El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré como Funciona el Mundo!
SS Alerah
"Teresia, Milady, ¡ustedes siempre lucen tan hermosas!" suspiró Alerah, la pequeña niña de primer año que acababa de volverse parte oficial del séquito de Lady Constance.
Estaba cepillando el cabello de su señora mientras Teresia se encargaba de pintarle el rostro con una especie de crema aromática con una brocha para cara, disfrutando de las risitas soltadas por las dos chicas mayores.
El resto de las jóvenes del séquito estaban ocupadas limpiando, acomodando arreglos o terminando de anotar los informes que Lady Constance solicitara ese día por la mañana.
"Cuando crezcas un poco más, te enseñaré las recetas de las mascarillas que ocupamos, Alerah" le ofreció Teresia sin dejar de sonreír "aunque te advierto, tendrás que conseguir los materiales por tu cuenta."
"¡Por supuesto! Quiero ser tan hermosa y refinada cómo ustedes dos."
Más risillas apenas controladas y los hermosos sonrojos de ambas la hicieron sentir la joven más afortunada de toda la academia real.
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La primera vez que Teresia le dio una lista de materiales para hacer los cosméticos y las mascarillas se dio cuenta de que no podía pagarlos. Si bien su padre le había asignado una cantidad mensual de dinero, técnicamente debía escoger entre conseguir materiales para sus clases prácticas además de pergamino y tinta para tomar o conseguir la mitad de los materiales de la lista. Pensó que quizás podría ahorrar el dinero de las siguientes dos temporadas… pero entonces sus compañeras de séquito comenzaron a discutir sobre el futuro.
Lady Constance no dejaba de buscar un matrimonio con un Ducado del sur.
No tenía que ser exactamente en el sur, solo un Ducado donde no hiciera frío, ni nevara.
"¿Hizo qué?" preguntó una de las eruditas en shock durante el postre, mientras otras compañeras se encargaban de servir a Constance en la mesa de los candidatos a Archiduques.
"Te digo que la escuché preguntarle a Lady Georgine si podría hablar con sus padres para comprometerla a ella con Ahrensbach."
"¿Pero, y Lady Georgine?"
"Lady Georgine declinó su solicitud con tanta gracia que casi parecía estarle explicando las diferencias entre los dioses como una hermana filial y amorosa." Respondió la chica de cuarto año hablando al respecto.
"Yo no quiero irme de aquí." Se quejó una de sus compañeras de segundo año "¡Soy la heredera de mi casa! ¿En serio espera que renuncie para ir a perseguir a Leidenschaft?"
Alerah solo tuvo que levantar un poco la vista para observar a Lady Constance siendo servida por Teresia, ambas brillando y sonriendo ante la conversación que estaban teniendo los tres hijos del Aub cómo si fueran dioses disfrutando de paz y tranquilidad en las alturas. Ella no podía entender que tenía de malo mudarse a otro Ducado para estar por siempre con esa joven amable y brillante a la que admiraba desde la sala de juegos...
"Milady sabe que les está pidiendo mucho, así que me ha dado permiso de hablar" comentó Alderon, el erudito preferido de su señora "No sabemos a qué Ducado nos vamos a mover, pero pueden estar seguros de que nos iremos, así nuestra señora deba casarse con un hombre de la edad de su padre cómo tercera esposa en el Ducado más pobre y bajo del ranking. Quienes estén dispuestos a seguirla deberán ahorrar dinero los próximos cinco o seis años. Lady Verónica no está de acuerdo con este plan, así que, a menos que Lady Constance se alinee con la agenda política del Ducado y se case con quién se le indique, no recibirá apoyo financiero más allá de una pequeña dote mínima el día de su nudo estelar."
Se hizo el silencio entonces.
Tiempo después, Alerah se enteraría que Constance iba a ser enviada a Klassenberg y se había negado con fervor. Eso solo convenció más a la pequeña Alerah de seguirla. Si Lady Constance tenía la fortaleza de perseguir sus sueños aún cuando carecía del apoyo de su familia, entonces ella también podría seguirla a dónde fuera.
Nunca supo si fue está determinación suya o alguna otra cosa lo que convenció a Teresia, pero ambas le compartieron su secreto para conseguir lo que necesitaban sin sufrir importantes perdidas en oros.
"Necesito practicar para conseguir el matrimonio que deseo Alerah, y esto además de darme experiencia, me permite ahorrar." Le confesó Constance luego de haber coqueteado de manera descarada con un medcaballero recién egresado "Teresia me está enseñando, por supuesto y Alderon procura cuidar que el elegido para apoyarnos no vaya a propasarse."
"¿Y no es muy difícil, milady?" preguntó la pequeña todavía ruborizada y tímida "no creo que pueda sonreír de ese modo o moverme de esa manera."
"Alerah, tienes un rostro tan exquisito y una figura tan esbelta, que estoy más que segura de que podrás conseguir cualquier cosa que necesites en poco tiempo" le aseguró Teresia con una enorme sonrisa afectuosa antes de mirar a Alderon "¿tú qué opinas? ¿Crees que esa linda cara de niña inocente le consiga algo bueno?"
Alderon la miró entonces con ojo crítico, haciéndola temblar un poco por el nerviosismo de ser juzgada por un chico mayor, sintiendo que un peso caía de su órgano de mana cuando Alderon le sonrió.
"Tiene un encantó distinto al de ustedes y todavía se está desarrollando, pero creo que funcionará. Podríamos usar este tiempo en el castillo para poner a prueba algunas cosas con ella y averiguar que tipo de seducción le queda mejor. Mientras no desarrolle curvas, no hay mucho que pueda hacer."
"Seria bueno acostumbrarla a diferentes manas, ¿no crees?" comentó Teresia entonces observando a Lady Constance como pidiendo permiso y abrazando a Alerah en cuanto su señora dio su aceptación.
El abrazo de Teresia era cálido y agradable, al menos hasta que comenzó a sentir algo extraño ahí donde un poco de piel de cada una hacia contacto. Sus manos, su cuello y su mejilla más que nada.
"¿Qué es eso?" preguntó confundida "¡No hace cosquillas como cuando me abrazan mi madre o mis hermanos!"
Un coro de risas apenas contenidas estalló a su alrededor antes de que Teresia la soltara y la extraña sensación desapareciera.
"Te entrenaremos para que resistas, Alerah" comentó su señora sin dejar de sonreír y, siendo la siguiente en abrazarla y pegar su mejilla a la de ella "algunos chicos nos dan lo que queremos solo con batir nuestras pestañas, sonreír con dulzura y modular nuestra voz. Otros requieren un acercamiento más físico. Debemos acostumbrarte para que el maná de diversos colores no te afecte."
Ella aceptó, bebiéndose cada palabra como si fueran recitadas por Mestionora y Analthung. Su señora, que estaba dispuesta a soportar la incomodidad del maná ajeno no podía estar equivocada. Así fue como empezó a invertir pequeños espacios de tiempo dejándose abrazar por cualquiera de los tres, deshaciéndose poco a poco de la timidez y vergüenza que la embargaba cuando era el turno de Alderon abrazarla y pegar su mejilla a la de ella, siempre donde nadie más los observara porque nadie más lo comprendería.
Para cuando entró a segundo año estaba acostumbrada a los abrazos y al roce del mana de Teresia, Lady Constance y Alderon. También había perfeccionado mucho su técnica para suplicar, aprovechando que se veía indefensa y tierna. Por lo general buscaba a los chicos de sexto año para conseguir materiales. Por alguna razón se deshacían si hablaba de un modo meloso, similar a una niña pequeña y se mostraba un poco tímida pero divertida. Si bien su pecho y sus caderas ya habían comenzado a desarrollarse, casi no se notaban, así que casi no necesitaba abrazar a nadie para conseguir lo que deseaba.
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Para el verano, las bendiciones de Geduldh y Anwachs comenzaron a notarse bastante en ella. Su rostro se afiló al comenzar a perder la grasa de bebé que la había hecho lucir adorable durante el invierno y su voz dejó de ser tan chillona.
"¡Al fin comenzaste a desarrollarte, Alerah!" la felicitó su señora una tarde, luego de que ella le limpiara el rostro y le aplicara ungüento sobre una mejilla hinchada.
Lady Constance estaba encerrada en su habitación oculta con los tres para que la contuviera mientras lloraba. Lady Verónica la había azotado por picarse los dedos varias veces durante su bordado, claro que eso no habría sucedido si el idiota medcaballero que acababa de graduarse no le hubiera estado coqueteando abiertamente antes de llegar… o si Lady Constance no le hubiera pintado el rostro con un poco de mana al joven solicitando un par de materiales del bosque porque entonces Lady Verónica no los habría sorprendido de camino a su sala de té y no la habría abofeteado en cuanto despidió al muchacho, lanzándoles a ellas una mirada de advertencia.
"Gracias por notarlo, milady. ¿De verdad no podemos curarla con una oración o…?"
"No. Madre dijo que si sano como un plebeyo normal aprenderé a ser más recatada en mi comportamiento…"
Las lágrimas asomaron de nuevo en los ojos de su señora, que comenzó a temblar. No les había dicho nada en todo el camino a su cuarto o cuando se encerró con ellos tres, solo había estado llorando y gimiendo por más de un cuarto de campanada.
"¿Sabes que me comparó con una flor? ¿Una sucia flor? ¡Cómo si me estuviera ofreciendo de divertimento!" se quejó Lady Constance todavía entre los brazos de Alderon y Teresia sin dejar de temblar. Alerah los miraba preocupada, colocando con cuidado la medicina de plebeyos y soplando despacio para que secara y pudiera aplicar el maquillaje ahora que el golpe se veía por completo morado.
"Milady no debe sentirse avergonzada por usar los recursos que le han dado los dioses" consoló Teresia sin dejar de acariciarle un brazo a su señora "si Lady Verónica y el Aub hubiesen correspondido a su petición de enviarla a tierras cálidas, usted no tendría por qué usar las artes de Efflorelume como yo. Usted no nació en una familia con problemas de oros."
"Y un poco de mana no es algo tan indecoroso" dijo Alderon en ese momento "no es como que mi señora esté entregando su jardín a alguien o invocando las bendiciones de Brennwärme y Beischmacht."
Su señora se veía tan frágil y dolida. Ella y Teresia habían salido luego de dejarla ahí, esperando en las sillas del pasillo mientras practicaban sus propios bordados… eso no evitó que notarán gritos dentro o que escucharán los golpes recibidos por su señora, sobresaltándolas.
"Y además… ¿por qué no puedo elegir al dios Oscuro que yo quiera? Ya sé que estamos en guerra, pero nada me asegura que los de Klassenberg no serán purgados cuando la guerra acabe, ¡O los de Ahrensbach!"
Alerah terminó de arreglarla y entonces hizo lo que su madre hacia con ella cuando era una pequeña niña prebautismal demasiado asustadiza. Le dio un beso en la frente, haciéndola sonreír.
"Mi dulce, dulce Alerah. Lamento tanto que tengas que consolarme. Ojalá fuera perfecta como Georgine, madre no me llamaría tanto la atención y quizás me cumplirían ese pequeño capricho."
"¡No diga eso, mi señora! De las dos princesas de Eisenreich por parte del Aub, usted es la más bella de todas… y la más valiente. Se necesita de la bendición de Angriff para poder invocar las bendiciones de Efflorelume y hacer uso de las bendiciones de Analthung para evadir el peligro que implican algunos chicos. No todos son shumils."
