La mansión de Roswaal L. Mathers.

Emilia se detuvo en seco, su expresión pasó de la alegría a la confusión en un abrir y cerrar de ojos. Sus ojos me miraban con desconcierto, como si mis palabras fueran una afrenta personal. Después de todo lo que hemos vivido juntos, mencionar la existencia de otro mundo debe resultarle completamente irreal. Puede que crea que estoy tratando de ocultarle algo o que simplemente estoy inventando una historia descabellada.

Sin embargo, eso no es lo más importante para mí en este momento. Lo crucial es que Satella, la bruja, no arrebató mi corazón cuando pronuncié esas palabras. Si esto funciona, podré demostrarle a Emilia y, posteriormente, a Roswaal la veracidad de mis palabras. Una vez que Puck despierte, tendré una confirmación adicional, además de contar con mi celular. Y aunque no me había percatado, en el fondo de mi bolsillo están mis auriculares.

—No es mentira lo que digo —desbloqueo el teléfono y le muestro la foto—. Mira, aquí puedes ver lo que hizo.

Emilia sin decir nada mira la foto, en esta puede verse a sí misma. La calidad de mi teléfono es bastante alta así que se veía increíblemente bien.

—Esto... —Emilia no me dirige la mirada, en cambio sigue viendo su foto— Esto lo puede hacer un metía, no significa nada.

—¿Un metía? ¿Qué es eso? —empiezo a molestarme— ¿Cómo puedes probar si es un metía o no.?

La mirada de Emilia se clavó en mis ojos, su brillo se desvaneció y una sombra de decepción se apoderó de ella. Es evidente que sospecha que estoy eludiendo la verdad o intentando engañarla de alguna manera. Sus pensamientos parecen llenos de desconfianza.

—Si le inserto maná y reacciona —murmura en voz baja, mientras comienza a canalizar maná a través de sus manos. Una pequeña luz azulada emerge, iluminando su expresión expectante.

No puedo negar que también siento curiosidad por la reacción de mi celular, aunque el temor de dañarlo me carcome por dentro.

—Un momento, reaccio... —Emilia interrumpe su frase, su rostro se llena de sorpresa al notar la falta de respuesta— ¿No reacciona?

Emilia continúa infundiendo maná en el dispositivo una y otra vez, pero no hay ninguna señal de vida. Viendo que su esfuerzo no se detiene, decido tocar su hombro para llamar su atención.

—Emilia, no va a reaccionar. Este dispositivo tampoco pertenece a este mundo —le comunico con seriedad, esperando que ella pueda aceptar la verdad.

—¡Eso es imposible! —exclama Emilia, su voz rebosante de incredulidad y frustración. Sus ojos me perforan con intensidad, como si cada revelación me doliera y me acusara de ocultar algo. Conozco bien la delicadeza de Emilia en lo que respecta a las mentiras, y cada palabra que pronuncio parece aumentar su desazón.

En ese momento, Ram abre la ventana de enfrente y asoma la cabeza, observando la escena con una expresión enojada. La brisa suave parece formarse a su voluntad, creando un aura de tensión en el aire.

—¿Pasa algo? —Ram saca su mano y comienza a generar un remolino de viento— ¿Este despreciable hombre te está haciendo algo?

Sin perder tiempo, levanto mis manos en un gesto de rendición. No sé cómo reaccionará Ram ante esta situación, por lo que es mejor no correr riesgos innecesarios.

Miro a Emilia, esperando que tome mi defensa y aclare el malentendido.

—No, no es eso —responde Emilia, tratando de calmar su expresión —Es solo que... ¡Ah, sí! Marco acaba de hacer un chiste muy divertido, jajaja.

Emilia intenta, de manera desastrosa, aligerar la tensión en el ambiente. Aunque su sonrisa forzada todavía refleja su decepción, también muestra una gran confusión. Comprender y aceptar algo tan extraordinario como esta situación no es tarea fácil, sin importar cuántas pruebas se le presenten.

Ram cierra la ventana de golpe, y el silencio se apodera rápidamente de la estancia, dejando una atmósfera cargada de incertidumbre.

—No te estoy mintiendo. No sé cómo leer o escribir, ¿Es imposible para alguien como yo conseguir un dispositivo de esa forma cierto.?

—Eso es...

—Mira, tengo más pruebas.

Intento tomar el teléfono, pero Emilia me detiene suavemente. Ella me lo devuelve y se cambia a la otra silla del carruaje.

