Abrí las piernas ante la presión que ejercían dos poderosas manos sobre mis muslos. Alcé la cabeza mientras cerraba los ojos al sentir aquel calor húmedo acariciando mi intimidad. Aquella lasciva lengua se burlaba de mí, recorriéndome de arriba a abajo.

Estiré los brazos para sujetar una lacia cabellera, rogando por más de aquel afrodisíaco placer. Sentí cómo el roce ascendía hasta mi clítoris y comenzaba a estimularlo. Nunca lo tocaba directamente, volviéndome adicta a aquella sensación de excitación por el placer que estaba por venir, pero que nunca llegaba.

Sin embargo, sí sucedió, súbitamente, al notar cómo el centro de mi placer era succionado cuidadosamente, casi haciéndome gritar. Mi espalda se curvó mientras enredaba mis dedos en aquel cabello. Gemí, abriendo los ojos. Quería mirar a la persona que me estaba haciendo sentir como en el cielo. Seguramente se trataba de ella, ¿verdad…?

Sorprendida, noté que nos encontrábamos en una habitación de un tradicional castillo japonés. Bajo nuestros cuerpos yacían los pedazos de tela de componían unos atuendos de época, aunque no podía identificarlos con claridad en la penumbra. Lo que era imposible confundir era aquel brillante cabello plateado y aquellos ojos de color ámbar.

- No deberíais hacer tanto ruido, princesa. – Susurró el hombre, derramando su cálido aliento contra mi intimidad. – La van a escuchar.

- No puedo evitarlo si haces eso, Sesshomaru… - Jadeé, cruzando las manos sobre mi boca.

- Voy a tener que detenerme si no te contienes. – Me advirtió mientras amenazaba con retirarse de entre mis piernas. – Si nos descubren, se acabó.

Me incorporé rápidamente, alcanzando su rostro con las manos.

- Haré todo lo que pueda, por favor, no pares… - Le supliqué.

Sesshomaru cubrió mi boca con su mano, mientras que con la otra introducía un dedo en mi interior, haciéndome estremecer. Me mordí el labio, tratando de reprimir el gemido.

- Bien… Buena chica. – Murmuró el hombre de cabello plateado mientras presionaba mi interior, buscando aquellos puntos específicos que sabía de sobra que me hacían temblar de placer. – Así podemos continuar…

El estruendoso pitido del timbre de mi casa me arrancó de mi ensoñación con crueldad, desatando el dolor de cabeza resultado de la noche anterior. Gimoteé mientras me revolvía entre las sábanas. ¿Acaso no podía parar? Sea quien fuera, no tenía ganas de ver a nadie.

Entonces comenzó a vibrar mi móvil, a la par que el estruendo del exterior se convertía en un concierto insoportable. Agarré el teléfono, descolgando la llamada sin mirar. El timbre dejó de sonar de inmediato.

- ¿Sí…? – Murmuré con la voz ronca.

- ¡Vaya susto me habías dado, Kaori, ya pensaba que te habían secuestrado!

- ¿Tomoki…? – Balbuceé, aún atontada.

- Claro que soy yo. Ábreme la puerta, tonta.

Maldiciendo en voz baja, me arrastré fuera de la cama hasta llegar a la entrada de mi modesto apartamento. Una vez allí, dejé pasar al insistente de mi amigo, quien me observó de arriba abajo sin fingir su asombro:

- Wow, una noche movidita, por lo que veo… ¿Sigue aquí?

- ¿De qué hablas…?

- De Sesshomaru Taisho, ¿quién si no?

- No, no, ¿por qué iba a estar…?

- Hazme el favor de mirarte en el espejo, anda, pájaro loco.

Mientras el rubio se desplazaba de un lado a otro como si fuera su propia casa, decidí hacerle caso y dirigirme al baño para lavarme la cara. Una vez allí, pude comprobar mi lamentable estado. Tenía todo el maquillaje esparcido por la cara, el pelo lleno de enredos y hecho un completo desastre. Además, me di cuenta en ese momento de que debajo del arrugado conjunto de la noche anterior, no llevaba ropa interior. Mis bragas habían desaparecido, estupendo. ¿Qué diablos había pasado…?

