Notas: ¡Feliz domingo! Nos leemos de nuevo tras dos semanas, y os prometo que este capítulo va a ser mucho más liviano que los dos anteriores, que nos hace falta algo de tregua.
Decidida a darles algo de intimidad a Sesshomaru y Towa mientras zanjaban sus asuntos, pedí permiso para esperar en la habitación del profesor Taisho. Al entrar en el dormitorio, no pude evitar revivir recuerdos de la primera vez que había estado allí, cuando aún no sabía nada sobre él.
Lo cierto era que aún no conseguía formarme una opinión clara del demonio en aquel punto, pues había tantos siglos de su historia que desconocía… Aunque quería tenerlos en cuenta antes de barajar qué hacer respecto a nuestra relación, si es que para entonces quedaba posibilidad de alguna. Sabía que aquel proceso iba a tomar tiempo, pues con sólo la parte de la historia que correspondía a Rin ya me sentía abrumada; pero gracias a eso había comenzado a comprender un poco más silencios y reparos del demonio.
En aquella misma cama en la que me encontraba sentada, Sesshomaru se había contenido de hacerme el amor por miedo a perder el control, tal y como había ocurrido finalmente en su sofá, descubriendo su verdadera naturaleza. Todo aquel control y aquellos límites que había impuesto hasta entonces no habían constituido más que la última capa de protección de su coraza, puesto que temía que yo lo rechazase por completo en ese mismo momento. A él, a sus vivencias, e incluso a lo que había sentido por mí desde que nos conocimos.
Era un miedo más que comprensible. Acaricié las finas sábanas de la cama, recordando el tacto que tenía sobre mi piel. Él mismo había admitido que ahora que sabía su secreto, no había necesidad de mantener aquellas limitaciones, pero…
Me preguntaba si estaba bien que le siguiera deseando como al principio, en mitad de aquella serie de acontecimientos trágicos y fantasmas del pasado. Me sentía incluso avergonzada por estar pensando en ello mientras él arreglaba las cosas con su hija. Pero no podía evitarlo, estando a solas en su espacio más íntimo…
Debía de haberme vuelto loca, pensé, mientras exhalaba un suspiro.
En aquel momento, se abrió la puerta de la habitación con un amortiguado sonido, obsequiándome con la presencia de aquel hombre que no había abandonado mis pensamientos ni por un solo segundo.
- Kaori. – Me llamó él, haciendo todo mi cuerpo temblar de júbilo con su misteriosa mirada.
Me puse en pie como un resorte, recibiéndole con nerviosismo. Hasta donde sabía, Sesshomaru no podía leer la mente, pero temía tener escrito por toda la cara los pensamientos impropios que habían pasado por mi cabeza al recordar la última vez que había estado en aquella cama.
- ¿Ha ido todo bien con Towa?
El demonio asintió con un solemne gesto.
- Sí, pero ya se ha ido a dormir, estaba agotada. Esperaba que hubiera hecho lo mismo, sinceramente.
El reloj de mi teléfono móvil marcaba pasadas las 5 de la mañana. Era sorprendente incluso para mí el hecho de seguir despierta a aquellas alturas. Demasiadas emociones que procesar como para cerrar los ojos con tranquilidad, supuse.
- Sí que se nos ha hecho más tarde de la cuenta. – Admití, nerviosa por la intimidad de aquel encuentro. Después de todo, estaba a solas con él en su habitación, y aunque sabía que no era el momento apropiado, mi corazón no podía evitar latir alocadamente. Carraspeé, pasando por el costado del demonio como una exhalación, dirigiéndome al pasillo. – De hecho, yo… Voy a… Por mis cosas, llamaré a un taxi.
Sin embargo, Sesshomaru me retuvo, sosteniéndome por la muñeca.
- Es muy tarde para salir, Kaori. Quédate aquí a dormir esta noche. – Al percibir cómo mi rostro se sonrojaba por completo, él se apresuró a añadir. – Yo… dormiré en el salón, no te preocupes.
