta, creo que tu poder es un rayo de esperanza en tiempos oscuros.

— ¿Por qué?

—Muchas Mitama se han perdido. E incluso cuando eliminamos a los Oni que las devoraron, se quedan atrapadas en el Otro Mundo, pero gracias a ti ahora tenemos un ancla que puede ayudarles a regresar con nosotros—dijo Yamato—no preguntes el por qué, solo usa tu poder para recuperar tantas Mitama como puedas. Esa puede ser una fuente de alegría en estos momentos complicados.

—Visto de esa forma…—Sansker suspiro. No estaba seguro de que fuera tan sencillo, pero quizás solo fuera una cuestión cultural. Para él los espíritus de los héroes eran aliados, pero nada más. No compartía la reverencia de los Asesinos hacia ellos.

—Si te resulta más sencillo concéntrate en el trabajo—Yamato se puso de pie—La misión de hoy será en la Era de la Guerra, los Oni allí son más agresivos, procura regresar en una pieza. Que la luz de los héroes ilumine tu camino.

John también se puso de pie, regresando al cuartel. Tenía un día largo por delante.

La Era de la Guerra, o Sen, como la llamaban los locales, era definitivamente la más hostil que había visto. El paisaje entero estaba salpicado de destrucción, ruinas y campos de batalla hasta donde alcanzaba la vista. En lugar de agua los ríos que corrían eran de lava, tiñendo el cielo de un rojo intenso. En la distancia se alzaban grandes volcanes escupiendo fuego, o antiguos castillos y fortalezas infranqueables. El miasma era seco y potente, obligando a los Asesinos a moverse a través de aldeas en ruinas.

Naturalmente también había Oni. En este caso les toco cazar Cuchillas y Colmillos. Ambos tenían un aspecto de gusano, pero los Cuchillas eran más grandes, con brazos que terminaban en largas espadas como si fueran mantis y la cabeza de un ogro. Los Colmillos eran subterráneos, gusanos del tamaño de una persona que salían de la tierra y atacaban con mandíbulas afiladas. Nagi y Fugaku ya conocían la zona así que pudieron guiar la cacería, pero esta se alargó una buena parte de la mañana. Para cuando regresaron a la aldea el sol estaba en lo más alto, y el calor en la villa no se diferenciaba mucho del calor en el Otro Mundo.

—No soporto el calor—dijo John secándose el sudor de la frente. Siendo de un clima más templado el sol nunca le había sentado bien. Apenas estaban atravesando el puente y la sombra del cuartel era tentadora—ya es bastante malo tener que nadar en lava. Al menos pudiera hacer una brisa…

— ¡Ja! Hoy fue emocionante. Cuando te enfocas en la pelea dejas de notar el clima—replicó Fugaku con una sonrisa.

—Esta es una temperatura muy normal para esta época del año—dijo Nagi.

—Tal vez… creo que aún no me acostumbro al clima de aquí—dijo Sansker suspirando cuando finalmente entraron bajo techo.

— ¿Y de dónde eres entonces?—preguntó Fugaku—pensé que eras de alguna de las aldeas vecinas.

— ¿No vendrás de la Montaña Sagrada por casualidad?—intervino Nagi—allí pueden solicitar toda clase de gente.

—No, soy de fuera de Midland—respondió John— ¿La gente de la Montaña Sagrada es tan diferente de la de las aldeas?

—Oh… ¿no lo sabías?—dijo Nagi con una súbita alegría, dando una palmada—déjame explicarte entonces

Sansker levanto una ceja cuando noto una expresión alarmada en el rostro de Fugaku, que se apresuró a intentar intervenir.

—Oye, no la dejes empezar…—dijo el Asesino, pero Nagi lo interrumpió.

—Midland posee una serie de aldeas que forman un protectorado en torno a la Montaña Sagrada. Aldeas como Ukataka, Shiranui, Izayoi, Mahoroba y Utsusemi, para nombrar algunas de las más importantes—dijo Nagi como si estuviera recitando una lección de memoria—Al centro está la organización de los Asesinos, en la Montaña Sagrada. Las Doncellas de la Barrera son educadas allí en un sentido práctico y político. Así formamos una alianza de aldeas independientes, aunque todas cooperan para protegerse de los Oni. Las ventajas de este sistema son…

—Un consejo, novato—susurro Fugaku, acercándose a él—nunca le preguntes nada a menos que tengas un par de horas para escuchar.