Constance sonrió para ella y luego miró a Alderon y a Teresia. Era como si estuvieran hablando solo con sus miradas, porque los tres la miraron entonces con la misma expresión.
"¿Alerah, te gustaría que te arreglemos como una chica más grande?" ofreció Teresia.
"Tu acto de la hermanita pequeña y dulce dejará de servir este invierno. ¿Qué dices?" le preguntó Alderon.
Ella aceptó sin darle una segunda reflexión. Si ellos pensaban que estaba lista, debía ser verdad.
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Con su tercer año iniciando hubo dos niños llamando demasiado la atención de todos en los dormitorios. Lady Rozemyne, la Santa princesa, hija del Aub y el pequeño Sumo Sacerdote que logró regresar a la nobleza por sus propios medios.
Ambos eran la comidilla de muchos de sus conocidos, en especial el sacerdote de nombre Ferdinand.
La primera vez que pudo verlo bien fue porque Lady Georgine y Lord Sylvester se habían acercado a saludarlo. El niño destacaba bastante con su rostro delicado y sus cortos cabellos azules incluso las veces que lo había visto en el castillo, siguiendo a su señora.
"¡Va a ser muy apuesto!" cuchicheo una de sus compañeras de clases mientras esperaban a que el profesor de la siguiente clase entrara, "una pena que sea solo escoria del Templo. No es material para Dios Oscuro, solo para amante, ¿no creen?"
"Parece estar fuertemente bendecido por Mestionora. Escuché que terminó sus exámenes la semana pasada. ¡Todas sus clases!" mencionó otra, robando el aliento de todas las chicas y algunos que otro chico a su alrededor.
"¡Debe haber hecho trampa!" dijo alguien mirando hacia donde estaba sentado Justus.
"Bueno, para que trajeran a un sacerdote a la Academia, deben estar tratando de legalizarlo para que alguna de las princesas lo tome como amante o como tercer esposo, ¿no?"
"Yo también pensé que le habían dado todas las respuestas o que le estaban aplicando exámenes más sencillos por orden de su dueña, pero mi hermano menor dice que pensaban que estaba haciendo trampa, así que lo sientan con los profesores en cada clase para verificar que en serio sepa lo que está respondiendo. Incluso permitieron que sus compañeros verificaran que estuviera haciendo el mismo examen o incluso unos más difíciles" Mencionó uno de los chicos.
"Y yo pensando que era la flor predilecta de Lady Rozemyne o de la familia archiducal y que por eso le permitían venir." Comentó otro de sus compañeros, vigilando de nuevo a Justus.
"Con esa cara de niña, no me extrañaría que sea la flor de Lord Sylvester."
Las risas no se hicieron esperar. Alerah no pudo evitar reír mientras trataba de imaginar al lindo chico moviéndose como ella y Teresia para conseguir favores antes de ir un poco más allá. Era cómico imaginar que pensaran que podía actuar como una chica siendo lo contrario.
"Flor del templo o no, el muchacho tiene permiso de volver al ducado el día previo a cada reinicio de clases. Sospechoso, ¿no?"
Murmuró alguien más.
"Quizás vuelve para hacer ofrendas y conseguir dinero para su manutención" mencionó otra chica "no sería el primer chico de esa familia haciéndose pasar por mujer, ¿saben?"
Alerah luchó para no profundizar su sonrisa, divertida porque en realidad dudaba de los rumores sobre Justus haciéndose pasar por Gudrun y, además, ella sabía que el chico Ferdinand tenía permiso de volver dos días, pero Lady Constance le había robado uno de esos por tener su agenda repleta entre semana.
Todavía no entendía la razón, pero abrazarse a él y perderse en el delicioso aroma herbal y fresco que emitía su cabello era de lo más estimulante. Hacerlo sonrojarse también era divertido, o escucharlo suplicar. A diferencia de los otros, que parecían derretirse en medio de los sustos que sentían por su manera tan determinada de acercarse a ellos ahora. El chico había negociado y comentado lo incómodo que se sentía.
No, Ferdinand en definitiva no era una flor del templo, era solo un chico leal a su señora como ella era leal a Constance… leal, bonito, inteligente y curioso, con un pésimo manejo de su rostro dejando ver sus emociones tan claras como el agua con que se lavaba la cara en las mañanas. ¿No sería divertido hacerlo quejarse un poco más? Se lo comentaría a su señora después.
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Cuando volvieron a casa luego del nudo estelar de Lady Georgine, se dio cuenta de que sentía cierto apego por el favorito de Lady Rozemyne. Cada vez que las asesorías de Lady Constance se ponían demasiado monótonas o él se notaba molesto e impaciente con su señora, ella se había encargado de usarlo para practicar, repagándose a su espalda para preguntarle con una enorme sonrisa si tenía que ser tan brusco con las chicas o empujándolo con su cadera antes de pedir disculpas sin dejar de sonreír.
Lo había disfrutado mucho.
Ferdinand era tan transparente que además de su sonrojo mostraba su enojó antes de llamarle la atención por no saberse comportar, haciéndola preguntarse muchas veces si Lady Rozemyne era muy estricta o si por el contrario le llamaban tanto la atención al interior del templo que el chico pensaba que ese era el modo normal de tratarlas.
"Teresia, Alerah, mi linda y pequeña hermana, la princesa santa, tiene un raffel por Ferdinand."
Las palabras de su señora, comentadas como si nada días después de volver al castillo la dejaron confundida hasta cierto punto. No dudaba de la veracidad de las palabras de su señora, si no de la importancia que pudieran tener para ellas. Lady Rozemyne no era la señora de ellas, sino Lady Constance.
Teresia solo cubrió su boca dejando escapar una risilla divertida ante la nada asombrosa revelación.
"Lo sé, lo sé, mis hermanos no dejan de comentar que es muy posible que mi hermanita tenga un raffel temprano… la cosa es, que luego de todo el tiempo que me estuvo asesorando, el monjecito también tiene un raffel por mi hermanita así que lo dejaremos en paz por el momento."
Lady Constance las miró a ambas con una sonrisa noble idéntica a la de Lady Georgine hasta que cada una asintió dentro del campo antiescuchas que habían levantado a su alrededor para prepararla para el día.
"Es posible que los veamos de vez en cuando. Mi madre está educando a Rozemyne para ser una dama… mi pobre, pobre hermanita. Solo espero que sea mejor con la aguja y los eufemismos que yo."
Alerah no pudo evitar tomar las manos de Constance para darle un leve apretón sin dejar de mirarla con afecto en tanto Teresia le apretaba los hombros, dejando el cepillo de lado un momento. Con el resto de las chicas del séquito por todos lados no podían abrazarla para darle apoyo.
"Si. Recemos a los dioses para que mi madre no la muela con esa estúpida vara ni la ahogue con sus estúpidos hielos." Solicitó su señora con rencor oculto detrás de una sonrisa refinada en un tono que intentaba ser tranquilo, suspirando "de todos modos, cuando estén aquí, traten de observarlos. Quizás si ayudo a mi hermana, la más amada por los dioses, a conseguir lo que desea, se me permita alcanzar lo que yo deseo."
Alerah suspiró con pesar antes de ponerse de rodillas para colocarle los zapatos a su señora, asegurándose de darle un leve masaje previo. El rechazo de Lord Werdekraft debía seguir muy fresco en la memoria de su señora si estaba hablando de hacer favores para conseguir algún tipo de intervención divina.
"Lord Werdekraft es un idiota con solo ditter en la cabeza, milady" soltó Alerah de inmediato "posiblemente le guste que sus estúpidos caballeros cerebro de músculo le ensarten sus espadas por el cáliz de Vantole, de otro modo, no entiendo porque la rechazó de ese modo."
No podía no fastidiarse al recordar la fallida fiesta de té.
Todo parecía ir bien cuando recibieron a Lord Werdekraft. Le sirvieron postres que sabían, eran de su agrado y el té que más le gustaba. Lady Constance habló con él de ditter como si fuera una experta luego de prepararse por dos semanas con ayuda de Alderon. El maldito engreído hasta sonrió con las bromas que estuvieron haciendo cuando Lady Constance solicitó que pusieran una herramienta antiescuchas de rango específico.
El plan era convencer a Lord Werdekraft de hacer que ambos sequitos le dieran la espalda para que pudiera pintarle el dorso de la mano con mana y mostrarle un poco de su escote mientras le preguntaba si le gustaría tomarla como su esposa, no importaba si la tomaba como segunda o tercera esposa, sin embargo… cuando Lady Constance solicitó la herramienta antiescuchas, Lord Werdekraft ordenó que solo el séquito de él saliera del rango de escucha y ella y Teresia se quedarán.
De pronto ya no estaba sonriendo y las miraba con… ¿desprecio? ¿asco? No había estado segura de porque la mala cara, al menos, hasta que el animal ese habló.
"Lady Constance" comenzó a decir Lord Werdekraft con un rostro más que amargo "no sé que han estado haciendo usted y… esas dos flores, pero varios de mis estudiantes reportaron, horrorizados, que ustedes tres han estado usando sus… encantos, para conseguir cosas bastante costosas."
"Temo que no hemos hecho nada malo, Lord Werdekraft" dijo su señora defendiéndolas a las tres "es cierto que hace un tiempo, mis queridas Teresia, Alerah y yo misma descubrimos que algunos chicos se mostraban felices de apoyarnos. Nunca hemos obligado a nadie a que hagan algo que no dese…"
"¿En serio? ¿Debo pensar que es algo normal en su Ducado que las jóvenes vayan por ahí mostrando el escote o restregando sus bendiciones encima de los jóvenes mientras les piden cosas? Ese podría ser el caso dentro de su Templo si no recibiera reportes de mi séquito de primero con respecto al sacerdote que acaba de ingresar. Entonces, ¿qué iba a pedirme y a cambio de qué, Lady Constance?"
Su señora y Teresia se habían sonrojado profundamente en aquella ocasión. Ella habría querido saltar a dar explicaciones y hacerle entender a Lord Werdekraft que era un mal necesario porque la malvada y poco razonable Lady Verónica se negaba a permitir que su señora pudiera vivir una vida cómoda en un Ducado cálido… pero ella no era más que una mera asistente.
"Me malinterpreta, Lord Werdekraft..."
"¿En serio? ¿Me invitó por pura buena voluntad? ¡Qué considerada, Lady Constance!"
Observó a su señora sonriendo y cerrando los ojos para que no se notara que estaba por rechinar los dientes y disimular que acababa de perder el control del nervio de su párpado derecho en tanto Lord Werdekraft lucía ahora una sonrisa demasiado arrogante y una mirada de lástima a ellas, tomando un sorbo de su té con más lentitud de la necesaria, llamando la atención de las tres cuando su taza repiqueteo de más al ser devuelta a su plato.
"Una cosa más, Lady Constance… ¿Saben su madre y sus hermanos que muestra su piel a cambio de materiales para usted y sus dos asistentes? ¿O que las tres han conseguido guías de estudio y copias gratis de algunos documentos de la biblioteca a cambio de acercamientos… impúdicos?"
La sonrisa de su señora se cayó por completo, quedando un rostro carente de emoción alguna… el mismo que ponía cuando Lady Verónica la había tratado especialmente mal por no desempeñarse con la misma perfección que deseaba.