El tacto de sus dedos sobre mi piel despertó en mí un imparable cosquilleo. No estaba bien, no era el momento ni la ocasión, pero… Le quería cerca.
- En realidad… Me gustaría que durmiéramos juntos. – Sugerí en voz baja, incapaz de sostenerle la mirada.
El demonio alzó una ceja, juzgándome con sus ojos dorados.
- Sé que es algo que… - Comenzó a musitar con todo el tacto que fue capaz. – Ambos queremos, pero no me parece lo más apropiado, mientras Towa se encuentra en casa…
Me cubrí el rostro con ambas manos, dándole la espalda mientras me moría de vergüenza.
- Ha sonado como si fuera una completa pervertida, no era eso lo que quería decir, ah… - Frustrada por la manera tan retorcida en la que había sonado mi petición. Inhalé profundamente antes de atreverme a mirarle de soslayo. – Echo de menos estar cerca de ti. N-no tiene que ocurrir nada sexual, sólo… Quiero estar contigo. ¿Eso… no está bien?
Sesshomaru me escuchó pacientemente en silencio, asintiendo despacio con su cabeza. Una vez hube concluido, sus labios se curvaron en una amable sonrisa.
- Jamás podría rechazar una petición tan pura por tu parte. – Respondió mientras rodeaba la cama para depositar las pertenencias que cargaba en los bolsillos del pantalón sobre la mesita de noche. – Si es que puedes mantenerte fiel a tu palabra, claro. – Añadió, en tono juguetón.
- ¿A-a qué te refieres? – Inquirí, a sabiendas de que me iba a arrepentir de haber preguntado eso.
- No me gusta dormir con ropa oprimiendo mi cuerpo, por lo que suelo hacerlo desnudo.
Aquella palabra resonó en mi cabeza en bucle durante lo que pareció una eternidad. Era cierto que ya estábamos en primavera y las temperaturas se habían templado considerablemente, pero… ¿Como para dormir sin NINGUNA PRENDA?
Definitivamente no.
Mi imaginación se echó a volar con sólo pensar en el tacto de su cálida piel a mi lado… Comenzaba a preguntarme seriamente si podría resistirme a tocarlo.
La risa entre dientes de Sesshomaru me sacó por completo del torbellino en el que se había convertido mi mente. Parecía encontrar mi reacción altamente entretenida.
- Me vestiré esta vez, si te sirve de consuelo.
Sentí cómo el corazón casi se me salía por la boca entonces. Puede que no se encontrase entre su repertorio de poderes sobrenaturales el leer el pensamiento, pero estaba segura de que me había facilitado aquel dato porque había percibido claramente las reacciones que provocaba en lo más hondo de mi ser.
- Entonces... No hacía ninguna falta que me advirtieses de nada, ¿no es así? – Le reproché, a sabiendas de que se estaba burlando de mí.
Sesshomaru se dio la vuelta para dirigirse al armario, en busca de algo de ropa para cambiarse.
- Disculpa, no puedo evitar que me resulte adorable lo evidente que eres al respecto. – Se excusó mientras rebuscaba entre la pila de prendas impecablemente dobladas.
Extrajo del mueble un conjunto deportivo de algodón de color gris, y me lo ofreció para pasar la noche en él. Le agradecí en un hilo de voz y me di la vuelta para comenzar a desvestirme. Si él quería hacerme sufrir por no poder tener intimidad aquella noche, pensaba pagarle de vuelta con la misma moneda.
Comencé a desvestirme de espaldas a él, rezando internamente porque estuviese mirando. Me giré de forma completamente innecesaria al desabrocharme el sujetador, brindándole una fugaz vista de mi pecho. Al bajarme los pantalones, contoneé las caderas de forma innecesaria y puse el culo en pompa en el proceso.
