Capítulo 31

Finalmente, Emily había hablado con Derek y le había contado sus miedos. Creía que tal vez era demasiado pronto para conocer a Hank. Su relación iba viento en popa, y quería hacerlo, pero cuando estuviera realmente segura de que ellos estaban en un proyecto juntos a largo plazo.

Derek lo entendió, aunque tuvo que ocultar su decepción. Sin embargo, y después de pensarlo, tuvo que admitir que tenía razón. Era sólo que con Emily se sentía realmente a gusto, era la primera vez desde su relación con Claire que veía un futuro junto a ella, y quería que todo fuera bien.

Las chicas con las que había salido antes habían sido temporales, un puente hasta llegar a Emily, y con ninguna había sentido la necesidad de que conocieran a Hank. Sabían de su existencia, pero ninguna de ellas era tan importante para él como para incluirla en la vida de su hijo.

Pero Emily era diferente en todos los sentidos; por eso aceptó esperar un poco más para que conociera al niño.

Ese día, y con la primavera tan cerca, la ciudad había amanecido con un sol radiante que brillaba con fuerza. Las suaves temperaturas invitaban a pasear, así que Emily y Derek habían decidido quedar a almorzar en la terraza de un café y luego pasear por la ciudad.

Se sentaron muy juntos y leyeron la carta, riéndose con la confianza que sólo da el amor.

Pidieron la comida y mientras esperaban, abrieron su apetito comiéndose a besos. Luego disfrutaron del buen vino y la comida, cruzando miradas de amor y sonrisas cómplices.

Estaban terminando el postre, compartido de nuevo entre risas y besos, cuando el teléfono de Derek los sacó de su burbuja. Emily notó como el rostro de su novio iba cambiando de la felicidad a la ira. Cuando colgó el teléfono, dudó un instante en preguntar qué ocurría.

-Hank se ha caído y está en el hospital. Se ha roto un brazo. Estoy seguro que Claire estaba haciendo cualquier cosa excepto vigilar al niño.

Llamó al camarero para pedir la cuenta. Emily lo vio tan enfadado que no se atrevió a decirle que los niños juegan, corren, se caen…porque son niños y ese es su trabajo. Por supuesto, siempre y cuando no pongan en riesgo su salud.

-¿Quieres que te acompañe? -preguntó tímidamente cuando se levantaron para marcharse. En el fondo, esperaba que dijera que no.

-Me encantaría, Emily, gracias -sonrió agradecido.

Pararon un taxi y se dirigieron al hospital.


Emily pudo decir que cada poro de la piel de Derek exudaba ira. Tenía la mandíbula apretada y los puños cerrados. Era la primera vez que lo veía tan enfadado.

Cuando entraron en el hospital y les indicaron dónde estaban, Derek no rebajó la tensión de su cuerpo. Al acercarse al box, el chico sólo se relajó al escuchar la voz de su hijo.

-¡Papi! -el niño de cuatro años estaba acostado sobre una cama, demasiado grande para él y que lo hacía ver todavía más pequeño.

-¡Hey, buddy! ¿Cómo estás? -se acercó a él, mirando de reojo a su madre, que se paseaba por la habitación.

Emily se quedó en la puerta, más fuera que dentro. Se fijó en Claire, que se había quedado pegada a la pared. La mujer era tan alta como ella, con un cuerpo esbelto y una melena larga y castaña. Su color de piel era un poco más claro que el de Derek, los ojos claros y los labios carnosos le conferían un aspecto angelical a su cara.

Y de pronto Emily se preguntó qué habría visto Derek en ella. No era una persona fea, y a pesar de no privarse de comer, se mantenía en un buen peso, aunque a veces se arrepentía de comer y beber demasiado. Sin embargo, parecía que Claire no tenía que hacer nada excepcional para tener ese cuerpo.

Derek se acercó a la mujer, la cogió del brazo con fuerza y la llevó hasta el fondo de la habitación, todo eso sin que Hank se diera cuenta. Allí comenzaron a hablar. Al principio, en voz baja, pero después, fueron subiendo el tono de voz hasta casi gritar.

Emily vio toda la escena desde su lugar junto a la puerta, pero cuando miró al niño, vio que estaba a punto de llorar. Estaba segura que a pesar de su corta edad y del tiempo que sus padres llevaban separados, los había visto discutir en más de una ocasión.

Sin pensarlo mucho, se acercó a la cama del niño, dejó el bolso sobre ella y llamó la atención del pequeño.

-Hank, soy Emily, una amiga de tu papá -el niño la miró con curiosidad-. ¡Vaya escayola más chula te han puesto!

El niño sonrió y levantó el brazo herido para que pudiera verlo mejor.

-El azul es mi color favorito -murmuró, refiriéndose al color de la escayola.

-¿En serio? ¡El mío también! -la sonrisa de Hank se hizo más grande-. ¿Y qué te ha pasado para tener que llevar una escayola?

-Me caí por las escaleras…estaba persiguiendo a Peggy, la gatita de mamá, resbalé y me caí. ¡Pero no lloré nada! Aunque me dolió mucho.

-Apuesto a que sí, pero veo que eres un chico grande.

-Tengo casi cinco años -abrió su manita enseñando los dedos.

Emily sonrió y le acarició la cabeza. A pesar de su reticencia a conocerlo, y de las circunstancias finales en que lo había hecho, se había enamorado completamente del pequeño.

Un fuerte carraspeo llamó la atención de todos los ocupantes de la habitación. El doctor echó un vistazo a Derek y Claire, que con vergüenza, callaron.

