XV – Revelaciones

— ¡Deprisa, antes de que sea demasiado tarde!—exclamo Ibuki.

El lancero lideraba la marcha y corría más rápido de los normal. Sansker y Fugaku se mantenían detrás de él, apenas siguiéndole el ritmo. John miro la espalda de su compañero. Ibuki solía tomárselo todo con calma, pero en el fondo era alguien que sabía lo serio que era su misión, aun así nunca lo vio tan intenso, y no estaba solo.

—Hoy estas muy decido—dijo Fugaku— ¿Qué es lo que te pasa?

Ibuki no respondió y apretó el paso. Según los exploradores, el grupo se había separado en la Era de Gracia, la mitad huyo al norte y logro escapar, el resto fue hacia el sur, adentrándose por los caminos repletos de ríos y plantas gigantes. En su pánico los hombres no se fijaron hacia donde se dirigían, el grupo del norte logro regresar a la aldea porque se escabulleron y evadieron al Oni. Si el demonio siguió a los otros… Sansker dudaba que fueran a encontrar sobrevivientes.

Tomaron el camino que les indicaron e Ibuki los guio a través de un sendero estrecho que llevaba hacia una especie de accidente en el camino. Una gran depresión rocosa en forma de tazón, donde los ríos de la Era llegaban a botar sus aguas que caían en aperturas hacia un sistema sumergido de cavernas, pero dejaba una especie de isla encima de todo, rodeada por muros de piedra. Los tres Asesinos dieron la vuelta y llegaron, pero tuvieron que pararse en seco.

— ¡Mierda!—exclamo Fugaku.

—Llegamos tarde…—dijo Sansker apretando los puños.

Tirados en el campo, como si fueran adornos, estaban los cadáveres de los exploradores. 5 cuerpos en total, todos en un charco de sangre roja, sus ropas rojas y blancas resaltando contra el marrón de la tierra. Y encima de ellos estaba el Oni. Era una criatura gigantesca, con una apariencia imposible. El demonio tenía la forma del torso de un gigante que alguien hubiera cortado en dos. El enorme torso se sostenía apoyándose en sus brazos, con otros dos brazos elevándose sobre su cabeza, detrás de sus hombros. La criatura tenía el rostro típico de un demonio, con una especie de barba y dos largos cuernos en la frente. Tenía la piel purpura, con los brazos y la parte inferior de su torso cubiertos por unas escamas de aspecto rocoso.

—Es… es como hace 8 años…—mascullo Ibuki, su mano aferro el peine de mujer que tenía al cuello, estrujándolo entre sus dedos— ¡Maldición! ¿Por qué…? ¿Por qué mis brazos son tan cortos? ¿Por qué mis piernas tienen que ser tan débiles?

El Oni se dio la vuelta y lanzo un rugido al verlos, sus ojos enfocándose en las nuevas presas a su disposición. Los brazos derechos de la criatura brillaban con un resplandor blanco en sus palmas y dejaban una estela de frio en el aire, mientras que los derechos resplandecían con el color del fuego. Sansker tomo su espada y Fugaku enfundo sus guanteletes.

—Ibuki, tenemos que luchar—dijo Sansker para sacar a su compañero de su estopor.

—Tienes razón…—respondió Ibuki, desenfundo su lanza y la apunto hacia el Oni—Al menos podré tener mi venganza.

El Oni ataco primero, apuntando una de sus manos izquierdas al cielo. De la palma salieron disparadas bolas de fuego que se elevaron en arco hacia los Asesinos. Sansker levanto su escudo para bloquear las llamas, la piel del Gouenma era inmune al calor, pero ese fue su error. El demonio golpeo el suelo con su puño derecho mientras las llamas caían a su alrededor y una serie de cristales de hielo comenzaron a surgir del punto de impacto, avanzando hacia él. Sansker salto a un lado, evitando las esquirlas y volvió a ver a sus compañeros. Fugaku ataco directamente, como siempre, corriendo hacia el Oni y lanzándose por el rostro, pero la criatura tenía brazos para atacar y defender al mismo tiempo. El puño de Fugaku impacto contra la armadura de uno de los brazos izquierdos y fue repelido con un estallido de fuego.

— ¿Qué ocurre con esta cosa?—Fugaku aterrizo con fuerza, tosiendo—El Miasma es increíblemente denso cerca de él…

—Es un Takeikusa, estas cosas se mueven a través del territorio contaminando todo con su Miasma—respondió Ibuki—Si se nos escapa contaminara toda el área, tenemos que matarlo aquí y ahora.

Fugaku gruño su asentimiento, pero el Oni ataco primero. La bestia se apoyó en sus manos delanteras y con una fuerza increíble empujo todo su cuerpo en el aire, cayendo de cabeza entre Sansker y los demás. John retrocedió y tuvo la visión más extraña al ver al Takeikusa sosteniéndose con sus cuatro brazos como si fueran las patas de un insecto, su cabeza al revés. El Oni abrió la boca y lanzo un chorro de fuego y hielo. La mezcla era terrible, la primera fase del aliento congelaba lo que tocaba y la segunda derretía el hielo y carbonizaba aquello que quedara atrapado.

— ¡Cobarde!—grito Fugaku haciéndose para atrás, evitando quedar atrapado. El Oni había formado un enorme charco de agua y cenizas a su alrededor.

— ¡Espera, no te le…!—grito Ibuki pero Fugaku lo ignoro, corriendo hacia el Takeikusa.

