Notas de las Autoras:

Querido lector, te recordamos que, debido a un excedente de capítulos en esta historia y muchas ganas de compartirlo con ustedes, hemos decidido publicar un poco más de cuatro capítulos esta semana. Este es el sexto capítulo de la semana y el segundo del miércoles. ¡Que lo disfrutes!

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El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como funciona el mundo!

SS Justus Margareth: Una Misión Desvergonzada

"Justus, Margareth, necesito su ayuda para recopilar unos datos."

"Por supuesto, milord." Dijo Justus jugando su papel de asistente y divirtiéndose en el proceso. Era una lástima que su querido hermano se hubiera acostumbrado tan pronto, aunque igual era lindo verlo tratando de ser un noble serio dando órdenes.

"¿Para qué nos necesita, Lord Ferdinand?" preguntó Margareth con absoluta seriedad, quitándole la poca diversión al asunto.

"Planeo hacer un obsequio especial a todos los miembros de la casa archiducal, pero necesito sus medidas. Dado que es una sorpresa, no pueden saber que estamos tomándolas."

Algo en todo ese misterio era extraño, los instintos de Justus le decían que la información detrás de eso era… inimaginablemente interesante. ¿Qué se le había pasado por la cabeza a ese pequeño hermano suyo?

"Lord Ferdinand, ¿qué es este regalo que planea hacer y está información que necesita que consigamos?" preguntó Margareth con cautela.

Justus notó de inmediato el sonrojo en las orejas de su hermano a pesar de su cara seria.

"Un nuevo tipo de pijamas", Ferdinand guardo silencio, sin terminar de hablar, Justus y Margareth sabían que había algo más que no había dicho

"¿Pijamas?", repitió Margareth como una pregunta mientras entrecerraba sus ojos hacia el peli azul.

"Si, pijamas y… un… un nuevo tipo de ropa interior."

Margareth estaba sonrojada.

Ferdinand estaba sonrojado.

Justus estaba buscando la manera de no estallar en carcajadas y caer fulminado al suelo porque parecía de esas risas que provocan dolor de estómago y aflojan las rodillas.

"A ver, hermanito" dijo Justus haciendo un verdadero esfuerzo por no reírse "¿Quieres que vayamos al castillo, nos colemos en las habitaciones de todos y hurguemos entre todos los juegos de ropa interior para darte las medidas de cada quién?"

"Ba-básicamente."

"Permítanme un momento por favor."

Justus se retiró un momento en tanto Margareth recuperaba la compostura.

"¿Por qué desea obsequiar pijamas y ropa interior a TODA la familia archiducal? ¡Es perverso!"

"¡Es que odio la ropa interior y la ropa de dormir de los nobles!" comentó Ferdinand de inmediato antes de que ambos escucharan algo caerse y golpear la pared.

Cuando ambos corrieron al otro lado del biombo donde cambiaban de ropa a Ferdinand encontraron a Justus sujetando con fuerza un par de aparatos antiescuchas, riendo sin parar en el suelo.

"Eso debería darle una idea de lo… extraño de su idea, Lord Ferdinand."

"Igual lo sigo odiando. Es voluminosa, estorbosa y demasiado calurosa en el verano."

"¿Y porque no mandó a hacer solo para usted?"

Justus acababa de terminar de reír, soltando la herramienta justo a tiempo para escuchar la pregunta de Margareth, notando de inmediato el sonrojo en las orejas y el cuello de Ferdinand.

El silencio se extendió entre los tres por un tiempo. Justus miraba a su hermano con una sonrisa ladina y Margareth con desaprobación y una cara que casi decía:

'No podía ser más descarado con sus intenciones, ¿O sí?'

"Quiere regalarle un juego completo a alguien, ¿Adivinas tú o adivino yo, Margareth?", pregunto Justus cuando su compañera de misión no formulo el reproche de su mente

Eso pareció traer a Ferdinand de vuelta a la realidad, el sonrojo aumento, esa era la primera vez que veía el rostro de su hermano menor completamente sonrojado, el peliazul tosió un par de veces antes de mirarlo, ofendido.

"¿De qué hablas Justus?, solo quiero ofrecer una alternativa, pero no puedo ir por ahí preguntando sus medidas, ¡me tacharan de pervertido o algo peor!"

Aparentemente, la situación con su hermanito era peor de lo que pensaba.

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"¡Por los siete! ¿Qué traes puesto, Justus?"

"Hoy puede llamarme Gudrun, señorita Margareth" respondió el hombre usando un artefacto mágico para modular su voz y volverla más femenina, similar a la de la Gudrun original "tome, póngase esto. Es el uniforme que se usa en el castillo."

"¿Es en serio?"

