El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré como Funciona el Mundo!
Terrorismo de bendiciones
No estaba seguro de lo que estaba pasando, después de que Brunhilde y yo fuimos a nuestras clases, durante la clase de música, mientras nos preparábamos para tocar… una brillante bendición blanca y roja cayo, no solo sobre mi hermana y yo, si no sobre toda la clase, muchos estaban asombrados y confusos, hasta que un ordonanz entro por la puerta y se poso suavemente en la mano de la profesora Primevere.
"Disculpe las molestias, profesora. Lady Rozemyne de Eisenreich estaba interpretando su pieza y su canción se convirtió en una bendición."
El mensaje se repitió tres veces con la voz de Christine.
Sieglinde se acerco a Brunhilde entonces, parecía desconcertada.
"Mi hermana pequeña esta en el grado de lady Rozemyne… ella me ha hablado de sus bendiciones siempre surgen cuando toca, ¿Qué sucedió para que tuviese esta proporción?"
Negué sin poder decir nada, antes de recordar… Rozemyne tenia la protección divina de todos los dioses. Por la mirada de mi hermana ella estaba pensando lo mismo, pero no tenía sentido, ¿Por qué pasaba esto?
"Siento que no puedo controlar mi maná…" murmuro ella durante la comida cuando le preguntamos que paso. "Solo se escapó… procurare terminar mis clases pronto para investigar al respecto."
"Si necesitas ayuda…" comenzó Brunhilde interrumpiéndose cuando la vio negar.
"No, ustedes están en sexto y yo no se bien como definir lo que esta pasando. No podrían ayudarme, pero gracias."
Mire a mi prometida pensando sobre algunas cosas que pudieran desencadenar este descontrol, sin logras encontrar un motivo real.
Mientras los días seguían pasando, la academia se vio bañada por distintas luces de colores casi cada campanada; tal parecía que esto no se solucionaría pronto. Los profesores y alumnos rápidamente se acostumbraron a ver las bendiciones bañando la academia.
Rozemyne explicó a Anastasio, encargado de investigar el asunto, que ella rezaba continuamente, y ya que sus oraciones parecían llegar a los dioses con más facilidad ahora, no podía hacer nada para evitarlo.
El día de la fruta por la noche los asistentes de Rozemyne estaban alterados, cuando pregunte por su dama, palidecieron.
"No lo sé, milord."
"Explica." Exigí luchando contra el pánico que me provocaban las desapariciones de Rozemyne.
"No espero por nosotros a que finalizara la clase…" comenzó Lissette una asistente del mismo grado que Rozemyne.
Según recordaba, ella era la hermana biológica de Angelica, tenía una personalidad tranquila y mostraba el pedigrí de su familia en la forma tan excelente en la que se desempeñaba.
Debido a esto, entendía que era realmente anormal que perdiera a su dama, principalmente porque tomaba clases con ella.
Según sus palabras, mi prometida termino sus exámenes muy rápido y salió por su cuenta, Margareth tampoco sabía dónde estaba.
"… la hemos estado llamando por el Blatand, pero no responde. No sabemos donde puede estar…" finalizo la joven con los ojos anegados de lágrimas.
"¿Intentaron enviar un Ordonnaz?", pregunté y las vi detenerse antes de negar, como si hubiese olvidado que era una opción. "El Blatand realmente es útil, pero el ordonnaz será más útil aquí." Comente tratando de mantener la calma, no estaba seguro de estarlo logrando, aun así, tome la piedra amarilla y lo envíe a Rozemyne.
El ave voló y los estudiantes, y yo, respiramos con tranquilidad, sin embargo, no obtuve respuesta.
"Creo… creo que voló en dirección a la biblioteca." Murmuro insegura la joven de cabello turquesa.
Laurenz y yo intercambiamos una mirada antes de comenzar a caminar, pregunte a los bibliotecarios por mi prometida y me dijeron que ella estaba en la biblioteca subterránea.
No la vi al entrar, la llame sin obtener respuestas. Al final la encontré sentada entre los estantes, rodeada de libros.
Solté un suspiro lamentando nuestros intentos de hacer surgir a Urano, tal parecía que solo sus malos hábitos se manifestaron en mi novia. En el momento en que le arrebate el libro ella salió de su estado y volteo a verme, me dedico una sonrisa descuidada… una que nunca antes vi, entonces se puso de pie y acomodó su falda.
Su explicación a porque vino sola y sin decirle a nadie, no era una explicación real, su respuesta solo provoco que mi migraña aumentara.
"Lo lamento, Ferdinand. Sentí que necesitaba venir a la biblioteca y cuando me di cuenta ya estabas aquí."
"Vámonos", murmure mientras le ofrecía mi brazo en escolta. "La biblioteca esta por cerrar."
Me dedico una nueva sonrisa antes de recomponer su expresión y salir conmigo.
El día de la tierra la paso en la biblioteca.
Su explicación: estaba investigando.
Las cosas comenzaron a descontrolarse la mañana siguiente, Rozemyne no se presento al desayuno.
Estaba preocupado, pero ya que Margareth no informo que estuviese enferma o indispuesta no pude hacer nada o esperar más tiempo por ella y tuve que irme a mis clases.
En medio de la lección del curso de candidato a archiduque, una bendición con todos los colores nobles cayó sobre todos, Brunhilde y yo observamos aturdidos como nuestros jardines y los de nuestros compañeros florecían al mismo tiempo que la magia fundacional adquirir un brillo opalescente que reconocería en cualquier lugar.
La profesora salió del aula diciendo que iría a investigar y nos pidió que nos concentráramos en recuperar el dominio de nuestros jardines.
Me costo un poco superar el maná, aunque no fue tan difícil y no me estaba rechazando, esto solo me confirmo que era el maná de mi prometida… si me quedaba alguna duda, se extinguió cuando la profesora nos llamó a Brunhilde y a mí.
En poco tiempo llegamos al salón que era usado por los estudiantes de tercero. Muchos estudiantes estaban a punto de llorar con sus jardines completamente teñidos.
"Lord Ferdinand, lady Brunhilde, ¿Cómo es eso de que usan una oración para suministrar maná?" nos preguntó la profesora Brigitta, "Nadie sabe nada sobre eso, tampoco recuerdo escucharlos rezar cuando tiñeron sus jardines…"
Sus ojos vagaron un momento y yo seguí su mirada.
Rozemyne estaba en el frente del salón. Su jardín lucio un hermoso tono azul verdoso, con algunas flores que lo hacían lucir lleno de vida, también había mucho polvo dorado en un montón a su alrededor y, si no me equivocaba, estaba terminando de trazar los círculos mágicos para la magia de creación.
"Sin embargo, lady Heidi me informo que tan pronto como indico se tiñera el jardín, lady Rozemyne comenzó a rezar y… termino haciéndose con el dominio de todos los jardines sin tocarlos. También exploto en un momento sus piedras fey en polvo de oro y siguió hacia adelante con las lecciones…"
Volví a mirar. La clase debía estar por terminar, así que seguro nos pedirían ayuda para llevar todo eso al dormitorio, ya que los asistentes tenían prohibido ingresar.
