—Eres formidable, sin duda fue un regalo maravilloso, una espadachina sobresaliente. —Ley alza sus brazos, mostrando las dagas que sostiene—. Será suficiente para compensarme, un regalo valioso, una deliciosa comida, exquisita y maravillosa.
—Deja de hablar y retírate, cultista —declara Crusch con voz firme, identificando a la figura frente a ella—. Tendré que matarte si persistes.
Ley suelta una risa estruendosa y se lanza hacia Crusch a gran velocidad.
Con un aura misteriosa, emanando una atmósfera de peligro, estos líderes de culto son un recordatorio constante de la amenaza que representan.
Yo explique a Crusch y al resto la posible presencia de cultistas, así como la apariencia de los arzobispos.
—Una comida es deliciosa cuando se tiene más hambre, quizás deba moverme un poco para disfrutarlo más —declara Ley con un tono siniestro, mientras lanza sus afiladas dagas en dirección a Crusch.
Ella reacciona con agilidad, bloqueando los ataques con destreza antes de alejarse y utilizar sus hojas de viento como arma.
Los movimientos son frenéticos y fluidos, un intercambio mortal de ataques y defensas. Ley esquiva con agilidad cada hoja de viento, acercándose de nuevo con una oleada de apuñaladas dirigidas hacia Crusch.
Ella responde con velocidad, ejecutando movimientos precisos para repeler cada puñalada y corte que se dirige hacia ella.
Aunque Ley es de tamaño pequeño, su agilidad lo convierte en un oponente peligroso y rápido. Sus ataques llevan consigo una fuerza no despreciable, lo que complica la tarea de Crusch para mantenerse a la defensiva.
La confusión me embarga mientras observo la batalla.
No logro entender completamente la situación. Ley conocer mi conocimiento sobre ellos... y su cristal misterioso, no lo entiendo.
Sin embargo, ha logrado curar mis heridas, y extrañamente, siento una revitalización en mi cuerpo. A pesar de la complejidad de reunir maná, cada vez me resulta más natural y cómodo.
La incertidumbre me abruma, esta situación ya supera los límites de mi comprensión.
«Maldita sea...»
Creí que había llegado a una comprensión, pero nuevamente me veo sumido en la confusión. Es demasiado para mí.
Anhelo el descanso, el sueño reparador. Deseo olvidar por un mínimo de tiempo...
Quiero escapar, huir de este lugar y no regresar jamás.
La agonía de contener lo que sea que está ocurriendo me consume.
Con dificultad, me pongo en pie. Siento que mi cuerpo es distinto, mi ropa hecha jirones, manchada de sangre y despedazada, un olor nauseabundo impregna el aire. Intento canalizar mi maná, a pesar del malestar, buscando una chispa de energía.
A pesar de las circunstancias, una sensación revitalizante recorre mi ser, inyectando nueva determinación en mi ser. Sin embargo, junto a mi crecimiento en resolución, también persiste el deseo profundo de encontrar paz en medio de esta oscuridad implacable.
¿Seré víctima de alguna maldición?
Ni siquiera tuve la oportunidad de disfrutar mi adolescencia ni los primeros pasos en mi adultez.
Me vi forzado a madurar antes de tiempo, a cerrar puertas y aislarme de todos. Desarrollé una desconfianza instintiva hacia los demás.
La puerta responde a mi llamado, dejando que el agua refresque mi cuerpo. Me libero de la chaqueta y la camisa empapada, quedando solo con la camisilla de mangas y un pantalón desgarrado hasta la rodilla.
Una extraña sensación recorre mis huesos, reajustándolos en su lugar. Esto va más allá de la simple sanación, mi sangre parece más densa, mientras mi corazón late con mayor fuerza para compensar esa densidad.
¿Merezco acaso esta redención?
Debí haber cometido un pecado inmenso en vidas pasadas para tener que soportar este inferno presente.
Utilizo mi maná para generar calor y evaporar el agua que cubre mi cuerpo, dejándome seco.
Grímnir se posiciona delante de mí, su mirada refleja preocupación sincera.
