XIII – Primero No Hagas Daño

Al día siguiente Sansker se presentó temprano en el cuartel. Ahora que Yamato había regresado, Ōka volvería a asumir el mando en el capo y él podría regresar a tomar simples misiones. Y aquello significaba que ya no tendría que lidiar con el maldito papeleo. Así que por primera vez en una semana estaba de buen humor. El jefe les había reunirse para discutir los resultados de su viaje y se encontró con todos ya presentes junto al escritorio de la recepción. John se acercó de ultimo, saludando a los demás con la cabeza.

—Buenos días, lamento llegar tarde—dijo él.

—Acabamos de empezar de todas formas. Lo primero que corresponde es decir que hicieron un excelente trabajo cuidado la aldea mientras no estuve—dijo Yamato, cruzándose de brazos y mirando los presentes—Los felicito. Todos y cada uno me han hecho sentir orgulloso. Kikka se ha recuperado y está descansando, debería volver a la normalidad en tan solo un par de días.

—Por eso quisiera agradecerte a ti en particular, Nagi—intervino Ōka, sonriéndole a la arquera.

—No hace falta, la verdad es que no hice nada extraordinario—respondió Nagi, sonrojándose un poco.

—Sansker, Ōka, ustedes dos en particular se mostraron dignos de mi confianza—continuo Yamato—Sabía que dejaba la aldea en buenas manos.

John asintió, sin saber cómo responder. No podía decir que fue un placer, en ningún sentido, pero tampoco se arrepentía. Ōka hizo lo mismo. Ambos sabían que Yamato aún tenía que llegar al punto de esa reunión.

—Y lo principal. Como saben tuve que ir al consejo de líderes en la Montaña Sagrada—dijo el jefe sin detenerse—Me temo que no hay muy buenas noticias. Parece ser que no solo aquí si no en todas las zonas fronterizas, los Oni han estado actuando en grupos. Según los reportes, son dirigidos por un Gouenma, que actúa como su comandante. Y en los avistamientos más recientes lo han descrito con un cuerno faltante.

—Entonces ¿es el mismo Oni que nos atacó?—preguntó Hatsuho.

Sansker fue consciente del peso de Ascalón y Pridwen en su espalda. Las dos armas fueron forjadas con ese cuerno que a duras penas le arranco a la bestia. Y a pesar de ello no había dejado de ser una amenaza.

—Me temo que así es. Hace 8 años, durante el Despertar, luché contra un Oni de inmenso poder y fuerza—dijo Yamato, se llevó una mano al parche que cubría su ojo izquierdo—Durante esa batalla la fuerza y número de los Oni nos superaban. Nos vimos obligados a ceder terreno y retroceder más y más. Logramos derrotar a ese Oni, y la horda perdió su impulso, dispersándose y permitiéndonos un respiro. Aunque lo pague con mi ojo. No me cabe la menor duda de que si encontramos y eliminamos al Gouenma de un cuerno, lograremos darle la vuelta a esta situación.

— ¿Cómo lo vamos a encontrar?—preguntó Ibuki— ¿Le pediremos a Kikka que intente buscarlo?

—Kikka no pudo descubrir su localización con la clarividencia—dijo Ōka—Y los fragmentos de la batalla fueron purificados, no queda nada que podamos usar.

—El congreso de líderes tampoco fue capaz de encontrar una solución a este problema—Yamato dio un suspiró—El Oni ha evitado el combate abierto desde su ataque.

—¿Entonces qué diablos se supone que hagamos?—exclamo Fugaku.

—Aún queda una solución. Hable con un viejo amigo y me dio un buen consejo—respondió Yamato, levanto la mirada y le sonrió a Sansker—Aunque te necesitaremos a ti para esta tarea.

— ¿Yo?—preguntó Sansker arqueando una ceja—No creo que la clarividencia se me dé muy bien…

—No, pero tienes un poder único. Mi amigo me dijo que podríamos buscar al comandante usando las Mitama.

— ¿Cómo podrían ayudarnos los espíritus de los guerreros?—pregunto Nagi.

—Cuando un Oni absorbe una Mitama, esta se vuelve parte de su ser. Sus pensamientos, intenciones y voluntad quedan impresos en ellas—respondió Yamato—Si encontramos una Mitama consumida por un Oni cercano al comandante, entonces sería posible rastrear su escondite. Normalmente sería inútil tratar de recuperar esos espíritus, pero Sansker puede formar vínculos con varias Mitama al mismo tiempo.

—Y Kikka podría leer esas intenciones usando su clarividencia…—terminó Sansker por él al entender lo que Yamato quería decir ¿Era eso lo que Amakusa Shiro y Takeda Shingen querían decir cuando lo instaron a buscar más de ellos? ¿Acaso las Mitama ya sabían de esto?

—Precisamente. Y como no se trata de una pieza de un Oni, debería ser más fácil—dijo Yamato asintiendo—Con esto deberíamos poder tener alguna idea del plan del enemigo.