"Profesora, termine, ¿puedo hacer el Entwickeln ahora?"
"Temo… temo que no, lady Rozemyne" murmuró la profesora del curso. "Aun necesita recibir el nombre del dios supremo y, temo que no habrá tiempo para eso."
Vi a mi prometida girar el rostro en un gesto de genuina confusión antes de colocar suavemente su mano sobre su mejilla.
"Hay tiempo suficiente para finalizar." Afirmó.
"Sin el nombre del dios supremo, su jardín se derribará poco después de que lo construya."
"¡Oh, eso no pasara!" se río antes de pedir permiso de colocar una barrera de área específica.
Nunca había visto a nadie realizar la magia de creación, pero estaba seguro de que lo que estaba viendo ahora, no era normal.
Un suave viento comenzó a girar alrededor de mi novia provocando que su vestido y cabello se agitaran, se veía de forma similar a lo que pasaba cuando ella hacia el ritual de curación.
Cuando el hechizo finalizo apago la barrera y su pequeña ciudad se mantuvo firme, no se derribó ni cuando pasaron diez minutos y la clase finalizo.
"Lady Rozemyne, ¿le importaría decirme que fue lo que hizo?" Preguntó la profesora en un estado atónito imposible de ocultar mientras paseaba su mirada de la herramienta mágica a ella, yo también me acerque a ver.
El diseño arquitectónico me resultaba conocido de algún modo, aunque no lograba ubicarlo.
"Un Entwickeln." Dijo ella sin entender que nos tenía tan perturbados a todos.
"Me refiero… ¿Cómo puede su pequeño ducado no derrumbarse? Se necesita el nombre del dios supremo para la magia de creación… y usted aun no lo ha recibido…"
"¿No todos los candidatos a archiduque poseen el nombre del dios supremo?"
"Si, lo reciben en este salón." Señalo la profesora apuntando a la puerta con el circulo mágico.
Rozemyne acababa de hacer algo ridículo, por lo que entendía el panico en la profesora, tener un modo de producir la magia de creación sin depender de los nombres del dios supremo era peligroso, deje de estudiar la maqueta para volver a observar a mi prometida.
"¿No… no lo tienen desde su nacimiento…?" pregunto perdiendo el control de si misma por un momento, no era algo evidente a simple vista, pero para mi era obvio.
"¡¿Qué quiere decir?!" la profesora Heidi la había tomado por los hombros para encararla. Mi profesora estaba petrificada en su lugar… por un momento temí que sufriera un ataque o algo similar, tantas emociones no podían ser buenas para alguien de su edad.
"Creía… creía que solo aquellos adoptados en la familia archiducal necesitaban recibir el nombre… si no es así… ¿Por qué lo he sabido desde siempre?"
El silencio que siguió a su pregunta fue ensordecedor.
La mayoría de los estudiantes seguían en el aula.
Por la mirada de las profesoras, esto no era lo usual, ni en la familia real, algo que ella entendió de inmediato, los ojos de Rozemyne revoloteaban por todos lados incapaces de entender lo que estaba pasando.
Recordé cuando volví a casa durante mi tercer año, la forma en que ella festejo que hubiese recibido el nombre de la pareja suprema, quizás debería preguntarle más tarde, o cuando se calmara, pero parecía que Rozemyne suponía que recibir el nombre significaba que era reconocido como candidato a archiduque y, a juzgar por su reacción, después de enterarse que su madre era una princesa, posiblemente pensó que la familia real recibía el nombre del dios supremo desde el inicio, desde su nacimiento.
"¿Quién… quién eres?"
Vi el momento exacto en que sus ojos se llenaron de lágrimas, parecía asustada ahora. Me acerque a mi profesora y a la profesora de Rozemyne, pidiéndoles que se pusieran en contacto con Aub Eisenreich, su padre.
Mientras resolvían eso me acerque a mi prometida, la oculte en mi capa y comencé a gotear maná y palabras suaves en japonés para tratar de calmarla, mis ojos recorrieron frenéticos el lugar cuando vi como luces negras y doradas comenzaban a brotar desde su brazalete, buscando algo, lo que fuese, que pudiera calmarla.
"¡Lady Rozemyne!" la voz de Laurenz resonó en el lugar, hasta ese momento note que los murmullos de confusión de los estudiantes se detuvieron cuando el maná de Rozemyne comenzó a aplastarlos ligeramente debido a su pánico y confusión. "¡Tengo un libro nuevo para usted!"
Mi hermano se agacho hasta quedar a la altura de sus ojos, acercándole las hojas hasta casi restregarlas en su rostro.
"Se lo compre a un estudiante de Dunkelfelger, es una historia de ditter."
Sentí sus palmas sobre mi pecho y la sentí alejarse un poco, la escuché inhalando y soltando un ruidito feliz, cuando la miré, sus ojos seguían el montón de hojas que Laurenz menaba frente a ella, en algún momento su cuerpo también comenzó a mecerse, siguiendo el vaivén del movimiento del libro.
Sus manos se alargaron para tomar el montón de hojas, mientras tarareaba sobre un libro nuevo y se dejo caer al suelo mientras comenzaba a leer, el brillo de su brazalete se calmo y mis hermanos adoptivos y yo, respiramos con tranquilidad.
También lo hicieron los alumnos que estuvieron sufriendo por su maná.
"Nunca pensé que agradecería que las manías de Urano surgieran en ella…" murmuro Laurenz en japonés mientras mi novia seguía leyendo, tuvimos que cubrirla un momento para que nadie viera su expresión, sus labios se movían mientras leía y su rostro mostraba una sonrisa descuidada que no quería que nadie viera.
La puse de pie y la saqué del salón ella siguió caminando sin apartar sus ojos del libro.
"¡Rozemyne, que alegría que Dregarnuhr la diosa del tiempo haya entretejido nuestros hilos!" la saludo Galtero saliendo de algún lado, "Estaba pensado que…"
Tuve que morderme el labio para no reírme de como mi novia estaba ignorando al principito sin ser consciente de ello, solo siguió caminando con sus estudiantes guiándola al dormitorio y dejé de reír cuando al llegar al dormitorio, subió a su habitación, saltándose la comida para poder leer…
"Bien, retiro lo que dije." Suspiro Laurenz completamente fastidiado.
.
De alguna manera, Brunhilde consiguió sacar a Rozemyne de su estado de lectura y la llevo a la sala para los giros de dedicación.
Mi hermana y yo estábamos girando como los dioses rey y reina. Así que giramos primero junto con nuestros compañeros de grado.
Estaba un poco sorprendido cuando fue el momento de que Galtero girara, el príncipe no parecía estar mejorando en absoluto.
Por su parte, Eglantine y Anastasio superaban con creces a todos los estudiantes de su grado. Estaba seguro, mi hermanita y su prometido serian elegidos para los roles de los dioses rey y reina.
