Capítulo 22
JJ no dejaba de dar vueltas por la casa desde que se había levantado, comprobando que todo estuviera a su gusto una y otra vez. Al principio a Will le hacía gracia ver a su mujer tan nerviosa por algo que preparaba ella misma, sin embargo, ya estaba empezando a desesperarse por la actitud de la rubia.
-JJ, siéntate un rato y respira, por favor. Todo está bien.
-¿Pero y si no le gusta la idea? ¿Y si estoy suponiendo…? -se sentó en el sofá al lado de Will mientras se mordía nerviosa el labio.
JJ había preparado un baby shower para Ashley, con sus amigas y las suyas. Había conseguido su agenda en un descuido de la rubia, así que con la excusa de que le enseñaría el cuarto del bebé, la llevaría a su casa. Cuando unos días antes Ashley se había presentado allí, creyó que debía inventarse otra excusa para atraerla, pero afortunadamente, estaba demasiado conmocionada con el encuentro con su ex como para acordarse del mensaje que le había enviado.
-Todo saldrá bien Jen, ya lo verás -la besó en la sien con cariño-. ¿Ha confirmado Ashley que vendrá?
-Si, a las dos. Como estaba previsto.
A las once llegaría Penélope para ayudarla a decorar (aunque por los nervios ya lo tenía casi todo puesto); a la una Erin y Emily llegarían con la tarta y el resto de dulces; a la una y media el resto de invitadas, y sería también el momento en que Will se iría de casa; y a las dos, sería el turno de Ashley. Rezaba para que todo saliera bien.
-Volveré a las cinco, y luego hablaremos con ella de lo que hemos hablado ¿sí? -JJ asintió distraída y Will sonrió, sacudiendo la cabeza.
A las 13:50, sonó el timbre. Ashley había llegado y JJ seguía de los nervios. Emily le dio un apretón de manos a su amiga para darle fuerzas, luego fue a abrir la puerta con la mayor de las sonrisas.
-¡Ashley! Me alegro que al final pudieras venir.
-Si claro. No tengo nada mejor que hacer de momento -rio nerviosa-. Te he traído unas galletas caseras -le tendió un tupper.
-Gracias. Pero pasa, no te quedes ahí.
Cuando llegaron a la sala, todas las chicas la saludaron con un "Sorpresa" que dejó muda a la chica. Sus amigas estaban allí, y supuso que el resto serían las amigas de JJ. Se lo confirmó un momentos después cuando se las presentó.
La estancia estaba decorada con globos y guirnaldas azules y blancas, y había dulces, tarta y zumos. Era la fiesta para su bebé. O el de JJ. Eso la puso triste de repente. Aunque no tuvo mucho tiempo para pensar en eso, puesto que sus amigas enseguida se acercaron a ella para abrazarla.
Un par de horas después, cuando habían jugado a varios juegos y probado los deliciosos dulces que Erin había llevado, JJ llevó aparte a Ashley.
-Voy a enseñarte el cuarto del bebé. Que para eso te he traído también -bromeó la rubia.
La llevó por el pasillo hasta la única habitación que tenía la puerta cerrada. La abrió despacio y dejó pasar primero a la chica. Ashley abrió la boca, maravillada.
-¿Te gusta?
Tres de las paredes estaban pintadas de un azul claro, y en la pared del fondo, un mural del fondo del mar: peces y corales decoraban toda la pared. Los muebles blancos distribuidos estratégicamente y una alfombra mullida terminaban la decoración.
-Es…perfecta JJ. Sé que le va a encantar -Ashley tenía los ojos llorosos y JJ se acercó a ella.
-Gracias Ashley. Todo es gracias a ti -le acarició suavemente la tripa y luego la abrazó.
-El otro día le compré un peluche, un pequeño elefante. Pero no me he acordado de traerlo -dijo con vergüenza.
-En otra ocasión. Además hay otra cosa…-empujó con suavidad a la chica fuera de la habitación-. A Will y a mí nos gustaría hablar contigo más tarde. Es importante. Pero si estás muy cansada, podemos dejarlo para otro día.
-No, está bien.
Todas las invitadas abandonaron poco a poco la casa, hasta que al final sólo quedaron Ashley y JJ. Will estaba al caer.
-No estaba segura de que te gustara esto -comenzó JJ-. No vas a quedarte con el bebé, y si lo piensas bien, es hasta un poco extraño. Pero me apetecía hacerlo, por ti y por mí -se encogió de hombros.
-Ha estado genial, de verdad. Nadie ha hecho tanto por mi como vosotros…
Will llegó en ese momento y las saludó. Luego ambos se sentaron nerviosos frente a la chica.
-Verás Ashley, te estamos muy agradecidos de que vayas a cumplir nuestro sueño de ser padres. Es muy importante para nosotros -dijo Will mientras cogía la mano de su esposa-. No obstante, y aunque esto no es lo normal, lo hemos estado hablando, y pensamos que si tú quieres, porque será tu decisión, cuando nazca el bebé puedes seguir manteniendo contacto con nosotros.
