CAPÍTULO XLVI
AFLICCIÓN
(Hace cuatro años y cuatro meses. Moskrov)
Incómodos y sabiendo que la muerte podría sorprenderlos una vez que del camión descendieran, aquellos hombres y mujeres aguardaban el momento de la inevitable llegada.
"¿Tienes miedo?", cuestionó el pelinegro Alexei.
"No", replicó su hermano llevándose un cigarrillo a los secos labios, sin embargo a sus ojos asomaba el terror que conforme se acercaban a aquel punto iba embargándolo.
Del otro lado del camión, los dos médicos que habían sido arrancados de su clínica permanecían en silencio y con la mirada fija en el metálico suelo, pero siempre tomados de la mano.
Frente a ellos y sin haber articulado palabra alguna durante todo el trayecto, el rubio Haruka aferraba las manos al fusil que hacía tres días le habían entregado.
Otros hablaban por lo bajo, mientras que muchos eran los que de cuando en cuando y conforme el camión avanzaba entre las ruinas, se estremecían ante la grotesca sinfonía que el rugir de la artillería creaba.Y frente a todos ellos, su orgulloso comandante se alzaba.
A lo lejos, los únicos sonidos que pudieron percibir fue el del estallar de las bombas y el cantar de las armas.
"¿Lo escuchan?... ese es el verdadero sonido del infierno", emocionado por llegar al campo de batalla, exclamó.
Ningún de los ocupantes replicó y ante el pesado aroma a pólvora, en silencio hicierón sus oraciones.
El rubio observó por la ventana, contemplando a lo lejos el resplandor de las llamas que todo lo devoraban y el humo que se alzaba y no permitía ver el estrellado cielo.
"Hace cuatro días le prometí a mi hijo que no pelearía, hace tres él y mi esposa murieron. ¿Es qué hoy yo también voy a morir?", se cuestionó y luego cerró los ojos, mas su gesto no significaba que tuviera miedo.
"Ya conocen las reglas. Las armas son escasas, así que todo aquel que tenga una debe cuidarla, quienes no tienen deben pelear incluso con las manos para lograr conseguir una", el comandante por tercera vez les recordó. Y es que así funcionaba aquello, por cada soldado muerto era un arma disponible. Arma que indudablemente terminaría pasando de mano en mano.
Ante sus palabras Haruka se aferró con fuerza a la suya. "No puedo permitirme perderla"
"Esos hijos de perra no han podido tomar la capital gracias a que incluso nuestros valientes hijos han contribuido. Ellos y las mujeres cavan zanjas alrededor de la ciudad, lo que no ha permitido que muchos de sus tanques ingresen. Así que no debemos defraudarlos, peleemos para echarlos de nuestra tierra. Y ya verán que un día seremos nosotros los que estaremos a las puertas de su capital. La diferencia entre ellos y nosotros será que no podrán hacernos retroceder, venceremos", emocionado el comandante expresó.
"¿Será posible que esta noche yo sobreviva y llegue hasta Tremlin?", Haruka se cuestionó.
El camión finalmente se detuvo, abriendo sus puertas.
"De aquí a la victoria", el comandante, tomando su arma saltó fuera, dirigiéndose a prisa hacia el combate.
Y apenas aquellos hombres y mujeres lo hicieron, contemplaron lo que quedaba de la ciudad.
El fuego todo lo rodeaba y el rugir de las incansables metralletas se confundía con los inentendibles gritos de unos y otros.
Era un infierno terrenal.
"¡Maldición!", lejos de saber que él sería de los pocos en llegar al Norte, chillo Nikolai.
"Sabíamos que sería así, hermano. Mantente a mi lado en todo momento"
Por su parte Haruka cargó su arma tal y como se lo habían explicado.
"Si, esta noche he de sobrevivir y juro por mi esposa y mi hijo que he de llegar a ese maldito lugar", lanzándose por primera vez a la batalla, Haruka pensó.
(Presente)
Contrario a lo que muchos de ellos pensaron el día anterior, el clima no mejoró, empeorando durante la madrugada e inundando las calles, lo cual provocó que muchas de las debilitadas construcciones sucumbieran ante la humedad que en los lastimados cimientos se había formado.
