Unos días antes...
Despues de haber leído esa carta y de tener la respuesta escrita, los días pasaban sin que Candy se armara de valor para enviarla, los días eran cortos y las noches eran interminables para Candy quien no podía conciliar el sueño tan fácilmente, en cuanto entraba el primer rayo del sol por su ventana, Candy inmediatamente se levantaba a asearse y de inmediato se iba a la cocina a preparar el desayuno.
Mayúscula sería la sorpresa de la hermana Lane y la señorita Pony al ver a su amada hija día tras día desde la llegada de aquella carta, prácticamente terminando de prepar el desayuno. Podían ver el nerviosismo del que era presa Candy así que decidieron guardar prudencia y esperar a que Candy expresara su sentir.
Una mañana al terminar aquella rutina de la que ahora era presa Candy, cuando el reloj del salón dió las ocho de la mañana, con un simple buenos días de parte de Candy hacia sus madres, la rubia se dirigió hacia el teléfono que hacia un par de años atrás Albert había mandado a instalar para poder comunicarse fácilmente con ella.
-Buen día, sería tan amable de comunicarme a la casa de campo de la familia Britter, soy la señorita Candice Andley- expresó nerviosamente Candy a la operadora, hacia dos semanas atrás que Annie la había visitado en compañía de Patty para darle su regalo retrasado de cumpleaños, le habían hecho saber a Candy que permanecerían el resto del mes en la casa de campo de los padres de Annie, para poder terminar de planificar el bautizo del primogénito de Annie, el pequeño Alistair Cornwell III el cual estaba programado para dos semanas más tarde en la mansión de Lakewood.
A pesar de que invitaron a Candy a pasar unas vacaciones tardias de Pascua, a Candy no le era muy grata la compañía de la tía de Annie asi como de su abuela materna, así que aunque quería pasar tiempo con su amada hermana y su querida amiga Patty, Candy se rehusó a aceptar dicha invitación.
-Candy ¿Cómo estás?- la voz de Annie interrumpió repentinamente sus pensamientos.
-Hola Annie yo... Estoy bien... Solo... Solo llamaba- el nerviosismo en la voz de la rubia desconcertó por completo a Annie.
-¿Sucede algo?- preguntó Annie pensando lo peor.
- Yo... Terry me escribió- dijo sin preaumbulo Candy; para lo que no estaba lista era para el grito que escuchó al otro lado de la línea.
-¡Que emoción cariño! Debes de venir inmediatamente y contarmelo todo. Anda has una maleta, ve al pueblo y alquila un carruaje que te traiga aquí rápidamente- ordenó Annie.
-Pero... No puedo irme así como asi- se excusaba Candy.
-¡Por un vez en tu vida escúchame y has lo que te digo! La hermana Lane y la señorita Pony pueden hacerse cargo de los niños, así como el doctor Martin pueden prescindir de tu presencia un par de días así que ven inmediatamente aquí. Por cierto, pon en tu maleta los vestidos que te regalamos- se despidió con una enigmática risa Annie.
Si bien Candy no sabía para qué podría querer Annie que llevara aquellos dos hermosos vestidos de día y un hermoso vestido de noche que le habían obsequiado sus queridas amigas, decidió obedecerla.
Una vez arreglada su ausencia tanto en la clínica como en el hogar de Pony, Candy alquiló un carruaje que la llevaría a la casa de campo de los Britter, la cual se encontraba a poco más de una hora de camino.
Candy llegó a la casa de campo al crepúsculo, tal parecía que Annie y Patty estaban esperando ansiosas su llegada pues Candy apenas había bajado del carruaje cuando de la puerta principal salieron ambas chicas a su encuentro. Las tres jovencitas se fundieron en un caluroso abrazo y rápidamente ayudaron a Candy con su maleta.
Mientras la ayudaban a desempacar el equipaje charlaban de los preparativos del bautizo, cuando repentinamente Candy extendió en dirección de sus amigas aquella misivia. Ambas chicas la leían detenidamente analizado lo escrito.
- Hombre de pocas palabras, aunque bastante franco en sus sentimientos- expresó dulcemente Patty- la incertidumbre debió de haber estado carcomiendo su interior.
- Y más después de aquel encuentro que tuvimos en Nueva York- dijo Annie con una sonrisa traviesa.
- ¿Ustedes lo vieron?- preguntó Candy bastante intrigada.
