Capítulo 18

Emily se despertó poco a poco, y al intentar desperezarse, sintió un peso enorme sobre el estómago que le impedía el movimiento. Sonrió cuando se dio cuenta de qué era. Se movió cómo pudo, quedando frente a la cara de Derek, que todavía dormía plácidamente. Pasó un dedo despacio por toda su cara, intentando no despertarlo, pero cuando acarició su barbilla y lo vio intentando aguantar la sonrisa, supo que estaba despierto y tomándole el pelo.

-¡Eres idiota! -rio ella dándole un golpe en el brazo.

-¿En serio? No quería molestarte, estabas ahí tan concentrada memorizando mi cara…¡pero me estabas haciendo cosquillas! -Derek se colocó sobre ella y la besó.

-¡Pero reconoce que te estaba gustando!

-Todo lo que me haces me gusta, cariño -se inclinó sobre su cuello, y comenzó a besarla.

Emily cerró los ojos y se dejó hacer, pero durante un segundo, los abrió y se fijó en el reloj. ¡Ya llegaba tarde! Como casi siempre.

-Oh mierda. Derek, quita. Tengo que irme -empujó al chico y salió rápidamente de la cama, buscando su ropa.

-¿Pero qué pasa? Estabas bien, y de repente…-la miró con los ojos muy abiertos, sin entender nada.

-¡Llego tarde, Der! ¡Otra vez! Y desde aquí, la tienda me queda cuarenta minutos más lejos. Y lo tengo controlado siempre, pero nos hemos entretenido y…-respondió atropelladamente mientras se vestía.

-No te vi quejarte -dijo él divertido, sonriendo con chulería.

-Lo digo en serio, Derek. Al final Jason se va a cansar y me va a despedir, y luego Erin me echará de su casa, y tú no me querrás porque viviré en la calle y…

-No me extraña que quieras ser escritora, tienes una imaginación desbordante -Derek soltó una carcajada.

-Ríete, pero lo primero está a punto de suceder cómo no me vaya ya -se inclinó sobre la cama y lo besó apasionadamente. Luego se marchó corriendo.

Estaba llegando a la parada del metro cuando el teléfono comenzó a sonar. Rezó para que no fuera Jason (ni siquiera Elle, que llamaría para ver dónde estaba y tendría que cubrirla), y sonrió cuando vio que era Derek.

-¡No me digas que ya me echas de menos! -dijo mientras empezaba a bajar hacia el metro.

-Siempre, cariño, ya lo sabes. Pero se me ha ocurrido una cosa. ¿Qué te parece si cenamos con tu hermana esta noche? O mañana, cuando le venga bien. Así nos vamos conociendo y eso.

-¡Genial! Se lo preguntaré después. Puede venir Aaron también y así cenamos los cuatro. Cena de parejas y eso.

-Perfecto. Avísame con lo que te diga. Que tengas un buen día, Em.

-Y tú. Adiós.

Colgó justo en el momento en que el tren llegaba a la estación.


Cuando Aaron abrió la puerta de "Un dulce sueño", fue el aroma del café lo que lo recibió. El local estaba prácticamente lleno, aunque no vio a Erin a la vista.

-Buenos días -saludó a Tara con una sonrisa.

-Buenos días…Aaron, ¿verdad? -ella sonrió y él asintió-. Erin está en el obrador. ¿Quieres que la llame o prefieres pasar? -preguntó sabiendo cuál sería la respuesta.

-Prefiero pasar si no te importa. ¿Puedes vigilarme esto un segundo? -preguntó dejando el maletín y el abrigo en la mesa más cercana al mostrador.

-Claro. No hay problema.

Aaron se dirigió a la parte de atrás, donde estaba la trastienda y el obrador. Observó a Erin, concentrada en decorar una tarta, que tarareaba una canción para sí misma. Cuando se dio cuenta que él estaba allí, sonrió ampliamente.

-Hey, ¿qué haces aquí? -se acercó a él, que entró del todo en el obrador.

Todavía no estaba muy segura de cómo saludarlo cuando se encontraban, porque el cuerpo le pedía una cosa, pero la cabeza otra. Finalmente, lo besó brevemente en los labios.

-Tenía que visitar a un cliente aquí cerca, y decidí pasarme a saludar -le limpió una pequeña mancha de harina que tenía en la mejilla.

-Pues iba a llamarte más tarde. Emily quería saber si nos vendría bien cenar esta noche o mañana con ella y Derek, para conocernos mejor y esas cosas.

-Perfecto. Pues esta noche si queréis, yo no tengo problema.

-De acuerdo. Entonces le digo que cenamos esta noche en casa. ¿A las ocho?