"A decir verdad, Lord Werdekraft, esperaba poder iniciar un cortejo con usted. No importa si era primera, segunda o tercera esposa. Había escuchado tantas palabras ensalzando la tierra de Leidenschaft o a usted mismo, que un pequeño raffel comenzó a brotar por usted, pero…"
"Debo declinar" dijo Lord Werdekraft, robando las palabras de su señora para no seguir adelante "No puedo tener por esposa a una mujer cuya reputación es casi un chiste entre mis caballeros, además, puede usted ser muy bonita, Lady Constance, pero los hombres de Dunkelfelger no buscamos a Efflorelume y su abrazo, sino a Analthung, Mestionora y Angriff en nuestras esposas. Una mujer Dunkelfelger debe ser fuerte, responsable, calculadora y con la valentía y paciencia necesarias para enfriarle la cabeza a su Dios Oscuro como Verfuhremeer calmó a los dioses que disputaban su mano. Temo que no tomaré a alguien que bien podría haberle entregado ofrendas de flores a alguien de mi séquito a cambio de un par de piedras Fey o las respuestas de un examen."
Alerah se había sentido furiosa en aquel entonces y lo estaba ahora solo por recordarlo.
Estaba atando el otro zapato de su señora cuando pequeñas risas que no tardaron en convertirse en carcajadas llamaron su atención, haciéndola sonrojar y sonreír. Teresia y su señora parecían de mucho mejor humor. La joven se apresuró a sacar un pañuelo de sus mangas para limpiar los ojos de su señora para que las lágrimas de diversión no tocaran la crema que acababan de ponerle, riendo junto con ellas.
"Alerah, ¡eres una verdadera joya!" le dijo su señora sin dejar de reír "los dioses te sonrían por siempre."
Después de eso, acordaron solo observar a Lady Rozemyne y a Ferdinand desde la distancia además de rezar a los dioses cada noche. Una bendición por otra le parecía más que justa.
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El segundo año de Lord Ferdinand dio inicio. Las tres estaban bastante seguras ahora de que los dos niños tenían un vínculo especial. Alderon se había esforzado bastante para conseguir información al respecto. Era algo sutil… muy sutil, pero estaba ahí. Ferdinand era el primero en correr a ayudar a su señora y Lady Rozemyne tendía a mimarlo con cosas pequeñas.
Vaya, el niño incluso se las había ingeniado para llevar a Lady Rozemyne a descansar durante el Torneo de Caza.
Ojalá ellas hubieran podido sacar a Lady Constance también para que no tuviera que soportar la aburrida conversación de las esposas del Aub o los intentos velados de Lady Verónica de convencer a Lady Constance sobre portarse bien y cooperar para comprometerla con Klassenberg… ¡Que mujer más insistente!
De vuelta en el presente, Lady Constance no logró conseguir la confesión de Ferdinand sobre tener un raffel por Lady Rozemyne.
"Bueno, yo todavía necesito ayuda con Lenguaje antiguo" comentó su señora con una sonrisa traviesa "y Ferdinand ya terminó con sus clases."
Las tres rieron un poco antes de que su señora volteara a ver a Alderon, el cual no tardó en hablar.
"La biblioteca, milady. Según escuché, él y los demás sacerdotes están recopilando información para Lady Rozemyne. Si estamos atentos podríamos encontrar un momento para emboscarlo.
Más risitas mientras los cuatro sostenían herramientas antiescuchas sin dejar de caminar por los pasillos.
"Muy bien. Entonces le jugaremos una broma en la Biblioteca. Si él insiste en que no siente nada por Rozemyne, no hará daño usarlo para practicar. Planeo acercarme a un par de candidatos sureños en los pasillos esta vez. No más fiestas de té hasta no asegurarnos que en realidad les gusta lo que tengo para ofrecer. No pienso repetir el error que cometí con Dunkelfelger. ¡Cómo si sus mujeres no fueran tan desvergonzadas de taclear a los hombres que les interesan para obligarlos a tomarlas a punta de cuchillo!"
"¡Se lo dije, milady! ¡Lord Werdekraft es un hipócrita pule espadas!"
Los tres se rieron un momento tratando de controlarse por su comentario despectivo, devolviendo las herramientas antiescuchas apenas lograron calmarse.
Para cuando llegaron a la biblioteca pudieron acorralar a Ferdinand sin problemas. El niño era tan hermoso que Alerah se metió un poco demasiado en su papel ofreciéndole su primer beso. No tenía idea de con quién terminaría uniendo sus hilos, pero debía ser un recuerdo reconfortante que su primer beso se lo diera alguien con esa cara… una pena que los descubrieran los otros sacerdotes.
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Más tarde, esa misma noche llegó un mensaje desde Eisenreich para su señora.
Alerah se sentía más que preocupada porque era una de las cartas de Lady Verónica así que, como su asistente de confianza en turno, la esperó con paciencia hasta que salió de su habitación oculta a la cual ingresó para leer la misiva luego de la cena.
"Alerah, ¿estás ahí?", salió la voz de Constance desde la piedra de comunicación. Pasaba de la séptima campanada.
"Si, milady. No hay nadie más aquí. Estoy sola."
La puerta se abrió, dejando ver el lamentable estado de su señora.
Tenía el cabello revuelto. Los ojos hinchados y llorosos. El cabello desgreñado. Podía notar ceniza en diferentes partes de su rostro y su ropa de dormir sin olvidar los pedazos de piel que le faltaban en los labios. Lady Constance se estuvo mordiendo la boca de nuevo en su angustia.
Alerah no tardó nada en abrazarla, dándole una bendición para curarla y luego asegurándose de asear a su señora de inmediato.
"¿Dormirías conmigo hoy, Alerah? Madre fue… más hiriente de lo normal con sus palabras… que ya no existen."
Una sonrisa triste y una mirada que rompía algo en su interior la hizo asentir de inmediato. Estaba segura. Lo que Lady Verónica hubiera escrito era tan terrible que Lady Constance quemó la carta apenas pudo. Ya se encargaría de entrar a limpiar su habitación oculta más tarde.
Alerah se apresuró entonces a levantar las sábanas y ayudar a su señora a subir, retirando las piedras de calor del área donde su señora colocaba los pies antes de poner una pequeña alarma un la puerta y subir ella misma a la cama, cerrando el dosel y dejando que Lady Constance se abrazara a ella cómo si fuera su almohada para poder acariciarle la espalda tal y como Teresia le enseñara mucho tiempo atrás.
"Sé que no debería hacerla rememorarlo pero… ¿en verdad fue tan malo, milady?"
Constance asintió despacio. Podía sentirla llorando otra vez.
"Ella… se enteró de que… obtuve un par de apuntes practicando… puso que si voy a lanzarme a los brazos de cualquiera… ni me moleste en volver a casa… dijo que, puede hablar con Rozemyne y…"
No pudo continuar. Alerah la apretó más en ese abrazo, esperando a que su señora se soltara un poco y pudiera hablar. Le llevó tiempo, pero Constance prosiguió.
"Dijo que puede hablar con Rozemyne… y ponerme un precio… para que otros me usen para divertirse… ¡No quiero ser una flor, Alerah! ¡No tendría que estar colgándome de los chicos para practicar si ella me escuchara!"
"Lo sé. Mi señora solo intenta conseguir un lugar adecuado."
"¿Crees… que esté mal buscar calor… para mí?" su señora estaba un poco erguida, mirándola con una desesperación tan descorazonadora que se forzó a sonreír de algún modo, tomándola de las manos antes de sentarse.
"Mi señora es una buena persona. Merece recibir todo el calor que desee, ya sea en un Ducado sin inviernos fríos o en los brazos de un Dios Oscuro amoroso. Si Lady Verónica no puede ver eso, es que está demasiado cegada por el decoro al que se aferra tanto, milady."
Lady Constance pareció tranquilizarse con eso, sonriéndole, abrazándola con afecto antes de volverse a acostar y darle la espalda para ser contenida por ella. Alerah se acomodó entonces, estirando su brazo para rodear a su señora y dormir.
Lady Constance no tenía la culpa de desear afecto. No tenía la culpa de ser más lenta que Lady Georgine o de no haber nacido varón como Lord Sylvester. Al menos eso era lo que pensaban Alerah y Teresia.
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El ataque de tres frentes fue más que efectivo cerca del final de la temporada de socialización. Uno de los hijos de Aub Hauchletze no solo se quedó sin aliento y más que sonrojado cuando Alerah y Teresia se colgaron de su brazo para rogarle que escuchara a su señora, la misma Constance había logrado fascinarlo al mostrarle una parte de su escote por accidente en los pasillos, luego de que Alderon se encargara de distraer al séquito del chico el tiempo suficiente.
Un beso con la promesa de ser una Diosa cariñosa y solícita fueron entregados al joven pretendiente en cuanto Teresia y Alerah le soltaron. Se agendó entonces una fiesta de té, una de las últimas a decir verdad y se dispuso una sala pequeña para recibir al invitado.
"Madre no podrá oponerse a esto" dijo Constance conforme caminaban de vuelta para preparar la fiesta que se llevaría a cabo en tres días "¡No hay nada de malo con Hauchletze! Quizás no está en los primeros tres del rango, pero debería ser seguro."
"Le aseguro, milady, que Hauchletze está entre los Ducados ganadores" comentó Alderon de inmediato "yo mismo lo investigué. Además el clima será de su agrado, casi no varía a lo largo del año. En cuanto a la comida, parece ser de sabor un poco blando en general, pero nada que no pueda comer."
"Si fuera Rozemyne, seguro encontraría el modo de mejorarla y crear una moda nueva con ella" murmuró Constance antes de entrar al dormitorio "¿Sabemos qué tipo de comida prefiere mi futuro Dios Oscuro?"
"¡Si, mi señora!" respondió Alderon de nuevo, señalando a una de las eruditas del séquito, la cual se apresuró con una tablilla de madera, ajustando un monóculo sobre su ojo izquierdo.
"El candidato a Archiduque de Hauchletze, Lord Albinus, de quinto año y heredero aparente de su padre, Aub Hauchletze, tiene predilección por los sabores cítricos y suaves. Hemos confirmado que es un jugador asiduo al gewinnen, milady. Sospechamos que disfrutaría mucho tener un enfrentamiento en el tablero durante la fiesta de té."
"¡Gewinnen será entonces! Alicia, asegúrate de que mis piezas y el tablero de juego estén relucientes. Quiero que reúnan toda la información posible sobre los gustos de Albinus y temas sensibles que deba evitar a toda costa. No voy a dejar escapar esta oportunidad."
"¡Si, mi señora!" respondió el resto de su séquito poniéndose en marcha.
"Alerah, Teresia, prepárenme un baño y un masaje. Mi piel debe estar más que reluciente si quiero mantener la atención de Albinus."
"¡Si, mi señora!"
Le dieron el baño y le pusieron sus cremas especiales, masajeándola antes de limpiarla de nuevo con agua de flores mientras no dejaban de comentar con emoción lo felices que serían en su nuevo hogar, lejos del frío, de la sombra de sus hermanos y de la estricta mirada de Lady Verónica.
"¿Creen que sea suficiente con lo que hemos aprendido en seducción para mantenerlo a mi lado?" cuestionó la joven antes de que comenzaran a limpiarle el rostro, el cuello y el escote para retirarle el excedente de tratamiento "no me importa que tenga otras esposas o que busque flores, pero… me sentiría más segura si él estuviera dispuesto a escucharme. Un marido con un fuerte raffel por mí sería idóneo."
Teresia no tardó mucho en sonrojarse, mirando de soslayo a Alerah antes de volver a sonreír.
