Notas: Bueeenas, la fiesta, se viene la fiesta... La verdad es que adoro el ambiente más relajado de esta historia y poder permitirme puntos más graciosos, o al menos lo intento. Espero que os saquen una sonrisa al igual que a mí, y que no se note mucho lo inexperta que soy bebiendo y saliendo de marcha.

Tengo que confesar que este capítulo es el que he reescrito más veces en toda mi vida, ha sido muy complicado que todo se sintiera en su lugar. No exagero cuando digo que hubo 4 versiones de esta parte de la historia antes de la que váis a leer finalmente, por lo que deseo de todo corazón que os guste el resultado, ha sido todo un desafío :') ¡Os leo!

Terminamos la cena mientras conversábamos cómodamente. Su compañía se me antojaba cada vez más agradable y familiar, por lo que agradecía haber dejado de usar los honoríficos a partir de aquella noche.

- Entonces, ¿decías que no eres de Tokyo? – Me preguntó mientras nos abrigábamos para salir fuera.

- No. – Respondí. – Pasé mi infancia y adolescencia en el campo, con mis padres y mi abuela. ¿Y tú, Sesshomaru? Tienes un acento peculiar.

- Me he mudado muchas veces a lo largo de mi vida, es posible que sea por eso.

Sus respuestas respecto a ciertos temas personales eran ambiguas y misteriosas, incentivando mi curiosidad. Sin embargo, no quería que sintiera que estaba en mitad de un interrogatorio, por lo que simplemente me anotaba aquellos comentarios de forma mental para indagar en ello más tarde, si se daba la ocasión.

Una vez fuera del restaurante, tomé mi teléfono y busqué la dirección de la discoteca donde me había citado Tomoki.

- Se ve que no queda muy lejos la Sala Adam que ha mencionado Tomoki... – Informé a mi acompañante. - ¿Te importa que vayamos a pie?

- Por mí no hay ningún problema. No obstante, me pregunto si tú estarás bien.

Observador, el hombre señaló la gruesa plataforma de mis botas.

- Oh, bueno, de momento… creo que estaré bien.

Él no pareció muy convencido con mi respuesta, aunque no añadió nada más al respecto. Siguiendo las direcciones que indicaba San Google, llegamos a la luminosa puerta de un garito. No lo había pensado antes, pero la decoración y el ambiente que rodeaban el lugar me hicieron notar que se trataba de un bar gay. Bueno, tenía sentido, siendo Tomoki, sólo esperaba que este hecho no incomodara a Sesshomaru... Y si lo hacía, bueno… Querría decir que era un imbécil, por lo que traté no preocuparme por eso. O salía bien o sabría a ciencia cierta que era un hombre que no merecía la pena.

Sin embargo, Sesshomaru no realizó ningún comentario mientras esperábamos para entrar en la sala. Parecía indiferente a todo lo que nos rodeaba, como si estuviese ajeno a toda la situación. Tras pasar el control del hombre de seguridad apostado en la entrada, entramos al antro, con el ambiente cargado por la música y abarrotado de gente. Me giré para comprobar que el profesor seguía a mi lado, ofreciéndole mi mano.

- Vamos a tener cuidado de no separarnos, Sesshomaru. Esto está llenísimo.

Quizás fue mi imaginación o simplemente estaba distraído, pero me pareció que él dudaba un instante antes de sujetar mi mano. La estrechó con fuerza, en un gesto mucho más íntimo de lo que yo había pretendido inicialmente. Sin embargo, no podía decir que me desagradase. Tragué saliva, y comencé a avanzar entre la multitud hasta que escuché una voz por encima del ruido, que era imposible para mí no reconocer:

- ¡Hola, Riiiiiiin…! -Exclamó Tomoki con un sonoro gallo cuando me vio aparecer entre la muchedumbre de la sala Adam de la mano de Sesshomaru. Me sorprendió que no vertiese la mitad de su copa en mitad de su más que evidente sobresalto.

Mi amigo Tomoki, historiador, era un joven alto, de cabello rubio y complexión delgada. Vestía unos pantalones ajustados de color plateado y una estrecha camiseta sin mangas rosa neón. Sin duda, cumplía todos y cada uno de los estereotipos de un maricón de manual dentro de un bar de ambiente como aquel. Se encontraba de pie alrededor de una mesa redonda junto con otros dos muchachos de aspecto muy atractivo. Se notaba que todos ellos se cuidaban bastante, con los brazos definidos y la piel perfecta bajo las luces de neón.