—Hm ¿Ocurre algo, Fugaku?—Nagi frunció el ceño ligeramente—Estoy intentando explicar algo importante.

—N-no, es solo que… recordé que tengo algo que hacer—dijo Fugaku rápidamente—tengo que irme.

—Ah, ya veo. Bueno, supongo que no puede evitarse—dijo Nagi claramente un poco decepcionada de perder a un miembro de su audiencia, pero recupero el ánimo al volverse hacia Sansker, que estaba dándose cuenta de lo que Fugaku intentaba hacer—Muy bien, volvamos a donde estábamos…

—Trata de no caerte dormido, novato—susurro Fugaku dándole unas palmaditas en el hombro antes de irse.

—La Montaña Sagrada surgió originalmente como un centro para entrenar a las Doncellas…—siguió Nagi, quien no se dio cuenta.

Sansker se vio obligado a escuchar, incapaz de interrumpir a la mujer, que parecía honestamente emocionada de compartir su conocimiento. Fue así que paso dos horas de pie, escuchando una conferencia sobre el sistema político de Midland, hasta que Nagi tuvo piedad o se quedó sin material y lo dejo marcharse.

Naturalmente la lección lo dejo sin tiempo para comer antes de reunirse con Ōka, quien no mostro ninguna piedad en el entrenamiento. La joven era amable, pero en lo que se refería al manejo de la espada era una maestra implacable. Entrenaban con armas de madera, usualmente practicando movimientos constantes, pero también en combate simulado. A pesar de que no se consideraba un espadachín mediocre, John no podía competir con Ōka. La Asesina golpeaba con fuerza y rapidez. Y siempre que luchaban juntos terminaba con algunos buenos golpes para confirmarlo.

—Estas mejorando no te preocupes—dijo Ōka cuando terminaron—solo vigila tu izquierda mejor, te confías demasiado en el escudo.

Sansker asintió, frotándose el costado, y se marchó para buscar a Ibuki. Por fortuna lo que Shikimi requería era bastante simple: crear amuletos para atraer la buena suerte y colgarlos a lo largo del templo. Ibuki tomo la primera oportunidad para escabullirse, pero regreso mucho antes de lo previsto con una expresión derrotada y una marca roja en la mejilla en forma de mano. John hizo su mejor esfuerzo para no preguntar, pero no pudo evitar reírse. Shikimi no pareció notar nada y se limitó a ordenarle a Ibuki que barriera las escaleras.

—No hay forma de entender a las mujeres—masculló Ibuki tomando la escoba.

Para cuando terminaron ya era de noche así que ambos partieron a cenar y se fueron a casa. John consiguió algo de comida en las cocinas y regresó para alimentar a Tenkichi, pero al llegar hasta su puerta encontró a alguien esperándolo.

—Buenas noches—saludó Shusui inclinando la cabeza—note que estabas ocupado, así que tome la libertad de esperar hasta que pudiéramos hablar a solas. Espero no ser inoportuno.

—… No, solo me sorprendiste—respondió Sansker, miro hacia la puerta— ¿Quieres pasar?

—Debo declinar la invitación, aún tengo mucho trabajo pendiente, solo deseaba conversar un poco sobre nuestra investigación—dijo Shusui acomodando sus lentes. Ocasionando que la luz de la luna se reflejará en el cristal y ocultará sus ojos—He logrado hacer un muy buen avance en mi área.

—Ya veo… ¿Y qué es o necesitamos alargar el suspenso?

—Mis disculpas. Pero he buscado en los registros como sugeriste y en efecto hay una contradicción—dijo Shusui—No hay ningún registro histórico de los ataques de Oni a las grandes figuras del pasado. Los Asesinos siempre mantuvieron su lucha en las sombras, pero las Mitama cuentan cómo fueron atacadas y devoradas por Oni. Aun así… esto nunca paso. Al menos nunca llego a registrarse. En otras palabras…

—La historia fue cambiada—terminó Sansker por él, recordando las advertencias de sus Mitama. Se toco el pecho, sintiendo la presencia de los tres héroes en su interior. La prueba de que ellos existían y habían sido arrancados de sus eras por los Oni. Recordó la advertencia de Abe-no-Seimei—cosas que deberían ser se pierden y cosas que nunca debieron ser se vuelven realidad…

—Una excelente forma de resumir la situación—dijo Shusui asintiendo—creo entonces que no es necesario hablar de las ramificaciones. Solo pensar en las consecuencias es bastante perturbador.

