Crepúsculo pertenece a Stephanie Meyer.

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El Harem de la Reina

(Harem: Alice Cullen, Rosalie Hale, Sasha Denali, Tanya Denali, Kate Denali, Irina Denali y Leah Clearwater)

La idea de este Fic, es gracias a AlphaMoon22 (Usuario de Wattpad

8: Impulso Invernal

(Isabella)

Mi padre condujo con cuidado, de regreso a casa, desde el hospital.

Gracias a mi lado Quileute, ya he sanado el hematoma. Pero en público, tenemos que fingir un poco, solo para permitirnos, seguir en la sociedad humana.

Cuando llegué a casa y salté fuera del coche patrulla, mi padre me preguntó, si realmente, yo me sentía bien y se lo aseguré. Solo estaba muy hambrienta, por el subidón y luego el gran bajón de adrenalina que sufrí, casi como si se tratara de ir en una montaña rusa.

Entré en casa y me preparé en Sándwich con pollo, atún, jamón y queso, le agregué papas fritas molidas y luego batí un huevo, se lo eché por encima al Sándwich, asegurándome de cubrirlo por completo, mientras lo freía, suspiré, lamentando que los Cullen, hubieran tenido que exponerse de esa forma.

Sinceramente, lo lamento mucho, por Rosalie y Alice. Pero les agradezco por haberme salvado la vida.

Cuando llegué al instituto y salí del coche, vi el motivo por el que no había tenido percances. Un objeto plateado me llamó la atención y me dirigí a la parte trasera del monovolumen, apoyándome en él todo el tiempo, para examinar las llantas, recubiertas por finas cadenas entrecruzadas.

Charlie había madrugado para poner cadenas a los neumáticos del coche. Se me hizo un nudo en la garganta, ya que no estaba acostumbrada a que alguien cuidara de mí, y la silenciosa preocupación de Charlie me pilló desprevenida.

Estaba de pie junto a la parte trasera del vehículo, intentando controlar aquella repentina oleada de sentimientos que me embargó al ver las cadenas, cuando oí un sonido extraño.
Era un chirrido fuerte que se convertía rápidamente en un estruendo. Sobresaltada, alcé la vista.

Vi varias cosas a la vez. Nada se movía a cámara lenta, como sucede en las películas, sino que el flujo de adrenalina hizo que mi mente obrara con mayor rapidez, y pudiera asimilar al mismo tiempo varias escenas con todo lujo de detalles:

Alice Cullen y Rosalie Hale, se encontraban a cuatro coches de distancia, y ambas me miraban con rostro de espanto. Sus semblantes destacaban entre un mar de caras, todas con la misma expresión horrorizada. Pero en aquel momento tenía más importancia una furgoneta azul oscuro que patinaba con las llantas bloqueadas chirriando contra los frenos, y que dio un brutal trompo sobre el hielo del aparcamiento. Iba a chocar contra la parte posterior del monovolumen, y yo estaba en medio de los dos vehículos. Ni siquiera tendría tiempo para cerrar los ojos o cambiar de fase.

Ni siquiera sabía cómo podría hacer, para escabullirme, si es que me transformaba en una maldita Tigresa Dientes de Sable. Y mis segundos se agotaban muy rápidamente: Como si tuviera un reloj de arena encima mío, cuya arena hubiera sido reemplazada por fragmentos de metal en partículas y un imán los estuviera atrayendo muy rápidamente.

Me golpeé la cabeza contra el asfalto helado y sentí que algo frío y compacto me sujetaba contra el suelo. Estaba tendida en la calzada, detrás del coche color café que estaba junto al mío, pero no tuve ocasión de advertir nada más porque la camioneta seguía acercándose. Después de raspar la parte trasera del monovolumen, había dado la vuelta y estaba a punto de aplastarme de nuevo.

Me percaté de que había alguien a mi lado al oír una maldición en voz baja, y era imposible no reconocerla. Dos pares de manos: Un par eran grandes y el otro eran pequeñas, se extendieron delante de mí para protegerme y la furgoneta se detuvo vacilante a treinta centímetros de mi cabeza. De forma providencial, ambas manos cabían en la profunda abolladura del lateral de la carrocería de la furgoneta.

Entonces, aquellas manos más grandes se movieron con tal rapidez que se volvieron borrosas. De repente, una sostuvo la carrocería de la furgoneta por debajo mientras algo me arrastraba. Empujó mis piernas hasta que toparon con los neumáticos del coche marrón. Con un seco crujido metálico que estuvo a punto de perforarme los tímpanos, la furgoneta cayó pesadamente en el asfalto entre el estrépito de las ventanas al hacerse añicos. Cayó exactamente donde hacía un segundo estaban mis piernas.

Reinó un silencio absoluto durante un prolongado segundo antes de que todo el mundo se pusiera a chillar. Oí a más de una persona que me llamaba en la repentina locura que se desató a continuación, pero en medio de todo aquel griterío escuché con mayor claridad la voz suave y desesperada de Rosalie Hale que me hablaba al oído. — ¿Bella? ¿Cómo estás?

Estoy bien. —Mi propia voz me resultaba extraña. Intenté incorporarme y entonces me percaté de que me apretaba contra su costado con mano de acero. —Gracias por salvarme la vida, chicas.

Terminé la anotación en el diario y le dije a Papá, que me iba a dormir, producto del bajón de adrenalina, que sufrí en el colegio, con el incidente.

Ellas estuvieron muy cerca de nuestra zona de cacería. Pero no creo que busquen una guerra.

Buscaban algo, vigilaban algo, con total seguridad y necesito averiguar más de Hale y Cullen.

Ellas son mis improntas, necesito saber de qué se trata esto y si es necesario, luchar por la seguridad de mi gente.