Capítulo 6

Era hora punta y la estación del metro estaba llena de gente. Emily iba esquivando a las personas que se empujaban unas a otras, intentando llegar hasta el exterior, donde la esperaba Luke. El chico la saludó con la mano cuando la vio emerger de la boca de metro. Aún así, antes de poder acercarse a él, chocó contra un hombre que entraba rápidamente en la estación. Hizo una mueca cuando escuchó un insulto de su parte. Por fin llegó al lado de su amigo.

-¡Qué locura! Creí que no llegaba -dijo mientras besaba en la mejilla a su amigo.

-Lo sé. Es la peor hora. Aunque deberíamos estar acostumbrados, Nueva York es así, no hay zona de la ciudad que se libre.

Empezaron a caminar, esquivando a la gente por la acera. Emily se agarró al brazo de Luke para no perderlo.

-Gracias por acompañarme. Voy justa de tiempo y no podía quedar de otra forma.

-No te preocupes, no tenía nada que hacer, y sabes que me encanta quedar contigo. Además…quieres ver el regalo que tengo para Spencer, ¿verdad? -Luke preguntó con una risita.

-Oh, sí por favor -Emily pegó saltitos emocionada mientras Luke reía.

Habían llegado al edificio donde Emily daba sus clases de escritura los Martes por la tarde, pero aún tenían unos minutos antes de que tuviera que entrar. Luke sacó un sobre del bolsillo interior de su abrigo y se lo tendió. Emily lo abrió emocionada. Dos billetes de avión para pasar el fin de año en las Islas Malvinas.

-¡Oh Dios Mío, Luke! Le va a encantar. ¡A Spencer le va a encantar! -gritó Emily emocionada.

-Lo sé. Lleva mucho tiempo diciéndome que quiere ir allí, tengo algunos ahorros, he conseguido una buena oferta y…

-Y si Spencer no quiere ir, ¡llévame a mi!

-Cariño, en este caso no tienes nada que hacer.

Emily soltó una carcajada mientras Luke le pasaba el brazo por los hombros y la besaba en la sien. Se dio cuenta que era hora de entrar a su clase.

-Tengo que irme, Luke. Gracias por acompañarme. Pasarlo bien mañana. Llamaré a Spencer por la mañana, y quedamos el Sábado donde siempre.

-¿Vas a decirme de qué te vas a disfrazar?

-Lo verás el Sábado. Adiós.


Cuando toda la clase abandonó el aula, Emily se acercó a la mesa de David Rossi, el profesor que le daba el curso de escritura. Él estaba recogiendo sus cosas y sonrió cuando la vio.

-¡Emily! Me ha encantado tu relato de hoy, aunque creo que debes darle un poco más de profundidad, hablar con un poco más de sentimiento. Pero vas muy bien. En el encuentro que haremos el mes que viene, creo que tu historia triunfará.

-Oh, muchas gracias. Pero quería hablarte de otra cosa.

-Claro, dime.

-El otro día, conocí a alguien, y…resulta que me dijo que te conocía. Es Aaron Hotchner -Emily sonrió.

-¿En serio? -lo vio sonreír.

David Rossi era un hombre de cuarenta y cuatro años, con una sonrisa encantadora, y con un aire de dandi italiano que siempre atraía las miradas de todas las mujeres, elevando su ego cada vez un poquito más. Había sido escritor, y todavía lo era, pero se había tomado un tiempo y ahora daba cursos de escritura para que otros pudieran disfrutar de su conocimiento.

-Sí, le comenté que venía a un curso de escritura, y que eras mi profesor, y me dijo que eras su mejor amigo.

-Así es…Ay el bueno de Aaron. Entonces…¿estáis saliendo juntos o…? -Rossi levantó una ceja divertido.

-Nos estamos conociendo -respondió Emily sonriendo-. Bueno, sólo quería contártelo, por si hablas con Aaron y te cuenta algo.