Escuché en ese momento cómo él también se desvestía. Quizás todo lo que estaba haciendo era en vano. Sintiéndome algo ridícula, me cubrí el torso con la camiseta de manga larga del conjunto, la cual me caía justo por encima de las rodillas, y me enfundé los suaves pantalones de algodón. Al soltarlos sobre mis caderas, estos cayeron al suelo, sin tener un cuerpo suficientemente voluminoso que los sostuviese.
Abochornada ante aquel espectáculo, me giré para observar a Sesshomaru. Efectivamente, me estaba mirando con expresión divertida. Apenas tuve tiempo para percatarme de que él únicamente vestía su ropa interior, cuando se acercó con una expresión serena hacia mi para recoger la prenda inferior de entre mis pies.
- Debía de haberme imaginado que serían demasiado grandes para ti.
Acto seguido, se colocó los pantalones, los cuales le quedaban perfectos, justo por encima de su ingle. De aquel modo, su amplio pecho quedaba completamente descubierto. Sobre sus definidos músculos se apreciaban diversas cicatrices, tal y como recordaba haber visto aquella noche que nos embriagamos en su sofá. No habían sido producto de mi imaginación ni del alcohol, después de todo.
Mientras le estudiaba en detalle me percaté del tímido bulto que se había comenzado a formar entre sus piernas. Aunque hubiera logrado disimularlo con su actitud, era más que evidente que me había estado observando mientras me desvestía. Sonreí, sintiéndome satisfecha de haber conseguido mi objetivo, pues no sería la única que se iría a dormir con las ganas aquella noche.
Entonces me acerqué al lecho, tiré de la sábana cuidosamente para sumergirme bajo ella y me tumbé en la cama, cubriéndome hasta el cuello. Sesshomaru apagó la luz de la habitación antes de seguir mi ejemplo y recostarse a mi lado. Nos observamos fijamente en la penumbra unos instantes, mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad. El demonio no parecía tener intención alguna de dormir y descansar.
- Sesshomaru… - Murmuré. - ¿Puedo decirte una cosa?
- Adelante.
Tragué saliva antes de reunir el coraje suficiente para susurrar:
- Antes no pude decírtelo porque me eché a llorar, pero… Quería que supieras que hubo un momento inicial en que aborrecí a Rin sin conocerla de nada, simplemente porque sentía que me estabas utilizando como su sustituto, pero… Después de escucharte hablar de ella, no puedo sentir nada más que lástima por cómo terminó todo. Y quería recordarte que lo que le ocurrió a ella… En realidad, no fue tu culpa. – Le dediqué la mirada más amable que me pude, tratando de calmar aquella pesada losa que se había instalado en el corazón del demonio aquel día. – Siempre has sonado como si fueras el culpable directo de su muerte, pero ahora que lo sé todo, no considero que sucediera así.
Sesshomaru se colocó boca arriba, evitando mi mirada.
- Es cierto que yo no fue el causante del irremediable deterioro de su salud física, pero… Tal y como dijo Towa, lo hice todo de la peor manera posible. – Añadió, apesadumbrado. – Fue por mis decisiones que Rin pasó los últimos siete años de su vida en cama, aislada de todos sus seres queridos. Ahora sé que eso quebró su corazón hasta el punto de que no pudo hacer otra cosa que resignarse a su solitaria muerte. – El demonio suspiró pesadamente. – Siempre seré culpable de ese pecado.
Alargué el brazo para tomar su mano, fría al contacto. El recuerdo de aquel momento le seguía atormentando tantos siglos después que no pude evitar preguntarme si aquel hombre había tenido una sola noche de sueño reparador en todo aquel tiempo.
- Aun así, creo que te diste cuenta justo a tiempo de lo que ella verdaderamente necesitaba. – Insistí, tratando de dar paz a aquella turbulenta emoción. – Estuvo rodeada de las personas que más quería al final.
Sesshomaru se incorporó para sentarse sobre la cama, inquieto.