El Oni estaba listo y giro sobre si mismo, apoyándose en sus manos derechas. Estas resplandecieron y una ola de frio congelo el agua a su alrededor, deteniendo a Fugaku cuando sus pies quedaron atrapados en el hielo que se formó. El Asesino soltó un rugido de confusión y se paró en seco. El Takeikusa levantó su otro puño, envolviéndolo en llamas para aplastar a Fugaku. Sansker se concentró, llamando a una de sus Mitama, mientras Ibuki hacia lo mismo. El lancero fue más rápido, su cuerpo brillo con una luz blanca y de su palma extendida salió una esfera de luz que golpeo al Takeikusa en el puño, haciéndolo estallar en una explosión de luz y fuego. Sansker invocó el espíritu de la diosa y se teletransporto, volcando su poder en Ascalón.

John sintió el mundo a su alrededor dar vueltas, en un borrón de colores, y luego arreglarse cuando apareció sobre el Takeikusa, girando en el aire y golpeando con la fuerza del Destructor. La hoja de Ascalón se extendido, imbuida de poder espiritual, y golpeo al Oni en el hombro, cortando uno de sus brazos derechos. El Oni perdió el equilibrio, cayendo al suelo estrepitosamente, quebrando el hielo debajo de su enorme masa. Fugaku se liberó y salto sobre el Oni caído, su cuerpo resplandeciendo con un aura naranja intensa. El Asesino aterrizo sobre el rostro del Takeikusa y comenzó a golpearlo con fuerza, cada impacto razonando como un martillo sobre piedra. El Oni aulló de dolor, agitando sus brazos para intentar alejar a Fugaku. Un puño gigante golpeo al Asesino en el hombro, arrojándolo a un costado, dándole espacio a la bestia para reponerse.

—Hay que tener cuidado, utiliza fuego y hielo para tomar ventaja—dijo Ibuki corriendo hacia Fugaku.

—Sabes mucho de esa cosa…—mascullo el Asesino, acomodándose el hombro—Hoy estas encendido, niño bonito.

—Hablemos después, primero ocupémonos de él—dijo Sansker— ¿alguna idea Ibuki?

—Los Takeikusa son fuertes, pero poco agiles, no puede darse la vuelta muy rápido—dijo el lancero—Atacar por donde menos lo espera.

—Muy bien, entonces Fugaku y yo seremos la distracción, tú atacas cuando veas una oportunidad—dijo Sansker.

Los tres se separaron y rodearon al Oni, que intentaba volver a colocarse su brazo cortado. Sansker se detuvo y llamo a otra de sus Mitama concentrando el poder en uno de los brazos derechos del monstruo. Una luz blanca estallo a la altura del codo del Takeikusa, agrietando la armadura y haciendo que el Oni soltara su miembro cercenado. Sus ojos se posaron en Sansker pero Fugaku ya se movía hacia él, dándole un golpe por el costado, causando una explosión de sangre negra. El Oni contrataco con llamas y hielo, levantando una serie de estacas congeladas a su alrededor y arrojando bolas de fuego con su otra mano, pero fue un movimiento caótico y poco coordinado. Sansker avanzo, apuntando su espada hacia la mano más cercana.

El arma se hundió en la carne del Oni y pudo hacer un corte hacia arriba, saltando hacia atrás para evitar el contrataque. Uno de los puños del demonio cayó cerca de él, pero Fugaku volvió a atacar por el otro lado. Como Ibuki predijo el Oni era lento al darse la vuelta y los Asesinos podían atacarlo y retroceder siempre que lo asediaran desde diferentes direcciones. Sansker y Fugaku continuaron su ataque, golpeando y cortando, obligando al Takeikusa a enfocarse en ellos e ignorar a Ibuki, quien comenzó a reunir su poder en la punta de su lanza. Finalmente, el Oni tuvo suficiente y se cerró sobre si mismo, apretando sus brazos en torno a su torso, cargando una gran cantidad de Miasma y energía, explotando hacia afuera mientras levantando los cuatro brazos, liberado una honda de fuerza para alejar a sus oponentes, dejando su cuerpo desprotegido por unos segundos.

— ¡Ibuki!—exclamo Sansker la honda lo golpeo y lo tiro de espaldas, arrojándolo al suelo.

Ibuki ataco. Su lanza brillando con intensidad. El Takeikusa trato de atacar al ver la amenaza, pero fue demasiado lento. La lanza atravesó el aire y se clavó justo en su ojo izquierdo, atravesando el cráneo y saliendo por la parte de atrás. Ibuki aterrizo en el rostro del Oni y tiro de su arma hacia atrás, terminando de destrozar el cráneo del monstruo que se desplomo de espaldas en una explosión de sangre negra. Sansker se incorporó, asintiendo.

—Buen trabajo—dijo avanzando hacia el cadáver.

—Olvídate de él… hoy llegamos tarde—respondió Ibuki. Agito su lanza para limpiarla de sangre.

Sansker miro hacia los cuerpos de los exploradores. Tenía que estar de acuerdo con su compañero, era lamentable que no hubieran podido salvarlos. Trato de pensar en algo para decir, pero nada vino a su mente.

—Purifiquemos el cuerpo y marquemos el lugar, que los exploradores vengan a buscarlos. Al menos podremos darles un entierro—dijo al final.

Ibuki no respondió y solo junto sus manos para comenzar el ritual. Sansker se unió a él. Sus auras blancas expulsaron todo el Miasma del cadáver y al hacerlo una figura luminosa surgió de la masa de carne. Sansker levanto la mirada y vio la imagen de un poderoso guerrero con una armadura samurái extremadamente hornada, de un color dorado mesclado con verdes y azules. Un casco con cuernos adornaba su cabeza, pero no cubría su cabello gris. Tenía una mirada salvaje y cuando poso sus ojos en él, pudo sentir su fuerza.

Las puertas del infierno serán cerradas para siempre. Soy Taira no Masakado. Guerrero, por rescatarme iré contigo.

La figura se transformó en una esfera de luz y se movió hasta introducirse en su pecho. Sansker suspiró, no era exactamente como esperaba volver a empezar la cacería de Mitama.


