El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!
Conferencia de Archiduques
"Mi intención no era aleccionarlo, padre… o no del todo en realidad."
Un par de días después de la graduación y la ceremonia de mayoría de edad, mi nuevo padre adoptivo nos citó en su villa para hablar sobre lo ocurrido. Zent le pidió que se explicara y ella soltó un suspiro antes de comenzar.
"No soy tan vanidosa, orgullosa o tonta como para suponer que mi estatus me permite tratar a un profesor como un subalterno."
Según parecía, la primera vez que ella escuchó de mi adopción lo desestimó como un ordonnaz malicioso porque yo no le había dicho nada. Aun así, indicó a sus estudiantes investigar.
El asunto se supone debía mantenerse bajo el velo de Verbergen hasta la conferencia de primavera. Por lo que sus estudiantes tardaron un poco en conseguir información.
"Madre me lo confirmó cuando la cuestioné. Estaba confundida sobre cómo obtuve la información. Sinceramente esa no era la respuesta que esperaba. Estaba tan molesta, tan frustrada, confundida y preocupada… me sentí traicionada de algún modo y, no pude pensar de forma adecuada."
"Lo lamento… no pretendía hacerte sentir de ese modo, solo…" intenté justificarme cómo fuera debido a que ella estaba mirándome a pesar de estar hablando con el Zent y no conmigo.
"Sé que no pretendías lastimarme, Ferdinand. Solo fuiste un bruto."
No tuve mucho tiempo para sentirme ofendido cuando unas risitas mal disimuladas me llegaron.
El rey, nuestro padre adoptivo, luchaba para contenerse frente a nosotros. La situación debía parecerle de veras hilarante si se había relajado lo suficiente para no estar cuidando su expresión, o tal vez solo se sintiera en confianza. Al fin y al cabo, solo estábamos nosotros tres.
Rozemyne entones sacó unas hojas de entre sus mangas. Le entregó una a nuestro actual padre y otra a mí. Por lo que podía ver, esto era una recopilación de los rumores alrededor mío.
Algunos muy desagradables, otros más ridículos que nada, pero todos hablaban de mí como un escalador social. Un sacerdote que se aprovechó de una niña asustada para volver a la nobleza y que después de mucho tiempo de engaños, fraudes y mentiras, se aprovechaba ahora de que esa niña inocente y pura se convirtió en una princesa, usándola para conseguir ese puesto para sí mismo.
"Estaba confundida. No entendía como Ferdinand no me lo dijo. Una parte de mi pensó por un tiempo que él no sabía, pero entonces confirmé que él sabía. Solo aceptó la adopción y decidió exponerse de este modo."
"¿De qué hablas?", preguntó padre, mirándola ahora sin reír.
"Debido a la vida que llevó Ferdinand hasta los diez, existen muchas cosas que se le escapan. Por supuesto, sus padres lo educaron, pero existen cosas que se ignoran al dar nueva educación porque se supone son de sentido común."
"Tú también fuiste criada en el templo hasta tu bautizo, Rozemyne", recordó el hombre.
"Fui ocultada en el templo. Es diferente. Tuve educación política adecuada desde antes de mi bautizo. Supe desde siempre que me volvería ministra de alguno de mis hermanos o primos. Después de los diez, Ferdinand recibió formación adecuada para un archierudito y solo hasta su doceavo otoño comenzó a recibir educación política referente a un candidato." Aclaró.
Ella me miró rascando una de sus mejillas antes de bajar la vista, apenada.
"Si soy sincera, es mi culpa que Ferdinand no hubiese desarrollado la sensibilidad política que le permitiría defenderse de esto." Anunció señalando los papeles frente a nosotros. "Nunca he visto a Ferdinand como un subalterno… después de que me salvara y lo trajera conmigo a la nobleza por la fuerza, comencé a tratarlo como un niño al que había que mimar. Sentía que era lo único que podía hacer para volver más llevadero el futuro que le impuse en mi egoísmo. Cuando fue adoptado me llené de dicha, pero nuestro trato no cambió. Quise seguir mimándolo, aunque tuve que ser más discreta… después fue mi prometido…" enumeró y yo solo quería que se callara, seguro de que mi nuca, rostro y cuello estaban tan rojos como mis orejas.
Tenía poco tiempo que me percaté de que mis 'cuidados' hacia ella al inicio era yo convenciéndome de que era cómo estar mimando a mi pequeña 'hermanita', porque, siendo sincero, Rozemyne nunca fue como mi hermana menor. Era más como la hermanita de tu mejor amigo con quien terminas casándote y a la que consientes al inicio porque es demasiado adorable como para resistirse.
Cuando mis recuerdos volvieron, me sentía como un adulto atrapado en el cuerpo de un niño, pero conforme fui creciendo, conforme fui viviendo, me di cuenta de que no lo era. Era un niño con recuerdos de un adulto. La frustración, la impotencia que sentía por no ser mayor, o más grande me golpearon muchas veces, rompiendo de a poco la sensación de que era un hombre adulto. La adolescencia y el excedente de hormonas que vienen con el crecimiento arrancaron cualquier sensación restante de que yo era un adulto atrapado en un cuerpo infantil.
En ese momento a mi mente llegaron todas y cada una de las veces que Justus me acusó de ser mimado por Rozemyne. Todas y cada una de las veces que lo desestimé como ella siendo amable. Incluso después de que ella adoptara a otros niños, de alguna manera seguí negándolo, y ahora… 'Justus jamás puede enterarse de esto. ¡JAMAS! se reiría hasta desfallecer si alguna vez confirma todo lo que me dijo al inicio.'
