Terry manejaba lentamente por aquel conocido camino que lo llevaría a casa de su madre. La noche anterior, no pudo conciliar el sueño hasta ya entrada la madrugada se dedicó a ver incansablemente aquel sobre tratando de adivinar qué decía aquella carta. Si el cotilleo del que fue testigo un mes atrás era cierto, ella aún estaba soltera pero eso no quería decir que no tuviera algún pretendiente al cual ella correspondiera.

Flash Back

El restaurant del hotel Astor era su favorito para tomar el brunch de media tarde, ese domingo había decidido invitar a su madre a almorzar, la cual aceptó con mucha alegría. Madre e hijo conversaban amenamente de sus presentes y futuros proyectos, cuando un pequeño grupo de mujeres llamó su atención.

A pesar del tiempo transcurrido y gracias a los diarios, Terry reconoció inmediatamente a las amigas de Candy, Annie Cornwell née Britter y Patricia O'Brian,la timidez que antes la caracterizaba fue reemplazada por movimientos firmes y elegantes, la sorpresa al reconocerlo no fue fácil de esconder, así que sin saber cómo debía reaccionar, Annie decidió ignorarlo siguiendo el hilo de la plática de su madre, su abuela materna y su tía. Patty por su parte, iba acompañada de su madre y su abuela Martha la cual sin pena alguna al reconocerlo, dirigió un saludo con su mano para ser reprendida discretamente por su nieta quien solo dirigió una tímida sonrisa en dirección al actor.

El grupo de mujeres, por azares del destino se sentó en una mesa cercana a la de él y su madre, se encontraban hablando de cosas sin sentido cuando repentinamente el nombre de Candy provocó que Terry prestase atención.

- El vestido que eligieron para Candy es hermoso, aunque en ese recóndito lugar en el que se encuentra no creo tenga ocasión alguna para lucirlo- expresaba la señora Britter.

-Mamá lo puede usar en su fiesta de cumpleaños.

-Esa señorita tiene un ego muy grande, mira que rechazar la propuesta del joven DuPont-dijo repentinamente la tía de Annie- y tengo entendido que también rechazó al heredero de los Ford y al hijo menor de los Rockefeller.

-Tal vez está esperando a encontrar al amor de su vida- añadió la abuela de Annie- porque pocas personas son afortunadas como tú Annie que el hombre al que amas y que te ama viene de buena familia.

-La actitud de Candy es de admirarse, y más aún la del patriarca Andley al no obligarla a aceptar esas propuestas- dijo la mamá de Patty.

-Si sigue con esa actitud solo logrará quedarse solterona, ¿A caso esperará que algún príncipe le pida matrimonio?- preguntó con una sonrisa irónica nuevamente la tía de Annie.

-Tal vez un principe no, pero que tal a un duque- añadió la abuela Martha con una sonrisa socarrona mirando a Terry.

- ¡Abuela!- la reprendió nuevamente Patty mirando discretamente la mesa en la que se encontraba Terry esperando que no hubiera escuchado lo dicho por su querida abuela.

-¿Que sucede mi querida Patty? ¿Te sientes mal? O tal vez cuando lleguemos a Chicago nuestra querida Candy nos sorprende y se comprometa con el doctor Michael.

-Olvidaba que el doctor también pretende a Candy- dijo la tía de Annie- recordemos aquel compromiso fallido con el joven Legan, así que ya son cinco oportunidades que ha dejado ir Candice- expresó con reprobación.

Al escuchar que Legan había pretendido a Candy, Terry no pudo evitar que el tenedor que sostenía en la mano cayera estrepitosamente. Ese pequeño detalle no pasó desapercibido para Annie.

- Creo que también deberíamos llevar aquel vestido rosado por si Michael invita a salir a Candy ¿No crees Patty?- Annie dirigió una mirada en dirección de su amiga haciéndole señas con los ojos. Patty entendiendo lo que quería decir Annie agregó.

- Tienes razón Annie, cómo dice la abuela Martha tal vez también deberíamos añadir un vestido más, por si se tiene que celebrar una fiesta de compromiso.

Hacia rato que Terry le había dejado de prestar atención a Eleanor por estar escuchando aquella conversación que inesperadamente era sobre Candy, esperaba que al escuchar las propuestas que había rechazado Candy lo hicieran reaccionar y por fin ponerse en contacto con ella.