-Perfecto. Hasta la semana que viene, entonces.

-Adiós Dave.

Emily salió del aula, y luego del edificio, al frío de finales de Noviembre.


Cuando sonó la alarma a la mañana siguiente, lo primero que hizo Emily fue coger el móvil, y mandarle un mensaje de voz a Spencer.

"Spencer, mi niño guapo, ¡feliz cumpleaños! Espero que pases un día súper especial, te mereces lo mejor del mundo, y nada, que nos vemos el Sábado, estoy deseando celebrar Halloween, porque ¡eres la caña! Felicidades otra vez cariño. Ah, y dale un beso a Luke. ¡Hasta el Sábado!

Envió el mensaje a Spencer y se preparó para ir a trabajar. Estaba tomándose un café cuando Erin entró en casa.

-Hey Em, estás aquí -dijo su hermana quitándose el abrigo y sirviéndose un café.

-Vivo aquí, puedo tomarme un café si quiero -respondió divertida.

-Idiota. Me sorprende que ya estés levantada se encogió de hombros-. Quería comentarte algo…

-Claro. Cuéntame hermanita, qué es lo que atormenta tus sueños.

-Hoy te has levantado graciosa ¿verdad? Lo de levantarte a tu hora creo que no te sienta bien -Erin sonrió.

-No estabas aquí para despertarme, he tenido que hacerlo yo solita…Bueno, ¿qué querías decirme?

-Pues…he pensado en lo del gato y…que puedes traerlo. Que podemos adoptarlo.

-¿De verdad? -Erin asintió , Erin, te quiero, gracias.

Emily la abrazó con fuerza, como cuando eran pequeñas, y en ese momento, Erin sintió precisamente eso. Ninguna de las dos era excesivamente cariñosa, o les gustaba que las tocaran, excepto entre ellas. Habían crecido con niñeras, sin el afecto de sus padres, y con poco contacto con otros niños, y eso las había unido mucho más.

-Al final vas a llegar tarde…

-Oh, mierda.

Erin sonrió mientras veía a su hermana correr de un lado a otro terminando de arreglarse y salir de casa con prisa. Esa chica no tenía remedio.


-Me alegro que al final te lo lleves tú Emily. No hay nadie mejor para cuidar de él -dijo Jason mientras le entregaba los papeles de la adopción y acariciaba al gatito.

-Lo sé. Negrito y yo hemos tenido una gran conexión desde la primera vez que nos vimos, ¿verdad que sí, Negrito?

El gato le lamió la mano en respuesta. Los dos rieron. Emily se puso el abrigo, guardó todo en el bolso, cogió al gato y se despidió de su jefe hasta el día siguiente.

Cuando llegó a casa, la encontró muy silenciosa, pero la luz del salón estaba encendida, así que su hermana estaba en casa. Llamó suavemente a la puerta de su cuarto.

-¿Erin? ¿Puedo pasar?

La rubia estaba acostada en su cama, y se sentó cuando Emily entró y se sentó a su lado. Erin forzó una sonrisa.

-¿Estás bien?

-Si. Sólo me duele un poco la cabeza, no es nada -se fijó en la bola de pelo negro que su hermana tenía en su regazo-. ¿Es él?

-Si. Erin, te presento a Negrito. Negrito, te presento a Erin.

Le pasó el gato, que inmediatamente le lamió la cara con su pequeña lengua, haciendo que las dos hermanas rieran con diversión.

-Creo que le has caído bien. Es un poco arisco con los extraños.

-Oh, creo que vamos a llevarnos bien, ¿tú qué opinas, Negrito? -esta vez, el gato se acurrucó en su regazo.

-Me alegro mucho, Er. Hoy prepararé yo la cena ¿de acuerdo? -dijo Emily mientras se levantaba y salía de la habitación.

-¡Cuidado, no me quemes la casa!

Erin rió cuando escuchó gruñir a su hermana pequeña.

Continuará