"Alderon y yo estudiaremos maneras para que pueda complacer a su Dios Oscuro, milady. Los hombres son criaturas sencillas, es seguro que cualquier raffel cultivado con las atenciones adecuadas se volverá tan grande y fuerte como un trombe."
"¿Lo harían?"
El rostro sonrojado y lleno de esperanza aunado al brillo de emoción en los ojos de Constance fueron una expresión que no abandonaría la mente de Alerah. Ella también quería mostrar su devoción y ser de ayuda, así que no tardó en observar a Teresia con una enorme sonrisa.
"¿Puedo ayudarles a estudiar?"
Las dos chicas guardaron silencio, mirándola con grandes ojos antes de soltarse riendo.
Teresia le acunó las mejillas como una amorosa hermana mayor y Constance no tardó en tomarla de las manos con una sonrisa amable.
"Alerah, no creo que puedas estudiar con ellos" comentó Constance todavía sonriendo "Teresia y Alderon van a experimentar a la orilla y en el medio del invierno para enseñarme como retener a mi futuro Dios Oscuro. Si quieres, podría llamarte para que estés conmigo cuando me reporten lo que aprendan, así podrás complacer a tu propio Dios Oscuro."
"Deberías concentrarte en conocer mejor a los asistentes de Lord Albinus, Alerah" le recomendó Teresia "después de todo, va a ser difícil que sigas a nuestra señora a Hauchletze si no es por medio de un matrimonio, Alerah."
La joven las miró a ambas desconcertada. ¿Matrimonio? Bueno, era cierto que algo le habían dicho de eso, pero… no pensó que tendría que casarse con alguien de Hauchletze.
"Buscaré un novio entonces… si no encuentro a alguien de allá…"
"Podríamos intentar convencer a alguno de los chicos de mi séquito, Alerah… o tratar de conseguir a alguien que esté dispuesto a seguirme y tenerte. ¿Te parece bien?"
Ella asintió. Lo que fuera por seguirlas y mantenerse al lado de ambas y de Alderon. No imaginaba que tipo de vida podría tener lejos de ellas.
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El resto de ese mes estuvo hablando con estudiantes de Hauchletze que fueran de su edad o mayores, pero no había uno solo que le llamara la atención… o que parecieran desearla lo suficiente. La mayoría de ellos, además, ya estaban comprometidos con alguien y no parecían estar buscando segundas o terceras esposas.
Para cuando volvieron a Eisenreich, si bien era divertido e interesante escuchar a Teresia hablando de sus experimentos con Alderon y lo que al chico parecía gustarle más, también sentía que se le acababa el tiempo. Tendría que comenzar a buscar un cónyuge menor que ella… entonces un día se dio cuenta de algo.
"¿No sería maravilloso si pudiera casarme con Ferdinand y sumarlo al séquito de milady?"
Tanto Constance como Teresia se detuvieron de lo que hacían para mirarla. Teresia y Alderon ahora eran mayores de edad.
A Lady Constance no le había costado mucho trabajo que su madre aceptara su unión. Que Hauchletze subiera un rango debió ser de mucha ayuda porque ninguna de las amenazas que Lady Verónica le había hecho a Lady Constance por negarse a ir a Klassenberg se cumplió y el invierno había terminado.
"¿Tienes un raffel por Ferdinand?" inquirió Constance, a lo que Alerah negó.
"Es lindo… demasiado lindo. No me importaría hacerle todo lo que Teresia hace con Alderon. Además, se ve adorable cuando se sonroja. Y es muy inteligente, mi señora. Sería una adición perfecta para usted. Seguro que él podría darle algunas tendencias que la mantengan a flote y le construyan una reputación fuerte en nuestro nuevo Ducado."
Ambas jóvenes la miraron con sonrisas cada vez mayores. Si no estuvieran arreglando a Lady Constance para sus clases de dama, rodeadas por las otras chicas, seguro que ambas la habrían abrazado.
"Alderon y yo volveremos a casa dentro de tres días, Alerah. Le preguntaremos a nuestras madres que puedes hacer para seducir a Ferdinand con éxito."
"El problema es que mi hermana lo desea" intervino Constance con pesar "Lo ha cubierto en hielo y se ha asegurado de sacar su potencial para elevarlo tanto como sea posible. No me extrañaría que ella decidiera quedarse para siempre en el Templo si Ferdinand no asciende más… o que pida su degradación a archinoble para tomarlo… a menos que él renuncie."
Las tres se miraron entonces.
Alerah dio un vistazo a su alrededor. Las demás casi habían terminado de arreglar la habitación y el material que usaría Lady Constance.
"¿Cree que pueda convencerlo? Sé que es tan leal a su señora como yo lo soy a usted, pero…"
El silencio no duró demasiado y Constance le sonrió.
"¿Sabes, Alerah? Si ese idiota sigue negando tener un raffel por mi hermana, deberíamos llevarlo con nosotras. Sería más piadoso sacarlo de la vista de mi hermanita si se sigue negando a ver qué la noche es el dominio del Dios Oscuro a dejarlo aquí en su ceguera. Odiaría que mi querida hermanita se encerrara para siempre en el Templo por un hombre incapaz de ver lo que brota dentro de él."
"¿Entonces…?"
"Vamos a estudiar a Ferdinand y a elegir el mejor momento para convencerlo. Teresia, les encargo la información. Debe haber algún truco que tu madre y la de Alderon conozcan que pueda servir."
Ella sonrió. Alderon y Teresia eran hijos de dos hermanas que se ganaron un lugar en una casa noble como amantes, con la suficiente pericia para convertirse en diosas reconocidas.
Los consejos no tardaron en llegar. Lamerle el cuello. Mordisquear su lóbulo. Introducir su lengua en la boca de Ferdinand al besarlo. Frotar su cuerpo contra su entrepierna hasta que su espada se levantara bajo la tela. Desnudarse para él o beberse su nieve eran los pasos más arriesgados y extremos, no deberían usarlos a menos que el chico se resistiera demasiado luego de seguir negando su raffel.
"¡Eso es demasiado!" se quejó Constance luego de escuchar a Teresia y Alderon "Alerah no va a desnudarse ante alguien que la esté rechazando, ¡menos aún a usar su boca para eso! Y frotarse contra su espada… es excesivo."
"Pero entonces, ¿qué haremos si se sigue negando, milady?"
"¡No le harás ofrendas a un idiota y punto! Prefiero que intentes seducir a otro antes que entregarte a alguien que no te valore sin una ofrenda como esa. Una cosa es bromear con los chicos sobre dejarles ver o tocar de más y otra muy distinta es dejarlos que lo hagan. ¡Es demasiado arriesgado!"
"¿Qué hay de lo demás?" preguntó Teresia sin dejar de servirle comida a su señora."
"Hasta la parte del beso está bien. Si Ferdinand se sigue negando después de eso, no seguiremos presionando. Ni siquiera volveremos a dirigirle la palabra. O se quiebra y se va con nosotras o acepta lo que siente por mi hermana y se hace responsable. Puede ser muy hermoso y estar dechado de talentos, aun así no voy a entregarte a él sí no es capaz de aceptarte luego de un beso."
Con eso dicho y la esperanza de poder ir con los demás y agregar a alguien valioso fue que se dispusieron a atraparlo en el castillo y tratar de seducirlo. Por desgracia, Lady Rozemyne las atrapó antes de que Alerah pudiera besarlo y los sometió a todos con su mana de un modo de verdad doloroso.
No volvieron a acercarse a él.
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Con el tiempo Teresia unió sus estrellas con Alderon y su señora con Lord Albinus de Hauchletze.
Antes de irse todos ellos a su nuevo hogar, se reunieron en la habitación oculta de Constance con la excusa de verificar las cosas que se irían primero.
"Alerah, sé que vas a seguir buscando un pretendiente adecuado" inició Lady Constance abrazándola con nerviosismo "no me importa a quien me traigas, solo mantente alejada de los sacerdotes de Eisenreich, por favor."
"¿Los… sacerdotes?"
No sabía que fue lo que ocurrió, lo único cierto es que los tres parecían incómodos y preocupados ahora.
Constance la soltó entonces y fue el turno de Teresia de abrazarla.
"Ten mucho cuidado. No vayas a cazar Riesefalke, confórmate con conseguir el patrocinio de algunos shumils y consigue a alguien dispuesto a seguirnos o que ya se encuentre allá."
"Pero los sacerdotes son shu…"
"¡Nada de sacerdotes, Alerah!" gritó Alderon con una nota de fastidio y horror que la dejó petrificada, relajándose cuando el chico la envolvió también en sus brazos, besándole entre los cabellos antes de mirarla a los ojos.
"Has sido la mejor hermanita menor que pude haber pedido, así que cuídate mucho, ¿Sí? Vamos a estar esperando por ti en Hauchletze, solo recuerda todas nuestras advertencias y estarás bien."
Ella asintió sin comprender mucho, sintiéndose restringida de algún modo y… preocupada. ¿Lady Rozemyne les habría prohibido acercarse a sus adorados azules?... Decidió respetar la orden. Nada de sacerdotes ni de Dunkelfergianos.
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El verano y el otoño pasaron pronto. Alerah se había vuelto muy buena distinguiendo shumils de Riesefalke y había ido más allá cuando comenzó a tener dificultades para conseguir los ingredientes de sus cosméticos sintiendo que era ella quien tenía las riendas de los chicos que escogía. Ya fuera porque Lady Constance y Teresia se habían ido con otras siete personas del séquito original o porque la familia de Alerah estaba enfrentando algunos problemas a causa de sus hermanos y hermanas mayores y menores, además de la escases de materiales, Alerah se vio forzada a intentar conseguirlos con otras chicas que los tuvieran. También cambió a la modista de su madre por un modista propio, un hombre al cual manipular para que la ropa le saliera casi regalada. Si de todas formas un plebeyo iba a verla con poca ropa, ¿por qué no sacar lo mejor de ello?
En cuanto a las chicas, al principio intentó intercambiar algunos chismes por materiales o llegar a algún acuerdo… pero nadie parecía dispuesta a cambiarle nada.
En ese lapso de dos temporadas las cosas se pusieron de verdad difíciles con su familia. Uno de sus hermanos fue descubierto en la cama de la esposa de otro noble. Dos de sus hermanos murieron durante la gran purga a causa de sus cónyuges y se descubrió que la primera esposa de su padre estuvo envenenando a su madre por algún pleito de poder entre ambas… su madre era solo una segunda esposa, no debería haber tenido que sufrir… además una de sus hermanas mayores acababa de entrar a trabajar como asistente de Lady Verónica… una de sus hermanas por parte de la tercera esposa.
Una de las chicas con que intentaba llegar a algún acuerdo en el barrio noble durante el segundo mes del otoño sacó todo esto a relucir, burlándose de ella en el proceso.
"Si fueras más lista seguirías a Clementine sirviendo a Lady Verónica en lugar de a Lady Constance, pero ¿qué se puede esperar de alguien tan lerda?"
Solo sonrió, se disculpó y se retiró, siguiendo a la chica desde una distancia segura antes de notarla caminando sola. Era una chica de quinto grado, no debería ser difícil doblegarla ahora que estaba sola y Alerah estaba demasiado segura de sus habilidades. Así fue como empezó a seducir chicas también. Extrañaba la felicidad y la paz que tenía con Lady Constance, con Teresia y con Alderon y las chicas solían oler muy bien y ser muy suaves, además de ser más sensitivas que los chicos a su mana. No era mucho lo que tenía que hacer para conseguir materiales de ellas, lo mejor es que las chicas nunca le reclamaban, solo se sonrojaban al verla y cambiaban de dirección.