—Todo dependería de ti—dijo Ibuki poniendo una mano en su cintura—Es una gran responsabilidad.

—Y como no podemos saber cuál Mitama es la correcta, tendremos que recolectar tantas como sea posible—dijo Yamato—Para esto formaremos una unidad de exploradores que buscaran Oni poderosos que parezcan haber consumido estos espíritus. Y otra para eliminar a los demonios. Lo cual que lleva a mi último anuncio. Como saben, normalmente el papel del jefe de aldea y capitán de los Asesinos han sido dos roles separados, aunque dependientes. Yo he actuado como ambos, aunque mi herida y mis deberes no me han permitido ir al campo de batalla. Y hemos pagado por ello recientemente. Sin un oficial a cargo en el frente, no somos capaces de organizarnos para responder a amenazas como las que nos han afectado recientemente.

Sansker tuvo que estar de acuerdo. Durante el ataque del Gouenma fue esa falta de mando en el campo que dejo las defensas abiertas para que los sorprendieran. Y en las últimas dos semanas, cuando los Hinamagatoris atacaron, el hecho de que Ōka pudiera marchar al frente evito que fueran barridos. Los demás parecían estar de acuerdo. Necesitaban a un capitán, y Sansker solo podía pensar en una persona para el puesto.

—Lo he hablado con Ōka, quien ya ha desempeñado este papel por años y ambos estuvimos de acuerdo—continuo Yamato. Ōka asintió, cruzándose de brazos—Así que hago el anuncio ahora. La persona que liderara los Asesinos de ahora en adelante, serás tú… Sansker.

—Espere ¿qué..?—intento preguntar John, pero no tuvo la oportunidad.

— ¡No es justo!—exclamo Hatsuho—Yo quisiera ser la líder, soy la mayor después de todo.

— ¡No te quejes! ¿Tienes idea de cómo serían las cosas contigo a cargo?—intervino Fugaku negando con la cabeza.

— ¡Oye!—Hatsuho fulmino al otro Asesino con la mirada—Bueno, si se trata de mi alumno entonces no hay problema, me siento confiada siguiendo sus órdenes…

—De hecho, yo creo…—intento decir Sansker.

—Yo no puedo pensar en nadie mejor para el puesto—dijo Ōka sonriéndole—Mientras me necesites, yo seré tu espada.

—Y yo seré tu escudo—apunto Nagi, haciendo una reverencia.

—Si este es el caso, yo seré tu sombra—apunto Hayatori—Donde vallas, yo te seguiré.

—Pero…—Sansker trato tomar la palabra.

—Todos quedamos a tus ordenes, capitán—dijo Ibuki asintiendo y dándole una palmadita en el hombro.

—Eso es todo por ahora—dijo Yamato, dando la reunión por terminada—Sansker, solo tú puedes hacer este trabajo. Utiliza a cualquiera de los presentes según lo creas conveniente. Cuento con todos para garantizar el éxito de esta misión.

Todos asintieron y se dispersaron, dejando a Sansker solo en la recepción, aún no muy seguro de lo que estaba pasando. De alguna forma había sido ascendido a ser el oficial a cargo de los Asesinos y todos lo aceptaron como si Yamato hubiera anunciado lo que tendrían de almuerzo. Yu lo saludo mientras pasaba a su lado, ocupando su puesto habitual.

—Deberías apresurarte, papá… es decir, el jefe Yamato va a necesitarte—dijo ella, sonriéndole.

—Por supuesto. Solo, creo que acaban de ignorarme y felicitarme al mismo tiempo—dijo él negando con la cabeza.

—Pienso que es una señal de confianza, capitán—dijo Yu, usando el titulo sin dudarlo—El jefe y los demás creen en ti. Si tú tienes dudas habla con ellos… oh, pero antes de eso, tienes que leer los nuevos reportes para las misiones y la cacería de Mitama, además todo lo que no hemos resuelto debido a la emergencia. Estaré aquí para recibirlo todo cuando termine, capitán.

Y así dejo una pila de papeles encima del escritorio. Sansker los tomo, ojeándolos brevemente y suspirando. Se prometió nunca más volver a tener esperanzas de menos trabajo en el futuro.


Sansker decidió tomar el consejo de Yu, y hablar con sus compañeros. Aún no pensaba que fuera correcto decir 'subordinados'. E incluso si lo fuera, no se consideraba por encima de ellos. Primero encontró a Ibuki, quien estaba tomando un descanso, y visitando la tienda de té local mientras sus ojos vigilaban el camino. Ibuki lo saludo con la cabeza y lo invito a sentarse junto a él, mientras comía unos dangos. Unas bolitas de arroz glutinoso de colores servidas en pinchos.

—Me alegro de que Kikka esté a salvo. Ahora que nuestra Doncella ha regresado podemos tomárnoslo con calma ¿verdad?—dijo Ibuki mirando el palillo ahora vacío.