'Se supone que están comprometidos, pero harán su ceremonia de compromiso en el verano.'
Pronto fue el turno de tercero.
Sabía que habría una bendición en su giro, pero no esperaba lo que paso… no sabía que ella usara tantos amuletos sobre su cuerpo, amuletos ocultos que ahora estaban en evidencia, 'Considerando que casi muere durante su primer año… en realidad no sé porque me sorprende.'
Cada uno de sus movimientos generaba haces de luz; cuando la danza termino, una bendición multicolor escapo de ella.
.
"Muy bien, ustedes dos. ¿Qué le hicieron a lady Rozemyne?"
Justus parecía exasperado, mi linda novia llevaba todo el día sin probar bocado, por lo que sus estudiantes, Margareth y Christine estaban de verdad preocupados por ella.
"Realmente esto no tiene sentido." Comenzó Laurenz con un suspiro derrotado. "Puedo ver a Urano y al mismo tiempo tan solo se trata de Rozemyne."
"Si puedo adivinar, parece que Urano intenta surgir en Rozemyne y de alguna manera ella no lo permite, ha sido asi desde que era una niña pre bautismal", confesé mirando a mis hermanos, "casi parece como si se pelearan por tener el control, excepto que, en lugar de que la conciencia de Urano surja y se combine con la de mi prometida, son sus malos hábitos los únicos que logran surgir."
"Eso tiene sentido." Murmuró el peliverde a mi lado. "Urano siempre tenia un libro en la mano, ella decía que no se sentía viva, que simplemente no se sentía bien, si sus ojos no seguían las letras. Quizás Urano este intentando surgir a través de esa sensación de vida, sumiendo temporalmente a Rozemyne en ese estado de euforia que la embriagaba… en todo caso, Urano podía pasar días enteros sin comer o dormir mientras estuviese leyendo." Se detuvo y me miró, sus ojos decían con claridad «como otro bicho raro que conozco».
"Ella estuvo muchas veces a punto de morir mientras leía, de hecho, murió leyendo, ¿quizás Urano este intentado reproducir el accidente o alguno de esos sucesos de casi muerte para surgir?" aventuró.
"Espero que no… ahora, lady Rozemyne en este momento esta bajo mucha presión, según Margareth, aunque ella aparenta que no le afecta que sus bendiciones bañen la academia, eso la tiene muy ansiosa, ¿lo sabían?"
Asentí, ya lo había notado. Laurenz murmuro un, 'lo noté', Justus asintió antes de cruzar sus brazos sobre su pecho y cerrar los ojos para pensar.
"Cuando una persona esta bajo mucho estrés, tiende a recuperar viejos hábitos, ¿lo sabían?", preguntó y negamos. "Padre, por ejemplo, tenia el mal habito de golpear su pluma sobre una tabla de madera o golpear la pared o la mesa cuando estaba pensando o tratando de recordar algo. Desde el incidente que llevó a Gudrun a divorciarse, ese viejo hábito regresó. Lady Urano no se sentía viva o bien sin sus libros, por lo tanto, lady Rozemyne necesita libros para superar esta etapa. Piensen en que hacer, porque de lo contrario, tendrán que desvelar todo esto a Margareth, Christine, a nuestros tíos y a la propia lady Rozemyne."
Se enderezó en su asiento antes de mirarnos con seriedad, su gesto se torció unos momentos, soltando un suspiro para señalarme y continuar.
"Antes dijiste que la señorita tenía problemas de autopercepción bastante preocupantes, ¿Cómo creen que se tomaría el saber que intentaban devolver a quien ella fue antes?"
Sentí mi garganta secarse, nunca antes pensé en eso. Laurenz a mi lado palideció.
"Ella pensará que no es suficiente para ti, Ferdinand, y pensara que valoras más a una muerta que a ella, Laurenz. Eso puede hacer surgir finalmente a lady Urano, pero ¿en serio valdría la pena?"
Negué. "¡No!" Amaba a Rozemyne. La amaba a ella. Sobre todo, no quería que se sintiera herida o insuficiente por mi culpa. Tendría que buscar como ayudarla. Laurenz a mi lado parecía haber tenido la misma idea.
"Ajustaré mi horario, Ferdinand. Investigaré que está sucediendo."
"Aun tengo que finalizar dos cursos, me apresurare… Justus…"
"También investigaré. Si hubiese notado antes lo anormales que eran, no estaríamos en esta situación ahora. Tomaré mi responsabilidad como tu hermano mayor un poco más en serio que la de asistente."
.
Mientras me apresuraba a terminar con mis cursos, terminé complicando mi propia existencia.
Por un lado, corría tan rápido como se me permitía cada vez que terminaba mis clases para ir a buscar a Rozemyne, en especial después de algún abundante baño de bendiciones, con el fin de prevenir que muriera de inanición. Terminé escoltándola e invitándola a desayunar, comer y cenar conmigo en más de una ocasión, lo que me llevaba a quitarle libros de entre las manos con demasiada frecuencia. Lo único bueno de aquello era que comenzaba a notar sus aplastamientos previos a qué se diera cuenta de que el malvado ladrón de libros era yo.
Por otro lado, comencé a preparar algunas baterías de prueba durante la noche para aplicarle a Rozemyne y a los otros chicos de su curso. Necesitaba sujetos con quienes comparar los resultados.
"Lord Ferdinand, no ha estado durmiendo de manera adecuada, ¿o me equivoco?" preguntó la profesora Hirschur al menos una semana después de que comenzara a escoltar a Rozemyne si o sí y a preparar teorías y baterías de prueba.
"Estoy preocupado por mi prometida, profesora."
"Igual que yo. Agradezco que esté tan pendiente de ir a sacarla de lo que sea que esté leyendo y le impida tomar sus alimentos, sin embargo, eso no me responde a mi pregunta."
Suspiré con cansancio, frotando mi cara un momento antes de mirar a la amable profesora que se volvía por completo maternal cuando no estaba en su laboratorio.
"Está en lo correcto, profesora. Hablando con el séquito de Rozemyne, toda esta… necesidad de perderse en la lectura empezó luego de que sus bendiciones comenzaran a bañar la escuela. Está demasiado estresada. Si logramos descubrir que es lo que genera este… desbordamiento de bendiciones, tal vez…"
"Comprendo. ¿Cuál cree usted que sea la causa de la enorme cantidad de bendiciones que lanza Lady Rozemyne?"
Lo pensé un momento antes de mirar a la supervisora del dormitorio.
"Las bendiciones en exceso comenzaron después de la ceremonia de bendiciones. Creo que está relacionado. Se supone que las bendiciones ayudan a reducir un poco la cantidad de mana que utilizamos para hacer magia."
"Muy bien. Alguien todavía recuerda las bases de la magia. ¿Alguien más lo está ayudando a investigar?"
"Laurenz y mi asistente Justus, profesora."
