Después de aquella extraña reunión, Trafalgar Law no dejaba de recibir extrañas llamadas mientras que la tripulación Heart estaba en alta mar.
Era la voz de un hombre diciendo números aleatorios. A primera vista parecía ser un código bastante primario para una localización al que, claramente, no iba a ir. Era una trampa demasiado evidente, del que no confiaba en lo más mínimo. Después de aquella extraña y poco secreta reunión que habían compartido, prefirió sentarse solo en su habitación a intentar conectar los puntos de cada uno de los extraños sucesos que se habían cruzado en todo ese tiempo desde la primera vez que tuvo relaciones que la capitana rival.
Sentía que, fuera lo que fuera que estuviera planeando Nami con los sombrero de paja, los revolucionarios y aquellos marines, no debía ser para nada trigo limpio.
¿Una traición? ¿Un gran golpe en contra de la marina? Le faltaban tantos datos que solo podía crear locas hipótesis.
No se imaginaba a alguien como Nami haciendo una elaborada traición, más después de escucharla decir que quería mantener viva la voluntad de Bell-Mere. De la misma forma, no se imaginaba haciendo una infiltración tan primaria entre los revolucionarios para cazarlos. Y, en todas esas ecuaciones, se veía claramente que ella estaba enredada con alguien más y que ellos, los Heart, no debían estar ahí. Desde aquel extraño rubio que se había liberado con esa extraña llave, los mapas, las instrucciones que robo… y que luego le robaron.
No podía olvidar que alguien había traicionado su confianza al robarle toda aquella información y las cartas de navegación que el mismo había quitado a la marina. No habían perdido más información relevante, por lo que sí o si se le hacía demasiado curiosa la traición de confianza que esa persona le estaba haciendo.
Si es que estaba traicionando su confianza y no lo estaba salvando de enredarse en una historia que no les pertenecía.
Todo era demasiado confuso.
Law sacudió la cabeza, queriendo borrar ese tablero imaginario en el que estaba queriendo conectar todos aquellos puntos y, una vez más, empezar de cero.
Y el rostro sonriente de Nami se volvió a cruzar por su mente. Hermosa, radiante, bella y, sobre todo, única. Se derritió al recordar como ella se veía de preciosa en algo que no fuera el uniforme de la asquerosa marina. Aquel vestido de noche que le había quitado, el cárdigan… se veía linda con cualquiera de los vestidos con las que la había visto, más desnuda todavía.
Aquella mujer lo estaba llevando a los infiernos con una sonrisa tan hipnótica como el botar de sus senos cuando tenían esos actos tan prohibidos a la espalda de la gente. Ya no solo eso, el comprender que quería más de ella, sabía nombrarlo como lo que era: amor. Estaba seguro de que estaba enamorado de su fuerte carácter, de domarla en contra de lo que fuera, de verla curar a Bepo y tratar bien a Ikkaku.
A pesar del nuevo día, Law no quería soltar aquel espejismo. Incluso había fantaseado más escenarios ficticios en su intimidad, imaginando tantas cosas con ella que su mano estaba cansada.
"Tierra a la vista" se escuchó gritar a uno de sus nakamas.
Sorprendido, Law entro en la sala del timonel. Aun debía quedar mucho para llegar a una nueva tierra, él había planeado una isla completamente diferente, al que aún le debían quedar días de viaje. Al fijarse que tenía las banderas del gobierno mundial sus alarmas internas sonaron y pidió que se sumergieran y salieran los más rápido posible. Aquello debía considerarlo sabotaje, alguien había modificado sus planes sin su aprobación y lo estaba llevando al matadero. Todos obedecieron y, con los chicos, buscaron una forma de rodear el lugar y salir sin ser detectados.
Mientras su timonel hacía aquellas maniobras peligrosas, no dejaba de preguntarse, al borde de un ataque de ira, quien había sido el idiota que había cambiado el curso del polar y nadie se había dado cuenta.
Las coordenadas misteriosas. Las voces masculinas. La estúpida reunión que fue por el rubio. ¿Quién estuvo siempre ahí?
"He podido dar la vuelta y estamos en una parte trasera. El mapa es confuso y el log pose necesita un reinicio… lo siento, capitán"
"Buen trabajo" suspiró Law sin apartar la vista
Aquello no aliviaba ninguna de sus dudas y el hecho de que estuvieran nuevamente en la boca del lobo era desagradable. Llamó a toda su tripulación a la sala del comedor. Cada Heart se sentó y observó con detenimiento los movimientos de su capitán. En como los rodeaba de uno en uno y los estudiaba con detenimiento.
