El Mundo que me Recibe
Abro los ojos una vez más, mi cuerpo ha adoptado la costumbre de despertarse antes del amanecer, y aunque las pesadillas persisten, estoy volviéndome más resistente a ellas.
Observo por la ventana y contemplo un entorno oscuro y sombrío, dominado por los bosques a lo lejos. Sin embargo, poco a poco, me siento más cómodo en este lugar.
Hoy, como todos los días, debo proseguir con mi entrenamiento mágico. Ha pasado una semana desde que llegué aquí. Aquella noche no ocurrió nada, esperé y esperé, pero nada sucedió.
Cuando fui con Ram a buscar suministros, tampoco encontré rastro alguno de Meili ni de su perro.
Al principio, estaba ansioso, pero los días pasaron rápidamente sin mostrar ningún indicio de peligro. Ahora, me siento más competente en el manejo de la magia.
Mi entrenamiento se centra más en controlar el flujo de maná dentro de mi cuerpo que en utilizar la magia en sí.
Con Puck como mi entrenador, he logrado mejorar mi control sobre mi propio cuerpo y la energía mágica que lo impregna.
A pesar del riesgo de ser atacado por el miasma si me distraigo, he estado practicando la meditación y realizando ejercicios constantes para mantener mi concentración. El flujo de maná en mi interior se ha vuelto más suave y fluido.
Con la ayuda de Puck, he construido un circuito dentro de mí y ahora entiendo cómo funciona el maná y cómo condensar la magia.
Comienzo a formar una teoría sobre la naturaleza de la magia.
Después de cambiarme y tomar una ducha, me dirijo a la cocina para preparar el desayuno para los tres.
Mientras cocino, repaso en mi mente lo que he leído en la novela. Según el relato, Od Laguna es el creador de todos los seres en este mundo y es quien otorga magia y bendiciones divinas a la gente.
Sin embargo, no está claro si Od Laguna es una persona o si posee conciencia. La creación de los diferentes países parece estar predestinada, lo cual resulta extraño desde mi perspectiva, pero a la gente de este mundo no parece importarle.
Existen cuatro países, cada uno asociado a uno de los cuatro espíritus creados por Od Laguna. Supongo que hay algo más profundo en esa conexión, algo que todavía no comprendo del todo.
Mi tren de ideas es interrumpido por Rem.
—Veo que ya estás cocinando —dice mientras empieza a barrer la cocina.
—Es un buen día, el clima está frío, así que pienso hacer algo cálido. —Empiezo a pelar la papa que tengo en mis manos.
A pesar de mis esfuerzos, no he logrado hacer mucho progreso en mi relación con Rem.
Aunque Beatrice me ha informado que ya no emito el mismo olor que antes, todavía no he logrado establecer una buena conexión con ella.
Rem ya no es tan hostil como solía ser, pero aún me mira con indiferencia, como si no le importara. A pesar de ello, sigue sin confiar en mí.
Una noche decidí salir a entrenar mi magia. Me alejé lo más posible de la mansión para poder concentrarme, aunque asegurándome de no ir a ningún lugar sospechoso, simplemente me dirigí al patio.
Sin embargo, cuando me di cuenta, había un vaso de agua junto a mí. Fue un gesto amable por parte de Rem, pero a mi parecer, también fue una advertencia sutil para recordarme que ella siempre está vigilándome.
—¿Quieres el huevo duro o blando? —miro a Rem con una sonrisa.
Aunque ella aún me considera un enemigo, nunca renunciaré a perseguir lo que deseo: la tranquilidad. Con determinación, finalizo los preparativos del desayuno y coloco los platos cuidadosamente sobre la mesa.
Observo con orgullo lo que he creado: un plato exquisito y sofisticado.
En el centro, destaca un puré de papa elaborado siguiendo la receta de mi tierra natal. He añadido generosas porciones de queso de alta calidad, suavizado con leche y mantequilla para obtener una textura cremosa y sin grumos.
En otra parte del plato, he creado un homelet de huevo sazonado con sal y pimienta, aportando un contraste de sabores y una presentación elegante. Dado que en estas tierras no existe el chocolate, decidí preparar una leche con canela.
Calenté cuidadosamente la mezcla hasta obtener un té aromático y reconfortante, perfecto para las frescas mañanas.
Como guinda del postre, he dispuesto un plato separado de frutas frescas, cortadas en pequeños cubos, proporcionando un toque de frescura y dulzura natural.
—Ja, aunque somos sirvientes, estamos comiendo bien.