—Será mejor que hablemos cuando Puck esté despierto. Entiendo que estás siendo honesto, pero, siendo sincera, también estoy exhausta. Puck tiene la habilidad de percibir las mentiras, así que nos ayudará a aclarar todo, ¿de acuerdo?

Emilia me mira con una mezcla de decepción y fatiga. Quizás está cansada de lidiar con todo lo que ha ocurrido, y elegí un mal momento para revelarle la verdad.

Sin embargo, no me siento triste por ello. Al contrario, ahora que tengo esa carta de presentación, puedo comenzar a poner en marcha mi verdadero plan.

Me acomodo en el asiento mientras le deseo buenas noches a Emilia. Mientras contemplo el techo del carruaje, no puedo evitar pensar en lo que voy a hacer con Roswaal.

Hasta ahora, lo más significativo que tengo a mi favor es el hecho de haber salvado a Emilia. Sin embargo, ese no es el verdadero problema en juego.

Recuerdo que en este arco de la historia, Rem intentará matarme debido a mi olor. Como hace mucho tiempo que leí esta parte, necesitaré volver a leerla, aunque lamentablemente no puedo hacerlo en el carruaje debido al movimiento constante.

No quiero agotar la batería del teléfono innecesariamente. Después de todo, todavía me queda un noventa y seis por ciento de carga.

¿Debería seguir el mismo camino que el protagonista de la novela? No es una mala idea. Como mediación inicial, podría ser perfecto. Sin embargo, lo que no quiero es que eso limite mis acciones. Después de todo, no aspiro a ser solo un sirviente.

Ahora que me encuentro aquí, tengo muchas metas en mente. Para lograrlas, necesitaré hacer uso de los recursos de mi propio mundo. Supongo que tendré que aprovechar mi petición a mi favor. En lugar de simplemente convertirme en un sirviente, deseo pedirle a Roswaal que...

El sueño me envuelve, y mi cuerpo, exhausto por los eventos recientes, se rinde ante el agotamiento en el interior del carruaje.

El carruaje se detiene de lentamente. Mi cuerpo que antes pesaba se siente ligero como una pluma. No me siento mal, en cambio, siento que tengo muchas posibilidades. Me siento capaz ahora que no debo tener miedo de ser perseguido por todo el planeta.

Sinceramente, es la mejor noche que he tenido en años.

Abro mis ojos y soy recibido por el tapiz del carruaje, un estampado en tonos rojos con delicadas franjas doradas. Es un tapiz de una elegancia exquisita que no pude apreciar detenidamente antes, probablemente debido a la hora tardía y al agotamiento que me embargaba.

Estiro mi cuerpo, sintiendo cómo cada uno de mis miembros se relaja y se despierta. Me doy cuenta de que estoy completo y sano, y una oleada de gratitud me invade al pensar en el peligro que dejé atrás en la Tierra.

Dirijo mi mirada hacia Emilia, que aún duerme plácidamente boca arriba. A pesar de la estrechez del espacio dentro del carruaje, su rostro no parece reflejar incomodidad alguna.

Me levanto y me acerco hacia ella. Me gustaría verla dormir más tiempo para pensar las cosas pero necesito que ella me ayude. Levemente toco su hombro y le empiezo a dar pequeños empujones.

—Emilia, Emilia —la sacudo lentamente—. Ya llegamos, despierta.

Intento no gritar para que no se despierte por la sorpresa.

Emilia lentamente empieza a moverse, primero gruñe de forma extraña y luego pone sus manos en sus ojos.

—¿Ya llegamos? —Emilia lentamente se frota los ojos. Ella cambia de posición lentamente, sentándose y estirando su cuerpo.

—No estoy seguro, pero la carroza lleva detenida unos minutos.

La carroza se abre de par en par, permitiendo que la luz del sol entre sin pedir permiso y se derrame sobre nosotros. Por un instante, cierro los ojos para protegerlos de la intensidad, pero rápidamente me adapto a su resplandor. Cuando finalmente puedo ver claramente, es entonces cuando tengo mi primer encuentro con aquella persona.

Es Rem, asomándose por la puerta del carruaje. Su presencia irradia una delicadeza que parece sacada de un cuento de hadas. Como una muñeca de porcelana bañada por un haz de luz radiante, su figura se destaca en medio de la luminosidad. Su piel pálida y suave resalta en contraste con el vestido negro de sirvienta que viste con elegancia. Su cabello azul, tan intenso como el cielo despejado, ondea graciosamente al compás del viento, y sus ojos azules, brillantes como zafiros, capturan la esencia misma de la pureza y la profundidad.

A pesar de la incomodidad de la situación en la que nos encontramos, su belleza es absolutamente cautivadora, haciendo que mi corazón se acelere con solo mirarla.