El camino de regreso a Ukataka fue silencioso, pero lo peor fue la llegada. Sansker bajo la mirada al ver a la mujer del explorador esperándolos en el cuartel junto al jefe Yamato. Ibuki había insistido en ser él quien diera la noticia así que los otros dos lo dejaron entrar primero.

— ¡Han vuelto!—exclamo la mujer, mirándolos, como si esperara que su marido fuera a aparecer detrás de alguno de ellos—Pero… entonces él…

—Cuando llegamos era demasiado tarde…—dijo Ibuki evitando la mirada de la mujer—No pudimos salvarlo.

— ¡¿Por qué no?!—los ojos de la campesina se llenaron de lágrimas y la mujer se llevó una mano a la boca. Avanzo hasta Ibuki— ¡Me dijiste que los salvarías! ¡Me prometiste que lo traerías de vuelta!

—Lo siento…—dijo Ibuki agachando la cabeza.

Antes de que nadie pudiera reaccionar la mujer se dio la vuelta y se alejó llorando desconsoladamente. Yamato suspiro y murmuro algo de que se aseguraría que estuviera bien caminando tras ella, dejando a los Asesinos solos. Ibuki apretó los puños, incapaz de levantar la mirada.

— ¡Maldita sea!—exclamo el lancero.

—Deberías calmarte, hiciste todo lo posible—dijo Fugaku.

—Ahora sé que he tocado fondo si tú tienes que consolarme—replicó Ibuki dándoles la espalda y tratando de actuar despreocupado, pero su tono era sombrío.

—Sabes que tiene razón, esto fue trágico, pero no es tu culpa—dijo Sansker frunciendo el ceño—Y esa no es una respuesta.

—… Lo siento—dijo Ibuki dándose la vuelta y mirando a Fugaku, que se encogió de hombros.

—Olvida eso, ¿qué fue aquello de 'es como hace 8 años'? —preguntó el Asesino de los guanteletes—Has estado actuando extraño desde que salimos en esta misión.

—Fue durante el Despertar—respondió Ibuki poniendo una mano en su cadera—Hace 8 años yo luchaba en el frente de batalla… allí me enfrente a varios Oni iguales al que vimos hoy.

— ¿El Despertar?—Sansker se estremeció al recordar su breve experiencia durante ese evento— ¿Acaso luchaste en ese Infierno?

—Sí, era un Asesino novato en aquel entonces, un niño estúpido. Era descuidado, impaciente, y entonces…—Ibuki cerró los ojos y sacudió la cabeza—da igual, lo importante es que no he visto Takeikusas desde hace 8 años. Esto tiene que significar algo.

—Sí es así, no tengo idea…—dijo Sansker. Aunque pudo darse cuenta de que Ibuki no les conto toda la historia. Fugaku arqueo una ceja, pero fiel a su personalidad no dijo nada más al respecto.

—Como quieras, si eso es todo me voy a casa. Trata de no culparte por todo.

Ibuki hizo una mueca, pero no le respondió.

—Deberías ir a descansar, yo me ocupare de hacer el reporte—dijo Sansker.

—Sí, es una buena idea…

Ibuki también se marchó, con un aire sombrío, jugueteando con ese peine que tenía en el cuello. Sansker lo siguió con la mirada. Algo le pesaba al lancero, no solo era su falta de humor, pero esa melancolía que se cernía sobre su cabeza. Podía notar a un hombre que guardaba secretos profundos, él era exactamente igual.

Escribió el reporte y decidió ocuparse del resto del papeleo ya que estaba allí. Sansker también tenía que tomar nota de los nombres de los exploradores muertos y reorganizar las patrullas si fuera ser necesario. Aquello era una ocurrencia relativamente normal en Midland. Exploradores se metían en el Otro Mundo para trazar las rutas, buscar Oni, o incluso encontrar tesoros y establecer bases avanzadas. Era un trabajo peligroso, en un mundo peligroso.

Luego de terminar con eso decidió ocuparse de su otra misión. Busco una habitación libre en el cuartel, decidiéndose por un armario de suministros. Aparto una cubeta vacía y tomo asiento en el suelo, cruzando las piernas debajo de él. Sansker inspiro profundamente y se relajó lo mejor que pudo, dejando que su vista y alma se sincronizaran. Como esperaba, su Mitama más reciente respondió primero y la figura de Taira no Masakado se manifestó como una ilusión justo delante de él.

Ah, el guerrero que ayudo a rescatarme—dijo Taira no Masakado—Eres valiente, guerrero. Yo soy Taira no Masakado, el hombre que debió convertirse en el nuevo emperador de esta tierra.

—No sé mucho de historia—admitió Sansker— ¿Qué fue lo que paso?

Hice que las provincias orientales se alzaran en rebelión contra la Corte Imperial—dijo el espíritu con orgullo—Y justo cuando la victoria estaba a mi alcance, ese Oni apareció de la nada y me devoro. Estoy seguro de que esos idiotas de la Corte Imperial tomaron el crédito por esa hazaña también.

—Es probable, pero entonces ¿dices que no hubieras perdido si no fuera por el Oni?

Eso ya no importa. Estaba furioso, incluso pensé en convertirme en un espíritu vengativo y maldecir la tierra…—replicó Taira no Masakado—Pero mi alma no estaba libre, el Oni me tenía atado a su corrupta forma. Mis ambiciones fueron derrotadas una tras otra.

—Suena terrible. Lamento escuchar eso—dijo Sansker sin dejar ver que estaba agradecido que su plan fracasara.

No tengo opción entonces. Te ayudare a derrotar a los Oni. Mi maldición puede esperar a que eso se resuelva.

—Mucho tiene que posponerse, pero tengo que hacerte una pregunta—dijo Sansker sin perder de vista su objetivo—Estoy buscando un Oni en particular, uno más poderoso que el que te devoro y que comanda a los otros ¿Sabes algo al respecto?