- ¿Así que al final no se le levantaba? – Escuché la voz de Tomoki tronando desde mi habitación.

Corrí veloz como una exhalación hasta llegar al dormitorio para poder examinar la posible escena del crimen. Sobre el suelo yacía la ropa interior que creía perdida, y de entre mis sábanas asomaba la punta rosada de un de mis juguetes eróticos, en concreto un succionador de clítoris. Muerta de vergüenza, casi eché a Tomoki de una patada de allí con un agudo chillido.

- Hazme el favor de salir un momento para que pueda adecentarme, ahora hablamos… - Mascullé mientras cerraba la puerta en las narices de mi amigo.

Dejando escapar un suspiro, me bajé la cremallera del vestido para liberarme de la ajustada prenda. Mientras lo hacía, me percaté de la presencia de una discreta hoja de papel sobre mi cómoda. En la caligrafía más pulcra que había visto en mi vida, la nota manuscrita rezaba:

"Hablemos de lo que pasó anoche cuando te recuperes y pongas en orden tus pensamientos. Descansa."

Vestida con mi cómodo pijama de pingüinos, la cara limpia, y el cabello recogido en una cola baja, me senté en la sala de estar, donde Tomoki me esperaba con una buena dosis de solución para la resaca.

- Gracias… - Murmuré, mientras tomaba la taza que me ofrecía.

- De nada, chica, para eso estamos. – Respondió amablemente.

- ¿Por qué estabas tan histérico por contactar conmigo? – Le pregunté, aún sin lograr ubicarme.

- Anoche te vi marcharte del club con él, parecía que habías logrado tu objetivo de acostarte con él, por lo que me alegré por ti. Sin embargo, al llegar la mañana y no recibir ningún mensaje tuyo comencé a preocuparme. ¿Y si había pasado algo malo? No le había prestado demasiada atención por la noche, pero te veías bastante ebria cuando te marchaste, no podía dejar de imaginar lo peor…

Lancé una mirada a la pantalla de mi teléfono móvil.

- Eso explica esta montaña de notificaciones… espera, ¿qué son estas horas? – Mi reloj marcaba pasadas las dos del mediodía.

- ¿Entiendes ahora por qué me he presentado en tu casa? – Resopló él. – Aunque me alegro de ver que estás bien, dime, ¿qué pasó anoche?

Reflexioné con la taza entre mis manos. Todos mis recuerdos estaban algo borrosos, y se entremezclaban con los sueños húmedos.

- Recuerdo que Sesshomaru me trajo a casa en taxi… Al llegar, devolví todo lo que bebí y cené a anoche, estaba muy mareada… Y creo que me confesé.

- ¿Cómo dices? - Tomoki se quedó congelado. - ¿No querías solo sexo con él? – Inquirió, sarcástico.

Suspiré.

- No lo sé. No dejo de tener sueños extraños desde que lo conocí, y… No dejo de pensar en él. Pero es muy pronto para algo más, ¿no? – Cavilé en voz alta.

- Supongo que hay gente que se enamora a primera vista. – Respondió él, encogiéndose de hombros.

- Pero yo nunca he sido así, lo sabes…

Tomoki los ojos en blanco.

- Bueno, como sea… – Rezongó. - ¿Qué paso después?

Hurgué en mi memoria todo lo que pude antes de abrir la boca.

- Creo que me dijo que prefería hablar de estas cosas cuando estuviera sobria.

- Bueno, eso me deja más tranquilo, en parte…

- Y luego yo lo besé. – Añadí.

- ¿Cómo cuándo qué? – Aquella afirmación lo dejó completamente descuadrado. - ¿Tú, tomando la iniciativa en lugar de esperar a que pasen las cosas?

- Ni que fuera una estrella de mar o una mojigata. – Refunfuñé.

Tomoki dejó escapar una risa, posando su mano sobre mi hombro.