—Es un placer recibirlos. Señorita Emilia, invitado. —Rem se inclina ante nosotros de forma cortés.

—Buenos días Rem —Emilia aún dormitada mira hacia Rem.

Esta extiende la mano y ayuda a Emilia a bajar. Yo, por mi parte bajo detrás de Emilia.

Descendí de la carroza. El aire fresco y perfumado acaricia mi rostro mientras me encuentro parado frente a la majestuosa mansión de Roswaal L. Mathers. La hierba verde y exuberante se extiende hasta donde alcanza la vista, acariciada por una brisa suave que parece bailar entre las hojas de los árboles. El campo que rodea la mansión es un verdadero deleite para los sentidos, una muestra impecable del amor y la dedicación puestos en el cuidado de la tierra.

Sin embargo, mi atención es rápidamente captada por la imponente presencia de la mansión que se alza frente a mí. Su belleza es casi hipnótica, desde las torres que se elevaban hacia el cielo, hasta las ventanas con arcos apuntados y las puertas de madera tallada a mano. Cada detalle de la construcción parecía haber sido diseñado con una precisión y una elegancia insuperables.

El tamaño de la mansión es impresionante, una demostración de la grandeza y la opulencia del propietario. La magnificencia del edificio se extiende a lo largo y ancho de la propiedad, envolviéndome en una atmósfera de encanto y misterio.

La luz del sol resalta aún más los detalles de la mansión, lo que me permitía apreciar cada sombra y cada relieve de la estructura. Era una vista impresionante que dejaba claro que la mansión de Roswaal L. Mathers no era solo una simple casa, sino una obra maestra del arte y la arquitectura.

Hacer esto, debió tomar mucho esfuerzo y tiempo. Estoy impresionado, es muy diferente cuando estas presenciando algo así. Mientras miro la mansión casi con la boca afuera. Un impulso me vuelve a la realidad.

Emilia y Rem me miraban fijamente, como si estuviesen sorprendidas por mi reacción.

Aclaro mi garganta rápidamente, me quede demasiado tiempo viéndolo.

—Lo siento, es la primera vez que veo algo así —doy una leve sonrisa incomoda—. Me disculpo por mi descortesía.

Emilia no parecía reaccionar, más que todo su mirada está viendo a la esencia del sueño mismo. En cambio Rem.

El aire se vuelve tenso cuando los ojos filosos de Rem se clavan en mí, como si pudiera leer mi verdadera naturaleza con solo una mirada.

Eso me lo confirma, tengo también el miasma de la bruja.

Pero no me dejo intimidar por su fría actitud y mantengo una postura respetuosa mientras me presento. Con una leve inclinación, rompo el silencio y pronuncio mi nombre con claridad y firmeza

—Mucho gusto, soy Marco Luz —sigo en mi reverencia—. Gracias por recibirnos hoy.

Rem, por su parte, responde con una reverencia de protocolo, demostrando su dominio del etiqueta y su habilidad para ocultar cualquier rastro de emoción en su rostro. Su postura impecable y su gesto controlado revelan la disciplina y la rigidez que caracterizan su papel como sirvienta de la mansión.

—Rem, soy sirvienta de la mansión del amo Roswaal L. Mather.

Aunque su expresión no revela mucho, puedo percibir una tensión palpable en el ambiente. La presencia de mi miasma de bruja no pasa desapercibida para Rem, y puedo sentir que nuestra interacción estará cargada de desconfianza y cautela. Sin embargo, estoy determinado a mantenerme cortés y respetuoso en todo momento, buscando establecer una relación de confianza y cooperación en este nuevo entorno.

Inmediatamente después de que Rem hace su saludo, Puck emerge del cabello de Emilia con una pequeña y somnolienta aparición. Sus ojos parpadean lentamente mientras se frota los ojos con sus diminutas manos.

—Buenos días —dice Puck con su característico tono juguetón pero adormilado.

Me acerco a Puck con curiosidad y le planteo una pregunta que me ha intrigado desde hace tiempo.

—Buenos días... Disculpa, ahora que lo pienso —me acerco más a él, buscando comprender su misteriosa naturaleza— ¿Cómo haces para aparecer y salir del cuerpo de Emilia? Si te encuentras dentro de la gema, ¿cómo es que siempre apareces desde su cabello? Eso no tiene sentido.

—Ah, pues, puedo materializarme desde cualquier parte, mira —explica Puck mientras se traslada a la espalda de Emilia— es como un truco.

