Notas: ¡Feliz domingo a todos! Abrimos capítulo con un flashback, y ya anuncio que se trata del último que va a ver Kaori, puesto que ya habré mostrado un pedacito de cada una de las reencarnaciones de Rin hasta llegar a ella. Aún queda un poco de tiempo para saber el contexto completo de cada una de las escenas mostradas, pero no me quedaba tranquila si no mostraba al menos un pedacito de cada una de estas vidas.
¡Que disfrutéis el capítulo!
Mis párpados se abrieron despacio, como si pesaran. Lo primero que me encontré frente mis ojos fue el recipiente traslúcido de un gotero. La vía descendía hasta clavarse en la tierna carne de la cara interna de mi antebrazo.
No cabía duda de que me encontraba en un hospital. Sin embargo, olor que flotaba en el aire era familiar, acompañado de una fina línea de color oscuro.
Al estirar el cuello hacia un lado de la habitación, siguiendo el débil rastro de humo, mis ojos terminaron por posarse en él. De espaldas a mí, un inconfundible hombre de cabello plateado depositaba unas flores en el pulcro alféizar de la ventana por la que entraba la iluminación de aquel cuarto. Justo a su lado, yacía un incensario del que nacía aquel aroma que no lograba ubicar.
- ¿Doctor Taisho? – Él se giró al escuchar mi voz. - ¿Otra vez estás aquí?
El demonio rehuyó mi mirada directa. ¿Lo acababa de llamar "doctor"? Aunque no llevaba la clásica bata de los médicos. Se veía como un civil cualquiera, ataviado con pantalones de vestir grises y una pulcra camisa blanca.
- Sólo quería dejarte unas flores. – Murmuró, de forma cálida. – Ya me marchaba, no era mi intención despertarte.
Observé cómo el hombre se dirigía hasta la puerta de la habitación, donde se detuvo al escucharme nuevamente mi débil voz:
- Ya que estoy despierta, ¿por qué no me acompañas un rato…?
Sesshomaru cerró los puños, en tensión. Sin embargo, acabó por regresar junto a la camilla donde yo estaba tendida. A pesar de que había un taburete disponible, no hizo siquiera amago de tomar asiento.
- ¿Cómo te encuentras? – Inquirió, estudiándome con una mirada de preocupación.
Yo me recosté cómodamente en la cama.
- Un poco mejor. – Mi propio tono era amargo y pesimista, por mucho que aquel rostro se esforzase en no perder la sonrisa. – El incienso que me trajiste el otro día olía muy bien. Me ayudó a conciliar el sueño con facilidad, por lo que quería agradecerte.
La angustia del rostro de aquel hombre pareció aliviarse tímidamente, curvando sus labios en una tierna sonrisa.
- Me alegro. – Fue su única respuesta, apenas audible.
Reticente a dejarlo marchar, la chica cuyos recuerdos estaba espiando seguía empeñada en mantener una conversación, para mi fortuna:
- ¿Y sabes qué? Tuve un sueño de lo más curioso…
Mi voz sonaba casi aniñada. Aquella reencarnación debía de encontrarse en una etapa no muy avanzada de la vida… Aunque el tamaño de mi cuerpo se veía como el de una adulta. ¿Se trataba de una adolescente, quizás?
- ¿Qué tipo de sueño? – Preguntó Sesshomaru, con una dolorosa dulzura.
- Uno en el que tú y yo éramos amantes. – La chica en cuyo cuerpo estaba atrapada dejó escapar una limpia carcajada. - ¡Como si eso pudiera ocurrir! Quizás en otra vida. - Bromeó.
El demonio se quedó completamente mudo frente a mí. Sus ojos se clavaron en el suelo, incapaz de forzar una sonrisa cómplice. Aquello debía de ser demasiado pesado para él.
Claro… ¿Acaso no era ese el mismo incienso que Sesshomaru había encendido la primera vez que estuve en su apartamento como parte de los ejercicios de relajación? ¿No había sido que a partir de aquel momento habían empezado aquellas visiones sobre el pasado?
- Doctor Taisho. – Volvió a llamarle la chica, de forma insistente, interrumpiendo mis averiguaciones.
- ¿Hm? – Sesshomaru emitió un sonido de interrogación mientras seguía con la mirada perdida.
- En realidad… Al principio, estaba enamorada de ti. Demasiado.
Aquella confesión pareció pillarle completamente desprevenido. Sus ojos se abrieron como platos, mostrando la silenciosa súplica de su alma:
- ¿Y por qué no dijiste nada?
- Bueno… Tampoco parecía que tú tuvieras interés alguno en mí, me tratabas como a una mocosa. – La chica soltó una liviana risa. - Me avergüenza admitirlo, pero quizás empecé a tener sentimientos por Takashi por despecho. Aunque ahora soy muy feliz con él.
El demonio inhaló profundamente. Abrió la boca para hablar, pero en el último momento pareció arrepentirse de su decisión.
