Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.
La escapada de siete días que se había dado, habían sido los mejores para relajarse lo suficiente, visitar a Violet Zimmermann siempre era algo bueno para él, una mujer a quien no tomar muy en serio y que no tendría preguntas estúpidas para él, solo si continuaba de esa manera o si podía ser un poco más rudo, nada bastante serio.
Estaba tan de buen humor, que hasta podría con el regaño de Remus Lupin una vez que volviera, para su sorpresa, la ciudadela estaba bastante concurrida con un montón de capas que no le agradaba ver, frunció el ceño y cabalgó hasta el castillo, sorprendiendo a los que caminaban tranquilamente.
Una vez que llegó al castillo bajó de su semental y dejó que el soldado sujetara las riendas y entró a paso rápido y bastante enfadado, la corte estaba reunida, el trono estaba vacío y Remus Lupin estaba de pie frente a todos con un pergamino en la mano.
Todos se hincaron cuando se percataron que era él quien entró haciendo un escándalo, solo Remus Lupin levantó la vista para verlo, subió hasta su trono, pero no tomó asiento, observó a todos los reunidos, pero su vista se detuvo en la pelirroja que entró por la puerta lateral.
—Me encantaría saber qué está pasando en mi reino, y en mi corte –soltó en un tono gélido.
—Su majestad –habló Remus.
—Con me encantaría me refiero a que si alguien no me dice por qué todos estos nobles están aquí ahora mismo, sin duda más de uno perderá la maldita cabeza.
—Por si lo olvidó, majestad –habló Remus de nuevo –después de que el reino del Oeste, se anexara a sus dominios, los nobles se reunirían con usted, para discutir la redistribución de tierras y sobre los títulos nobiliarios que se anexarían o en su caso, desaparecerían, pero como usted salió, los reuní para hacerles saber que se aplacaría un día más hasta su regreso, pero veo que no será necesario.
James miró hacia un lado, y asintió tomando asiento, sin duda su excelente humor había sido dejado de lado, pero al menos Remus había hecho las cosas bien en su ausencia, sin duda por eso, le dejaría pasar cualquier cosa que hiciera mal, al menos ese día, sin importar lo que fuera.
—Bueno, a la vista de que su majestad, su alteza real, el rey James se ha unido a nosotros, por lo tanto, la persona más importante está presente, y ustedes han venido hasta acá, aunque a tratar otros asuntos, tomaremos la oportunidad para hacer esto.
James frunció el ceño en desconcierto y observó al hombre castaño estirar la mano, Lily avanzó hasta él y lo sujetó, así que se tensó ante lo que sabía que estaba pasando, buscó con la mirada a Edward, pero el bastante cobarde estaba mirando al piso para no hacer contacto visual con él.
—Tomaremos un momento en la corte, para presentar de forma oficial ante ustedes, a la hermana del rey, por lo tanto, princesa Lily Luna Potter.
La joven hizo una reverencia y los demás hicieron lo mismo ante ella, ya que se habían puesto de pie en cuanto James se sentó en su trono, todos vieron al soldado avanzar con el pequeño cojín rojo ir hasta ellos y a Remus colocar la pequeña pero preciosa corona sobre la cabeza de la chica.
Todos aplaudieron, pero para colmo, la corte se vio interrumpida por la entrada apresurada de un soldado, que avanzó hasta el frente, James reconoció la armadura y la capa que llevaba, un par de soldados más entraron tras él, Lysander ya estaba delante de Lily y Remus, con la espada desenvainada y listo para atacar.
La risa de James hizo que todos se tensaran un poco más, el rey se puso de pie, desenvainó su propia espada y avanzó hasta el recién llegado, pero la rubia avanzó rápido para interponerse entre él y los recién llegados.
—Su alteza, por favor –Druella Malfoy lo sujetó de los brazos, un tanto nerviosa –por favor, su alteza, ellos no vienen a buscar problemas, es mi hermano.
El soldado se quitó el yelmo, dejando una cabellera rubia casi blanca a la vista, los ojos grises del recién llegado se toparon con los azules del rey, que lo observó como si en vez de un príncipe y soldado fuese, se tratara de una rata.