- En su situación, yo habría odiado desde el fondo de mi corazón a la persona que me hubiese hecho pasar por todo eso, incluso si lo hacía por mi bien. Supongo que es ese pensamiento el que… Me ha movido todo este tiempo a intentar compensarla. – El demonio apoyó la frente sobre su rodilla flexionada, derrotado. – Quizás he buscado su felicidad en las siguientes vidas para sentirme mejor conmigo mismo, en lugar de por ella.
Me senté junto a Sesshomaru, acariciando su espalda descubierta lentamente. Las lágrimas parecían estancadas dentro de aquel gigante cuerpo, convirtiéndose en estacas que atravesaban su conciencia como puñales de hielo.
No podía quitarles peso a sus errores, puesto que era innegable el daño irreparable que le habían causado a la persona más importante para él. Pero, por mis conversaciones con Towa y Kagome, así como según el relato de Sesshomaru, había una cosa de la que tenía completa certeza.
- Por lo que sé de Rin, ella era una persona muy amable con todo el mundo, así que jamás sería tan dura contigo como tú mismo. – Murmuré, en tono tranquilizador. - Estoy segura de que ella comprendía perfectamente que actuaste de aquel modo porque la amabas más que a nadie, y deseabas protegerla de todo mal. Dudo mucho que llegase a odiarte, mucho menos cuando lo último que hizo fue sonreírte y darte las gracias, ¿no crees?
Sesshomaru alzó la vista para mirarme, sus ojos bañados en una desgarradora emoción de pérdida.
- Pero, ni siquiera… Pude decirle lo que sentía por ella antes de que cerrase los ojos para siempre. – Musitó él, torturado, apretando los nudillos hasta volverse blancos. – Nunca se lo expresé con palabras.
Así que se trataba de eso. Aquella emoción se había quedado atascada en su garganta aquel día, junto con todos sus arrepentimientos, y temía más que nada que su esposa hubiera abandonado este mundo sin habérselo verbalizado.
- Estoy segura de que ella lo sabía. – Le respondí con certeza, sosteniendo su mano, firmemente cerrada en un puño. – Si en vida le demostraste, aunque fuera la mitad de aprecio que a mí, no podía caberle duda de que la adorabas.
El demonio echó la cabeza hacia atrás con los ojos, derrotado. Noté que su rostro se había transformado mientras había estado cabizbajo, mostrando sus distintivas marcas moradas. Entonces dos solitarias lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, trazando un delgado camino húmedo hasta su mentón. Debían de tratarse de las que no pudo derramar aquel día, aquellas que había retenido en lo más profundo de su ser por tantos siglos.
- Eso… Espero… - Musitó, con la voz desgarrada.
Conmovida por el comienzo de aquel camino hacia la sanación, rodeé su cuerpo entre mis brazos, sosteniéndole. A pesar de su corpulento aspecto, temía que aquel poderoso demonio pudiera romperse en mil pedazos en aquel mismo momento.
Cuando me desperté al día siguiente, Sesshomaru ya no estaba en la cama. A mi lado quedaba únicamente un frío espacio vacío. Me pregunté si habría sido capaz de dormir lo más mínimo después de haber experimentado tantas emociones la noche anterior.
Dado que no podía salir del cuarto vestida únicamente con la camiseta de Sesshomaru por decoro básico, me vestí con mi ropa del día anterior antes de hacer nada más. Hice la cama del profesor Taisho cuidadosamente, y me peiné con los dedos mientras me observaba a través de la cámara frontal de mi teléfono móvil. Me estaba quedando sin batería.
Una vez hube recompuesto mi aspecto, me aventuré a caminar por los pasillos de la casa, descalza, hasta que me encontré con el demonio y su hija en la cocina. Sobre la encimera reposaba una taza con trazas de café y un vaso de tubo con restos de leche. Parecía que ya hubiesen terminado de desayunar, y los dos estaban completamente vestidos, como si se hubieran preparado para salir a algún lado.