No fue sino hasta que los sacerdotes le tendieron esa trampa que su vida volvió a cambiar.
Primero pensó que tenía una oportunidad de conseguir al hombre más hermoso y valioso de Eisenreich para su señora, luego se dio cuenta de su error. Hasta ese momento comprendió las advertencias de Lady Constance, Teresia y Alderon… los sacerdotes ocultaban un auténtico señor del Invierno entre ellos.
Laurenz le había parecido siempre un tipo demasiado feliz y demasiado atolondrado para que supusiera un peligro de cualquier tipo… no podía estar más equivocada.
Su toque era celestial. Los sacerdotes solo tuvieron que darse vuelta e ignorar sus súplicas para que el terrible muchacho tomara ventaja de la ropa interior experimental que había mejorado con ayuda de su sastre y se encontró con un montón de sensaciones increíbles y desconocidas. Él ni siquiera tuvo que reclamar su flor para quemarla en los fuegos de Brennwärme y dejarla sin aliento, robándole incluso su lealtad a Lady Constance con un beso cargado del mana más dulce e intoxicante que hubiera probado nunca, porque… ¿cómo podría conformarse ahora con un noble cualquiera que se sonrojara por un par de senos que no sabían tocar? Nobles incapaces de darle a sus manos la habilidad y el uso que Laurenz le acababa de mostrar envuelto en el dulce y placentero sabor que emanaba de él.
Que el hombre quisiera ayudarla a volverse económicamente independiente, aun si ella decidía seguir a su señora, la sorprendió.
No pudo evitar reír divertida. Laurenz era un Señor del Invierno en todos los sentidos… y eso le gustaba. Parecía más interesante que Lord Ferdinand y más prometedor que Lady Constance y Hauchletze donde sería solo una asistente mientras no tuviera hijos. Fue entonces, hablando con él, que se dio cuenta de que ningún otro hombre le ofrecería ayudarla con la crianza en lugar de dejarla sola. Sus dudas se esfumaron en ese momento y se lanzó a los brazos del sacerdote antes de que se colocará su armadura de nuevo.
"¡Me mudaré al Templo para probar! ¡Dejaré de conseguir cosas con mi cuerpo! ¿Me escoltarías, aunque todavía no me decida a unir mis estrellas contigo?"
"Por supuesto. Es una decisión importante, no espero que me respondas de inmediato"
Laurenz sonrió y luego de eso la dejaron ir.
Fue más fácil ir todos los días al templo para prepararse antes que conseguir hablar con su padre previo a partir por última vez a la Academia Real. Su padre no dejaba de hablar de lo orgulloso que estaba de Clementine y de disculpar a su hermana con su futuro esposo por la ausencia de la misma debido a su trabajo como asistente de Lady Verónica. Lo extraño fue que por más que Alerah esperó para hablar con su padre, su hermana no volvía. Al final tuvo que irse sin hablar con el hombre y sin saber de su hermana.
Estando en la Academia Real se sorprendió demasiado. Más allá de la ausencia de Lady Rozemyne que tenía preocupados a todos los de su séquito, Laurenz era de verdad excepcional.
Le ayudó a estudiar para mejorar sus notas a pesar de estar dos cursos más abajo que ella. Le ayudó a mejorar sus diseños en papel y plantearse un nombre para abrir una empresa con eso. Incluso le consiguió un par de materiales para sus cosméticos y una receta nueva para que no tuviera que preocuparse tanto.
Cuando Lady Rozemyne comenzó a asistir a sus clases hubo un revuelo general. La joven era mucho más impresionante que sus azules ennoblecidos y Alerah comprendió un poco más la presión que su señora había sentido por no ser mejor en sus estudios.
Terminó por escribirle una carta a Constance y otra a sus padres. En la primera se disculpó por faltar a su palabra y habló del raffel que había brotado y crecido con rapidez. La respuesta fue una efusiva felicitación por parte de su señora y de Teresia quienes le deseaban la mejor de las suertes y le aseguraban que si cambiaba de opinión o alguna vez necesitaba asilo, tenía un lugar al cual llegar.
En cuanto a la segunda carta, su padre no hizo más que mandarle todo tipo de insultos y reclamarle que estuviera viviendo un amorío con un sucio sacerdote en lugar de buscar a su hermana. Clementine no había vuelto a casa todavía, lo que era peor, todo indicaba que no había regresado a Eisenreich.
"La próxima semana tendremos que volver al Templo para el ritual de dedicación" le comentó Laurenz unas semanas después "¿vendrás con nosotros o te quedarás aquí?"
La joven ya había hecho un recuento de sus ahorros. Tenía suficiente para mantenerse una temporada completa según lo que Laurenz le había explicado y un poco de dinero para invertir en la ropa que comenzaría a vender.
"Necesito enviar una última carta a mi padre, pero lo más seguro es que vaya contigo."
"¡Perfecto! Enviaré un aviso a mi asistente gris para que le haga algunos ajustes a un par de mis túnicas, si no te molesta usarlas por el momento."
"¡No me molesta!" afirmó ella.
Cortó con su familia por carta y luego se fue. Lady Rozemyne le había dicho que el templo y los dioses no le cerrarían sus puertas a nadie, ni siquiera a ella, ahí entendió el interés de Lady Constance por hacer que Lord Ferdinand admitiera sus sentimientos de una vez. La Suma Obispa, tan parecida a Mestionora tenía mucho de Ewigeliebe, tal vez demasiado. Menos mal que Alerah ya no estaba interesada en robarse al objeto de su afecto para entregárselo a Lady Constance.
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Tal y como Laurenz le había prometido, la vida en el Templo era mucho más relajada que la vida en el castillo.
Tal vez ya no tuviera una asistente dentro de aquel lugar, pero no era algo que la preocupara demasiado. La comida era buena. El hilado de Dregarnuhr parecía avanzar con mayor lentitud y la atmósfera en si era… pacífica. Sin tediosas fiestas de té para socializar con gente que poco le importaba. Sin clases complicadas. Sin elaborados peinados o la exigencia constante de lucir bonita. En el Templo solo debía cumplir con sus asignaciones, orar a los dioses y donar su mana aún si esto último no era con Laurenz.
Por otro lado, algunos días antes de volver a la Academia Real descubrió los pasillos de asistencia que podían guiarla a Laurenz. El chico no solo estaba fascinado con tenerla ahí, sino que pasó toda esa noche hablando con ella antes de proponerle algo de lo más extraño.
"Voy a cortejarte, por supuesto, pero… bueno… cuando podamos zafarnos un poco de las reglas, ¿te gustaría ser mi novia?"
"¿Novia?"
El concepto era interesante y desvergonzado. Podían salir a pasear por la ciudad baja luego de concluir con todas sus asignaciones. Podían tomarse de las manos, abrazarse o besarse incluso… entonces Laurenz se detuvo en su explicación, sonrojándose un poco.
"Podríamos… incluso adelantar el invierno… ¡Solo si tú quieres! No voy a forzarte de nuevo a nada, digo, se suponía que era para darte una lección, pero… tu mana, no pude detenerme en esa ocasión. No, no sé cómo explicarlo… ahm… es como si mi mana cantara por ti."
Era lo más dulce que alguien le hubiera dicho y en realidad podía comprenderlo. Esa fue la primera vez que durmieron juntos o que recibieron el invierno.
Cuando volvieron a la Academia Real se enteró de que la asistente gris de Laurenz era también su hermana de prácticas. No estaba muy segura de cómo sentirse al respecto. Estaba agradecida de que lo enseñara tan bien a complacerla y al mismo tiempo estaba molesta por el tiempo que hubiera pasado con Laurenz.
"¿Estás celosa?" se burló Laurenz luego de confesar, justo mientras ambos estaban en la zona de recolección consiguiendo materiales para los cursos de ambos.
"¡No! No lo sé, ¿sigues recibiendo sus ofrendas?"
"¡Lecciones! Y no. Cuando le avisé que tomaría una diosa de la luz, me dijo que no tenía nada más que enseñarme y que podía elegir entre regresarla al orfanato o permitirle ser una asistente gris como las otras. Le dije que te iba a preguntar."
"¿A mí?"
"Si, a ti. También ofreció enseñarte a complacerme, pero…"
"¿Puede enseñarme?"
Laurenz no dejó de reír por un rato antes de observar en todas direcciones para ocultarla entre el follaje de un arbusto y besarla un par de veces.
"Quiero una Diosa de la Luz que sea feliz. Esposa feliz, vida feliz." Era un dicho extraño, pero Laurenz parecía tener de esos por montones y en realidad le gustaba eso de él "Si quieres una asistente gris y no puedes costearla, te la daré. Si quieres una hermana de prácticas, te la daré también. Estoy seguro de que en algún momento podrás sostenerte sin mi ayuda, pero quiero ser tu pilar mientras tanto, así que, tú decides."
Lo besó de nuevo, sintiendo el raffel en su interior crecer más aún.
Amaba ser novia y amaba a Laurenz, aún si su forma de ser y de hablar a veces era extraña. Por desgracia, la primera dama los descubrió.
Las semanas que pasó en el castillo lejos de Laurenz fueron horribles. Estar ahí no solo lo privó de su calor y su reconfortante maná, a menudo escuchaba a las asistentes de la primera dama hablar de su hermana y lo preocupadas que estaban aumentando de ese modo su ansiedad, aunque no parecían ser conscientes de ello.
Cuando fue el momento de la conferencia de archiduques, Lady Verónica le permitió volver al templo, pero no a los brazos de Laurenz. La mujer le encargo a Lady Rozemyne que mantuviese su castigo. Todas las noches fue colocada fuera de la habitación de la sumo obispa, como si fuera un caballero de escolta en lugar de una asistente.
Para su sorpresa, cuando la primera dama volvió, no se le exigió regresar al castillo, aunque si debía quedarse lejos de su novio.
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"Alerah." La voz de Lady Rozemyne llamándola la sobresaltó. Acababa de terminar de ofrendar maná a los dioses y no tenía nada más que hacer hasta la noche, cuando seguiría con su castigo.
"Dígame, sumo Obispa. ¿Qué puedo hacer por usted?"
"Te tomaré como mi asistente, claro, si aun estás interesada… aunque estarás a prueba un mes, si eres capaz de soportar el juicio de Glücklität, será oficial."
"¡Le agradezco, Milady!"
"Bien, comienzas esta noche. Aun debes cumplir el castigo que te impuso la primera dama, pero mañana te proporcionaré tus asignaciones."
El turno de insomnio era algo diferente a lo que esperaba… con Lady Constance siempre se mantuvo en la habitación de su señora en caso de que la necesitara, con Lady Rozemyne, la menor erguía una barrera que le bloqueaba el paso. Tocarla absorbía su maná, eso lo descubrió la primera noche que montó guardia. Como asistente, pensó que se le permitiría entrar en la barrera, pero no fue así, de todos modos, su deber era permanecer cerca.
El sonido de una campana la sacó de sus pensamientos. Dejó el libro que su nueva señora le recomendó y fue a la habitación.
"Alerah, ¿puedes traerme más agua?"
La joven asintió y tomó la jarra, regresando de la cocina algunos momentos después para que Lady Rozemyne la bebiera antes de retirarse de nuevo.