James observó sobre su hombro hasta Lysander, que fue hasta Druella y la hizo soltarlo y llevarla hasta donde Lily y Remus se encontraban, para resguardar su seguridad.
—Esta no es la corte de tu padre, ¿con qué derecho entras a este lugar de esa manera? –Apuntó la punta de su espada al cuello del rubio.
—Lo siento, su alteza, pero mientras cabalgábamos hasta aquí, vimos a un hombre merodear los alrededores, venía ligero, pensamos que era un ladrón, lo vimos llegar hasta aquí y no ser detenido por nadie.
—Bueno, normalmente los soldados no suelen detener a su rey, sería mal visto ¿no lo crees? –retiró la espada, sin embargo, su pie se colocó rápidamente en el pecho del soldado y lo empujó, tirándolo al suelo.
Entrecerró los ojos, porque notó, que el instinto del joven fue rápido, pudo detener el empuje, pero su cerebro reaccionó rápido, permitiendo que lo derribara, sin duda Lysander tenía un poco de razón, no era un completo imbécil.
—Por tu hermana, perdonaré esta ofensa, pero si vuelve a repetirse, haré que mis perros te coman vivo ¿comprendes?
—Sí, su alteza.
Su mirada se posó en Druella, haciéndole saber que aquello no le era para nada agradable, sabía la razón por la cual Draco Malfoy enviaba a su heredero hasta el reino del Centro, y no iba a casar a su hermana con ese imbécil.
El circo con la corte terminó bastante tarde, arruinando su buen humor, y obligándole a cumplir su propia promesa para consigo mismo, de perdonar a Remus lo que fuese que hiciera mal ese día, sin duda presentar a Lily ante la corte, había hecho que el baile y el festival fuese definitivamente para Druella Malfoy.
James entró a su despacho, ya que todo había terminado, siete días lejos le ocasionarían catorce de doble trabajo, se sentó y comenzó con aquello lo más pronto posible, después de un rato de tranquilo trabajo, alguien llamó a la puerta, así que, de pocas ganas, indicó que pasaran.
Gruñó de enfado cuando vio al famoso Scorpius Malfoy, ingresar a su despacho, sin armadura, ni nada, como un simple mortal, no era la gran cosa como los rumores decían, así que siguió trabajando, sin darle mucha importancia.
—Nos vio cuando venía camino al castillo –comentó el rubio.
—Lo hice –informó.
—Supongo que la razón por la que no nos hizo saber que nos vio, fue la vulnerabilidad con la que…
—Los vi, y supe que no eran de importancia –comentó enfadado –mi vulnerabilidad –se burló –hubiese podido matarlos con los ojos cerrados, incluso dormido, a ti y a los diecinueve que venían contigo, incluso con una rama de un árbol.
—Lamento la forma en la que entré a su corte, pero, supongo que tiene una idea bastante equivocada sobre mí, su alteza.
—Una idea equivocada –se burló James –no lo creo, eres un Malfoy, después de todo, estás aquí, pero tu vista está en el trono, tu padre no espera que sea Druella la que lleve el nombre de Reina Madre, ni que sea un nieto de él quien gobierne esto, te quiere a ti, gobernando, ¿me equivoco? Quiere que te cases con mi hermana, y accidentalmente muera, de forma trágica, eso sí –se burló –para que te quedes con el trono.
—Los planes de mi padre son esos, sí –aceptó.
—Los de tu padre ¿y los tuyos? –Se recargó en el respaldo de su silla.
—Vine a este reino, con mentiras a mi padre –confesó –dije que cuidaría de Druella, pero en realidad estoy aquí para jurarle la lealtad que mi padre no juró.
James inclinó la cabeza, realmente consternado por lo que había dicho el rubio, aquella actitud sin duda nunca la esperó, pero era una buena jugada por parte de Malfoy.
—Si yo hubiese estado frente al reino del Oeste cuando el primer reino cayó ante sus pies, me hubiese unido a usted, sin esperar nada –informó –la gente está ciega para comprender que a pesar de lo mucho que le gusta las cosas dudosas, realmente está haciendo cosas buenas por las personas a las que gobierna.