- ¡Hey, buenas noches…! - Le saludé como pude por encima del zumbido reinante dentro del local.

Mi amigo le dejó su bebida a uno de sus acompañantes y se encaminó hacia nosotros como una exhalación.

- ¡Vaya, sabía que no vendrías sola, pero no me esperaba…! – El rubio se rascó la nuca, notablemente incómodo por el hombre que estaba de pie a mi lado. - Bueno, un placer reencontrarnos, profesor Taisho, aunque… no esperaba verle de nuevo bajo estas circunstancias.

El catedrático escudriñó bajo la escasa luz de club a su antiguo alumno con una expresión totalmente inescrutable. Cada segundo que pasaba sin responder, más pesado y enrarecido se volvía el ambiente.

- Yo tampoco… - Musitó el hombre de cabello plateado, con la voz ahogada por el bullicio de la gente y el volumen de la música. - ¿Dónde podemos pedir algo? – El catedrático cambió de tema abruptamente, haciéndome pensar que no parecía cómodo con la interacción social desde que habíamos llegado.

- ¡L-la barra está por allí, profesor! ¡Si nos disculpa, necesito un momento a mi amiga, ahora se la devuelvo!

Tomoki me tomó del brazo para arrastrarme consigo al otro extremo del local, abandonando a mi acompañante tras nosotros. Por culpa de sus prisas, casi tropiezo varias veces con las piernas de las personas que danzaban de un lado a otro.

- ¡Para un poco, Tomoki! ¿Qué mosca te ha picado? – Exclamé, deteniendo la marcha con un tirón seco de su brazo.

- ¿A mí? – Exclamó, escandalizado. – Entre todas las personas disponibles del mundo, ¿estás teniendo una cita con Sesshomaru Taisho? ¿Y no me habías dicho nada?

Más que enfadado, parecía indignado por haber sido privado del chisme.

- He tenido una semana imposible, Tomoki, no he tenido tiempo para nada ni nadie…

- Pero al menos me lo podrías haber dicho cuando te he llamado antes… - Me hizo un fingido puchero, a modo de reproche.

- ¡Lo tenía en frente mía, no sé cómo pretendes que te lo explicase…! – Contesté, indignada.

- Bueno, bueno, vamos a lo importante… ¿Cómo va todo? ¿Te está tratando bien? – Me preguntó tomando mis manos, con una mirada llena de calidez.

- ¿A qué viene esa pregunta? – Su actitud era extraña, normalmente habría preguntado todos los detalles escabrosos.

Tomoki sopesó sus palabras un momento antes de seguir:

- No conozco mucho a Sesshomaru a título personal, pero no he oído cosas buenas de mis compañeras de la universidad. Me preocupa un poco lo que pueda suceder entre vosotros.

Aquellas palabras me hicieron replantearme la percepción que tenía de él. Había olvidado que se trataba un profesor tan estricto que era temido por sus alumnos e incluso por otros profesionales de su campo… Lancé una mirada a la barra, frente a la cual se encontraba el catedrático sentado, con los codos apoyados mientras trataba de llamar la atención del camarero.

- Él… Es amable y atento conmigo. Quizás se comporte de forma totalmente distinta en su trabajo, pero te aseguro…

Tomoki puso los ojos en blanco por un instante.

- Pon los pies en la tierra por un momento, Kaori, y escúchame bien. – Si Tomoki no me llamaba por mi apodo quería decir que se estaba poniendo serio. Me resigné a no replicarle mientras me explicaba. - Mira, sé mejor que nadie que es guapísimo, sí, parece un ángel caído del cielo, y te lo digo yo que tengo buen gusto, pero… He conocido a varias chicas que han intentado salir con él, pero las rechazaba sin dudar. No parece interesado en ningún ser vivo, ni emocionalmente disponible, y… me preocupa que te vaya a romper el corazón, Kaori.

Suspiré pesadamente. Sabía de sobra que no tenía un historial romántico especialmente bueno, y entendía su preocupación, pero estaba decidida a hacer las cosas de manera diferente esta vez. Me había prometido no volver a caer en la dependencia emocional, y simplemente dejarme llevar, sin pensar en un compromiso a largo plazo.