- Sólo te recuerdo que eres bastante torpe a la hora lanzarte a por alguien, comprende mi asombro. – Se defendió él, con una expresión relajada. - ¿Pasó algo más?

No había nada que le gustase a ese hombre más que un buen chisme.

- No recuerdo mucho más después de eso, pero… a juzgar por el estado de mi dormitorio y los sueños que he tenido… No creo que pasara nada entre nosotros. Seguramente me llevó hasta la cama y se marchó.

El rubio suspiró, decepcionado.

- La verdad es que esperaba algo más jugoso, después de un beso y una confesión apasionada a altas horas de la noche... ¿Te ha dejado algún mensaje o algo?

Abrí la aplicación de LINE para revisar mis mensajes, pero allí no había nada más. Pensé en mencionar a Tomoki la nota escrita a mano que había encontrado en el cuarto, pero decidí no hacerlo. No, de momento. Tenía mucho en lo que pensar, y la cabeza no me daba para más en aquel momento. Además, me moría de hambre. Una tiene prioridades.

Tomoki y yo pedimos comida a domicilio y me puso al día respecto a sus conquistas de la noche anterior. Hablar con él en aquel ambiente tan despreocupado me ayudó a despejar la bruma de mi cabeza, así como a aliviar mi dolor de cabeza. Antes de que mi amigo se marchase, decidí mostrarle la noche que me había dejado Sesshomaru y me animó a contactarle, asegurando que se trataba de una muestra clara de su interés. Después de aquello, Tomoki me dejó a solas con mis pensamientos.

Sin embargo, a pesar de la abrumadora elocuencia de las palabras de mi amigo, yo no estaba tan segura. Sesshomaru era tan serio y tan correcto que podía ser una muestra de cortesía como otras tantas. Aunque muy en el fondo sabía que aquel apasionado beso y esa hambrienta mirada de la noche anterior no parecían tener nada que ver con un gesto de compasión o amabilidad…

"Ni se te ocurra hacerme responsable de lo que pase esta noche.", había dicho.

Aquella frase constituía toda una declaración de intenciones, y ocultaba innumerables promesas pecaminosas que no se habían llevado cumplido aquella noche. ¿Acaso se arrepentía porque simplemente se había dejado llevar por el momento? Me aterraba descubrir si era así.

Además de esto, mis propios sentimientos seguían siendo un misterio para mí misma. Era innegable la atracción que sentía por él, pero no recordaba haberme sentido cautivada de aquella manera en mi vida. Era como si no pudiera evitar querer acercarme, como si tuviera algo que había estado buscando desde que me rompieron el corazón por primera vez. ¿Pero qué podía ser? Solo era un hombre, hermoso como una criatura divina, pero una persona de carne y hueso, al fin y al cabo. Tampoco sabía mucho sobre él, si me paraba a pensarlo.

¿Podía siquiera catalogarlo como amor? ¿Enamoramiento? ¿O simplemente se trataba de un capricho? ¿Una obsesión malsana? No podía ser normal tener tantos sueños eróticos con alguien que apenas conocía, ¿no?

Suspiré. ¿Por qué tenía que ser tan complicado? Deseaba poder simplemente disfrutar de la satisfacción de que me gustase alguien, sin complicaciones ni pensar en el futuro. Eso es, sólo quería dejarme llevar. Quizás esa era mi respuesta, al menos de momento.

Agarré el teléfono y le mandé a Sesshomaru un mensaje con decisión:

"Buenas tardes, Sesshomaru, gracias por anoche. La verdad es que ya estoy más despejada, ¿cuándo crees que podríamos hablar?"

Di un respingo apenas dejé el aparato sobre la mesa, había comenzado a sonar de repente. Era él, dios mío, no estaba preparada, había sido demasiado repentino…

- ¿Sí…? – Musité, descolgando la llamada.

- Hola, Rin, ¿cómo te encuentras? – Respondió una voz grave al otro lado de la línea.

