Sinopsis: Pan y Bra están hartas de escuchar a sus amigas hablar de sexo. Y es entonces cuando se proponen un reto: antes de su próximo cumpleaños para llegar a la mayoría de edad, tendrán que perder la virginidad. Las reglas del juego han empezado y ya no hay marcha atrás. ¿Cuál de las dos lo conseguirá primero? ¿Quiénes serán sus víctimas?
Aclaraciones: Ni dragon ball ni sus personajes me pertenecen, esta historia ha sido creada sin fines de lucro, sino de entretenimiento.
El reto
—Sólo dime una cosa y te dejaré en paz, ¿te atraigo o te soy completamente indiferente?
Este era el momento de la verdad, si le decía que no todo acabaría. Esta vez hablaba muy enserio, y Goten se estaba dando cuenta de ello. Debía mantenerle la mirada y no amedrentarse, esperando lo que fuera lo que le dijese.
El hombre se quedó varios minutos callado, asimilando la información y todo lo que iba a decir en ese momento. ¿Ella quería sinceridad? Al final se arrepentiría de lo que diría, ¿pero acaso había dicho algo coherente esa noche?
—No me eres indiferente— soltó.
Y tan sólo con esa respuesta, a Bra se le abrió el cielo de par en par. No todo estaba perdido, pero aún no había ganado del todo. Sabía que para tener definitivamente a ese hombre a sus pies necesitaba ayuda. Ella se quedaría con él al precio que fuese.
Pensó en 17 y en su propuesta; después de lo que le había dicho Goten, no le pareció tan mala idea aceptarla, al fin y al cabo, sólo era un juego. Un juego que beneficiaría a los dos.
Capítulo ocho
Abril: Lecciones
Hoy no prometía ser un gran día. Pan se levantó de la cama con parsimonia, pero dicho esfuerzo se truncó al caer de nuevo sobre la almohada. Habían pasado algunas semanas desde la fiesta de disfraces en la casa de Bra, y aún podía sentir el dolor de cabeza. Recordó que le había costado media vida estar en pie aquella mañana del día siguiente a las doce; no sólo le dolía la mollera, sino todo el cuerpo en general.
Apenas recordaba que había ocurrido para tomar la decisión de emborracharse de esa manera. Últimamente en su memoria le acechaban imágenes y visualizaciones en sus sueños, pero no sabía si había sido todo real o pura fantasía. En dichas visualizaciones ella le gritaba a Trunks bajo la lluvia que estaba enamorada de él, que ojalá ella fuera más bonita e interesante para que el hombre se fijara en ella. Lo que venía después se le antojaba borroso y lleno de dudas, ¿acaso sus labios habían estado pegados a los suyos? ¿Acaso era cierto que él le había confesado que se sentía atraído por ella? A veces, era difícil diferenciar los sueños de la realidad. Pero después de varios días comprendió que todos esos fantasmas que la habían visitado en ese tiempo no eran más que fruto de su imaginación.
Se levantó por fin y empezó a vestirse; escuchaba la voz de su madre desde afuera de su habitación, informándola de que ya estaba preparado el desayuno y que si no se daba prisa no tendría tiempo para acabárselo. Al terminar, echa una mirada rápida a su habitación: era un auténtico desastre, siempre había sido una chica bastante desordenada.
Se quedó mirando fijamente el escritorio; ahí se encontraba ese diario del sexo. Había meditado sobre qué hacer con él, y finalmente se decidió a escribir unas pocas líneas. Mientras salía de su cuarto, pensaba en lo que había escrito hace sólo cuatro días atrás:
Al final te saliste con la tuya Bra, me decidí a escribir en tu curioso y malintencionado diario. Sabes que no he seguido tu plan desde un principio, eso de perder la virginidad antes de cumplir los dieciocho no lo veía; sin embargo, desde que besé a Trunks en la discoteca no he parado de pensar en ello. ¿Acaso me volví completamente loca? ¿Cómo será sentir su cuerpo pegado al mío? Que sepas que por tu culpa me volví una pervertida, y haré lo que sea para tener a ese hombre conmigo.