- ¿Y quién ha dicho que yo quiera nada serio, Tomoki? Te agradecería que no asumieras cosas… - Repliqué, liberándome de sus manos con suavidad.

Tomoki frunció el ceño.

- ¿De verdad pretendes que me crea que has cesado tu largo celibato de años porque te quieres acostar con él y nada más?

- La verdad es que… No, no sé qué quiero con Sesshomaru ni con nadie. Pero como sabes, apenas he tenido vida por culpa del trabajo en los últimos años, y él me hace sentir cómoda. Quiero darme la oportunidad de conocerlo y pasarlo bien.

Hacía mucho tiempo que había dejado de creer en el amor, después de todas mis relaciones estrepitosamente fallidas. Sólo echaba de menos el contacto humano, y él me parecía atractivo, ¿era acaso un crimen querer acercarme a él por ese motivo?

- Está bien. – Me concedió mi amigo, finalmente. – Ya me vendrás llorando si luego no se le levanta porque es axesual.

- ¡Tomoki! – Le reprendí mientras le golpeaba el brazo, colorada ante su comentario.

- Es broma, es broma. – Se justificó, guiñándome un ojo. - Pásalo bien entonces, ya hablaremos más tranquilamente en otro momento.

- ¿No querías que nos divirtiéramos juntos esta noche? – Después de todo, yo solamente estaba en aquel sitio gracias a su insistencia.

- Entiéndeme, Rin, no puedo desenvolverme a gusto con un antiguo profesor cerca... Así que mejor os dejo que sigáis con vuestra cita. Suerte. – Me guiñó un ojo en gesto coqueto.

Tomoki se dirigió de regreso a la mesa que ocupaba con sus amigos, dejándome sola entre la multitud. Observé a Sesshomaru sin atreverme a acercarme, confusa con mis sentimientos. Mientras ponía mis sentimientos en orden, un joven se acercó a quien se suponía que era mi cita, inclinándose sobre él, probablemente en un intento de flirteo.

¿Me gustaba ese hombre de verdad o simplemente necesitaba un desahogo? Aún era demasiado pronto para saberlo con seguridad. Lo único de lo que estaba segura era que estaba muy interesada en conocerlo más, en todos los aspectos, y que a pesar de que me hacía sentir algo nerviosa, me agradaba pasar tiempo con él. Con esa certeza me era suficiente por el momento.

Mientras divagaba en mis pensamientos, observé cómo Sesshomaru respondía al hombre que se le había acercado con un delicado gesto. Con la expresión algo torcida, el pretendiente se marchó con la actitud de quien acaba de ser despechado. ¿Y si realmente a Sesshomaru no le interesaba nadie de manera romántica o sexual siquiera?

Decidí que no serviría de nada quedarme allí dándole vueltas al asunto, por lo que me armé de valor para reunirme con el profesor Taisho. Aquella sería la única manera de despejar las dudas que tenía respecto a mis propios sentimientos y a los suyos.

- Ya estoy de vuelta, Sesshomaru, disculpa la espera.

El hombre de cabello albino me echó un buen vistazo.

- ¿Y tú amigo? ¿No viene?

Suspiré, tomando asiento a su lado y quitándome al abrigo. Hacía un calor asfixiante allí dentro.

- Es idiota, no sabía que estaba contigo y dice que le corta un poco el rollo estar de fiesta con su antiguo profesor de la universidad.

Recé internamente porque no se molestaste ante aquel comentario.

- Tiene sentido. No hay que darle más importancia, entonces. – Respondió encogiéndose de hombros, relajado. – ¿Tú qué quieres tomar? No sé qué sueles beber.

- Ah, un gin tonic, por favor. – Le pedí al camarero, que pasaba justo en ese momento. - ¿Tú qué tomas? – Le pregunté al notar que ya tenía entre sus vasos una bebida.

- Un cosmopolitan. – Respondió.

Aquello llevaba vodka, si no recordaba mal. Una elección fuerte.

- Espero que tengas buena tolerancia al alcohol, entonces. – Le reté, con una sonrisa traviesa.

- Me llevo bien con la bebida. – Respondió, muy seguro, antes de dar un sorbo a su bebida.

- ¿Sueles tomar mucho? – Indagué.