- Ya veo. – Musitó, como si no le estuviera dando más importancia al asunto.
Pero yo reconocía el atisbo de dolor en el fondo de su mirada.
- Dime, doctor… Como médico, ¿sabes cómo es muerte? ¿Duele?
Sesshomaru, aunque dubitativo, estiró su brazo para rozar mi mano. Estaba temblando. La observó con detenimiento mientras contestaba:
- No es algo de lo que debas tener miedo, Marin. Las almas humanas siempre regresan. – Sesshomaru observaba con amargura a aquella chica cautiva en la habitación de un hospital. Era casi como si supiera que no la vería salir de allí por su propio pie.
- ¿Ah, sí? – Inquirió la joven de inocente voz, risueña. – No sabía que tuvieras esas creencias, como científico que eres. – Se burló ella con su una risa risueña. - Entonces… Si la reencarnación es real, espero que nos volvamos a encontrar una vez más.
Un poderoso rayo de sol incidió en mi rostro, obligándome a despertar. En apenas un instante recordé dónde estaba realmente. Debía de haberme quedado dormida en el sofá de Towa por puro agotamiento. Había estado esperando un rato bastante largo, pero ni ella ni su padre habían regresado del sótano.
Al abrir los ojos me di cuenta de que alguien había echado una manta sobre mí para resguardarme del frío de la noche. Por las ventanas de la habitación podía vislumbrarse el amanecer.
- Anda, ya has despertado, Kaori.
Giré la cabeza hacia la entrada de la habitación, desde donde provenía la voz de Towa. La chica se encontraba allí de pie, ataviada cubierta con un fino pantalón de algodón y un sujetador deportivo. Me eché a temblar con solo verla, ¿no tenía frío?
- S-sí… - Musité, aún adormecida. - ¿Y Sesshomaru?
La muchacha tomó asiento a mi lado, mostrándome una expresión melancólica.
- Ha salido a enterrar el cuerpo de Inuyasha. Me ha pedido que me quedase aquí, por si tú despertabas.
Los ojos de la chica se encontraban enrojecidos e hinchados, como si hubiera pasado toda la noche en vela llorando. Imaginé que aquello debía haber supuesto un duro golpe para ella, después de haber estado protegiendo a su tío de su padre por tantos años. Tímidamente, posé mi mano sobre la suya, en un intento de reconfortarla.
- Siento que hayas tenido que pasar por todo esto, Towa. No sé si te sirve, pero… Intenta pensar que ahora está en un lugar mejor, donde ya no sufrirá más.
La expresión de la joven era diametralmente opuesta a la jovialidad que había denotado al reencontrarse con su padre. Sentía que había vivido con ella uno de los momentos más desquiciantes de su vida. Aquel anómalo orden de los acontecimientos hacía que sintiera cierto grado de intimidad con ella, a pesar de que la acabase de conocer.
¿O era acaso la vinculación con Rin la que nos hacía verdaderamente cercanas?
No quería pensar en eso en aquel momento.
- Eso lo sé. – Murmuró ella. – Pero pensando de forma egoísta, ahora que he perdido mi objetivo en la vida, no tengo ni idea de qué debería hacer en este mundo…
Claro, si su misión principal había sido mantener a su tío con vida durante siglos, no resultaba extraño que se sintiera completamente perdida ahora. Las circunstancias que la mantenían incapaz de tomar las riendas de su vida habían desaparecido. Lejos de sentir libertad, debía ser muy abrumador descubrir la inmensidad de posibilidades disponibles.
- Es perfectamente comprensible, pero… Quizás, aunque no se trate de una meta, por el momento, ¿por qué no empiezas por de recuperar la relación perdida con tu padre? Seguro que él también se alegra mucho de haberse reencontrado contigo, y es posible que encuentres tu camino en el proceso.
Towa me dedicó una mirada de desconcierto. Me pregunté si había dicho algo que me no debía.
- Lo siento. – Carraspeó ella. – Por un momento has sonado tan parecida a mi madre que…. No he podido evitar verte como si fueras ella. Disculpa.
No pude sentirme molesta al ver lo vulnerable que se encontraba aquella muchacha mientras sus ojos me observaban con aquella chispa nostálgica. Conmovida, le eché parte de la manta que me recubría sobre el regazo para arroparla.
- Mientras comprendas que soy otra persona, no pienso que sea malo que yo te recuerde a ella… Supongo que es inevitable. – Le concedí, resignada.
La muchacha aceptó el pedazo de tela sobre sus piernas, cubriéndose de lado a lado para mantener el calor dentro de la alargada superficie.
- ¿Cuánto sabes de todo esto? – Inquirió Towa, analizando mi expresión como Sesshomaru solía hacer cuando notaba que algo no andaba bien.
- No mucho… Hace apenas unos días que acabo de descubrir que Sesshomaru es un demonio, y que ha estado persiguiendo el alma de Rin muchos siglos… Pero no tengo ni idea de los detalles. – Miré a la chica con decisión. – Dime… ¿Cómo era Rin?