En ese momento tuvo un lapsus en escribir todo esa sarta de sandeces, ¿cómo iba a pensar en conquistar a Trunks si tenía la autoestima tan baja? ¡Eso debería acabar! Si quería que el presidente de Capsule Corp. se fijara en ella tendría que volver a ser como eran antes: una chica segura de sí misma y con fuerzas de tener todo lo que se desea.
Con una sonrisa en los labios, baja las escaleras velozmente para encontrarse con sus padres sentados a la mesa. Los dos se le quedan mirando tendidamente, extrañados por ese activo e inusual humor.
—¿Te ocurre algo hija? Hoy no aparece esa sombra taciturna y amargada que te rodea por las mañanas —sugestionó Gohan con curiosidad.
—Qué gracioso Gohan, ¿acaso no puedo estar alegre en esta mañana de primavera?
—Será verdad eso de que la primavera la sangre altera —añadió Videl con algo de sorpresa también ante la actitud de su hija.
—Exacto —sólo atinó a decir Pan antes de llevarse el croissant a la boca.
—Estás muy callada, ¿en qué piensas?
Bra caminaba por las calles con 17 en dirección al instituto. Lo había citado para que hablasen por el camino antes de que llegara a las clases. Finalmente se había decidido a aceptar su horrorosa —y a la vez necesaria— propuesta que le hizo el mes pasado. Aunque era una sucia y vil trampa por su parte, pensó que era lo más conveniente teniendo en cuenta lo que había pasado con Goten recientemente. El trato era sencillo: Si ella le conseguía un trabajo en la empresa de su hermano, él la ayudaría a conquistar al hombre de sus sueños. La excusa que tenía 17 era que no quería vivir de la caridad de su hermana y su sobrina, por tanto, necesitaba un trabajo; y de lo único que podía hacer se encontraba en la empresa de su familia.
Sin embargo, Bra no le comentó nada sobre sus planes respecto al reto. Él sólo sabía que a ella le gustaba Goten y que quería que fuese suyo. Y pensaba que era mejor que no lo supiera. Al menos de momento.
—Te conseguí el trabajo como técnico y estructurador de robots. Empiezas mañana así que ni se te ocurra llegar tarde, sino mi hermano me la liará, ¿de acuerdo?
—Qué buena chica resultaste ser —soltó un silbido mientras la miraba con perspicacia—. Ahora que tú has realizado la parte del trato, ahora me tocará mover los hilos a mí supongo. ¿Cómo es que se llamaba el tío este de la cafetería?
—Goten —rodó los ojos devolviéndole la mirada—. No sé por qué acepté esta propuesta absurda, fijo que no tienes ni idea de cómo ligar —se llevó las manos a la cara.
—Seguro que sé hacer cosas más provechosas que disfrazarme de mariachi para acosar a chicos mayores, ¿no te parece? —dijo intentando aguantarse las ganas de reír.
Bra se quedó impactada. No podía ser… ¿él la había reconocido el día de San Valentín? ¡Pensaba en tierra trágame, se quería morir! Sus mejillas se volvieron de un color rojo intenso de la furia y la vergüenza. Decidió hacerse la loca, no perdía nada por intentarlo.
—De qué estás hablando, ¿yo vestida de mariachi acosándote? Venga ya, no inventes —dijo en un tono poco convincente—. Como si no tuviera otras cosas que hacer…
—Pues ciertamente no lo parece, ya que yo nunca he mencionado que fuera a mí a quien acosabas —sin poder reprimirse más, suelta una gran carcajada ante el asombro de la gente que pasaba por allí.
—¡Está bien! Me has pillado —se resignó Bra aún ruborizada—; pero no te montes películas, sólo lo hice para vigilar que no te pasaras de listo con mi amiga Ángela.
Después de esa conversación todo se volvió silencio. Era extraño que 17 no nombrara para nada a su amiga. Ella tenía entendido que estaban saliendo juntos; ¿a su amiga le molestaría que él tuviera que estar ahora mucho tiempo con ella? De todas formas, poco le importaba la clase de relación que tuvieran ellos, lo primordial era preguntar de una vez por todas que tenía que hacer para seducir al hijo de Goku. Quería intentar decir algo, pero ninguna palabra logró articular. Al cabo de un rato, fue él quien inició el paso.