Me rio orgulloso al ver tal banquete enfrente de mí.
Roswaal no se queja con lo que hagamos, en cambio, son ellas quienes siempre se quejan de que uso muchas cosas. Ram fue la primera en ceder después de preparar una avena cubana con pan tostado y mermelada.
Simple, pero para ella fue lo que la hizo ceder.
Por otro lado Rem sigue quejándose, pero al ver a su hermana disfrutando la comida no dice nada.
—Roswaal es adinerado, pero eso no significa mucho para él. Sin embargo, si nos alimentamos bien, podemos rendir al máximo.
Ram llega y ambos chocamos los puños, nuestros estómagos rugen de hambre.
—El señor Roswaal es verdaderamente generoso. Él comprende que para dar lo mejor de nosotras, necesitamos una nutrición adecuada. —Ram se sienta y mira el plato con un gran deseo, solo entonces añade—: Por eso, Marco se encarga de cocinar para nosotras.
Rem mira a su hermana con intensidad, probablemente reflexionando sobre cuándo Ram cambió tanto. Pero al final, también empieza a disfrutar de la comida con entusiasmo.
Mientras Ram se dirige a atender a Roswaal, yo me quedo lavando los platos. Aunque es una tarea tediosa, hoy la encuentro satisfactoria.
—No puedo creer que lograste que mi hermana lavara los platos durante una semana —dice Rem con un tono molesto.
—Jeje, fue ella quien hizo la apuesta. Fue una batalla divertida. —La miro con orgullo.
Ella me observa y parece a punto de decir algo, pero luego decide retirarse sin hablar. No puedo seguir así.
Seco mis manos como puedo y agarro su hombro para detenerla.
—¡Rem!
Ella voltea instantáneamente, su mirada no es de sorpresa, sino de disgusto porque la toque.
—¿Qué quieres?
Me detengo por un momento. No puedo evitar sentirme intimidado por ella; después de todo, si cometo un error, es posible que en un arrebato de ira me mate, aunque tenga la palabra de Roswaal.
—He estado viviendo en esta mansión durante una semana ya. Sé que no te agradó y sé que debe haber una razón. —Me inclino ligeramente hacia ella—. Si puedes, me gustaría hablar sobre eso, sea lo que sea. Estoy dispuesto a responder todas tus preguntas con lujo de detalles, en la medida de lo posible.
Quiero liberarme de esta ansiedad que siento en tu presencia.
No necesito caerle bien, no es como si ella me agradara.
De todas formas, ha estado intimidándome durante todo este tiempo.
Lo que quiero es quitar este peso de encima.
Rem parece reflexionar durante unos momentos, su mirada perdida en la distancia mientras me dirige una mirada de evaluación. No puedo evitar preguntarme qué está pasando por su mente en este momento, pero siento que ya es hora de obtener algunas respuestas.
Finalmente, Rem exhala un largo suspiro y esta vez me mira directamente a los ojos.
—En la noche, antes de dormir, iremos al patio a hablar. Allí estaremos tranquilos.
Mientras asiento en señal de acuerdo, no puedo evitar que un pensamiento sarcástico cruce mi mente:
«También me puedes matar tranquilamente».
Claro, aunque en caso de llegar a eso, lucharé con todas mis fuerzas. He estado entrenando más arduamente que nunca, casi tan intensamente como cuando investigaba en mi proyecto.
Estudiar, investigar, debatir y poner en práctica. Mi magia puede no ser la más poderosa, ya que aún no la controlo por completo, pero si pongo todo mi empeño, puedo dar una buena pelea.
—Claro, después de entrenar con Ram, no tengo más actividades programadas.
Ya no necesito estudiar el idioma con ella.
Memoricé la sintaxis en latín con facilidad, ya que las letras se parecen a las del español si lo miro de cierta forma. En el caso de los I-glifos ha sido un poco más complejo, pero usando estrategias de aprendizaje me he concentrado en memorizarlo todo.
Ram ha sido mi mentora en el uso de la magia del viento, y poco a poco he progresado desde crear ráfagas de viento hasta levantar objetos con su fuerza.
Sin embargo, la magia del viento requiere una concentración mucho mayor que la magia del fuego.
Para mí, resulta complicado comprender cómo el maná puede generar viento. Lo que he hecho es imaginar que mi maná reduce la presión en mis manos, permitiendo así crear un vacío que atrae el viento.
Gracias a esto, he logrado levantar objetos y generar ráfagas de viento, aunque aún no he dominado la habilidad de crear cuchillas de viento u otras manifestaciones más sutiles.