—Pareces muy tranquilo a pesar de todo—dijo Sansker dándose cuenta de que el oficial de inteligencia estaba relajado, de hecho, casi podía jurar que sonreía.

—Es bastante simple. Esta es la prueba de que los Oni pueden y han cambiado la historia—Shusui dio un paso al frente y susurro lo siguiente al oído de John—Si ellos alteran el pasado… ¿No crees que podríamos regresarlo a cómo estaba? No solo el pasado distante… también el reciente.

Sansker abrió los ojos y giro el rostro para encarar a Shusui. Desde luego aquello sería 'lo correcto' pero si la historia de los héroes podía ser cambiada o rectificada… Los registros no tenían nada sobre los ataques Oni a las grandes figuras de la historia. Por lo tanto ¿el Despertar pudiera ser corregido? John recordó aquel horrible día otra vez: el ataque al Perla, la huida por tierra, la muerte, ¿Los Oni habían alterado ese momento en la historia como lo hicieron para atrapar a las Mitama? De ser así…

— ¿Qué es lo que estás pensando?—preguntó John. Necesitaba escucharlo de alguien más.

—Solo una hipótesis que aparece frente a mí a la luz de los datos—replicó Shusui sin mirarlo—Existen otras preocupaciones más… inmediatas, pero quería compartir esta idea. Como sabes, es alentador tener confirmación de primera mano… quizás valdría la pena dedicarle un tiempo a esta hipótesis.

Shusui se marchó, deseándole las buenas noches mientras se alejaba. Sansker se quedó frente a la puerta de la cabaña por varios minutos, perdido en sus pensamientos. Reparar el pasado, corregir las incursiones de los Oni. Si una cosa así fuera posible entonces… Metió la mano en su abrigo y sujetó la cruz plateada, la reliquia familiar que ahora llevaba siempre en el cuello. Recuperar el pasado… era una oferta demasiado tentadora.


La mañana sorprendió a John sin que hubiera podido dormir demasiado. Sumido en sus pensamientos y recuerdos, apenas noto el tiempo hasta que Tenkichi salto sobre su estómago, gimoteando por atención. Sansker le acaricio la cabeza a la pequeña Tenko, que se acurruco junto a él como si quisiera reconfortarlo. John sonrió cansinamente.

—No te preocupes, no pienso hacer nada todavía—dijo sin saber si le hablaba a Ten o a si mismo. Sus Mitama estaban extrañamente silenciosas, permaneciendo cerca, pero sin intentar acercarse o hablarle. No era censura, ellos sentían que deseaba estar solo y lo respetaban.

Sansker se quedó mirando el techo un rato, rascando las orejas de Tenkichi. De alguna forma se sentía perdido otra vez. Tenía cosas que hacer, deberes con la aldea y aun así… debido a las palabras de Shusui sentía otra vez esa apatía hacia Ukataka ¿Qué sentido tenía preocuparse? Si de verdad todo esto pudiera revertirse ni siquiera estaría allí… Tenkichi gimoteo, cortando sus pensamientos y comenzó a tirar de su camisa, como si quisiera levantarlo.

Desistiendo de pensar más al respecto, John se puso de pie y fue a buscar el desayuno para ambos. Luego se marchó hacia el cuartel. Encontró a Fugaku y Nagi en la recepción así que camino hasta ellos, quizás solo por fuerza de habito.

—Buenos días, Sansker—dijo Nagi, haciendo una inclinación.

Fugaku solo le hizo un gesto con la barbilla a modo de saludo

—Buenos días—replicó John— ¿Alguna misión que tengamos que ocuparnos?

Nagi negó con la cabeza, pero antes de que pudiera decir nada alguien más intervino.

— ¡Sansker! Allí estás—Hatsuho saludo con la mano y camino hasta ellos, seguida por Ōka e Ibuki, pero en cuanto vio quien estaba con él reculo un poco—oh, oh… también Fugaku.

—Vaya, que coincidencia—dijo Nagi sonriendo suavemente—es bueno verlos a todos.

— ¿Qué hacen ustedes tres aquí?—pregunto Ōka amablemente— ¿Tienen una misión?

—Hemos estado trabajando con el novato…—dijo Fugaku, frunció el ceño y se volvió hacia Hatsuho—Y tú… ¿Cómo que 'oh, oh'?

