Capítulo 12

Después de pasarse toda la semana hablando por teléfono y enviando mensajes, Derek y Emily quedaron a comer el Viernes. Ninguno de los tenía mucho tiempo, pero pensaban aprovecharlo al máximo.

Emily llegó al gimnasio de Derek y fueron hacia un restaurante cercano. El chico había hecho una reserva allí. Y Emily quedó impresionada por el buen gusto de Derek. Las dos veces que habían quedado, la había llevado a dos bonitos restaurantes.

Hablaron de cosas mundanas al principio, hasta que Derek decidió abordar un tema importante para él.

-Emily, necesito contarte algo.

-Claro. Dime -sonrió, pero pensó que intentaba decirle que no quería volver a verla.

-Yo…tengo un hijo de cuatro años, Hank -Emily casi se atragantó con la pasta que estaba comiendo en ese momento-. Debí decírtelo la semana pasada, pero pensé que te asustarías y no querrías volver a verme y…

-Qué va hombre. ¿Por qué pensaste eso? ¿Tienes una foto? -preguntó ella con tranquilidad. Pero su corazón latía a mil por hora.

El chico sacó el móvil y le enseñó una foto del niño. Era igual a él. Tenía el mismo tono de piel, color chocolate, y el pelo corto y muy rizado. Sonreía a la cámara tanto que llegaba a tener los ojos un tanto achinados de la enorme sonrisa que lucía su cara. Emily no pudo evitar sonreír también.

-Es guapísimo Derek -le dijo mientras le devolvía el móvil.

-Gracias. Es mi orgullo.

-Entonces…¿has estado casado o…?

-No. Es una larga historia. La madre de Hank es drogadicta. O ex drogadicta. Estoy vigilándola de cerca para que no se caiga del carro. Aunque lleva cinco años limpia. Desde que se quedó embarazada.

"Nos conocimos en la Universidad, aunque pasaron varios años hasta que fuimos algo. Yo sabía que se metía heroína, y lo dejó varias veces, pero es muy difícil desengancharse. También se drogaba cuando estuvimos juntos, a pesar de que yo intentaba que lo dejara, de hecho, en esos cuatro años, lo dejamos dos veces por ese mismo motivo. Luego descubrimos que estaba embarazada, y ahí se lo tomó en serio. Pero cuando Hank tenía dos años, encontré en su bolso una papelina de heroína, aunque ella me juró y perjuró que no era suya. No la creí hasta que los análisis me demostraron que estaba completamente limpia"

"Pero la confianza ya estaba rota para mí, y unos meses después, lo dejamos. La tengo muy vigilada, y ella lo sabe, porque en cuanto sepa que vuelve a drogarse, le quito al niño"

-Derek, lo siento mucho.

-Bueno, hay cosas peores. Veo a Hank tres veces por semana y cada dos fines de semana, y si necesito algún día más, o Claire no puede porque está ocupada, pues se queda conmigo. Nos arreglamos bastante bien.

Siguieron hablando durante la comida de otras cosas, pero la mente de Emily no dejaba de repetir todo lo que Derek le había contado.

Cuando salieron, una fina lluvia empezaba a caer sobre la ciudad. Emily se puso rápidamente el gorro y los guantes. Derek la acompañó a la parada de metro.

-Te llamo más tarde ¿vale?

-Vale.

Derek se acercó un poco a ella y la besó brevemente en la mejilla, muy cerca de la boca. Sonrió de medio lado y luego se fue. Emily se quedó mirando fijamente como desaparecía entre la multitud.


Cuando entró en "Un dulce sueño" estaba empapada y helada. La lluvia, aunque fina, calaba hasta los huesos, y mezclada con el frío de Noviembre era el complemento perfecto para pillar un resfriado. Saludó a Tara, que detrás de la barra le indicó con un gesto que Erin estaba en la trastienda. Emily se dirigió hacia allí.

Olía a pastel recién hecho, y Emily se quedó un segundo parada mientras inhalaba el dulce aroma. Luego siguió su camino, aunque no vio a Erin por ningún lado. Robó un donuts de chocolate de una bandeja cuando escuchó a su hermana detrás de ella.

-¿A qué debo tan grata visita? -preguntó con diversión en la voz.

-¿Podemos hablar? Porque necesito hablar… -respondió Emily con la boca llena.

-¿No habías quedado con Luke?

-Lo he anulado. Realmente necesito hablar contigo Erin, por favor.