La joven se mostró pensativa. Por un momento, temí que la pérdida de su madre hubiera sido tan dolorosa para ella que no albergarse muchos recuerdos de aquella época. Además, acababa de perder a otro familiar, ¿cómo podía estar interrogándola de aquella manera para calmar mis propias inseguridades?
- ¿No preferirías escuchar sobre ella directamente de boca de mi padre?
Algo en mi interior encajó de forma contundente tras escuchar las palabras de Towa. Ni siquiera yo misma me había dado cuenta de por qué que había tratado interrogar desesperadamente a cualquier persona disponible que no fuera Sesshomaru sobre aquel tema. Hasta aquel preciso instante.
- Precisamente… creo que eso me asusta más. O me genera celos, no sé muy bien cómo de definirlo, pero… No me siento preparada para escuchar cómo se siente respecto a otra mujer por la que ha hecho tanto.
- Entiendo... – Asintió la chica con expresión amable. - Te contaré un poco sobre ella, si eso te ayuda a sentirte más tranquila. – Accedió Towa, comprensiva. – Mi madre era el tipo de persona que normalmente callaba sus deseos o necesidades por el bien de los demás. No importaba si estaba enferma o si algo no le parecía bien del todo, ella estaba dispuesta a lo que fuera por ayudar a los demás, incluso a costa de su propio bienestar. -La expresión de la joven se volvió melancólica, sus ojos reluciendo bajo la mortecina luz del amanecer. - Yo… la quería mucho. Aunque creo que todo el mundo que la conocía no podía evitar sentir afecto hacia ella.
Supe que aquella chica tenía razón. Kagome era un buen ejemplo de persona externa a la pareja que parecía apreciarla profundamente. Una ínfima parte de mí comenzó a sentir que le hubiera gustado conocer a esa mujer tan increíble que todos describían. Aunque había una parte del discurso de la hija de Sesshomaru que no lograba sacar de mi mente. Aquella en la que había mencionado "incluso a costa de su propio bienestar".
Aún no sabía bajo qué circunstancias había muerto aquella misteriosa mujer. Sólo sabía que la persona que más la había amado, Sesshomaru, se sentía terriblemente culpable al respecto.
- Desde luego, suena como una persona con la que era fácil encariñarse. – Le concedí a la muchacha. – Towa, espero que me disculpes por la indiscreción, pero… ¿Qué ocurrió con tu madre?
La expresión de la joven se ensombreció.
- No siento que sea correcto que sea yo quien te cuente todo eso… Pero puedo hablarte un poco de mi relación con ella, si eso contenta tu curiosidad, de momento.
Apreté los nudillos contra los muslos, incapaz de contener mi nerviosismo.
- Está bien. – Acaté sin atreveré a insistir. Por poco que me contase, dispondría de más piezas para tratar de encajar aquel complejo rompecabezas.
- Desde que tengo recuerdos, nosotras tres vivíamos en una cabaña en el bosque, suficiente lejos de los humanos para evitar su desprecio, y ocultas de los demonios que querían hacernos daño en ausencia de mi padre.
Fruncí el ceño, concentrada en su relato.
- Si Sesshomaru no estaba… ¿A quién te refieres con "nosotras tres"? – Inquirí con curiosidad. Las cuentas no me salían.
La chica medio demonio suspiró a mi lado, antes de contestar:
- Éramos mi madre, mi hermana Setsuna y yo. – La expresión de Towa se ensombreció al mencionarla.
Así que mi asunción había sido correcta. Sesshomaru y Rin habían concebido más de un hijo.
- Vaya, no sabía que tenías una hermana. ¿Os llevabais bien?
Los labios de la chica se curvaron en una expresión amarga.
- Sí, muy bien. – Masculló, de forma seca. – Pero ella… murió hace mucho tiempo.
Una vez más, sentí que había llevado mi curiosidad demasiado lejos. No era justo hacer desenterrar algo tan doloroso a alguien que no estaba pasando por un buen momento.
- L-lo siento… - Me disculpé, presa de la culpabilidad. – No hace falta que digas más, gracias por…
- No importa, eso es otra historia… - Me interrumpió ella, mostrando lo fuerte que eran su mente y su espíritu, retomando el relato con la mayor naturalidad que pudo. - La cuestión es que como ambas éramos fruto de la relación entre una humana y un demonio, eso no significaba más que problemas. Los humanos nos temían por nuestros poderes sobrenaturales, mientras que los demonios no nos veían más que como los cachorros mestizos de uno de los yokais más poderosos. Por lo tanto, no era raro que quisieran encontrarnos para acabar con su linaje, o simplemente para extorsionar a nuestro padre según sus intereses. Éramos un blanco fácil. - Pensar que había sufrido tal persecución desde su nacimiento me rompía el corazón. – Para protegernos y poder mantenernos a su lado, nuestra madre siempre empleaba un perfume, el Kaori, con el cual podía ocultar nuestra esencia demoníaca, impidiendo que otros demonios pudieran rastrear nuestro olor y encontrarnos.