Me resulta difícil comprender cómo el viento puede cortar, ya que el aire es simplemente un gas sin la capacidad física para hacerlo. Aunque observo cómo Ram realiza estas proezas, para mí sigue siendo un misterio incomprensible.
Pero la presión, eso es otro cuento.
Dado que mi magia se basa en el entendimiento, me resulta imposible replicar esas habilidades.
Sin embargo, esto no me desanima en absoluto. Si logro controlar el viento de manera precisa y lanzo un objeto a gran velocidad, sin duda causará más que un simple corte.
El día avanza tranquilamente hasta llegar al momento de mi sesión de entrenamiento con Puck. Nos encontramos en el patio de la mansión, donde Emilia está ocupada conversando con los espíritus mientras nosotros nos preparamos para practicar.
A lo largo del tiempo, he tenido muchas conversaciones con Puck, y aunque siempre le muestro mi respeto, siento que hemos forjado una buena relación. Sin embargo, en ocasiones, me asalta la duda de si él comparte esa misma percepción.
Antes de comenzar nuestra práctica, Puck me hace una pregunta que me toma por sorpresa.
—Oye Marco, antes de empezar, ¿podrías decirme cómo lo hiciste?
Lo miro con cierta incredulidad, pero luego noto que su mirada se dirige hacia un punto de la mansión. Giro mi cabeza en esa dirección y veo a Beatrice observándonos desde lejos.
La bonita bibliotecaria se sobresalta al notar que la hemos descubierto y desaparece en un instante.
—Creo que ella necesita una forma de distraerse y ocupar su mente —respondo, para mirarlo a los ojos y añadir—: Por eso he decidido estimular su curiosidad y fomentar su interés por investigar cosas nuevas.
Tal vez le guste o no, pero en momentos de sufrimiento, cualquier distracción puede resultar útil.
En lugar de hablar directamente con ella, simplemente la guío hacia otras actividades y le doy la oportunidad de descubrir y explorar cosas nuevas.
Puck deja de mirar hacia la mansión y comienza a conjurar un hechizo. A diferencia de realizar magia simple, como crear bolas de fuego o de hielo, los hechizos requieren de una serie de pasos y procesos más elaborados.
—Un hechizo es una forma de modificar la magia en este mundo —explica Puck—. Cuanto más estudias y prácticas, más puedes añadir o quitar elementos de tu hechizo, lo que resulta en diferentes efectos.
Mientras observo el hechizo que Puck está a punto de ejecutar, empiezo a comprender lo que está sucediendo. Los hechizos son sistemas complejos que involucran múltiples componentes y etapas que conducen a un proceso final.
Puck está creando un hechizo para crear estacas que, al impactar, congelan una porción del área. El hechizo muestra la forma de la estaca y una fórmula que permite modificar su alcance.
Aunque su escritura es algo desordenada, los hechizos de Puck se ven nítidos y claros, lo que me permite entenderlos mejor.
La magia y el misterio del mundo que me rodea continúan sorprendiéndome, y esta sesión promete ser una experiencia reveladora.
A medida que observo con detenimiento el hechizo que Puck está a punto de ejecutar, noto que se incluye la composición química del agua.
También puedo vislumbrar otros detalles, aunque no los comprendo completamente en este momento. Supongo que se refieren a aspectos como la cantidad de materia y la temperatura.
Estas piezas del rompecabezas mágico se me escapan por ahora, pero estoy decidido a descifrarlas con el tiempo.
Esta revelación me lleva a comprender que la magia en este mundo tiene un fundamento físico.
En cierta medida que escapa a mi comprensión, el maná es capaz de manipular las leyes de la física a su antojo, pero aún debe adherirse a ellas para funcionar. Es como si la magia fuera un cálculo más que un acto mágico en sí.
—¿Qué tendrías que modificar en el hechizo para aumentar su ancho o longitud? —le pregunto a Puck, manteniendo mi atención en la ejecución del hechizo.
Puck considera la pregunta por un momento antes de responder.
—Mmm, como espíritu, simplemente con visualizarlo basta para cambiarlo, pero para los humanos es más complejo, ya que la visualización por sí sola no provoca ese efecto.
Sus palabras indican que la modificación de hechizos es un proceso complicado para los mortales. Solo personas prodigio o con una gran experiencia pueden realizar magias explosivas y similares.
Modificar hechizos puede ser peligroso, ya que un pequeño cambio en un hechizo puede tener efectos impredecibles.