"Lo lamento, Milady. Sé que tal vez no me corresponde, pero ¿puedo preguntar que sucede?", la joven Mestionora la miró, girando ligeramente el rostro debido a su pregunta. "Es… su cama sigue intacta, Milady. No es la cama de alguien que ha estado durmiendo."
"Ah, eso…"
Fue una vista extraña, la joven de belleza etérea y perfección divina desvió la vista, cohibida, viéndose como una persona real en lugar de una escultura de Kunstzeal
"Sera que… ¿tiene problemas para dormir?"
"Tengo. Cada noche tengo pesadillas que me despiertan aterrada", confesó su lady en un extraño momento de debilidad.
"¿Por qué no le pide a alguna de sus asistentes que se quede con usted?", preguntó confundida. Teresia y ella solían consolar a Constance en las noches.
"Antes, era Ferdinand quien me consolaba durante las noches…" confesó con un ligero rubor en su rostro, "pero… ahora dice que no es adecuado."
"Lord Ferdinand es su prometido, ¿no?" preguntó y ella asintió. "¿Por qué no volverlo su novio?"
Rozemyne abrió y cerro la boca varias veces antes de desviar la vista y cerrar los ojos, activando la barrera negra un momento después.
"¿Puedo confiarte un secreto?"
Lady Rozemyne le contó la verdad de su vida, su mente y corazón lastimados que la dejaron pensando que era una flor, como se volvió novia de Ferdinand y como él termino con ella después de leer su mente.
Alerah comenzó a llorar en algún momento, incapaz de creer el tamaño del sufrimiento que la pequeña niña soportó.
"Cuando le pedí a mis doncellas que durmieran conmigo… dijeron que no sería adecuado y…"
No lo soportó más, rodeándola en un abrazo como solía hacer con Lady Constance. La pequeña se tensó al contacto, pero ella solo siguió abrazándola, acariciando su espalda, cuidando no tocarla directamente. No quería causarle dolor.
"¡Yo lo haré!" declaró en medio de su llanto. "¡Si nadie quiere consolarla durante las noches, yo lo haré!"
"¿Es… estás segura?"
"Teresia y yo solíamos hacerlo por Lady Constance", comentó de forma casual como si no fuera nada del otro mundo. "Posiblemente porque sus asistentes son antiguas doncellas y plebeyas hacerlo les resulta impensable, pero Lady Constance y Teresia me aseguraron que estaba bien mientras que fuéramos discretas para no invitar a ordonannz maliciosos… deme un momento. Iré a mi habitación por algo."
Su señora apagó la barrera y ella corrió hasta su dormitorio. Buscó hasta encontrar una poción sincronizante, las tenía solo porque su novio le sugirió formas de usarla para mejorar el sabor de algunas cosas.
Regresó con rapidez al dormitorio de la suma obispa y le ofreció el vial.
"La primera vez que tocas a alguien ajeno a tu familia, puede ser de verdad doloroso… Alderon, Teresia y su hermana me ayudaron a acostumbrarme a diferentes manas", confesó.
"Si solo es tu maná, creo que puedo acostumbrarme rápido", comentó su señora con una sonrisa antes de beber el contenido del vial.
Alerah se acostó entonces a su lado en la cama después de apagar las luces, la envolvió entre sus brazos y comenzó a acariciar su espalda y peinar su cabello, consiguiendo que su lady durmiera toda la noche por primera vez en mucho tiempo. Pronto descubrió que, no solo sería la primera de muchas noches que dormiría con su señora, sino que ese simple gesto le devolvió algo que no esperaba volver a tener.
Su vida se volvió más interesante después de que su señora le pidiera ayuda para una investigación sobre el maná.
Además, como misión personal, ella ayudaría a su lady a volver a ser la novia de Lord Ferdinand. El hombre era demasiado rígido. Como dijo su amado Laurenz, no había nada de malo en dormir con su novia, o besarla, o tocarla, incluso adelantar el invierno estaba bien, lo haría entenderlo.
Ayudaría a su lady a tener a ese hombre a su lado de nuevo, literalmente.
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"¿Laurenz, crees que dos chicas puedan teñirse?"
El sonrojo en su novio mientras abrazaba a Lady Rozemyne y escondía su rostro de modo parcial en el hueco de su cuello, con ambas usando las pijamas cortas que tenían era demasiado divertido, incluso la sonrisa idiota de Laurenz.
"Alerah, preciosa... no creo, Ferdinand y…"
Lady Rozemyne rompió a reír a carcajadas y ella la siguió. Observar cómo actuaba el mana con el viejo tapete de lectura que su señora les había facilitado era demasiado difícil. Por lo general Laurenz observaba con atención a los espejos colgando alrededor y encima de la cama antes de que ambos perdieran el control y él terminara quemándola en los fuegos de Brennwärme varias veces para luego dejarla con nevadas abundantes dentro de su cáliz, así que por mucho que hubieran intentado averiguar por completo cómo funcionaba el mana al recibir el invierno, no habían avanzado mucho.
Lady Rozemyne terminó preguntándole si podía ayudar supervisando el proceso poco a poco y tomando apuntes, a lo que Alerah asintió, recordando de pronto las sesiones de estudio de las que Teresita y Alderon solían informar a Lady Constance.
Al principio solo eran besos y caricias que las ayudaran a comprender como era que aplicar el mana de cierta forma calmaba al otro y en otras formas estimulaba el cuerpo del compañero.
"Ustedes en serio, van a matarme" se quejó Laurenz luego de la pequeña broma "no me molestaría verlas jugando entre ustedes, pero seguro que a Ferdinand no le agrada."
"Él también podría venir" ofreció ella en broma "podrías intentar teñirlo" sugirió jugando.
"¡Nunca!" gritó su señora.
"¡Ni en broma!" gritó Laurenz más que pálido.
Alerah solo se rio, lanzándose sobre su novio para besarlo con descaro.
"¡Estaba jugando! Mi señora es Ewigeliebe y a ti no te gusta pulir espadas o usar el cáliz incorrecto, lo entiendo."
Laurenz solo se dejó caer en el colchón, cubriendo sus ojos con ambas manos cuando Lady Rozemyne la tocó en el hombro, mirándola con mucha atención.
"¿No te importa si otra persona… complace a Laurenz?"
Ella solo terminó de sentarse a horcajadas sobre su novio, sonriendo divertida ante la cómica queja que salió de él.
"No en realidad. Hombres o mujeres, Laurenz puede tener lo que guste, siempre que me permita ser parte de sus juegos."
Lo decía con convicción. Prefería llevar una vida tranquila con las otras personas con que Laurenz quisiera vincularse que tener que cuidarse de ellos.
"¿Hombres? ¿Por qué querría estar con otro hombre? ¡Qué asco!"
"Uno nunca sabe." Repuso ella antes de pintarle el pecho con algo de mana al chico, sintiendo la respuesta de su espada todavía oculta en la única prenda de ropa interior que traía el chico "y si a ti no te importa verme con otra mujer, a mí no tendría por qué importarme verte con un hombre. Yo solo quiero que seas feliz y disfrutes tu vida tal y cómo la estoy desfrutando yo."
Laurenz era… curioso, o quizás fuera solo porque estaban en su habitación, pero el chico la jaló antes de girar con ella para besarla por todo el rostro de un modo que la hizo reír.
"Pequeña pervertida, te agradezco el voto de confianza, pero no quiero otros hombres en mi alcoba… por otro lado…"
Un carraspeo los detuvo, haciéndolos voltear. Lady Rozemyne los miraba con los ojos muy abiertos y un enorme sonrojo cruzándole el rostro.
"Milady, Lord Ferdinand no apreciaría nada que intente juntarlo con otros hombres" dijo Laurenz de inmediato "así que ni siquiera lo piense. Solo lo haría enfadar "
La pequeña asintió antes de respirar y calmarse, sonriéndoles a ambos.
"Bueno, supongo que es todo para mí por esta noche. Alerah, ¿te importaría quedarte un rato conmigo? Al menos hasta que logré dormir."
"¡Por supuesto!" respondió ella empujando a Laurenz, besándolo cuando no pudo quitárselo de encima "cuando vuelva, podemos ver qué tanto se te acaba de ocurrir para jugar."
"Hmm, ¿alguna vez has visto a la hermana Azucena y su… portentosa delantera, Alerah?"
Ella soltó una risa divertida y él la dejó salir. Luego Alerah ayudó a su señora a colocarse su yukata, haciendo lo mismo antes de acompañarla a su habitación por los túneles de servicio.
El día debía haber cambiado de fecha hacia poco y tal como esperaba, su señora se quedó dormida entre sus brazos luego de un momento. Cuando volvió con Laurenz, ambos comenzaron a discutir sus planes para contratar a la famosa hermana Asucena para experimentar un poco con ella también. Solo era curiosidad por parte de ambos. Poco sabía que Margareth se interpondría en sus planes dos días después, enviando a Laurenz lejos de ella y de su lecho por más tiempo del que le hubiera gustado. Ese fue el inicio.
No tener a su compañero de alcoba luego de gozar de tanta libertad era extraño. Para no pensar en el calor perdido, comenzó a centrarse más en sus diseños de ropa interior. Que su señora se ofreciera como su modelo era un plus. Si lograba que su lady, con sus pequeñas curvas en desarrollo pudieran verse aún más deseables, la ropa se vendería bien.
También comenzó a conversar con su señora sobre cómo seducir a Lord Ferdinand. Incluso aceptando que su señora le gustaba, el chico era terco y recatado de un modo estúpido. En verdad que nunca había conocido un hombre como él. Por supuesto, diseñar ropa interior no era suficiente ahora que la investigación en el invierno se veía interrumpida. Alerah empezó a ayudar a su señora a diseñar ropa para Lord Ferdinand y para Laurenz, ropa que acentuara sus mejores atributos físicos para que pudieran presumirlos, así que la ayudó a seleccionar a un caballero cuyas medidas estuvieran entre las de Laurenz y las de Ferdinand.
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"Perdone, milady… ¿el trabajo es cuál?"
Traugott parecía bastante feliz de ser seleccionado como parte del creciente séquito de Lady Rozemyne y, de hecho, en un inicio parecía complacido con ayudarlas a confeccionar la ropa. No dudaba en dejarse medir, dar sus comentarios sobre las telas o el material que le probaban conforme iban avanzando en su pequeño proyecto, incluso daba su opinión cuando le mostraban los bocetos. Todo iba bien hasta que el chico empezó a quedarse atrás con Alerah cuando Lady Rozemyne hacia sus ofrendas de mana a las herramientas divinas o entraba a sus clases en el castillo. Incluso seguía a la asistente cuando tenía algún encargo.
"¿Se te ofrece algo, Traugott?"
"Bueno, me, me preguntaba si… si no quieren que las ayude con otras cosas. Creo que yo también puedo medirlas y verificar que tan bien se ajustan las telas y otros materiales a sus cuerpos."
Alerah había pasado suficiente tiempo con Laurenz para saber que el tono y las miradas que empleaba Traugott tenían de inocentes lo mismo que Leidenschaft tenía de frío.
"Agradezco tu preocupación, Traugott, pero solo las modistas de milady y yo misma podemos medirla. A veces Margareth ayuda con eso."
"¿Qué hay de ti?" preguntó el chico en aquella ocasión, mientras ambos estaban fuera de las cocinas observando cómo se probaba y servía la comida de Lady Rozemyne "escuché que antes eras más... divertida."
