La discreción les impedía desvelar las intenciones originales de su viaje, así que Mustang orquestó todo un recorrido de inspección bajo el pretexto de asegurarse de que se estaban cumpliendo los presupuestos y los acuerdos de la reconstrucción como era debido, aquello les daba un margen de una semana en Ishbal, Roy esperaba que descubriesen algo en ese tiempo.

El tren se detuvo con un chirrido en la pequeña estación de Ishbal, levantando una nube de polvo rojizo que se adhería a todo lo que tocaba. El sol del desierto, implacable y ardiente, golpeaba el suelo erosionado, haciendo que el aire temblara con el calor. A su llegada, el paisaje era tan desolado como Roy Mustang recordaba: un horizonte interminable de tierra árida y rocosa, salpicado aquí y allá por las estructuras desgastadas que alguna vez fueron hogares

Al bajar del tren, Roy y Riza fueron recibidos por la figura solitaria de Scar, que se destacaba contra el resplandor abrasador del sol poniente. A pesar de su pasado tumultuoso, Scar se había convertido en un enlace vital entre el ejército de Amestris y el pueblo Ishbalí, simbolizando un esfuerzo frágil pero necesario hacia la reconciliación.

La presencia de Scar era una mezcla de tensión y respeto mutuo. Los crímenes que había cometido no se olvidaban fácilmente, pero el perdón concedido había sido un paso crucial hacia la curación de heridas antiguas.

-Mustang, Hawkeye,- saludó Scar con una voz que llevaba

-Gracias, por recibirnos.- saludo Roy al mismo tiempo que Hawkeye le entregaba un dosier.- Necesito que investigue donde vivían estas personas.- Hawkeye carraspeó recordándole a su superior en aquel hombre no era su subordinado.- Por favor le estaría muy agradecido,- añadió

Scar los guió fuera de la estación, donde el viento caliente movía torbellinos de arena que crujían bajo sus botas. Caminaron por las calles polvorientas del pueblo, donde cada esquina contaba la historia de un pueblo que luchaba por reconstruirse. Los edificios, aunque en pie, mostraban las cicatrices de la guerra, con muros agrietados y ventanas que aún faltaban por reparar.

Mientras avanzaban, Scar señalaba varios proyectos de reconstrucción, algunos completados y otros en varias etapas de progreso.

-La ayuda ha sido inconsistente, - comentó. -Muchos prometen más de lo que entregan. - Y mientras los militares debaten, la gente de Ishbal vive en condiciones que no deberían tolerarse.

La honestidad cruda de Scar era un eco del paisaje implacable que los rodeaba. Su compromiso no solo con su pueblo sino también sobre la complejidad de la supervivencia en Ishbal.

-Se que todo vas mas lento de debería Scar, pero la reconstrucción de Ishbal es hoy una realidad, que hace poco parecía muy lejana, no es escusa pero, mientras de mi dependa el proyecto de Ishbal seguirá adelante.

A medida que el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos de naranja y rojo, la pequeña comitiva llegó a un mirador que ofrecía una vista del área. Desde allí, podían ver la extensión de los esfuerzos de reconstrucción, intercalados con vastas áreas aún sin tocar desde la guerra.

La luz dorada del crepúsculo se extendía sobre Ishbal, lanzando largas sombras sobre las ruinas y las estructuras en reconstrucción, como si quisiera revelar secretos ocultos en cada grieta y rincón oscuro. Roy y Riza, ahora solos en el mirador tras la partida de Scar, contemplaban el paisaje con una mezcla de determinación y preocupación. El silencio entre ellos era un espacio compartido de reflexión y reafirmación mutua.

Roy miró hacia las áreas que todavía mostraban las cicatrices profundas de la guerra, su expresión endurecida por la responsabilidad que sentía hacia la gente de Ishbal y su misión actual.

-Es desolador y hermoso a la vez-, dijo en voz baja, su tono reflejando la dualidad del paisaje ante ellos. -Ver cómo la vida intenta abrirse camino entre tanta destrucción.

La atmósfera se cargaba de la promesa del frío nocturno del desierto, mientras el cielo pasaba de naranja a un púrpura profundo. La temperatura comenzaba a caer, y el viento soplaba más frío.

-Si hay alguna pista que nos lleve a Gardner o a sus cómplices, la encontraremos.

-Lo haremos. - afirmó, su mano encontrando la de él, entrelazando sus dedos y apretándola con firmeza. - Juntos, como siempre.

En ese momento, con la oscuridad envolviéndolos y las estrellas comenzando a aparecer en el cielo, el paisaje de Ishbal no parecía tan implacable. La presencia de uno al lado del otro les daba la fuerza para enfrentar las adversidades que sabían que vendrían. Aun tomados de la mano, admirando el cielo nocturno, se permitieron aquel gesto tan sencillo, pero tan significativo para ambos, en ese breve momento. La vastedad del cielo estrellado les recordaba la magnitud del mundo más allá de sus responsabilidades inmediatas, proporcionándoles una perspectiva calmante en contraste con la intensidad de su misión.

Roy y Riza se mantuvieron en silencio, simplemente compartiendo el espacio y el tiempo, dejando que la tranquilidad de la noche suavizara las aristas filosas de sus pensamientos. Era raro que tuvieran la oportunidad de detenerse así, menos aún en un entorno tan cargado de memoria y significado como Ishbal.

El aire fresco del desierto, impregnado con el ligero olor a tierra y a recuerdos de lluvias pasadas, les envolvía, y la brisa nocturna susurraba a través de las ruinas reconstruidas y las estructuras aún fracturadas. Era un recordatorio de que la vida continuaba, implacable y resiliente, a pesar de todas las pruebas.

Riza finalmente rompió el silencio, su voz baja y reflexiva.

-¿Crees que alguna vez encontraremos paz verdadera, Roy?- preguntó Riza, su pregunta cargada de una mezcla de esperanza y escepticismo.

Roy asintió, apretando suavemente la mano de Riza en la suya.

-Creo que la paz es algo por lo que siempre debemos esforzarnos, sin importar lo inalcanzable que pueda parecer,- respondió Roy, mirándola con una determinación firme. -Y creo que estamos dando pasos hacia esa paz, por pequeños que sean.

El silencio cayó de nuevo entre ellos, cómodo y reconfortante. A pesar de la gravedad de sus cargas, en ese momento, bajo el infinito cielo nocturno de Ishbal, encontraron un respiro temporal.