"¿Puedo?" preguntó mirando hacia una de mis baterías de prueba y alargando su mano. Yo solo asentí y le entregué un pequeño fajo de hojas llenas de anotaciones, teorías, preguntas y guiones de entrevista, así como guiones de observación.
La profesora Hirschur asentía sin dejar de leer con avidez, preocupándome un poco porque comenzó a desprender la misma aura que Rozemyne cada vez que debía retirarle algún libro. De pronto, la mujer reajustó su monóculo, tomando asiento y pellizcando su barbilla una sola vez antes de terminar de leerlo todo, dejando las hojas sobre la mesa y dándose un par de pequeños golpes en la sien con su dedo índice. Al parecer, mi pequeño tic se le había contagiado.
"No solo es muy interesante lo que planea, Lord Ferdinand, parece incluso una investigación revolucionaria, igual que sus otras investigaciones. Reúnase con su asistente adulto y su nuevo hermano en mi laboratorio cuando terminen de comer. Traigan a la señorita Margareth y a algunos otros jóvenes del séquito de Lady Rozemyne. Les ayudaré con su investigación."
"Le agradezco, profesora."
"No me agradezca, Lord Ferdinand. Espero que me ayude a armar y formular algunas cuantas herramientas mágicas que puedan utilizarse en otros ámbitos además de en esta investigación. Si está tan dispuesto a perderse de las invitaciones de Schlatraum, prefiero que lo haga en mi laboratorio."
Era raro que la profesora nos mostrará ese lado de ella. Si bien la mujer era una adicta al trabajo de investigación, su lado maternal y responsable era lo que la obligaba a salir de su laboratorio para guiarnos. Quizás si en algún momento llegase a deshacerse de eso último, o mientras se acercará el tiempo para su jubilación, se volvería una mujer más preocupada por sus descubrimientos que por nosotros, indiferente y hasta irreverente como muchos de los compañeros de laboratorio que llegué a tener, los cuales abandonaban toda posibilidad de relacionarse con personas normales por su amor a los descubrimientos, su arrogancia como fue mi caso o por una decepción tan grande que pareciera una traición.
Esa noche, luego de poner sobre la mesa lo que cada cual había descubierto y después de debatir las pruebas que haríamos, nos propusimos averiguar cómo era que Rozemyne lanzaba semejantes bendiciones sin control alguno.
Fue una larga y pesada segunda semana, entre clases, observaciones, formulación, constantes lluvias de bendiciones y de sacar a Rozemyne de entre los libros con frecuencia.
.
El día de la fruta decidí acompañarla a la biblioteca subterránea para tomarme un descanso de todo el movimiento y observarla. Su sonrisa solo pasaba desapercibida por su paso fuera de lugar. Casi parecía ir saltando tomada de mi brazo, moviendo la cabeza de la misma forma curiosa que los shumils de la biblioteca y tarareando una canción que se me hacía familiar pero que no lograba y ubicar del todo.
"Pareces feliz hoy", le comenté disfrutando de esa actitud relajada que no recordaba haberle visto antes.
"Tendremos una cita en la biblioteca", canturreó sin cambiar sus pasos o su actitud "¿no te parece la cita perfecta?"
"Pensé que te habían gustado nuestras otras citas."
"Me gustaron todas. Las disfruté mucho, pero… una cita en la biblioteca, solo decirlo me pone de muy buen humor. Estaremos tú, yo y un montón de hermosos y maravillosos libros ahí abajo, sin nadie que pueda interrumpirnos. ¿No te ilusiona?"
Miré de reojo a Liesseleta y luego a Matthias. Era una suerte que no supiera leer los labios como Margareth o Justus. Podría malinterpretarse lo que ella acababa de decir.
"Estar contigo siempre me hace ilusión. No importa lo que estemos haciendo."
Cuando al fin llegamos y yo jalé una silla para que ella pudiera sentarse luego de seleccionar el libro que leería, una enorme bendición de colores llovió sobre mí y sobre la biblioteca entera. Rozemyne pareció avergonzarse, abrazándose al libro luego de mirar todas las luces que salían de su anillo, suspirando lo que parecía una disculpa. Yo solo la tomé de las manos para besar sus dedos y su frente, antes de abrazarla.
"Es una hermosa bendición. Muchas gracias."
"¿No estás… fastidiado? No importa lo que haga, no dejan de salir. No entiendo que me sucede."
"Lo averiguaremos. Confía en nosotros y ten calma. Encontraremos un modo de ayudarte a contenerlas, Rozemyne."
La tomé de los hombros entonces para poder mirarla a los ojos. Estaba de verdad abochornada. Todo el ánimo que había mostrado durante el camino desapareció de súbito. Preocupante.
"Es… es tan frustrante no tener el control de mi propio maná." Murmuró ella. Tuve que agacharme un poco más. No me estaba mirando a mí, sino al suelo y seguía aferrada al libro.
"Puedo imaginarlo", comenté, "debe ser tan frustrante como cuándo desperté mi sensibilidad al maná y no pude sentir a nadie.
Ella solo asintió, levantando su mirada luego de eso. Entonces le sonreí.
"¿Crees, crees que podré alcanzarte?"
"Estoy seguro. Las últimas veces que tuve que quitarte un libro pude sentir tu aplastamiento."
Sus pómulos se sonrojaron. Sus ojos se abrieron aún más y una sonrisa de felicidad jugueteó sobre sus labios hasta florecer de nuevo.
"¿De… de verdad?"
"De verdad."
"¡Entonces…! No, no es que me alegre lastimarte, odiaría lastimarte… y un aplastamiento busca lastimar al otro y, yo, no debería estar feliz por lastimarte, pero es que…"
La besé. Un beso corto y suave para tranquilizarla, atrayendo su atención de inmediato. Le sonreí sin más, notando como el libro resbalaba hasta que solo las puntas de sus dedos lo estaban sujetando
"Si puedo sentir tus aplastamientos, significa que no tardarás mucho en alcanzarme. No tendremos un matrimonio blanco. Yo también me alegro por ello."
Ella se puso en puntas para besar mi mejilla y luego recogió bien su libro, acomodándose en la silla que preparé para ella.
"¿También tomarás un libro al azar?"
"Algo así. Relájate, me aseguraré de avisarte cuando sea hora de comer."
Mi novia asintió y yo comencé a buscar, revisando por encima las tablillas y pergaminos a mi alrededor, buscando cualquier cosa que estuviera relacionado con las bendiciones y el maná.
Estaba a punto de rendirme, notando que pronto sería la hora de comer y que Rozemyne estaba por terminar con su lectura cuando me topé con un pergamino inusual.
No estaba seguro de si era una carta catastral o un mapa. Por suerte los Schwartz bajó en ese momento.
"Asistente Liesseleta dice hora de la comida."
"Gracias, subiremos en un momento. Ahm, Schwartz, ¿sabes qué es esto?"
El autómata tomó el pergamino un segundo o dos antes de decir "Mapa de Academia."
Lo observé con detenimiento. No estaba rotulado y señalaba más edificios de los que había visto en los dominios de la Academia Real. Toqué una de las pequeñas estructuras de alrededor y pregunté de nuevo.