—Para tener a tus pies a un hombre hacen falta tres normas o lecciones básicas: La primera es conocer tu cuerpo a la perfección y saber qué puntos desarrollar más; la segunda consiste en saber qué tipo de gustos tiene el sujeto en cuestión para poder idear una táctica; y por último y la más importante, haber desarrollado todas las anteriores para dar paso a la seducción.
La joven se había quedado muy impresionada. El hombre parecía saber de lo que estaba hablando; ¿conocer a la perfección tu cuerpo? ¿Saber los gustos de Goten? ¿Desarrollar el arte de la seducción? Seguro que iba a ser pan comido, no debía preocuparse por nada de eso. Miró con detenimiento su anatomía: cabello largo, no poseía un gran busto y las caderas no eran muy anchas tampoco, de complexión delgada y largas piernas.
—Creo que mi cuerpo no es perfecto, pero tampoco es feo ¿verdad? Dime que no tengo un cuerpo de botijo —rogó desesperada ante la mirada examinadora de su acompañante.
—No tienes cuerpo de botijo —soltó un gran suspiro—; tienes la materia prima adecuada, sólo hace falta emplearla como es debido. De todas formas, cuando me refería sobre conocer tu cuerpo, me refería a algo más…personal.
—¿Cómo más personal? —preguntó inocentemente— ¿Sin ropa interior?
—No, no eh… —le resultaba entre excitante y curioso decirlo directamente, ella no podía ser tan inocente como aparentaba— ya sabes, cuando una persona está creciendo sufre cambios bruscos en su físico y experimenta… ¿sabes por dónde voy no? ¿De cuando en cuando lo haces?
—No sé a qué te refieres —por la seriedad de su rostro 17 pudo saber que no mentía.
—No me jodas —se llevó las manos a la boca para reprimir una nueva carcajada—, esto es alucinante a estas alturas, ¿enserio voy a tener que mostrártelo con frutas para que lo entiendas?
Bra se quedó sin saber qué decir. Verdaderamente no tenía ni idea de que narices le estaba hablando. Y estaba empezando a cabrearse, no quería que la tratase como una niña tonta e ignorante. Quien se creía el tío ese para burlarse de ella, si él no se explicaba cómo era debido no era por su causa, no señor. Le lanzó una mirada llena de odio y hostilidad; cuando él percibió su mirada decidió serenarse, pero es que esto lo superaba con creces.
Tampoco pudo contestarle, ya habían llegado a la puerta del instituto, por tanto, tenía que irse de allí muy pronto.
—Eres un cretino, ¡no quiero que me dirijas la palabra el resto del día! —soltó la adolescente antes de subir rápidamente las escaleras.
—Tú piénsatelo y ya me contarás si conseguiste descifrar el mensaje —respondió con una última sonrisa burlona antes de desaparecer de la vista de Bra.
Era un estúpido y un verdadero gañán. Era en lo único en lo que podía pensar Bra mientras caminaba por los pasillos. A veces meditaba fríamente si de verdad había sido buena idea todo ese plan suyo; pero no podía flaquear ahora, había descubierto que ese tío sí que podría ayudarla para sus objetivos principales. Le seguía dando vueltas a lo que le había dicho, pero no conseguía entender a qué se estaba refiriendo el macarra ese. ¿Experimentar cambios en tu cuerpo? ¿Se referiría al aumento de los pechos? ¿Al vello? A lo mejor era cierto lo que le había dicho Pan sobre que por las mañanas tenía el cerebro demasiado apagado.
Llegó al salón de clases y saludó a todas sus compañeras, incluida a Pan que, por alguna extraña razón que desconocía, estaba muy sonriente. Ya le preguntaría que bicho le había picado.
Se sentó en el pupitre de detrás de Ángela. Las clases ya habían comenzado y debía de aguantar una estupenda charla sobre los pueblos cátaros. Menos mal que el profesor de Historia se ponía a dar discursos larguísimos, tanto que se introducía en su propio mundo y no prestaba demasiada atención a los alumnos; empezó a mandarse cartitas con Pan y con Ángela para mitigar el aburrimiento, eso nunca fallaba.