—Tenemos otras tareas—dijo Sansker sin saber muy bien que decir.

—Estaremos bien. Lo importante es que ahora que ella se siente mejor, podré tener ese tiempo a solas con ella—dijo Ibuki acariciando su barbilla con la punta de los dedos—Siempre me he contenido por su papel, pero creo que nos hemos vuelto mucho más cercanos… solo bromeo, por supuesto. Una pequeña broma para alegrar el día.

Ibuki le dedico una media sonrisa, inclinándose hacia atrás para apoyarse en las palmas de sus manos. Sansker sacudió la cabeza, y sonrió.

—Lo sé… entre tú y Ōka, no sé cuál de los dos lo hace peor—dijo John—Ella es inoportuna, tú eres constante.

—Culpable, me has calado muy bien—dijo Ibuki riendo, pero su expresión se volvió seria rápidamente—Las Doncellas Sagradas sacrifican sus vidas para crear nuestras defensas. Kikka toma su destino con mucha entereza, pero no puedo imaginarme que sea fácil para ella. Me hace querer protegerla, para evitar que sea aplastada por el peso de su responsabilidad. Una vez tuve a alguien muy importante a quien no pude proteger…

Ibuki se llevó una mano a pecho, aferrando ese peine femenino que siempre llevaba colgado al cuello como un amuleto. Sansker sabía lo que era tener una carga tan pesada siempre contigo. Supuso que esa mujer sería la dueña del adorno del lancero, y que su recuerdo aún estaba fresco en la memoria.

—Entonces tendremos que asegurarnos de que no pase—dijo él— ¿crees que estamos haciéndolo de la manera correcta?

—El pasado está en el pasado—dijo Ibuki asintiendo, miro a Sansker y esta vez su sonrisa parecía más sincera que su típico humor—Eres la persona indicada para liderarnos. Nos guiaste para salir de esta crisis, confió en ti para nos muestres el camino. Así que considérame a tu servicio, capitán.

Sansker asintió, y se puso de pie. Dejo a Ibuki en la tienda de té, y se fue a la zona de entrenamiento. Allí encontró a Ōka. La joven practicaba con su espada, manteniendo una postura estática y ejecutando una serie de ataques moviendo solo los brazos, cortando postes de bambú solo con su fuerza y el filo de la espada de prácticas que blandía. John la observo unos momentos. Ōka tenía una técnica bastante buena y su ataque era preciso, cortando los postes como si fueran de papel. Ōka termino la serie de postes y envaino su espada, dándose la vuelta. Pareció sorprendida de verlo.

—Ah, eres tú—dijo ella. Se limpio el sudor de la frente—Llegas justo a tiempo.

—Parece que llegue al final—replicó él— ¿Está bien que entrenes? No hemos parado de luchar por un buen tiempo.

—Ayuda a enfocar cuerpo, mente y alma—dijo Ōka. Ella lo miro largamente, como si estuviera evaluándolo y se inclinó, en un saludo formal, con las manos frente a ella mientras doblaba el torso—Quería darte las gracias. Nagi fue instrumental, pero sin ti no hubiéramos podido salvar a Kikka. Tienes mi gratitud eterna.

—Sabes que lo haría otra vez sin dudarlo—respondió Sansker.

—Lo sé, y aun así debo darte las gracias—dijo Ōka asintiendo, pero su expresión era sombría—En estos tiempos nuestra seguridad y supervivencia están basados en el sacrificio de las Doncellas Sagradas. La Montaña Sagrada entrena más y más de estas jóvenes todos los días, y son enviadas a las aldeas para proteger las fronteras de Midland. Los Asesinos somos solo una pantalla, una débil arma contra la horda inagotable. Quienes deben soportar toda la carga son ellas… dime, Sansker ¿Te parece un sistema justo?

—No—respondió él—Sabes que no estoy de acuerdo. Es un sacrificio humano, por más que lo cubran con palabras elegantes o lo disfracen con términos como 'honor' y 'deber'.

—Me alegra que pienses lo mismo—dijo Ōka relajándose y dándole una sonrisa cansada—Permitir que las Doncellas sufran solo para posponer nuestra destrucción… eso no está bien. Si algo así llegara a pasarle a Kikka… me sacrificaría a mí misma antes que dejar que eso pasara. No es justo que ella este atada a este destino tan cruel.

—Ōka…—Sansker suspiró. Kikka hubiera rechazado esa idea de inmediato si la hubiera escuchado—Incluso así, no hay alternativa. Dejarnos morir sería rechazar el gran sacrificio que ellas han hecho. No me gusta más que a ti, pero hasta encontrar otro método, tenemos que hacer lo posible y seguir adelante.

