Capítulo 35

Habían pasado tres días desde la fiesta en la pastelería, y Erin no podía quitarse de la cabeza lo que había pasado.

Apenas había dormido nada, y estaba distraída. Aaron se había quedado a su lado, y ella estaba agradecida por eso. Había una gran diferencia entre los dos, entre el hombre con el que había pasado gran parte de su vida adulta y con el que estaba empezando una bonita historia, y eso le hacía ver a Aaron todavía más perfecto.

Su relación con Mark siempre estuvo llena de altibajos. Los primeros años, incluidos los de la universidad, todo parecía ir bien. Por eso no dudó en casarse con él, a pesar de lo jóvenes que eran.

Sin embargo, cuando comenzó a trabajar, todo cambió. Y su error había sido quedarse con alguien que la despreciaba, la engañaba y no la apoyaba en las decisiones importantes de su vida. Le había quitado más de lo que le había dado.

Mark había golpeado fuerte su autoestima, a pesar de que ella intentara que no le afectaran sus ataques. Aunque era evidente que lo había hecho, puesto que ahora le costaba confiar en los demás, pensando que no era válida para nada ni digna de amor. Afortunadamente, estaba trabajando en ello.

Le dolía pensar que casi un año y medio después del divorcio, todavía era capaz que le afectara verlo. Y no era porque lo quisiera todavía, ya no, pero después de todo lo vivido y sufrido junto a él, pensaba que su corazón tenía una dependencia hacia él que siempre la llevaría al sufrimiento.

El doctor Walker tenía mucho en lo que trabajar con ella después de que le contara lo sucedido.


Estaba entrando en el local después de, precisamente su sesión con el doctor Walker, cuando vio a Jordan discutir con una mujer. A ella la tapaba la camarera, y Erin no vio de quien se trataba hasta que se acercó.

-¿Qué ocurre? -preguntó la rubia mirando a Jordan.

-Quiere hablar contigo. Le he dicho que no estabas y que debería marcharse, pero… -la morena hizo un gesto de impotencia con las manos.

-Erin, por favor, déjame explicarte. Dame cinco minutos -Amber habló rápidamente.

Erin miró a su empleada y le indicó que podía irse, luego miró a la otra mujer.

-Te doy cinco minutos. Ni uno más.

Se sentaron en una mesa del fondo, frente a frente. Erin la miró con seriedad, esperando que comenzara a hablar.

-En primer lugar, quiero pedirte perdón. Yo no tenía ni idea de qué Mark era, bueno…tu ex marido. Él apenas me ha contado nada de vuestra relación, y por eso no sabía que éste era tu negocio.

-¿Cómo ibas a saberlo, si nunca ha estado aquí? -respondió con dureza.

Amber bajó la cabeza avergonzada.

-Sí, eso me ha dicho.

-Dices que apenas te ha contado nada de nuestra relación. ¿Pero qué es lo que sabes exactamente?

-Que os conocisteis en la universidad, os casasteis al terminar y que estuvisteis casados diecisiete años. Que vuestro matrimonio no funcionó porque, aunque os queríais mucho, os casasteis demasiado jóvenes. No tuvisteis hijos porque tú no quisiste -terminó la joven, nerviosa, posando una mano en su tripa.

Erin abrió la boca por la sorpresa, pero la cerró al cabo de unos segundos sin decir nada. ¿Cómo había sido capaz de mentir de esa forma tan ruin? Sólo había dicho un par de verdades, el resto, habían sido mentiras.

-Ha reconocido que nunca había estado aquí, pero porque siempre ha estado muy ocupado. Pero que antes de divorciaros, tú lo mantenías al tanto de todo. Y me ha contado que eres la hija de la embajadora Prentiss.

Ella asintió despacio, mientras sentía cómo el corazón bombeaba tan fuerte que estaba a punto de explotar.

-Esto último me lo dijo el otro día, yo no lo sabía. Y que alguna vez sigue viendo a tu madre. Cosas de negocios, me ha dicho.

Erin inspiró hondo antes de hablar.

-Amber, podría contarte cómo fue en realidad mi matrimonio con Mark; o la verdad de porqué no había estado antes aquí; o lo que pienso de que siga viendo a mi madre, pero no voy a hacer nada de eso. Sólo voy a desearte suerte, a ti y a tu hijo. Y espero de verdad, de corazón, que dentro de unos años, no te lamentes por haberlo conocido.

Vio la confusión en la cara de la mujer, pero se levantó. Escuchó su voz a su espalda.

-Por favor, cuéntamelo. Prefiero saberlo ahora -su voz sonaba apremiante.

-Asegúrate de que se vaya. Y déjale claro que no vuelva, por favor -le ordenó a Jordan, que era la que estaba detrás del mostrador.

Erin entró en la trastienda mientras, muy a su pesar, los ojos se le llenaban de lágrimas.


Spencer llevaba toda la semana pensando qué hacer con su situación con Luke. Por una parte, lo echaba tanto de menos que a veces le dolía todo el cuerpo; pero sabía que si le contaba lo que había hecho con Michael se enfadaría y tal vez lo perdiera para siempre.

No podía culparlo si se enfadaba, porque él había hecho lo mismo cuando Luke le había confesado su desliz. Se encontraba en una encrucijada y veía que tomara la decisión que tomara, alguno de los dos iba a sufrir.

Puntual como siempre, Luke llamó al timbre. Max comenzó a ladrar y a dar vueltas sobre sí mismo totalmente emocionado. Spencer sonrió y le palmeó el lomo.

-Tranquilo, chico.

Abrió la puerta y Max se lanzó directamente hacia Luke, que lo recibió con los brazos abiertos. El beagle lamía su cara, mientras él lo abrazaba. Spencer contemplaba la escena con emoción.

Cuando Luke consiguió calmar a Max, entraron en casa.

-Huele bien.

-Gracias. He preparado tu plato favorito.

Unos minutos después, estaban sentados a la mesa. A pesar de lo nervioso que estaba, Spencer consiguió relajarse lo suficiente como para mantener una conversación normal y sentir como que el tiempo no había pasado entre ellos.

Después de comer, se sentaron en el sofá a hablar con una taza de té. Luke notó el nerviosismo de su pareja en ese momento.

-Spencer, ¿qué pasa? Te conozco y sé que sucede algo. No me has invitado sólo por cortesía ¿no?

-No. El caso es que tengo que contarte algo -desvió la mirada al suelo, intentando coger valor para seguir. Volvió a mirarlo-. Después de pedirte un tiempo cuando me confesaste tu aventura con ese hombre, yo estaba hecho un lío. Te echaba mucho de menos pero me sentía totalmente traicionado.

Hizo una pausa, y Luke lo miró sin comprender.

-¿Qué intentas decirme?

-Un día en el parque, conocí a alguien, y durante un mes estuvimos viéndonos -lo soltó rápidamente.

Luke abrió y cerró la boca, pero no salió sonido alguno. Se había quedado estupefacto.

-Entiendo que te enfades y que no quieras…

-Tengo que irme. Voy a pensar lo que me has dicho -Luke lo interrumpió, se levantó y se marchó.

Max soltó un quejido lastimero, apoyando la cabeza en las rodillas de Spencer. Éste le rascó las orejas mientras se preguntaba si no habría perdido a Luke para siempre.

Continuará…