- Pero… - Volví a interrumpirla, confundida. – Si Sesshomaru era tan poderoso, ¿por qué no os protegía él mismo? ¿No hubiera sido más sencillo de aquella manera, si hubierais estado todos juntos?
Towa se rascó la nuca con nerviosismo.
- Eso es una historia aún más larga, pero la cuestión es que eso no era posible. Mi padre no pasaba mucho tiempo en un solo sitio, siempre estaba de camino de un lado para otro. Llevar a una mujer humana con dos niñas a cuestas no hubiera hecho más que entorpecer su marcha. – Explicó la joven, no sin cierto deje de reproche. – En realidad, es posible que mi padre sí se hubiera plateados llevarnos a Towa y Setsuna con él, pero nunca a nuestra madre. No conozco los detalles, pero Kagome una vez me dijo que nuestro nacimiento fue el único momento en el que Rin se enfrentó a Sesshomaru. Al parecer, mi padre quiso llevarnos lejos de ella para protegerla de los peligros que nos acecharían por ser hijas suyas. Por supuesto, mi madre no paró hasta convencer a ese tozudo, y el Kaori que sólo mi madre sabía confeccionar fue el único argumento con el que finalmente logró convencer a mi padre de no separarnos de ella. Aunque alguna vez durante mi infancia le escuché sugerir de nuevo que nos dejara a su cargo, a lo que mi madre jamás cedió.
A pesar de que todo el mundo hablaba de Rin como una persona gentil y cariñosa, el relato de Towa me hacía pensar que poseía una fortaleza envidiable. Yo siempre había tenido problemas para decir que no cuando algo no me parecía bien, y ella había tenido el valor para plantarle frente a la persona que más amaba. La cual, además, era un demonio aterrador.
Definitivamente, éramos muy distintas. No sabía si yo podría haber soportado todo por lo que ella parecía haber pasado.
- Suena como que os quería más que a nada en el mundo. – Comenté, absorta en mis pensamientos.
Towa asintió, continuando con su relato:
- Eso mismo nos hacía sentir a nosotras, por lo que nunca nos entusiasmó la idea de marchar con nuestro padre. Sin embargo, a pesar de que el remedio de nuestra madre pudiera protegernos durante la mayor parte de nuestra infancia, llegó el momento en el que nuestra aura demoníaca se volvió demasiado poderosa para ser disimulada con Kaori, por lo que al final… Nos encontraron. Y fue en ese momento crítico que nuestro padre nos separó, sin posibilidad a desacato, a Setsuna, a mamá, y a mí. Es por eso que el resto de mi infancia me crie con Inuyasha, Kagome y la hija de ambos, Moroha.
Comenzaba a entender por qué Inuyasha había sido como un padre para ella. Pero había algo que no comprendía:
- ¿Pero por qué Sesshomaru te dejó a cargo de alguien más en lugar de llevarte con él?
La mirada de Towa se endureció.
- Sólo él lo sabrá. – Masculló. – Nuestro padre era uno de los yokais más temidos y poderosos de aquella época. Apenas estuvo presente en nuestras vidas, pues él siempre tenía que estar viajando de un lado a otro, encargándose de asuntos que desconozco. Jamás daba explicaciones a nadie, solo iba y venía como le venía en gana apelando a sus "obligaciones". Nunca he sabido lo que le pasaba por la cabeza.
A pesar de que no se podía decir que Towa odiase a su padre, sí que parecía resentida, como si tuviera asuntos pendientes con él. Y no podía no darle la razón, pues según su versión, había sido un padre bastante distante. Lo cual cuadraba bastante con las interacciones que había visto entre ellos.
Después de todo, ¿no habría sido más normal que abrazara a su hija tras siglos de separación? En cambio, él la había abofeteado y reprendido con severidad.
Por primera vez, comprendí lo distinto que Sesshomaru me trataba respecto al resto del mundo. Conmigo era gentil, cariñoso y considerado. Pero era estricto y frío con el resto del mundo, tal y como Tomoki había descrito. Sus advertencias no habían sido en vano, pero él no podía saber… Que conmigo iba a ser diferente, por supuesto.
En palabras de Towa, su padre "no sentía compasión ninguna por nadie que no fuera Rin".
Aunque yo no era ella, él parecía mostrar la misma deferencia conmigo…
No, si seguía aquella línea de pensamiento de nuevo acabaría deprimida.
- Comprendo… - Musité, reflexiva. – Por eso no pudiste hablarle de la condición de Inuyasha, ¿verdad? Y tuviste que esconderte todo este tiempo. Porque sabías que él no tendría reparos en acabar con la vida de su hermano si lo consideraba necesario.