—Es por eso por lo que le dije al jefe Yamato que tú deberías ser nuestro capitán—dijo Ōka cruzándose de brazos—No careces de compasión, y puedes ver las necesidades de este mundo. Fuiste capaz de tomar decisiones rápidas y acertadas cuando a mí me paralizo la emoción. Te has ganado mi respeto y el de todos los demás. Eres el único a quien puedo confiarle algo tan importante.

—Viniendo de ti, eso significa mucho, Ōka—dijo Sansker, bajando la cabeza—Solo espero no decepcionarte.

—Sí te desvías, me asegurare de enderezarte—dijo Ōka, levanto el puño y le dio un golpe en el pecho—Por ahora tenemos cosas que hacer ¿nos ponemos a ello, capitán?


—Hola Shusui.

El oficial de inteligencia levanto la mirada de sus papeles y se encontró con los ojos grises de Sansker, lo cual hizo aflorar una sonrisa cortes en su rostro. Luego de su ultimo intercambio Shusui quedo pensando quien haría el siguiente movimiento.

—Es bueno verte, Sansker… ¿o debería decir 'capitán'?—respondió Shusui con calma, acomodándose sus lentes—Creo que debería ofrecer mis felicitaciones. Es un ascenso merecido.

—Eso me han dicho los demás, pero entre nosotros creo que podemos dejar rangos de lado—dijo él.

—Así se hará entonces—Shusui percibió cierta tensión en el Asesino. Decidió explorar—Estuve muy aliviado de escuchar que la señorita Kikka se encuentra mejor. Incluso con el peso adicional de la barrera reforzada, ella se mantiene tan fuerte. Uno pensaría que estaría exhausta luego de tal esfuerzo, pero nadie podría decirlo viéndola.

—Kikka tiene una fuerza y entereza que he visto muy pocas veces—dijo Sansker, su expresión se suavizo un poco al hablar de la Doncella—El jefe ya ha pensado en una estrategia para contrarrestar la súbita organización en los Oni. Eso aliviara su carga, una vez que encontremos y eliminemos al comandante.

No dejo entrever demasiado, aunque Shusui podía leer las señales. Este Asesino era quien había descarrilado sus planes más que ningún otro. Y su relación con la Doncella Sagrada en particular sería un problema.

—Escuché los detalles… cazar Oni para recuperar Mitama, una estrategia que es solo posible gracias a tú presencia—dijo finalmente—Supongo que ahora tenemos la posibilidad de ganar esta batalla y regresar las cosas a como estaban antes.

—Me gustaría creer que sí. Aunque no sé si nos referimos a lo mismo, Shusui—dijo Sansker dándole una media sonrisa—Y esta estrategia no dependerá solo de mi. Necesitaremos a todos. Incluyéndote.

— ¿Oh? Eso es una sorpresa ¿tienes planes para mi?—preguntó Shusui.

Por toda respuesta Sansker tomo algo que estaba a sus pies y dejo caer una pila de papeles sobre el escritorio. Era tan pesada que hizo saltar los otros documentos que cubrían la superficie de madera. Shusui parpadeo, por primera vez en mucho tiempo se sentía confundido.

—Como capitán el jefe dice que tengo discreción para disponer de todo el personal de los Asesinos y asociados. Eso te incluye a ti—dijo Sansker respondiendo a su silenciosa pregunta—Así que ahora te he ascendido, además de oficial de inteligencia serás… eh… el asistente del capitán. Por lo tanto, tienes que procesar el papeleo. Y yo que tú me daría prisa, Yu necesita esto antes del atardecer. No tienes que pedir mi autorización, confiare en tu buen juicio para asignar recompensas y demás. Cuento contigo Shusui.

Con esa despedida el Asesino se marchó, dejando la torre de documentos en frente de él. Shusui se quedó en silencio un momento y de pronto comenzó a reírse. Era una risa sin mucha alegría, pero mesclada con respeto. Sansker acababa de lanzar un golpe, y bastante bueno. Suspiro y decidió ponerse a ello, solo para demostrarle que era más que capaz.


La cacería de Mitama empezó inmediatamente. Sansker organizo a los exploradores y estos se dispersaron por todas las Eras, buscando Oni poderosos que pudieran contener los espíritus de héroes del pasado. Aunque sus amigos y compañeros lo respaldaron, John quedo sorprendido de ver que los otros Asesinos y exploradores aceptaron su mando sin problemas. Incluso los más gruñones quienes solían escoltar a Kikka. Era un comienzo alentador.

La actividad de los Oni no disminuía y las cacerías regulares continuaban. Sansker pasaba casi todo el día fuera, esperando los reportes de los exploradores para lanzarse sobre cualquier Oni que pudiera poseer una Mitama. Y buscarlas era más fácil decirlo que hacerlo. Incluso los Oni gigantes no necesariamente se habían alimentado de estas almas especiales. Era todo cuestión de prueba y error. Sansker decidió rotar a sus compañeros de cacería, saliendo con un grupo distinto cada día. Aún así la primera semana de cacería no dio resultados. Eliminaron varios Oni gigantes y cazaron grupos de Oni pequeños, pero no logro detectar ninguna Mitama. Aquello siempre había sido cuestión de suerte más que habilidad, pero era frustrante.