Ella tomó un poco de té para calmarse y volver del vergonzoso sendero de las confesiones, antes de continuar.
"De cualquier modo… estaba más asustada y frustrada que molesta, pero debido a la forma en que mi madrasta entró con todo un batallón de antiguos nobles de Klassenberg, nos vimos obligados a realizar un acto."
Padre guardó silencio por algunos momentos antes de sonreír con una mueca complicada.
"Muchas gracias por informarme, ahora todo se conectó. He tenido a los antiguos nobles de Klassenberg hablando sobre que sería mejor cancelar el adoptar a Ferdinand… Como segunda esposa, Ralfreida es la encargada de vigilar y controlar los asuntos internos de la familia, su insistencia sobre cómo era una mala idea ha estado creando tensión. Sabía que haría algo, pero nunca esperé que fuera una jugarreta tan baja." Confesó con un suspiro "…he pensado en degradarla a tercera esposa, pero con Klassenberg sobre Hauchletzte es complicado. Por lo pronto la puse en arresto domiciliario por divulgar información confidencial."
"Padre, Ahrensbach y Hauchletzte tuvieron un gran auge este invierno." Comentó Rozemyne con una sonrisa, contagiando al rey.
"Tienes razón. Mis eruditos están cotejando", confesó con una sonrisa cómplice antes de volver la seriedad a su rostro, "pero sin un cambio… considerable, Klassenberg no será degradado."
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Uno de los problemas que trajo el tener que adelantar mi adopción fue el hecho de que mi debut dentro de la familia real tenía que ser durante la conferencia de archiduques. Esto no hubiese sido necesario de no ser por los ordonnaz maliciosos que ya estaban circulando. Dunkelfelger, Drewanchel, Hauchletzte y por supuesto, Eisenreich, estaban indignados.
La conferencia ni siquiera había comenzado y varios Aubs ya estaban en la soberanía exigiendo saber porque se me estaba difamando de esa forma.
Mi padre adoptivo parecía agotado, pero ni él, ni la primera reina se dejaron intimidar. Ambos se negaron con firmeza a recibir a nadie hasta la conferencia.
Con la segunda reina en arresto domiciliario y Galtero ocupado con todos los preparativos para su matrimonio, Rozemyne y yo pudimos tomarnos un tiempo a solas fuera de mi habitación oculta. Desde el incidente de Copy paste, se había vuelto… peligroso estar juntos en esas habitaciones.
Una de las ventajas de que se me permitiera seguir cortejándola era que no teníamos que ocultarnos todo el tiempo.
Con el sonido de la tercera campanada mi tiempo con Rozemyne terminó. Besé sus dedos a modo de despedida después de escoltarla de vuelta a la entrada de la villa. No tenía mucho tiempo ya que mi padre adoptivo esperaba, o en realidad, me había citado un cuarto de campanada después de la tercera… era en momentos como estos en los que más extrañaba mi antiguo mundo. Todo era muy ambiguo en este.
Ahora que era un príncipe de manera oficial, podía arriesgarme un poco a sugerir algunas formas de medición que redujeran el número de cosas ambiguas a mi alrededor. Estaba seguro de que Laurenz estaría fascinado si le pedía ayuda para crear un sistema de medición para el maná aún si eso me traía algunos problemas. Seria inaudito rebelar a la familia real como una familia de maná medio, pero yo tengo mucho más maná que ellos y Rozemyne posee más que yo, estoy seguro de que mi novia volverá a comprimir pronto para alejarse de cualquier posibilidad de que Galtero se acerque. Según ella, si él llegase a nivelarse con Christine podría usarlo para asegurarla como esposa.
"Me niego rotundamente a que sea él quien me escolte en mi graduación." Había dicho Rozemyne más temprano, mientras sopesábamos los planes que nos competían a ambos. "Debo encontrar el momento para medirme con Christine o mi hermano. Necesito una referencia para saber que tanto más alejarme."
El problema con la herramienta de Rozemyne residía en la ambigüedad. Necesitaba apresurarme a crear una medida y rápido, en parte para mi propio alivio, en parte porque recién adquirí educación política que me mostró todas las lagunas dentro de mis planes. Mi padre adoptivo me lo estaba metiendo a la cabeza a la fuerza. Lo agradecía, pero hubiese preferido que no se mostrara tan complacido por 'tener algo que enseñarle a su hijo mayor'; me hacía sentir como un niño otra vez.
"¿Ahora te crees mucho y piensas ignorarme, Ferdinand?"
La desagradable voz de la persona que más detestaba me hizo detenerme. Iba tan perdido en mis pensamientos que no lo noté aproximarse.
'Aunque en realidad no es como si alguna vez le prestase atención.'
"¡Te crees mucho porque ahora te llaman primer príncipe, ¿no?! Pero solo eres un hijo adoptivo de una tercera esposa." Me espetó Galtero con fingida lástima y demasiada arrogancia.
Sin embargo, sus palabras que parecían destinadas a molestarme o irritarme, solo me provocaron placer.
Sí, me creía mucho porque sabía que era mucho.