—Na-nada, no quería decir nada—respondió Hatsuho rápidamente sonriendo de manera forzada y moviendo sus manos frente a ella.

—Es que la asustas—dijo Ibuki poniendo una mano en la cadera—no eres el tipo más amigable que hay ¿verdad?

—Hey, niño bonito ¡qué tal si te muestro lo amigable que soy con mi puño!—replicó Fugaku girándose hacia el rubio con cara de pocos amigos.

— ¡O-oigan, nada de pelearse!—exclamo Hatsuho poniéndose entre ambos.

—Vaya, vaya…—murmuro Ibuki cerrando los ojos mientras que Fugaku soltó un chiflido entre dientes y aparto la mirada.

— ¡Vamos! Esto es por lo que no me gusta lidiar con niños…—mascullo Hatsuho cruzándose de brazos.

— ¡Tú eres la más infantil de todos!—exclamaron Ibuki y Fugaku al mismo tiempo, levantando la voz.

— ¡Ah! ¡Están de acuerdo en algo!—Hatsuho salto hacia atrás, sorprendida.

—Nunca sé si es que se llevan bien o no pueden soportarse…—dijo Ōka sacudiendo la cabeza mientras Nagi sonreía educadamente.

— ¿Un poco de ambos?—sugirió Sansker, ganándose una mirada poco amistosa de los tres involucrados.

En ese momento Yamato apareció en la entrada del cuartel, seguido por unos 4 Asesinos de armadura roja y dorada.

— ¿Están todos aquí? Excelente, eso me ahorra tiempo—dijo Yamato llegando hasta ellos.

— ¿Tiene órdenes para nosotros, jefe Yamato? —preguntó Nagi.

—Todos han escuchado de los ataques de emboscada de los Oni en los últimos días. Varias unidades fueron atacadas y también caravanas de suministros—respondió Yamato—Los ataques no han disminuido y debemos actuar pronto si deseamos evitar un daño irreversible.

— ¿Entonces es el momento de atacar?—dijo Ibuki—suena bien.

—Crearemos dos unidades. Una servirá de señuelo para atraer a este Oni misterioso—dijo Yamato—en cuanto aparezca la segunda reforzara el ataque y lo acabaremos. Ōka, quiero que seas tu quien lidere la unidad de señuelo. Cuando aparezcan los Oni, envía una señal de humo y nos moveremos para ayudar.

—Puede contar conmigo, señor—respondió Ōka asintiendo.

—Sé que es así—Yamato movió su mirada hacia John, manteniendo su expresión tranquila—Sansker, tú estarás a cargo de la unidad de refuerzo. Puedes llevar a uno de tus compañeros, lo dejo a tu criterio.

— ¿Eh?—Sansker parpadeo, sorprendido. No esperaba que Yamato le asignara semejante responsabilidad y no fue capaz de responder de manera adecuada. Los otros Asesinos parecieron tomarlo bien, incluso Hatsuho, ya que ninguno dijo nada—esto… sí, de acuerdo… yo… me ocupare de ello.

—El resto se quedará en la aldea hasta que veamos la señal—continuo Yamato— ¿Alguna pregunta?

—Me he estado preguntando ¿ha habido algún reporte de Oni alados?—pregunto Fugaku de repente.

—Ninguno del que me haya enterado—dijo Yamato negando con la cabeza.

—Una lástima…—Fugaku se cruzó de brazos—en ese caso démonos prisa y salgamos a acabar con estos Oni.

—Bien dicho—Yamato sonrió—Esta es nuestra estrategia. Haremos que salgan de las sombras y los acabaremos. Todos hagan sus preparativos, la unidad de señuelo se va en una hora.


Sansker decidió usar el tiempo para reflexionar un poco. Deseando estar a solas regreso a la cabaña, pero al pasar junto a la forja de Tatara le pareció escuchar una voz.

Hmm, vaya, mi alma está muriendo de hambre… Necesito ayuda.

La voz era profunda y seca, pero sonaba como un susurro justo en su oído. Sansker miro hacia el costado, notando el sendero que pasaba entre la forja y el manantial de agua. Era el camino que llevaba hacia el santuario donde Hatsuho se había refugiado aquella vez. No lo había vuelto a visitar desde entonces. John decidió cambiar su ruta, siguiendo su instinto. Avanzo por el sendero, subiendo la pendiente hacia las raíces del árbol.