- Buenos días. – Los saludé, con la voz algo mustia por la falta de sueño. El reloj de la cocina apenas marcaba las nueve de la mañana, ni yo misma comprendía cómo me había despertado tan temprano.
Quizás se debía simplemente a que tenía la costumbre de levantarme a esa hora, y por eso mi reloj interno me había hecho abrir los ojos.
- Oh, buenos días, Kaori. – Me respondió Towa, mucho más enérgica que la noche anterior, y su cabello de vuelta al color plateado heredado de su padre.
- Kaori… - Se dirigió el profesor hacia mí, mostrándose preocupado. – Podrías haberte quedado durmiendo un rato más, es temprano.
A pesar de que el último en haberse quedado dormido debía de haber sido Sesshomaru, si es que había llegado a pegar ojo en toda la noche, su piel no mostraba ni el más mínimo rastro de ojeras. Envidiaba la perfecta piel de porcelana de su cutis.
- Lo mismo digo, ¿por qué os habéis levantado tan pronto…? – Inquirí, interrumpida por un involuntario bostezo.
Me cubrí la boca, avergonzada.
- Hoy comienza la operación para obtener los papeles de Towa. – Me informó Sesshomaru, como si fuese lo más evidente del mundo. – Es el único día completo que he conseguido que me concedan en la universidad.
Con razón había dicho la noche anterior que no tenía que trabajar aquel día… Me golpeé mentalmente a mí misma por no haber considerado que podía haber tenido algo más que hacer.
- La verdad es que por mí lo podríamos haber pospuesto. – Refunfuñó la joven, claramente disgustada con tener que pasar por aquel tedioso proceso. – Hoy quiero dormir.
- Cuanto antes lo hagamos, antes podrás tener tu independencia y vivir como te plazca. – Respondió su padre, armándose de paciencia.
Era más que evidente que la convivencia no era sencilla para aquellos dos. Sonreí, disfrutando de la apacible escena familiar frente a mis ojos. No serían padre e hija si no tuvieran sus diferencias.
- Bueno, entonces voy a aprovechar para regresar a mi apartamento, me da apuro quedarme aquí si os vais a marchar los dos. Mucho ánimo.
Al final, Sesshomaru insistió en dejarme frente a mi casa con el coche, a pesar de que se encontraba en dirección opuesta a la institución que debían visitar. Aunque no podía decir que no agradecía el gesto, pues sentía mi cuerpo pesado tras las escasas horas de sueño. Tenía todo el día libre, por lo que aún podía solucionarlo echándome un rato más.
Lo primero que hice al llegar a mi cuarto fue buscar el cargador de mi teléfono, el cual se había apagado antes de salir de la vivienda de los Taisho por la falta de batería. Apenas lo enchufé, múltiples notificaciones comenzaron a aparecer por mi pantalla.
En el grupo de chat que compartíamos Tomoki, Momoka y yo habían propuesto quedar para tomarnos algo aquella noche. Después de la última quedada fallida, la intención de Momoka era que Tomoki invitase por no haberse dignado a aparecer. Él, muy a su pesar, concedió en invitarnos a una ronda.
En los últimos mensajes me mencionaban en repetidas ocasiones, puesto que Ayumi le había hablado a Momoka sobre nuestro encuentro y reconciliación. Me preguntaba si me sentiría cómoda con añadirla a aquel grupo de chat, así como que se uniese al plan de aquella noche.
Por privado, Tomoki me había escrito y dejado varias llamadas perdidas. Debía de estar preocupado por cómo me habría sentado todo aquello. Después de todo, no habíamos hablado mucho últimamente, no le tenía al tanto…
Antes de echarme una larga siesta para recuperar horas de sueño, decidí que sería una buena idea marcar a mi amigo para ponernos un poco al día.
Quizás hablando con él lograría comprender con más claridad cómo me sentía.
