Capítulo 36
Erin sintió un suave roce en la mejilla y abrió lentamente los ojos. Aaron la miró sonriendo.
-Me tengo que ir ya. Hay café recién hecho, aunque todavía puedes dormir un poco más antes de tener que levantarte. Yo aprovecharía lo máximo posible -susurró y volvió a besarla-. Te llamaré esta noche.
-¿Qué hora es? -preguntó adormilada.
-Las cuatro y media.
Ella asintió volviendo a cerrar los ojos y se acomodó de nuevo cuando Aaron salió de la habitación. Ese fin de semana su madre iría de visita, y tenía que ir a recogerla a la estación. Negrito saltó a la cama y se enroscó a su lado, al calor de su cuerpo, ocupando el sitio dejado por Aaron.
Algo más de una hora después, Erin se levantó. Debía ir a la pastelería y comenzar a preparar los dulces, y aunque había dormido casi ocho horas, sentía como si llevara dos días sin hacerlo.
Entró en la cocina y fue directa a la cafetera. El café que Aaron había preparado ya estaba frío, pero podía calentarlo. Cuando cogió la taza con el café humeante y se la llevó a los labios, le sobrevino una náusea. Soltó la taza y corrió al baño.
Llegó justo a tiempo de vomitar en el inodoro, vaciando el contenido de su estómago durante unos minutos. Luego se apoyó en la pared cerrando los ojos. Unos segundos después, los abrió de golpe, consciente de la realidad que la golpeó de pronto.
-¡Oh, mierda, no! -se levantó rápidamente saliendo con prisa, casi pisando a Negrito que en ese momento pasaba a su lado por el pasillo.
Cuando Emily echaba la vista atrás y pensaba en su vida amorosa, no se sentía demasiado orgullosa de ella. Había tenido una sola relación seria, y se había llevado una gran decepción cuando él la había traicionado y pensó que nunca podría tener una vida como el resto.
Entonces pensó que se iba a dejar llevar y vivir su sexualidad como realmente quisiera. Era una mujer adulta, y si una noche le apetecía acostarse con un hombre y a la siguiente con otro, lo haría, sin importar lo que pensaran los demás. Sin embargo, y aunque su cuerpo disfrutaba al máximo, sentía un vacío en su interior. En lo más profundo de su ser, sabía que eso no era lo que quería.
Hasta que llegó Derek. Él consiguió que todo eso que esperaba, que envidiaba en los demás y anhelaba en su vida, se convirtiera en realidad.
Él hacía que se despertara cada mañana con una sonrisa, que esperara con ansias el momento de verse y que su corazón latiera más rápido con un leve roce de su mano. Derek se había convertido en poco tiempo en todo su mundo, y aunque eso la asustaba, también la hacía feliz. Por fin podía ver un futuro con alguien.
Había pasado la noche en su casa, pero él iba a pasar el día con Hank y no quería entrometerse en los planes de padre e hijo. Así que eran cerca de las diez de la mañana de ese Sábado cuando Emily estaba entrando en su casa. Se sorprendió un poco al ver a su hermana sentada en el sofá.
-¡Erin! Qué raro verte a estas horas aquí, pensé que ya estarías de nuevo en la pastelería. ¡Qué chollo tienes ahora con Tara y Jordan! Hacen lo que…-se calló de repente al ver la cara de su hermana.
Erin estaba sentada muy recta en el sofá, con los ojos rojos e hinchados y pálida como el papel.
-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? -la morena se arrodilló frente a ella.
-Estoy embarazada -susurró extendiéndole el test.
Emily se quedó boquiabierta, y bajó la mirada de su cara a sus manos. Cogió el palito que Erin le extendía, donde claramente estaba marcado que en unos meses, tendrían un nuevo miembro más en la familia.
Aunque estaba claramente feliz por ella, Emily vio que su hermana estaba asustada, así que en vez de hablar y decir algo que pudiera dañarla, se sentó junto a ella y la abrazó. Erin se dejó envolver por los brazos acogedores de su hermana, y se sintió un poco mejor.
-¿Qué es lo que te preocupa, Er? Vas a ser una gran madre, lo sabes.
-¿Y si Aaron no quiere ser padre? ¿Y si ahora que estamos más o menos bien se agobia y desaparece? -murmuró al borde del llanto.
-Algo me dice que Aaron no es de esos. Estoy segura que estará encantado con la idea de ser padre. Y mucho más si es contigo -dijo cariñosamente Emily apartándole un mechón de pelo de la cara.
Erin la miró con tristeza, luego apoyó la cabeza en su hombro.
-No sé si estoy preparada para esto.
-Ya verás como sí. Es normal que ahora estés preocupada y asustada, pero en unos días, la felicidad te desbordará. Y así, la hija de Alex tendrá un amiguito con quien jugar. Y seguro que serán inseparables, como vosotras.