El viejo santuario seguía igual de deteriorado que la primera vez. La pequeña caseta de madera estaba apoyada sobre un poste de madera, con adornos de papel que en algún momento había sido blanco. Pero ahora estaba cubierto de una capa de musgo y moho. El suelo tenía baldosas de piedra, pero apenas se veían entre la hierba. Aun así el lugar era extrañamente pacifico. Protegido del sol por la sombra de las ramas, y del viento gracias a las raíces, era bastante fresco, ni caliente ni frio.

—Es un lugar bonito… me pregunto porque la gente dejo de venir…—murmuro Sansker. No había nadie a la vista, por lo que avanzo hasta la casetilla de madera. Estaba tan descuidada que apenas se podía notar que en su día estuvo pintada de rojo. Sansker estiro la mano para limpiarla un poco, queriendo confirmarlo. Sus dedos arrancaron el moho que bloqueaba la pequeña puerta donde se ponían las ofrendas.

Hmm, vaya… ha pasado tanto tiempo sin que me visiten…—dijo la misma voz profunda y triste de antes.

— ¡¿Quién…?!—John dio un salto hacia atrás— ¿Hay alguien allí?

Oh, y el que me visita está perdiendo la cabeza, habla solo.

—No estoy hablando solo, estoy hablándote a ti—replicó Sansker mirando a todas partes. Estaba solo de eso no cabía duda, pero podía escuchar la voz claramente— ¿Dónde estás? Si esto es una broma no es gracioso.

Espera… ¿puedes oírme? —La voz sonó sorprendida y de repente comenzó a reír. Al hacerlo el viento sacudió las ramas del árbol—Excelente, esto es simplemente excelente. Estas de suerte, amigo, tienes ante ti una oportunidad única. Y yo finalmente tendré lo que necesito.

— ¿De qué estas hablando?—preguntó John frunciendo el ceño— ¿Quién eres?

¿Quién soy? Pero vaya humano más ignorante. Estoy justo delante de ti—respondió la voz con un tono arrogante—Soy el Espíritu Guardian de este árbol, el que habita en este templo, el ultimo sobreviviente de las antiguas deidades. Estas en presencia de un dios, amigo.

Sansker se dio la vuelta para mirar hacia el santuario. Abrió su Ojo de la Verdad y noto una breve luz que emergía alrededor de la caseta de madera y del gran árbol a su alrededor. Era tan tenue que apenas se distinguía, y dudaba que lo hubiera notado si la voz no le hubiera dicho donde mirar.

— ¿Eres un dios?—preguntó Sansker arqueando una ceja—Es la primera vez que escucho algo así…

Y era la primera vez que le hablaba a un árbol, bien puesto a pensar. Pero de alguna forma eso era lo más mundano de esta situación. John podía sentir un ansia en el Espíritu Guardian, como si esperara algo de él. Pero no era el hambre voraz de un Oni, se sentía como una intensa emoción. Como la de alguien que recibe un regalo que no esperaba ya recibir nunca.

Por supuesto. Ya te dije que soy el ultimo… pero mira, tienes ante ti una oportunidad privilegiada amigo ¿no quisieras garantizar la salvación de tu alma?—insistió la voz—Si haces una… eh… tarea para mí, podría considerar el darte mi bendición divina. No todos los días puedes negociar con una deidad, te sugiero que lo consideres.

—Ya veo…—dijo Sansker cruzándose de brazos— ¿Y qué sería lo que tendría que hacer?

Es muy simple. Necesito que recolectes Haku para mí—dijo la voz—Antes los habitantes de esta aldea me ofrecían un flujo constante de ofrendas, pero con los años se olvidaron y mi alma se ha debilitado. Necesito Haku para recuperar mis poderes, y tú me lo puedes conseguir, humano.

—Espera… entonces ¿sin Haku no tienes poder? ¿Qué clase de bendiciones das entonces?

Los detalles no son importantes. ¿Estás dispuesto a escuchar mi oferta o no? Si es así, necesitare solo un poco de Haku y podrás recibir tu recompensa.