Desperté en este mundo como un niño que no podía moverse por la fiebre y escalé hasta convertirme en miembro de la familia real, además desde mi bautizo como noble se habló de ascenderme a candidato y desde antes de ser un candidato, ya se hablaba de llevarme a la familia real. Era imposible que mi ego no se inflara cuando deseché las emociones negativas y mis falsas concepciones de la realidad, así que sonreí. Debía ser esa sonrisa que muchos encontraban desagradable desde mis días como Tetsuo porque Galtero trastabilló un poco hacia atrás.
"¿No nos deja eso en una situación similar, hermano?" pregunté con sorna, "Eres el hijo adoptivo de una segunda reina que fue degradada de su posición como primera, pero no te equivoques, sé muy bien que tú y yo no somos iguales." 'Tu estas de pie sobre una plataforma débil de la sangre real con la que naciste sin tener ningún mérito propio, en cambio, yo estoy firmemente parado sobre una escalera que he construido con mi propio esfuerzo. Tengo aliados reales y gente que confía en mí. A diferencia tuya que te dices el próximo Zent, yo tengo una verdadera oportunidad de ser Zent. Habilidad, conocimiento y el respaldo del antiguo dios.'
Galtero solo sonrió con suficiencia, envalentonándose, soltando un "al menos conoces tu lugar" que por poco me hace reír. Sus ideas no podían estar más equivocadas aún si sus palabras rezumbaban de verdad.
"Si me disculpas, hermanito, nuestro padre me ha citado."
Seguí mi camino disfrutando de la mueca desagradable que se instaló en el rostro de ese idiota. Para ser un príncipe tenía un pésimo control facial, o al menos frente a mí. Según mis estudiantes, Galtero tenía un muy buen manejo facial, pero me detestaba al grado que no podía ocultar su irritación cuando yo estaba cerca.
Me daba una satisfacción sórdida que me permitiera tener tanto control sobre él, aunque no lo supiera.
Sabía bien que el orgullo y la arrogancia daban lugar a la negligencia, eso era verdad incluso para un genio como yo, por lo cual no podía bajar la guardia. No podía ni debía precipitarme, o me volvería como él.
Pronto llegué a la puerta de la villa del rey. Un asistente me recibió y me guio a la habitación del té. Cuando llegué me di cuenta de que padre no estaba solo. Aub Klassenberg y la primera dama estaban presentes.
Se pusieron de pie antes de dar sus saludos nobles y palabras vacías de felicitación sobre mi adopción. Me acerqué agradeciendo hasta sentarme al lado de padre. Podía sentir la irritación bajo la sonrisa noble de la pareja archiducal, entonces me disculpé por mi retraso alegando que mi hermano menor, el príncipe Galtero, me había encontrado por el camino y entretenido un momento, pero padre desestimó mi disculpa.
"Me han informado", me tranquilizó. Imaginaba que algún erudito nos había visto antes.
"Perdóneme si soy irrespetuoso, príncipe Ferdinand, pero ¿qué hace usted aquí?" preguntó el Aub antes de volver su vista a padre. "Tenía entendido que esta citación seria únicamente entre familia. Esperaba que fuera mi hermana menor o mi sobrino quienes estuvieran presentes."
"Como escribí en la citación, estaríamos solo con mi hijo mayor y este es mi hijo mayor." Anunció padre a mi lado, colocando una de sus manos en mi hombro. "No entiendo cuál es el problema. Nunca dije que fuera una reunión social, Aub Klassenberg. Tampoco recuerdo mencionar que mi segunda esposa o mi segundo hijo, Galtero, estarían presentes. ¿Por qué tenía esa impresión?" La mandíbula del Aub se tensó ante la pregunta, pero no dijo nada. "¿Por qué llamaría aquí a Ralfreida a quien puse bajo arresto domiciliario?"
Eso pareció sorprender al hombre, pero cuando preguntó porque motivo, mi padre declaró que no necesitaba saberlo, que eran asuntos internos de la familia real.
A continuación, padre colocó una lista con varios nombres sobre la mesa. Parecía fastidiado ahora.
"Estas personas, estos nobles, no parecen saber o entender cuál es su lugar, Aub Klassenberg. En otra situación serían enviados a la torre blanca o ejecutados por su insubordinación, pero en este tiempo de carencia serán despedidos y enviados de regreso a su ducado. Tiene hasta la conferencia de archiduques para sugerir remplazos para ellos o me veré obligado a reducir, otra vez, el número de sus nobles dentro de mi corte."
Fue un solo momento, los ojos de padre parpadearon con maná. La pareja archiducal se encogió, me di cuenta de que estaban por protestar a la orden. Esto no era una reunión oficial después de todo, era una mera cortesía hacia el antiguo primer ducado.
"Aub Klassenberg, dividí su ducado debido a su impertinencia, sin embargo, en consideración al apoyo otorgado a lo largo de los años y durante la guerra civil, prometí mantener su posición en el ranking. Sin embargo, han pasado AÑOS mientras espero a que presenten una empresa nueva como aseguró. Dijo que solo necesitaban tiempo para recuperarse de la guerra. Como he visto con Hauchletzte y Ahrensbach, el tiempo de recuperación ha pasado. Me temo que, si la próxima conferencia no tiene una nueva empresa, bajarán al séptimo u octavo puesto."
"¿No es demasiado drástico?" preguntó la primera dama. "¡Somos el quinto ducado! Degradarnos dos puestos…"
"Como dije, Hauchletzte y Ahrensbach han comenzado a demostrar los resultados de una recuperación diligente. Ahora pueden retirarse."