Tragué saliva. Las imágenes de mi último sueño erótico acudieron a mi cabeza en tropel. No, pensé, cálmate, no seas como una perra en celo, Kaori. No piensen en su rostro entre tus piernas.

- Bien, bueno, mucho mejor. – Respondí de forma entrecortada. - Me ha estado cuidando Tomoki.

- Ya veo… Es bueno escuchar eso.

Una densa atmósfera envolvía nuestras palabras. Era raro volver a hablar de aquella forma casual después de haber probado su boca. Además, mis sueños con él eran tan vívidos, tan reales como un recuerdo… No quería seguir fingiendo que nada de eso estaba ocurriendo, mis sentimientos pujaban por salir a flote. El silencio que se he había instalado entre nosotros se me antojaba incómodo en aquellas circunstancias, por lo que decidí abordar directamente los asuntos que tenía pendiente con él. Lo primero de todo…

- Esto, Sesshomaru, quería disculparme por mi comportamiento de ayer, me siento muy avergonzada… Creo que no debería haber bebido tanto, por culpa de eso no hice más que ponerte en situaciones complicadas…

- No tienes que pedirme perdón por nada de lo que hiciste, está bien. Por otro lado, tú… ¿Te arrepientes de algo de lo que pasó anoche?

Medité por unos instantes cómo quería formular mi respuesta. Me eché en el sofá y me envolví en una mullida manta, para resguardarme del frío.

- No me arrepiento como tal, pero sí me gustaría aclarar o matizar algunas cosas… Lo primero de todo es que siento haber sido tan directa, o quizás incluso, invasiva, al intentar confesarte cómo me sentía.

- Yo no me sentí incómodo por tu actitud. Solo quería hacer correcto e impedir que te pudieras arrepentir de nada de lo que pudiera ocurrir entre nosotros.

Una vez más sentía que estaba actuando demasiado correcto, que estaba erigiendo una barrera entre nosotros. ¿Por qué tenía la sensación de qué siempre se estaba reprimiendo, como una olla a punto de estallar? Y lo más importante, ¿yo de verdad le gustaba o era demasiado educado como para rechazarme después de los eventos de la noche anterior?

- Entonces… Me gustaría reformular mi confesión, si no te importa. – Sugerí mientras enredaba un mechón de pelo alrededor de mi índice.

Hubo un silencio al otro lado de la línea durante unos segundos.

- Adelante.

Tomé aire, aferrándome a la manta mientras me encogía en posición fetal.

- Me gustas, Sesshomaru. Mucho. – Decidí no adornarlo y ser lo más clara posible, para no darle escapatoria, necesitaba que respondiera ante mis sentimientos, fuese cual fuese el resultado. - Como no me había gustado nadie en mucho tiempo. – Incidí. Mis palabras iban muy en serio. - No podría asegurarte si quiero que tengamos una relación, o cómo etiquetarlo, pero… Sé que quiero pasar más tiempo contigo, y poder conocerte mejor. Me gustaría… explorar más lados de ti que todavía desconozco.

La cara me ardía de la vergüenza, pero decir todo aquello era definitivamente más sencillo sin estar cara a cara con él. Sesshomaru dejó escapar un lento suspiro.

- Ya te lo dije anoche… pero te lo repito, por si no lo recuerdas: también estoy interesado en ti. Desde el primer momento en el que te vi.

Eso fue todo. ¿En serio? ¿No iba a añadir nada más? Iba a tener que hacer más preguntas, si él no iba a concretar.

- Entonces… ¿no te importa que no seamos una pareja formalmente?

- Podemos ser lo que tú quieras. – Respondió, escueto. De nuevo. – No me importa cómo quieras llamarlo. – Añadió, posteriormente.

Perfecto, eso seguía sin responderme qué es lo que él buscaba en mí exactamente. Esperaba algo más por su parte tras haber sido tan clara con mis sentimientos. Habría que intentarlo por una vía más práctica.

- Recuerdo vagamente que anoche nos besamos... – Observé cómo los rayos de luz comenzaban a desvanecerse, dejando mi hogar en la penumbra. - ¿Puedes hacer eso conmigo, aunque no tengamos una relación?

