Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.


Capítulo 10

Era bueno para los dos que Bella fuera quien era. O quizás era malo; Edward no podía decidirlo por completo. Después de todo, sin Bella para instigar, no había manera que esto estuviera pasando, y no había manera que algo de esto debiera estar pasando. No terminaría bien.

A pesar del hecho que Edward era, sobre todas las cosas, un ser extremadamente racional, la parte de él envuelta en este esfuerzo extremadamente irracional tenía un firme control. Por mucho que él creía que debería, no iba a echarse atrás. En el fondo de la madriguera, entendía la expresión.

Aún así, Edward tenía que admitir que nunca hubieran llegado dónde se encontraban si lo hubieran dejado en sus manos. Él estaba más que dispuesto a seguir, pero ella definitivamente dirigía esto. Así que, cuando Bella decidió que deberían tener una cita, Edward aceptó sin reparos. Sospechaba firmemente que hubiera aceptado saltar al sol si ella lo sugería, pero eso no venía al caso.

—Rosalie indicó que esto era algo inusual —dijo Edward mientras se sentaban. Hizo todo lo posible para no sonreír al mirar el menú. Los nombres de los platos estaban en francés, pero las descripciones en inglés. Él estaba bastante seguro de que nadie en Café Presse realmente hablaba francés.

—Vamos, ¿en serio? ¿Rosalie, la amazona, no ha invitado a salir a un hombre?

Edward enarcó una ceja.

—Mucho más que eso. Estoy seguro que conocerás a Emmett pronto. Dijo que, solo porque ella lo haya hecho, no quiere decir que no sea inusual.

—¿Crees que es extraño?

—No particularmente. Los roles de género son un concepto peculiar. Que deba haber un conjunto de reglas basadas en los genitales... —Él negó con la cabeza. Los humanos eran una especie muy peculiar—. ¿Te molesta?

—No. —Ella dio unos saltitos en su asiento y se inclinó hacia adelante—. Voy a contarte un secreto. Estoy contenta de que estés bien con esto. Siempre he querido venir aquí en una cita, pero jamás iba a pasar. Las personas ya no tienen citas, ¿sabes? Pero mira este lugar. —Señaló a su alrededor—. ¿Acaso no es perfecto? No es muy pretencioso, y por pretencioso me refiero a caro, para ser un restaurante francés, pero aún puedes ordenar en francés, lo cual siempre es sexy.

—¿Sexy? ¿Hay algo sexy sobre el francés?

Ella rio.

—¿En qué planeta vives?

Por un segundo, él temió que ella lo dijera en serio. Un camarero llegó a la mesa entonces, y Bella parecía más relajada que nunca.

—Oh, ¿quiere algún aperitivo, monsieur? ¿Mademoiselle?

Bella miró a Edward, y él hizo una ademán con la mano.

—No hablo francés —mintió. Él hablaba todos los idiomas—. Me parece bien cualquier cosa. —Esto era verdad. Él no necesitaba comida. Incluso si lo hiciera, él estaba contento de haberlo dicho. Los ojos de Bella se iluminaron.

Ella volteó hacia el camarero.

Olives marinees au citron y... —Echó un vistazo al menú de nuevo y soltó un chillido de placer—. Assiette de fromages. Y el mejor vino que vaya con eso.

—Como diga, mademoiselle —dijo el camarero con un horrible acento francés.

Edward apoyó su cabeza en sus manos, observándola mientras el camarero se alejaba. Ella estaba feliz. No tenía que leer mentes para verlo, y ese era un pensamiento increíble. Había tan poca felicidad real en la vida de ella, pero ella era feliz aquí con él.

—Tenías razón —dijo él.

Su nariz se arrugó, confundida.

—Fue muy sexy. Escucharte hablar en francés. —Él creía que eran las palabras correctas. No era el francés. No para él. Había escuchado millones de idiomas siendo hablados a través de muchas, muchas galaxias. Pero hubo algo en la manera que ella dijo las palabras, el placer que sentía al decirlas, que cambiaba toda la expresión en su rostro. Él esperaba que fuera el mismo efecto.