Al final, me había accedido a que Ayumi nos acompañase aquella noche, pero me parecía apresurado integrarla en el grupo de chat donde más segura me sentía. No quería perder aquel espacio para nosotros tres dado el repentino regreso de mi exnovia, por lo que estuvimos de acuerdo en crear un nuevo titulado "La pandilla de siempre".
En el fondo, a pesar de mis reservas, una parte de mí se sentía muy feliz de haber recuperado aquella nostálgica compañía de mi adolescencia. En la inmensidad de Tokyo, a veces me perdía a mí misma, casi olvidando de dónde venía.
Fiel a su palabra, Tomoki nos invitó a todas a una primera ronda de cerveza, a pesar de que Ayumi insistió en que no hacía falta pagarle a ella la bebida, puesto que no había salido perjudicaba en nuestra última quedada de grupo. Por supuesto, Momoka había argumentado que aquello le serviría como escarmiento para no volver a darnos plantón.
Observé a mi exnovia un tanto incómoda. Las dos habíamos acudido coincidentemente vestidas de color rosa, como si hubiésemos acordado algún tipo de conjunto de pareja. No era como si no lo hubiésemos hecho durante el tiempo que habíamos estado saliendo, pero, por supuesto… En el presente se me antojaba un tanto extraño. Aunque se había tratado de una mera casualidad, por supuesto. Ella también se mostraba reservada en mi presencia.
- De verdad, no sabéis lo feliz que me hace que estemos todos aquí reunidos en Tokyo. – Exclamó Momoka tras darle un largo trago a su cerveza. - ¿No os parece increíble? Después de haber soñado juntos en el instituto con salir de ese cochambroso pueblo.
Ayumi emitió una delicada risa.
- Tienes razón, siempre nos estábamos quejando de lo aburrido que era todo allí.
- El esfuerzo mejor invertido de toda mi vida, si me preguntáis. No sabéis lo que me tuve que dejar el lomo para ser aceptado en la universidad de Tokyo. – Añadió Tomoki, zampándose un aperitivo.
Yo, sin embargo, no pude evitar quedarme en silencio. Puede que ellos estuviesen cumpliendo sus sueños en la gran ciudad, pero yo… Había renunciado a lo más parecido a un trabajo dentro del sector que me interesaba para acabar a tiempo parcial en una floristería. No era que lo odiase, pero… El sueldo me daba para cubrir mis gastos a duras penas, y por supuesto, no pensaba quedarme allí para siempre.
- A todo esto, Ayumi. – Intervino nuevamente Tomoki. – Me contó Kaori que se encontró contigo en una sesión de fotos, trabajando como modelo. ¿Es eso lo que has venido a hacer aquí? – Preguntó con genuina curiosidad.
Después de todo, mi exnovia siempre había sido muy reservada respecto a aquel tema, resignada a heredar el negocio familiar de sus padres. Yo era la única a la que le había expresado el rechazo que le generaba esa perspectiva.
- No exactamente. – Admitió ella, con una expresión misteriosa. – Es decir, sí, el modelaje es parte de mi trabajo, pero en realidad… Me presenté a la audición de varias empresas de entretenimiento como cantante, y cuando finalmente me aceptaron en una, logré convencer a mis padres de que me dejasen abandonar la empresa.
- ¿Vas a debutar como idol, entonces? – Inquirió Momoka, sorprendida. Al parecer, ella tampoco sabía la historia completa. – Eso explica el llamativo color de pelo que me pediste.
Los ojos de Ayumi esperaban expectantes mi reacción. Yo había escuchado la hermosa voz de Ayumi en numerosas ocasiones, en la sala de música, y había mostrado siempre un genuino interés en otros grupos pop, por lo que aquella revelación no me extrañaba en absoluto.
Lo que me dolía era recordar cómo me había pedido volver a salir, sabiendo que como idol, no podría tener una pareja de manera pública, al menos en los primeros años. Mucho menos una pareja del mismo sexo, por supuesto. Me molestó pensar que había estado a punto de ofrecerme una nueva relación a escondidas, a pesar del daño que eso me había hecho eso mismo en el pasado. Quizás ella no era consciente porque yo no había tenido ocasión de expresárselo, pero dolía de igual modo.