-¿Cómo? -preguntó confusa.
-Nos gustaría que mantuvieras relación con el bebé. Puedes ser la tía Ashley -JJ sonrió con cariño-. O podemos enviarte fotos y vídeos al principio, y cuando sea un poco más mayor, ya lo conoces si quieres.
-Pero…¿Por qué? -preguntó finalmente-. La mayoría de los padres estarían deseando deshacerse de la madre biológica, y no se preocuparían de…hacer esto -hizo un gesto señalando a su alrededor, a los restos de la fiesta-. Sólo querrían que llegara el momento del parto, que la madre firmara los papeles y no volver a verla.
Will y JJ cruzaron una mirada. Luego la rubia soltó la mano de su marido y cogió la de la chica.
-Porque tú eres diferente, Ashley. Eres dulce, graciosa e inteligente, y sabemos que quieres a este bebé por encima de todas las cosas. Y si pudieras, serías tú la que le darías todo el cariño que le daremos nosotros. Pero tampoco queremos que te pierdas la vida que tendrá, por eso te ofrecemos esto.
-¿Puedo pensarlo? -preguntó al borde de las lágrimas.
-Por supuesto, cariño.
Un rato después, Ashley se fue a casa, llevándose más dudas en su cabeza de las que esperaba.
A pesar del frío, Penélope decidió dar un paseo antes de volver a casa. No pudo evitar sentir una punzada de envidia por todo lo que estaba viviendo su amiga, y se preguntó si algún día ella viviría un momento parecido. Se alegraba por JJ y Will, de hecho, ella había tenido gran parte de culpa de que ellos estuvieran a punto de ser padres; sin embargo se sentía triste porque sentía que el tiempo se le escapaba y se iba a quedar sola para siempre.
Todavía no tenía cuarenta años, y es cierto que nunca había pensado en tener hijos, y si no los tenía tampoco le importaba, pero sí empezaba a querer tener una estabilidad con alguien.
Cuando había llegado, le había contado a JJ que había dejado a Kevin definitivamente. Su amiga la había abrazado y la había dejado llorar en su hombro. Después de un momento, Penélope se limpió las lágrimas, puso una sonrisa en su cara y comenzaron a decorar la sala. Era el día de JJ, y ella iba a ser la de siempre.
Ponía la mejor cara para todo el mundo, pero lloraba por dentro. Sabía que la ruptura con Kevin iba a doler durante un tiempo, sin embargo, esa tarde había sentido que o se daba prisa en encontrar a alguien o se quedaría sola para siempre. Estaba segura que sólo era por su estado de ánimo, pero esa sensación no conseguía abandonarla.
De pronto, sintió cómo alguien la llamaba. Se dio la vuelta, y vio desconcertada cómo un atractivo hombre se acercaba a ella. Buscó rápidamente en su mente de qué lo conocía, puesto que si la llamaba por su nombre es porque se conocían de algo, hasta que de pronto cayó en la cuenta. Era David Rossi, el profesor de escritura de Emily. Puso su mejor sonrisa cuando el hombre por fin la alcanzó.
-No me he equivocado ¿verdad? Eres Penélope -preguntó el hombre.
-La misma que viste y calza, para servirle -bromeó ella haciendo una inclinación de cabeza. Vio cómo se le formaba una gran sonrisa.
-Me conformo con que aceptes tomar un chocolate caliente conmigo. La temperatura está bajando y estaría bien refugiarse del frío.
Penélope lo miró fijamente un instante. Emily le había contado cosas sobre David Rossi, un galán que enamoraba a las mujeres y luego las abandonaba cuando se cansaba de ellas. Lo que menos necesitaba ella ahora mismo, era a alguien así; por mucha sonrisa encantadora que tuviera.
-¿Por qué yo? -preguntó levantando una ceja. Lo vio dudar un instante antes de contestar.
-¿Y por qué no? Es sólo una invitación a un chocolate caliente, Penélope, no te estoy pidiendo que nos fuguemos juntos. Estaba sentado en aquella cafetería, intentando escribir algo, cuando te he visto pasar. Me ha parecido que necesitabas hablar, y algo de compañía. Sé que no nos conocemos mucho, pero algo puedo hacer -sonrió de medio lado-. Y de paso me ayudas a mí con mi bloqueo de escritor.
-Creí que ya no escribías…-dijo recordando lo que le había contado su amiga.
-Mi editora quiere que vuelva a ello, pero me está costando un poco. Entonces…¿aceptas mi invitación? -le ofreció el brazo, esperando que ella lo cogiera.
-Por supuesto, mi galán italiano -David soltó una risita-. ¿Crees que puedo echarle nubes al chocolate? Me encanta así…-comenzó a hablar mientras se dirigían a la cafetería.
Penélope decidió que el hombre parecía sincero y además, ¿quién podía decir que no a un chocolate caliente con el frío que hacía en esos momentos?
Continuará…