- A veces, cuando me siento solo. – Respondió, restándole importancia, aunque era una costumbre más que llamativa.

- ¿Lleva mucho tiempo soltero? – Pregunté de sopetón.

Temía haber sonado demasiado brusca, pero necesitaba formular de una vez por todas la pregunta que llevaba tiempo rondando mi cabeza. ¿Y si me contestaba que ya estaba en una relación? El chico de la barra me sirvió mi orden en ese momento. Le agradecí con una sonrisa antes de devolver mi mirada al hombre de cabello blanco. Parecía algo ausente, como perdido en sus pensamientos.

- La verdad es que sí. – Admitió, con cierta melancolía. – No recuerdo cuándo fue la última vez que sentí el calor de una mujer.

Sus ojos se posaron en mi con un brillo que no había visto antes en aquellos iris dorados como el amanecer. Me pregunte si era obra de las luces de neón. Al menos parecía haberme dejado claro que una mujer como yo se encontraba dentro del rango de sus intereses.

- ¿Puedo saber por qué? ¿Hay algún motivo por el cual no haya tenido pareja ni ningún otro tipo de relación en mucho tiempo?

- Por nada en concreto. Supongo que no me interesa cualquier persona. - Tragué saliva. Él lo estaba haciendo de nuevo, intimidándome con su profunda mirada de aquella manera tan cautivadora. - ¿Y tú?

Con las manos sudorosas e inquietas, tomé mi bebida y me la llevé a los labios. Di un largo trago, muerta de sed.

- Yo, bueno… hace cerca de 4 años que no tengo nada con nadie. Me he centrado demasiado en mi vida profesional, supongo. Varios curros, horas extra, formación constante…

- Ya veo. ¿Y estás satisfecha con ese modus operandi?

El tono aterciopelado con el que estaba pronunciando aquellas preguntas me ponía la piel de gallina. Decía que tenía gustos exigentes, pero no parecía estar cortándose ni un pelo a la hora de mostrar su interés en mí. ¿Sólo estaba jugando al hacerse el interesante o estaba siendo genuino? Era difícil saberlo, con la cabeza embotada por el ruido y el alcohol que comenzaba a circular por mi sistema.

- No. – Contesté, segura, tras acabarme mi copa de un último trago. – Ya no quiero seguir viviendo de esa manera. Quiero recuperarme a mí misma.

- ¿Y cómo piensas hacer eso?

Él me mostró una sonrisa de satisfacción felina, dejándome sin aliento. Ya no creía que fueran alucinaciones mías. Definitivamente, estaba flirteando conmigo.

- De momento… V-vamos a bailar. – Sugerí. No podía revelar de golpe y porrazo que mi primer intento por cambiar las cosas era tener intimidad con él. Aunque era tan cierto como vergonzoso.

- Yo no sé bailar. – Contestó, categórico. – Te espero aquí, tú diviértete.

- ¿En serio no vas a acompañarme? – Repliqué, mirándole con la mayor ternura que fui capaz.

Él carraspeó.

- Sólo una canción.

Sonreí. Había sido más fácil de convencer de lo que había imaginado. Satisfecha por haber salido del paso, tomé su mano para arrastrarlo a la pista de baile.

- ¡Esta canción es de ese famoso grupo idol! -Exclamé al reconocer la música que estaba sonado. - ¿La conoce?

Sesshomaru negó con la cabeza, incómodo.

- No suelo escuchar este tipo de… música.

Definitivamente, aquella noche era la primera vez que lo veía fuera de su elemento, como un pez fuera del agua. Aquella vulnerabilidad se me antojó tierna, y no pude evitar querer aprovecharme de ella.

- Yo te ayudo a bailar, no te preocupes, es fácil. – Traté de tranquilizarme, entrelazando mis manos con las suyas. Su piel era suave al tacto, lisa y perfecta como la seda. – Mira, lo único que tiene que hacer es poner este brazo por aquí… - Tiré de su mano izquierda para que pasase sobre mi cabeza. Siguiendo el movimiento con mi cuerpo, me paré de espaldas a él mientras cruzaba mis brazos sobre mi torso. Apoyé sus manos sobre mis caderas. – Listo, y ahora sólo tienes que dejarte llevar por mí. – Musité, mirándole de reojo.