La pareja archiducal salió entonces, la lista de los nombres en una mano.
Padre me agradeció por mi ayuda al aumentar la calidad de Hauchletzte. Me sorprendió un poco que lo supiera, aun así sonreí. En retrospectiva, madre seguro que le contó.
"Independientemente de si me vuelvo consorte Zent o una familia colateral, necesito una facción, por lo que pensé que era adecuado adquirir como respaldo al ducado de madre."
"Quizás no conozcas mucho sobre los aspectos más delicados de la política, Ferdinand, pero tienes buenos instintos." Me sonrió antes de ofrecerme una copa de Vize.
La conferencia de archiduques iniciaba en tres días y padre parecía decidido a meterme tanta información como pudiera antes de esa fecha. Como su hijo mayor estaría presente a su lado la mayor parte del tiempo, pero como parte de mi debut, necesitaba conseguir algunos aliados.
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La conferencia de archiduques al fin dio inicio. El primer día se aprobaban los matrimonios entre candidatos, y también se celebraban las nuevas uniones.
La mayoría de los candidatos esperaban un año para atar sus estrellas después de la graduación, sin embargo, Lavinia y Sylvester celebrarían su Starbind esta conferencia. Desde que mi primo aceptara sus sentimientos se estaba planeando que fuese así. Aunque no era el protocolo, al igual que con Brunhilde se permitió que fuese de este modo. También tenía entendido que todas las preparaciones necesarias ya estaban listas dado que Lavinia estuvo viviendo en Eisenreich desde el verano, una consideración del rey debido a que mi novia tuvo que mudarse antes de lo planeado.
Esta conferencia también era el enlace de Galtero con Nahelache.
"No es que me interese, pero como Sumo Obispa no puedo no darle una bendición. Por muy tentador que sea el no hacerlo… el problema es que mis bendiciones suelen sesgarse. Si no tengo cuidado…"
"Velo así. Si no les das una bendición adecuada, el idiota de nuestro hermano pensará que estás celosa o algo por el estilo."
No pude evitar reírme de la cara de circunstancia de mi novia, atrayéndola en un abrazo y besándola antes de que nos interrumpiera la voz de Justus avisándome de que debía salir y prepararme.
Esa también fue la señal de mi novia para volver a su propio dormitorio. Debían estar esperándola para vestirla y acompañarla para presidir la ceremonia.
Después de que me vistieron, me escoltaron hasta el auditorio, otorgándome un lugar junto a mi padre y su primera dama.
El año pasado la reunión se realizo en el salón pequeño, pero a partir de este se realizaría frente al altar debido a que mi novia afirmaba que era importante realizar las uniones frente a los dioses y, debido a que sería difícil mover las mesas y sillas al salón pequeño después, la primera reunión se llevaría acabo aquí.
De alguna manera, Rozemyne se las arregló para dar una bendición que no fuese nula o mínima a Galtero.
Rozemyne se retiró entonces, al igual que los nuevos matrimonios. Ellos ya no necesitaban estar presentes en la sala, a excepción del segundo príncipe, quien solo escoltó a su esposa a su villa antes de volver. Según parecía, decidió que, como heredero aparente, debía estar presente en la conferencia.
Mi hermano menor, entonces intentó ocupar el lugar que usaba, ya que yo estaba sentado a la derecha del rey. Padre le siseó que se sentara a mi lado o se retirara.
Rozemyne volvió enseguida con un vestido adecuado, sentándose al lado de su madre. La excusa de Galtero sirvió para que Rozemyne también estuviera presente pese a ser una menor.
Lo siguiente fue el anuncio del ranking. Los ducados del primero al cuarto mantuvieron su clasificación, sin embargo, Hauchletzte logró adelantar a Klassenberg y ahora poseían el quinto puesto.
"Kaltmeer posee ahora el séptimo puesto, y Waldjagd el octavo. Su esfuerzo constante los ha traído hasta aquí desde el décimo y el onceavo puesto. Felicidades. Seguramente llegarán aún más lejos."
Por el rabillo del ojo pude ver a Rozemyne mirando a ambos Aub de forma contemplativa.
"¡Kaltmeer es mío!", declaré a través del Blatand en japonés, cubriendo mi boca con una mi taza. Con sus granjas de abeja tenía algunas ideas para ayudarlos a mejorar y sobrepasar a Klassenberg, sin embargo, no conocía nada sobre el antiguo Zausengas.
"Muy bien, pero no te metas con Waldjagd", escuchaba la diversión en su tono.
Mi novia y yo no solíamos hablar sobre nuestros planes y tácticas porque sería como revelar nuestro juego a nuestro oponente, pero a veces podíamos llegar a algunos acuerdos como este.
En ese momento un erudito se acercó a la pareja archiducal de Klassenberg, susurrándoles algo que los hizo palidecer, en tanto otro erudito se acercó a Galtero, pero no le ofreció una herramienta antiescucha. Usé fortalecimiento físico para espiar la conversación.
"Príncipe Galtero, Zent dio una advertencia a Klassenberg. Bajaron solo al sexto puesto debido a una promesa, sin embargo, su clasificación real los colocaría en el octavo o noveno puesto. Si tiene alguna esperanza de heredar, se le sugiere buscar una forma de ayudarlos. Ellos son su respaldo, después de todo."
Lo vi palidecer, girando su rostro hasta verme. Él sabía que escuché. Dejé que una mueca de falsa preocupación se dibujara en mi rostro mientras el suyo palidecía más y más.