El rostro de Bella se sonrojó y agachó la cabeza.

—¿Estás seguro que jamás has hecho esto antes? —preguntó ella, entrecerrando los ojos.

—Sé cómo decir la verdad.

—De verdad aprendes rápido. —Ella sonreía con satisfacción mientras miraba de nuevo el menú—. ¿Sabes lo que quieres?

—¿Por qué no ordenas por nosotros dos?

Ella levantó la mirada, sorprendida.

—¿En serio?

—Es lo que uno hace en una cita apropiada.

—Oh, ¿ves? Allí está.

Edward inclinó la cabeza.

—¿Qué cosa?

—El gran ñoño sin una jugada rápida a la vista. Cita apropiada —bromeó—. La última vez que el hombre ordenó por la mujer fue probablemente en los setenta, pero aprecio la consideración.

—Ah, bueno. Aún así, puedes ordenar por nosotros. Si quieres.

Sus ojos se iluminaron.

—¿Estás seguro? Porque siempre he querido probar el Poulet rôti selon votre commande et pommes frites, pero nunca tuve con quién compartirlo.

Un temblor recorrió la espalda de él. Su cercanía, su sonrisa, era intoxicante. Quizás había algo sobre esta mujer en particular hablando francés. Realmente le gustaba la manera en que su lengua se curvaba alrededor de las palabras.

—Dilo de nuevo —dijo él, y se preguntaba por qué su tono había disminuido más de lo normal.

La sonrisa de ella se estiró lentamente a un costado de su rostro. Se inclinó sobre la mesa, y él se acercó para encontrarla a mitad de camino, atraído hacia ella. Ella rozó sus labios contra los suyos y pronunció las palabras lentamente así vibraban contra su piel.

Poulet rôti selon votre commande et pommes frites.

La besó, y ella le devolvió el beso. Fue uno rápido, y ella soltó unas risitas cuando terminó.

—¿Qué? —preguntó él, sonriendo.

—Nada. Esto es solo un poco irreal. —Apoyó su cabeza sobre sus manos unidas, algo travieso brillando en sus ojos—. Siento que debería estar torciendo mi bigote. ¿Así es como se siente robar la virtud de un joven inocente?

Sus palabras fueron el proverbial golpe bajo. Él estaba muy lejos de ser un joven inocente y virtuoso.

Su sonrisa se cayó y la de ella en respuesta, una mirada de horror apareciendo en su rostro.

—Oh, Edward. Lo siento. Eso fue algo feo de decir. No estoy... No es sobre eso. Lo juro. Agh. Eso fue insensible.

—No. Esto no es sobre eso.

—De verdad no intento presionarte.

Él bajó la mirada, considerando la conversación desde una perspectiva más humana.

—No soy sensible con mi experiencia sexual o falta de ella. —Su labio se crispó—. Aunque Rosalie sí dijo que era inusual que un hombre de mi edad no tenga... —Él hizo un gesto con su mano y se preguntó por qué sus mejillas ardían.

Bueno, suponía que no era un misterio, pero era algo extraño. En su vigilancia, él había visto a Bella desnuda infinitas veces. No había nada en eso. No había nada intrínsecamente sexual sobre el cuerpo humano desnudo. Uno no podía evitar tener un cuerpo, y ¿qué era eso? Carne sobre hueso, cabello, ojos, meras partes, una estructura.

Desde su primer beso, Edward había tratado de no pensar en esto. Él entendía la humanidad muy bien. Entendía que el sexo había sido una parte de la conversación entre Bella y él desde el primer roce de los labios de ella contra los suyos. Desde ese beso, el sexo siempre había sido una posibilidad.

Ver a Bella de esa manera, ser capaz de deslizar las yemas de sus dedos a lo largo de la piel de ella, escuchar el cambio en su respiración y ver sus ojos mientras la tocaba, eso sería un mundo completamente diferente. La emoción que recorrió su espalda lo golpeó en lo más profundo, y se dio cuenta que estaba contento de estar sentado con la pequeña mesa entre ellos. También entendía el cuerpo humano, pero aún lo sorprendía a veces el poco control que tenía al respecto.