Después de casi tres horas intensivas de Historia y Literatura Universal tocó el timbre del recreo. Pensaba que se iba a morir del asco de un momento a otro. El ruido incesante de la campana era como música para sus oídos; se levantó perezosamente del asiento, y empezó a caminar hacia las gradas con su grupo de amigas. Una vez llegado allí, se sentaron formando una línea recta.
La chica de pelos azules no podía dejar de pensar en el tema, seguía comiéndose la cabeza para saber a qué rayos se refería 17. Miró por un momento a su rubia amiga, ella sabía mucho sobre chicos fijo que podría ayudarla. Además, seguro que no sería tan cruel como para reírse de ella ¿verdad? Decidió probar.
—Oye Ángela, ¿puedo hacerte una pregunta? —inquirió algo nerviosa.
—Claro, dispara —soltó de forma energética y entusiasta, algo muy habitual en ella.
—¿Qué quiere decir…? —tragó saliva muy lentamente— ¿Qué quiere decir que debes conocer tu cuerpo de forma personal?
Al pronunciar esa pregunta, las demás chicas que no estaban prestando atención en la conversación se giraron de repente; Bra se mostró extrañada por las reacciones de sus amigas, hasta Pan que estaba en su mundo se había girado y la miraba con extrañeza.
—Pues exactamente eso amiga, no sé qué quieres que te diga —respondió con simpleza mientras daba un mordisco a su bocadillo.
—Ah, ¿no me digas? Vaya, me has iluminado —resopló Bra con notoria ironía e irritación—. Pero lo que quiero saber qué quiere decir o que conlleva aquello.
—¿Me hablas enserio? —la chica casi se atraganta al escuchar la última frase— Joder Bra, sabía que eras inocente, pero esto llega demasiado lejos.
—¡No me tomes por tonta! ¡Dímelo de una maldita vez! —replicó con las orejas rojas de furia.
—Pues eso quiere decir… —se acercó a su oído para que nadie las escuche— a tocarse, para que me entiendas mejor, en tus partes íntimas.
—¡¿Te refieres a masturbarte?! —gritó de pronto.
El cerebro se le paró en seco por unos segundos. Tocarse… ¡¿tocarse las partes íntimas?! ¿Pero cómo no se había dado cuenta antes que era eso a lo que se refería? Hasta un idiota podría haberlo adivinado; se quería morir de la pena.
Todos los que estaban en la cancha se quedaron callados; habían dejado de jugar a sus respectivos deportes. El grito de Bra resonó como un eco por toda la grada del patio. Ella se quedó petrificada en el sitio, sintiendo más de una mirada puesta en su persona. Nadie movía un músculo; pasaron varios minutos hasta que se escuchó el sonido de millones de risas en sintonía a su alrededor.
De todas las personas que se estaban riendo en aquel instante, uno de los chicos de su curso se acercó a ella con paso firme. Era uno de los miembros del equipo de baloncesto que, aguantándose la risa, fue el único que se atrevió a soltar un comentario. Era el típico chico popular y prepotente que tanto odiaba Bra.
—¿Acaso necesitas que te echen una mano? Yo te ofrezco la mía si quieres —insinuó con un tono grosero y obsceno mientras los demás volvían a reírse ante la broma.
Enrojecida de furia le soltó un vete al diablo mientras se disponía a salir corriendo de allí lo más rápido posible. No escuchó si quiera los gritos de Pan pidiendo que la esperara, ya que empezó a correr y no se disponía a mirar atrás ni un momento. Odiaba haber sido tan gritona en el momento más inoportuno. Odiaba a sus horrorosos compañeros de clase. Odiaba a Ángela. Pero sobre todo, odiaba a 17 y sus malditas lecciones de conquista. Ahora sería incapaz de volver al instituto, lo mejor sería que la tierra se la tragase y que no volviera al exterior.
Nunca más.