Continuar es mi única opción, sin importar cuánto sufra, sin importar mis deseos de morir, mis emociones personales, el dolor que ha arrasado mi ser.
Mi mente se ha desvanecido en la penumbra.
Ahora, en este preciso instante, debo hacer lo que necesito hacer.
A lo lejos, mi visión es limitada por la persistente niebla que sugiere que la ballena aún no ha sido derrotada. Crusch se enfrenta a esta adversidad con toda su determinación, empleando cada recurso a su disposición.
Si bien no hay duda de la fortaleza de Crusch, tampoco puedo subestimar a Ley, cuyo poder supera con creces el mío y el de Crusch juntos.
Nadie en este lugar parece capaz de enfrentar a Ley en igualdad de condiciones. La lucha continúa alejándose de donde me encuentro, y observo cómo Crusch emplea su habilidad en esgrima combinada con su magia para cortar el aire con precisión letal.
Sus movimientos son gráciles y milimétricos, cada golpe destinado a impactar en un punto vital de su enemigo.
—Eres verdaderamente asombrosa —comenta Ley, su sonrisa desafiante contrapuesta a su habilidad para evadir con facilidad los ataques de Crusch—, lamentablemente, este estilo no es en absoluto novedoso para mí, todo porque soy un gran comedor, y un chef exquisito.
—¡No soporto que me subestimen! —exclama Crusch, acumulando maná en su espada. Presiona su pie en el suelo y ejecuta un movimiento ascendente.
En ese mismo instante, una hoja de viento colosal surge desde el suelo, extendiéndose varios metros en el aire.
Con una velocidad impresionante, se dirige hacia Ley.
—¡Eso está bien, sí! ¡Muy bien! —Ley ríe, su expresión se ensancha al enfrentar el ataque de Crusch. Cuando la hoja de viento está a punto de cortar a Ley, su sonrisa se agranda aún más—. Leaper.
En un abrir y cerrar de ojos, Ley se desliza a través del ataque de Crusch y aparece frente a ella. Los ojos de Crusch se abren con sorpresa, pero reacciona de inmediato, ajustando su postura y lanzando un ataque con estocada.
Ley bloquea el ataque de Crusch utilizando sus dagas y se vale de su destreza para retroceder rápidamente.
—Maravilloso, una habilidad tan refinada, un festín delicioso... Una mujer fuerte y resuelta, una gran individua, pero sabes...
Ley recibe cada uno de los ataques de Crusch, desviándolos con habilidad, lo que provoca que chispas surjan con cada choque de sus armas
—Bueno, te lo diré más adelante. He sido educado para comer, comer y comer, me instruyeron minuciosamente. Llegué a comprender que no era un verdadero comedor.
Ley empieza a murmurar mientras su mirada se fija en Crusch con una sonrisa desafiante. Las chispas que se desprenden de sus choques de espada son la única luz en esta noche artificial.
—Debemos comer, pero para saborear algo verdaderamente exquisito, debemos cultivarlo con nuestras propias manos. Haré un esfuerzo contigo. —Ley lame su daga, clavando sus ojos en Crusch con una arrogancia palpable.
Crusch adopta una postura de combate, su mirada fija en Ley. Conoce la identidad de su adversario, así como algunas habilidades que mencioné.
—Mi hambre no conoce límites, pero bajo su guía he logrado expandir mis horizontes. —Ley comienza a acariciar su vientre, dejando en claro su insaciable apetito—. Tomaré mi aperitivo antes de retirarme, ya que me aguarda un festín delicioso en casa.
—¡No necesito escuchar tus insensateces! —Crusch se lanza contra Ley, sus gritos resonando mientras ataca con ferocidad.
Cada estocada es un despliegue de experiencia y potencia abrumadora, pero lamentablemente, no importa cuánto esfuerzo ponga, no cambiará el resultado. La experiencia es valiosa contra oponentes formidables, pero Ley no solo es más fuerte, sino también más experimentado que Crusch en el arte de la lucha.