"Creo que te hundirás con ellos." Le murmuré como si estuviera aterrado por él. En ese momento dejé que una sonrisa sardónica se dibujara en mi rostro. "Prometo cuidar de Rozemyne por ti."
Galtero debía estar recordando ahora las palabras que me espetó hace tres días. Ahora yo no solo era el primer príncipe, era el hijo de una segunda reina que fue elevada. Dudaba mucho que pudiera llevar a Hauchletzte sobre Dunkelfelger y, por ese motivo, me aseguraría de tomar tanta ventaja sobre Klassenberg como pudiera. Solo era cuestión de tiempo antes de que ni siquiera pudieran mantenerse como uno de los primeros diez ducados.
Los enviaría al fondo y después, después los haría desaparecer.
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Con el primer día terminado, inicié con mi plan para conseguir respaldos.
Justus, Laurenz y dos de mis nuevos asistentes me ayudaron a entregar diferentes invitaciones a fiestas de té con algunos Aubs, así como inscribirme en el pequeño torneo de gweginen que, según parecía, era una tradición para que los hombres de todos los Ducados tuvieran ocasión de socializar entre ellos sin tantas formalidades. Era una pena que no aceptaran mujeres para este torneo específico, estaba seguro de que Lavinia se divertiría de lo lindo haciendo apuestas y midiéndose con otros. La idea me llevó a escribir una carta mágica a los recién casados. Si Lavinia no podía participar aún sabiendo del torneo, seguro se dedicaría a entrenar a Sylvester con ahínco. De más está admitir que recibir una respuesta con dos letras diferentes me llenó de emoción. Mi nueva prima me debía una. Sylvester no sabía nada de este Torneo y no podría participar hasta que pudiera asistir a la Conferencia como un invitado más y no como un celebrante para atar sus estrellas.
Los siguientes días fueron bastante fructíferos.
Para mi debut presenté una versión en harspiel del Himno a la Alegria adaptando la letra para ensalzar las bondades de Flutrane y sus diosas subordinadas, tal y como dictaba la tradición para un noble nacido en primavera. Por supuesto, que fuera una canción original ejecutada con toda clase de florituras aquí y allá me ganó más felicitaciones sinceras y cargadas de asombro de las que esperaba. Que Rozemyne me mirara con tanta admiración y me solicitara una copia de la letra y la música fue un plus.
Aub Eisenreich no solo me felicitó de manera formal por mi nuevo título y mi debut, sino que además, me aseguró que contaba con su respaldo.
"Solo prométeme que vas a proteger a mi pequeña. Tú, mejor que nadie, sabes cuánto ha sufrido."
"Tiene mi palabra. Haré todo lo que esté en mi poder para que sea feliz."
Rozemyne podía seguir brillando como el sol durante el equinoccio de verano, yo me encargaría de protegerla a ella y al país entero con el manto de la oscuridad.
Dunkelferger fue un poco más complicado. El idiota de Werdecraft no dudó ni un segundo en retarme a un ditter, incluso si Brunhilde mostró su descontento y amenazó con informar de ello a Sieglinde.
"¡Querida, por favor! Sabes bien a quien es al único al que no le daré mi apoyo y cuáles hilos ha de atar Liebeskuhilfe."
"También estoy más que consciente de que tu padre me encargó mantenerte lejos de tantos problemas como fuera posible esta semana, después de todo, solo lo estamos cubriendo."
No tenía idea de que estaba pasando en Dunkelferger para que el Aub enviara a su hijo en su representación por un par de días, pero sí sabía lo terco que podía ser Werdecraft.
"No estoy seguro de que Rozemyne te concedería esta satisfacción, Werdecraft. Ella es más una piadosa discípula de Mestionora que una aguerrida seguidora de Angriff."
"¿Eso es un sí?" preguntó el joven con una sonrisa enorme y sincera en tanto mi antigua hermana me miraba con desaprobación antes de cruzarse de brazos.
"Es un tal vez. Creo que, de hecho, podría idear algunas nuevas formas de ditter. Está el robo de tesoros, el robo de novias y el de velocidad. Seguro puedo crear algo de variedad para enaltecer aun más a Angriff… claro que necesito estar motivado para ello."
Brunhilde pareció aliviada ante mi respuesta y Werdecraft casi parecía estar salivando frente a un festín. Su mirada, al menos, era sedienta y cargada de anticipación.
"¿Nuevas formas de ditter?"
"Por supuesto. Incluso podría idear alguna forma para que hasta los plebeyos puedan participar. ¿No sería eso maravilloso? Ducados enteros unidos por el ditter."
Evitar sonreír saboreando mi triunfo fue complicado. Brunhilde solo negaba con lentitud, bastante divertida, en tanto Werdecraft parecía a punto de saltarme encima, conteniéndose muy a duras penas.
"¡Por la lanza de Leidenshaft! Príncipe Ferdinand, ¿tienes idea de lo que me estás ofreciendo?"
"¿Además de más jugadores potenciales?" sonreí un poco mientras fingía considerar y sorprenderme. Sabía bastante bien lo que el deporte podía hacer cuando todos tenían acceso. La NFL, la NBA y otras asociaciones deportivas de mi antiguo mundo, con sus temporadas de juegos, sus millones de ganancias en mercancía y su impacto en la sociedad eran algo que ya había visualizado… algo que Urano podría no comprender del todo y eso solo en el caso de que Rozemyne de veras estuviera ocultándome ser consciente de su vida anterior.