—Es algo peligroso —advierte Puck.
Si, sin duda se oye peligroso.
—Si modificas algo que no es el hechizo, cambiará de forma impredecible. —Puck se pone detrás mío, para darme un ejemplo—. Por ejemplo, si intentas realizar un hechizo de fuego para crear una llama que no sea muy caliente, pero terminas creando una llama explosiva, las consecuencias pueden ser devastadoras.
El simple pensamiento de ello me llena de temor. Sin embargo, sé que necesito comprender mejor estos procesos mágicos si quiero avanzar en mi entrenamiento.
—Puck, ¿puedo intentar modificarlo? —le pregunto, con determinación en mis ojos.
Puck me mira con resignación. Sabe que mi avance en la magia se debe en gran parte a mi conocimiento previo.
Asiento con la mirada y él simplemente me da un pulgar arriba.
—Si mueres, no me culpes —dice Puck con una sonrisa y el pulgar en alto.
—Confío en mi maestro —le guiño un ojo.
Con confianza en mis habilidades y en mi capacidad de aprendizaje, me preparo para intentar modificar el hechizo. Creo que puedo hacerlo, y si tengo éxito, podré hacerlo más eficiente y aerodinámico.
Una estaca no tendría la misma velocidad ni precisión que un proyectil aerodinámico y puntiagudo. El problema con las estacas radica en su forma romboidal, que crea resistencia al avanzar.
Así que, con determinación, le pido a Puck que modifique la forma del hechizo. Quiero transformarlo en una especie de proyectil con una punta cónica suavemente alargada, similar a los cohetes hipersónicos.
Esta nueva forma afilada permitiría que el hechizo atravesara cualquier obstáculo con mayor facilidad y, al mismo tiempo, su diseño aerodinámico garantizaría una velocidad más alta y un control más preciso.
—Continuemos.
Decido que ya no tiene sentido seguir hablando de mi mundo. Ahora que he cambiado su forma física, puedo llevar a cabo una transformación adicional. Puedo modificar su composición química.
Con una sonrisa en mi rostro, puedo ver el potencial de esta nueva creación. Le indico a Puck que siga todos mis pasos al pie de la letra.
Puck asiente con seriedad, listo para presenciar lo que está por ocurrir.
—Borra todo lo del centro del hechizo y reemplázalo por Dióxido de Carbono o CO2.
Aunque Puck no sabe lo que es, puedo ver que la notación química es idéntica a la de mi mundo.
—Esta cantidad la harás de acuerdo con esta fórmula.
Mientras observo el círculo mágico, comienzo a notar cambios en su configuración. Del centro del hechizo, pequeñas bolitas empiezan a surgir y se agrupan para formar un cubo.
Al observar más de cerca, puedo reconocer la estructura atómica del hielo seco.
Estas diminutas esferas representan átomos de dióxido de carbono, que conforman la composición del hielo seco. Su disposición en forma de cubo indica una estructura ordenada y estable.
Es fascinante presenciar cómo la magia puede materializar y manipular la estructura molecular para crear formas específicas.
Con esta nueva configuración, el hechizo adquiere propiedades relacionadas con el hielo seco, como su capacidad para generar temperaturas extremadamente bajas y producir una densa niebla.
La magia se convierte en una manifestación asombrosa de la ciencia y la química, y estoy ansioso por ver el resultado de este experimento.
Este descubrimiento abre un abanico de posibilidades para su uso en combate o en situaciones que requieran un enfriamiento rápido o efectos visuales impactantes.
La magia se convierte en una herramienta cada vez más versátil y sorprendente.
Imaginar aplicar esto a procesos industriales, la posibilidad de construir metías avanzados.
Los elementos se fusionan, y el hechizo comienza a tomar forma. Puck puede que no entienda completamente lo que está sucediendo, pero intuye que no se trata de algo común.
El proyectil ahora está hecho de hielo seco, pero eso no es todo.
—Puck, cambia ahora la estructura del proyectil. Mantendrá la misma forma, pero será hueco por dentro.
Puck me mira confundido, como si le costara entender lo que está ocurriendo.
—Vamos bien, no te distraigas, esta parte es esencial.
—Estoy listo para ver con qué me vas a sorprender ahora —dice Puck con una sonrisa.
—En el fondo del proyectil, comienza a añadir "H3C-HCOH-CH3" con una concentración del 99%.
Aunque ellos no comprendan la estadística, tengo la certeza de que funcionará. Si ya han incorporado conceptos de nuestro mundo en la magia, la estadística no debería ser una excepción.