Mientras observo a Crusch enfrentándose a Ley, siento la determinación ardiendo en mi interior. Aunque carezco de las habilidades en esgrima que poseen ambos contendientes, sé que las armas de Ley no son espadas tradicionales.
Debo pensar en algo que él no pueda prever, algo que agudice su apetito insaciable.
Sus habilidades, que en la serie eran tan desafiantes, no parecen afectarme del mismo modo. Tengo la impresión de que Ley es consciente de esta situación, pero no confío en que vaya a revelar la razón detrás de ello.
Pero... ¿puedo creer en lo que dice? En la serie, Ley era conocido por su locura, pero aquí, lo que veo no es simplemente locura.
Algo ha cambiado, algo está transformando todo a su alrededor.
Aprieto mi kukri con firmeza y comienzo a canalizar maná, concentrándome con todas mis fuerzas. Mi puerta parece más ligera, permitiendo que el maná fluya a través de mi cuerpo con mayor facilidad.
A medida que reúno más maná, la opresión del miasma comienza a disminuir gradualmente, pero percibo una diferencia.
Siento algo dentro de mí.
Beatrice ya me habló de ello, pero solo ahora soy capaz de experimentarlo.
Crusch comienza a jadear debido a la prolongada batalla; mantener el ritmo le está costando un esfuerzo considerable. Por otro lado, Ley parece aburrido y desinteresado. El hecho de que Crusch no haya logrado forzar a Ley a usar sus habilidades demuestra la asombrosa fortaleza del arzobispo.
—¡Leaper! —en un instante, Ley se encuentra sobre Crusch, quien es atrapada por el cuello y arrojada con fuerza al suelo—. Kekeke, has sido un gran ejercicio, deliciosa, nutritiva y una gran semilla.
A pesar de su dolor, Crusch intenta utilizar su magia de viento, pero Ley clava su daga en su hombro, provocando un gemido de dolor. La situación es crítica y siento que algo ha cambiado en mi interior.
Debo intervenir.
—¡Fu murak! —reúno rápidamente maná a mi alrededor, me concentro y asumo una posición de combate. Reduzco la presión en mi espalda y altero la gravedad a mi favor, generando un vacío momentáneo.
Con una poderosa onda de viento, doy un salto que me impulsa a gran velocidad hacia donde se encuentran Crusch y Ley.
La distancia se acorta en un abrir y cerrar de ojos, y deshago el hechizo justo antes de impactar. Intento apuñalar a Ley por sorpresa, pero este gira su mirada en mi dirección y desaparece de mi campo de visión, haciendo que pase de largo.
Sin embargo, me coloco frente a Crusch, determinado a protegerla.
Observo la herida en su hombro, donde Ley la apuñaló. La sangre fluye en abundancia y es densa, indicando que debe haber afectado vasos sanguíneos importantes.
Carezco de habilidades de curación mágica, lo que significa que debo actuar rápidamente para controlar la hemorragia y llevar a Crusch a un lugar seguro.
—Muerde mi mano. —Coloco mi mano en la boca de Crusch, mirando su herida con seriedad.
Necesitamos detener el sangrado cuanto antes.
La mirada sorprendida de Crusch se transforma en comprensión cuando nota mi expresión.
El tiempo apremia, por lo que actúo con decisión. La herida, de unos diez centímetros de largo, sigue sangrando profusamente, por lo que utilizo magia de agua para limpiarla y detener temporalmente la hemorragia.
La sangre espesa se acumula a un ritmo alarmante, y aunque no tengo un conocimiento profundo de anatomía, intuyo que la herida en la clavícula es peligrosa.
Quito la parte superior de su traje con cuidado para acceder mejor a la herida y evaluar la extensión de los daños.
La mirada preocupada de Crusch me recuerda que, en medio de todo esto, somos seres vulnerables, propensos a daños y a la muerte en cualquier momento.
Sin importar cuan fuerte seas.
Creo una esfera de agua que atrapa y absorbe la sangre, manteniéndola contenida. Retiro la esfera de agua, y vuelvo a colocar mi mano en la herida de Crusch, lo que provoca una expresión de intenso dolor en su rostro.