-Vengo a traerles el alta. Hank tendrá que llevar la escayola tres semanas, pero deberán pedir cita con su médico de cabecera y ser él el que lo valore -les pasó los papeles del alta, y unos instantes después, salió.

-Vamos Hank, despídete de tú padre.

Claire se acercó a la cama para coger al niño y Emily retrocedió. Se dio cuenta que la chica ni siquiera la miró. Derek se acercó también a su hijo y Emily decidió esperar fuera.

Le había parecido bochornoso que Derek hubiera comenzado a discutir con su ex delante de su hijo, sobre todo, en un hospital. Sabía que Hank era lo más importante para él, pero precisamente por eso, no debía mostrar sus sentimientos negativos hacia su madre delante del niño.

Un rato después, vio salir a Claire con Hank en brazos. El niño la saludó con la mano cuando la vio. Ella le devolvió el saludo con una sonrisa. Instantes después, Derek estaba a su lado.

-Siento que hayas tenido que ver eso, pero Claire me saca de quicio. Estaba hablando por teléfono cuando Hank se cayó por las escaleras. Debería estar vigilándolo en vez de estar de charla con sus amigas.

-No deberías preocuparte por mí, sino por Hank. El niño os ve discutir y cree que es por su culpa. Y hacerlo en el hospital…-Emily hizo una mueca.

-Lo sé, lo sé. Debería haberme controlado.

Derek cogió a Emily de la mano y le besó los nudillos.

-Gracias por acompañarme, ha significado mucho para mí. Y creo que le has caído bien a Hank ¿no?

-Sí, es un encanto de niño -esbozó una ligera sonrisa.

Derek apretó su mano y comenzaron a andar hacia la salida. Al final, el encuentro con Hank, aunque no había sido lo que tenían planeado, había salido bien.


Aaron estaba concentrado en su trabajo cuando sonó el teléfono de su mesa. Lo cogió sin apartar los ojos de los papeles.

-Está bien, Camilla, pásamela -le pidió a su secretaria después de escucharla.

Suspiró profundamente mientras esperaba a que le pasara la llamada. Se frotó los ojos cuando escuchó la voz de Haley. La llamada duró apenas un par de minutos, lo que tardó en aceptar, por cansancio, en ir a cenar con ella.

Haley llevaba casi dos meses llamándolo prácticamente a diario, queriendo volver a verlo. Hasta ahora se había negado, pero pensó que si quedaba con ella, por fin lo dejaría en paz.

No sabía el motivo por el cual quería verlo, pero le daba igual. Lo había engañado, le había dado varias oportunidades, y probablemente, ahora quería otra más. Pero él ya no estaba interesado en ella, estaba feliz como para pensar si quiera en ella.

El problema, que esa noche también había quedado a cenar con Erin. No quería preocuparla, así que le diría que tenía trabajo o cualquier otra cosa.

No quería mentirle, pero conocía sus inseguridades y cómo se sentiría si le dijera la verdad, y prefería ahorrarle el mal trago. Cuando solucionara todo con Haley (esperaba que esa noche le quedara claro que no quería saber nada más de ella), se lo contaría todo.

Se había enamorado de Erin, de su dulzura, de su fragilidad. Era frágil, estaba poco a poco recomponiendo los pedazos que los demás habían roto, pero también fuerte, porque no todo el mundo sería capaz de volver a renacer como Erin lo estaba haciendo después de todo lo que le había pasado.

Faltaba mucho para la hora de la cena y él tenía mucho trabajo, así que decidió no pensar más en Haley. No iba a darle el poder de ocupar sus pensamientos más de lo necesario.


Erin se sintió un poco decepcionada cuando Aaron anuló su cena, pero así podría descansar. Habían pasado el fin de semana juntos, desde el Sábado cuando cerró la pastelería hasta el Domingo por la noche. Tuvo que aguantar las burlas de su hermana al llegar a casa cuando le dijo que cada vez se parecía más a ella, pasando los días fuera de casa.

Se le escapó una sonrisa cuando recordó esos días junto a él. Apenas habían salido de la cama, ella había conseguido soltarse y se estaba abriendo a nuevas experiencias. Como decía Emily, Aaron era una buena influencia para ella.

-Parece que alguien está feliz…-Tara le golpeó con cariño el brazo.

-No puedo quejarme -contestó sonriendo ampliamente.

En ese momento, una cara conocida entró en la pastelería. Erin se acercó a saludarlo.

-David, ¿cómo estás?

-No tan bien como tú, por lo que veo -sonrió de medio lado y ella no pudo evitar sonrojarse-. Ponme un expreso y un trozo de tarta de chocolate.

-Ahora mismo.

David Rossi se sentó en una mesa y encendió el portátil. Un instante después, Erin le llevó su pedido.

-Y cuéntame, ¿qué tal con Aaron? Tengo entendido que os va muy bien -preguntó el hombre con curiosidad.

-Sí, la verdad que sí. Pasito a pasito. Nos vemos menos de lo que nos gustaría, cuando el trabajo lo permite. De hecho, habíamos quedado a cenar esta noche, pero le salió una cena de trabajo y hemos tenido que anularlo.

-¿Trabajo? Si va a cenar con Haley -respondió el escritor.

-¿Haley? -Erin sintió cómo se quedaba sin aire.

-Su ex. No deja de molestarlo y quiere saber qué quiere. A lo mejor he entendido yo mal y no es hoy, pero hemos hablado hace un rato y me lo ha contado.

En ese momento, Tara llamó a Erin para que la ayudara y eso le dio una excusa para irse. Apenas fue consciente de que se movía y del resto de movimientos, mientras sólo pensaba en porqué Aaron le había mentido.

Continuará…