"Príncipe Ferdinand, debo informarle que debemos hablar con la princesa Rozemyne dentro de dos campanadas. ¿De verdad sabe en lo que se está metiendo al hacerle esta propuesta a mi esposo?"
La miré como solía hacerlo cada vez que intentaba distraerme durante algún juego de mesa.
"Puede creerme, Lady Brunhilde, cuando digo que comprendo mucho mejor que ustedes el impacto completo que tendrían estos nuevos ditters."
"Muy bien, muy bien, no me importa lo que la princesa Santa tenga que decirme. Príncipe Ferdinand, olvídese de apostar nada en un ditter, quiero invitarlo a mi Ducado durante el verano para discutir esto con más calma. Una semana o dos deberían ser suficientes. Si lo que insinúa es posible, merece recibir TODA la hospitalidad que Dunkelferger pueda otorgarle."
Algo en sus gestos no me gustó. Algo en los gestos de mi antigua hermana me hizo saber que me iba a arrepentir. A pesar de todo, acepté, encargándole a Justus hacer los arreglos pertinentes.
Mi visita con Constance, su esposo y sus suegros fue algo más compleja de lo que esperaba. Si bien los Aubs de Hauchletze estaban agradecidos por la ayuda que sabían haber recibido, también parecían preocupados.
"Cuando supe que la tercera reina me adoptaría, y que además provenía del Ducado que acogió como nuera a la que una vez fue mi querida prima, solo pude pensar en ayudarlos como fuera. Madre ha resultado ser una mujer excepcional, por no hablar de mis nuevas hermanas."
La primera dama de Hauchletze pareció conmoverse con mi pequeño discurso en tanto Constance me miraba de la misma forma que cada vez que yo negaba un raffel por Rozemyne. Al menos esta vez no tenía a sus asistentes tocándome y tratando de tentarme… igual seguía siendo molesto y un poco asqueroso la forma en que Teresia y Alderon me miraban.
"Entonces, príncipe Ferdinand" intervino el Aub en tono pensativo, mirándome con sospecha y curiosidad "¿debo entender que está dispuesto a apoyarnos como si fuéramos su Ducado de origen?"
"¡Por supuesto! Es mi deseo ayudar a mi nueva madre para que su ducado gane más prestigio y mayores riquezas además de influencia. Si fuera a ser elegido como el primer consorte de Zent, tener el respaldo de un poderoso Ducado afirmaría mi posición… por supuesto que mis ojos están puestos un poco más alto que eso."
Los ojos del Aub brillaron con entendimiento. La codicia era algo fácil con lo cual empatizar. Constance, por otro lado, parecía un poco fastidiada.
"Príncipe Ferdinand" habló ahora la hermana mayor de mi novia "¿de verdad tiene sus ojos puestos aún más arriba?"
Solté un pequeño suspiro haciendo un gesto a mi séquito de voltear a la pared. El Aub no tardó en imitarme y pronto no hubo más ojos sobre nosotros con el té todavía humeando en la mesa.
"Lady Constance, creo que le debo una disculpa." Eso sin duda tomó a todos por sorpresa, en especial a la misma Constance. Yo solo tomé aire sin dejar de mirarla, sintiendo mis orejas calentarse de manera furiosa "Lady Constance, usted tenia razón. Siempre la tuvo."
El impacto de aquello fue bastante notorio para mí. De pronto Constance parecía más determinada a escuchar y a decidir si apoyarme o no.
"No deseo conformarme con ser solo un pilar otra vez. Puedo hacer más como Zent que como primer consorte. Puedo ganar más beneficios y dar una mayor protección a mis aliados y a mi familia."
Lo noté en ese momento. Constance había entendido el mensaje y eso era suficiente para ganar su determinación. El Aub y su esposa, por otro lado, parecían complacidos, aunque no del todo convencidos.
"¿De verdad buscará el asiento, Príncipe Ferdinand?" me interrogó la suegra de Constance entonces y yo le sonreí un poco.
"Todavía no estoy muy familiarizado con todas las implicaciones de pertenecer a la Familia Real, pero con los movimientos de las reinas, me ha quedado más que claro que el lugar de un consorte no queda anclado en mármol blanco", la familia política de Constance asintió entonces. Un primer consorte podía caer a segundo o tercero en poco tiempo y con ello ver reducido su poder de manera significativa, "un Zent, en cambio, solo puede ser depuesto tras ser llamado a conocer a la pareja Suprema o bien, cuando decide pasar el Grutisheit a la siguiente generación", muerte o vejez serían mis únicos detractores cómo Zent.
"Sin embargo, príncipe Ferdinand, debo recordarle que el Grutisheit se ha perdido." Me indicó Aub Hauchletze.
"Lo sé bien. También estoy bastante seguro de tener algunas cuantas pistas de su ubicación"
Las miradas cargadas de asombro de la familia archiducal de Hauchletze eran imposibles de ignorar y yo no tuve más que mirar a Constance de nuevo.
"Proteger a Mestionora suele conducir a lugares extraños. No sería inusual encontrar entonces el camino a la sabiduría perdida, entregada por la diosa en persona desde tiempos muy, muy antiguos."
Mi prima debió comprender porque no tardó en murmurar algo al oído de su marido, quién me miraba ahora con un brillo curioso en los ojos, justo antes de pasar una herramienta antiescuchas a su padre, cuyos ojos se abrieron tanto, que temí se le salieran de las cuencas.
