Capítulo 17: El príncipe mestizo


Harry nunca pudo decir exactamente cómo pasaron las cosas. Sólo recordaba el momento en el que el amor de su vida adoptó esa mirada vacía y la voz rasposa que una vez había visto en Trelawney. Supo en ese momento que estaba a punto de escuchar una profecía, y Voldemort también se dio cuenta.

Nadie más lo supo, la batalla alrededor hizo que sólo ellos dos escucharan las palabras inertes que pronunció la última adivina Weasley.

Y cómo obra del destino, apenas ella terminó de pronunciar las palabras que perturbaron a ambos hombres, Ginny se desvaneció en el suelo, apenas atrapada por Harry. Fue cuando Dumbledore apareció y la pelea continuó hasta que los trabajadores del Ministerio aparecieron y vieron a Voldemort regresar.

Y la batalla terminó.

Todo sucedió como si el tiempo pasara lentamente, y al mismo tiempo rápido. Se sentía entumecido, la única cosa real que estaba pasando era el cuerpo inerte que sostenían sus brazos, se aferró a ella, intentando protegerla con su propio cuerpo, hasta que las gentiles manos maternales y palabras dulces de Molly Weasley lo convencieron de que ella debía ser atendida y que ya no estaban en peligro.

Apenas y pudieron separarlo de ella, sólo miró con poco interés que Sirius también estaba herido y lo buscaba con la mirada. Pero él no podía consolarse a si mismo, mucho menos consolar a alguien más.

Un defile de gente pasó por la enfermería, visitándolo a él, quien no se despegaba de la cama de su novia. Algunos con buena intención, como Luna, cuya sincera preocupación casi rivalizaba con la de Harry, otros, como Colin, quien también estaba sinceramente preocupado, pero a quien el muchacho no podía ver sin celos con lo que su presencia no le brindaba consuelo alguno. Después de una fila de compañeros de todos los años pasando a preguntar por ella el último día de clases, el retornado director apareció, y tras saludar y preguntar amistosamente por Ginny fue directo al punto que le concernía.

–Señor Potter, Harry, tienes que decirme ¿la escuchaste? ¿La profecía? – Harry volvió su mirada hacia el profesor, el acostumbrado brillo en sus ojos ya no le producía gracia sino ira. –En la última explosión la esfera nueva se estrelló y no la pudimos escuchar, tenía una etiqueta con tu nombre, el de la señorita Weasley y el de Lord Voldemort. Es importante que me digas el contenido para poder analizarlo…

Harry lo ignoró, pero por dentro agradeció que esa profecía se hubiera destruido sin que nadie más lo escuchara. "Sólo Voldemort" pensó con amargura, Ginny estaría en peligro a partir de ese día, y era su deber protegerla de todo daño.

Eso incluía a la Orden misma.

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Había vivido la peor pesadilla de toda madre y los nervios no la dejaban dormir por las noches. Su hija había salido muy lastimada de ese desastroso tour que habían hecho por el Ministerio. Pasó los días restantes de clases en la enfermería de Hogwarts, el profesor Dumbledore los había convencido de que sería peligroso llevarla a San Mungo, allí podrían secuestrarla con facilidad.

Así que Molly había tenido que pasar sus dias en la escuela, cuidándola a ella y a Ron, aunque Harry no había permitido que lo apartaran del lado de su hija. Era algo que la enternecía, pero tenía que admitir que le producía ciertas molestias, no le gustaba que le quitaran el derecho natural de una madre de ser quien cuidara a su hija en el momento de mayor debilidad.

Había permanecido dormida, sedada por Madame Pomfrey, ya que cada vez que recuperaba la consciencia y abría los ojos, tenía ataques de pánico y desesperación. La curandera ya les había dicho que en una situación así era esperado que pasara, y que todo mejoraría en un par de semanas, cuando le quitarían la poción calmante. Era algo que le desestabilizaba sus pobres nervios.