Una mano cargada con un mana incómodo se paseó por su brazo, haciéndola temblar por la sorpresa. Ella solo sonrió del mismo modo inocente que Angélica cuando la veía y se alejó dos pasos.
"¿A sí? Quizás escuchaste que estoy comprometida, entonces."
"Me pareció escuchar también que el aprendiz de caballero, Laurenz, no está en la ciudad."
Traugott no solo la siguió, sino que, además, soltó un cadejo de cabello de su rodete para jugar con él. Alerah sonrió de nuevo, pasando su mano sobre su peinado para retirarle su cabello y acomodarlo.
"Traugott, mi señora y yo estamos muy agradecidas con tu ayuda en nuestro proyecto secreto y con tu apoyo como escolta, SIN EMBARGO, eso no significa que puedas ser tan amistoso conmigo o con Lady Rozemyne."
"¿Y porque no?" inquirió el chico acorralándola contra la pared junto al marco de la puerta, haciéndola desear que el carrito con la comida saliera de una buena vez "Ustedes dos son tan… amistosas… solo quiero devolver el favor."
No sabía que estaba demorando la comida, pero debía ver la forma de alejar ese wolfnir y hacerle entender su función o la próxima vez iría por su señora.
"Traugott, si la ropa que estamos diseñando fuera algo sencillo de hacer, mi señora les habría encargado a sus modistas que te midieran y que ellas mismas realizaran las prendas. El material que estamos utilizando es poco común. El tipo de corte también lo es. Una vez tengamos una técnica adecuada de costura y los patrones, vamos a dejar de necesitar tus servicios como modelo."
"¿Así que me han estado manoseando a sus anchas y no me dejaran tomar una probada de ustedes? ¡Son doncellas del Templo! ¡Sus flores están para servirnos!"
Dejó de sonreír. Si bien ella había estado recibiendo el invierno con bastante regularidad, era solo con Laurenz. Tenía desde que inició el invierno sin intentar seducir o tocar a nadie más.
"Cómo dije, Traugott, estamos innovando y no podemos hacerlo de otro modo. ¡No me digas que aceptaste todo esto solo para conseguir flores sin pagar!"
El tipo sonreía demasiado pagado de su mismo ahora, acercándose tanto a ella que podía sentir su aliento cuando respondió.
"No. Servir a la Princesa Santa podría llevarme a conseguir el puesto de Lord Comandante de la orden. Tener la oportunidad de conseguir algunas ofrendas florales es… como una retribución por dejarlas arrastrarme a este sucio lugar de depravación y dejarlas tocarme a mí."
Ella solo sonrió de nuevo, apoyando sus manos en el pecho de Traugott antes de soltarle una descarga de mana y empujarlo, oyéndolo quejarse y viéndolo caer al suelo en el mismo instante en que el carrito de la comida salía.
"¡Vaya! Le diré a mi señora que deseas tomar algunas ofrendas para que hable con las doncellas grises que están dispuestas a ello. Si te comportas, tal vez hasta logré que mi señora pague tu primera ofrenda con su dinero, de ahí en más, tendrás que pagar, igual que los otros."
Ella tomó el carrito, llevándolo por los túneles, tragándose un quejido de sorpresa y dolor a poco de llegar a la habitación de su señora, sintiendo una dolorosa descarga de mana en su cintura y un jalón demasiado fuerte que la separó de su carga.
"¿Y si quiero ofrendas de una doncella azul? Tú eres bonita y sabes que le gusta a los hombres. No sabes cuánto ansío verte pulir mi espada con la bo…"
No lo dejó terminar. Le pisó los dedos del pie con toda su fuerza antes de encajarle el codo en el costado. Estaba segura de que no le había hecho nada, pero seguro que Traugott no esperaba eso porque su agarre se aflojó de inmediato, dejándola huir.
"Temo que no te alcanza para pagar por mí, Traugott y, como dije, ya estoy comprometida. No estoy interesada en recibir a otro que no sea Laurenz."
"¿Cuánto?"
Lo miró perpleja, con una mano en el carrito y su cuerpo a medio girar.
"¡¿Cuánto, Alerah?! ¿Cuál es el precio para verte arrodillada y desnuda antes de empalarte hasta que desfallezca?"
De ser Laurenz se habría reído y le habría seguido el juego… la realidad es que no era divertido escuchar nada de esto de otra persona.
"Diez oros grandes, cinco oros pequeños y cinco platas grandes."
"¡¿Qué?! ¡No puedes estar hablando en serio!"
"Hablo muy en serio, ESE es el costo de mis ofrendas ya que soy una doncella con educación de asistente y pertenezco al séquito de la princesa Santa. Si tantas ganas tienes de jugar a Geduldh y Ewigeliebe, paga por una doncella gris de más de veinte años. No saben leer, escribir, hacer cuentas ni cocinar, así que su precio es más accesible."
Decidió ignorarlo el resto de la tarde y proteger a su señora tanto como pudo. Cuando Laurenz volvió, no solo sacó todo su estrés entre sus brazos, sino que además le rogó para que le enseñara como usar mejoras físicas para pisar y dar codazos. Apenas su novio volvió a irse, tuvo que usarlas en Traugott. El chico había llegado tan lejos como para intentar frotarse en ella cuando su señora no estaba viendo. Por fortuna, Laurenz era un maestro excelente para ella. Los golpes cargados de mana dejaron a Traugott sin aire y en el suelo, solicitando dos días de descanso posteriores. Nada como saber dónde dolía más una patada cargada de mana.
El chico paso de acosarla a temerla demasiado rápido para su propia satisfacción.
Poco después Traugott fue despedido y ella pudo vengarse ventilando la verdad sin provocar la ira de Laurenz o la de Lord Ferdinand, quienes pensaban que los ordonannz mal intencionados que estaba lanzando por ahí eran falsos.
Para su satisfacción y asombro, acompañó a Laurenz durante el Festival de la Cosecha para aprender cómo realizar las ceremonias y el cobro de impuestos, disfrutando de algunos ditters por Beischmacht con él, pero desconcertándose cuando su novio comenzó a volverse bastante tímido frente a su señora. No tenía idea de que sucedió durante su viaje con Lord Ferdinand, pero era obvio que el frígido interés amoroso de su señora lo había descompuesto.
Con el invierno de vuelta, tuvo que quedarse en el templo y esperar a que Laurenz volviera para el Ritual de Dedicación, mientras tanto, se aseguró de cargar una piedra de feybeast que Laurenz le obsequió para llenarla con mana y crear un maniquí con la forma de Laurenz como la que estuvieron usando ella y su señora para terminar los trajes.
Con ayuda de las doncellas grises pudo completar algunos modelos de ropa para su tienda "El Secreto de Geduldh" y comenzar un libro en el que se mostraran los diseños y su uso para seducir en la alcoba. También comenzó a ver resultados luego de usar el método de compresión de su señora durante su sondeo de clientas potenciales en la socialización de invierno. Ahora podía sentir nobles que antes se encontraban fuera de su rango, lo cual era increíble. Si seguía comprimiendo e implementaba el último paso durante el verano, podría alcanzar a Laurenz para cuándo él fuera mayor de edad.
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"Si podemos enviarles imágenes, entonces me gustaría verme mayor… Además de esa herramienta para simular que crecieron mis senos, ¿crees que debería recoger mi cabello, Alerah? Quiero que me vea como una mujer."
La doncella sonrió ante el recuerdo divertido evocando por la extraña herramienta mágica capaz de crear imágenes de manera inmediata. Estaba ocupada calentando su habitación y preparando un pequeño escenario donde algunas de las grises modelarían la ropa nueva para su libro de pedidos, todas usando mascaras de animales, con la piel teñida en los colores de la casa del dios a qué se estuviera dedicando el conjunto.
"Pero milady," había sonreído divertida Alerah con la cámara en las manos, observando a su señora haciendo un puchero y tratando de levantar sus pequeños senos dentro de un corsé sin mucho éxito "sería mejor aprovechar su hermoso y brillante cabello… Sería un mayor impacto si se ve húmedo y suelto en lugar de recogido, parecería que recién se bañó, eso lo hace más íntimo."
Lady Rozemyne lo consideró un momento, sonriéndole divertida antes de aplicar un poco de waschen en su cabello para dar la impresión de humedad antes de que Alerah le acomodara un par de rellenos mágicos y luego tomara la imagen.
Si, había sido divertido pensar en la reacción que tendrían los chicos cuando les enviaran esas imágenes, una pena que Lord Ferdinand se enfadara tanto como para asustar a Laurenz.
Al menos, podría utilizar lo que aprendió en aquella ocasión para mostrar el máximo potencial de su ropa.
"Muy bien, hermana Azucena, hermana Mae, aquí por favor. Hermana Azucena, quiero que simule que desea seducirme sin dejar de mirarme. Muy bien. Hermana Mae, usted va a darme la espalda como si deseara que la persiga. ¡Justo así! No se muevan. Esto solo tomará un momento."
Era una suerte que las hermanas que entregaban ofrendas casi no tuvieran marcas porque era más fácil fotografiarlas para que se notara lo que su ropa hacía.
Para cuando terminó, usó algunas hojas para verificar como serían acomodadas las imágenes y las descripciones.
Era una verdadera suerte que hubiera comentado como se realizarían las impresiones con Laurenz y su señora. Ambos estaban de acuerdo en llamarlo catálogo de lencería y que solo se mostrarían a mujeres interesadas en la ropa.
Ella se quedaría con el catálogo maestro, en el cual estarían las imágenes originales y entregaría a sus clientas los que llevaran imágenes a color realizadas por la hermana Wilma, en los cuales solo las prendas irían a color. Cuando pudiera poner un establecimiento propio con un taller especializado, los catálogos estarían al alcance de sus clientas y se exhibirían en maniquíes a escala los modelos más hermosos y los nuevos. En verdad, conocer a Laurenz era de las mejores cosas que le había pasado. Con Lady Constance, jamás habría llevado su creatividad tan lejos.
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"¿Drewanchel?"
Angélica, Margareth e incluso ella misma además de algunos otros de sus compañeros sacerdotes del séquito miraban a su señora con incredulidad. Cuando decidió quedarse en el Templo, no esperaba volver a salir de Eisenreich una vez se volviera adulta.
"Se me ha encomendado ayudar a la familia de mi futura cuñada, Lady Lavinia, a limpiar el Templo y el mostrarles el modo adecuado de guiar las ceremonias en él. No podré hacerlo sin mi personal de confianza. Cuento con todos ustedes para dar una buena impresión sobre la casa de los dioses y cómo se manejan los nobles que dedican su mana a ellos."
La mirada de desdén y burla de Margareth no le pasó desapercibida. Ella solo le sonrió del mismo modo antes de esperar indicaciones para luego darse cuenta de algo.
"Milady" se apresuró a preguntar en voz baja en cuanto la mayoría del séquito noble y el gris comenzó a retirarse a preparar su equipaje "¿quiere que informe a Laurenz? No lo vi en la habitación."
Su señora soltó un suspiro pesado antes de mirarla con una disculpa en sus ojos.
"Laurenz no irá, Alerah. Va a quedarse aquí como escolta de Ferdinand para proteger nuestro templo, ver qué siga funcionando con normalidad y acompañar a Sylvester y Lady Lavinia. Lo lamento mucho."
Quería quejarse y exigir llevarse a Laurenz. No lo hizo. La mirada de disculpa de Lady Rozemyne era suficiente para hacerla cambiar de opinión.