"Shcwartz, ¿sabes que edificio marca este punto del mapa?"
El autómata se acercó, fijando sus ojos sin vida y pasando una de sus… ¿manos? Por encima de la zona señalada.
"Casa de la tía. ¿Ferdinand visita tía?"
Era una respuesta que no tenía sentido. Estaba por preguntar a qué tía se refería cuándo Rozemyne llamó a Schwartz para que guardara el libro en su lugar.
"¿Qué encontraste, Ferdinand?"
El shumil tomó el libro para guardarlo y Rozemyne me alcanzó, asomándose al objeto entre mis manos.
"Un mapa de la Academia Real, aunque le falta información. No tiene anotaciones con los nombres de los lugares."
Mi prometida observó con interés, tocando las zonas conocidas y dando los nombres acordes hasta dar con el pequeño edificio que yo mismo había encontrado.
"¿Y esto?"
"No lo sé. Schwartz dice que es la casa de una tía."
"Oh… ¿Quizás es donde se fabricaron Schwartz y Weiss y quedó ahí un tercer shumil?"
"No lo sé, pero Liesseleta mandó al shumil a avisarnos que es hora de comer. ¿Te gustaría comer conmigo en el mirador cercano?"
Su mirada se iluminó de nuevo, haciéndome sonreír.
"¿Sólo tú y yo?"
Asentí, recordando que Margareth se mostró un poco fastidiada cuando pedí que se nos dejara comer en ese sitio para volver a bajar a leer.
"Esto sigue siendo una cita aunque salgamos de la biblioteca, así que sí. Seremos sólo tú y yo."
Tan pronto ella me tomó del brazo, una bendición volvió a caernos encima. Era casi como si alguien se hubiera caído sobre una enorme bolsa de brillantina haciéndola explotar. Sentí a Rozemyne tensarse entonces, así que me apresuré a tomarla del mentón, besándole la frente, la nariz y sus ojos antes de dejar un beso corto y gentil en sus labios.
"¿Sabes que sería de verdad encantador?"
"¿Qué cosa?" preguntó sin mucho ánimo.
"Ver una bendición blanca lloviendo sobre ambos la noche en que atemos nuestras estrellas."
Ella me miró sorprendida y ruborizada, cubriendo su boca cuando recuperó la cordura y soltando unas cuantas risitas divertidas.
"¿Quieres bendiciones cuando recibamos el invierno?"
"Lo quiero todo de ti. Bendiciones incluidas. Voy a casarme con la princesa Santa después de todo."
Eso debió tranquilizarla y emocionara a partes iguales. Una bendición verde más pequeña qué las anteriores nos rodeó, pero Rozemyne ya no se veía incómoda, caminando a mi lado para ir a comer.
No fue la última bendición del día. Algo en el siguiente libro la hizo liberar una bendición azul con ocre, después fue una bendición negra cuando tomó un tercer libro para leer.
Para el final del día fui yo quien le dio una bendición a ella, poniéndola a dormir. Sus asistentes me habían informado que llevaba dos o tres días que la encontraban con libros a lado suyo, abiertos por la mitad y que les estaba costando despertarla. Posiblemente estuviera colando libros durante las noches para leer a escondidas hasta caer rendida.
"¿Puedes llevarla a su habitación, Margareth? Debería despertarse mañana temprano sin problemas."
"Déjemela a mí, milord. Yo me encargo."
Un poco más tarde les estaría comentando lo que observé en la biblioteca y los demás lo que habían encontrado al terminar de analizar las entrevistas realizadas. Ese mismo día escribimos un informe así como una petición a mi tío y a mi padre adoptivo de enviarnos todas las piedras Fey vacías que pudieran. Necesitábamos drenar el excedente de maná en mi prometida cuánto antes y, muy a su pesar, tendría que pedirle que dejara de comprimir hasta encontrar una mejor solución.
Para cuando al fin me fui a acostar, el curioso mapa comenzó a mostrarse detrás de mis párpados de tal modo que tuve que levantarme a trazarlo en papel.
.
Era la madrugada del día de la hoja. La primera campanada me sorprendió fuera de mi dormitorio. Estaba oscuro todavía, y el frío del viento tenía mi rostro entumecido, pero la semana había sido estresante, cansada y sin dejarme oportunidad de investigar el curioso mapa que parecía llamarme con sus misteriosas construcciones.
Aterricé cerca de uno que alcanzaba a verse muy apenas entre la nieve acumulada por la ventisca de dos días atrás. Encontrar la entrada fue difícil dado que estaba medio sepultada, lo más sorprendente fue que apenas poner la mano en la puerta, dejé de sentir el frío y aparecí de inmediato en lo que pensé, era el interior de la extraña estructura.
Una estatua de Schutzaria yacía en el interior, rodeada por sus subordinadas con excepción de Mestionora. Cuándo me acerqué más al altar, sentí la fuerte necesidad de hacer un giro de dedicación, la necesidad era tan urgente que mi cuerpo comenzó a moverse solo y mi mente evocó de pronto la música que me acompañaría al final del invierno para mi graduación.
Cuando terminé de girar, me acerqué de nuevo al altar. La diosa sostenía una tableta color amarillo puro en las manos. Aquello era singular y curioso. Estaba planteándome si no debería hacerle algunas pruebas para descartar veneno o corroborar si estaría hecho de algún material desconocido cuando mi mano se alargó, tomándola, notando para mí horror que parecía ser absorbida por mi cuerpo en tanto una palabra que jamás había escuchado se fundía en mi mente del mismo modo que los nombres de los dioses Rey y Reina hace tiempo en el curso de Candidato a Archiduque.
Todavía estaba tratando de procesar lo que acababa de sucederme cuando en un parpadeo volví a aparecer entre la nieve de la entrada. El frío mordiendo mis facciones y mi mano estirada para tomar la tableta o tocar la puerta, no estaba muy seguro ahora, más bien, me sentía confundido.
Miré mis manos, sintiendo que algo ya no cuadraba en mi interior y un brillo en el cielo llamó mi atención. Ignoré la sensación extraña y miré hacia arriba, notando que una luz amarilla parecía salir del extraño lugar para conectar con otro.
'¿Y si hice algo que no debía?'
El miedo a haber activado alguna especie de trampa me hizo moverme con rapidez, erigiendo de nuevo mi bestia alta para salir a todo galope por el cielo, tentado a seguir la luz y huyendo en su lugar hacia él dormitorio, entrando a mi habitación por la ventana y retirándome de inmediato la armadura. Las dos piedras pronto estuvieron en mi mano, las coloqué en su lugar con apuro y salté dentro de mi cama con el corazón acelerado y sin poder pegar un ojo el resto de la noche. La adrenalina no me dejaba dormir y la idea de que alguien iría a tocar a mi puerta para interrogarme me tuvo aterrado la primera media campanada, después, quizás a falta de ruidos y movimientos fuera o tal vez debido al tiempo transcurrido, mi mente se aclaró y yo terminé sentado en mi cama, visualiza do el mapa en mi mente y tratando de ubicar el lugar donde estuve.