Y con Dumbledores incordiando a cada momento sobre esa dichosa profecía, estaba perdiendo la poca paciencia que tenía. A Molly no le podía importar menos esa estúpida profecía en la que el profesor estaba obsesionado, lo único que le interesaba era su niña estuviera tranquila.

Cuando terminó el ciclo escolar, Molly se llevó a sus hijos a casa, ante la desesperación de Harry, quien fue forzado por Dumbledore a regresar con sus tíos, llegando incluso al extremo de ordenar a los miembros de la Orden que vigilaran que no se escapara.

Así, regresaron a la Madriguera, en donde ante la insistencia de Dumbledore del posible secuestro de Ginny, pusieron barreras especiales que hizo Bill, nadie podría pasar con intenciones de tocar ni un cabello de su hija.

A la octava noche que pasaron en su hogar, su hija por fin despertó del largo sueño, el efecto de la última poción había pasado y Madame Pomfrey había indicado su suspensión. Su hija estaba sumamente delgada, casi en los huesos, ya que apenas y habían logrado que pasara bocado.

Después de que esa noche, Ginny no había vuelto a ser la misma, era como si hubiera tenido una regresión a los tiempos de la muerte de Pandora. Así pasaron las semanas hasta que las vacaciones ya estuvieron lo suficientemente avanzadas como para que Harry llegara a la Madriguera.

Cuando ella lo vio, fue como si despertara de un largo letargo. Volvió a ser la misma chica de los últimos años, alegre, sarcástica, un poco beligerante, pero animada e inteligente y brillante. La luz regresó a la Madriguera entonces. Todos los Weasley estaban vivos y completos, el mundo mágico creía ya en el regreso de Voldemort y cada vez estaba más cerca el final de esa guerra.

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Apenas toleró la presencia de sus tíos, y por primera vez en su vida, ellos le tuvieron el miedo suficiente para dejarlo en paz durante las semanas que pasó allí. Cuando el señor Weasley se apareció en la puerta para llevarlo a la Madriguera, Harry ya tenía lista su maleta.

Y cuando la vio de nuevo, viva y despierta, fue como si su alma regresara a su cuerpo. La abrazó, iniciando él el contacto por primera vez en su relación y la besó, demasiado feliz de verla como para preocuparse de estar enfrente de los padres de ella.

A ellos no les importó, de hecho, por raro que pareciera, ellos se vieron con alegría cuando eso pasó. Claramente felices de ver su hija reaccionando por fin, pero eso Harry no lo podía saber.

Esa noche, cuando fueron a dormir, él por fin habló a otro ser humano de la profecía que ella había pronunciado, y Ginny no pareció muy sorprendida por ella, más parecía como si por fin hubiera encontrado la respuesta a algo que la atormentaba. Sólo asintió y miró al vacío, pensando sin siquiera mirarlo. Finalmente, pareció llegar a una conclusión para sí misma y sólo asintió hacia él y lo besó con ternura.

–No te preocupes mi amor, en cuanto lleguemos a Hogwarts estaremos a salvo, tú y yo vamos a estar bien sin importar nada. – Ginny lo tomó de las manos, y la seguridad que mostraba le quitó un gran peso de encima a Harry. Si ella podía afirmar tal cosa sólo podía creerle. –Ahora, ya no pensemos en eso, es importante que no le digas a nadie la profecía amor, bueno no me molestaría que se lo compartieras a Ron, Hermione o incluso a tu padrino, ¿Cómo está Sirius, por cierto?

–Sí, te lo prometo. Sirius está bien por lo que me ha dicho Remus, pero está muy afectado, en la batalla esos cerebros que lastimaron a Ron también lo lastimaron a él, sólo que a Sirius le cayeron en la cara y el cuello y está lleno de cicatrices imborrables además de que no puede caminar. – Dijo Harry mientras acariciaba las manos de ella. –Le he mandado cartas, pero no ha podido responder, dice Madame Pomfrey que su recuperación para que pueda volver a caminar y valerse por sí mismo tardará un par de años, Ron tuvo mucha suerte de que el cerebro sólo tocó una pierna por menos de 1 minuto, Sirius pasó casi una hora con esa cosa pegada antes que se dieran cuenta.