Recuerdo un ser así. El Oni que me tenía prisionero era cercano al Oni que buscas. Dile a tu Doncella Sagrada que busque en mí, algo de la intención de ese demonio aún reside en mi espíritu. No sé dónde se encuentran, pero su ambición debería quedar clara si lo haces. No me decepciones, John Sansker.

Con eso el espíritu desapareció y John abrió los ojos. Finalmente, una pista. Quizás pudiera rescatarse algo de este día después de todo.


Kikka se concentró en su respiración, bloqueando todas las distracciones. La joven estaba meditando, concentrándose en probar sus poderes, le estaba resultando más difícil que antes mantener la barrera alrededor de la aldea. Normalmente solo sentía un empuje cuando algún Oni intentaba entrar, pero ahora era diferente. El esfuerzo era similar al tratar de romper la superficie del agua, un peso que tiraba de su cuerpo hacia abajo.

Una gota de sudor bajo por su frente. No podía identificar el origen de esa fuerza, solo sentir su efecto. El esfuerzo finalmente fue demasiado y tuvo que abrir los ojos cuando un ataque de tos seca rompió su respiración.

—No otra vez…—dijo intentando controlar su voz. Se estaba quedando sin aliento tan fácil últimamente. No lo había notado cuando se preocupaba por Sansker, pero cuando el Asesino se recuperó comenzó a volverse más difícil hacer estos ejercicios. No era la primera vez que pasaba, usualmente se debía a algún resfriado o fiebre que la afectaba, debilitando su cuerpo ¿estaría enferma? No deseaba mencionárselo a Ōka. Su hermana se preocuparía demasiado—A veces puede ser tan molesta…

—Espero que no te refieras a Tenkichi—dijo una voz.

—No, ella es mucho más simple de…—comenzó a responder Kikka hasta que reparo que debería estar sola— ¡John! No deberías acercarte así sin decir nada.

—Lo siento, te veías muy concentrada, no quise interrumpir—respondió Sansker inclinando la cabeza a modo de disculpa.

—Lo estaba, se supone que este lugar es para meditar—replicó Kikka, poniéndose de pie. Verlo era agradable, aunque según lo que escucho su misión no había ido bien—Lamento lo del explorador. Nunca es fácil perder gente y estos días cosas así ocurren demasiado a menudo.

—Los muertos pueden descansar, son los vivos los que quedamos atrás—dijo Sansker asintiendo. Su expresión era indescifrable— ¿Tú estás bien? Te escuche toser.

—Sí, es solo un resfriado creo—dijo Kikka rápidamente. Otro ataque de tos la afecto, pero logro contenerlo sin mucho esfuerzo. La verdad era que le alegraba que Sansker hubiera venido. En la mañana había estado a punto de confesarle algo, aunque la emergencia lo evito. No pensaba dejar escapar esta oportunidad. Tomo aire.

—Tengo algo que decirte…—dijeron los dos al mismo tiempo.

Kikka y Sansker parpadearon mirándose sorprendidos. Ella no pudo evitarlo y soltó una risilla, asumiendo que tenía la misma expresión perpleja que él. John le sonrió afectado y sacudió la cabeza.

—Creo que es correcto que las damas hablen primero—dijo John.

—Sabía que dirías eso—replicó ella. Una ligera sonrisa se asomó en sus labios mientras volvía a ordenar sus pensamientos.

John era, a veces, algo predecible. La trataba con cierta deferencia, pero no era por su rango de Doncella, si no por ser ella. Así era como lo sentía al menos. Con él, Kikka podía ser ella misma, igual que con su hermana. Ukataka no era la Montaña Sagrada, la gente allí no se preocupaba por el protocolo. Aun así, una Doncella Sagrada era una Doncella Sagrada, y eso siempre imponía una línea divisora entre la gente. Yu, Yamato, incluso Ibuki, Fugaku, ellos no se molestaban mucho pero solo Sansker la había hecho sentir… diferente. Incluso cuando todo quedo claro entre ellos. Le gustaba estar con él, se sentía segura y feliz.

—Me he dado cuenta de una cosa, John, y es algo que debería haber notado antes pero no lo note hasta que tuve miedo de que pudiera ser demasiado tarde—dijo Kikka, sus dedos jugueteaban con el borde de su faja, pero su voz seguía firme al menos—No tienes idea de cuanto me preocupe cuando saliste herido. Casi no pude hacer nada más que angustiarme. Todos los días temía recibir la noticia de tu muerte y, siendo sincera, no sé qué hubiera hecho en ese caso. Nunca me había sentido tan impotente, tan angustiada… fue una experiencia horrible, John, una que no deseo vivir jamás otra vez…

Kikka sintió que la emoción la superaba al recordarlo, y tuvo que parar. John abrió la boca como si fuera a decir algo, pero ella no lo dejo, poniendo una mano en su pecho, negando con la cabeza. Si él la interrumpía entonces no podría terminar.

—No, no digas nada aún… porque es cierto, esos momentos fueron terribles, pero aprendí algo muy valioso—Kikka levanto la mirada, perdiéndose en esos ojos grises de él—Me importas, John Sansker. No solo como un amigo, aunque siempre lo serás, pero ahora sé la verdad. Ocupas un lugar muy importante en mi corazón y… no deseo que lo dejes jamás. No ha pasado mucho desde que nos conocimos, lo sé. Pero esto te lo puedo decir sin dudas: Eres la persona que yo amo.

Ya estaba, lo dijo. Kikka había sentido su corazón acelerarse hasta el momento en que soltó la verdad, y ahora se quedaba suspendido mientras ella miraba a John a los ojos. Su expresión se transformó de inmediato en una serie de muecas: sorpresa, ¿alegría?, angustia, confusión y finalmente se centró en una expresión aturdida.