Y así Annie y Patty se enfrascaron en relatar el pequeño encuentro con Terry en aquel restaurant en compañía de Eleanor Baker, y como fue que decidieron probar que Terry estaba escuchando su conversación.
-... Fue entonces cuando salió a relucir tu compromiso con Neil que corroboramos que Terry estaba escuchando nuestra conversación, y decidimos endulzar un poco tu amistad con Michelle. Y mira sirvió de algo, por fin se armó de valor para escribirte.- finalizó Annie.- lo mejor es que dejemos que te refresques, la cena será servida en breve cariño.
- Es un placer tenerte aquí Candy- expresó amablemente el señor Britter.
-Pequeña nos has tenido muy abandonadas. Debiste de haber aceptado la invitación a Nueva York, te hubieras llevado una gran sorpresa que estoy segura te hubiera agradado- dijo la abuela Martha con una gran sonrisa.
-Estoy segura que así abría sido abuela Martha- respondió dulcemente Candy- aunque tal vez en estos dias pueda ir a Nueva York.
Annie y Patty miraban a su amiga bastante sorprendidas, pues Candy no les había hablado de ir a buscar a Terry.
-Candy... ¿Si recuerdas que el próximo domingo es el bautizo de Alistear y que tú eres la madrina verdad?- preguntó Annie.
-¡Por supuesto que lo recuerdo Annie! Solo iré a saludar y estaré rápido de regreso.
-Yo no lo creo ni por un segundo Candy- agregó Patty.
- Yo tampoco lo creo, pero ya que insistes mañana temprano iremos a Chicago, espero hayas traído los vestidos que te obsequiamos, necesitamos hacer compras e ir al estilista a qué te arreglen el cabello- Annie trazaba en su mente los planes para el día siguiente, si quería que su hermana regresara a tiempo para el bautizo de su hijo, tenía que enviarla en el primer tren con rumbo a Nueva York.
El matrimonio Britter así como la madre y hermana de la señora Britter, miraban con desconcierto los planes de las tres amigas, la única que parecía entenderlas era la abuela Martha.
La noche fue corta, pues ante los primeros rayos del sol, las tres jovencitas partieron rumbo a Chicago, fueron poco más tres horas de camino y lo primero que hicieron al llegar a Chicago fue dirigirse a la oficina de correos a pedir enviaran la carta para Terry en calidad de urgente; de inmediato se dirigieron a la casa de moda preferida de Annie para ser de las primeras personas en ser atendidas. Escogieron unos cuantos conjuntos completos de día así como un par más de vestidos de noche.
-Siempre hay que estar preparada para cualquier imprevisto- dijo Annie ante la queja de Candy que eso era demasiado si solo iría a lo mucho tres días de Nueva York.
Decidieron pasar la noche en casa de Annie provocando una agradable sorpresa a Archie. No hizo falta más explicaciones en el momento en el que Candy mencionó iría a Nueva York. Si bien, Archie aún guardaba cierto recelo en contra de Terry, Annie fue quien a lo largo de los años le hizo entender que Terry al igual que Candy fueron víctimas del egoísmo de Susana.
Candy tomaría el primer tren de la mañana con destino a Nueva York, mientras se estaba dando el llamado a abordar, los nervios se apoderaron de Candy, quien empezaba a dudar de si era buena idea ir a buscar a a Terry sin haber avisado antes.
-Tranquila Candy- Annie la tomó de la mejilla viendo la palidez que repentinamente atravesó el rostro de la rubia- todo saldrá bien.
-La felicidad está al alcance de tu mano Candy, no es momento de dudar- añadió Patty tomandola de las manos- anda sube.
Archie solo se limitó a envolverla en un fuerte abrazo dedicándole una radiante sonrisa.
-Prometo volver pronto- con esa declaración Candy subió al tren, cuando repentinamente el llamado de Annie la sacó de su ensoñación.
-Candice White no se te ocurra regresar casada por favor, tu boda debe de ser festejada como solo tu lo mereces- Annie la miraba fijamente esperando la promesa de parte de Candy, mientras la rubia solo reía estrepitosamente.
-¡Que cosas dices Annie! Los veré pronto para ayudar con los preparativos del bautizo. Los quiero.
El tren emprendía su lento avance, mientras Candy dejaba atrás a tres de las personas más importantes de su vida.