'La famosa tía de los shumils debe ser la diosa Schutzaria, entonces, pero… ¿porqué hay un templo a Schutzaria en este lugar? ¿Y que era esa tableta?'
Mi curiosidad pudo más que mi buen juicio. Invoqué mi schtappe y en ese momento noté dos cosas
Primero, la tableta era del mismo material que mi schtappe, así que podía convocarla del mismo modo para leer su contenido.
Segundo, mi schtappe parecía haber crecido de algún modo, como si estuviera más completo ahora.
No estaba muy seguro de que pensar. Esta podría ser una solución definitiva al problema de las bendiciones extremas con Rozemyne… o algo diferente. Tendría que repetir el experimento.
Antes de que Justus entrara a vestirme, salí de mi cama, tomé el mapa y traté de orientarme para dibujar con el dedo la línea de luz amarilla que había visto, notando que intersectan con otra pequeña construcción. Luego de eso enrollé el mapa y lo guardé en mi habitación oculta donde me quedé revisando los informes de todos. Rozemyne casi no había lanzado bendiciones aleatorias desde que Margareth comenzó a drenarle el maná excedente en las mañanas y las pocas que mi novia había lanzado eran en una escala mucho menor.
Cuando la voz de Justus me llamó desde el intercom de maná para que saliera a que me vistiera, estaba mirando el lugar donde oculté el mapa. Me abstendría de hacer más visitas al menos en lo que observaba si la luz en el cielo provocaba algún tipo de reacción entre los profesores o la gente de la Soberanía.
.
"¡No puedo creer que nadie pueda verla!" suspiré tres días después de mi primera incursión, volando con la mirada puesta en una línea azul que no tardó en guiarme a otro santuario.
Pasaba de la primera campanada y el terrible frío hacía demasiado incómodo el viaje, a pesar de todo, tenía en mi poder la tableta de Leidenshaft y no estaba seguro a que dioses vería al final de la luz, lo único que había comprobado era que mi schtappe en realidad había crecido y que nadie más parecía notar las extrañas líneas que surcaban el cielo.
"Esto sería mucho más sencillo de realizar durante la primavera o incluso en el verano" reflexioné, encontrándome con un montón de nieve de solo salía un ángulo extraño que me hizo pensar en un muro.
En efecto, luego de bajar y hacer un washen en diferentes áreas encontré la puerta. Esta vez, al entrar, no tuve que hacer ni los giros de dedicación, ni la extraña danza del ditter, solo limpiar el interior y luego orar, sintiendo como mucho más de mi mana era tomado por algo, cosa que no pasó del todo en el santuario de Leidenshaft. Cuando terminé, la tablilla estaba en las manos de Flutrane, no tardé en aceptarla y salir, volviendo al dormitorio para ingresar a mi habitación oculta, tomar una poción de recuperación y comenzar a formular algunos de los artefactos que estuve haciendo para la profesora Hirschur, notando que necesitaba mucho menos maná ahora… o más bien, que era mucho más sencillo ajustar mi maná para utilizarlo.
A continuación, intenté dar una bendición, sorprendiéndome de la enorme cantidad de control que parecía tener ahora. ¡Esta era la solución al problema de Rozemyne, pero…! ¿Por qué estaban ahí esos templos y qué significaban esas luces en el cielo?
Ese día aproveché que tenía entrenamiento con los aprendices de caballero para observar bien en el cielo.
"¡Oye, Nara Shikamaru!" escuché la voz de Laurenz en japonés por el blatand, llamando mi atención sin comprender exactamente su referencia "¿Ahora vas a buscar círculos mágicos en las nubes de nieve o solo estás demasiado estresado y a punto de un error de procesamiento?"
Estaba por responderle algo cuando lo noté, mirando de nuevo y dejando escapar una pequeña sonrisa al notar que Laurenz me acababa de dar respuesta a lo que en realidad eran esas líneas fantasmales.
"Estaba pensando qué pasaría si cortarás el vínculo de maná de un caballero a su bestia alta y que tan arriba debería estar para romperse el cuello con la caída." Bromee antes de que Laurenz se detuviera de su combate, perdiendo al instante y corriendo hacia mí.
"¿Alguien miró de más a Rozemyne o de donde viene ese humor tan negro?"
"Debe ser el estrés" le mentí a mi mejor amigo antes de levantarme al escuchar mi nombre y entrar a un duelo de práctica. Que derribara a mi contrincante en poco tiempo solo hizo que Laurenz soltara una carcajada y pidiera permiso para que fuéramos a escoltar a mi prometida a su siguiente clase, cosa que el profesor Rauffen permitió.
Estábamos llegando cuando nos encontramos con que el séquito de Galtero nos bloqueaba el paso sin darse cuenta. Ambos nos miramos y luego los rodeamos, encontrándonos con que Rozemyne estaba por salir para ser interceptada por ese príncipe terco.
Nosotros nos apresuramos entonces, sin embargo, a pesar de acercarme a ofrecerle mi brazo a Rozemyne, Galtero nos ignoró por completo a Laurenz y a mí.
"Dregarnuhr debe estarme dando su bendición para que haya tenido el gusto de que nuestros hilos…"
"Dregarnuhr no dejaría que mi hilo se entrecruce con un abejaruco cómo tú, Galtero" lo cortó Rozemyne con una voz tranquila y el ceño levemente fruncido, sacándonos una sonrisa a mí y a Laurenz "¿O es que Bluanfah baila para ti cuando ves a Ferdinand y no a mi como clamas?"
El cuello del estúpido príncipe enrojeció. Estudiantes comenzaban a detenerse dentro del salón y en el pasillo luego de captar las últimas palabras de mi prometida, quién no tardó nada en colgarse de manera fluida de mi brazo sin relajar su rostro en modo alguno. Galtero levantó un poco su mirada y fue en ese momento que notó que Laurenz y yo no éramos parte del séquito de Rozemyne.
"No, no, ¡Claro que no! ¿Cómo podría gustarme otro hombre, querida prima? ¡No seas tan…!"
"¿Entonces eres un escuchapedos?" clamó Rozemyne fingiendo asombro de un modo tan sobre actuado, que era difícil para Laurenz, para mí y para mis compañeros sacerdotes del séquito de Rozemyne ahí presentes no reírnos. Mi prometida no tardó en recomponerse y seguir "Los siete me libren de pasar demasiado tiempo en tu compañía. Podrían pegarse a mí persona tus pésimos hábitos."
Ella solo levantó la nariz, usando su mano libre para pasar su cabello hacia atrás en un ademán que yo había visto en un par de películas norteamericanas y luego nos fuimos.
No pude evitar voltear hacia atrás, curioso por completo.