Sentía el calor de su cuerpo crepitando a mis espaldas. Su complexión no era tan delgada y frágil como me había parecido en un inicio. Noté sus poderosos brazos rodeándome, sintiéndome pequeña y resguardada ente ellos. No podía decir que me disgustasen aquellas circunstancias. Mientras bailaba meneando las caderas al ritmo de la música, tuve la alocada idea de refregar mi trasero contra él con el único propósito de provocarlo. Pero eso era muy poco elegante o sutil, por lo que me contuve las ganas. Me deleité con el roce sus brazos alrededor de mi cintura, dejando caer mi cabeza de un lado a otro, al compás de la canción.

Las manos de Sesshomaru, por su lado, se aferraban a las mías desesperadamente. Notaba cómo sus pies trataban de seguir a los míos, siempre con un compás más tarde al que yo me movía. Reí para mis adentros, ya lo había torturado bastante, y esperaba que comenzase a intuir mis intenciones una vez concluida la cita. Deshice el movimiento inicial para quedarme de nuevo frente él, con nuestras dos manos unidas.

- Así es como se baila esta canción, ¿le ha gustado?

Sesshomaru me soltó como si mi cuerpo estuviera hecho de acero al rojo vivo.

- El baile no es lo mío, después de todo. – Admitió con un ligero sonrojo que adornaba sus mejillas.

Algo se removió dentro de mí cuando analicé su rostro. No tenía ni idea de que una persona apodada como "el demonio de la facultad" podía esconder una expresión tan adorable. Aunque también era posible que se tratase de una reacción natural al calor asfixiante del antro antes que una muestra real de timidez.

- No se puede ser bueno en todo. – Contesté, tratando de ocultar los poderosos latidos de mi corazón bajo aquellas palabras.

Nos dirigimos de vuelta a la barra, donde pedimos una segunda ronda de lo que habíamos tomado al principio. Mientras tomaba un sorbo de su copa, pareció recomponerse rápidamente del momento de vergüenza que había pasado anteriormente.

- Sesshomaru, ¿puedo preguntarte una cosa? – Me dirigí a él, aún inmersa en mis cavilaciones.

- Dime. – Respondió con la voz ronca.

- ¿Es cierto que tienes aterrorizados a tus estudiantes?

Por algún motivo, no podía dejar de darle vueltas a esa imagen, recordando los comentarios de Tomoki.

- Imagino que es eso de lo que te ha hablado tu amigo antes, ¿no? – Musitó, con una sonrisa falsa, no parecía orgulloso de la fama que le precedía. – Yo no pretendo asustar a nadie, sólo me gusta la gente competente. No es mi culpa que todo el mundo se tome la historia a la ligera, como un cuento de hadas donde no importasen los detalles.

Puede que Tomoki estuviera exagerando, entonces. Sabía de primera mano que era estricto, pero no sabía de dónde salían aquellos rumores respecto a su frialdad, que casi rozaba la crueldad. Eso me generaba aún más preguntas.

- ¿Eres tan exigente con tus alumnos como serías con tu pareja?

Él frunció el ceño, confundido.

- ¿A qué te refieres? No creo que tenga nada que ver.

- Antes me has dicho que llevas mucho sin tener una relación poque no te interesa cualquier persona. Imagino que tiene que ver con que tienes unos estándares muy altos para que te guste alguien. ¿Aplica de igual manera a tus alumnos, se trata de que eres muy exigente?

Bebí un poco más de mi copa. Me intrigaba su respuesta.

- En absoluto. – Respondió, seguro. – Hay algunos que me agradan, cuando tienen genuino interés y una actitud seria. En cambio, el tema de las relaciones… es mucho más complicado que eso. No es como si tuviera una lista de requisitos específicos, como pareces haber asumido.

Bebí, algo avergonzada. No parecía gustarle que proyectase en él aquella imagen de persona fría y analítica de la que tenía fama.

- ¿Y entonces qué es lo necesita una persona para ser digna de tu afecto?

Él se mostraba un poco incómodo con aquellas preguntas, aunque seguía respondiendo metódicamente a cada una de ellas.

- Sólo se trata de espera a que se trate de la persona correcta. Sea como sea. – Respondió, finalmente.