- Me alegro mucho de que te hayas librado del yugo de tus padres. – Le respondí, sincera. – Espero que seas muy feliz mientras cumples tus sueños.
Antes de que ella pudiera responderme, Tomoki intervino, con tono ácido:
- ¿Idol, a tu edad? Bueno, la verdad es que eres muy mona, seguro que atraes fácilmente a un montón de babosos dispuesto a pagar por cualquier merchandising con tu cara.
Por supuesto, el que guardaba más rencor a Ayumi por nuestra ruptura era él, pues me había acompañado en todos mis momentos más bajos. Momoka, por su lado, había sido quien había permanecido más cercana a mi exnovia.
Por eso mismo, la peluquera se levantó bruscamente para tomar a nuestro amigo de la oreja, molesta.
- ¡Eres un pedazo de grosero! – Le recriminó. – ¡Sólo por eso, invitas a otra ronda!
A pesar de las protestas de Tomoki, la más bajita de los dos logró arrastrarle hasta la barra del izakaya para pedir de nuevo. Yo opinaba que ya habían bebido más que de sobra, puesto que andaban dando tumbos, pero sabía que no sería sencillo disuadir a Momoka. Los dejé estar por puro agotamiento emocional.
Frente a mí, Ayumi permaneció en silencio con la vista clavada en la mesa. Supe en ese momento que el comentario de Tomoki podría haberla hecho llorar si la peluquera no le hubiese detenido.
No pude evitar sentirme culpable por su más que evidente malestar.
- No estoy nada de acuerdo con él. – Le aclaré, ofreciéndole un pedacito de yakitori con los palillos. – Opino que vas a ser una inspiración para muchas personas, yo creo en ti. – Deposité el trozo de carne sobre su plazo, a pesar de que ella no parecía muy dispuesta a comer nada en ese momento. - No le hagas caso, se vuelve muy impertinente cuando bebe demasiado y luego se arrepiente de las cosas que dice.
La muchacha jugueteó con la comida de forma distraída, dándole vueltas con los palillos.
- Si Tomoki es tan borde conmigo, supongo que es porque me lo merezco. – Musitó, observándome con ojos de cervatillo. – Siempre ha sido muy protector contigo, como un hermano mayor. Ha debido de verte pasarlo muy mal por mi culpa para reaccionar de ese modo.
Suspiré pesadamente.
- Eso no le da derecho a portarse mal contigo, no necesito que nadie me proteja. – Le explique, dando un sorbo a mi bebida. – Tú y yo ya hablamos lo que nos correspondía, y nadie más tiene derecho a meterse en nuestros asuntos.
Ayumi esbozó una tímida sonrisa, reconfortada. Resultaba demasiado irresistible cuando mostraba aquella dulce expresión, daban ganas de esforzarse por hacerla feliz nuevamente.
- Gracias, Kaori. Siempre sabes lo que decir. – Me concedió antes de engullir de un solo bocado el trozo de yakitori que le había ofrecido. – Eso siempre me ha gustado mucho de ti.
Tragué saliva, algo incómoda. No tenía nada de malo que me hiciese un cumplido, pero sentía que estaba flirteando conmigo, y eso no terminaba de gustarme…
- ¡Kaori ya está viendo a alguien! – Nos interrumpió Tomoki, cargando con dos nuevas jarras de cerveza.
- Ah, es cierto, a mí también me ha contado algo al respecto. – Añadió Momoka, depositando en la mesa otro par más de bebidas. – Yo quiero saber cómo es, ¿por qué no le invitas la próxima vez y nos lo presentas?
Nuestro amigo frunció el ceño, visiblemente descontento con la propuesta.
- ¿Y tomar unas copas con ese endemoniado profesor? – Dio un largo sorbo de cerveza para digerir la notifica. - ¡Ni loco!