Poco a poco el restaurante se fue llenando, cosa que no le agradaba a ambos actores así que decidieron retirarse del lugar, Terry en un acto impulsivo, se despidió de las damas con una reverencia.

- Hasta luego bellas damas- todas las presentes se quedaron anonadadas a excepción de la abuela Martha quien empezó a reír estrepitosamente.

-Espero verte pronto jovencito- le dijo la abuela Martha a quien Terry le dirigió un guiño.

Fin del flash Back

-¡Cariño, que alegría verte!- lo saludó efusivamente su madre- anda acompáñame a desayunar.

-Gracias mamá.

Eleanor podía percibir el nerviosismo que rodeaba a Terry, sabía que no sería buena idea presionarlo, así que desayunaron en silencio brevemente interrumpido por comentarios acerca de la próxima gira.

Repentinamente, Terry extendió el sobre en su dirección Eleanor lo tomó y abrió enormemente los ojos llevándose una mano al pecho.

-¡Pero por qué no la has leído hijo! ¡Anda léela por favor!

Con manos temblorosas, Terry abrió el sobre sacando de el la carta. Eleanor miraba en silencio las expresiones en el rostro de Terry iban del nerviosismo a la felicidad, una solitaria lágrima rodaba por su mejilla, repentinamente Terry extendió la misiva en dirección a su madre, Eleanor tomó aquella carta y empezó su lectura...

Querido Terry:

Recibir tu carta provocó un torrente de emociones. Ocho años han pasado desde que nuestras vidas tomaron caminos separados, hiciste bien en enviar tu carta al hogar de Pony, pues hace poco más de seis años regresé a vivir a mi amado hogar.

Sí, me he estado cuidando, tanto física como emocionalmente. Han sido muchos años en los que he aprendido a atesorar cada momento importante, a pesar de los momentos de soledad que hacían que mis esperanzas se desvanecieran lentamente, pero los recuerdos vividos a tu lado así como el saber que has alcanzado tus sueños, son los que me han impedido derrumbarme.

He aprendido a vivir con la ausencia, pero eso no significa que haya dejado de pensar en ti. Quise escribirte cuando me enteré del deceso de Susana pero simplemente no encontré las palabras correctas para dirigirme a ti.

No sé si esta carta llegará a tus manos algún día, pero necesitaba expresar lo que siento. Aunque el tiempo nos haya separado, quiero que sepas que para mí tampoco nada ha cambiado.

Tengo tantas cosas que contarte, que no me alcanzaría la tinta para poder escribirlas todas en papel.

Con cariño

Candice W. Andley

-¡Cariño estoy tan feliz por ti!- dijo Eleanor una vez terminó de leer aquella emotiva carta- en cuanto presentes la última función antes de la gira, debes de ir a buscarla.

- Eso haré madre pero antes debo de responderle- respondió Terry sin poder contener la felicidad desbordante en su voz- iré a mi apartamento antes de ir a los ensayos para dejar la carta en el correo.

- Cuídate cariño- Eleanor despidió a su amado hijo envolviéndolo en un fuerte abrazo.

-Esta es la dirección señorita- la ronca voz del chofer del taxi sacó de su ensoñación a Candy.

-Gracias amable caballero- dijo Candy en su dirección extendiendo un billete de $5 dólares- quédese con el cambio, que tenga un lindo día- se despidió Candy con una sonrisa bajando del automóvil, deslumbrando al chófer.

Candy se acomodó su sombrero cloche y caminó con pasos lentos y nerviosos aquel camino de grava que conducía al hogar de la señorita Baker, con el corazón latiendo frenéticamente llamó a la puerta.

-Disculpe la molestia pero busco a la señorita Eleanor Baker- dijo Candy al ama de llaves que le abrió la puerta- mi nombre es Candice Andley.

La anciana mujer que ya tenía varios años de trabajar con la actriz miró con ojo crítico a aquella señorita, si bien no tenía el aspecto de ser una reportera, no podía dejarse llevar por las ropas finas que portaba la rubia.

-Permitame un segundo, veré si la señorita Baker la puede atender.

La anciana mujer se dirigió al estudio de la actriz para notificarle de la señorita que la esperaba en el vestíbulo.

-¡Mary, es Candy!- dijo emocionada Eleanor.