Para el octavo día sus compañeros serían Fugaku y Nagi. Los exploradores habían descubierto el rastro de un Oni gigante en la Era del Caos. Esta era un paisaje cubierto de hielo y nieve, entre los cuales se asomaban estructuras de finales del periodo Edo, con reliquias de la Guerra Boshin. Todo esto dominado por el Goryōkaku una fortaleza en forma de estrella. Naturalmente el frío era un factor para considerar, y con las ocasionales tormentas de nieve, era fácil perder el rastro de cualquier Oni que uno persiguiera.

Sansker pensó que estaba preparado para el frío, pero apenas puso un pie en la Era del Caos, supo que no era así. Tuvo que usar sus poderes para calentarse, pero el viento conseguía hacerlo tiritar. Y lo peor era el miasma, que se mezclaba con la nieve y el aire, haciéndolo casi viscoso en ocasiones, lo que te hacia toser. Pero nada de eso se comparaba con el paisaje. Blanco hasta donde alcanzaba la vista, con pequeños puntos negros allí donde alguna estructura humana abandonada se alzaba, desafiando a la nieve, formando pasajes y desfiladeros traicioneros. Si la Era de Paz parecía un cementerio, la Era del Caos daba la sensación de abandono. Como si las personas se hubieran marchado, dejando todo atrás para ser reclamado por el hielo.

—Según los exploradores, el Oni rondaba la zona cercana al fuerte Goryōkaku—dijo Nagi, señalando la estructura, que se erguía sobre una pequeña meseta encima de ellos.

—No sé, para ahora ya se abra movido—dijo Fugaku cruzándose de brazos. A pesar de apenas cubrir su torso, no parecía en lo absoluto incomodo por el frío.

—Podemos buscar allí, igual tener un punto de ventaja para observar nos vendría bien—dijo Sansker apretando la mandíbula para contener el temblor de sus dientes—Nagi, adelántate y ve si observas algo. No corramos riesgos.

La arquera asintió y avanzo por delante de ellos, saltando un muro cercano con facilidad y buscando una buena posición para observar la zona.

—Ya se te está dando bien eso de mandar, novato—dijo Fugaku.

—No termino de acostumbrarme—admitió Sansker con una mueca—Pero ya no hay nada que hacer.

—Tú lo has dicho, nuestro trabajo es el mismo. Yamato, Ōka, tú… no importa quien este al mando—dijo Fugaku—Solo no me pidas que me contenga.

—Esa idea jamás cruzo por mi mente.

Nagi les hizo una señal desde la distancia, moviendo su mano para indicarles que no veía nada. Los dos Asesinos avanzaron, siguiendo el 'camino'. Estaban pasando junto a las ruinas de una aldea congelada, así que Nagi había escalado las ruinas de una torre de agua para otear la zona. Al no ver nada bajo para reunirse con ellos al otro lado de la aldea.

—Por cierto ¿son ideas mías o te has vuelto cercano con nuestra Doncella?—preguntó Fugaku de repente.

— ¿Te refieres a Kikka?—preguntó Sansker, que no estaba seguro de a que venía eso.

— ¡Claro que hablo de ella! ¿Quién más podría ser? ¿Shikimi…?—exclamo Fugaku, aunque no dejo que eso cambiara su expresión que se volvió bastante seria—A lo que me refiero es que tengas cuidado. Mantener la barrera de energía acorta sus vidas, y nuestra Doncella ahora tiene que mantener una reforzada… si de verdad quieres ayudarla, asegúrate que ningún otro Oni se acerque a la aldea.

—Esa era mi intención, pero no estas actuando como tú mismo, Fugaku—dijo Sansker.

—Es este lugar—dijo el Asesino haciendo un gesto despectivo hacia la aldea congelada—me trae recuerdos del pasado… nadie quiere perder a la Doncella, pero creo que contigo es más que eso. Protégela, novato… no me gustaría verte pasar por ese dolor si no eres capaz.

Sansker supo que Fugaku hablaba con la amarga voz de la experiencia ¿La Doncella de Hozuki había sido alguien cercano para él?

—Ni se te ocurra preguntar—lo atajo Fugaku—Solo… recuerda lo que te dije. El problema de apegarse a algo en este mundo es que, si no eres lo bastante fuerte, puedes perderlo ¿quieres evitarlo? Tienes que confiar en tu propio poder. No dejes que nadie te diga lo contrario.

Siguieron avanzando en silencio y se reunieron con Nagi, aún sin señales del Oni que estaban buscando. Sansker se quedó callado, pero no pudo evitar reflexionar sobre lo que Fugaku le dijo. Poder. Si era por eso, en teoría él tenía acceso a una fuerza muy superior a la suya, un poder más grande que el de cualquier Asesino.