- Si es lo que tú quieres, sí.

Puse los ojos en blanco. Aquel hombre era increíblemente esquivo.

- ¿Tú querías besarme también?

- Oh… por supuesto que sí. No te habría correspondido, de no ser así.

Agradecía saber que no se dejaría hacer por lástima o compasión, pero… ¿Era mi impresión o cada vez parecía medir más sus palabras?

- ¿Y pasó algo más después? – Inquirí, con fingida inocencia. – No recuerdo qué ocurrió tras ese beso…

Aquello era cierto, no estaría mal tener su versión de los hechos.

- No. Te mareaste otra vez y perdiste la consciencia. Entonces te dejé en la cama y me marché, tras dejar una nota… Asumo que la viste, de lo contrario, no estaríamos aquí hablando de esto.

Finalmente le tenía justo donde quería.

- De acuerdo, mmm… - Balbuceé, ganando tiempo mientras buscaba las palabras adecuadas. – Está bien, pero… recuerdo que me dijiste algo como que no te hiciera responsable de lo que pasase… ¿A qué te referías con eso? ¿Seguro que no me he perdido algo?

Aquello finalmente comenzó a quebrar su fría máscara de indiferencia y control absoluto. Su voz sonaba menos firme.

- Eso… No fui más allá, te lo aseguro. Jamás de aprovecharía de una mujer en ese estado...

Su férrea defensa se tambaleaba de una vez por todas.

- Te creo. – Le corté, segura. – Mi pregunta es si tu esperabas o querías que ocurriese algo más.

El hombre carraspeó al otro lado de la línea. Yo me reí en silencio, consciente de cómo había roto la tensión de su estado nervioso al haber sido tan explícita. No tenía ni idea de por qué evitaba hablar de sexo de forma tan descarada, ¿me tenía por una muchacha sin experiencia acaso? ¿O acaso era él a quien le faltaba calle?

- Sí. – Masculló él en voz baja. – No puedo negar que lo deseaba, en efecto.

No podía dejar de parecerme gracioso que respondiese con aquel tono tan neutral.

- ¿Eso significa que tampoco tienes reparos en hacerlo con alguien que no sea tu pareja? – Pregunté, tanto curiosa como divertida por sus reacciones.

- Si eres tú, está bien.

Aquella respuesta fue tan pura y sincera que me dejó totalmente desarmada. Era tierno, demasiado. No tenía nada que ver con el atrevido hombre de mis sueños, aunque tampoco podía decir que me desagradase. Aun así, anhelaba ver a esa persona dejarse llevar por sus deseos, no podía parar de preguntarme cómo sería si simplemente actuase por impulso…

- Entonces… Si te digo que llevo fantaseando contigo muchas noches… ¿Qué harías? – Le pregunté, en tono coqueto.

- Cumplir todos y cada uno de tus deseos. – Respondió, con voz ronca.

Un delicioso escalofrío me recorrió toda la columna vertebral. Así que se comprometía a cumplir mis deseos. Interesante. Y tentador.

- ¿Puedo ir a tu casa mañana?

¿Quizás me estaba pasando de atrevida? ¿Acaso le molestaría mi descarado interés sexual?

- Estaré disponible cuando quieras. – Fue su respuesta, grave y sensual.

Por fin, el estricto profesor pareció encontrarse cómodo dentro de aquella conversación. Y no sonaba nada casto e inocente, sin duda.

El domingo me vestí con un vestido negro con un corpiño ajustado y una minifalda de tul con varias capas, y mucho, demasiado, volumen. Quería verme linda, por lo que recogí el cabello en dos coletas altas y las adorné con lazos del mismo color que la ropa. Cubrí mis brazos con unos guantes de rejilla, dándole un toque más urbano. Para completar el conjunto, me calcé con mis botas de caña alta, recorridas por una hilera de hebillas. Era la mezcla perfecta entre un estilo punk y el gothic lolita. Me sentía mucho más confiada en lo que iba a hacer con una ropa tan atrevida, plantada delante de su casa.