—Kikka… yo… esto…—balbuceo John quien parecía estar luchando para buscar las palabras correctas—Tú no puedes… es decir, sí pero no es… me tomaste por sorpresa… Yo…

Ella espero a que terminara esa frase. Quería escuchar que le correspondía, aunque una voz en su cabeza le decía que bien pudiera ser que no fuera así. Pero Kikka la ignoro, sosteniendo la mirada de John. Si él pensaba rechazarla tendría que hacerlo ahora. Era curioso, pero se sentía mucho mejor después de haber dicho todo.

— ¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¿Qué te tome por sorpresa?—preguntó Kikka cuando vio que él estaba atorado.

— ¡No!... digo, sí, lo hiciste, pero no es…—Sansker tomo su mano, la que ella aún tenía en su pecho, atrapándola con las suyas—Te agradezco tu honestidad, Kikka, yo… no puedo faltar a la verdad y decir que no siento nada por ti. Me importas también, mucho, pero…

— ¿Pero qué?—insistió ella. Frunció el ceño, casi podía sentir las escusas que pensaba soltarle— ¿Me dirás que es idea mía? ¿O que no podemos estar juntos? John, ni siquiera pienses en decir algo así. ¿Tienes idea de cuanto dude antes de hablarte? Mis sentimientos están claros, te lo he dicho, así que quiero escuchar los tuyos ¿sientes lo mismo o no?

—No es tan sencillo. Para empezar esto no era lo que esperaba cuando me dijiste que tenías algo que decirme—replicó él—Además ¿tú tuviste tiempo para pensar y yo tengo que responder de inmediato?

—Bueno… no, es solo que…—Kikka bajo la mirada, sintiéndose mal pero no dispuesta a ceder ante él—Tú mismo dijiste que te importo. No me puedes decir que todo lo que hemos pasado fue tu deber o solo amabilidad. Necesito saberlo, John, dime si estoy equivocada o en lo correcto, aprenderé a vivir con ello, pero no pienso dejar que te vallas de aquí sin darme una respuesta.

—… Sabes que sin importar lo que diga Ōka va a matarnos a ambos ¿verdad?

—No te atrevas a usar a mi hermana para escaparte—replicó Kikka levantando su otra mano y golpeándolo en el pecho—Y si tiene que matarte por algo, lo hubiera hecho cuando se enterara de lo que paso en la Piscina de la Pureza.

— ¡Tú fuiste la que me invito a quedarme!

—Y tú quien acepto, no creas que no sé lo diré.

—Eso es chantaje.

—Tú la mencionaste no yo.

Los dos se quedaron mirando en uno al otro por varios segundos hasta que rompieron a reír de lo absurdo de la situación. Kikka se inclinó hacia adelante, apoyándose en el pecho de John y soltando una carcajada alegre. Él también se reía, pero más tranquilamente y paso sus brazos alrededor de ella abrazándola. Kikka acepto el contacto, dejando que la tensión se fuera entre ellos gracias a la risa. Les tomo varios minutos calmarse a ambos, y luego de ello, casi al unísono, ambos se sentaron en el suelo. Kikka cerró los ojos y puso su oído en el pecho de John, escuchando los latidos de su corazón. Era como un martilleo constante, y tenían un ritmo casi relajante. No le hubiera molestado quedarse allí por horas.

—Dame tiempo y te daré una respuesta adecuada—dijo Sansker al cabo de un rato— ¿Me lo permitirá, Mi Lady?

—Está bien—dijo Kikka sin abrir los ojos, aceptando el contacto como una respuesta temporal—Pero me debes una.

—Y te dejaré reclamarla cuando lo desees—dijo John.

—Ya se me ocurrirá algo—Kikka suspiro y muy en contra de sus deseos se separó de John—Ahora que lo recuerdo, tú también tenías algo que decirme ¿no?

— ¿Hm? Oh, es cierto…—Sansker se dio una palmada en la frente—Lo había olvidado… da igual, necesitaremos reunir al resto. Vamos a buscar al jefe y los demás.


No les tomo demasiado encontrar a Yamato y convocar a los otros Asesinos, incluso Ibuki se presentó. El grupo decidió usar la recepción ya que era el mejor lugar para acomodarlos a todos. Sansker tenía la mente divida en ese momento gracias la revelación de Kikka, y quería dedicarle tiempo, pero encontrar al comandante era más urgente. Al menos eso se repetía a si mismo.

—Dijiste que tenías algo que revelar, Sansker—dijo Yamato cruzándose de brazos.

—Sí, durante la última cacería logramos liberar el alma de Taira no Masakado, dice que el Oni que lo devoro conocía al comandante—explicó Sansker—Deseaba que Kikka leyera las intenciones de la criatura que quedan en él.

—Parece prometedor ¿puedes sentir algo, Kikka?—preguntó Yamato.

—Sí, es débil, pero puedo percibir algo más que pensamientos humanos—dijo Kikka dando un paso al frente—Debería poder usar mi poder sobre esta Mitama.

—Te cuidado Kikka, si viajas muy lejos podrías quedar atrapada en el otro lado—intervino Ōka, preocupada—No dejes que la mente del Oni te atrape.

—Lo sé Ōka, todo estará bien—dijo Kikka. Paso su mirada a él— ¿Estas listo? Necesito que traigas al espíritu para poder leerlo, tú serás el anclaje para él y yo podre extenderme.

Sansker asintió. Kikka se había vuelto firmemente al trabajo apenas le dijo lo que tenían que hacer, la joven no mostraba signos de duda o confusión. John envidio esa entereza de carácter. Su rostro podía parecer impasible, pero su mente era cualquier cosa menos eso. Dio un suspiro y llamo a Taira no Masakado. El espíritu se manifestó a su lado, su imponente imagen hundiéndose en él, creando la típica unión entre Mitama y Asesino. Era curioso hacerlo fuera del campo de batalla, con calma. Sansker podía notar ahora el enorme poder que corría por su cuerpo y como compartía una mente con el espíritu. Durante el combate era difícil apreciar esas cosas.