"Espero y este lugar no corra con la misma suerte", contemplando el alto techo, el rubio expresó.
Preocupada porque en cualquier momento podría perder el único lugar seguro con que contaba, la aguamarina se mordió los secos labios. "¿Cuándo es que dejará de llover?"
"Imposible es saberlo... Ahora tengo que salir, pero por favor, si escuchas cualquier ruido extraño no dudes en abandonar el lugar. Espero no demorarme"
"Si, coronel"
"Bien", Haruka, no deseando dejarla sola, pero haciéndolo por mera necesidad, expresó cerrando la puerta detrás de él.
"Espero y de verdad no se tarde", asustada ella pensó.
Sin imaginar lo que estaba a punto de saber, el rubio avanzaba por aquellas calles, hasta que se vio abordado por un oficial de correos.
"¿Es usted el coronel Haruka T.?"
"Si, soy yo", replicó.
"Tengo correspondencia para usted de parte del general Volkov", tomando el húmedo sobre, se lo entregó.
"Puede retirarse", contento porque se trataba de una carta del alto mando, sonrió con esperanza. "¡Vaya! quizás se trata de la respuesta a mi solicitud", pensó y rompiendo el sello, tomó la única página que contenía.
Y mientras iba leyendo la orden dada, frunció el entrecejo y su rostro se empalideceo. "¿Qué demonios es esto...?, ¿En tres días debo regresar al Sur?", incrédulo murmuró.
"Coronel... coronel", emocionado, Nikolai corrió hacia él. "¿Ya se enteró de la nueva disposición?"
"¿De qué muchos tenemos que volver al Sur?", con voz temblorosa cuestionó.
El joven soldado sonrío; "¿Puede creerlo?, después de cuatro largos años por fin puedo regresar a casa, o al menos a lo que queda de ella"
"Me alegro mucho por ti", lejos de compartir esa alegría y bajando la mirada, murmuró.
"Que buena suerte la suya. Por fin regresan a nuestra patria, en cambió yo tengo que seguir aquí", sin mucho ánimo expresó el tuerto Fiódor.
"Regreso a casa. Estoy segura de que cuando mis hijos me vean no me van a reconocer", Masha, cuyo esposo había sucumbido durante los primeros días del conflicto, dijo.
"Ojalá mi padre y mis hermanos estuvieran vivos para volver juntos al lado de mi madre", Olga, quien decidió unirse a los hombres para buscarlos luego de no recibir sus cartas, agregó.
Por su parte la rubia Mina tan solo observaba y escuchaba la algarabía de sus camaradas.
"¿Qué hay de ti, cariño?", Fiódor cuestionó al verla tan callada.
"Para mí no hay nada, como siempre. Debo permanecer aquí hasta nuevo aviso", contesto cruzando los brazos sobre su pecho.
Ante sus lastimosas palabras Fiódor negó con la cabeza y tomando su mano, expresó; "Cariño, si bien parece que la vida se ha ensañado contigo, ya verás que algún día, el menos pensado, te devolverá mucho de lo que has perdido"
"He perdido cosas que jamás podré recuperar... ni siquiera sé si mi casa sigue en pie", contestó mientras se encogía de hombros.
"No lo creas así, estás viva y aún hay alegría en ti. Aún puedes ser feliz, ¿O no lo crees así, coronel?", el tuerto hombre expresó, dirigiendole al rubio una pícara mirada.
Ante sus palabras él se sonrojo y Mina desvío la mirada.
"Yo también ya quería volver", dijo la castaña Lita.
"Mala suerte la nuestra, sin embargo supongo que seremos los próximos en recibir la orden", de forma ligera Dimitri también se encogió de hombros.
A prudente distancia la cirujano Mizuno los observaba, centrando la mayor parte de su atención en el rubio Kirill.
Él, también en silencio y sin mucho ánimo, guardó el sobre en el bolsillo de su abrigo.
Ella bajó la mirada y sin ninguna prisa volvió a la clínica.
"Amy, tengo que volver a mi hogar y al lado de mi familia. ¿Cómo puedo decírtelo sin que me duela?", afligido el comandante pensó.