- Así es… Aunque pienso que tú has tomado la decisión por el motivo correcto, como ser humano… Creo que él no es capaz de ver a las personas fuera de sus códigos morales como demonio, o lo que sea eso. – Farfulló Towa, sin ocultar el rechazo que sentía en ese punto hacia los ideales de su padre. – Además del orgullo, el honor o los deberes autoimpuestos, es como si todo su corazón estuviera reservado para una sola persona… Y el resto no tenemos cabida en él.
La soledad era más que palpable en las palabras de la chica a mi lado. No podía negar que no le faltaba razón, pero… Algo no se sentía bien del todo. Es verdad que Sesshomaru actuaba de forma atípica conmigo por la forma en la que me percibía, pero tampoco estaba de acuerdo en que no le importase su hija.
Jamás le había visto tan agitado como cuando se había reencontrado con ella. Ese hecho en sí era prueba más que suficiente de que aquella chica ocupaba una parte importante de aquel demonio con expresión glacial. Si no le importase lo más mínimo, no habría mostrado un ápice de emoción, estaba segura.
- Puede que no me creas, pero, por lo que conozco a tu padre… Tengo la impresión de que te quiere muchísimo, a pesar de no lo demuestre de la forma más convencional. Aunque comprendo que tienes todo el derecho del mundo a estar resentida con él, creo que su comportamiento contigo ha sido más que reprochable…
Towa me observó con los ojos muy abiertos, incrédula.
- M-me acabas de dar un escalofrío. – Tartamudeó Towa. - ¿C-cuánto tiempo decías que hace desde que conoces a mi padre…?
La conversación fue interrumpida por el chirriante sonido de la puerta al abrirse, sobresaltándonos a ambas. Al dirigir la mirada hacia la entrada a la sala, de la entrada de la casa emergió la imponente figura de Sesshomaru. Al observarle, me di cuenta de que no vestía la misma ropa negra de la noche anterior. Se había cambiado, y ahora vestía un conjunto compuesto de un jersey gris y unos pantalones azul oscuro.
Me pregunté si el cambio de vestimenta podía deberse a la sangre que hubiera podido derramar la muerte de Inuyasha. Después de todo, Towa también se había deshecho de su sudadera… Convine que sería mejor no pensar más de la cuenta en ello.
- Ya me estaba preguntando por qué tardabas tanto en regresar, Padre.
El demonio nos lanzó una mirada analítica a ambas, acurrucadas en el sofá mientras estábamos envueltas por la misma manta. Era posible que aquella imagen le evocase recuerdos o le enterneciese, pero no dejó entrever sus emociones al respecto.
- ¿Has terminado de recoger tus cosas, Towa? – Inquirió Sesshomaru.
La chica exhaló una fingida exclamación:
- ¡Oh, se me había pasado por completo! Estaba tan entretenida charlando con Kaori que el tiempo ha volado sin que me diera cuenta.
Le lancé una mirada de desconcierto. Si yo apenas llevaba un rato despierta…
- Sé que no te entusiasma la idea, pero no pienso permitir que te quedes en un zulo como este. – Le reprendió su padre, tratando de no perder la paciencia con ella.
A pesar de su avanzada edad (comparado con un humano normal, claro), Towa se comportaba como una adolescente en plena etapa rebelde. Aunque no había habido ocasión de que me contase el final de la historia, no me sorprendía que la chica aún se encontrara en aquel punto con su progenitor. Incluso podría decir que me generaba algo de ternura verla comportarse de aquella forma tan infantil tras el momento tan complicado que había experimentado aquella noche.
Towa exhaló un suspiro, visiblemente exhausta. La joven se puso en pie y pasó al lado de su padre sin mirarle siquiera:
- Está bien, lo haré, pero no me metas prisa, necesito algo de tiempo para mí misma… Puedo ir a donde sea que estés luego rastreando tu olor, así que no tienes que esperarme.
Sesshomaru se encogió de hombros, expresando su conformidad, resignado al comportamiento adolescente de su hija.
- Kaori. – Se dirigió a mí por primera vez desde que había entrado a la estancia. – Ven conmigo, te acerco a tu casa para que puedas descansar en condiciones. He traído el coche.
- Ah, sí, gracias. – Asentí mientras me ponía en pie torpemente.
Sentí que me mareaba un poco al haberme levantado de forma tan brusca, aunque no tuve tiempo para temer caerme al suelo, ya que Sesshomaru se acercó rápidamente a mi para tomarme del brazo.
- ¿Estás bien? – Preguntó, con expresión gentil.
- Sí, solo… Me he puesto en pie demasiado rápido.
El brillo puro de aquello ojos era tan claro que resultaría imposible para nadie descifrar el hecho tan abominable que había debido llevar a cabo aquel hombre esa misma noche.
Actuando con una normalidad impecable, el profesor Taisho me guio al exterior, hasta su vehículo. Mientras me acomodada en el asiento del copiloto, no podía evitar pensar en cuánta oscuridad escondían los misteriosos ojos de Sesshomaru, y en cómo lograba ocultarla del mundo entero.