"Hauchletze lo respaldará, príncipe Ferdinand. Por favor siga apoyándonos para que juntos alcancemos los frutos de Fortsentse y podamos ser su principal pilar cuando alcance el manto de la oscuridad y la corona de la luz."
Con eso quedó sellada mi alianza con el Ducado de mi madre de adopción, la cual debió enterarse de inmediato puesto que no tardó nada en enviarme una colección de libros en lenguaje antiguo… libros del archivo de Hauchletze, que databan de los albores de Yurgensmith.
Mi encuentro con Georgine fue un poco más tenso que los encuentros con Constance o Werdecraft, aunque en cierto modo, tan tranquilo cómo con el tío Adalbert.
"Mi hermana ya ha pedido que le confirmemos nuestro apoyo, príncipe Ferdinand, y si la mitad de lo que he oído es cierto, siento dudas sobre apoyarte a ti."
Éste era el primer año de Georgine y su marido como Aub Arsenbach y primera dama del Ducado. Tuve que hacer acopio entonces de todo mi autocontrol, porque estaba más que seguro de que su red de Información la tenía al tanto de los problemas e intentos de asesinato que sufrió Rozemyne.
Georgine siempre fue brillante y bastante hábil para conseguir lealtades y formar aliados. Al igual que Sylvester, se había mostrado bastante abierta a visitar la ciudad baja de incógnito conmigo y Rozemyne cuando todavía éramos niños. La certeza de que esta mujer había dejado plantados algunos espías entre plebeyos y nobles a nuestro alrededor me hizo temblar de pronto. Solo esperaba que mi molestia no se notara.
"Tu hermana merece una vida tranquila en la que pueda leer y crear hasta la saciedad, no preocuparse por cada pequeño detalle, complot y rivalidad entre los Ducados y dentro de la sociedad noble."
"¿Y vas a ser tú quien le ofrezca un lugar en los dominios de Verfuremer, príncipe Ferdinand?"
"Esa es mi intención… aunque estoy consciente de que, igual que el Dios de la Oscuridad, no puedo hacer gran cosa sin pilares confiables como apoyo."
Aub Arsenbach nos miraba de uno a otro con algo de fastidio e incredulidad. A pesar de estar usando títulos, era obvio que nos estábamos tratando más como viejos amigos que como un príncipe y la primera esposa de un Ducado.
"Mi diosa de la luz, aún si has resultado una Anhaltaung bendecida profusamente por Seheweit, te ruego que recuerdes tu lugar como una más mirando al hijo de la Pareja Suprema. Sus lazos no están teñidos de sangre, ni siquiera comparte a la misma Wiegenmitch."
"Y sin embargo crecimos a la sombra de los mismos Erwachleren. Mientras que confío en mi hermana pequeña, no puedes pedirme tanto en pos de… este o cualquier otro príncipe."
Eso me puso de bastante mal humor. Que se me comparara con Galtero era indignante.
"Lady Georgine, aunque comprendo su reticencia, debo recordarle que no me he colgado de la influencia del manto oscuro en ningún momento durante el tejido."
"No, no lo has hecho, príncipe Ferdinand, pero cualquiera puede convertirse en Chaocipher o en Ewigeliebe si no tiene cuidado de a qué bendiciones da mayor peso."
En pocas palabras, Galtero y yo estábamos enamorados de la misma persona desde tiempo atrás, por lo tanto, yo podía volverme igual, o incluso peor que él en mi afán de quedarme con Rozemyne para mí mismo.
"Lady Georgine, cómo un pilar cuya influencia puede ser desplazada por uno más bendecido por Efflorelume, Entrinduge o incluso Greiffechan, ¿cuáles son sus posibilidades de proteger los intereses de su Dios Oscuro desde aquí y hasta el final de su existencia? ¿Qué tan capacitada estaría de ayudarle a ver florecer sus industrias y dejarle recibir todas las bendiciones a qué está destinado si pasara a convertirse en Flutrane o incluso Schutzaria?"
Un primer consorte siempre podía ser degradado a segundo o tercero y con ello, su capacidad de acción se veía disminuida… incluso siendo primer consorte, su poder y capacidad de protección y apoyo se veían de verdad limitados.
"No son las piezas de gweginen en tu poder lo que te ganan una partida, Príncipe Ferdinand, sino la forma en que las uses."
Estaba consciente también de que el poder y las limitaciones a estos no lo eran todo.
"Se supone que la diosa de la luz brille para iluminar y guiar mientras es protegida por el manto de la oscuridad, Lady Georgine, no a la inversa. No soy yo quien debe brillar con toda su luz."
Mi motivación era Rozemyne. Estaba confiado en mi capacidad para protegerla e impulsarla, pero no podría si se me limitaba al asiento de un mero consorte.
La pareja archiducal de Arsenbach se volteó a ver entre sí. Noté como intercambiaban aparatos antiescuchas, hablando con tan mínimo movimiento de labios que estaba seguro de que ni siquiera Justus podría leerlos.
Esperé con calma, bebiendo de mi té y llevando algunos bocadillos a mi boca de forma perezosa. Al final, no fue Georgine quien me dio una respuesta, si no su esposo.