Trunks estaba revisando unos papeles sobre unos nuevos gerentes de una de las empresas vecinas. Tenía que acordar una cita con ellos para cerrar un nuevo trato, que seguramente beneficiaría mucho a Capsule Corporation. Intentaba mantenerse ocupado la mayor parte del tiempo; ya era bastante trabajo el que ejercía, pero esos últimos días lo había duplicado hasta llegar casi a lo enfermizo. Las fuertes ojeras se podían deslumbrar a través de sus gafas, y últimamente no dormía bien.
¿La razón? Los acontecimientos recientes pasados algunas semanas en la casa de sus padres. Aquella fiesta de disfraces que había originado que cometiera la más grande de las locuras, besar a Pan. Y no sólo eso, sino que le había dado a entender ¡que se sentía atraído por ella! A veces se decía a sí mismo que tal cosa no había ocurrido, que había sido fruto de su imaginación. Pero no podía evadir la realidad, había ocurrido y debía aceptarlo tal y como era. Lo peor de todo es que le había gustado, puede que demasiado…
Se levantó de su asiento y se quedó ensimismado observando el paisaje a través de los cristales de su despacho. Cerró los ojos un instante y recordó que había pasado después del beso: Pan se desmayó ante tantas sensaciones juntas, y debido seguramente también a la ingesta de alcohol. Él decidió tomarla en los brazos para llevarla a casa. Tuvo que inventar una excusa torpe y absurda a los Son sobre los acontecimientos para que no sospecharan de él, y de su supuesta irresponsabilidad por haber dejado que una menor bebiera.
Debía de quitarse esos pensamientos de la cabeza respecto a Pan. Ella era una cría, la había visto nacer y crecer. Se sentía un pedófilo por pensar de la forma en que pensaba en ella. Se sentía sucio, pero a la vez tan lleno de paz… aunque nunca lo reconociera, Pan siempre había sido de esas personas que le llenaban de confianza; podían hablar de cualquier tema y tenían gustos similares. Con ella se sentía tranquilo y podía ser él mismo, sin temor a llevarse sorpresas desagradables. Aparte de su hermana y Marron, era la única que no lo veía por su fama o el dinero.
Sin embargo, se estaba desviando del tema; debía de olvidarse de todo lo que estaba empezando a formarse en su interior. Debía de acabar con esa lucha interna que no lo dejaba vivir. Había muchos impedimentos para pensar siquiera en tener algo con ella. Si no fuera la sobrina de Goten, y si no fuera menor de edad… las cosas podrían haber sido distintas.
No escuchó el sonido de la puerta abrirse, más bien se quedó observando aún el paisaje, perdido en el mar de su imaginación. Marron lo observaba con escrutinio, sin atreverse a despertar a su jefe de su profunda ensoñación. Tras unos minutos, al ver que no despertaba decidió dar unos golpecitos en la puerta. Trunks se sobresaltó, y miró a la persona que estaba enfrente de él. Rápidamente se volvió a sentar y le dio permiso para entrar.
—No quería molestar, puedo venir en otro momento —dijo la rubia agachando la cabeza algo incómoda.
—Para nada Marron, ya sabes que no me molestas, ¿vienes a darme las fichas que te pedí cierto? —extiende el brazo para recoger la carpeta— Eres muy eficiente, debería incluso ascenderte —respondió con humor.
—Eso no estaría mal —contestó sin apenas entusiasmo.
—¿Oye te pasa algo? Estás muy rara últimamente —preguntó con un deje de preocupación por la actitud decaída de su amiga.
—Tú también estás raro este tiempo, supongo que todos tenemos algo que nos preocupa.
—Bueno… —se rascó la cabeza despreocupadamente— tú sabes que soy una persona bastante reservada en mis cosas.
—Ya lo sé —sonrió con ternura—, te conozco desde hace varios años y no me sorprende nada tu actitud —tras la última frase, se decidió a hablar del asunto—. Es sobre Goten, es que él…
—No me digas más —la interrumpió abruptamente alzando la palma de su mano izquierda—, ha vuelto a las andadas y está en ese plan suyo conquistador contigo ¿verdad?
Marron se quedó callada un instante. Si él supiera, había ocurrido todo lo contrario. Quería hablar con Trunks sobre el tema desde hacía un tiempo. Sabía a ciencia cierta que a su amigo no le hacía demasiada gracia que Goten coqueteara con ella, pero nunca le dio los motivos por esa negativa incesante. Sentía que algo se le escapaba de las manos, lo que había pasado en la fiesta en la casa de los Briefs era demasiado extraño.