—Es raro —dijo Bella, afortunadamente ajena a sus pensamientos—. Pero no hay nada malo en no... —Ella hizo el mismo gesto que él había hecho momentos atrás y le guiñó el ojo—. No es que necesites que te lo digan. Supongo que todos simplemente están muy conscientes de ello a menudo, ¿sabes? Y tú...

—¿Qué hay de mí?

Ella se sonrojó pero puso los ojos en blanco.

—Vamos. No puedo haber sido la primera persona que quiso besarte.

Si ella tan solo supiera... pero no, él suponía que incluso eso no era cierto. Al leer los pensamientos a su alrededor, había detectado una serie de deseos perdidos en su dirección.

—No, supongo que podría haber besado a alguien antes de ti. Si así lo quería.

El camarero regresó con su vino y para tomar su orden. Mientras éste escuchaba atentamente a Bella, Edward escuchó sus pensamientos sobre que una mujer pedía por un hombre.

Estaría muy avergonzado si fuera él. Quizás lo está haciendo para echar un polvo.

Edward tuvo que esconder una sonrisa. Los humanos y su apego a las normas de género nunca no le parecerían graciosos. Él no podía imaginar por qué era tan importante tener una opinión sobre algo tan tonto como una mujer pidiendo un plato por un hombre, mucho menos asociarlo con un plan para conseguir sexo.

Cuando el camarero se fue, Bella volvió a mirarlo, su mirada en sus labios antes de subir a sus ojos.

—¿Por qué yo?

Esa era una pregunta más profunda de lo que ella podría imaginar. ¿Por qué ella, de hecho? Él abrió la boca y entonces la volvió a cerrar, dándose cuenta que no tenía una respuesta. Él no tenía respuesta a por qué la había visto a ella, una pequeña bebé humana, una entre siete mil millones de personas, y había considerado su vida más importante que cualquier otra. Él no tenía respuesta a por qué y cómo ella le había hecho esto, o por qué permitía que continuara cuando no podía terminar bien para ninguno de ellos.

—Eso es egocéntrico de mi parte —dijo Bella, estirándose para tomar un rollo—. Déjame intentar eso de nuevo. Olvídate de mí. ¿Por qué abstenerse en absoluto? Tuvo que haber sido una decisión consciente. No es algo religioso, ¿no? ¿No tienes miedo de ir al infierno y que los ángeles lloren?

Él se rio, el sonido fue irónico. Era una evidente posibilidad. Él había estado ligeramente sorprendido de que Carlisle no se le hubiera aparecido todavía. Solo podía esperar que el ángel superior no lo estuviera observando. Por otro lado, había sido Carlisle quien había señalado que, aunque ellos sabían y a menudo facilitaban el destino de los humanos, los ángeles no tenían más conocimiento que cualquier ser sobre cómo debía ser la vida.

—No —dijo él—. No soy religioso en lo más mínimo.

—Entonces, ¿por qué?

—Como dije antes, simplemente no fue algo en lo que pensaba. Siempre había tenido otras cosas por hacer. —Dejó que su mirada vagara por ella—. Aunque, al besarte, Bella, puedo ver por qué es fácil olvidar todo lo demás. Es algo que me distrae y me consume.

Estiró una mano sobre la mesa para deslizar sus dedos por los nudillos donde ella sostenía su copa de vino.

—A pesar de mis razones, estoy contento de haber esperado. Serás mi primer beso por y para siempre. Mi primer... tantas cosas.

Los ojos de ella se abrieron aún más, sus labios se separaron. Parecía un buen momento para besarla. Besarla antes que le dijera simplemente cuántas primeras cosas era ella y qué tan largo sería para siempre para él. La besó y ella le devolvió el beso hasta que el camarero se encontraba a su lado, carraspeando. Resultaba que no había lugar para sus aceitunas marinadas y quesos variados si insistían en tener sus labios conectados.

~FAH~

Después de cenar, caminaron de regreso al coche de Bella tomados de la mano.