(Cerca de ahí)
Habiendo mal dormido a causa de lo sucedido la noche anterior, la pelinegra Rei se contemplaba en el espejo. Luego con el dorso de la mano se limpió el llanto que acudió a nublarle la mirada.
"¿Por qué, Nicolás?, ¿Me culpas?, ¿Cuándo vas a recapacitar?, ¿Por qué te empeñas en seguir lastimándonos?", afligida cuestionó a la nada.
-Flashback-
Ella, desnuda, tumbada sobre la cama y con la cabeza apoyada en el pecho de su amado, sonreía no solo ante su regreso, sino ante lo que acababa de suceder.
Nicolás, entrelazando sus dedos en sus negros cabellos, en silenció y muy pensativo contemplaba el alto techo.
Rei sonrió una vez más y reincorporándose un poco, lo miro a los ojos.
"¿Ocurre algo, Nicolás?", cuestiono y estirando su mano, le acarició las mejillas. "¿Por qué no dices nada?"
Él por su parte se quedó en ese silencio.
"¿Estás bien?, ¿Hay algo que te aqueja?, ¿Cómo puedo ayudarte?", ella insistió.
Él, escapando a su tierno agarre, tomó sus ropas y luego con rapidez comenzó a vestirse.
"Tengo que irme", sin atreverse a darle la cara, dijo mientras se abotonaba la camisa.
"¿Irte?, ¿A dónde?", cubriéndose con la sábana, ella cuestionó sin comprender.
"Eso es lo de menos", caminando hacia lo que quedaba del tocador, con los desnudos dedos se acomodó el cabello.
"¿Qué significa esto?, yo... pensé que habías regresado para quedarte", tomando sus ropas, se vistió.
"Siento mucho que hayas malinterpretado las cosas, Rei. De verdad no era mi intención volver a lastimarte", él replicó y cerrando la puerta detrás de sus apresurados pasos, abandonó su hogar.
Ante sus acciones, la pelinegra se quedó sin aliento.
"Es imposible, por más que nos esforcemos ninguno de los dos puede olvidar lo sucedido, tratar de hacer como si nunca hubiera pasado es en vano", cerrando los ojos, por un breve instante recordó el infierno vívido. "Ahora más que nunca estoy convencida de que hacia mí solo siente repulsión"
La puerta se abrió, dejando entre ver a un confundido chiquillo.
"¿Papá?", lo llamó en voz baja. "¿Dónde está?... ¿Se ha ido?"
"Tuvo que hacerlo", afligida ella contesto mientras lo envolvía en sus brazos.
"¿Por qué se fue, si la guerra ya terminó?, ¿Cuándo va a regresar?", hundiendo la cabeza en su pecho, cuestionó.
"No lo sé", a punto de romper a llorar, ella contestó.
-Fin flashback-
Volviendo a limpiarse el rostro, la joven sonrió, aunque de forma forzada.
"Nada gano con seguir lamentándolo, si él ya tomó su decisión nada puedo hacer para echarla abajo. Él no me necesita, mi hijo si y es por él que debo continuar"
(En la clínica)
Amy, volviendo a darle una rápida lectura a la orden recibida, negó con la cabeza.
"Que curioso, hace cuatro años estaba muy ansiosa por regresar a casa, ahora...", expresó y luego se deshizo de ella.
"Amy, ¿Estás ahí?", desde detrás de la puerta Kirill llamó.
"Si, adelante"
Vacilante él ingresó. "Tú también tienes que regresar, ¿Verdad?"
"No", contestó.
"¿No?, pero he visto que te han entregado..."
"Una orden totalmente diferente a la tuya. Mi trabajo en este lugar es importante y por eso mismo el general Volkov me ha pedido permanecer en mi sitio"
"Yo... yo si tengo que regresar... en tres días"
La cirujano sonrió; "Me alegro mucho por ti. Tus hijos y tu esposa se pondrán muy contentos."
"Si, tienes razón", bajando la mirada se mordió los secos labios. "Entonces no te molesto más, tengo trabajo que realizar", dijo y caminando hacia la entrada, cerró la puerta detrás de él.
Amy, en silencio lo observó marcharse. "Kirill, no hace falta que me digas nada, en tus ojos puedo adivinar que es lo que te pasa y creeme, me hace mas daño a mí que a ti", limpiandose el llanto, murmuró.