- Ahora tengo aún más ganas de que venga. – Dijo Momoka mientras se reía entre dientes, divertida ante la perspectiva de molestar a Tomoki.
En mitad de aquel caos, mi exnovia permanecía especialmente atenta a cada detalle mencionado en aquella mesa.
- ¿Era tu profesor, Tomoki? – Inquirió Ayumi con sorpresa. - ¿Es muy mayor? – Me preguntó.
- No sé cuál es su edad exacta, pero está cañón, aparenta ser mucho más joven… - Admitió Tomoki muy a su pesar, dejándose llevar por el alcohol.
- ¿Es guapo? – Se interesó Momoka, con los ojos brillantes por la emoción. – Kaori, ¿tienes alguna foto? ¡Yo quiero verlo!
Sonrojada a más no poder, extraje de mi cartera la foto que nos habíamos tomado en San Valentín, pues era la única imagen de Sesshomaru que disponía. Pensé que deberíamos tomarnos alguna foto más, si se nos daba la ocasión.
Tomoki, a pesar de sus reservas, examinó a su antiguo profesor con curiosidad en aquella lámina. Momoka chilló de la emoción al percatarse de lo atractivo que era. Mientras tanto, Ayumi mostró una expresión sombría, arrugando el entrecejo, mientras analizaba nuestras plácidas expresiones en la imagen. No parecía nada contenta con la imagen de verme en una relación romántica con alguien más.
- ¿Cuándo lo invitas, cuándo? – Insistió nuevamente la peluquera.
- No sabría decirte… Últimamente está muy ocupado lidiando con su hija adolescente… - Me mordí el labio al darme cuenta de que había hablado de más. Confiaba tanto en ellos que había respondido sin filtrar la información en absoluto.
Menos mal que al menos no había mencionado ningún detalle sobrenatural sobre la identidad de Sesshomaru. Aún podía arreglarlo.
- ¿Su hija adolescente? ¿Tan mayor es? No lo aparenta. – Momoka no se esforzó en mostrar su desilusión por aquella noticia. – O la tuvo muy joven, o es demasiado viejo para ti.
Por su lado, el antiguo alumno del profesor Taisho se mostraba satisfecho al haber obtenido una información tan jugosa sobre él.
- Ya sabía yo que no era normal que rechazase a todo el mundo que se le insinuaba. – Mencionó Tomoki. – Espera, no estará casado y tú eres "la otra", ¿verdad?
Negué de forma nerviosa con las manos. La imaginación de mi amigo se volvía completamente disparatada cuando bebía.
- ¡No es eso! T-tuvo a su hija con su antigua esposa, la cual murió de una enfermedad. – Improvisé, tratando de mantener un mínimo de verdad en lo que estaba explicando. – Ahora mismo no tiene pareja oficial…
De hecho, ni siquiera nosotros lo éramos. Aquello era muy complicado, ni siquiera yo tenía claro cómo etiquetarnos, no había tenido tiempo de procesar ni decidir nada.
- Y… - Habló repentinamente Ayumi, con la voz ahogada por el jaleo de nuestros dos amigos compartiendo locas teorías, recuperando su apacible gesto de siempre. – Por curiosidad, ¿cómo se llama él?
A pesar de que debía de ser duro para ella, agradecía que tratase de alegrarme por mí, como yo por ella. Me resultó lindo que mostrase interés genuino (y no tan morboso, a diferencia de los otros dos) por la persona a la que estaba conociendo.
- Su nombre es Sesshomaru Taisho.
Notas: En este paréntesis he querido recuperar el hilo de la vida de Kaori. Todos amamos a Sesshomaru, pero la vida de ella no se detiene mientras sigue conociendo su pasado.
¿Os gustan los personajes originales que he creado para esta historia? ¿Qué opináis de ellos hasta el momento?
¡La semana que viene vendré con más historias del pasado, así que espero que hayáis repuesto fuerzas con este breve interludio!