—¿Estás seguro de que esto no es peligroso? —Puck me mira con sorpresa.
Puck añade todo al hechizo, y este toma forma rápidamente. Ahora es claro y no contiene elementos innecesarios, por lo que parece altamente eficiente.
—Si sale bien, será un hechizo ultra mega peligroso. —Levanto mi puño con determinación—. ¡Dispara!
Puck me mira nervioso y apunta hacia la distancia, hacía unos árboles en las afueras de la mansión.
—¡Ugh! Si lo dices así, me da mal presentimiento. —En contradicción, Puck sonríe—. Aunque no te niego que estoy emocionado. ¡Vamos!
El ambiente se carga de anticipación mientras el hechizo se desarrolla rápidamente. Puck concentra su maná, y el brillo del círculo mágico se intensifica, dando forma a algo extraordinario.
Un cristal gigantesco, con una longitud de un metro y un ancho de treinta centímetros, se materializa frente a nosotros. Es un arma de aspecto legendario, lista para ser desplegada como el ataque final definitivo.
—¿Qué es ese color? ¡Nunca había visto un hielo de ese color y aspecto! —pregunta Puck con asombro.
A diferencia del hielo convencional que conocemos, este hielo emana un brillo excepcionalmente vívido y posee una tonalidad nunca vista.
Un blanco puro y radiante que impregna todo su ser, creando un efecto visual impresionante. Esta nueva creación parece estar lista para desencadenar un poder sorprendente.
Además, el cristal emite un vapor helado que se expande por el entorno, añadiendo un toque de misterio y poder al hechizo.
—Es hielo seco, capaz de bajar su temperatura mucho más que los hielos convencionales. —Sonrío maliciosamente—. Eso no es todo, lo mejor debe estar por venir.
Dentro de la estaca, comienza a crearse un líquido traslúcido, su olor empieza a escapar, un olor fuerte y profundo, muy característico.
—¡Alcohol! ¿¡Hay alcohol dentro!?
Puck solo abre la boca al ver que de la nada se empieza a crear alcohol. Este solo puede añadir más maná mientras sigue tratando de entender.
—Es alcohol isopropílico, un alcohol que causa una reacción muy curiosa a altas purezas
Ahora, nos encontramos al borde de un momento trascendental, listos para disparar este prodigio mágico hacia los árboles distantes y ser testigos del resultado de nuestro esfuerzo y destreza. La tensión en el aire es palpable, como si el universo mismo aguardara el desenlace de nuestra proeza.
—¡Dispara! —exclamo con fervor, liberando toda la energía acumulada en mi ser.
En un instante lleno de misterio y poder, Puck activa el hechizo. Un estruendo ensordecedor estremece el ambiente, resonando como el látigo de un dios invisible.
Súbitamente, una onda de choque me embiste con fuerza, arrojándome hacia atrás mientras intento asimilar la magnitud de lo que está sucediendo.
—¿¡Qué fue eso!? —exclama Puck, desconcertado por el inesperado fenómeno.
Sin apartar la mirada del horizonte, sigo observando con asombro y fascinación cómo el proyectil surca el campo a una velocidad vertiginosa, dejando a su paso una estela de neblina blanca. Ha trascendido los límites del sonido y avanza velozmente hacia los árboles distantes.
—¿Sabes qué sucede cuando se mezcla hielo seco y alcohol isopropílico? —río descontroladamente, levantando los brazos al aire mientras el proyectil se acerca inexorablemente a su objetivo— ¡Presencia el poder del nitrógeno líquido!
En el preciso instante en que grito esas palabras, el proyectil impacta contra el primer árbol, traspasándolo con una fuerza sobrecogedora y provocando un estruendo atronador al hacer contacto con el suelo. Puck, asombrado, observa el suceso, pero lo que sigue supera todas las expectativas.
El cristal, sometido a una presión extrema, estalla en una explosión de energía liberada.
¡BOOM!
Una neblina envuelve el lugar, devorando todos los árboles cercanos en su vorágine. El impacto de la explosión se expande por el entorno, dejando a su paso un silencio sepulcral.
Mi atención se mantiene enfocada en el resultado de nuestro arrojo, mientras aproximadamente diez árboles quedan congelados en su totalidad, inmóviles, presos de una gélida escultura. El poder del nitrógeno líquido ha demostrado su capacidad para congelar y destruir en un solo acto de magia.