"Necesito disfraces para conseguir información de muchos lugares. Mi guardarropa es una auténtica caja mágica de identidades falsas. Podría prestarte la versión de hombre si lo prefieres, incluso tengo un modulador mágico extra."

"¿Necesitas…? ¡Novato! Mira y aprende, pervertido desvergonzado."

Justus ocultó una risilla detrás de una mano enguantada. Esto iba a ser lo más divertido que había hecho en su vida.

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Colarse al castillo siguiendo a Margareth había sido lo más sencillo del mundo. Colarse en las recámaras por los túneles de servidumbre había sido educativo. Tomar la ropa interior de cada miembro había sido hilarante.

Justus buscaba entre los baúles de ropa hasta sacar un conjunto completo, el cual acomodaban en el suelo para que Margareth utilizará de inmediato una cinta métrica y comenzará a hacer anotaciones en pequeños cuadrados de hojas atados con un par de aros de madera diseñados por Ferdinand para que pudieran abrir y cerrar con facilidad.

Quizás la misión habría salido sin problemas si Justus no hubiera comenzado a entretenerse poniéndose los vestidos de las esposas del Aub.

"¡Justus!"

"Gudrun, no Justus."

"¡Gudrun!"

"¿Qué?"

"¿Por qué traes puesto un vestido de Lady Irunhilde?"

Margareth estaba escandalizada, su rostro volviéndose uno lleno de furia cuando Justus comenzó a tocar sus senos falsos sobre la tela de manera apreciativa.

"Porque creo que necesitamos datos sobre esta parte de aquí. ¿Cómo la mediríamos para asegurarnos de que la ropa sea hecha de manera adecuada?"

"¿Cómo se te ocurrió siquiera ponerte esa ropa? No necesitamos que lo uses para…"

"No viste los diseños, ¿verdad?"

Margareth se quedó callada con la boca abierta, congelada en su pose de amonestación cuando Justus sacó un pedazo de pergamino de su escote para entregárselo.

"Si observas bien, se supone que los montes de Geduldh se acomoden aquí dentro. No sé tú, pero creo que si la tela es insuficiente va a ser muy incómodo ponerlas ahí dentro."

"¿Pero? ¿Cómo? ¿Por qué?"

"Solo piénsalo. Si tuvieras que poner tus montes dentro de esos sacos para que no…"

"Si quieres conservar tu espada intacta, más vale que dejes de pensar en mis montes dentro de ese tipo de sacos. No me tomaría mucho convertirte en Gudrun de por vida. ¡Y quítate eso, maldita sea!"

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Para cuando terminaron de juntar los datos y volvieron al templo, Margareth estaba hecha una furia y Justus tenía una enorme sonrisa a pesar de que se veía con claridad una mano pintada en su rostro.

"Pero ¿qué sucedió?" preguntó Ferdinand demasiado confundido en tanto Margareth azotaba las pequeñas hojas de notas en el escritorio de su recámara.

"No vuelvan a llamarme para este tipo de asuntos pervertidos, ¡y no se atreva a tocar a Lady Rozemyne si quiere seguir respirando con normalidad!"

Luego de lo cual salió más molesta que nunca.

Ferdinand miraba a la salida y luego a Justus sin comprender que estaba sucediendo.

"¿Justus?"

"¿Qué? ¿Esto?" Preguntó Justus sin dejar de sonreír y señalándose la mejilla "Margareth es toda una fiera. No quiero ni pensar en la pobre alma en desgracia que decida casarse con ella o tratar siquiera de concebir la carga de Geduldh."

"¿Y esa ropa?" preguntó Ferdinand un poco desconcertado "te ves como Gudrun."

"Gracias. Me llevó tiempo aprender a moverme como ella."

"Y yo preguntándome porque Margareth te golpeó y nos llamó pervertidos" suspiró Ferdinand antes de tomar las medidas y revisarlas, deteniéndose al notar la mirada penetrante de Justus sobre su hombro. "¿Sucede algo?"

"Si. Sobre la ropa interior de dama… ¿Cómo sabrás de que tamaño hacer los sacos de…?"

"¿Las copas de los sostenes? Es fácil, solo debo restar la medida de la espalda, dividir lo que quede a la mitad y…"

"¿Entonces no necesitaba medirme la ropa para comparar con mis montes falsos?"

Ferdinand se detuvo en ese momento, enderezándose y volteando a ver a Justus con los ojos demasiado abiertos.

"¡Por supuesto que no! ¿De dónde sacaste una idea tan absurda?"

"Bueno, ahm… ¿Sabes una cosa, hermanito? Creo que debo volver a casa y, ahm, tomar mis propias medidas para mis conjuntos."

"¿Tus conjuntos?"

"¡Por supuesto! Quiero una para hombre y una para mujer, gracias por tu consideración. Estaré esperando que me entreguen mis conjuntos para hacer cara de sorpresa. Hasta luego."