Ya no había ninguna duda, Law tenía un traidor en su tripulación.
Si buscaba al traidor, tendría las coordenadas de nuevo, podrían seguir con su viaje y así podría obligarlo a que le contara que era lo que estaba ocurriendo con todo aquel enredo. Sin embargo, decidió que lo buscaría más adelante. Al salir del Polar Tang, se dio cuenta de que no estaban solos y que su compañía no vestía de blanco.
Era Koala. Estaba malherida, con la ropa hecha girones y arrastraba la pierna izquierda. Al verlo a él, se quedó extrañada y poco a poco, su gesto de tranquilidad y casi de alivio se transformaba a uno de horror.
"¿Trafalgar?" se quedó sorprendida al verlo "¿Y la capitana Nami? Sabo dijo que estaría ella… ¡joder!"
"¡Pare ahí, señorita!" le ordenó con voz autoritaria Law al fijarse como, a pesar de sus heridas, quería regresar "¿Qué tiene que ver Nami-ya?"
"A ti no tengo porqué contarte nada" respondió de mala gana, dándole la espalda "dijiste que los Heart no entraríais en esto"
"¿Dónde está Nami-ya?"
Todos fueron testigos del inusual tono de voz que había usado el capitán de los Heart, insistiendo por saber que le había pasado a su mayor rival. Su rostro se veía completamente alterado, un enfado completamente desmedido y estaba a centímetros de agarrar a la chica con fuerza. La obligó a encararlo, a enfrentarse a él. Solo por ello, vieron como la revolucionaria suspiraba y terminaba de ceder, aunque daba muy pocos datos.
"Si no está aquí… aun la debe tener ese hijo de puta retenida" dijo manteniendo un rostro de completo enfado "Debería…"
"Iré yo" cortó el capitán mientras la soltaba "espera en el Polar"
Antes de escuchar cualquier queja, Law dejó a la chica con la palabra en la boca y emprendió el camino. Podía escuchar algunas quejas, pero el cirujano los desoyó por completo. Sabía que podía seguir interrogando a la revolucionaria, terminar de armar aquel maldito rompecabezas del que Nami era el centro y saber como actuar, pero verla tan magullada y saber que había un marine que la estaba reteniendo, eran verdaderas malas noticias.
Se infiltró en la base con sumo cuidado. Manteniendo la calma, fue revisando cada pasillo, buscando algún uniforme con el que camuflarse con aquellas boinas blancas. El ambiente estaba algo agitado, la gente no dejaba de correr y había una voz de alarma silenciosa. No queriendo perder más tiempo con aquellos, lo achacó a que se darían cuenta de la ausencia de la revolucionaria y se estarían en su búsqueda.
Aquello le estaba recordando demasiado a otros episodios desagradables de enfrentamiento con la peli naranja. Pero había un gran sol, no había ni pista de Zeus o cualquier otra nube… Era demasiado evidente que algo no estaba yendo bien. Cualquiera que se había enfrentado a Nami sabía que siempre usaba la lluvia a su favor. En todo ese tiempo, había perfeccionado sus habilidades para ser una buena marine, incluso era capaz de detectarlo con aquello que, en más de una ocasión le grito que eran trucos de magia baratos. Por lo que todo aquello simplemente era que estaban fingiendo buscar a esa chica.
Todo era demasiado confuso.
Escuchó golpes. Puso la oreja detrás de la puerta y escuchó quejas de una voz femenina. Era ella. Podía reconocer esas quejas y gritos en cualquier lado.
Sin meditarlo, en un impulso muy propio de otro tipo de capitanes, abrió la gran puerta.
Lo que vio, lo enfureció a tal grado que su lado más sádico se había despertado.
Era la primera vez que veía a la orgullosa capitana marine Nami en una posición tal vulnerable y que no fuera su maldita culpa. Su ropa estaba rota, en el suelo y solo tenía su ropa interior, en un conjunto de lencería bastante sencillo. Descalza, intentaba a base de patadas quitarse a aquel marine de dos metros de encima. La estaba aprisionando contra la pared, ambas manos se cerraban sobre su fino cuello, el cual ya se veía rojo y, lo más asqueroso, podía ver el bulto de su entrepierna restregarse como el de un can contra el muslo de ella.