—¿¡Qué fue eso!? —La voz de Emilia se alza, impregnada de sorpresa y alarma, acercándose hacia nosotros. Sin embargo, tanto Puck como yo permanecemos absortos en la magnitud de lo que hemos logrado, ignorando momentáneamente su llamado.
El clamor del triunfo aún retumba en el aire, como un eco persistente de nuestra audacia.
—¡JAJAJAJA! ¡Lo hemos logrado! —mi voz resuena con exuberancia, mis ojos fijos en el horizonte, donde se erige el testimonio de nuestro poder.
La niebla, que había envuelto el escenario, se desvanece gradualmente, revelando el escabroso paisaje que hemos forjado. Los árboles, antes símbolos de fortaleza, ahora se alzan inertes, sometidos por su propia rigidez gélida.
La conexión entre Puck y yo se fortalece en ese instante, como un pacto silencioso entre dos seres que comparten un propósito y una visión.
Nuestras miradas se cruzan, transmitiendo comprensión y determinación.
Emilia, desconcertada, se acerca más, consciente de la magnitud del hechizo. Comparte nuestra asombro, sabiendo que el poder manifiesto aquí desafía las expectativas convencionales.
Puck, quien ha sido testigo de innumerables prodigios en su existencia, rompe el silencio, posándose sobre la cabeza de Emilia, como si necesitara un punto de apoyo para procesar lo que ha ocurrido.
—Este hechizo, a diferencia de aquel que empleé contra la chica, no se contenta con cubrir con una gruesa capa de hielo; su alcance es mucho más vasto, su dominio sobre la naturaleza, total —revela Puck, sus palabras causando un impacto sorprendido tanto en Emilia como en mí.
La velocidad con la que el hechizo se cargó contradice las leyes mágicas comunes.
Las miradas de Emilia y Puck convergen en mí, con asombro y cuestionamientos fluyendo en sus ojos.
Ambos comprenden que este tipo de hechizo normalmente requiere una cantidad colosal de maná. Puck, por su parte, puede ejecutarlo, pero la proporción de maná parece desafiar las convenciones mágicas.
O, al menos, eso es lo que sugiero. Tal vez, este sea un arte que nunca han presenciado.
Aunque claro, esto es algo solo posible para Puck, que es un espíritu.
Pero si el puede actuar y usar estos hechizos entonces es una fuerza a considerar.
—Es impresionante. En todos mis años de existencia, nunca había presenciado un hechizo tan organizado de un novato. No imaginaba que pudiera lograrse algo así modificando los componentes mágicos de esa forma —Puck comenta, con un asomo de admiración en su voz, acomodándose sobre la cabeza de Emilia, quien escucha atentamente—. Eres asombroso, Marco. Esta vez no puedo evitar decirlo. Estoy verdaderamente impresionado.
Emilia, con sorpresa y curiosidad reflejadas en su rostro, eleva la mirada hacia Puck. Nunca había escuchado al espíritu elogiar a alguien con tanta efusión.
Intrigada, no puede evitar formular la pregunta que todos tienen en mente:
—¿Cuánto tiempo llevan practicando ese hechizo?
Mi rostro, inmutable, mantiene la seriedad, como si hubiera dominado un arte antiguo con facilidad.
Emilia busca respuestas en mis ojos, buscando una conexión más profunda.
—No solo eres muy inteligente sino que también eres capaz de hace cosas como esta. —Emilia entonces me sonríe—. Si alguien como tu confía en que tengo potencial, entonces también tendré que creerlo.
Las palabras de Emilia resuenan en mi mente, y por un momento, me doy cuenta de que debo ser el faro que ilumine su camino en este mundo.
No me considero particularmente inteligente, quizás un poco por encima del promedio, pero ciertamente no un genio. Sin embargo, si mis acciones y palabras pueden inspirarla y fortalecer su confianza, entonces estaré cumpliendo un propósito valioso.
—Claro, aunque seas todavía una niña, tienes un potencial ilimitado —le aseguro, reconociendo su determinación.
Emilia suelta mis manos y se cruza de brazos, mostrando una expresión de desaprobación infantil.
—¡No soy una niña! —declara con un puchero, como si mis palabras la hubieran ofendido.
—Lo importante es tu mentalidad, Emilia. A mis ojos, todavía eres joven, pero eso no siempre será así. Debes demostrarme que estoy equivocado.
Si puedo impulsarla a cambiar su estado actual, a buscar la mejora y el crecimiento personal, entonces su autoestima también aumentará. Cuando ella misma vea cómo ha evolucionado, estoy seguro de que su confianza en sí misma florecerá.