Galtero estaba en shock y preguntando algo a uno de sus eruditos, haciéndome pensar que su manejo del lenguaje antiguo debía ser terriblemente malo si no logró comprender todos los insultos que acababa de recibir. Una pequeña risa se me escapó y sentí el cuerpo de Rozemyne tensarse de nuevo, así como una bendición terriblemente negra flotando en dirección a Galtero, quién volteó a vernos atónito antes de dedicarme una mirada furibunda.
"¿Rozemyne?" pregunté con amabilidad.
"¡No voy a disculparme por esa! Los Dioses me escuchen y alejen a ese… principito malcriado de mí. Ha habido un montón de problemas causados por su insensata insistencia en hacer que me mudé a la Soberanía para ser su consorte. Preferiría besar un grun antes que comprometerme con él."
Una risita se me escapó. Quería besarla ahí mismo y mimarla, lo único que me detuvo fue saber que estábamos rodeados de estudiantes y que había prometido llevar un cortejo normal. Por el bien de Rozemyne debía comportarme en lugar de dejarme llevar por la emoción, conformándome con darle un par de palmadas cariñosas en la mano que sostenía mi brazo de escolta.
"Entonces habrá que agradecer que estás comprometida conmigo y no con él. He oído que los gruns son animales desagradables."
Ella sólo sonrió y seguimos avanzando hasta su siguiente clase. Apenas dejarla sana y salva en el lugar, Laurenz y yo salimos de los pasillos para volar hasta los laboratorios de erudición a fin de tomar nuestro último examen del año en ese ámbito. Las luces en el cielo llamaron mi atención una vez más y la duda acerca de los templos me embargó de nuevo.
.
"Ferdinand, no entiendo. ¿Quieres que me quede a dormir contigo?"
Suspiré todavía abochornado, de pie junto a mi balcón esperando a mi novia. La primera campanada había sonado un rato atrás. Tres pociones de rejuvenecimiento de mana colgaban de mi cinturón y por alguna razón, me sentía incómodo. Cómo si alguien fuera a descubrirnos y a malinterpretarlo todo.
"… aunque disfrutaría mucho eso, sé que no podemos seguir haciéndolo, al menos hasta atar nuestras estrellas. No."
"¿Y entonces para qué quieres que vaya a tu habitación a la primera campanada?"
Pasos en el pasillo de asistencia me alertó de la visita de madrugada, sacándome un momento del recuerdo de la tarde previa, llevada a cabo en japonés en medio de la cena con un blatand.
"Llegas tarde" susurré apenas notar sus cabellos azul medianoche todavía en una sola trenza para poder dormir, colgando sobre su hombro y su ropa de dormir.
"Intenté ponerme mi ropa de montar sola, pero… parece que la diseñaron para que fuera imposible. Casi no puedo creer en qué lugares hay botones y listones para mantener todo en su lugar."
Rozemyne colocó con suavidad un poco de ropa sobre mi cama y procedió a quitarse su yukata con un leve sonrojo en sus pómulos. Yo le sonreí, tomando la primera prenda para colocarla sobre su pijama de invierno, consistente en un pantalón holgado de tela acoginada y una blusa corta de manga larga con un pequeño shumil en medio de una corona de flores debajo del cuello.
"¿Por qué no solo te pusiste tu armadura de piedra fey?"
"Hace demasiado ruido", explicó ella con los brazos abiertos para que le colocará bien la camisa de montar, "y no sé si lo notaste, pero a esta hora casi no hay ruidos. Si tirara una aguja, se darían cuenta solo por el sonido."
Terminé de ajustarle la camisa y pasé a ayudarla a colocarse los pantalones de montar, luego le puse una capa de viaje blanca con piel de animal que tenía poco que había conseguido jugando gweginen con un chico de Klassenberg.
"Esto es muy cálido. Huele igual que tú." Susurró ella, provocando que las puntas de mis orejas se tiñeran de rojo.
"Espero que no te moleste montar conmigo. Será más fácil que solo una highbeast pase desapercibida."
"¿Me dirás a dónde vamos?"
Desactivé la barrera antiescuchas que estaba colocada alrededor de mi cama y coloqué una pequeña piedra con mi mana en otra herramienta que desarrollé el año pasado a petición de Laurenz. Un reproductor holográfico que me proyectaba durmiendo y girando, solo en caso de que Justus entrara a verificar que yo estuviera dormido y no en mi habitación oculta.
"¿Ese eres tú?" inquirió Rozemyne en mi oído. Yo solo le sonreí. "Habría sido muy útil que me dieras uno. Tuve que dejar una nota en mi cama en caso de que Margareth entre."
"No sé si quiero darte uno. Podríamos no darnos cuenta de que has desaparecido."
La noté sonrojándose y mirando a otro lado con una sonrisa culpable y pequeña justo antes de tomarla de la mano y guiarla en silencio al balcón, mismo que abrí para luego asomarme, constatando que no hubiera caballeros patrullando nuestro lado de los dormitorios. Noté uno, así que evité que Rozemyne se asomara más que desde detrás del cristal. Apenas desaparecer sobre el tejado, formé mi bestia equina y la ayudé a subir, saltando con ella en brazos sobre el balcón y cabalgando sobre la nieve, a fin de disimular un poco nuestra presencia.
Llegar al Templo de Schutzaria fue sencillo. La luz amarilla en el cielo, unida a la línea de luz azul era toda la guía que necesitaba.
"¿Qué hay arriba, Ferdinand?"
Sonreí, constatando que solo yo podía verlas.
"Solo me estaba orientando. Iremos a visitar a los tíos de tus shumils artificiales."
"¿Tíos? ¿Es algo así como el famoso abuelo?"
"Supongo." Le respondí no muy seguro de lo que eso significaba.
Cuando llegamos, Rozemyne pareció reconocer la estructura, mirándome con una pequeña sonrisa y bajando sola de un salto.
"¡Rozemyne, espera!"
"¿Porqué? Me has traído a un templo que nunca había visto, me gustaría entrar a orar y revisarlo. Nunca había visto un templo tan pequeño."
Deshice mi montura, atrapándola por la cintura y alejándola de la puerta, provocando que volteara a verme con una cara de pregunta imposible de ignorar.
"Este es el Templo de Schutzaria. Es posible que la diosa tome algo o bastante mana de ti. Ella no te dejará salir antes de que hayas formado está tableta" le expliqué justo antes de hacerla aparecer frente a mi mano, notando la mirada cargada de interés. "Mi schtappe… creció y pareció fortalecerse luego de que vine a orar. Estoy casi seguro de que te ayudará de manera permanente a evitar que tu maná se desborde en bendiciones sin que tengamos que drenarte."
Mi prometida volteó por completo a verme. Había un brillo en sus ojos que parecía esperanzado. Imaginaba que estar bañándonos a todos en bendiciones debía ser un verdadero fastidio… en realidad, no esperaba que se girara en mis brazos para besarme. Uno de esos besos apasionados que hacía mucho no nos habíamos vuelto a dar.
"Gracias, Ferdinand. Si lo que dices es cierto, podré volver a comprimir. Podré formar una familia contigo."