Hasta ahora, toda la vida romántica de Bella había tenido muy poco romance. La mayoría de sus encuentros amorosos eran demasiado breves. Una conexión que se despertaba entre ella y un compañero de clase, compañero de trabajo, un tipo en el club. Quizás tuvieron varias conversaciones. Un chico en el colegio universitario al que ella había asistido por un tiempo le había traído una porción de pizza en el pequeño comedor del campus. Mayormente resultaba ser por el sexo, una conexión ardiente que terminaba ni bien la atracción inicial se apagaba.

Lo que fuera que había entre ella y Edward estaba sacado de una comedia romántica cursi. La inversión de roles era novedosa, Edward era el peculiar y Bella la más experimentada.

Ella lo observó mientras caminaban, él mirando alrededor con esa expresión que a veces tenía como si todo alrededor de ellos era algo nuevo. Había tanto que ella quería mostrarle, experimentar con él. Sexo, sí. Ella quería ser la que le mostrara lo bueno que podía ser compartir su cuerpo con otra persona, y sospechaba que el sexo con Edward sería algo nuevo para ella también, algo más. Pero más allá del sexo, ella solo quería ser quien lo viera descubrir todos los secretos que conocía, los lugares de Seattle que eran realmente especiales, los programas y las películas en los que ella podía perderse. Quería compartir todas esas cosas con él.

Sí. Cosas cursis. Su vida jamás había pertenecido a las películas. Había algo que iba a salir mal.

—¿Estás bien?

Bella levantó la mirada hacia Edward y sonrió.

—Discuto con las voces en mi cabeza.

Él frunció el ceño.

—¿Hay voces en tu cabeza?

Ella tuvo que reír.

—Hablando figuradamente.

—Oh. Cierto. Sí. —Se aclaró la garganta—. ¿Sobre qué están discutiendo?

Ella lo detuvo, pero no lo miró. En cambio, jugó con sus dedos.

—¿Cómo saliste del sistema así? —preguntó, su voz un susurro—. ¿Cómo eres... una luz?

—Luz. —Rodeó su cintura con un brazo—. ¿Soy una luz?

—Sí. Luz es la manera perfecta para describirte. —Lo miró, su sonrisa triste mientras estiraba una mano hacia él. Su caricia fue tentativa mientras trazaba la marcada línea de su mandíbula, deslizando su pulgar por su labio—. Está en tus ojos. A veces te miro, y creo que puedo ver todo el universo en tus ojos. Y otras veces, eres tan feliz con las cosas más simples. —Parándose de puntitas de pie, lo besó—. A veces, me cuesta creer que eres real.

Él tomó su mano y presionó su palma contra sus labios, besándola allí. Entonces, presionó su palma contra su pecho. Ella podía sentir sus latidos.

—Soy real.

Diablos, él era intenso.

—Tiene que haber algo malo contigo.

La esquina de su boca se curvó brevemente hacia abajo.

—Bueno, estoy desempleado y sin rumbo.

—¿Sabes? Me dicen que eso debería ser algo muy importante, y aún así... —Chasqueó su lengua y se rio, jalando de su mano—. ¿Quieres venir? Por razones estrictamente nerds. Quiero someterte ya sea a Supernatural o Los Expedientes Secretos X. Prometo tener mis manos quietas. —Deslizando sus manos hacia abajo, sujetó por un momento su trasero—. Mayormente.

~FAH~

—Muy bien. —Bella se sentó en el sofá de piernas cruzadas, mirando a Edward—. Ahora, esta es una decisión difícil e importante para tu siguiente experiencia. Primero, tienes a Los Expedientes Secretos X. Es un clásico. Es de misterio. Fue revolucionario en su tiempo. Además, santo cielo, Gillian Anderson y David Duchovny. ¿Quién no querría estar en medio de ese sándwich? Gillian es mi primer amor platónico femenino. También va a volver este año, así que es emocionante.

»—Por el otro lado, tenemos a Supernatural. También de misterio. Me doy cuenta que no es algo que te atraiga, pero diablos, estos chicos son hermosos. Además, Mark Sheppard. No tan hermoso, pero es Mark Sheppard. Badger de Firefly. Supernatural es una especie de Expediente X, si me lo preguntas. Nadie mira ese maldito programa, y aún así comenzará una onceava temporada. Estoy muy segura que alguien le vendió el alma al diablo. —Ella chasqueó la lengua, sacudiendo la cabeza con fingida reprobación.