"Príncipe Ferdinand, no le daremos nuestro pleno apoyo ni a usted ni a ninguno de sus hermanos este año. Estamos conscientes de que hay algunos en la familia real con la capacidad de desvelar el camino a la sabiduría de debajo del sudario de Verbenger. Aun así, Ahrensbach se mantendrá vigilante mientras Dregarnuhr se empeña en hilar con ayuda de los otros dioses. Así como Ventuhite examina, mide y observa el complicado entramado del telar, así mismo estaremos alertas a todos y cada uno de sus movimientos. Para el Torneo Interducados habremos tomado una decisión. Hasta entonces, seguiremos en nuestro papel como guardianes y ministros con nuestro vecino, Lanzenave."
No me gustaba, pero lo comprendía. Georgine deseaba estar segura de que el apoyo de su Ducado sería bien utilizado. Mientras tomaban una decisión, todavía tenían que mantener un ojo en las actividades Lanzenavianas, después de todo, esa era la única puerta fronteriza que seguía abierta.
El resto de la conferencia me la pasé socializando con los otros Ducados, estudiando a sus Aubs durante el Torneo de Gweginen y sopesando potenciales empresas y apoyos. Eso en definitiva fue un acierto.
No estaba muy seguro de la estrategia que estaba tomando Rozemyne. Tenía la impresión de que dedicaba mucho de su tiempo en consagrarse a sí misma y a otros a los dioses, pero no podía asegurarlo, las parejas ducales con los que se reunía se veían en verdad complacidos al interactuar con ella.
Galtero solo atendía a los Ducados por encima de Klassenberg en un intento desesperado de conseguirles algún tipo de favor. Yo no dudé en estudiar los ducados medios y bajos e incluso a conversar con sus Aubs en un par de fiestas de té más extensas de lo normal bajo la excusa de estarme presentando luego de mi debut. No tardé mucho encontrar algunas zonas donde podría poner a buen recaudo mis conocimientos como Tetsuo para mejorar la vida de nobles y plebeyos o crear empresas nuevas. Iba a ganar este juego con todo lo que tuviera a mi disposición. Iba a proteger a Rozemyne y a dejarla disfrutar de su vida hasta que no nos quedara un segundo más en este mundo
.
Era cerca de la quinta campanada del último día de la conferencia cuando por fin se celebró el banquete que representaba el final de la conferencia. Como Rozemyne no era mi prometida de forma oficial, ella debía dividir su tiempo entre Galtero y yo o quedarse junto a sus padres durante este tiemplo.
Por supuesto, eligió la segunda opción.
Un resplandor intenso me hizo girar solo para ver como luces de bendición de todos los colores nobles caían sobre mi novia. Por si fuera poco, ella estaba brillando. Una sonrisa de gozo se extendió por sus labios al tiempo que adoptaba la pose de oración, obligando a todos a callar y mirarla con atención.
"¡La Muina Divina se disipa, Albricias!" gritó confundiendo a más de uno. Los Aubs de los grandes ducados parecían entender sus palabras sin problemas.
Rozemyne comenzó a girar como si realizara una danza votiva. Su voz entonces comenzó a salir como si cantara una oración.
"Las ermitas reinstauradas a su estima propio. Regocíjense, hijos de los dioses que diligente faena concretaron. El favor divino será dispensado, pues sus clamores fueron escuchados."
Estaba aturdido en varios niveles. Mi novia acababa de señalarse como profeta, o desvelarse como tal en realidad. Algunos eruditos comenzaron a susurrar a los archiduques que no entendieron sus palabras una traducción de su oráculo. Básicamente ella dijo: Los dioses están felices, los templos se están restaurando, aquellos que han trabajado con diligencia serán recompensados.
Ninguno de los archiduques se atrevió a volver a su ducado esa noche, temerosos y expectantes. La idea de que Rozemyne ya se había hecho con la fundación se presentó ante mí.
Esa noche Laurenz vigilaba la puerta que conectaba el edificio con la soberanía. Eckhart vigilaba la entrada. Los atavié con un amuleto de Analthung a cada uno de modo que pudieran ver si mi novia salía.
Poco antes de que el día cambiara de fecha dejé de sentirla. No era extraño, ella entraría a su habitación oculta a esa hora y menos de un cuarto de campanada después aparecería en mi habitación oculta. Esta noche, sin embargo, me aseguré de medir el tiempo.
Cinco minutos después, cuando el día acababa de cambiar de nombre, ella apareció en mi habitación oculta a través del círculo que enlazaba nuestras habitaciones.
"¿Ferdinand?" parecía confundida cuando me vio. Su rostro se sonrojó de un modo adorable y sus manos juguetearon sobre una caja que llevaba antes de abrazarla sobre su pecho. "Pensaba comenzar a bordar sobre tu capa antes de que vinieras…"
Miré la caja en sus manos constatando que, de hecho, estaba llena con elementos de bordado.
No dije nada sobre mi sospecha y en cambio mentí diciendo que estaba preocupado por ella y su oráculo. Ella solo sonrío, sentándose sobre mi regazo antes de abrazarme y asegurar que estaba bien.
La mañana siguiente los archiduques volvieron a sus ducados, llenos de gozo algunos, en pánico otros.
Cuando el día cambió de fecha las fronteras se redibujaron.
No importaba cuanto le diera vueltas, cinco minutos no eran suficientes para que mi novia fuera a la fundación, redibujara las fronteras y volviera.
Sabía que los dioses eran reales, al menos en este mundo… pero daba miedo saber que podían interferir de forma tan libre cuando se lo proponían.