En un abrir y cerrar de ojos, Puck desaparece de la espalda de Emilia y reaparece instantáneamente en su estómago. A simple vista, parecería que lo atraviesa, pero sería incorrecto decir eso.

Curioso por el efecto que esto produce en Emilia, dirijo mi mirada hacia ella, que continúa en su estado somnoliento. Sin embargo, su mirada trasciende más allá de la realidad, como si estuviera vislumbrando algo en un plano superior.

—¿Se siente algo cuando hace eso? —le pregunto a Emilia, aunque sé que no me está mirando ni prestando atención.

De repente, Emilia despierta de su ensimismamiento y pronuncia un adormilado saludo matutino.

—¿Eh? Ahhh, ¡Buenos días! —exclama mientras bosteza.

Puck y yo nos miramos a los ojos, reconociendo la fatiga que debe sentir Emilia después de usar tanto maná y participar en una batalla. Sin embargo, es algo inevitable en nuestras circunstancias.

Un estallido de risa sincera llena el aire mientras Puck y yo nos reímos sin restricciones ni preocupaciones.

Emilia al vernos empieza a despertar. Pronto, entiende lo que acaba de suceder y su expresión de molestia cambia a una de pena.

—¡No se burlen! —dice Emilia agitando sus brazos—. Se aprovecharon de mí, ¡tontos.!

Nosotros no dejamos de reír, haciéndola molestar más y más pero nos detenemos cuando vemos que es suficiente.

—Eso estuvo divertido —levanto mi puño hacia Puck.

—Hay que repetirlo —sugiere chocando su puño con el mío.

Emilia entonces sonríe, aunque intentamos molestarla de nuevo sonríe sinceramente. Como si estuviese agradecida de vernos a ambos.

—Es bueno ver que se llevan bien —dice Emilia con una sonrisa—. Buenos días a ambos.

Puck y yo nos miramos a los ojos, captando en nuestras miradas la incertidumbre mutua que persiste entre nosotros. A pesar de la camaradería y el trabajo en equipo, hay una sensación latente de que ninguno de los dos revela completamente su verdadera naturaleza. Yo sé que Puck es más de lo que aparenta, con su poderosa presencia y su gran poder. Y Puck, a su vez, intuye que detrás de mi fachada de cordialidad y cortesía, hay algo más, secretos y motivaciones ocultas.

Pero esta tregua es por Emilia. Mientras no me pase de la raya él tampoco lo hará.

—Bueno, cuando se trata de molestarte sin duda hacemos buen equipo —bromea Puck—. Buenos días Lia, me gusta tu sonrisa.

Emilia le sonríe de nuevo a Puck, este se pone del lado de ella y dirige su mirada hacia mí.

—Gracias Marco, cumpliste con cuidarla cuando no estuvo y te estoy agradecido por ello —Puck me mira con una sonrisa—. Si hay algo que puedo hacer por ti, entonces dímelo.

No puedo desaprovechar esas palabras, ahora mismo no tengo nada útil que le pueda pedir así que mejor esperar a que se me ocurra algo.

—Déjame pensarlo, no siempre un espíritu te debe un favor. De hecho, es la primera vez que interactúo con un espíritu —le giñó el ojo.

Puck me ve satisfecho, como si aunque no pueda confiar al cien por ciento en vi, viera otra aura.

—Está bien, cuando sepas que quieres me lo puedes decir —Puck se esconde del cabello de Emilia.

Rem nos estaba observando en silencio durante todo el tiempo, y finalmente decide intervenir:

—El señor Roswaal está esperando para que todos desayunen —le dice Rem a Emilia.

—Sí, vamos con Roswaal —Emilia cambia su expresión y me dirige la mirada— ¿Estás list...?

Emilia me mira directamente, pero mi atención está completamente enfocada en mi destino. Mientras contemplo la majestuosidad de la mansión, puedo sentir una poderosa determinación crecer dentro de mí. Me invade un ansia inquebrantable de conquistar este mundo, de sobrevivir y transformar todo a mi alrededor. No siento desconfianza, sino una confianza inquebrantable en mi capacidad para enfrentar lo que está por venir.

Mis ojos brillan con determinación mientras respondo a Emilia:

—Estoy más que listo. No hay nada que me detenga ahora.

Mi voz resuena con una firmeza que refleja mi determinación y mi resolución de enfrentar cualquier desafío que se presente. Camino junto a Emilia hacia la mansión, dejando atrás la incertidumbre y abrazando la promesa de un futuro lleno de aventuras y cambios profundos.

Ven con todo, yo Marco Luz, te demostraré de que estoy hecho.