—Ya eres hermosa tal como eres, solo sigue esforzándote —añado, alzando el pulgar en señal de ánimo.
Emilia gira la cabeza, dándome la espalda y pronunciando un último comentario antes de alejarse a toda velocidad.
—¡Tonto!
Puck me mira, sus ojos brillan con emoción. La noche está a punto de caer, y él se prepara para acompañar a Emilia.
—¿Continuaremos mañana? —pregunta con entusiasmo.
—¡Claro que sí! ¡Tenemos mucho más por explorar y aprender juntos! —exclamo con emoción, puesto que debo seguir estudiando los usos de la magia.
Los ojos de Puck destellan con intensidad, su entusiasmo es genuino, no solo una sonrisa por cortesía.
—Convence a Beatrice de que se una a una de nuestras sesiones. Estoy seguro de que le interesa saber lo que hemos descubierto. —Su mirada viene con cierta preocupación, una sonrisa un tanto incomoda.
Asiento en acuerdo antes de ver a Puck partir en la dirección en la que Emilia se fue.
Ha sido un experimento emocionante y revelador, y estoy ansioso por continuar nuestro camino hacia el conocimiento mágico. A medida que me vuelvo para regresar, una fugaz figura humana se cruza en mi campo de visión, pero no logro identificar quién podría ser.
No obstante, en ese momento, esa persona no es mi preocupación principal.
Con una alegría palpable en el corazón por los significativos avances obtenidos en el arte de la magia, me aventuro por los pasillos de la majestuosa mansión en busca de una puerta en particular.
Durante toda la semana, he dedicado tiempo a visitar a Beatrice, dándole espacio para reflexionar sobre nuestras conversaciones pasadas y permitiéndole plantear preguntas mientras exploramos la nomenclatura y el conocimiento de mi mundo.
Cada vez que tengo una pausa en mis lecciones de magia y combate con Ram, dedico tiempo a interactuar con Beatrice, tratando de establecer una conexión más profunda con ella.
Mi habilidad para encontrar la puerta se ha convertido en una segunda naturaleza para mí, y el ritual de nuestras reuniones se ha vuelto reconfortantemente familiar.
Mientras avanzo por los pasillos, la sensación característica de la puerta se aferra a mí, como si estuviera ansiosa por nuestro encuentro de hoy.
No puedo evitar sonreír ante la idea de lo que nos deparará esta vez.
Al abrir la puerta, me encuentro con una escena que difiere de la típica biblioteca que siempre he conocido.
En lugar de hileras interminables de estantes llenos de libros, una cama circular con una funda de color salmón ocupa el centro del espacio. Sobre la cama, libros flotantes y pergaminos descansan delicadamente, como si estuvieran dispuestos para ser estudiados.
La habitación está imbuida de una cálida luz que parece emanar de los propios libros.
Beatrice está sentada en la cama, completamente absorta en la lectura y en la toma de notas de un libro que flota frente a ella. La concentración en su rostro es palpable, y parece estar completamente ajena a mi entrada.
—Hola, Pucky —comenta con amabilidad mientras que yo me adentro en la habitación.
Beatrice continúa escribiendo en su cuaderno, sin levantar la mirada para ver que no soy Puck.
—Parece que estás ocupada hoy.
Mi intención era sorprenderla, ya que normalmente es Puck quien la visita. Sin embargo, en su inmersión en el trabajo, Beatrice no ha notado que soy yo quien ha entrado en su santuario literario.
«¡Lo logré!» me felicito internamente, viendo que mi pequeño truco para despertar su interés ha funcionado.
Beatrice se ha sumergido de lleno en su tarea y está completamente absorta en la investigación.
Caminando con tranquilidad, me acerco a la cama y me siento en el borde. Solo entonces, Beatrice levanta la mirada, sorprendida al ver que no es Puck, como de costumbre.
Aunque siempre llego a esta hora, hoy parece haberla tomado desprevenida.
—Mi futura ayudante está trabajando duro en ello —comento con una sonrisa cálida, aludiendo al acuerdo que hicimos recientemente.
Beatrice, aún un tanto sorprendida por mi presencia, se endereza en la cama y protesta con un puchero, desviando la mirada.
—¡No digas tonterías! —responde con un tono un tanto desafiante—. El día aún no ha terminado.
Mi estratagema inicial con Beatrice fue plantarle una semilla de curiosidad para atraer su interés.
Cuando vi que comenzaba a dar sus frutos, le propuse un trato: si en una semana no lograba entender lo que le estaba enseñando, accedería a ayudarme a construir algo en el patio de la mansión.