—Estoy listo cuando tú lo estés, Kikka.

—Muy bien…—Kikka levanto ambas manos, extendiendo los brazos, y las puso contra su pecho. Cerro los ojos y se puso a recitar el cantico—Como los vientos del verano vuelan las nubes a través del cielo… Como la briza de la mañana dispersa la niebla de los valles… Recibe esta purificación y se limpiado. Que las Mitama escuchen mi plegaria.

Como la vez anterior el cuerpo de Kikka emitió una luz blanca, pero esta vez Sansker pudo sentir como la consciencia de ella pasaba sobre él y Taira no Masakado, atrapando las pocas impurezas en su esencia y siguiendo su rastro. Sansker deseo poder seguir a Kikka, pero su mente se quedó firmemente donde estaba. La joven frunció el ceño y sus manos se tensaron debido al esfuerzo.

—Puedo sentirlo… la voluntad del Oni—dijo Kikka—Puedo sentir la presencia de un Oni fuerte… más fuerte que ningún otro. Ira, odio, dolor… y por encima de todo… una intención. Una fuerte animosidad… Ukataka… una amenaza… que debe… ser destruida.

— ¿Somos una amenaza?—preguntó Nagi— ¿Es eso a lo que se refiere?

Sansker sacudió la cabeza. No tenía idea, y nadie más parecía tener una respuesta.

—También escucho… escucho voces…—continuo Kikka, su expresión se volvió más profunda— ¿Quieren verlos…?

— ¿De qué se trata, Kikka?—preguntó Ōka— ¿Qué es lo que puedes oír?

—Escucho… las voces de… almas humanas—Varias gotas de sudor aparecieron sobre la frente de Kikka—Su deseo de reunirse con sus seres queridos… es tan fuete… Voces… llamando desde… el pasado lejano… ¡Ah!

Una expresión de dolor atravesó el semblante de Kikka y John pudo sentir como algo comenzaba a sujetar el alma de la joven. Su travesía estaba a punto de arrastrar su consciencia hacia el otro lado.

—Suficiente ¡Kikka regresa!—exclamo Sansker. Dejo ir el alma de Taira no Masakado, rompiendo la conexión.

Kikka libero el agarre también. Estuvo a punto de caer, pero Ōka la aferró por los hombros ayudándola a mantenerse de pie. La joven tenía la respiración agitada y la frente perlada en sudor, pero al menos estaba consciente. El esfuerzo parecía haberla envejecido varios años.

— ¿E-estas bien Kikka?—preguntó Hatsuho insegura.

—Sí… estoy bien—dijo Kikka apoyándose en su hermana. Era obvio que no lo estaba, pero su expresión era seria y se volvió para mirar a los demás—Pude verlo… sé que es lo que están planeando los Oni. Todas las almas que han devorado desean ver a sus seres queridos… planean usar ese deseo para abrir las puertas… desean causar otro Despertar.


Sansker levanto la mirada y paseo sus ojos por su cabaña, que estaba inusualmente llena. Tenkichi estaba sentada en su regazo, dejándose acariciar por él, sintiendo la tensión en el ambiente. Hatsuho se encontraba a su izquierda, moviéndose intranquila y sin despegar la mirada del suelo. Nagi estaba su derecha, pero con un espacio entre ellos, aparentemente concentrada en acomodar su cabello. Fugaku se encontraba a la derecha de Nagi y tenía una expresión seria, su mirada perdida en el fuego que ardía en el centro del grupo. Ibuki estaba sentado al lado opuesto de Sansker, el lancero tenía un rostro sombrío, y ni siquiera él tenía algo que decir. El circulo lo terminaba Hayatori, el único que estaba de pie, con la espalda apoyada contra las cajas y paquetes que John había colocado en la esquina.

La puerta de la cabaña se abrió y todos giraron la cabeza. Ōka entró, sentándose entre Nagi y Sansker. Su postura tensa y preocupada le recordaba a John la cuerda de un arco a punto de romperse. Hatsuho fue la primera en romper el silencio.

— ¿Kikka está bien?—preguntó.

—Se extralimito un poco, esta dormida en estos momentos—respondió Ōka.

Sansker asintió. Luego de leer el alma de Taira no Maskado Kikka se vio afectada, demasiado débil para decirles nada con certeza, pero todos la habían escuchado a la perfección. Un nuevo Despertar. Fue Hayatori quien sugirió discutirlo en privado y usar la cabaña de Sansker porque él vivía más cerca del cuartel que los demás. John no tenía objeciones y nadie más tuvo otra idea.

Se habían quedado en silencio esperando a Ōka, que acompaño a Kikka a casa. La joven Doncella se veía muy mal, Sansker deseaba ir con ella, pero ¿Qué podía hacer? Al menos estaba descansando. Pensar que lo único que le preocupaba hacía poco era la declaración de Kikka. Las revelaciones de Taira no Masakado casi lo hacían parecer ridículo.

— ¿De verdad planean otro Despertar?—pregunto Fugaku casi en un gruñido, poniendo voz a los pensamientos de todos.

—Supongo que los Oni que hemos encontrado hasta ahora debían estar trabajando para lograr ese objetivo—dijo Ibuki en respuesta.

—La batalla de hace 8 años requirió de toda nuestra fuerza solo para defender Midland—dijo Nagi—Actualmente solo tenemos una décima parte del poder que teníamos entonces. Si ocurre otro Despertar esta vez el mundo humano será destruido

Uno de los troncos en las llamas soltó un chasquido. Sansker cruzo las manos debajo de su barbilla para apoyarla, mirando el fuego consumir la madera. Nagi tenía razón. Un nuevo Despertar sería una marea de Oni sin fin, arrasaría con todo. Ellos lucharían… y morirían, solo para que los que defendían fueran devorados también. John quería darles esperanza a sus amigos, pero lo único que le vino a la mente fueron las palabras de Shusui. El Despertar había sido el inicio de los cambios en la historia, a futuro y hacia el pasado.