–Lo importante es que está vivo, sabes que su destino era morir ese día ¿no? – Dijo Ginny mientras arqueaba una ceja en su dirección y Harry se sonrojó, avergonzado al recordar ese día y sus actitudes y groserías para con todos. En esos momentos se cuestionaba qué tenía en la cabeza para siquiera cuestionarse si Ginny valía la pena, porque ella lo valía todo.

El resto de las vacaciones fue uno de los periodos más felices de su vida, parecía como si nada más que ellos y la familia Weasley existieran esas semanas. Bill pronto llevó una cara conocida y estimada cuando se presentó a una cena familiar con Fleur Delacourt a su lado. Fue todo un espectáculo ver a la señora Weasley ser tan desconsiderada con la chica.

Harry agradeció internamente que él no hubiera pasado por todo lo que le hicieron pasar a Fleur, él no podría haber tenido la entereza y serenidad que ella tenía si a Ginny le pasaran por enfrente a pretendientes e intentaran que ella lo dejara.

Estaba tan sola que Harry conversaba con ella siempre que podía, pero no interfería, ya que la única vez que intentó defenderla Ginny se puso tan celosa y un tanto agresiva que prefirió no volver a hacerlo.

Cuando Hermione llegó a la Madriguera, ella estaba sumamente angustiada sobre quién ocuparía el puesto de Umbridge.

–Nadie puede ser peor que Umbridge. – Dijo Ron mientras asentía con seguridad.

–Yo conozco a alguien peor que ella – terció una voz desde el umbral. Ginny entró arrastrando los pies, con gesto de fastidio –¡Hola, Hermione!

–¿Ya ti qué te pasa? – preguntó Ron.

–Es ella – dijo Ginny desplomándose en la cama –Me está volviendo loca.

–¿Qué ha hecho esta vez? –inquirió Harry, intentado ser comprensivo.

–Es que me habla de una manera… ¡Como si yo tuviera tres años!

–¿Quién? – Preguntó Hermione.

–¿No pueden dejarla en paz ni cinco segundos? – Dijo Ron con enfado.

–Eso, defiéndela –le espetó Ginny –Ya sabemos que tú nunca te cansas de ella.

A Harry no le sorprendió que Hermione se uniera a la señora Weasley y a Ginny en su aversión contra Fleur, no sabía por qué, pero todas las mujeres que entraban en contacto con la chica mitad veela le agarraban un odio tremendo.

Realmente las mujeres eran muy raras.

En los siguientes días todos estaban con los nervios exaltados por los resultados TIMOS

–¿Está segura de que esta mañana no ha llegado ninguna lechuza, señora Weasley? – Volvió a preguntar Hermione.

–Sí, querida. Me habría dado cuenta – respondió ésta con paciencia –Pero sólo son las nueve, todavía hay mucho tiempo para…

–Ya sé que fallé en Runas Antiguas – rezongó Hermione con ansiedad –Como mínimo cometí un grave error en la traducción. Y el examen práctico de Defensa Contra las Artes Oscuras tampoco me salió como esperaba. En Transformaciones creía que lo había hecho bien, pero ahora que lo pienso…

–¿Quieres hacer el favor de callarte, Hermione? ¡No eres la única que está nerviosa! – gruñó Ron –Además, cuando veas tus diez extraordinarios…

–¡No, no, no! –chilló Hermione agitando ambas manos, histérica –¡Seguro que lo he suspendido todo!

–¿Y qué pasa si suspendemos?– preguntó Harry a nadie en particular, pero una vez más fue Hermione quien contestó:

–Analizamos nuestras opciones con el jefe de nuestra casa. Se lo pregunté a la profesora McGonagall a final de curso.

A Harry se le retorció el estómago y se arrepintió de haber desayunado tanto.