Aquello sí que me pilló completamente desprevenida. ¿Era un romántico que creía en único amor para toda la vida? No sabía que había adultos que aún podían mantener aquella visión del amor. Sentí envidia de aquella perspectiva, que me hizo sentirme sucia e impura, como si ya no tuviera derecho a ser atesorada nunca jamás por haber dejado escapar a mi primer amor.

- ¿Y en la cama, eres exigente, Sesshomaru? ¿Cuáles son tus fantasías?

Aquella pregunta pareció llamar su atención, aunque mantuvo su elegante postura mientras contestaba:

- ¿No crees que es más divertido descubrirlas en la práctica? – Inquirió, dando otro sorbo a su bebida.

Casi sentí cómo algo se removía dentro de mi vientre al escuchar su provocación. Me estaba animando a descubrirlas, ¿verdad? No estaba viendo indirectas donde no las había, ¿cierto?

- Estoy algo cansada por esta noche. – Anuncié mientras me ponía despacio, observándole fijamente, tratando de hacer una sutil declaración de intenciones. – ¿Y si me acompañas a casa?

- Te tiemblan las piernas… – Comentó Sesshomaru, señalando mis altas botas de plataforma una vez más. – Está bien. Déjame ayudarte.

Él se echó el abrigo sobre los hombros, ofreciéndome su brazo como un auténtico caballero. Apoyé mi peso sobre él, sintiendo cómo todo comenzaba a dar vueltas a mi alrededor. Tampoco había bebido tanto, ¿no era así? Quizás estaba demasiado desentrenada después de tanto tiempo…

- No te preocupes, Sesshomaru. Estoy bi… - Mis palabras fueron interrumpidas cuando perdí el equilibrio, cayendo de frente.

Él se interpuso de inmediato en la trayectoria, amortiguando la caída con su pecho.

- Ni siquiera puedes tenerte en pie…

- Perdona, de verdad, puedo yo sola… - Me disculpé de inmediato, tratando de recuperar la compostura, apoyándome sobre su estable estructura.

- No digas tonterías. ¿No ves que no te encuentras bien? – Replicó con voz grave, susurrando muy cerca de mi rostro.

Una corriente eléctrica corrió a través de mí con aquella actitud dominante y absoluta, dejándome completamente paralizada. Sesshomaru me tomó en brazos entonces, al estilo princesa, y me sacó del local sin mayor esfuerzo. El alcohol se me estaba subiendo a la cabeza, haciéndome mucho más sensible a la dureza de su cuerpo y los centímetros de piel de mis muslos que estaba sujetos por sus manos. El olor de su colonia era embriagador. Su cercanía me estaba prendiendo mucho más de lo que jamás habría creído posible, hasta el punto de no poder pensar en otra cosa que no fuera sexo. Quería que me tomase, maldición. Sólo necesitaba que me hiciese sentir que era suya y de nadie más, porque comenzaba a tener la sensación de que nadie más que él podría calmar aquel deseo que había nacido en mí desde el día que lo había conocido.

Sesshomaru paró un taxi para darle mi dirección a conductor, depositándome en el asiento trasero con cuidado y tomando asiento a mi lado. Apenas podía articular una frase coherente, por lo que agradecí que él recordarse mi dirección y pudiera indicársela al taxista por mí. Cuando inició la marcha, cerré los ojos, sintiendo mi sien palpitar, conteniendo la angustiando sensación en la boca de mi estómago queriendo devolver todo lo que había cenado aquella noche. Cada ligera curva y parada que efectuaba el coche revolvía mis extrañas, como si estuviera a punto de descomponerme en cualquier momento.

Escuché a lo lejos cómo el conductor conversaba con Sesshomaru. Pude sobreentender que le estaba cobrando el viaje. Pensé para mis adentros que tendría que pagarle lo que me correspondiese más tarde. Aquella línea de pensamiento borrosa fue interrumpida por una gélida corriente de aire sopló a mi lado, haciéndome estremecer. Noté unos fuertes brazos rodearme, y me dejé hacer, aferrándome a aquel cálido cuerpo, temblando incontrolablemente.

- ¿Dónde tienes las llaves? ¿Qué piso es?

Respondí por inercia a todas aquellas preguntas, sin ser realmente consciente de qué estaba diciendo. Sólo quería que aquella terrible sensación desapareciera, por dios. Me estaba taladrando la cabeza.