Cuando se abrió la puerta blanca, completamente inmaculada, me encontré con el profesor Taisho pulcramente vestido. Llevaba unos pantalones de vestir grises, a juego con un chaleco de traje del mismo color. El conjunto lo completaba una camisa blanca perfectamente planchada y una cortaba que se ocultaba dentro del chaleco, de color lavanda. En aquel momento debíamos de vernos como el día y la noche. A él sólo se faltaba una chaqueta para poder pasar por todo un hombre de negocios, y yo parecía sacada de una revista de moda alternativa juvenil. Pensé que realmente vivíamos en mundos bastante diferentes.

- Rin… - Llamó mi nombre mientras me recorría con la enigmática mirada de aquellos ojos dorados. – Pasa.

Asentí, aparentando más seguridad de la que sentía, y lo acompañé al salón, donde me ofreció una bebida, que rechacé educadamente.

- Me alegro de que nos hayamos podido volver a ver tan pronto, Sesshomaru. – Confesé, tomando asiento en una de las sillas.

- Lo mismo digo. – Respondió, bebiendo un sorbo de su copa de vino.

Él no se sentó. Permaneció de pie mientras sus ojos seguían analizando con poco disimulo cada uno de los detalles de mi ropa. Me había vestido de forma tan llamativa para conseguir su plena atención, por lo que me sentí satisfecha y orgullosa de haber logrado mi cometido.

- He estado pensando en la conversación que tuvimos ayer, y tenía una propuesta que hacerte. – Comencé a hablar, sin dar más rodeos.

- ¿De qué se trata? – Inquirió, incapaz de ocultar su curiosidad.

Me impresionaba la habilidad de aquel hombre para aparentar castidad y pureza un instante, y al siguiente prometer fantasías húmedas con aquella grave voz, junto a su profunda mirada.

- Quizás me equivoco, pero desde que nuestra relación ha dejado de ser estrictamente profesional te noto tenso a veces… Como si te estuvieras conteniendo.

Sus ojos emitieron un brillo, llenándose de interés. Depositó su copa sobre la mesa con cuidado.

- ¿A qué te refieres exactamente con eso?

- He notado que evitas ciertos temas, cómo los sentimentales o los más íntimos. Como el sexo. ¿Hay algún motivo para ello?

Sesshomaru agarró una silla y tomó asiento frente a mí.

- Cada uno tiene sus fantasmas del pasado. ¿Acaso tú no? – Inquirió él con aire misterioso.

- Por supuesto que sí, Sesshomaru. – Reflexioné un instante, alisando los volantes de mi falda. - Te voy a contar una cosa, si estás dispuesto a escucharme.

- Soy todo oídos.

El hombre cruzó una pierna sobre la otra y recuperó la copa de vino blanco.

- La primera persona de la que me enamoré… - Comencé dubitativa, mientras apoyaba las manos sobre mis muslos. – Nuestra relación acabó porque no podía ser sincera consigo misma. Siempre me ocultó de todos sus conocidos, diciendo que no éramos más que amigas. Al final, ella tenía miedo de sus padres lo descubrieran, por lo que decidió cortar conmigo.

- ¿Era una chica? – Quiso confirmar él, para asegurarse.

Suspiré, sintiéndome algo pesada:

- Sí.

- Entiendo. – Respondió, comprensivo. – Debió ser difícil para ambas.

Le agradecí con una débil sonrisa. Me miré la punta de las botas mientras seguía narrando:

- Entiendo que ella también lo pasó mal, pero por culpa de esa mala experiencia… Las relaciones que siguieron a esa no me fueron muy bien por la inseguridad que sembró en mí. Pensaba que nunca sería suficiente para nadie. Mi primer novio… Pensé que al ser un hombre no tendría los mismos problemas que con una chica, pero aquel tipo nunca quiso presentarme a su familia y amigos. Sólo quería que nos viéramos a solas para tener sexo. Nunca hicimos muchos planes fuera de eso. Y después de eso, bueno, cada desesperado intento que realizaba por ser aceptada y querida por alguien… Terminó acabando mal. Después de eso me rendí, quizás por eso me he pasado tanto tiempo sin permitirme conocer a nadie de esa manera.