"Ve a despedirte. Tienes todo el día de hoy y hasta mañana a la primera campanada y media para poner tus asuntos en orden… Lamento mucho tener que separarlos, Alerah, pero te necesito conmigo y estoy segura de que Ferdinand necesitará a Laurenz durante nuestra ausencia."
Se cruzó de brazos y se dirigió a la salida. Todavía no cerraba la puerta cuando la voz de su lady, llamándola la detuvo.
"En realidad, ¿podrías acompáñame a la biblioteca antes?", pidió. "Estaré leyendo hasta que Margareth termine de empacar sus cosas y me necesite para empacar las mías."
Tenía poco tiempo que Lady Rozemyne usaba cualquier momento que tuviera para leer, claro, siempre que el sumo sacerdote estuviese ocupado. Si su prometido estaba libre y solo, su señora encontraría el modo de llegar a él, pero a esa hora, sus compañeros de sequito tenían trabajo en el despacho.
Alerah no pudo evitar sonreír al ver el paso ligeramente saltarín de Lady Rozemyne mientras tarareaba en su camino a la biblioteca. Eso también era nuevo. Su mente corrió una vez más hacia su novio, quien, de alguna manera, provocó ese comportamiento en su señora. Su ánimo se agrió entonces. Si Laurenz y Lord Ferdinand no fueran tan buenos amigos… luego sacudió su cabeza, en lugar de amargarse, solo debía apresurarse a llegar a su habitación. Probaría con Laurenz una de sus últimas piezas de lencería, se aseguraría de dejarlo exhausto y luego entregaría algunas indicaciones de costura a la hermana Azucena para que fuera su enlace con el taller que se estaría encargando de reproducir sus diseños. Era una pena que no estaría ahí para promocionar su ropa y tomar pedidos entre las recién casadas del verano, pero no iba a dejar sola a su señora con algo tan importante.
"Llegamos, Lady Rozemyne", anuncio Alerah abriendo la puerta y cerrándola de golpe.
Ese comportamiento, por supuesto intrigó a su joven dama, quien abrió la puerta por su cuenta… solo para enfurecer. Una neblina blanca emanó de su cuerpo al ver la biblioteca destruida, con los libros esparcidos por el suelo y los pergaminos por aquí y por allá.
Corrió tan rápido como pudo, ignorando el decoro para llamar a la única persona que podría calmarla. Sin embargo, cuando regresó junto a Lord Ferdinand, su señora se aisló de todos con un escudo de Schutzaria.
Fueron tres angustiosas semanas hasta que su lady finalmente salió.
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"Te escribiré todos los días, Alerah."
"También te escribiré todos los días, Laurenz. ¿Podrías asistir a mis costureras en mi ausencia? Estuvieron teniendo algunos problemas al momento de, hacer lo de las tallas que sugeriste, así que…"
"Déjamelo a mí y disfruta de tu paseo. Ya que Lady Rozemyne no es todavía una adulta, no tendrá tantas obligaciones mientras esté fuera. Te extrañaré mucho, Alerah."
"También te echaré de menos, Laurenz."
Eso había sido esa misma mañana, antes de tener que conformarse con mirar a Laurenz de pie detrás de Lord Ferdinand en lo que ella esperaba con paciencia al lado de Margareth por Lady Rozemyne.
El traslado fue bastante ajetreado. Iban tres semanas tarde, después de todo. Al menos agradecía que la gente de Drewanchel encontrará el modo de acomodar los traslados de las dos candidatas a archiduquesa el mismo día, enviando todo el equipaje por delante para llevarlo directo al dormitorio contrario y luego, permitir que cada candidata fuera enviada primero al Ducado que visitaría con su equipaje y servidumbre detrás. No era la norma. Su señora y Lady Lavinia tendrían que esperar a que se terminará de transportar el equipaje y los sequitos tendrían que acomodar sus propias pertenencias por la noche.
Para cuando ella, Margareth y Rozemyne llegaron a Drewanchel, se encontraron con un cálido recibimiento con solo una parte de la increíblemente extensa familia archiducal.
El Aub, sus tres esposas y varias de las hijas adoptivas y biológicas las recibieron e invitaron a dar un recorrido por el castillo.
Noto como algunas de las hijas miraban a Florencia con disimulo y curiosidad, recordando que esa joven que ahora era parte del reducido sequito adulto de su lady originalmente era una candidata a archiduquesa, Frenbeltag que originalmente era un ducado medio alto, cercano a Drewanchel.
Su señora estaba tan impresionada por la biblioteca y los antiguos archivos de Drewanchel en historia e investigación que soltó una bendición ligera y amarilla que los descolocó a todos, solicitando si podían enviarle algunos cuantos a su alcoba para poder leer en su tiempo libre. También la llevaron a dar un paseo por los jardines del lugar, dieron una vuelta por uno de los tantos centros de investigación y luego la llevaron de vuelta al castillo para comer.
Margareth y Angélica comieron primero, luego fue su turno y el de Florencia de retirarse del servicio de su señora.
"Alerah, tómate tu tiempo en el comedor" le dijo Margareth de pronto "creo que encontrarás muy interesante y educativo la interacción con las asistentes de Drewanchel."
Eso era raro. Margareth no era grosera con ella, por supuesto, pero tampoco era amable. De hecho, la peliazul jamás se molestaba en ocultar su fastidio por ella.
"Gracias, señorita Margareth. Tendré su recomendación en cuenta."
Sin decir más, Alerah y Florencia se retiraron, escuchando como las esposas de Aub Drewanchel y sus hijas se deshacían en halagos y ofrecimientos de adopción para con su señora debido a su ingenio y sus múltiples bendiciones.
Cuando entró al comedor de criados, buscó un lugar donde sentarse, siendo llevada por algunas de las chicas que había visto más temprano en los sequitos de la primera dama y dos de sus hijas, así que se sentó a comer con ellas. Se sentía contenta. No tardó nada en hacer buenas migas con las asistentes ahí reunidas. Fue una de las cosas que le contó a Laurenz en su carta de esa noche.
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"Señorita Alerah… ¿no me diga que usted… está casada?"
Acababan de cumplir su primer mes en Drewanchel para ese momento y ella acababa de sacar una de las copias impresas de sus catálogos luego de mencionar el día anterior, que estaba por abrir su propia empresa en un nuevo tipo de industria textil. Por supuesto, cuando las asistentes sentadas con ella vieron las imágenes, se mostraron más tímidas y sorprendidas que emocionadas.
"Ahm… no, señorita Daniela. Estoy comprometida con un caballero erudito. El verano próximo ataremos nuestras estrellas."
Su sonrisa no le falló incluso cuando notó las miradas de reprobación del resto o el silencio pesado y asfixiante a su alrededor.
Daniela, la mayor de las asistentes, quién había servido a la primera dama desde que ella entrara a la Academia Real la miró entonces, cerrando el catálogo y mirándola con preocupación y seriedad crudas.
"Si bien este… emprendimiento suyo es interesante y parece que sería más que útil en la alcoba, debería ser un poco más discreta al mostrar sus… diseños. Esto no es algo que nuestras compañeras solteras deban ver."
Estaba confundida ahora, mirando a las jóvenes que sabía eran solteras. Las que alcanzaron a verlas no solo estaban abochornada, también asentían dándole la razón a Daniela.
"Pero… bueno, aquellas que estén a la espera de atar sus estrellas lo antes posible también podrían necesitar de…"
"Señorita Alerah" la interrumpió Daniela en ese momento, dejando que otra de las asistentes comenzara a despejar la mesa "sospecho que usted necesita un poco de guía en estos asuntos. Su futuro enlace debe ser uno muy deseado por usted si la ha inspirado para… su nueva industria, sin embargo no es lo normal. ¿Me permitiría ser Analthung para usted en esto? Luego de interactuar con usted y con la señorita Margareth, les he tomado aprecio como a mis propias hijas, así que, por favor, permítame guiarla por su propio bien y el de su señora."
"Yo…"
La sonrisa de Margareth no le pasó desapercibido o las caras todavía sorprendidas de las mujeres a su alrededor, haciéndola sentirse avergonzada sin comprender el porque.
"Entiendo. Le agradezco mucho, señorita Daniela. ¿Cuándo tendrá su día libre? Puedo hablar con mi señora para que desplace mi día libre al mismo que tenga usted."
Y así, luego de una sonrisa apreciativa y notar que debajo de la mirada mordaz de Margareth había algo similar al alivio, Alerah terminó acordando pasar buena parte de su siguiente día libre con Daniela.
Esa noche lady Rozemyne se mostró un poco inquieta, al comentarle que algunas damas de Drewanchel se mostraron incomodas o preocupadas al percatarse de la relación cercana que mantenía con ella.
"…entre otras cosas me preguntaron si mi crianza en el templo distorsionó mi sentido común… Alerah, ¿realmente es incorrecto?", la cuestiono mientras le acariciaba la cabeza para dormir.
"Lo averiguare Milady", prometió.
"Alerah, no quiero que piensen mal del templo, yo…"
"Usted es excelente, mi señora. Esta solo en una prueba de Glücklität, la superaremos." Prometió sinceramente, comenzaba a sospechar que parte de su formación no fue correcta.
Su sorpresa la mañana siguiente fue tal, que no dudó en escribirle a Laurenz.
No era normal que las parejas recibieran el invierno antes de atar sus estrellas, en especial no si uno de los dos era menor de edad. La regla era buscar ocasiones para conversar con un chaperón que asegurará que el honor de la dama no sería cuestionado. Más allá del roce de manos, era raro que una pareja de prometidos intercambiará algo más.
"Si bien es cierto que la nueva ropa interior es un poco más indecorosa, los eruditos médicos la estudiaron y descubrieron las ventajas, sus prendas poseen un fin distinto que no cumple con el estándar practico."
Daniela le dijo entonces que la ropa interior que había diseñado no debía ser dirigida a las jóvenes por casarse, si no a las que tuvieran un par de años casadas. Ese era su mercado, porque para ellas, los maridos solían mostrarse aburridos, más entusiasmados con las nuevas esposas o amantes jóvenes y ocasionales, e incluso con las flores que pronto dejarían de habitar de manera tan descarada en el templo.
Mi amada Alerah, si deseas que llevemos un cortejo normal, me esforzaré por ello. Tal y como te prometí antes, no voy a forzarte a nada nunca más. Espero que además de recibir amonestaciones veladas junto a recomendaciones de negocios estés pasando días amenos y haciendo conexiones valiosas. Quién sabe, tal vez tus primeras clientas no salgan de Eisenreich, sino de Drewanchel.
Esperando que estés feliz, tu novio y prometido.
La joven sonrió cuando le llegó la misiva. Quizás tendría que hablar también con su señora sobre lo que acababa de descubrir con ayuda de Daniela y… ¿Por qué no pedirle ayuda a la amable asistente mayor para pulir un poco sus habilidades como vendedora y estudiar un poco sobre otros intereses de alcoba que pudiera vender después?
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Notas de las Autoras:
A todos nuestros lectores, les tenemos la mala noticia de que nos han alcanzado. Tenemos muy poco escrito del siguiente capítulo y aún cuando haremos lo posible por tenerlo en tiempo para la próxima semana, no estamos seguras de llegar a dicha meta en tiempo.
En caso de que no haya capítulo la próxima semana, esperamos que este capítulo, mucho más largo de lo usual, sea suficiente por el momento.
Esperamos que tengan un lindo día y que las diosas Grammaratur, Mestionora y Kuntzeal nos amparen.