—No, nada de eso eh… —tomó aire y lo expulsó decidida para poder hablar más trnaquila— yo besé a Goten en la fiesta del otro día, y él me rechazó —agachó de nuevo la cabeza—. Yo pensaba como tú, creía que se sentía atraído por mí y me lancé.
—¡¿Cómo?! —se había quedado completamente atónito. No esperaba para nada esa confesión.
—Él me gusta mucho, y pensé que congeniábamos y que tendría una oportunidad debido al comportamiento que ha tenido estos meses conmigo. Pero ya vi que no fue así, está enamorado de otra mujer…
Ahora todo le encajaba a Trunks. Si Pares no se le hubiese cruzado en el camino hace poco, seguramente Goten no hubiese tenido ningún reparo en haber aceptado a Marron. Pero ahora se sentía culpable por sentirse atraído por la rubia y no poder dejar atrás el fantasma de esa mujer tan calculadora como lo era la Innombrable. Aparte estaba el detalle de la advertencia que le había dado a su amigo respecto a su amiga.
—Escucha una cosa que te voy a decir Marron, aunque suene doliente —respiró profundo soltando un largo suspiro—: Las cosas han ocurrido tal y como deberían ser; Si Goten te hubiese aceptado hubieras sufrido mucho, él… él tiene muchos fantasmas del pasado en el interior, y hasta que no sea capaz de deshacerse de ellos completamente nunca podrá ser feliz junto a una mujer. Ya sé que él es mi amigo, pero desde hace unos años se ha vuelto un ser misógino y destructivo con las mujeres; por eso le aconsejé que no fuera detrás de ti, tú eres mi amiga y lo que no quería era que estuvieses mal por su culpa.
—Comprendo… entonces sí que fue lo mejor —respondió con una triste sonrisa—. Hasta que no se libere de sus miedos no podrá ser feliz. Lo tendré muy en cuenta, muchas gracias Trunks; tú sí que eres un buen amigo —se acercó para darle un abrazo fuerte. Él correspondió al abrazo.
Al menos había conseguido levantarle un poco el ánimo a su amiga. Cuando la vio salir por la puerta, pensó que debía de hablar con Goten sobre el tema. Internamente le estaba agradecido por lo que había hecho, era una prueba de que valoraba su amistad y tenía en cuenta sus consejos.
Menuda humillación había sufrido hoy. Se había saltado las últimas clases porque no podía soportar la vergüenza en el recreo. Pero eso no iba a quedar así, planearía una venganza contra el instituto, ¡y sería terrible!
La hora del almuerzo había terminado, por lo que se disponía a darse un baño para relajarse y despejarse del mal día de hoy. Ya tenía todo preparado: la toalla para el cuerpo y el pelo, la ropa, y la radio para escuchar música. La música era su mejor aliciente para aislarse del mundo; le brindaba demasiada paz y sosiego.
Tras comprobar que el agua de la bañera estaba tibia, se metió lentamente en ella. Primero la punta de su dedo para asegurarse si podía soportar la temperatura. Una vez dentro, estiró todo su cuerpo mientras escuchaba esa apacible música. Cerró los ojos y se puso a pensar en todo lo que le había dicho Ángela y 17; siempre había pensado que darse placer a sí mismo era algo sucio, y que sólo lo llevaban a cabo los típicos desesperados por falta de sexo.
Sus padres jamás hablaban de sexo con ella. Su padre era muy controlador en esa clase de temas; incluso cuando ella tenía alguna cita se le hinchaba la vena y empezaba a interrogar a los pobres chicos sobre sus intenciones para con ella. Y en cuanto a su madre… el problema radicaba que era demasiado curiosa y preguntona. Era imposible intentar abarcar los temas, ya que se ponía como una histérica y se ponía a hacerle preguntas demasiado incómodas. La única información que había recibido sobre sexualidad habían sido las campañas que fomentaba el instituto para los jóvenes adolescentes.