Erin miró a su hermana, que por alguna razón parecía angustiada, y sonrió. Cogió un plato y puso dos donuts, pero antes de salir, Emily robó otro, dándole un gran mordisco.

Se sentaron en la oficina para tener más privacidad, y Erin esperaba pacientemente que su hermana le contara qué la tenía tan ansiosa. Apartó el plato para que no pudiera coger el último donuts. Emily hizo un puchero.

-Deja de comer y háblame, Em -la instó la rubia.

-Es que…Derek tiene un hijo. Tiene cuatro años -murmuró ella.

Erin sintió lo afligida que estaba su hermana. En su vida, ninguna de las dos había tenido demasiado contacto con niños, excepto Ethan, y no puede considerarse que fuera "un niño normal". Acercó su silla a la de ella un poco más y le cogió la mano.

-¿Y cuál es el problema, Emily? Si Derek te gusta, no creo que el que tenga un hijo vaya a cambiar nada.

-No lo sé Erin, supongo que me ha pillado de improvisto. No es que sea un problema, que no lo es, es sólo que pensé que para ser la primera vez que encontraba a alguien que de verdad me gusta, alguien que puede llegar a ser el definitivo, pues…esperaba que pudiéramos hacer todo desde el principio. No sé, lo normal. Conocernos, enamorarnos, vivir juntos, casarnos tal vez, y luego tener hijos.

-Todavía podéis hacer todo eso, Em. El niño sólo es un complemento en vuestra relación. Es…como si tuviera un perro -Emily soltó una risita-. Que no estoy comparando al niño con un perro, es sólo un ejemplo.

-Te he entendido Er -sonrió Emily con cariño.

-Vale. Imagínate que fuera al revés, que fueras tú la que tuvieras un hijo. ¿Cómo te sentirías si él o cualquier otro se estuviera planteando una relación contigo solamente porque eres madre?

-No me gustaría. Y por desgracia eso pasa mucho…

-Exactamente. Así que si de verdad te gusta Derek, adelante con todo Em. Como has dicho, puede ser el definitivo -Erin sonrió cálidamente.

Emily le sonrió a su hermana. Erin tenía razón (como siempre, aunque eso no se lo iba a decir), y sintió que toda la ansiedad que tenía cuando Derek le dio la noticia había desaparecido.

Se despidió de Erin con un gran abrazo, prometiéndole que ella se ocuparía de la cena. Antes de salir, robó otro donuts de la bandeja, mientras su hermana reía a su espalda.


Alex estaba tan nerviosa que pensaba que todos a su alrededor podían escuchar los latidos de su corazón. No dejaba de mover la pierna, arriba y abajo, y James tuvo que colocar su mano en su rodilla para evitar que siguiera haciéndolo. Su marido había conseguido cita con una de las mejores ginecólogas del hospital, la doctora Kate Callahan, y estaba bastante nerviosa, puesto que también era la primera revisión que iban a tener.

James le susurró palabras alentadoras al oído, y cuando les tocó el turno, se había relajado bastante. La doctora Callahan saludó efusivamente a James, con un abrazo, y a ella con un firme apretón de manos. Alex frunció el ceño por la familiaridad con la que se trataban los dos.

-Muy bien Alex, James me ha contado un poco por encima vuestra situación, y lo que os preocupa. No te preocupes por nada. Estamos aquí para despejar cualquier duda que puedas tener, hoy y durante todo el embarazo ¿de acuerdo? -ella asintió-. Muy bien, desnúdate de cintura para arriba y túmbate en la camilla.

Alex siguió las órdenes, nerviosa de nuevo. Iba a ver a su bebé por primera vez, y no sabía con qué se iba a encontrar. Saltó un poco cuando la doctora Callahan le echó el gel frío sobre la tripa. Apretó fuertemente la mano de James, que sonreía feliz a su lado.

-Muy bien, aquí está -señaló en el monitor la silueta del feto.

-¿Está todo bien? ¿Hay algún problema? -preguntó Alex con ansiedad.

-Todo va perfecto, Alex. No tienes que preocuparte por nada -respondió la doctora moviendo el aparato-. Esperad un momento.

Tocó unas teclas en el aparato, y de pronto el latido del corazón de su bebé inundó la habitación. Alex ahogó un sollozo de la emoción. James tenía los ojos brillantes de lágrimas no derramadas, y se inclinó para besar a su esposa en la frente. Escuchar el corazón de su hijo latir con tanta fuerza les ofrecía a los dos un poco de esperanza.