-A las ocho. ¿Y vas a cocinar tú? -preguntó divertido.

-Yo sé cocinar algo, pero no para una cena formal. Mejor pedimos algo a domicilio y ya está -contestó dándole la espalda y volviendo a su trabajo.

-Entonces nos vemos después. ¿Hace falta que lleve algo?

-No, no creo, pero si quieres puedes llevar una botella de vino.

-Perfecto.

Aaron se acercó a ella y la besó dulcemente. Sus mejillas se sonrojaron al separarse. Él sonrió por eso y picoteó sus labios de nuevo.

-Cada día me encantas más, Erin -susurró antes de irse por dónde había venido.

Tara le tendió un vaso de café cuando recogió sus cosas, diciéndole que era por cuenta de la casa. Él se lo agradeció y salió de nuevo al frío de Nueva York.


Spencer llegó puntual a su cita. A lo lejos, vio a Luke mover nervioso la pierna, mientras miraba a su alrededor. Habían quedado en Central Park, al lado de su fuente favorita. Cuando Max, el beagle que habían adoptado en la tienda donde trabajaba Emily, lo vio, echó a correr hacia él, sin que pudiera detenerlo. Muy a su pesar, Luke era el favorito de Max.

-Me alegro de verte, Spence -dijo Luke levantándose cuando se acercó, caminando despacio-. Y gracias por acceder a verme. Me sorprendió tu llamada, pero me alegro que lo hicieras.

-Claro. Creo que debemos hablar. Han pasado dos semanas y creo que ya estoy preparado para saberlo todo.

Después de la noche que se presentó en casa de Emily y Erin, Spencer había pasado un par de días más allí, ignorando por completo las llamadas de su novio. Luego, volvió a casa. Sin embargo, no estaba dispuesto a hablar todavía, ni mucho menos a perdonarlo, así que Luke se fue a casa de sus padres. Spencer se quedó con Max en su casa. Dos días antes, decidió que ya estaba preparado para escuchar las explicaciones que Luke tuviera que darle, así que lo llamó y quedaron en verse allí.

-¿Quieres que nos sentemos o prefieres que demos un paseo? -preguntó Luke mientras Max saltaba junto a él.

-Sentémonos mejor -lo hizo primero, y Luke lo imitó.

Ninguno dijo nada al principio, y Luke volvía a mover la pierna con nerviosismo. Max se sentó en el banco, entre los dos.

-¿Quieres que…?

-¿Por qué lo hiciste, Luke? -preguntó de repente interrumpiendo lo que iba a decir.

-Spence, yo…la verdad es que no lo sé. Era un cliente, compró un cuadro para su hermana, y desde el primer momento, noté cómo coqueteaba conmigo, pero yo no le seguí el juego, te lo juro. Sin embargo, cuando le llevé el cuadro, no sé qué me pasó esa tarde, pero terminamos…ya sabes. Pero te juro que me arrepentí desde el primer segundo, intenté borrarlo todo de mi cabeza, seguir con nuestra vida, pero mi traición me seguía atormentando y no me quedé tranquilo hasta que te lo conté todo.

-¿Y ha merecido la pena la tranquilidad de tu corazón por destrozar el mío? -la voz de Spencer era heladora.

-Por supuesto que no, yo no quería que pasara esto, Spencer. Te quiero, te echo de menos, y entiendo que necesites tiempo para pensar, pero por favor, no tires a la basura seis años de relación por un pequeño error -suplicó el chico.

-Fuiste tú el que tiraste a la basura nuestros años de relación, Luke. Yo…también te quiero, por supuesto, pero necesito pensar ¿vale? Ya hablaremos.

Spencer se levantó, tocando la cabeza de Max para que lo siguiera. El perro se volvió y ladró, cuando vio que Luke seguía sentado y no los seguía. Spencer lo llamó varias veces hasta que el animal se dio cuenta que se irían solos. Por mucho que le doliera, intentó evitar mirar a su novio, que parecía totalmente perdido sentado solo en el banco.


A las ocho menos cinco, el timbre sonó en casa de las hermanas Prentiss. Erin dejó el plato que preparaba en ese momento en la encimera, y se asomó al salón, donde Emily y Derek se hacían arrumacos en el sofá.

-Em, ¿puedes abrir la puerta, por favor?

-Estoy un poco ocupada, Erin. Ahora no puedo, y además es tu novio -soltó una risita mientras Derek besaba juguetonamente su cuello.

Erin bufó mientras salía de la cocina y el timbre volvía a sonar. Se limpió las manos en el paño que llevaba y abrió la puerta. Aaron la recibió con una sonrisa radiante.