- Candy... ¿La Candy del joven Terry?- preguntó la anciana ama de llaves, llevándose ambas manos al rostro- ¡Oh por Dios! Y yo le he dejado ahí de pie en el vestíbulo.

Ambas mujeres se dirigieron al vestíbulo, ahí de pie se encontraba Candy el amor de su hijo, atrás había quedado aquella jovencita con curvas apenas pronunciadas que conoció brevemente en Escocia y posteriormente en Rockstown, ahora era una hermosa señorita. Ambas rubias se miraron fijamente, mientras Candy esbozaba una pequeña sonrisa.

-Siento... Siento haberme presentado sin avisar señorita Baker.

- No hay nada porqué disculparte Candy, anda pasemos a la sala ¿Gustas tomar un poco de té?

- Un poco de agua estaría bien, por favor.

Ambas mujeres se dirigieron al acogedor cuarto de estar que se encontraba bellamente iluminado por el sol de medio día que entraba a raudales por el ventanal principal.

-Si hubieras llegado cinco minutos atrás, hubieras encontrado a Terry aqui- dijo Eleanor, mirando como Candy abría enormemente los ojos y el ligero sonrojo que cruzó por su rostro.

-De hecho... Justamente vine a Nueva York con la intención de verlo- respondió en un susurro Candy, sonrojándose aún más- hace aproximadamente dos semanas atrás... Recibí una carta de... Terry, hace algunos días le envié una carta de respuesta pero... No podía más con la incertidumbre. Y la única forma en la que podría hallar a Terry era por medio de usted, así que me atreví a venir a la dirección de la carta que me envió, disculpe mi atrevimiento.

-No tienes nada de que disculparte Candy, hiciste bien en buscarme, y me alegra que por fin puedan verse, si de algo te sirve mi opinión, mi hijo de verdad te ama- Eleanor tomó las manos de Candy envolviéndolas entre las suyas- ambos han sufrido lo inimaginable desde su separación, pero por fin el destino les ha hecho justicia.

-Yo... Yo me entristecí mucho cuando me enteré de la muerte de Susana, después de todo fue gracias a su acto de valentía que no le pasó nada a Terry, pero también me sentí... Liberada de aquella promesa que le hice aquella noche en el hospital, y aunque no respondí a la carta que me envió, fue un gran alivio el quitarme ese peso de encima.

-¿Sabías que Susana robaba las cartas que le enviabas a Terry? Supongo que de ahí obtuvo la dirección para enviarte aquella carta- Expresó Eleanor- pero no hablemos de cosas que no tienen caso recordar. Hay que mirar hacia adelante pequeña, Terry será el más feliz cuando te vea.

- Eso espero señorita Baker- respondió Candy limpiándose las lágrimas.

- Si no me equivoco debe de estar en su apartamento, el ensayo empieza a las 4 de la tarde. ¡Mary, dile a Thomas que aliste el auto!-ordenó Eleanor poniéndose de pie mientras Candy la imitaba.

Candy miraba distraída por la ventana del auto, el ir y venir de los automóviles, de las personas ajenas al tumulto de emociones que asediaban su ser. Ese nerviosismo le recordaba mucho al vivido hacia casi diez años atrás cuando quería que el carruaje en el que pretendía darle alcance a Terry fuera lo suficientemente rápido para poder decirle a Terry que lo amaba.

Por fin podría decirle a Terry cuánto lo amaba, para Candy ya nada importaba, ni las lágrimas derramadas, ni los momentos de soledad en los que renegaba de su destino, condenando su falta de egoísmo por no luchar por Terry.

-Hemos llegado cariño-la dulce voz de Eleanor la sacó de su reflexión- ¿Quieres que te acompañe?

- Es muy amable, pero iré yo sola. Deseeme suerte- dijo Candy con un sonrisa.

-Suerte pequeña, aunque creeme que no la necesitas. El número del apartamento es el 316.

Candy se bajó del auto despidiéndose de Eleanor. El edificio parecía ser nuevo, con unos grandes ventanales y tan alto que desde donde ella se encontraba de pie, parecía tocar el cielo. No supo cuánto tiempo se quedó ahí de pie, solamente escuchando el fuerte latido de su corazón, cuando repentinamente una voz tan conocida pero a la vez nueva, la sacó de su trance.

- Candy...

La voz se le atascó en la garganta mientras se giraba a aquel llamado, con ojos cristalinos, dirigió una dulce sonrisa en su dirección.