—Tenemos que evitar una situación así a toda costa—termino Nagi.

—No tenemos suficiente información—dijo Hayatori—Ni siquiera sabemos dónde atacar.

—Oni convocando Oni…—murmuro Hatsuho— ¿Eso quiere decir que el comandante Oni que estamos buscando tiene el poder de provocar otro Despertar?

Sansker pensó que no era el caso. Recordaba la fuerza del Gouenma. Ascalon y Pridwen eran reflejos de su ferocidad y descansaban a un costado de su cama. Por más poderoso que fuera ese Oni John no pensaba que pudiera causar algo semejante al Despertar… eso estaba más allá de cualquier demonio que hubiese visto hasta ahora.

— ¿Sabemos algo del primer Despertar?—preguntó Sansker aunque conocía la respuesta. Levanto su mirada de las llamas hacia los demás—No tenemos idea de que causo el primer incidente. Pudo ser un factor externo, quizás algo provocado, incluso un accidente. Lo importante no es descubrir como lo harán, si no como detenerlo.

—Es cierto ¿existe alguna forma?—preguntó Hatsuho.

— ¿Quién sabe? Nunca nadie ha hecho algo parecido—replicó Fugaku.

—Tienes razón, pero…—Hatsuho agacho la cabeza nuevamente.

—No tiene caso especular, por ahora solo podemos esperar que Kikka despierte y confirme sus visiones—dijo Sansker paseando su mirada por los presentes otra vez—Sin importar que ocurra, nuestra misión no ha cambiado. Debemos proteger la aldea y eliminar a los Oni.

Todos asintieron, y Sansker se obligó a poner un rostro impasible. Era mejor concentrarse en lo que era tangible. Por ahora se guardaría sus dudas y las conversaciones con Shusui.

—Estoy de acuerdo—dijo Hayatori quien giro su ojo libre hacia él, mirándolo intensamente—Por cierto, Sansker, tu Tenko… es tan suave y linda ¿puedo acariciarla un momento?

Fue como si toda la tensión en la cabaña estallara en un segundo. Los otros Asesinos parpadearon mientras Hayatori mantenía la misma postura, completamente imperturbable e incapaz de leer el ambiente que acaba de crear.

—Eh… no veo porque no…—dijo Sansker empujando a Tenkichi hacia su compañero. La pequeña Tenko salto hacia Hayatori quien comenzó a rascarle la cabeza, mostrando esa mirada embelesada que viera la primera vez.

—De acuerdo… esto es suficiente, me voy a casa—dijo Ibuki poniéndose de pie.

—Y yo me preguntaba porque quería que habláramos aquí…—mascullo Fugaku negando con la cabeza.

—C-creo que he visto algo que no debería…—dijo Hatsuho mirando a Hayatori.

—Increíble…—Ōka dejo salir un suspiro, frotándose los ojos— ¿Acaso tenemos alguna persona normal en nuestras fuerzas?

—Hayatori, de verdad te gustan los animales ¿no?—dijo Nagi juntando sus manos—encuentro eso muy fascinante sobre ti.

Hayatori los ignoro, completamente concentrado en jugar con Tenkichi. Sansker suspiro también y se puso de pie. Consciente o no, la reunión había llegado a su fin. Los otros Asesinos salieron de la cabaña, dejando a Hayatori jugando. Sansker decidió salir también para tomar un poco de aire. Al final tuvo que esperar un par de horas hasta que finalmente tuvo el lugar de regreso para dormir.

El grupo se volvió a reunir a la mañana siguiente en el cuartel. La noche anterior no habían podido establecer un plan y Sansker dudaba que Kikka pudiera darles más detalles. Lo ideal sería que pudieran identificar la localización del Gouenma, pero el Oni mostraba ahora una cautela increíble luego de su primera derrota. John hizo una mueca al recordar esa batalla, apenas había escapado entero. Aun así, el enemigo no volvería a ser tan servicial de ponerse en su camino.

Yamato los reunió en una esquina del cuartel, cerca del escritorio de la recepción. Kikka fue la última en llegar. La joven aún se veía un poco pálida, pero al menos podía caminar por si misma.

—Lamento haberlos hecho esperar—dijo Kikka, inclinándose delante de todos.

—Necesitamos que repitas lo que viste, Kikka—dijo Ōka—Cualquier detalle que recuerdes pudiera ser de utilidad.

—Yo misma no lo entiendo muy bien—respondió Kikka—La Clarividencia no es exacta. Me transmite emociones, recuerdos, palabras… solo pude percibir que los Oni desean provocar otro Despertar. Y que necesitan almas humanas para obtener la energía para hacerlo. Creo que esa es la razón por la cual los Oni se han vuelto tan agresivos últimamente.

—Así que están tratando de recolectar más almas…—murmuro Yamato.

—Sí—confirmo Kikka—El deseo de reunirlas estaba muy claro.

—Recolectar almas, provocar otro Despertar... ¿Cómo se supone que funciona?—preguntó Fugaku.

—No lo sé. Las almas humanas tienen el poder de llamarse las unas a otras—respondió Kikka—Como los Asesinos y las Mitama. Supongo que desean utilizar ese poder. Lo siento, no pude descubrir nada más.

—Utilizar almas humanas para abrir las puertas del Infierno…—dijo Ibuki cruzándose de brazos.

—Esperen ¿eso no significa que si protegemos Ukataka podríamos evitar su plan? —pregunto Hatsuho.

—No necesariamente, si otra aldea es destruida estaríamos en la misma situación—dijo Sansker—Solo retrasaríamos lo inevitable.