-Estaba a punto de llamarte por teléfono. Pensé que tal vez me había equivocado de día o algo -dijo entrando cuando ella se hizo a un lado para que pasara.

-No, qué va. Yo estaba en la cocina con la comida que ha llegado hace unos minutos, y Emily está "demasiado ocupada" para abrir la puerta -hizo el gesto de las comillas mientras guiaba a Aaron a la cocina. Desde el sofá, escondidos, llegaron las risas de Emily y Derek.

-¡Aaron! Me alegro de verte -la morena asomó la cabeza y sonrió ampliamente.

-Igualmente Em -respondió él mientras seguía a su hermana a la cocina-. Parece que se lo pasan bien ¿no?

-Parecen dos adolescentes…-Erin puso los ojos en blanco.

-¿Y qué problema hay con eso?

Se acercó a ella, posó una mano en su cintura y la giró hacia él. Luego le cogió la cara con las dos manos y la besó profundamente. Se separaron en busca de aire y escucharon un carraspeo desde la entrada.

-¿Cenamos? -preguntó Emily levantando una ceja. Su tono era de diversión total.

-Eh, sí claro. ¿Podéis ir poniendo la mesa, por favor? -Erin estaba sonrojada y nerviosa, y sabía que su hermana estaba disfrutando por eso.

-Debes relajarte, Erin -le susurró Aaron al oído cuando se estiró para coger los vasos del armario. Sintió cómo contenía el aliento al tenerlo tan cerca.

Y más o menos lo consiguió durante la cena. Aaron y Derek eran los que más hablaban, intentando conocerse. Derek habló de su hijo Hank, y de su negocio de gimnasios. Había estudiado fisioterapia y gestión deportiva en la universidad, y cuando terminó, su madre le ayudó a abrir su propio gimnasio. Le fue tan bien, que ya había abierto otros tres gimnasios.

Aaron les contó porqué se había hecho abogado, aunque se llevara mal con su padre. Hacía tres años le habían ofrecido ser socio del bufete donde trabajaba, aunque lo había rechazado. En ese momento, y aunque el sueldo bien lo valía, decidió que no era lo que quería. Sin embargo, las cosas habían cambiado en los últimos meses en el bufete, y se rumoreaba que volverían a ofrecérselo. Tal vez ahora sí aceptaría.

-¡Y no veáis el pedazo piso que tiene en frente a Central Park! Dan ganas de quedarse allí y no salir de casa -dijo Emily con emoción mientras pinchaba un trozo de carne.

-¡Pues haber si nos invitas algún día! -Derek sonrió mientras tomaba un sorbo de vino.

-Cuando queráis. La próxima cena, en mi casa. ¡Pero yo tampoco cocino!

Todos rieron ante su comentario, pero Erin disimuló su malestar comiendo. Sabía que Emily le había contado a Derek cómo se habían conocido Aaron y ella, y la "pequeña aventura" que habían tenido, y al chico no le importó mucho, y hasta ese momento, a ella tampoco le había importado. Sin embargo, después del comentario de Emily, se sintió cómo el segundo plato.

Después de la cena, fueron Emily y Derek los que se encargaron de recoger y fregar, así que Erin y Aaron se sentaron en el sofá. Él notó que estaba demasiado callada. La empujó suavemente con el hombro.

-¿Qué te pasa Erin? Estás muy callada.

-Nada. Sólo estoy un poco cansada -respondió ella sin mirarlo. No se lo creyó.

-¿Sólo eso? ¿He dicho algo en la cena que te haya molestado?

-¿Qué? No sé por qué piensas eso…

-Bueno, yo me voy ya -Derek y Emily se acercaron-. Encantado de conocerte, Aaron. Las otras veces no tuvimos tiempo de hablar, y ha sido una cena muy agradable.

-Sí que lo ha sido -los dos hombres estrecharon sus manos.

-Erin, voy a acompañar a Der abajo. Enseguida subo.

La rubia asintió y volvió a sentarse, y Aaron la imitó cuando la puerta de la entrada se cerró. Cuando miró a Erin, sintió que por alguna razón, habían dado dos pasos atrás. Estaba sentada con la espalda recta y toda ella desprendía tensión. Aaron suspiró y se levantó.

-Yo también voy a irme. Mañana madrugo y ya es un poco tarde.

-Vale..-susurró.

Aaron la miró un instante, luego se inclinó y la besó brevemente en la mejilla. Erin se apoyó contra él.

-Ya hablamos ¿de acuerdo?

Se levantó y se fue, dejándola sola. Soltó el aire que llevaba un rato conteniendo junto con un sollozo, y se acurrucó en el sofá. Tal vez lo había estropeado todo, pero no podía evitar sentir que ella, no valía la pena.

Continuará…