—Aja…—Sansker no estaba convencido, pero decidió intentarlo. Metió la mano al bolsillo de su abrigo y tomo su bolsa. Saco un par de monedas de Haku y las coloco en el ofertorio—Muy bien, aquí tienes…

¡Ah, finalmente!—exclamo la voz. Los cristales de Haku brillaron con una luz blanca y se desintegraron en el aire, dispersándose como si ya no existieran—Mucho mejor… sí señor, sabes reconocer la majestad divina cuando la vez amigo. No te preocupes, pienso recompensar tu generosidad… regresa más tarde y tendrás mi bendición… por ahora descansare un poco… zzz.

— ¿Qué? No dijiste nada de esperar—dijo Sansker pero era demasiado tarde. Solo pudo escuchar el sonido de la respiración tranquila del árbol que lo ignoro por completo. John se dio una palmada en la frente, sintiéndose estafado—Serás… bien, volveré después, pero si esto es un truco te juro que… hablarle a un árbol ¿qué diablos me pasa hoy?

Desistió de volver a la cabaña y se sentó en las raíces para descansar un momento. Justo el día que más deseaba tiempo para pensar era cuando menos podía conseguirlo. La conversación con Shusui aun lo tenía preocupado. Revertir el pasado… aquello implicaría negarlo todo, al menos para él. Ukataka continuaría como siempre. Pero él estaría de regreso con la Marina Real. Ya no tendría que luchar contra demonios y criaturas monstruosas todos los días, ni vivir en un mundo de espíritus, dioses y Oni. Recuperaría a sus camaradas, su patria. Su familia en Inglaterra. Era una idea tan tentadora…

Pero también implicaría que nunca conocería este mundo. Con todos sus problemas y dificultades, Midland era una tierra increíble. Y el conocer de los poderes de los Asesinos le había abierto la puerta a un mundo nuevo en su interior. Además de eso, si volviera a como era antes nunca habría conocido a Kikka o Hatsuho, luchado junto a Ōka y los demás. Tampoco tendría que cuidar de Tenkichi, ni visitar a Shikimi por las mañanas, o hablar con el viejo Tatara sobre armas. Comparado con lo que perdió, Ukataka no era tan significativo y aun así…

—Es absurdo, esto ni siquiera debiera ser una decisión difícil—mascullo Sansker.

Se puso de pie. Lo mejor sería regresar al cuartel antes de que se fuera la hora.


Ōka y Sansker se presentaron ante Yamato a la hora indicada. Para esta misión usarían la plataforma de observación sobre el cuartel. Permitía una vista panorámica de la zona y les dejaría ver la señal de humo apenas surgiera. Ōka se llevaría a 3 Asesinos de armadura roja para formar su unidad, y Sansker había escogido a Hatsuho para que lo acompañara. El resto se quedaría en la aldea para protegerla.

—Todo está listo, no obstante, necesito pedirles algo—dijo Yamato—Si logran derrotar al Oni misterioso, necesito que traigan un fragmento de la criatura de regreso con ustedes.

— ¿Un pedazo del Oni?—preguntó Sansker.

—Por supuesto que obedeceremos—dijo Ōka, igual de confundida—pero… ¿por qué?

—Quiero que Kikka le eche un vistazo—respondió Yamato.

Ōka abrió los ojos sorprendida.

— ¿Quiere decir que piensa hacer uso de su clarividencia, jefe?—preguntó Ōka seriamente.

—Sí, pienso que es necesario—asintió Yamato—es mejor estar preparados.

—Muy bien. Sansker, yo me ocupare de eso, tu concéntrate en la batalla—dijo Ōka.

—Está bien, te lo encargo. Estaremos pendientes a la señal.

Yamato bajo de la plataforma con Ōka, quedándose en la entrada del cuartel mientras la Asesina partía con su unidad. No le sorprendió nada ver al oficial de inteligencia caminar hasta él.

—Parece que finalmente tomamos acciones, capitán Yamato—dijo Shusui con una sonrisa suave— ¿está seguro de que es una buena idea? Los Oni han demostrado una astucia bastante preocupante recientemente.

—No podemos estar siempre a la defensiva—replicó Yamato—necesito saber a qué nos enfrentamos. Si estas en lo correcto y hay una estructura de mando, esto debería indicarlo sin dudas.

—Desde luego. La información es una herramienta muy útil. Pero si estamos hablando de lidiar con la amenaza Oni… creo que he encontrado algo que pudiera ayudar.

— ¿De qué se trata, Shusui?

—Es solo una posibilidad, pero pudiera mejorar nuestras defensas. Aunque me temo que necesitaríamos la ayuda de la Doncella Kikka.