—No hay opción, tenemos que eliminar al comandante Oni para tener ventaja—dijo Nagi—Sin él no podrán coordinar sus esfuerzos.

— ¿No pudiste localizar el escondite del comandante?—preguntó Yamato mirando a Kikka.

—Lo siento, jefe, no pude seguir el rastro tan profundamente—respondió la joven negando con la cabeza.

—Así que no tenemos ni siquiera una pista…—murmuro Ōka.

—Pero ahora sabemos que nuestra estrategia es efectiva—replicó Yamato—Hemos logrado reunir buena inteligencia en poco tiempo. Si su objetivo es otro Despertar, nuestro deber es detenerlos. Será una carrera hasta el final ¿seremos capaces de superarlos o no? Expandiremos nuestra área de búsqueda y cacería, debemos recuperar tantas Mitama como sea posible.

— ¿Más búsqueda de Mitama?—Fugaku soltó un bufido—ya me estoy aburriendo de esto.

— ¡Hey! Deja de quejarte—lo regaño Hatsuho.

—Hmm, ¿Qué sucede Ibuki?—pregunto Ōka de pronto, mirando al lancero— ¿No tienes una broma o comentario sarcástico esta vez?

— ¿Qué...?—Ibuki levanto la mirada y negó con la cabeza—Lo siento… solo estoy distraído hoy…

—Ya veo…—dijo Ōka frunciendo el ceño. Intercambio una mirada con Sansker y negó con la cabeza sutilmente—En cualquier caso, parece que seguirás tomando el liderazgo, Sansker.

—Entiendo, esperemos el reporte de los exploradores entonces—dijo John captando el gesto de Ōka. Ibuki había estado distante y distraído desde la muerte del explorador el día anterior, y todavía le pesaba en la mente—Saldremos en grupos como antes, hasta entonces solo podemos estar alerta.

Los demás estuvieron de acuerdo y cada uno marcho por su lado. John estaba preocupado por Ibuki, pero se distrajo al notar que Kikka prácticamente se escabullo sin que nadie lo notara, como si quisiera evitarlo. Sansker la miro desaparecer hacia su pequeña habitación para meditar. Quería hablar con ella, pero con su declaración pendiente John no estaba muy seguro de que fuera una buena idea. No se sentía listo para responderle a Kikka y entre sus obligaciones, esta nueva revelación y la perspectiva de salir a cazar más Mitama dudaba que fuera a tener tiempo de pensar las cosas con calma. Se movió para ir a hablar con Ibuki cuando noto que alguien más había decidido seguir a Kikka.


Shusui escucho la voz de Kikka mientras la joven tosía un poco, intentando calmar su respiración. A pesar del esfuerzo el sonido fue lo bastante fuerte para llegar hacia él mientras caminaba hasta la entrada de la habitación. Kikka había estado tan distraída que ni siquiera se molestó en cerrar la puerta.

—Usé demasiado de mi fuerza…—murmuro la joven con una voz ronca.

—Fue descuidada, señorita Kikka—replicó él, anunciando su presencia.

—Shusui…—Kikka se dio la vuelta, enderezando su postura. Su rostro revelaba sorpresa, pero nada más.

—Según tengo entendido, el uso de la Clarividencia de manera tan frecuente está expresamente prohibido—dijo Shusui, impasible. Las habilidades de una Doncella consumían su fuerza vital, entre más se usaban sus poderes más débiles se volvían sus cuerpos. Algunas podían soportar el estrés mejor que otras, pero desde el Despertar eran demasiado valiosas para permitirles hacer lo que quisieran—Incluso el usarla una vez puede poner una enorme presión en el cuerpo. Entiendo su deseo de proteger la aldea, pero a este ritmo su no durara.

—No, está bien, puedo soportarlo…—dijo Kikka rápidamente, sonriendo. A pesar de su esfuerzo él podía notar la tensión en su postura, su deseo de ocultar la condición en la que se encontraba.

—… Sabes, podrías huir si lo desearas—dijo Shusui de golpe.

La sonrisa se desvaneció de los labios de Kikka. La joven lo miro nuevamente como si por primera vez notara su presencia. Shusui no la culpo, estaba siendo muy brusco, pero era necesario. Su rostro permaneció tan calmo como siempre incluso mientras Kikka daba un paso atrás

— ¿Qué dijiste?—preguntó ella, como si no lo hubiera escuchado bien.

—No hay razón para que tengas que soportar esta carga tú sola—insistió Shusui—Todo este sistema está construido en el sacrificio de las Doncellas Sagradas. Es injusto, incorrecto. Si decidieras huir nadie aquí te lo reprocharía.

Kikka solo se lo quedo mirando sin responder y Shusui sonrió levemente, de manera afectada. Eso era una victoria en si mismo, aunque sentía el rechazo de la joven, no podía obligarse a decirlo en voz alta. Sus palabras habían dado en el blanco.

—Por favor, te recomiendo que no rechaces mi consejo tan a la ligera. Aferrarte a tus preconcepciones es muy peligroso—dijo Shusui, coloco sus manos detrás de su espalda y su expresión se volvió sería—No hay necesidad de que seas la víctima del sacrificio. Por favor, ten eso presente. No hay nada malo en querer vivir.


John se ocultó en cuanto Sushui salió de la habitación, dejándolo pasar. Apretó los puños, fulminando al oficial de inteligencia con la mirada, pero no se pudo obligar a odiarlo. Tenía razón, y Sansker casi deseaba que Kikka tomara ese consejo. Por supuesto aquello implicaría la destrucción de Ukataka. Y probablemente su propia muerte.

Había prometido proteger esta aldea con su vida, deseaba salvar a Kikka de su destino. Y la única cosa que se le ocurría era una idea que no quería decir en voz alta.

—Maldita sea…—masculló Sansker.