Se podía ver a un rubio caminar de aquí para allá, desesperado por saber de su esposa e hija el nombre del rubio era Keith Harcourt quien caminaba de uno a otro extremo del gran pasillo. Estaba impaciente, quería sostener a esa cosita producto de su amor con su amada Collete.

En ese momento una de las criadas salió a su encuentro trayendo entre sus brazos un pequeño bulto envuelto en una manta, se acerca a él y se lo entrega.

— Es una niña — la mujer de cabellos oscuros y ojos cafés hablo claro mientras el rubio tiraba un poco las mantas descubriendo a una pequeña rubia de piel clara y suave — es muy bonita — termino de decir.

— Es igual a Collete — dijo un sonriente Keith sin quitar los ojos de la bebe de pronto levanto la cabeza — por cierto como esta ella? — miro a la mujer.

La cual ante la pregunta bajo la cabeza con tristeza. El también bajo la cabeza con tristeza y abrazo a la pequeña contra si con fuerza.

Sabia lo que significaba.

Despues de la muerte de su esposa el rubio se dedicó únicamente a su hija el único lazo que lo mantenía aun despues de la muerte con collete su hija Nadja, pero entonces todo cambio demasiado rápido ni el mismo se dio cuenta en que momento empezó a mirarla de otro modo.

Que habia cambiado entre ellos?

— Padre ¿se te apetece algo de comer? — pregunto con doble intención, acercándose al rostro de su padre traviesamente, fingiendo inocencia coloco la mano sobre una pierna de su padre.

Nadie podía negar que Keith poseía un toque único y sensual por eso todas las señoras del país deseaban ocupar ese lugar que Collete dejo. Pero Nadja era egoísta y por eso no dejaría que esas se acercaran a su padre era suyo de nadie más.

Keith le sonrió travieso antes de tomarla por la cintura — si digo que si me lo daras? — se enderezo sobre el sillón.

Dentro de la mansión, en una de las habitaciones un rubio la observaba silentemente que desde allí pudo apreciar por la abierta de aquel cuarto con sus profundos ojos azules mientras sus cabellos dotados se agitaban por brisa con suavidad.

— Oh, nadja ¿qué me hiciste? — expreso en esa vacía habitación, sus ojos se ensombrecieron de pronto, se dio la vuelta quedando de espaldas en la fría pared hecho la cabeza para atrás apoyándola en el firmeza de esta — mi querida Nadja — nuevamente lo hizo como si con eso ella vendría a el.

Entonces como cámara lenta, la preciosa Nadja se había volteado en dirección en la ventana, ella le sonreía como invitándolo a venir hasta ella.

Keith no espero más, salió con prisa fura de mansión, llego al jardín. Y esa noche con mirada insinuante y palabras provocativas llego a algo más que solo padre y hija.

Escucharon el toque en la puerta por lo cual tuvieron que separarse, Nadja se alejó de su padre parándose a su lado.

— Pase — dijo y una de las criadas de la casa entro asomando la cabeza con timidez — dime Rose — pidió serio.

Rosemary se acercó — el joven Fabiani vino a verla señorita Nadja.

— Dile que en un momento voy — la sirvienta asintió y se retiró de allí, Nadja espero un momento antes de ponerse caminar hacia la puerta, pero fue jalada por su padre quedando a hojarascas sobre el — que pasa — sintió un apretón en su espalda.

— Eres consiente de a quien le perteneces no?

Le recordo, provocando la risa burlona de su hija, lo cual lo sorprendió.

— Yo no soy de nadie Keith — se separó del agarrare con ayuda de sus manos — si me disculpas voy a ir a ver a mi prometido — salió, dejando solo a el rubio.

¿Prometido? ¿Esposo? ¿cual era la diferencia? naruko se casaría en unos días maldito el día en él se quedó en bancarrota fue por esa razón que comprometió a su hija con el hijo de la familia más importante. Y al cual Keith odiaba.

Mañana tenia que asistir a una boda para celebrar el compromiso de su prima.

El también jugaría sucio y que mejor que tener puesto una mascara de ser el buen padre. Porque solo era eso una mascara.

Sólo había una manera de tenerla, así que ideó un plan y creia que funcionaría.

El día de la fiesta de compromiso de su hija llego, contrato a los mejores especialistas en decoraciones quería que todo se viera hermoso y cálido.

¿La razón?. Cuando más hermoso más pronto su plan acabaría.

Compro el mejor vestido para esa noche y según los gustos de su hija, uno bastante provocativo y un color que según resaltaba con los ojos de ella, azul zafiro.

No había hecho una mala elección ni mal escogido ya que pronto las miradas de todos invitados estuvieron puestas en ella. Realmente Nadja Harcourt era hermosa nadie se atrevía a negarlo.

Además de no ser la hija de una de las familias más importantes y ricas del pueblo de Londres.

Con su mirada azul ve como leonardo cardinale el hijo menor de la familia Fabiani camina en dirección a ella, la invita a bailar y ella acepta, como ve también que ella le echa una mirada para ver como esta.

— Solo un poco más, solo un poco más — se repetía mentalmente Keith, viendo a la rubia bailar la melodía de la primavera con el fabiani — solo un poco más — repitió una vez más.

En el baile debes en cuando evitada mirar en dirección a su hija.

