Capítulo 26

Erin acompañó hasta la puerta a la chica que acababa de entrevistar, y la despidió con una sonrisa. Estaba cansada, pero todavía no había terminado. Faltaba una chica más, que llevaba un buen rato esperando.

Se acercó a la mesa donde se estaba tomando un café, y le extendió la mano con una sonrisa.

-Hola, soy Erin. Siento haberte echo esperar, pero ha sido un día de locos.

-No te preocupes. Soy Jordan Todd, por cierto -la chica sonrió con dulzura mientras le estrechaba la mano.

Erin la guio a la trastienda y le indicó que se sentara en una silla frente a ella, y comenzó la entrevista. Diez minutos después, sabía que sería Jordan a la que contrataría.

Más tarde, a solas en la trastienda y con la cafetería cerrada, se permitió un momento para sí misma. Se sentó con un latte machiatto y dejó en blanco su mente. Se sobresaltó cuando escuchó la suave voz de Tara.

-Un día largo, ¡eh!

Ella asintió sonriendo e indicándole con la mano que se sentara frente a ella.

-¿Tienes ya una idea de a quién vas a coger?

Tara era una trabajadora maravillosa, siempre dispuesta a echar una mano y sin protestar. Pero llevaban casi dos años trabajando las dos solas, y creía que era hora de contratar a otra persona para estar más desahogadas. Eso les daría más calidad de vida a todos.

-Creo que será Jordan Todd, la última chica.

Tara asintió con comprensión.

-Me parece una buena elección. Estuvimos hablando unos minutos y me pareció que tenía un buen conocimiento de todo esto.

-Así es. La llamaré el Lunes para que empiece a finales de la semana que viene -respondió Erin levantándose. Tara la imitó.

-Buenas noches, Erin -recogió su bolso y su abrigo.

-Buenas noches.

Pero en cuanto escuchó la puerta cerrarse, Erin volvió a sentarse. Necesitaba un tiempo a solas para pensar, y en casa con Emily le era imposible.

Hacía cinco días de la cena con Aaron, y aunque volvería a repetir una y mil veces, estaba confundida. Lo intentaba, pero era incapaz de dejarse llevar. Le había contado al doctor Walker lo que había pasado y cómo se sentía, y él le había dicho que necesitaba desbloquear su mente y no pensar tanto.

Pero no era capaz de hacerlo, porque aunque Aaron era perfecto, sólo veía la cara de Mark diciendo que no valía para nada y que jamás sería feliz sin él a su lado (que tampoco la hacía feliz desde hacía muchos años).

Dio un pequeño sorbo al café y sonrió, recordando el tiempo pasado con Aaron.

Sus ojos parpadearon lentamente cuando el sol le dio directamente en la cara. Le hicieron falta unos segundos para centrarse y darse cuenta de donde estaba.

Seguía en el sofá de Aaron, acostada sobre él. Tenía la cara vuelta hacia la ventana, y veía las maravillosas vistas de Central Park. Él tenía un brazo sobre su cintura, abrazándola contra él. Se movió lentamente, haciendo que se despertara.

-Buenos días. ¿Llevas mucho despierta?

-No, apenas unos minutos -respondió con timidez.

Aaron acarició su pelo, y ella sintió que se derretía. Levantó la cabeza y lo miró.

-Siento lo de ayer, Aaron. No sé qué me pasó…

Cuando Aaron comenzó a besarla, al principio se dejó llevar, y simplemente se olvidó de todo. Sin embargo, unos minutos después, él notó cómo todo su cuerpo se tensaba, y aunque al principio le dijo que podía seguir, finalmente él decidió que lo mejor sería esperar.

-Oye, esperaremos hasta que estés preparada Erin. Todo está bien -le cogió la cara y la besó.

-A veces siento que nunca estaré preparada…

-Te ayudaré. Soy abogado. Estoy acostumbrado a las situaciones imposibles.

-¿Eso soy para ti? -preguntó confusa y con unas repentinas ganas de salir corriendo.

-No he querido decir eso, Erin. Lo que quiero decir es que me importas mucho más de lo que crees cómo para pensar en dejarte ahora. Quiero estar contigo, ya te lo he dicho.

Erin asintió y luego volvió a acomodarse en su pecho. Estaba mucho más enamorada de Aaron de lo que creía, pero seguía costándole mucho confiar en los demás. Y le quedaba mucho para trabajar en ello.

Había hablado con Aaron todos los días desde que había salido esa mañana de su casa, aunque todavía no se habían vuelto a ver. Un par de días antes, él había comentado que podrían ir al cine el Sábado, cuando ella terminara de trabajar, aunque todavía no habían concretado nada. Sea como fuera, estaba deseando verlo.

Miró el reloj y vio que era un poco tarde. Recogió sus cosas y cerró, dirigiéndose a casa.


Negrito jugueteaba con un peluche en forma de loro que Emily le había regalado y que era su favorito. Emily lo miraba absorta acurrucada en el sofá. Aunque en realidad, sólo tenía la vista fija en él, pero la mente en otra parte.

No podía dejar de pensar en la petición que le había hecho Derek el Domingo. Vale que no era tan grave que conociera a Hank, no le había pedido que se hiciera cargo de él para siempre; pero ella apenas había estado con niños y no sabía cómo tratarlos. Y además, que Hank no era un niño cualquiera, era el hijo de su novio. Sonrió cuando pensó en eso, novio, todavía no llegaba a acostumbrarse del todo.