—Eso es daño colateral –informó decepcionado, haciendo que Scorpius riera.
—También lo sé, pero lo digo en serio, en mí tiene un aliado, alguien completamente leal.
—Claro, y supongo que me pedirás que te deje comprobar esa lealtad, y para ello, te permita desposar a mi hermana –sonrió.
—No estoy interesado en su hermana, ni en ningún matrimonio, quiero ser parte de su guardia real, como un miembro oficial.
—Ya veo –volvió su atención a los documentos.
—Los dos sabemos que ahora que han presentado a su hermana ante la corte, la princesa Lily tiene un tiempo límite para que usted encuentre un esposo adecuado para ella.
—Claro, ¿y quién es el adecuado para ella, según tú?
—Los nobles no molestarán si usted la casa con Edward Lupin.
—Edward Lupin –repitió burlándose de él –el tipo es viudo, y juró…
—Su padre no va a negarse, es su consejero, uno de los nobles con más importancia y relevancia en los cinco reinos, y creo que preferirá a Edward Lupin sobre su hijo soltero, que, está comprometido con la hija única de los Nott –Scorpius avanzó hasta la silla y se sentó frente a James –ni siquiera mi padre podría apelar a esa decisión, porque es la jugada más lógica que puede hacer, sin que él sospeche que es para joder sus planes, su alteza, creerá que "la presión" de su corte sobre que ate ese cabo de su hermana, lo hizo con lo más lógico, una casa aliada, poderosa y cercana, dos matrimonios con el reino Oeste, que fue anexado por tratado y no por conquista, traería muchas habladurías.
James sonrió, todo lo que Malfoy le estaba diciendo sin duda ya lo había pensado, no había cabo suelto en todo lo que le había dicho, además de la razón por la cual no quería casar a Lily con Scorpius, sin duda era porque el hecho de que anexó a el reino Oeste por tratado, sin duda ofendió al resto de reinos, ahora, darles más a sospechar con casarse él y aparte su hermana con los Malfoy, no iría nada bien con su reputación.
—Y esa es tu prueba de lealtad para conmigo –se burló.
—No, pero sería estúpido, sino hubiese pensado todo esto usted solo –se encogió de hombros –además, hay peores opciones, y lo sabe, creo que desconoce lo mucho que odio ser Malfoy, y la idea de ser el rey de ese reino.
—Pero esa gente te importa, lo sé –informó.
—Que me importe la gente, no significa que quiera gobernarlos –aceptó.
—Bien, casaré a mi hermana con Lupin –informó –y en cuanto a ti, no confío en ti.
—Sé que tengo que ganarme su confianza –aceptó –pero Lysander Scamander no es el único con una lealtad inquebrantable, y… a diferencia de él, yo no pondría a mi hermana primero que, a usted, como él lo haría, por su hermano.
—Si no tienes una lealtad tan básica como la de para con tu familia, ¿cómo puedo creer que tienes alguna clase de lealtad? –se burló.
—Me lo dice el rey que ha masacrado a su familia, salvo a una hermana, que no dudaría en matar si él estuviera en peligro –sonrió.
—Bien, haz algo que me diga que lo que dices es cierto y –lo detuvo cuando iba a salir del despacho –sabré si lo que hagas, es real o una treta de tu padre, para que ganes mi confianza –Scorpius sonrió ante las palabras de James.
James pasó la siguiente semana encerrado trabajando, Remus no dijo nada porque estaba siendo responsable, como se esperaba de él, además estar así era su consecuencia por escaparse por ahí, era divertido como creía que lo trataba como un hijo más.
Cuando se cansó del trabajo salió del lugar, se detuvo cuando observó a Druella, sonriendo mientras señalaba algunas cosas, mientras Scorpius Malfoy tenía cara de fastidio, sin duda no soportaba a su hermana ni un poco, no podía culpar al pobre.
—Ah, ser Malfoy –lo nombró, haciendo que la vida habitara su cuerpo de nuevo.
—Su alteza –sonrió Druella –tengo que decirle lo muy agradecida que estoy por haber dejado que mi hermano…
—Habrá una reunión por la noche, espero que asista –ignoró a Druella –dígale a Lysander que lo lleve.