Fue un impulso. Activó el room y, con las habilidades de su fruta, le quitó su palpitante corazón. Con una medio sonrisa, de una forma sádica, apretó el órgano en su mano. Escuchó las quejas de ambos marines mientras que cada vez, apretaba más fuerte. Cansado de que se escuchara más a la capitana que al otro sufrir, de su bolsillo, agarró un puñal, con el que asentó varias puñaladas seguidas, ensañándose con el marine que caía a los pies de la casi desnuda mujer. Nami se quedó pálida, viendo como el capitán de los Heart, estrujaba y acuchillaba ese corazón con aquella terrorífica mueca.
"¡No debiste matarlo, Law, joder!" se sorprendió Nami mientras buscaba algo con lo que taparse entre los restos de su ropa. Law no respondió y simplemente le tiró su capa. Algo que ella le tiró de vuelta "¡Márchate antes de que se den cuenta de que estás aquí!"
"Koala está en mi barco" le notificó con un tono de voz nada usual en él
"Debía ser…" murmuró ella mientas se intentaba colocar rápido su roto uniforme
Ella paró de golpe. Sus prendas cayeron al suelo y, antes de que Trafalgar pudiera preguntar porque, ella ya le había propinado un gran puñetazo en la cara. En el suelo, Law quiso articular palabra, pero vio como la mirada de ella estaba aterrorizada, al frente. Escuchó varias pisadas fuertes. Botas de marine. No estaban solos. Alguien más había entrado.
"¡Llame a los refuerzos, superior!" gritó la capitana de pronto
Trafalgar se puso de pie e intentó pelear contra ella, queriendo arma una escena creíble. Nami no terminaba de fingir bien los golpes, no estaba luchando de verdad y cualquiera lo podía ver. Le estaba queriendo regalar una oportunidad para escapar, por razones que él no terminaba de entender.
Ese maldito puzle otra vez: ya no solo el hecho de que fuera un pirata en territorio enemigo, el estado y el terror de Koala, además de la escena por la que había matado a ese gigante marine, queriendo abusar de Nami… Lo necesitaba vivo y fuera. Si no, todos sabían que, a pesar de estar en ropa interior, le hubiera puesto unas esposas con las que evitar que se pudiera escapar.
La mirada de ella suplicaba que se marchara. Entre aquellos falsos golpes, hacía pequeños gestos con los que indicaba la ventana por la que debía saltar. Ella misma lo estaba guiando en ese "violento" compas. Trafalgar se negaba. Si se iba, se iría con ella y se la llevaría aunque estuviera en ropa interior y descalza. Intentaba alcanzarla solo para agarrar y llevarla, como si fuera un mal secuestro.
Aquel señor no se marchaba. No decía nada. Miraba todo como si estuviera esperando algún nuevo tipo de final. Él estaba en desventaja, ese señor podía intervenir y matarlo, pero simplemente estaba ahí, cerca, con una mirada y una sonrisa nada sospechosas. Esperando paciente a algo que no terminaba de ocurrir ya que Nami no dejaba de prácticamente regalarle la vía de escape y, simplemente Law no lo aceptaba.
Tiró de ella en dirección contraria, dando la espalda a dicho marine. Había sido un muy mal movimiento. Cuando se quiso dar cuenta, sin poder evitar absolutamente nada, fue un mal testigo de como ese superior, atravesaba a la capitana y heroína con un sable. La mirada de Nami se quedaba en blanco, en lo que caía a los pies de aquel señor.
"Rosinante y Bell-Meré estarían muy decepcionados…" se rio aquel gran marine "pobre gatita… ¡Ya has matado dos marines, Trafalgar!"
Aquel señor sacó de su uniforme aquellas malditas esposas de Kairouseki. Comprendiendo que era lo que debía priorizar en ese momento, utilizando las habilidades de su fruta, con un room y shambles agarró a Nami y salió de lugar. Solo en ese momento se escucharon las sirenas de alarma a su espalda. Le restó importancia. Mientras corría con el débil cuerpo de la marine, sabía que a pesar de la sangre y la herida, aun estaba vivía…
Aun podía salvarla, si llegaba rápido al Polar…
No podía dejar que otra persona que amaba muriera y menos en sus brazos.