Despertando de sus pensamientos, atinó a tomar la esponja entre sus manos para pasarla sobre su piel. Con el suave tacto, descubrió que efectivamente su cuerpo había sufrido cambios considerables. Ya no era más una cría. Nunca se había puesto a pensarlo de esa manera respecto a su cuerpo.
De pronto pensó en Goten. 17 tenía razón, debía descubrir su cuerpo primero para saber qué era lo que le gustaba y como potenciarlo. Empezó a imaginarse su perfecto abdomen debajo de la camisa. Más de una vez le había visto el torso desnudo, sobre todo cuando había estado viviendo en su casa, y esos brazos fuertes y varoniles que la dejaban sin respiración. Bra sintió que todos los colores se venían a su rostro. ¡Jamás se había puesto a pensar así de Goten! Sin embargo, su curiosidad pudo más que cualquier enseñanza moral y siguió deleitándose en su mente sobre los atributos del joven Son. Mientras pasaba la esponja por su cuello, extrañamente estaba descubriendo que su temperatura corporal se estaba incrementando. Bajó las manos hacia sus pechos, y una corriente eléctrica le recorrió de pies a cabeza —¿Qué había sido eso? Pensó la joven— Le había resultado bastante… ¿placentero quizás? Se ruborizó fuertemente. Ahora sí que estaba descubriendo su anatomía por primera vez.
Dejó el jabón a un lado y notó como sus rosados pezones estaban completamente erguidos. Siempre pensó que eso sólo ocurría cuando hacía demasiado frío. Después de frotarse los brazos suavemente, decidió bajar sus dedos hacia su vientre; al llegar al punto central de su intimidad, volvió a recorrerle una corriente eléctrica, pero esta vez mucho más intensa que la anterior. Dio un brinco ante esas sensaciones tan nuevas y placenteras y decidió empezar de nuevo por el principio.
Repitió el ritual varias veces, donde pasó un tiempo que parecía no tener fin mientras que suaves gemidos eran expulsados de su boca, a la vez que su cuerpo empezó a estremecerse fuertemente. Volvió a tomar la esponja y la paseó por su vientre y entrepierna, aún con los ojos cerrados. El aseo de su intimidad le ocasionó a la joven que temblara fervientemente. Los gemidos se volvieron mucho más sonoros, y con su cuerpo casi convulsionado intentaba morderse los labios para no gritar. Y sin previo aviso, una explosión de mariposas en su estómago la hicieron vibrar de forma casi enfermiza, como estar visualizando una capa de varios colores. ¿Eso último era lo que todos llamaban orgasmo? Se sugestionó Bra. Su respiración agitada empezó a calmarse a los pocos minutos después de haber llegado al clímax. Sentía aún sus mejillas arder, su cuerpo se había quedado completamente relajado y satisfecho después de la gran actividad.
Vaya forma de descubrir tu cuerpo, y todos estos años te lo has estado perdiendo.
La voz de su conciencia la tomó por sorpresa, mientras que una sonrisa placentera aparecía en sus labios. Salió de la bañera y rodeó su anatomía con la toalla. La lección número uno estaba aprendida.
Goten se encontraba terminando el almuerzo para poder volver pronto al trabajo. Desde hacía varios días, no podía dejar de pensar en lo que le había dicho Bra. ¡Ella estaba enamorada de él! ¿Pero cómo narices habían llegado las cosas hasta ese punto? Todo últimamente le salía mal. ¡Y encima le había dicho a la chica que no le era indiferente! No podría haberle dicho que las cosas no podrían ser, como había hecho con Marron, sino que además le albergaba esperanzas banas.
El problema radicaba en que a diferencia de Marrron, Bra le resultaba un desafío excitante y prohibido. Era la hermana de su mejor amigo y la hija de un hombre que le enfundaba respeto y temor. Y no estaba nada mal… pero claro, estaba aquella cosa en su cabeza llamada conciencia que no lo dejaba tranquilo; y el asunto de Pares también lo tenía bastante agotado. Hacía tiempo que no sabía de ella, desde el encuentro de la cafetería, y mejor que siguiera siendo así. Él quería ser feliz de una vez por todas, necesitaba alejar el pasado para siempre.