Se sobresaltó cuando Erin le revolvió el pelo. Estaba tan concentrada en sus pensamientos, que no la había oído entrar.

-¿Qué estás pensando, Em? Llevo un rato hablando contigo -le dijo su hermana desde la cocina.

-Nada -se levantó y fue a su encuentro.

Cenaron algo ligero y hablaron sobre su día. Luego se sentaron en el sofá, cada una en una esquina estirando las piernas. Negrito se sentó entre ellas, lo que las hizo sonreír. Al cabo de unos minutos, estaba dormido.

-¿Por qué parece que hay algo dando vueltas en tu cabeza sin parar? -preguntó Erin jugueteando con los pies de Emily.

-¿Ahora lees la mente? -respondió divertida la morena.

-Soy tu hermana y te conozco, que es diferente. Vamos, cuéntame qué te preocupa.

Emily se sentó en la posición del loto, alejándose de Erin y dejando un espacio entre las dos.

-Es que…el Domingo Derek me dijo que le gustaría que conociera a Hank.

-¿Y eso es tan grave?

-No es grave, pero…¿qué pasa si no le caigo bien? ¿O todo lo contrario? Si nos llevamos muy bien, pero luego la relación con Derek no prospera…lo pasaremos mal todos.

Erin miró a su hermana, y pudo ver que de verdad le preocupaba todo eso. Sonrió con cariño y luego se acercó a ella, colocando a un Negrito dormido en su regazo.

-Emily, primero deberías hablar con Derek y decirle que tal vez es algo pronto para conocer a Hank. Eso no quiere decir que no quieres hacerlo, pero sólo lleváis dos meses y es mejor esperar un poco. Y estoy segura que Hank y tú os llevaréis muy bien, sabes cómo ganarte a la gente. Todo el mundo te adora. También lo hará un niño de cuatro años.

Emily esbozó una tímida sonrisa, complacida por las palabras de su hermana. Tenía razón, hablaría con Derek para esperar un poco, era demasiado pronto para conocer al niño.

Se apoyó en el hombro de Erin, cuando recordó algo.

-¿Y tú que tal con Aaron? ¿Por fin os habéis explorado el uno al otro? -dijo aguantado la risa.

-¡Emily! -Erin se sonrojó y la empujó cariñosamente.

-¡Vamos, Er, responde! -rio la morena.

-En realidad, no hicimos nada. Yo…me bloqueé y no pude. Pero fue muy comprensivo.

-No te preocupes, Er, mejor pasito a pasito.

Erin asintió y esbozó una ligera sonrisa. Se quedaron en silencio, hasta que un golpe en la puerta rompió la calma. Se miraron entre sí y Erin se levantó a abrir.

-Voy a pedir el divorcio -fue lo primero que dijo Alex cuando entró por la puerta. Las dos hermanas se miraron, aguantándose la risa.

-¿Y eso por qué? -preguntó Erin mientras cogía una silla y se sentaba frente al sofá. Alex se había instalado junto a Emily allí nada más entrar.

-Porque no soporto a James. No me deja hacer nada. Estoy embarazada, no voy a morirme. ¡Puedo hacer cosas! ¡Puedo coger cosas! -Alex agitaba las manos con nerviosismo.

-Sólo está preocupado por ti, Lexi. Quiere que todo salga bien -intentó tranquilizarla Erin.

-Eso no significa que tenga que controlar hasta el aire que respiro -Emily rio con disimulo, aún así se llevó una mirada de disgusto de Alex-. A veces me dan ganas de asesinarlo. Y era eso, o irme de casa.

-El asesinato nunca es la mejor opción. Luego tendremos que ir a verte a la cárcel y…¡uf, qué follón! -dijo Emily divertida.

Erin la fulminó con la mirada, aunque ella se mordió la uña del pulgar con total indiferencia.

-¿Puedo quedarme esta noche aquí, por favor? No quiero volver a casa ahora -pidió Alex frotándose la tripa distraída.

-Por supuesto. Emily dormirá en el sofá -dijo Erin mientras la cogía de la mano y le hacía burla a su hermana, que estaba poniendo mala cara.

Erin acompañó a su amiga al cuarto de su hermana, y después de unos minutos, volvió a salir. Se sentó después otra vez en el sofá junto a Emily.

-¿Está bien?

-Sí, un poco agobiada, y asustada. Mañana lo verá todo de otra forma.

-Pero eso de que le dejes mi cuarto…vale que está embarazada, ¿pero por qué no el tuyo? -preguntó la morena con picardía.

-Porque madrugo más que tú y necesito descansar.

-Pues si…pero también podríamos compartir cama, cuando éramos niñas -dijo Emily con los ojos brillantes y haciendo un puchero.

-Podríamos, pero no creo…

Antes de que terminara la frase, Emily se levantó rápidamente del sofá y se metió en su habitación. Erin suspiró profundamente. Su hermana nunca dejaría de ser una niña grande. Sin embargo, a pesar de todo, a ella le encantaba que fuera así. Era la chispa de alegría que le faltaba a su vida.

Continuará….