Alcé la vista para observar su reacción. A pesar de mis temores, no me estaba observando con lástimas ni condescendencia. Simplemente, asintió con la cabeza mientras me sostenía la mirada.

- Un historial complicado. – Comentó.

- El motivo por el que cuento todo esto… No es porque quiera darte lástima, ni mucho menos. – Yo misma estaba algo sorprendida de lo cómoda que me sentía mostrándole mis mayores vulnerabilidades a aquel hombre que apenas conocía, pero había algo en su aura que se me hacía tranquilizadora, como si estuviera en un lugar seguro. – Es porque quiero que comprendas que tus reservas despiertan todos mis demonios. Eres como un libro cerrado, soy incapaz de comprender tus expectativas o tus intenciones. – Sesshomaru pareció contener la respiración por un momento, incómodo. – No voy a preguntarte por tu pasado, si no deseas hablar de ello. Pero no quiero volver a exponerte a que me hagan daño. Así que te pido, por favor, que seas sincero conmigo. Quiero saber qué sientes y hasta dónde estás dispuesto a llegar conmigo, para evitar hacerme ilusiones. No te preocupes por decepcionarme o por no herir mis sentimientos. Prefiero saber a qué puedo aspirar, y si me merece la pena meterme en esto.

Ya había puesto todas mis cartas sobre la mesa. Aquello podía salir muy mal y era consciente de ello, pero cada latido ansioso de mi corazón rezaba porque él fuera diferente. No pedía haber encontrado al amor de mi vida, pero esperaba que pudiera devolverme la ilusión y el afecto que se había despertado en mí. El hombre se terminó su bebida y entrelazó sus delgados dedos, mientras se apoyaba en los codos.

- Te seré franco entonces. – Comenzó a hablar. – Llevo pensando en todo lo que quiero hacerte desde que has entrado por esa puerta, y ninguna de las opciones es apta para todos los públicos. – Aquella primera afirmación me hizo temblar las piernas, agradeciendo estar sentada. – Respecto a mis sentimientos, sólo puedo describirlos diciendo que me encanta todo de ti. – Sentí cómo el pecho se me encogía con aquella confesión. - Eres una persona perseverante, inteligente y muy audaz. Y bellísima, por descontado… - Su mirada clavándose en mi me hizo sonrojar. Tragué saliva mientras lo escuchaba. - Disfruto de tu compañía, y debo recordarte que soy una persona muy solitaria, por lo que no es algo que le concedería a cualquiera. A tu lado me siento bien, como si encajase de una vez por todas en esta complicada sociedad… - Aquella frase le hizo sonar muy solitario, como si realmente llevase mucho tiempo sin poder conectar genuinamente con nadie, lo que se me antojó triste. Parecía una persona más dañada de lo que dejaba entrever. - No me importa genuinamente qué forma o etiqueta tenga nuestra relación, mientras me permitas estar tu vida, Kaori. Si tú no estás preparada para algo más "serio" podemos comenzar siendo amantes, tú decides si prefieres que seamos exclusivos o no. Independientemente de eso, no tengo intención alguna de ocultar lo que sea que tengamos. No existe ningún motivo porque el debiera mentir o fingir que no estamos en una relación. Insisto, del tipo que sea. Puedo prometerte que podremos tener todas las citas en el exterior que desees.

Aquella última promesa me hizo derramar una solitaria lágrima. Era el monólogo más largo que le había escuchado soltar desde que lo conocía, y estaba cargado de emociones cálidas y reconfortantes. Sesshomaru era muy dulce, tanto que quería dejarme ir en brazos de esa persona.