Por eso, aunque respondía a sus preguntas, solía dar respuestas vagas y evasivas, manteniendo su curiosidad en un nivel constante.
—Vaya, quién lo diría. La gran espíritu Beatrice no cumpliendo su promesa. —Lanzo palabras provocativas, y Beatrice da un pequeño sobresalto ante ellas.
Baja la cabeza y murmura en voz baja, mostrando una mezcla de exasperación y resignación:
—Nadie dijo que no lo haría… Supongo —murmura Beatrice con un atisbo de resignación, cruzándose de brazos y mostrando cierta exasperación.
Me acerco a ella como si no hubiera escuchado su comentario anterior y le pido que repita lo que dijo, provocándola aún más.
—¿Qué dijiste? No te escuché bien.
Beatrice, visiblemente molesta, se pone de pie en la cama, enfrentándome con determinación.
—¡Demuéstramelo! Aún no he descubierto todo, pero tengo una hipótesis. ¿Crees que un humano como tú puede ser más inteligente que un espíritu de hecho?
Sus palabras me llenan de inquietud.
Si Beatrice ha llegado realmente a comprender la esencia de lo que le he estado enseñando, podría ser complicado convencerla de dejar este lugar.
Aunque, en el fondo, no tengo intención de sacarla de aquí a la fuerza; solo quiero que tome su propia decisión.
La idea de hacer un contrato con ella no parece tan mala en este momento.
—Está bien, cuéntame tu hipótesis —le respondo con una mezcla de ansiedad y curiosidad.
Beatrice, entonces, lanza su libro de apuntes hacia mí. Lo atrapo en el aire y comienzo a hojearlo, leyendo sus anotaciones con atención.
—Esto es... —mi voz se quiebra involuntariamente. Sus apuntes comenzaron con teorías simples sobre la maquinaria utilizada para moler harina y maíz, pero ahora ha llegado a una conclusión mucho más profunda—. Increíble.
Beatrice ha formulado una hipótesis sobre una máquina capaz de generar fuerza a partir de un material, y su explicación tiene un gran potencial.
Me impresiona cómo ha avanzado en tan poco tiempo, conectando las pistas que le proporcioné. Tal vez los espíritus realmente poseen una inteligencia superior.
Aunque todavía le falta comprender cómo crear esa fuerza, su progreso es sorprendente.
—¡Increíble! —exclamo emocionado y me lanzo hacia ella, pero con una habilidad inesperada, ella esquiva mi intento y termino cayendo en la cama.
Aprovecho la situación y tomo su pierna en un acto juguetón, haciendo que caiga junto a mí.
—¡Ah! —Beatrice cae sentada en la cama, mirándome con enfado por mi acción.
No puedo evitar reír a carcajadas. Mi risa resuena en la habitación, y me divierto como hacía mucho no lo hacía. Este día ha sido un respiro de todo el estrés que suelo experimentar junto a Rem.
—Has llegado casi a la meta, Beatrice.
Ella abre los ojos sorprendida, pero al ver mi sonrisa pícara, su expresión cambia.
—¡Te dije que podía de hecho! —proclama con orgullo, colocando su mano en su pecho y alzando la cabeza con determinación.
La elogio de nuevo, esta vez con un halago sincero.
—No dejes de sonreír, te ves linda cuando sonríes.
Beatrice se ruboriza y brinca ligeramente, tapándose la cara con las manos en una mezcla de sorpresa y timidez.
—¡Que rayos dices de la nada supongo! —Beatrice protesta y arroja un libro hacia mi rostro con descontento.
Lo atrapo antes de que me golpee, pero puedo ver la frustración en sus gestos.
Aunque intenta mantener su actitud serena, sé que en su interior lucha con emociones más profundas. Es doloroso verla atrapada en su propio conflicto emocional, pero entiendo que su trauma no es algo que pueda superarse con facilidad.
Beatrice se levanta de la cama y me mira directamente a los ojos.
—Algo ha ocurrido —me informa con seriedad—. Te necesitan en el primer piso. Parece ser algo de gran importancia.
Sin tiempo para preguntas, siento el poder del traslado de puerta activándose a mi alrededor.
En un abrir y cerrar de ojos, me encuentro frente a una de las puertas en el primer piso de la mansión. Sin perder tiempo, me apresuro hacia la entrada principal de la casa, sintiendo una inquietud creciente en mi interior.
«No, por favor...» pienso angustiado, «Todo estaba yendo bien...»