No había intentado utilizar la fuerza de todas sus Mitama al mismo tiempo desde la primera vez. A pesar de la enorme fuerza que le habían dado, pudo sentir algo mucho más preocupante. Como si su cuerpo y alma se estiraran hasta el límite, y un simple empujón bastaría para hacer que se rompiera. Era irónico que hubiera contenido de usar ese poder por temor a que pudiera matarlo, cuando Kikka usaba el suyo constantemente con el mismo riesgo. ¿Era miedo lo que lo detenía? No supo muy bien cómo responder a eso.


Al llegar al fuerte no tuvieron tiempo de buscar al Oni. Este los encontró primero. El demonio los sorprendió al salir de la aldea y acercarse al Goryōkaku. El Oni surgió de la piedra misma del fuerte, creando un portal oscuro en uno de sus muros y saltando sobre los Asesinos, intentando aplastarlos con su enorme cuerpo. Sansker y los demás saltaron a un lado, evitando un impacto directo, pero la bestia no se estrelló contra la nieve si no que se hundió en ella como si se tratara de agua, desapareciendo de la vista.

— ¿Qué diablos…?—exclamó Sansker mirando hacia el lugar donde el Oni desapareció.

—Es un Tsuchigazuki—explicó Nagi tomando su arco y colocando una flecha en la cuerda—Puede moverse a través de objetos solidos como si nadara. No puede ver bien cuando lo hace, tiene que emerger para buscar a su presa.

— ¡Allí viene!—dijo Fugaku chocando sus guanteletes—Acabemos con esto rápido.

Sansker desenvaino a Ascalón y vio una sombra negra surgir entre la nieve. El Tsuchigazuki emergió, mostrándose por completo. Era una bestia enorme, cuya forma recordaba a una tortuga marina, pero sus patas delanteras eran largas y fuertes, rematadas en dos enormes aletas como si fuera un Cuchilla, mientras que sus patas traseras eran gruesas y fuertes, similares a una tortuga de tierra. Su boca era un pico afilado, con los bordes de su quijada divididos en picos como dientes y tenía un enorme cuerno que se proyectaba desde su cabeza, dos más detrás de este le llegaban hasta el lomo, coronando su caparazón.

El Oni rugió y se lanzó hacia adelante, deslizándose sobre la nieve como una avalancha. Nagi disparó, pero las flechas rebotaron sin hacer daño sobre el caparazón de la bestia. Fugaku y Sansker se hicieron a ambos lados evitando la embestida y se prepararon para atacar por los flancos. El Tsuchigazuki dio un giro de 90 grados, clavando una de sus aletas como ancla. Fugaku no se detuvo si no que golpeo esta extremidad con todas sus fuerzas, agrietándola con el impacto. Sansker intento ir por la cabeza, pero el Oni hizo un barrido con su aleta libre y estiro su cuello para lanzar un picotazo contra Fugaku, que se vio obligado a bloquear para no ser empalado. Los dos Asesinos retrocedieron, deslizándose por la nieve.

— ¡Nagi, apúntale al rostro!—gritó Sansker, usando a Pridwen para detenerse.

Una pequeña lluvia de flechas golpeo al Oni en la cabeza, estallando con el impacto y evitando que la bestia cargara otra vez. Sansker se lanzó hacia adelante, invocando el poder de Taira no Kiyomori para darse velocidad. Levantando su espada para golpear la pata trasera del Oni, aunque este debió sentirlo porque salto, evitando el golpe y hundiéndose en la nieve otra vez. Sansker maldijo, girando en redondo para buscarlo.

El Tsuchigazuki se movió a través del campo, los picos sobre su lomo rompiendo la superficie como la aleta de un tiburón, mientras se alejaba de él y avanzaba hacia Nagi. La arquera tomo una flecha, concentrando su poder en el arco y disparó una única vez. La flecha golpeo el cuerno del centro con la fuerza de un Destructor, arrancándolo en medio de un chorro de sangre purpura tan oscura que casi parecía negra. El Oni perdió el rumbo y emergió de un salto, evitando a Nagi, pero al caer su cuerpo reboto contra el suelo en lugar de hundirse y se deslizo hasta estrellarse contra el muro del fuerte.

Fugaku corrió hacia el demonio, que intentaba enderezarse al caer de costado. El Asesino aterrizo sobre el caparazón de la bestia y comenzó a golpearlo, dando repetidos puñetazos en el mismo sitio. Con un crujido espantoso, un fragmento enorme de las escamas del Oni se desprendió, ocasionando un rugido de dolor del Tsuchigazuki. Fugaku rio y se preparó para darle el golpe de gracia, saltando para atacar la cabeza, pero la bestia logro empujarse y su caparazón comenzó a brillar con una luz amarillenta que parecía emerger del cuerpo del Oni.

— ¡Fugaku, cuidado!—exclamo Nagi.