No tengo ni idea de cómo se las apañó ese hombre para acceder al edificio y posteriormente a mi apartamento conmigo en brazos, pero finalmente pude abrir los ojos para encontrarme en la entrada de mi hogar, dulce hogar. En aquel momento la arcada era casi incontenible.

- D-discúlpame un segundo… - Musité con dificultad.

Me dejé caer al suelo sobre la pesada suela de mis botas. Apoyándome sobre la pared, me tambaleé hasta llegar al baño, donde me arrodillé para dejar salir todo el licor de aquella noche. Se sintió tan desagradable como liberador. Me sentí como una idiota, no debía haber bebido tanto del tirón por primera vez después de tanto tiempo. Cuando hube vaciado mi estómago en el retrete, tiré de la cadena y me enjuagué la boca con agua en el lavabo, limpiando el terrible sabor que se me había quedado impregnado en la lengua.

Cuando me hube recompuesto un poco, me miré en el espejo. Tenía una cara horrible, como para poder seducir a nadie así, lo había estropeado todo con aquella última bebida. Salí del cuarto andando pesadamente para encontrarme frente a frente con Sesshomaru en la diminuta cocina, sosteniendo un vaso de agua.

- Toma. Bebe un poco. – Me ofreció él.

- Gracias. - Acepté la bebida, observándole de reojo. Estaba en mi casa, y me sentía tan avergonzada por mis acciones que no sabía por dónde empezar. – Siento haber arruinado la noche.

- En absoluto. – Me aseguró él.

El ambiente entre nosotros se estaba enfriando. Sonaba lejano, como si solo intentase no haberme sentir mal. ¿Y si perdía interés en mí y no lo volvía a ver? Dios, no quería que verlo salir por mi puerta fuera la última imagen que me quedase de él.

- Sesshomaru… - Lo llamé, con la voz temblorosa, dejando el vaso de cristal vacío sobre la repisa de la cocina. – Quiero preguntarte una cosa, antes de que se me pase el efecto del alcohol y me arrepienta… ¿Tú me consideras atractiva?

El hombre me dedico una mirada piadosa. No, por favor, lo último que necesitaba era su compasión justo antes de que me rechazase.

- ¿Por qué quieres saber eso? – Inquirió en voz baja.

- Porque… Me siento como una estúpida… He estado soñando contigo desde que te conocí, no sé por qué, y no puedo dejar de pensar en ti ni un solo momento. Me da miedo pensar que soy la única aquí que se está haciendo ilusiones. – Confesé mientras sollozaba, mucho más sensible por culpa del alcohol.

Podía perder la dignidad con aquella declaración tan directa, pero no quería quedarme con las ganas de decirle cómo me sentía. Ya debía pensar que era patética de todos modos.

- No estoy seguro de qué manera me percibes o qué esperas de mí, pero, en cualquier caso… No estimo que sea lo más sabio tener esta conversación en tu estado de ebriedad.

No entendía a qué se refería. ¿Eso significaba que le gustaba o que no? ¿Me estaba dando evasivas para no herir mis sentimientos? Con la moral con los suelos y poco que perder, agarré su brazo para evitar que se alejase.

- Sea lo que sea que sientas… ¿Puedo saber si es suficiente para que te plantees conocerme un poco más, al menos? – Supliqué, con la voz temblorosa por el frío de la casa y la emoción contenida. – Por favor.

Él desvió la mirada, incómodo. Sabía que me había prometido a mí misma no depender emocionalmente de nadie, pero no lo estaba consiguiendo. Quería sentirme deseada, necesitaba desesperadamente su aprobación. Me aferré a su brazo, en un fútil intento de atraerlo hacia mí.

- No entra en mi código moral aprovecharme de una mujer ebria. Así que detente, por favor. – Fue su respuesta, gélida como un carámbano.

A punto de echarme a llorar, dejé caer mis manos a ambos lados de mi cuerpo. ¿Podía ser más patética, rogando de aquella manera?

- Lo siento, ya sabía que no tenía ninguna posibilidad contigo… Gracias por haber salido a cenar conmigo, de todos modos. – Dije, tratando de recuperar algo de dignidad.

- Yo no he dicho eso. – Replicó él, serio. – Tú… Me interesas.

Sentí cómo las piernas me fallaban entonces y me dejé caer de culo sobre el suelo. Me quedé en shock mientras él se agachaba a mi lado para asegurarse de que estaba bien.