Aquello no podía ser bueno para la cordura de ninguna persona.
- Esto… Sesshomaru. – Le llamé tímidamente mientras él ponía en marcha el vehículo. - ¿Cómo te encuentras?
No tenía ni idea de qué pretendía que me respondiera a aquella pregunta, pero desde luego que jamás me hubiera imaginado que pudiera hacerlo con suma frivolidad:
- Cansado, ha sido una noche larga. ¿Y tú, Kaori? Siento que hayas tenido que ser testigo de algo así.
Por un instante, sentí que estaba hablando con un monstruo. ¿Cómo podía tratar los sucesos de aquella noche como sin más? Se había visto obligado a acabar con la vida de su propio hermano, y aun así… Aunque agradecía su preocupación, no podía estar bien que le restase la debida importancia a sus sentimientos de aquella forma.
- No, yo… estoy bien. Me preocupáis más Towa y tú, después de lo que ha pasado.
El demonio no despegó los ojos de la carretera mientras seguíamos conversando.
- Towa necesitará un tiempo para recuperarse del duelo, sin duda, pero yo… Ya estoy más que acostumbrado.
Aquella última confesión conectó con la inquietud de mi corazón. No se trataba de que no le importase en absoluto, pero debía de haber pasado por tantas pérdidas dolorosas él solo que se había acostumbrado a tragarse todo lo que sentía y mantenerlo cautivo en el fondo de su corazón. Pero si no se permitía sentirlo, no era posible que sanase de ninguna forma, ¿no…?
Eso pensaba, pero no me atreví a inmiscuirme en su sentimiento de pérdida más profundo. Al menos no mientras conducía. Pero me prometí a mí misma que se lo diría cuando tuviéramos un tiempo para hablarlo con más calma.
Se me estaban acumulando todos los temas que estaba reservando para hablar cuando tuviéramos un momento más tranquilo.
Suspiré. ¿Acaso iba a haber ocasión para ello próximamente?
- ¿Entonces te vas a llevar a Towa a vivir contigo? – Pregunté, a raíz de las instrucciones que le había dado antes de marcharnos. Si era así, iba a ser mucho más complicado encontrar algún momento a solas para hablar de todo.
Sesshomaru me lanzó una fugaz mirada de reojo.
- Solo de forma temporal. – Me explicó él. – Mientras pongo en orden todos sus papeles y le busco una residencia propia. No creo que le agrade vivir conmigo, y yo estoy demasiado acostumbrado a estar solo como para adaptarme a otra persona a estas alturas.
Lancé un vistazo por el retrovisor del vehículo, donde se podía ver el reflejo del distrito marginal perderse en la distancia.
- ¿Vas a conseguirle entonces una identificación para que no tenga que seguir escondiéndose? – Él asintió. – Pero, ¿cómo? ¿No tendrías que ir a trabajar hoy a la universidad?
Las grandes manos de Sesshomaru se asieron con firmeza al volante.
- Jamás me he pedido un día de vacaciones desde que ingresé al claustro de profesores. Ya he avisado que iba a tomarme unos días por asuntos personales, y no creo que se atrevan a poner pegas dado mi impecable historial. – Agarró la palanca de cambios para aminorar la marcha. – Los papeles de Towa no van a ser fáciles de conseguir, pero mi intención es tratar de hacerla pasar un bebé robado, pues hay muchos casos sin resolver de niños secuestrados recién nacidos en hospitales. Mentiremos sobre su edad y la adoptaré legalmente, aunque el proceso va a ser tedioso, sin duda.
Escuchar los detalles de su plan me dibujó la primera sonrisa en el rostro desde la noche en la que había descubierto su secreto. En el poco tiempo que había dispuesto para ello ya había estado elaborando un plan para sacar a su hija de la precaria situación en la que se encontraba, y mejorar sus condiciones de vida.
- Me alegro de que Towa te tenga para ella a partir de ahora, Sesshomaru. – Comenté. – Debe de haberse visto muy sola.
Mis palabras sonaron mucho más lastimeras de lo que yo había querido expresarlas.
- Nada de esto quiere decir que yo vaya a desaparecer para ti. A no ser que hayas decidido lo contrario después de esta noche.
Realmente él estaba pensando en todos a su alrededor salvo en sí mismo. A pesar de su actitud, era una persona mucho más amable y cálida de lo que la mayor parte del mundo pensaba…
- De momento, me gustaría seguir en contacto contigo… Y que en algún momento me hablases de lo que ocurrió con Rin.
Los labios de Sesshomaru se curvaron en una expresión amarga.
- ¿No te hace daño que todo lo que me rodea esté impregnado de ella?