— Me permite — sin pensarlo saca a una mujer de cabellos negros y ojos rojos a bailar junto a el, cosa que no pareció agradar a la rubia.

La melodia termino y todos fueron a tomarse un poco de vino.

El rubio se dirigió a donde ella estaba y aprovechando su distracción, con descaro la abrazo de la cintura.

— Te divierte — pregunto y ella le miro cueiosa sabiendo cual sería la repuesta de su progenitor. Gruño y respondo — verme sufrir

— Celoso padre — indago con sorna.

— Si, me pone celoso el hecho que estes con alguien que no esa yo — contesto, haciendo que una sonrisa se asomara por los labios de naruko.

Reconocía que Nadja era una serpiente que con su dulce veneno lo iba matando lenta y placenteramente y el dejaba que así fuese, pero ya no más.

Se separó bruscamente de él — Detente, no sigas — ordeno en voz baja no quiso ser escuchada por los ahí presentes.

Él sonrió complacido ofreció su mano para que ella la tome.

— Vienes conmigo? — dijo con voz insinuante.

— A donde? — Pregunto mirándolo de reojo si embargo era un secreto.

Luego se dio la media vuelta siendo seguido por su menor.

A la mañana siguiente, todos en el pueblo estaban preocupados la hija de una de las familia más ricas del pueblo había desaparecido misteriosamente, la noticia se corrió por todos lados algunos temían que sus hijos tuvieran la misma suerte.

— Como se siente señor Harcourt? — pregunto un peliblanco, el nombrado lo miro con dolor fingido — no se preocupe la encontraremos — el hombre se levantó y luego se marchó de la casa.

El rubio espero a que los hombres se hubiesen marchado, para levantarse de su elegante sello se acercó a su estante de libros y saco uno al hacerlo el estante se dividió abriéndose mostrando una escalera secreta. Keith entro y el así como el estante se habría se cerró, camino por las escaleras que se dirigían para abajo.

Se giró rumbo a una de las habitaciones, paso encontrándose a la más hermosa de imagen, Nadja dormía plácidamente su cuerpo no estaba cubierto por finas sábanas blancas.

Y ahora completamente despierta.

— Mi pequeña ya despertó — pregunto sínico Keith acercándose a la cama. Una vez que estuvo, quiso acariciar el rostro de Nadja pero esta ladeo el rostro rechazando su caricia.

— A donde me trajiste — interrogo al no sentir su cuerpo un poco pesado.

— Es un lugar que no conoces y es todo lo que necesitas saber — respondió este acercándose, toco con su dedo el pecho de la rubia la cual gimió —

Cantarella alguna vez escuchaste hablar de ella?

— Ya veo. Buenas noches te veo mañana — se despidió para luego retirarse.

Nadja espero hasta que la droga se le fuera lo cual demoraría hasta mañana así que sin más se durmió.

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— Eh aguantado todo, pero ya me canse de tus juegos — fue despojada del resto de su ropa hasta quedar desnuda ante mirada de su padre.

Gimió al sentir la lengua de su padre sobre uno de sus pezones, comienza a suplicar en sollozos.

— Yamete! — decía volviendo a sentir los efectos de la Cantarella sobre ella por cual se dejaba hacer por Keith quien mira con ojos brillantes.

— Te consideras débil Nadja? — pregunta al tiempo que desabotonada su camisa — vamos di algo quiero saber.

Beso su espalda y ella se sintió morir no quería escuchar esas palabras su corazón deseaba que el pronunciara sus sentimientos más allá del deseo y la lujuria.

Rozo la húmeda entrada con su miembro, entro en ella en una embistiendola haciendo que ella gimiera y su espalda se arqueara. Nadja se aferró a la espalda del rubio quedando su cabeza hundida en su cuello, cosa que excito aún más al rubio y su deseo por poseerla una y otra vez fue más fuerte.

Sin salir de su interior dejándola a cuatro haciendo las embestidas más fuertes.

Momentos más tarde Keith estaba sentado en el piso en un rincón de la habitación, se habita puesto los pantalones, su camisa estaba casi abotonada solo dos botones faltaban... su mirada era ensombrecida.

Nadja estaba sentada, sobre la cama dándole la espalda a su rubio padre, tenía la parte de delante de su cuerpo tapado con las sabanas, solo su espalda estaba al descubierto, el ambiente era realmente deprimente.

Sale del cuarto sin decir nada, mejor asi ya que para naruko una disculpa no era suficiente sin duda Keith lo pagaría.

En la noche Keith entro al cuarto se acercó a la cama acaricio los cabellos rubios y se acercó para olerlos realmente un dulce aroma de flores.

Encantador muy encantador

— Padre — Nadja se despertó de su suelo, de inmediato él se alejó, pudo ver desde lo que le hizo a ese hermoso cuerpo — que sucede padre? — pregunto Nadja y se sentó en la cama, correspondiendo al abrazo y Keith solo lloro.

— Lo siento, deberás lo lamento, mi amor — la abrazo, esas palabras sobresaltaron a naruko que solto unas cuantas lagrimas — pero te amo como no tienes idea.

— Ya paso, ya paso.

Aprovechando eso la rubia, saco debajo de las almoadas una daga y con una sonrisa macabra pronuncio esasdulcespalabras.