Se levantó de la silla de la cafetería de la empresa y se puso en marcha para volver a su despacho. Le resultaba algo incómodo pasar por la entrada del recinto, más que nada porque temía encontrarse con la rubia. Apenas habían hablado desde aquel incidente, y lo mejor sería marcar distancias hasta que las cosas se calmaran un poco. Para su suerte, ella no estaba en su puesto, suponía que estaría comiendo como los demás empleados. Pasó rápidamente por la entrada en dirección al ascensor.
Al subir la planta correspondiente y abrirse el ascensor se encontró a Trunks. No parecía muy espabilado últimamente, más bien absorto y algo despistado. Lo saludó con la mano y él le devolvió el saludo.
—Iba a ir a buscarte hermano, ¿vienes a mi despacho? —sonrió Trunks mientras ponía una de sus manos en el hombro de Goten.
Él asintió con la cabeza y los dos hombres se dirigieron hacia la oficina. Ninguno de los dos articuló palabra en el corto trayecto, sabían que cualquier cosa que hablarían tenía que ser dentro del despacho, para que nadie los interrumpiera. Llegaron y se sentaron en sus respectivos asientos.
—Bueno pues aquí me tienes, ¿qué era eso que quería que hablásemos? —preguntó Goten con interés.
—Quería darte las gracias —el pelinegro lo miró sin entender—. Lo digo por lo de Marron, sé que la rechazaste por no hacerle daño.
—Ah ya —intentó sacar una sonrisa forzada, pero le resultó un poco difícil—, te prometí que no intentaría pasarme de listo; y más ahora que de nuevo apareció la Innombrable.
—¿Cómo va el tema ese por cierto? —preguntó Trunks con enorme curiosidad— Se lo dejaste claro ¿verdad?
—Sí, no he vuelto a hablar ni saber nada de ella desde hace un mes —respondió secamente, pero con un deje de tristeza.
—Sabes que es lo mejor Goten, el pasado tiene que quedarse en eso, completamente atrás.
—Ya lo sé.
Se formó un gran silencio en la sala. Los dos se quedaron absortos en sus propios pensamientos. Uno con el tema de Pan y esos impulsos degenerados; y el otro sobre la atracción que le producía cierta chica de pelos azules. Desde que Bra se lo había comentado a Goten, él había comenzado a verla con otros ojos, totalmente diferente a como era antes. Los había abierto de forma brusca, ya no era capaz de verla como una cría. Miraba a Trunks, ¿qué pasaría si él le comentaba lo que le estaba ocurriendo? ¿Le rompería las piernas? A lo mejor podía abarcar el tema, pero sin dar nombres concretos. Soltó un suspiro largo y se decidió a hablar.
—Por cierto Trunks… —tragó saliva con dificultad, a lo que Trunks despierta de sus pensamientos y lo mira fijamente esperando lo que le tenía que decir— ¿No te sentirías mal al desear una chica mucho más joven que tú?
Trunks se quedó paralizado. No se esperaba para nada esa pregunta. ¿Acaso él sospechaba de algo? ¿Tan obvio era? No creía que Pan hubiese sido capaz de haber dicho nada sobre los accidentales besos que habían compartido. Sin quererlo, empezó a sudar por la irritación.
—¿A qué… a qué te refieres exactamente con "más" joven? —preguntó temeroso.
—Pues… muy joven —Goten también se mostraba nervioso—. De la edad de tu hermana, por ejemplo.
No podía ser, ¡esto tenía que ser una broma de mal gusto! Y encima Goten se había puesto muy serio de pronto. Seguramente sabría que había estado besando a su sobrina indecentemente y ahora le preguntaba eso, porque si no era demasiada coincidencia. Por eso estaba tan frío y distante, por eso apenas le hablaba esos días…
—Por favor no puedo seguir más con esto, ¡perdóname! —saltó de pronto— ¡Es cierto, la besé! Pero no era mi intención, no sé qué me pasó para reaccionar así con tu sobrina…
—¿Cómo dices? —el semblante de Goten se volvió completamente alucinado e incrédulo— ¡¿Cómo es eso de que besaste a mi sobrina?!