—Gracias, alteza –sonrió.
Avanzó hasta la oficina de Remus, sin prestar una gota de atención a Druella Malfoy, que observó confundida a su hermano, no comprendía en qué momento habían desarrollado cierta cercanía.
—Ah, sabía que llegaría el momento en que te hartarías de estar encerrado trabajando –se burló Remus de él.
—Tu hijo Edward –informó sin gota de emoción alguna –y mi hermana.
—Alteza –Remus se puso de pie –no…
—Los dos sabemos que Scorpius Malfoy está aquí, porque el reino del Oeste aspira a que se case con mi hermana.
—Mi hijo…
—Hizo una estúpida promesa a su esposa muerta, pero ¿consideras mejor opción a Lyall?
Remus observó a un lado, para no decir lo que realmente opinaba, era una charla que habían retrasado por la cantidad atrasada de cosas que tenía James, pero era algo que tenían que tratar.
—O mejor, encuentra una mejor opción para ella –levantó la mano para evitar que Remus hablara –y hablo de una mejor opción política –sonrió –me importa un rábano si es peor opción personal, si la golpea o lo que sea, si es convenientemente políticamente, dejaré a tu hijo fuera de esto.
—Todos saben que Lorcan Scamander es el único soldado no juramentado a la guardia, porque es el heredero cuando Rolf Scamander muera, y…
—Los Scamander están por caer en la ruina y lo sabes, ¿planeas que los salve con su matrimonio? –sonrió –mejor, dime ¿lo merece Lorcan?
Remus guardó silencio, sabía la promesa que había hecho Edward cuando su esposa murió, pero también sabía que podía no poder mantenerla.
—Yo le informaré, ¿en dónde está?
—Con la princesa Lily –informó –han estado frecuentándose.
—Bien, mejor.
James avanzó hasta la estancia, donde supuso que estaría su hermana, pero Pansy le informó que contrario de lo que pensaba, tanto Edward, como Lily, habían estado pasando mucho tiempo en los aposentos de la joven, aquello no le agradó por alguna razón, así que avanzó enfadado hasta las cámaras de Lily, observó a los guardias y negó, la risa agradable de la joven alcanzaba a filtrarse por las puertas.
—Princesa –dijo Edward riendo –no creo que eso sea divertido.
—La sonrisa en su boca dice lo contrario –comentó divertida.
—Bueno, no creo que sea lo correcto –aclaró.
Los guardias le abrieron la puerta, observó hasta la mesa al fondo, Lupin estaba de pie junto a la joven, la sonrisa se apagó de su rostro cuando lo vio y se alejó de Lily, que se giró consternada ante la actitud del hombre.
—Veo que se llevan bastante bien –observó a Lupin.
—Bueno, su alteza…
—Te estaba buscando, Pansy me dijo que te encontraría aquí –comentó.
—Bueno, es que…
—Me ayuda –habló Lily, poniéndose de pie y yendo hasta él, lo sujetó del brazo y lo acercó a la mesa, James observó un montón de pergaminos con un montón de cosas sin sentido escritas, con una letra pésima.
—Me está enseñando a escribir –admitió –y a leer.
Observó a la joven, que tenía una mueca de orgullo, pero eso no fue la razón por la que le observó más de la cuenta, sino que ahora, su mano pequeña y suave, estaba sosteniendo la de él, con tanta naturalidad, como si aquello fuese común y normal entre ellos.
—Ya veo –desvió la vista hasta él –te veo en mi despacho cuando te desocupes –informó a Ted.
—Sí, alteza.
—Aprende rápido –ordenó a Lily.
—Ya me sé el abecedario –dijo orgullosa apretando más su mano –y sé escribir tu nombre y título –le presumió.
—Debiste comenzar sabiendo el tuyo –informó.
—No, no, yo no soy tan importante como tú –sonrió.
—Como sea, continúen con lo suyo.
James esperó a que Lily lo soltara, pero no lo hizo, así que supuso que ni siquiera se había dado cuenta de que lo hacía y el sonrojo en su rostro cuando se dio cuenta lo dejó claro.