- Gracias. – Respondí, emocionada. – Por hacer el esfuerzo de decir todo esto en voz alta por mí. Sé que puede ser algo vergonzoso…

- No tiene nada de vergonzoso lo que me haces sentir, Rin. – Me interrumpió, inclinándose sobre mí y tomando mi barbilla con suma delicadeza.

- Lo que quería decir es… Me hace feliz que podamos… Es decir… Que nosotros… - Su rostro estaba demasiado cerca, impidiéndome pensar con claridad. – Ah, lo siento, no sé cómo decirlo… Ahora mismo no tengo palabras…

- Entonces actúa según como te sientas. – Murmuró contra mi boca.

Dios. Tenía razón. No necesitaba palabras. Rodeando su cuello con mis brazos, me arrojé hacia él para devorar su boca. Sus labios se movían sobre los míos, la caliente lengua me acarició hasta introducirse entre mis dientes. Con cada ligero roce mi cuerpo comenzaba a temblar, seguido de un delicioso estremecimiento. Mis manos alcanzaron las suyas, en busca de calor. Sus pulgares trazaron lentos círculos sobre mis nudillos, a la misma velocidad que su lengua envolvía la mía. No recordaba haber sido tratada jamás con tal ternura, con tal devoción…

- S-Sesshomaru… - Le interrumpí, depositando las manos sobre su pecho. – Si esto va a continuar… Si vamos a seguir más allá… - Jadeé, tratando de recobrar el aliento.

- ¿Sí? – Inquirió, recolocando los mechones rebeldes de mi flequillo tras mi oreja.

- Necesito que hagas todo lo que desees conmigo. – Confesé, azorada, teniendo en mente la imagen del Sesshomaru salvaje y descarado de mis sueños.

- ¿Cómo dices? – Preguntó, perplejo.

- Considérame como una muñeca, completamente obediente y a tu merced... – Sonreí, pensando que mi ropa podía ayudar a contribuir con aquella fantasía. – Quiero verte sin ataduras, sin contenerte… Deseo que me hagas tuya de la manera más impulsiva que te nazca.

Me quedé sin voz por el deseo, olvidándome de decirle que cuanto más salvaje lo hiciera, más lo iba a gozar yo.

Notas: ¡Hola, un domingo más! ¿Mucho texto sobre sentimientos, quizás? Sin embargo, hoy quería hablar sobre la importancia de definir las relaciones. Está bien no tener etiquetas, así como está bien querer una relación convencional monógama y heterosexual, pero en todos los casos me parece fundamental hablar de lo que busca cada uno para que ambas partes puedan sopesar si les compensa o no esa relación.

No quiero dar mucho la chapa, pero sí quería dejar esa reflexión, porque cada vez que me he enamorado me han hecho sentir que era la obvio volversenos pareja, que si besaba a la otra persona significaba que quería algo más. A veces hay que tomarse tiempo, y tampoco pasa nada si no avanzamos más allá del sentimiento de que nos guste esa persona, las emociones son complejas y uno también tiene el derecho de dar marcha atrás si no le convence la dinámica a la que se dijire una relación. Que nunca nadie os haga sentir que tenéis que "tomar responsabilidad" o iniciar una relación por ciertas expectativas que pueda haber. Por eso, como consejo de vida que a mi me hubiera gustado que me hubieran dado, antes de empezar nada, hablad mucho sobre qué queréis, qué cosas no, y poned los límites que necesiteis.

Sé que nadie me ha pedido esta opinión, pero a fin de cuentas mi forma de ver las relaciones incide directamente en esta historia, así que si alguien quería conocer la ideología detrás de esta trama aquí podeis leerla. Por supuesto, nadie está obligado a estar de acuerdo conmigo^^

Y sí, he hecho a Rin bisexual porque quería un poco de representación ;) Es una chica del siglo XXI, y quería que fuera menos tradicional en todos los sentidos que la Rin del siglo XV.

Espero que os esté gustando cómo avanza esta historia, tengo preparadas muchas cosas que tengo ganas de que leáis y me vayáis diciendo qué opinais, nos leemos de nuevo en dos semanas 3