Medité unos instantes antes de dar mi respuesta:
- Creo… que cada vez menos. Cuanto más escucho sobre quién fue esa mujer, menos rechazo me provoca su existencia, aunque… Es verdad que me da miedo que sólo me veas como un mero sustituto de Rin. – Sin darme cuenta, la confesión que había estado guardando la noche anterior en mi pecho comenzaba a salir a la luz. – Sé que puede ser muy repentino, pero… Me gustaría que te enamorases de mí por cómo soy, no por la persona a la que te recuerdo. Sé que no es justo pedirte que olvides a alguien tan importante, y no es mi intención en absoluto, pero… Por mucho que me gustes, y que deseo que este sentimiento sea correspondido… Yo no soy Rin, y nunca podré serlo, Sesshomaru.
El demonio se detuvo frente a un semáforo en rojo, momento en el cual sujetó mi barbilla con sus gentiles manos. Todo mi se estremecía bajo aquella mirada de color dorado. Sentí pavor cuando el profesor separó sus labios para hablar, esperando el más absoluto rechazo:
- Eso lo comprendo muy bien, Kaori, y aunque no te lo creas… Siempre he sido más que consciente de que no podías ser el reemplazo de otra persona. – Su expresión era tan noble que mi corazón se paró por un momento, incapaz de creer lo que estaba escuchando. –. Después de todo, no eres la misma mujer de la que me enamoré hace siglos, ni espero que lo seas, en el fondo. Es un error que me prometí que no volvería a cometer. – Su mirada se volvió tierna mientras me observaba fijamente. - Hay muchas cosas de ti que todavía desconozco. Por ejemplo… aún no sé la cara que pones cuando te levantas por las mañanas, si eres una madrugadora nata o si se te pegan las sábanas… Tampoco sé cómo sonríes cuando te encuentras rodeada de tus seres queridos, o qué expresión pones cuando te enfadas. Hay días que me encuentro a mí mismo preguntándome cosas tan sencillas que nunca antes habían tenido sentido para mí… Como cuál es tu libro favorito, qué música escuchas y qué es en lo que hace pensar, o qué fechas son importantes para ti… - Un cálido pulgar retiró el húmedo rastro sobre mi mejilla. No tenía ni idea del momento en el que se me había escapado una solitaria lágrima. - Quiero conocerte más, única y exclusivamente a ti, como Kaori Hanazono. – Hizo una breve pausa antes de añadir. - Rin, la persona que fue mi esposa… Murió hace mucho tiempo, y aunque no pretendo olvidarla… No me ha quedado más remedio que aceptar que ella ya no se encuentra en este mundo. Ni regresará a él. Así es como deben ser las cosas. – Finalizó con una sonrisa melancólica.
Le observé completamente muda, incapaz de articular una sola palabra en repuesta. Aquel mágico momento fue interrumpido por estridentes cláxones de los coches parados tras el de Sesshomaru. La luz del semáforo se había vuelto verde.
El demonio regresó a su posición como conductor y reanudó la marcha. Sentía que se me iba a salir el corazón por la boca.
- Y-yo… - Murmuré en voz baja.
- Dicho esto, - Me interrumpió él, quien seguramente no había alcanzado a escuchar mi intervención. - quiero que seas consciente de que me esforzaré todo lo posible porque no sientas que eres el reemplazo de nadie. Aunque no deseo crearte falsas ilusiones, es posible que incluso ahora, haya momentos en los cuales vea a Rin en ti sin darme cuenta… Te pido que si te hago sentir así en lo más mínimo me lo hagas saber. Y me disculpo por ello.
Era consciente de que no había dicho que me amase ni nada parecido, pero el mero hecho de saber que quería conocerme tanto como yo a él… Me hacía inmensamente feliz. Tanto como para dejar que nuevas lágrimas comenzaran a rodar por mi rostro, abrumada por la emoción.
Sesshomaru condujo unos minutos más sin apremiar mi respuesta, dejándome llorar en silencio hasta que estacionó frente al bloque de edificios donde yo vivía. Entonces se desabrochó el cinturón y me ofreció pañuelos de su guantera.
Me soné los mocos de forma ruidosa, y traté de calmar mis desbordantes sentimientos mientras me encogía en el asiento de aquel coche. El demonio depositó su mano sobre mi hombro en intento de reconfortarme mientras me observaba con expresión de consternación.
Una vez mi lloriqueo comenzó a detenerse fue cuando el profesor Taisho se atrevió a preguntar, en voz baja:
- ¿Cuál es tu respuesta, entonces? ¿Estás segura de que no quieres que desaparezca de tu vida en este mismo instante?
- N-no quiero que te vayas… - Sollocé mientras temblaba, arrancando las escasas palabras que lograban subir hasta mi garganta. – Y m-muchas gracias.
Sus ojos me observaron abiertos de par en par.
- ¿Qué estás diciendo? No entiendo qué tienes que agradecerme… - Musitó, confundido.
- P-porque… Después de todo lo que has estado soportando… Y por lo que has debido de pasar, y-yo… Pensé que no había hueco en tu corazón para considerar seriamente mis sentimientos… - Gimoteé, a punto romper en llanto otra vez. – Así que… me siento muy aliviada simplemente de que pienses en mí de esa manera…
Su expresión denotaba el más puro asombro.