El aviso surtió efecto porque el Asesino junto sus puños frente al rostro en el último momento. Una serie de escamas, cubiertas de esa energía amarillenta se desprendieron del caparazón de la tortuga y golpearon a Fugaku, arrojándolo hacia atrás en el aire. Sansker, se cubrió detrás de su escudo, cuando otra serie salió disparada hacia él. Las escamas eran tan afiladas como una navaja y el Oni las disparaba con la fuerza de un cañón, a juzgar por el impacto que casi le dejo el brazo izquierdo insensible.

—Es más duro de lo esperado…—murmuro Sansker. No era de menos, si de verdad había absorbido una Mitama.

—Maldito sea—mascullo Fugaku, poniéndose de pie. El Oni volvió a saltar para hundirse en la nieve y desparecer de la vista— ¡Vuelve aquí cobarde!

Por toda respuesta la tierra junto al Asesino estallo de repente, surgiendo hacia arriba como si fuera un geiser. Más de estos impactos comenzaron a estallar alrededor de Fugaku, Nagi y Sansker, como si el suelo estuviera tratando de atacarlos. Los Asesinos retrocedieron, y los estallidos formaron un círculo en torno a ellos, bloqueando cualquier salida y comenzando a cerrarse lentamente.

—Está intentando atraparnos—dijo Nagi—tenemos que salir de su red.

—Espera, si lo hacemos solo repetiremos lo mismo hasta que se aburra o nos mate—dijo Sansker pensando rápidamente—Necesitamos hacerlo surgir otra vez.

— ¿Cómo? El bastardo está demasiado profundo—dijo Fugaku.

—Tengo una idea, estén listos para acabarlo cuando salga.

Sansker se arrodillo, poniendo una mano sobre el suelo y cerrando los ojos. Invoco el poder de su primera Mitama, Abe no Seimei. El espíritu del mago lleno su alma y Sansker aprovecho para expandir sus sentidos, abriendo los ojos y usando el Ojo de la Verdad. Más allá de la tierra, nieve y Miasma pudo ver y sentir el cuerpo del Tsuchigazuki, así que se concentró en su forma, enfocando el poder de Abe no Seimei y enviando su energía justo hacia la pata izquierda trasera del Oni.

Se produjo un estallido que hizo temblar la zona y el demonio bramo de dolor al perder una de sus extremidades de golpe. El Oni se movió hacia la superficie, cegado por la rabia y el dolor. Sansker se levanto de un salto corrió hacia un costado, evitando la mole del Tsuchigazuki por los pelos, pero al surgir de esta forma quedo expuesto a sus aliados. Nagi disparo una serie de flechas, esta vez apuntando a las aletas y estas se hundieron en las escamas del Oni destruyendo otra de sus extremidades. Fugaku rugió de alegría y cargo todo su poder en sus guanteletes, arrojándose contra el vientre de la bestia y golpeando justo en su centro, causando un estallido de sangre purpura y que el demonio se fuera de espaldas, cayendo sobre su caparazón y tambaleándose para quedar inerte sobre su costado, su única aleta cayendo laxamente junto al cuerpo.

—Maldito… tomo mucho más esfuerzo del que valía la pena—dijo Fugaku, sonriendo al ver su trabajo.

Sansker asintió. De repente una luz azul comenzó a brillar en el cuerpo del Oni, y una esfera de luz emergió del interior, elevándose sobre el cadáver y tomando forma. Sansker vio brevemente la silueta de un hombre joven, de cabello largo, vestido con un hakama tradicional japones, con una katana en su lado izquierdo y un revolver en su funda derecha. El hombre lo miro y le guiño el ojo, dando un paso hacia él. La silueta se disolvió nuevamente en la esfera de luz y esta se hundió en su pecho, llenándolo con el conocimiento y nombre de otro héroe del pasado.

Aunque solo sea un poco debemos mejorar el mundo—dijo el espíritu al unirse con su alma—El nombre es Sakamoto Ryoma, gracias por liberarme amigo.

—Excelente, la primera Mitama de la operación—dijo Nagi sonriendo. La arquera camino hacia él— ¿De quién se trata…?

Sansker abrió la boca, pero entonces noto un movimiento detrás de Nagi. Fugaku, que estaba examinando el cadáver del Oni fue el primero en reaccionar, pero fue demasiado lento.

— ¡Aún esta…! ¡Nagi, cuidado!—gritó Fugaku a modo de advertencia. Incluso mientras hablaba el Tsuchigazuki, que solo había fingido estar muerto, se movió, agitando su única aleta en el aire.

Nagi escucho la advertencia y sus ojos se abrieron con sorpresa. Sansker pudo verlo todo como si fuera en cámara lenta. Vio el movimiento del Oni incluso antes de que Fugaku gritara. Sintió la energía del demonio al lanzar sus escamas hacia ellos. Pudo notar la sorpresa en el rostro de Nagi, y supo que la arquera no lograría moverse a tiempo. No tuvo ocasión de pensarlo, estiro los brazos y tomo a Nagi por el hombro, arrojándola a un lado.