-Entonces tú deberías hacer lo mismo, así el hijo de JJ no crecerá solo -se burló Erin.
-Bueno, yo puedo esperar un poco más -rio ella, aunque el pensamiento de tener un bebé ya se había enquistado en su pensamiento-. Me conformo con ser la tía Em para todos.
Ninguna dijo nada durante unos minutos, hasta que Erin, levantó la cabeza del hombro y miró a su hermana.
-¿De verdad crees que a Aaron le gustará la noticia? -preguntó nerviosa.
-Estoy segura de que sí, Erin -sonrió para tranquilizarla-. Lo que no entiendo, aunque por otra parte ha sido mucho mejor para ti después de lo que te hizo, que Mark y tú nunca tuvierais hijos. No os juzgo, pero después de tantos años juntos, y más habiendo comenzado tan jóvenes, lo normal es que hubierais tenido al menos uno. Nunca me he atrevido ha preguntártelo.
Erin bajó la cabeza, entre triste y avergonzada, y Emily notó que estaba ocultando algo.
-¿Qué pasa? ¿Hay algo que no me has contado? -preguntó con cautela.
-Cuando tenía veintisiete años, me quedé embarazada -dijo en voz baja. Emily emitió un pequeño chillido de sorpresa-. Me encontraba mal y fui al médico, que me hizo un chequeo. Estaba de cinco semanas.
"Estaba feliz, pero cuando llegué a casa dispuesta a contárselo a Mark, lo escuché hablar por teléfono. Estaba hablando con una mujer, supongo que con la primera con la que me engañó.
Salí corriendo, estuve todo el día fuera de casa deambulando y pensando en qué hacer. Cuando volví a casa, Mark me había dejado una nota en la que me decía que saldría con sus compañeros del bufete, y que no lo esperara.
Supongo que fue por todo el estrés del día, de saber que mi marido me engañaba o por Dios sabe qué, pero esa misma noche, perdí al bebé"
-¿Y por qué no me lo has contado hasta ahora? ¿Elizabeth lo sabe?
-No lo sabe nadie. Nunca se lo conté a Mark, y me cuidé mucho de no volver a tener un descuido. Él se encargó varias veces de decirme que no quería tener hijos…conmigo claro -respondió bajando la mirada-. Y tú estabas de viaje por Europa, no quería estropearte el viaje. Sólo pasé unas horas en el hospital, luego me tragué mi dolor.
-Oh, Erin -Emily volvió a abrazarla-. Sabes que eso no te va a pasar con Aaron ¿verdad? Él estará a tu lado.
Ella asintió despacio, con las lágrimas desbordando sus ojos.
-Pero no me vuelvas a guardar ningún secreto ¿vale? Las hermanas no hacen eso.
-Vale -respondió Erin sonriendo levemente.
Emily la besó en la mejilla y apretó su mano. Le hacía mucha ilusión convertirse en tía, y esperaba que por fin, Erin tuviera su final feliz junto a Aaron.
Spencer apenas había podido pegar ojo en las dos semanas que habían pasado desde que le había confesado la verdad a Luke.
No había tenido noticias suyas, y eso lo preocupaba. Se dio cuenta que las tornas habían cambiado, que ahora era él que esperaba con el corazón en un puño a que Luke tomara una decisión.
Aún así, no se arrepentía de habérselo contado. Sabía que si se lo hubiera guardado para sí mismo, no podría vivir con el secreto para siempre.
Acababa de sentarse a intentar leer un libro, cuando sonó el timbre. Max soltó un ladrido y corrió a la puerta. Spencer se sorprendió gratamente cuando vio a Luke al otro lado de la puerta.
-¿Puedo pasar? -preguntó con una ligera sonrisa.
-Claro. Por supuesto -se apartó a un lado para que entrara-. ¿Quieres un té, un café o…algo más?
Se quedó mirándolo con extrañeza, por la expresión que el otro hombre tenía en la cara.
La sonrisa de Luke se ensanchó, se acercó a él, agarró su cara con las dos manos y lo besó. Spencer estaba tan atónito que tardó un par de segundos en devolverle el beso.
-No me importa lo que haya pasado, Spencer. Los dos hemos cometido errores, sí, pero yo te quiero, y creo que tú también -asintió-. Entonces vamos a olvidarlo todo y volver dónde lo dejamos. Yo tengo claro que no voy volver a hacerlo nunca más. Lo he pasado realmente mal. Y pude entender cómo te sentiste tú después de tu confesión. Quiero estar contigo Spence, sólo contigo.
-Y yo contigo.
Y con otro largo beso y Max correteando feliz a su alrededor, sellaron su promesa de volver a estar juntos.
Continuará…