Estaba en shock. Descubrir que su mayor preocupación no era llenar la Academia de Bendiciones, sino seguir comprimiendo para alcanzarme… cuando volví en línea, la vi tocando la puerta con una enorme sonrisa y luego enderezarse con los ojos muy abiertos, mirando su mano y luego a mí.
"¿Cuánto tiempo estuve ahí dentro?" preguntó confundida.
"Nunca te fuiste, acabas de tocar a la puerta."
Ella miró su mano, luego la puerta, luego a mí. La vi haciendo un movimiento similar al de convocar su schtappe y la tableta amarilla de Schutzaria apareció.
"¡Oh, cielos!" fue todo lo que dijo antes de volver a guardar la tablilla y caminar hacia mí.
"¿Estás bien?" pregunté de inmediato, alargando mis manos para hacerle un chequeo rápido "¿Cómo sientes tu schtappe?"
La vi considerar en lo que constaba que estaba bien. Un poco emocionada por su reciente encontronazo con las bromas de Dregarnuhr, pero nada más.
"Estoy bien… siento que mi schtappe… está un poco más completo… es como si pudiera contener mejor mi maná… no sé cómo explicarlo."
"Bien. ¿Crees que esto sea suficiente o debemos visitar otro templo?"
Sus ojos dorados como lunas brillantes de una noche de verano me miraron entonces con asombro, como preguntándome si había más Templos en la Academia Real, yo le sonreí, asintiendo una sola vez antes de formar mi bestia alta.
"No es suficiente. Creo."
La ayudé a subir de inmediato, mira do hacia el cielo para orientarme y comenzar a cabalgar. El sonido de su aliento siendo atrapado de pronto en su pecho al levantar la mirada me hizo sonreír.
"¿Puedes ver las luces ahora?"
Ella solo asintió, recargándose entre mis brazos sin dejar de mirar en tanto cabalgábamos a buen paso sobre la nieve, sin dejar una sola huella a nuestras espaldas.
Tuve que llevarla al Templo de Leidenshaft y al de Flutrane antes de que me dijera que se sentía en control de su maná una vez más. La abracé entonces. Su ansiedad podría dimitir ahora. Ya no tendría que perderse por completo entre las letras de algún libro para no lidiar con la frustración de los días anteriores.
"¿Iremos al siguiente Templo?" me preguntó en cuanto la solté, yo solo negué despacio antes de agacharme para quedar a su altura. Me había vuelto demasiado alto para poder verla cara a cara sin tener que hacer esto.
"No tengo idea de porque los Templos están aquí o que pasará una vez que hayamos recorrido todos, o las consecuencias de recorrerlos todos, Rozemyne. Planeo recorrerlos cuando me haya mudado a la Soberanía para prepararme como profesor, así que, por favor, no busques los demás antes de que averigüe cuántos faltan y porqué están aquí."
Ella solo asintió, mirando de nuevo al cielo y soltando un suspiro rápido y pesado.
"¿Qué hay de eso? ¿Alguien más puede verlas?"
"No. Sólo aquellos que tienen las tablillas pueden ver las líneas."
"Es raro, solo debería poder ver tres de ellas si son para indicar el camino, pero…"
Asentí para indicarle que comprendía, manteniendo mi rostro serio ahora.
"Es un círculo mágico que está incompleto. No sé que hace. Con cada tableta se desvela una porción del círculo, pero es tan complejo que no estoy seguro de qué hace, así que por favor, espera a que termine de verificarlo, ¿esperarás?"
Ella me miró a los ojos. Tratándose de los dioses, a veces parecía tan hambrienta de conocimiento como yo mismo, como si fuera una segunda naturaleza en ella.
"¿Rozemyne?"
"¡Son Templos, Ferdinand!"
"Y yo mismo te guiaré a ellos cuando esté seguro de que no van a sentenciarte a subir la imponente escalera por explorarlos… O que no vas a aparecer en uno de ellos luego de desaparecer de manera misteriosa."
Rozemyne pareció avergonzada por un par de segundos, antes de mirarme con los ojos muy abiertos y la confusión en su semblante.
"¿Por qué me harían subir la imponente escalera a causa de unos Templos?"
"Porque estaban en el mapa sin rotular. El que encontramos entre en la biblioteca subterránea. Esto… esto podría causar problemas con la realeza y no estoy dispuesto a arriesgarte, además… con toda esta nieve cubriéndolos es imposible hallar los demás. No me gusta."
"¿Qué hay de ti? ¿Crees que quiero que te pongas en peligro?"
Tomé sus manos, entre las mías y tratando de no suspirar, incómodo porque olvidé que ella se preocuparía por mí tanto como yo lo hacía por ella.
"Soy casi y un adulto de manera oficial. Uno que va a mudarme aquí algunos años para dar clases. Cómo profesor, creo que tendré mejores explicaciones de porque estoy vagando por los terrenos de la Academia en la madrugada que una alumna que apenas está por terminar su tercer año."
Sus labios se apretaron en una fina línea cambiante. Sus mejillas se inflaron y su ceño se arrugó. Suprimir una sonrisa divertida fue complicado. A pesar de cuánto había crecido y cuánto se había refinado a sí misma, seguía viéndose adorable cuando hacía pucheros… lo cuál ahora era una experiencia tan escasa, que casi había olvidado lo linda que se veía así.
"Prométeme que no vas a venir a buscar los demás. No lo necesitas."
"Solo si TÚ me prometes que vas a llevarme a explorarlos cuando constantes que es seguro "
"Lo prometo" le dije con una sonrisa, apretando más sus manos hasta verla rodar los ojos y suspirar un "Lo prometí también" cargado de fastidio antes de sonreírme de nuevo.
Poco después volvimos a los dormitorios, ocultándonos entre los árboles del bosque para esperar a que pasará el caballero que hacía su ronda de vigilancia. Casi deseaba que tardará un poco más en pasar solo para poder regodearme un poco más en el agradable calor de tenerla entre mis brazos y el agradable aroma que desprendía.
Al final la ayudé a retirarse de nuevo la ropa de montar y la envié de vuelta a su cuarto en silencio. La tentación de llevarla a mi cama y dormir envuelto en su maná, su calor y su aroma era demasiado para poder hablar siquiera. La capa la doblé para pegarla a mi nariz cuando al fin me acosté a dormir. Se la daría al día siguiente en la cena como un obsequio por lograr controlar sus bendiciones. No podía entregársela aun a pesar del frío que debía estar haciendo en los pasillos a esta hora o Margareth lo notaria, además… quisiera reconocerlo o no… poder dormir con su aroma de nuevo era algo nostálgico que me arrulló de inmediato.
Dregarnuhr no podía hilar con suficiente rapidez para que ambos nos volviéramos adultos y yo pudiera volver a dormir con ella entre mis brazos.
.
Notas de las Autoras:
Por si les surgio la duda. Una batería de pruebas es un juego completo de especificaciones y pruebas para demostrar o conseguir información de algo específico.