Lo siguiente que vio fueron las escamas. Una pasó junto a su cabeza, fallando solo por unos centímetros, otra corto su gabardina a la altura del hombro. Pero dos de ellas golpearon, dándole en el pecho y hundiéndose en él. Sansker no sintió dolor, solo un fuerte empujón, acompañado de un sonido húmedo y crujiente que no le gusto. Se desplomo hacia atrás, curiosamente el golpe contra la nieve si le dolió, en especial la cabeza.

Ahora solo podía ver el cielo, pero su vista estaba borrosa. Nagi apareció sobre él, su rostro deformado por la preocupación. Parecía estar hablando, pero Sansker no podía escuchar nada. Intento decirle que estaba bien, pero al intentar hablar comenzó a toser y su boca se llenó de algo caliente y húmedo con un fuerte sabor metálico. Le costaba respirar, y no necesitaba preguntar para saber que las escamas habían golpeado algo importante en su pecho. Sansker trato de tomar aire, de moverse, pero su cuerpo no le respondía. Sus oídos estaban llenos con los latidos de su corazón, que parecía estar haciendo lo posible para mantenerlo con vida. Fugaku apareció junto a Nagi, pero si dijo algo Sansker ya no podía verlo bien.

Se estaba muriendo. No había otra explicación. Sansker sintió ganas de reírse al darse cuenta de que no estaba asustado. Pero si sentía arrepentimiento. Quería decirle a Nagi que estaba bien, que no tenía que culparse por lo que estaba a punto de pasar. Lamento no haberse despedido de Tenkichi… ni tampoco de los otros Asesinos en Ukataka… el viejo Tatara, Yu, incluso esa pérdida de Shikimi… pero más que nada, lamentaba que no podría volver a ver a Kikka. La memoria de la joven lo mantuvo allí unos momentos más. Esa era la respuesta. No temía morir, eso era inevitable… su temor era que ahora tenía algo por lo que vivir y no quería perderlo. Sansker sonrió mientras su consciencia se hundía en la negrura del olvido. Siempre era demasiado lento para darse cuenta de estas cosas.


Nagi cayó al suelo antes de poder entender que pasaba y vio como Sansker era golpeado por las escamas del Tsuchigazuki, dándose de espaldas contra el suelo en un arco carmesí que la hizo estremecerse. Se puso de rodillas y se arrastró al lado de su amigo. Detrás de ella escucho a Fugaku atacar al Oni, sin dunda poniéndole fin a la bestia, aunque ya era demasiado tarde.

— ¡No, no, no!—murmuró Nagi alcanzando a Sansker. El Asesino seguía con vida y consciente, pero una simple mirada a las heridas en su pecho hizo que Nagi se llevara una mano al rostro— ¿Estás…? ¡Oh no! ¿Cómo pudiste…? Yo… esto no puede ser…

Sansker intento hablar, o eso pareció, pero solo pudo escupir sangre. Fugaku se apresuró a unírseles, claramente preocupado.

— ¡Oye novato ¿estás bien?!—exclamó el Asesino arrodillándose para verlo— ¡Mierda! Aguanta, te llevaremos de vuelta a la aldea…

—No—dijo Nagi negando con la cabeza—Sus heridas son muy graves, si no recibe atención ahora…

— ¡Maldita sea! ¿Puedes ayudarlo?—preguntó Fugaku.

—Yo… tal vez si… hacemos una cirugía, quizás podría…—dijo Nagi intentando controlar el temblor en su voz. Su vista se estaba poniendo negra solo de pensar en que tendría que operar y sus manos estaban temblando. El miedo y las dudas estaban regresando y apenas podía mantenerlos fuera. Esto era igual que aquella ocasión.

— ¿Nagi?

Ella no respondió, sintiendo como la sangre se le subía a la cabeza. Estaba perdiendo la batalla. No podía salvar a Sansker, igual que no había podido salvar a su amiga. "Lo siento Sansker, no puedo… yo… lo siento" pensó Nagi, sus ojos llenándose de lágrimas. "Si de verdad sientes la necesidad de pedir disculpas, entonces tienes que seguir adelante." Ella dio un respingo al recordar las palabras que él le dijera. Nagi había aceptado esa sabiduría entonces, que la única forma en la que podría disculparse con su amiga era vivir y hacer lo mejor posible. Ya sabía las consecuencias de no hacer nada, así que solo quedaba una única alternativa.

—Sí… Sí, puedo hacerlo—dijo Nagi finalmente, limpiándose los ojos rápidamente. Sansker aún tenía los ojos abiertos, pero vidriosos. Nagi tomo su mano y le hablo, sin importarle si podía oírla o no—Resiste… por favor solo un poco más… aún necesito de tu valor y compañía… no nos puedes abandonar todavía.