- ¿De verdad que te gusto? ¿No lo dices por lástima, después del vergonzoso espectáculo que llevo montando toda la noche?

Sesshomaru acarició mi cabello, recomponiéndolo mechón a mechón con mimo.

- Me intrigaste desde el momento en el que te vi entrar por la puerta de mi oficina… Lo que no se me había pasado por la cabeza era que me fueras a demostrar tu interés de esta forma tan directa… - Explicó con tono tranquilizador. – Pero creo que es mejor hablarlo con mayor tranquilidad cuando sea de día.

Su tacto era tierno y delicado, totalmente opuesto al sueño que había tenido donde aparecía él… Y no terminaba de decidir cuál de las dos versiones me gustaba más.

- Pero, pero… Entonces… ¿Qué piensas de mí? – Balbuceé, todavía incapaz de procesar su confesión.

- Que eres adorable. – Respondió, completamente sincero.

- ¿D-dónde ves tú eso? - Repliqué, tartamudeando.

Sus dedos recorrieron el contorno de mi rostro hasta sujetar con delicadeza mi barbilla.

- Justo aquí. – Dijo, sin dudar.

Su mirada era tan profunda que podía perderme en ella, dejándome sin palabras. Entonces, guiada por el deseo, me atreví a acercarme nuevamente a él. Sesshomaru sujetó mis muñecas, evitando que le tocase, pero no cedió ni un milímetro hacia atrás, a pesar de mis evidentes intenciones. Parecía estar pensando en algo, como si estuviera decidiendo algo en su interior. Aquella expresión me hizo dudar por un instante, mientras seguía perdida en el dorado de sus ojos. Ambos estábamos completamente atrapados en aquella atracción latente. Sabía que estaba sintiendo lo mismo que yo, era innegable a aquella distancia.

Con el corazón latiendo a mil por hora en el pecho, me incorporé sobre las rodillas para alcanzar su perfecta boca. Cerré los ojos, disfrutando de aquella sensación. Sus labios eran cálidos y suaves, correspondiendo aquel beso con infinito cuidado y delicadeza. Sus manos dejaron de oponer resistencia alguna, por lo que me permití rodear su cuello con mis brazos. Su lengua acarició mis labios, invitándome a abrir la boca, despacio. Sin embargo, apenas comenzábamos a devorarnos, mis muslos se sentían agarrotados, de modo que no pude evitar rápidamente dejarme caer sobre mi trasero en el suelo.

Sentí cómo el rubor ascendía a mis mejillas al observarle de nuevo. Esperaba no haberlo molestado con la interrupción repentina patrocinada por mi pobre condición física. Y sin embargo, contrario a todo pensamiento que pasaba por mi mente, sus ojos destilaban la más pura ternura mientras se inclinaba sobre mí. Iba a besarme de nuevo. Casi podía leer aquella intención en sus ojos.

- Ni se te ocurra hacerme responsable de lo que pase esta noche. –Murmuró con la voz ronca de deseo.

Aquella frase pareció alcanzar una fibra sensible dentro de mí, oprimiendo mi pecho. Dejando de sentir mi cuerpo, el mundo comenzó a dar vueltas a mi alrededor a una velocidad de vértigo. Pude reconocer el cielo nocturno, con la luna brillando sobre nosotros. De forma fugaz, también vi cómo Sesshomaru iba vestido de color púrpura y llevaba el cabello recogido en una elegante cola alta. Aquello no encajaba con la persona que tenía en frente, no tenía dudas, pero estaba demasiado oscuro para distinguir sus rasgos, y me dolía mucho la cabeza…

Entonces cerré los ojos, notando cómo las fuerzas me abandonaban. Todos los estímulos fueron desapareciendo uno tras otro mientras me sumergía en la oscuridad más profunda.

Notas: Al fin se viene algo más de lore, ¿ya tenéis alguna teoría? Ay, estoy especialmente sensible estos días y esta pareja me da mi dosis diaria de serotonina, los amo. Siento si el Sesshomaru de esta historia se siente muy diferente al original, os prometo que todo tiene su explicación... En cualquier caso, gracias por darme vuestro amor y comentarios, me dáis la vida. Espero leeros pronto, os actualizo en dos semanas!