La herida en su clavícula parece grave; puedo observar la rotura de su hueso y el músculo desgarrado desde donde estoy.
Concentro mi magia en calentar mi mano, elevando rápidamente la temperatura hasta que empieza a salir humo. Crusch comienza a morder mi mano, su grito se mezcla con la mordida fuerte que me propina.
La sangre brota de su boca, proviniendo de mi mano. A pesar de las circunstancias, mantengo mi enfoque en detener la hemorragia. El fuego que uso cauteriza su herida, deteniendo el sangrado, aunque sé que esta es una solución temporal.
En medio de esta tensión, Ley comienza a reír, su risa arrogante nos rodea.
Mantengo mi determinación, aunque el dolor de la quemadura es agonizante. Sus nervios están siendo consumidos por el fuego, pero es necesario para evitar un daño mayor.
La magia curativa podrá lidiar con los daños causados por el fuego, pero en este momento, mi prioridad es salvar la vida de Crusch.
—Eres un servidor excepcional, sí, un gran ayudante para mantener mi festín. —Ley continúa riendo, mientras yo mantengo mi enfoque en la quemadura—. Debería recompensarte, debería hacerlo, pero el hambre me consume... ¿Sabes? Hay una forma de comer que implica consumir a alguien por partes.
Una vez que la quemadura cumple su propósito, puedo ver la herida de Crusch sellada a través de la costra carbonizada. Sé que es una solución temporal y cualquier movimiento brusco podría empeorarla. Rápidamente rasgo mi camisa y utilizo un trozo de tela para cubrir la herida. Terminando con un torniquete, miro su rostro, consciente del dolor que está soportando.
La sangre en su boca es limpiada con magia para brindarle un poco de alivio.
No quiero pensar, no quiero recordar nada, debo aprovechar este momento para estar en blanco, solo hacer lo que debo hacer.
Si pienso, si recuerdo, no me pararé de nuevo.
—Vamos, necesitamos salir de aquí. —Levanto a Crusch con cuidado. Mi mente está centrada en una cosa: encontrar una oportunidad para derrotar a Ley— tenemos que encontrar la manera de vencerlo.
Crusch cambia su espada de brazo para compensar su lesión, ahora con su brazo derecho fuera de combate. Me posiciono a su derecha, mientras que Ley parece deleitado con nuestra presencia.
Una mueca siniestra cruza su rostro mientras saca su lengua en medio de sus risas.
—Existe una forma de "comer", especialmente a personas con futuro… —Ley lame su mano izquierda de forma macabra, mientras nosotros nos preparamos para enfrentarlo en un combate decisivo— debes dar un bocado primero
Crusch y yo no necesitamos decir nada, nuestras miradas se encuentran y compartimos una comprensión silenciosa sobre cómo abordar esta batalla conjunta.
A pesar de que nunca hemos luchado juntos antes, sabemos que esta es nuestra oportunidad de trabajar como un equipo.
—¡Ley! —ambos nos lanzamos a toda velocidad hacia Ley, quien nos mira con una sonrisa y se lanza hacia nosotros. Crusch convoca cortes de viento, pero para mi asombro, estos no solo se detienen en su camino, sino que son frenados a mitad de camino.
—Yo también puedo hacer eso, soy un buen "comedor", para mí, comer lo es todo —declara Ley, generando más hojas de viento que se acercan a nosotros. Salto en una dirección mientras Crusch lo hace en otra para esquivar los ataques. Ley se centra en mí y me ataca con una puñalada.
Rápidamente interpongo mi kukri para bloquear su ataque, pero Ley utiliza su otro brazo para intentar apuñalarme en el pecho. No puedo permitirlo.
—¡Goa! —grito mientras lanzo múltiples bolas de fuego hacia él.
Ley se mueve con destreza, esquivando y cortando las bolas de fuego en el aire. En ese momento, Crusch aprovecha la oportunidad y se abalanza sobre Ley, atacándolo con determinación. Su grito denota su firmeza en ganar esta batalla. Comprendo que debo dar lo mejor de mí.
Si quiero evitar que el pasado se repita, debo ser mejor de lo que fui.