—Como sea —dijo ella—. En serio, la decisión se reduce a alienígenas o ángeles.

Él se sobresaltó y se atragantó con su bebida.

—¿Alienígenas o qué? —preguntó entre la tos.

—Ángeles. —Ella frotó su espalda—. Pero no es algo religioso. No en verdad. No creo que uno se de cuenta hasta la cuarta temporada, pero Supernatural es básicamente una fanficción de la Biblia. Los ángeles son imbéciles.

Él parecía encontrar eso gracioso.

—Mi curiosidad se despertó. Supernatural, entonces.

—Yupi. —Aplaudió, entusiasmada. Se estiró en busca del control remoto y casi se cayó del sofá en sorpresa cuando alguien tocó la puerta con gusto.

Bella y Edward se pusieron de pie. Ella caminó hacia la puerta y la abrió. Jasper entró rápidamente.

—¿Has visto a Peter?

Tomada por sorpresa, Bella lo sujetó del brazo para detener sus movimientos frenéticos.

—¿Estás...? Por Dios, Jasper, tu nariz.

Él se zafó de su agarre con impaciencia.

—¿Has visto a mi hermano?

—¿Hay sangre cayendo de tu nariz y quieres que me importe Peter ahora mismo? ¿Qué demonios pasó?

—¡Peter! —Jasper sacudió la cabeza, irritado.

—No le agrado a tu hermano. Nunca le he agradado. ¿Por qué diablos vería a Peter?

Jasper gruñó y se sentó pesadamente en el sofá.

—Diablos, estoy mareado. —Se frotó la cabeza—. Él estaba con James. Creí que irían a la tienda. A tu tienda.

—Yo no estuve en mi tienda hoy. Espera. Déjame mirarte. —Ella llevó la mano cuidadosamente a su frente, apartando su cabello para mirarlo a los ojos—. Cielos, Jasper. De verdad necesitas ir al hospital. ¿Por qué te golpeó Peter?

Él resopló.

—Porque es un imbécil. —Hizo una mueca cuando Bella giró su rostro. Había otro moretón en su mandíbula—. Se está involucrando cada vez más, Bells.

Bella miró a Edward.

—Lo siento. ¿Crees que puedes ayudarme a meterlo en el coche? Te dejaré en casa de camino al hospital.

Edward no respondió de inmediato. La estudió, y ella creía con seguridad que él iba a insistir en quedarse con ella. En cambio, asintió.

—Está bien.

Él dio un paso hacia Jasper.

—¿Puedo? —dijo, extendiendo ambas manos.

Jasper enarcó una ceja, mirándolo de manera inquisitiva.

—Él hace una cosa. Acupresión. Te hará sentir mejor, aunque aún así te llevaré al hospital. Probablemente tengas una contusión.

—Está bien, está bien, doctora Bella.

Bella se movió a un lado, y Edward presionó sus dedos contra las sienes de Jasper. Jasper jadeó.

—Oh. Sí. Vaya. Eso se siente mucho mejor.

—Pero aún necesitas ir al doctor —dijo Edward.

—Sí, sí, sí.

—Gracias —dijo Bella, besando a Edward—. Y gracias por estar bien con esto. Realmente lo siento.

Él parecía preocupado, pero asintió.

—Por supuesto, Bella —dijo él mientras se movía para ayudar a Jasper a ponerse de pie.

—Estoy bien, amigo. Quiero decir. Puedo caminar —dijo Jasper. Él dio un paso como si diera una demostración y se tambaleó un poco.

—Estoy seguro que eres capaz de caminar —dijo Edward, su tono seco—. Sin embargo, si deberías o no es cuestionable. —Rodeó los hombros de Jasper con un brazo, permitiéndole caminar con apoyo.

Sacudiendo la cabeza, Bella los siguió hacia el coche. Solo otro día en su loca vida.