(Ea noche)
Lejos de estar contento por las buenas raciones que consiguió para él y su amada, con pasos lentos Haruka regresaba a casa, como tratando de hacer más largo el camino.
Los hombros caídos y la mirada baja, no eran otra cosa que una clara señal de que aquella noticia lo había hundido en una nueva tristeza.
"Durante cuatro años no pensé en otra cosa que no fuera sobrevivir para llegar a la tierra de los asesinos de mi esposa y mi hijo, hoy que estoy aquí mi pensar y sentir son diferentes. Si ellos vivieran ahora mismo estaría muy contento por regresar a su lado, sin embargo para nada me alegra tener que hacerlo", pensó mientras que con el dorso de la mano del rostro se limpiaba la lluvia, ¿O acaso era llanto. "¿De qué forma podré decirle a ella que tengo que regresar?, ¿Cómo voy a decirle que dentro de tres días tendrá que estar sola?", apretando el puño murmuro.
Mientras tanto, impaciente la aguamarina aguardaba por él.
"Dijo que no se tardaba y sin embargo ya se hizo de noche", observando por la ventana, lo único que pudo ver era ese desolador panorama. "¿Le habrá pasado algo?..., ¿Qué pudo haberlo retrasado?..., ¿Estará con alguien más?", presa de las más terribles dudas, la joven tomó asiento en el sillón. "No me queda de otra mas que seguir esperando, imposible es que vaya a buscarlo, pero si al amanecer no ha venido, iré a donde la médico para asegurarme de que no esté enfermo o herido"
Pero entonces escucho aquellos pesados pasos y luego la puerta se abrió, permitiendo que él ingresará
"Buenas noches", saludo como era costumbre. Deshaciéndose del pesado abrigo, lo colocó en el perchero.
"Buenas noches, coronel", aliviada respondió.
Caminando hacia la mesa del centro, colocó los alimentos.
"Te traje leche, carne y pan", dijo evitando verla a los ojos, pero no porque le avergonzara, sino para que no notará que había llorado.
"Gracias, coronel"
Él asintió ligeramente; "Tengo mucho frío, iré a tomar un baño. No me tardo", expresó mientras subía las escaleras.
Michiru, siguiéndolo con la mirada, no comprendió a que podía deberse su actitud.
"Ire a preparar la cena", sin imaginar lo que más adelante escucharía, murmuro...
Sentados a la mesa, ambos conversaban.
"El edificio es fuerte, sin embargo no hay que confiarnos mucho", dijo él sin casi haber probado bocado.
"Ojala y no se hunda", contemplando las húmedas paredes, ella señalo.
Haruka asintió un poco; "Tienes razón, solo hemos pensado en que podría derrumbarse"
Ella, notando que había algo que lo afligía, en su mirada trató de adivinar que podría ser, sin embargo le resultaba imposible.
"No crei que tan pronto tendría que despedirme de ella", pensó contemplando el techo del comedor.
"¿Se encuentra bien?", luego de mucha indecisión se atrevió a hablar.
Él ni asintió ni negó, formando entre los dos un incómodo silencio.
"¿Coronel?", preocupada insistió.
"Pasa que por orden de los altos mandos en tres días tengo que volver a mi hogar", finalmente confesó.
Ante sus inesperadas palabras la aguamarina enmudeció...
Notas de autor;
Kiohmaru; Nicolás hace mas mal que bien, se victimiza demasiado sin ver que por sus acciones su familia sufre. No se esfuerza nada por ellos.
Michelle; A Haruka se le esta acabando el tiempo. Nada le cuesta con hacerle frente a sus sentimientos y a lo que pueda ocurrir. Ambos deben pensar mas en su bebé que en ellos mismos.
Isavellcota; Haruka fue muy valiente como para pelear durante cuatro años, sufrir heridas, hambre, frio y cuanta peripecia se le presento, pero frente a Michi es un cobarde. O quizas haber atestiguado tanto dolor lo volvió un hombre inseguro, y no nada mas a él, sino a muchos de nuestros personajes. Sin duda son situaciones que marcan para siempre.