- Te equivocas, soy quien más tiene que agradecer tus sentimientos, a pesar del pesado equipaje que cargo a mis espaldas… Estarías en todo tu derecho de desentenderte por completo de todo esto… O incluso de estar molesta.
- Pero eres importante para mí. – Respondí, segura. – No quiero hacer como si no supiera nada y simplemente desaparecer. Ser consciente de que tienes un pasado complicado no me enfada, ni mucho menos. Es más… Yo también quiero aprender todo lo que pueda sobre ti.
Sesshomaru no parecía esperarse en absoluto una reacción tan positiva por mi parte. Era como si estuviera buscando el punto donde flaquease mi determinación, tratando de convencerse a sí mismo de que aquello era demasiado bueno para estar ocurriéndole:
- Y por eso mismo te estoy agradecido, pero me gustaría que no olvidades que, si se vuelve una carga demasiado pesada, en cualquier momento tendrías el derecho de…
- Basta. - Le corté, posando mis dedos sobre su boca, ahogando aquellas palabras que no quería volver a escuchar. - No vuelvas a decir eso… – Refunfuñé, frustrada por aquel discurso que no dejaba de legitimar que él comprendería que yo quisiera darle la espalda.
Sus labios permanecieron inmóviles, procesando lo que estaba ocurriendo. Un llamativo tinte carmín enrojecía sus pálidas mejillas. No parecía que estuviera nada acostumbrado a que nadie le interrumpiese de aquella manera.
Y yo ya sabía que no tenía obligación ninguna de ayudarle a reparar sus daños emocionales ni a cargar con un pasado tan extenso como oscuro.
Simplemente iba a hacerlo porque quería. Porque le apreciaba como persona, y no deseaba perderle. No, al menos sin saber toda la verdad.
Tratando de suavizar el impacto de mi gesto, retiré la mordaza con la que había cubierto sus labios, musitando:
- Deja de intentar hacerme dudar de lo que siento por ti por tu eterno sentimiento de culpa. Ya he decidido que este es el camino que quiero tomar, Sesshomaru.
Conmovido, el demonio pareció dejar atrás todo su pesar, al menos durante aquel instante. Sus hombros se relajaron mientras las comisuras de sus labios se curvaban ligeramente. Era como si todo lo que le atormentaba hubiera desaparecido dentro de aquel vehículo, donde sólo estábamos él y yo.
Dejando escapar un suspiro de alivio, el profesor se recostó sobre su asiento, cerrando los ojos por un instante:
- Eres… Muy interesante, Kaori. – Murmuró, conteniendo una risa, divertido. – Gracias. Pensé que no podría volver a sonreír así en mucho tiempo... O quizás nunca más.
Entonces me di cuenta de que le había confesado mis sentimientos el mismo día que había tenido que enterrar a su hermano con sus propias manos. Me sentí profundamente avergonzada por ello. ¿Acasos todas mis neuronas y sentido común se habían puesto de acuerdo para irse de vacaciones aquel día?
Sentía que no había parado de arrastrar a personas en situaciones vulnerables a las conversaciones que solo yo necesitaba tener en aquel momento. Quizás todo estaba sucediendo demasiado rápido…
- L-lo sien…
Sesshomaru imitó mi gesto anterior, cubriendo mi boca con sus dedos pulgar e índice para detener aquella disculpa.
- Ni se te ocurra pedirme perdón. – Susurró, acercado su rostro al mío. – Me reconforta mucho que actúes de corazón… Es… adorable.
A mí también me reconfortaba saber que, por un momento al menos… Sesshomaru podía simplemente convertirse en un hombre normal, sin todas aquellas sombras a sus espaldas acosándolo. Su expresión era de completa paz mientras deslizaba su mano hasta mi cabello, recogiendo un mechón por detrás de mi oreja.
Notas: Prometo que os dejaré guardar los pañuelos en las próximas actualizaciones, la historia ya va encaminada en una dirección más alentadora, aunque no prometo nada respecto al pasado de Sesshomaru, creo que esos capítulos van a seguir siendo oscuros.
En fin, nuestro demonio al menos va dejando salir sus sentimientos y Kaori comienza a poner en orden lo que siente y lo que quiere. Tengo muchas ganas de seguir haciendo que su relación avance.
Sin embargo, no sé si haré algún tipo de parón temporal en la publicación esta historia ahora que estoy a tope con los capítulos finales de "Casada con un demonio", puesto que quiero darle un buen cierre. De momento tengo intención de subir nueva actualización para "Under my skin" también en dos semanas, pero si se me hace bola os lo haré saber No quiero descuidar ningún detalle de ninguna de las dos historias, así que veré hasta dónde me da la vida.
En cualquiera de los casos tendréis noticias mías, ¡muchas gracias por el apoyo!