-Según esto, tu fecha prevista de parto sería el 6 de Junio. Ahora mismo estás de 11+2. Y todo va fenomenal, Alex.

-Gracias, doctora Callahan.

Después de alguna prueba más, abandonaron la consulta. Alex apretaba con fuerza la ecografía contra su pecho, todavía sin creerse realmente que otro pequeño ser creciera dentro de ella.


Había sido un día agotador, y estaba deseando llegar a casa. Había recogido y limpiado todo, y ahora estaba terminando con la cafetera. Escuchó cómo se abría la puerta y se dio la vuelta.

-Lo siento, está cerrado…-sonrió un poco cuando vio a Aaron.

-Lo sé. Pero se me ha ocurrido que podría venir y acompañarte a casa. Si te parece bien, por supuesto -el hombre sonrió, mostrando los hoyuelos en su cara. Erin sintió que se derretía con esa sonrisa.

-Claro. Sólo déjame terminar con esto. Unos diez minutos. Puedes sentarte si quieres.

Hizo lo que le pidió, y la observó mientras trabajaba. Erin parecía tan relajada incluso con él allí, que no podía apartar los ojos de ella. Realmente le gustaba.

Es cierto que en un primer momento se había fijado en Emily, una belleza morena, pero su tipo, por mucho que intentara cambiar, era como Erin. Y estaba dispuesto a luchar por ella, pasito a pasito. Porque aunque no la había visto mucho, había sentido una gran conexión entre los dos. Ahora solamente tenía que convencerla a ella de eso mismo.

-Ya estoy lista. Podemos irnos -Erin estaba frente a él, sonriendo tímidamente.

-Claro. Perfecto -estaba tan absorto en sus pensamientos que no se había dado cuenta que ella había terminado.

Salieron al frío de Noviembre, y Erin se estremeció mientras se abrochaba el abrigo. Inconscientemente, se acercó a Aaron mientras caminaban, y aunque a él le hubiera gustado poder abrazarla para quitarle un poco de frío, se conformó con caminar a su lado. Cogió su mano al pasar junto a un puesto de gofres y tiró de ella hacia allí.

-¿Quieres comer un gofre ahora? ¿Antes de cenar? -rio ella. Él asintió divertido.

-Hoy empiezas por el postre. Vamos, invito yo.

Compraron los gofres, y siguieron su camino, con su conversación y risas. Aaron notó a Erin mucho más relajada de lo que siempre había estado a su alrededor, y eso lo hacía feliz. Antes de lo que le gustaría a Aaron, llegaron a casa de Erin.

-Pues…muchas gracias por acompañarme. Y por el gofre -dijo Erin con timidez.

-No tienes que dármelas. Me ha gustado el paseo. Podemos repetirlo si quieres.

-Me encantaría -las mejillas de Erin se sonrojaron, y Aaron no pudo evitar acariciar suavemente una de ellas.

-Eres tan adorable, Erin -susurró él.

-Aaron yo…-ella bajó la mirada avergonzada.

-Erin, no voy a obligarte a nada. Podemos ser amigos, y ver hacia donde nos lleva esto. No voy a negar que me gustas, pero vamos a seguir tu ritmo ¿vale? -seguía acariciando su mejilla, y ella cerró los ojos, apoyándose en su toque. Asintió cuando abrió los ojos -. ¿Podemos quedar un día para comer, entonces? Como amigos.

-Claro. Buenas noches Aaron -susurró.

-Buenas noches, Erin.

Él la vio entrar en el edificio y suspiró. No estaba todo perdido.


Emily vio una película con Erin cuando ésta llegó a casa, aunque su hermana no estaba muy comunicativa. Ahora se estaba preparando para acostarse, cuando le llegó un mensaje de Luke:

"Si te pregunta Spencer, hemos estado toda la tarde juntos. No es nada malo, ya te contaré. Besos guapa"

Emily frunció el ceño. Había quedado con Luke esa tarde, pero después de la comida con Derek lo había anulado para ir a ver a su hermana, luego había vuelto a la tienda y después directa a casa. No sabía qué se traía entre manos Luke, pero no quería estar en medio. Tendría que hablar con él. Aunque estaba demasiado cansada para ponerse a pensar en eso en ese momento. En cuanto su cabeza tocó la almohada, se quedó dormida.

Continuará…