–En Beauxbatons – explicó Fleur con suficiencia –lo hacíamos de otga manega. Cgeo que ega mejog. Nos examinábamos tgas seis años de estudios en lugag de cinco, y luego…

Las palabras de Fleur quedaron ahogadas por un grito. Hermione señalaba por la ventana de la cocina. En el cielo se veían tres motitas negras que iban aumentando de tamaño. Pronto las lechuzas entregaron sus resultados a cada uno y todos se quedaron en silencio, Ginny se asomó detrás de él para leer sus resultados.

Harry releyó varias veces la hoja de pergamino, y poco a poco su respiración se fue haciendo más acompasada. No estaba mal: siempre había sabido que suspendería Adivinación, y era imposible que hubiera aprobado Historia de la Magia, dado que se había desmayado en medio del examen; ¡pero había aprobado las otras asignaturas! Deslizó el dedo por las notas…¡Había sacado buena nota en Transformaciones y en Herbología, y hasta había superado las expectativas en Pociones! ¡Y lo mejor era que había conseguido un extraordinario en Defensa Contra las Artes Oscuras!

Ron y Hermione compartieron también sus resultados, y la única que se veía decepcionada era Hermione, a pesar de haber sacado 9 extraordinarios y sólo un supera las espectativas en Defensa contra las Artes Oscuras.

Harry volvió a repasar sus notas y se dio cuenta de que no habrían podido ser mejores. Sólo lamentaba un pequeño detalle: esos resultados ponían fin a su ambición de convertirse en auror, puesto que no había alcanzado la nota requerida en Pociones. Ya sabía que no iba a conseguirla, pero aun así notó un vacío en el estómago al mirar de nuevo la negra y pequeña "s".

En realidad, era extraño, pues había sido un mortífago disfrazado el primero en comentarle que sería un buen auror; pero esa idea se había apoderado de él, y no le atraía ninguna otra profesión. Además, después de haber escuchado la profecía, creía que ése podía ser un destino adecuado para él "Y el antiguo mundo acabará cuando la doncella sea tomada" ¿Acaso no evitaría que Ginny fuera dañada si se unía a esos magos tan bien preparados, cuyo cometido consistía en encontrar y matar a Voldemort?

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Para Ginny la vida que había tomado su epicentro en Harry había terminado. Pronto ya no podría protegerlo de lo que vendría, pero no permitiría que le pasara lo que había visto en su futuro.

No importaba si tenía que lastimarlo en el proceso, y lastimarse a sí misma.

El momento de elegir había llegado, todas sus dudas ya habían terminado y había comenzado a actuar. Antes de regresar a clases se reunió con Colin y Luna y les contó su plan general, sin dar detalles específicos. Sólo les dijo lo que necesitaba de ambos.

Primero, se las ingenió para robar el prototito de esfera grabadora de los gemelos, la necesitaría muy pronto. También los animó a seguir investigando sobre esas túnicas y sombreros de broma que repelían hechizo, sólo hizo una sugerencia y fue suficiente `¿y si repeliaran ataques físico? Sería graciosísimo si alguien intentara patearte y terminara cayendo´.

Después comenzó a investigar sobre las runas…runas antiguas y poderosas, y qué las activaba. Una parte de ella se arrepintió por haberse dejado llevar por el resentimiento por Hermione, ella habría sido una excelente ayuda en ese ámbito, una mejor ayuda (tenía reconocerlo) de lo que era Luna.

Regresaron a Hogwarts y ella sólo sonrió al ver a Slughorn. Era obvio, que, al ver que Dumbledore no lo había buscado para averiguar sobre los Horrocruxes, tuvo demasiado a que Voldemort lo buscara. Y había decidido refugiarse en Hogwarts.

No le desagradaba, el profesor ayudaba a crear conexiones sociales después de todo. La inteligencia y el trabajo duro eran importantes, pero nada superaba el conocer a las personas correctas. Así que, junto a Harry, acudió a las fiestas a las que fueron invitados (a las que su novio odiaba ir) y sonrió a sus compañeros y a los antiguos alumnos del profesor. Algunos de ellos personas importantes, conexiones útiles.

Fue allí donde conoció a Arif Sikander, el mago que más conocía sobre el mundo muggle, alguien que conocía ampliamente ambos mundos. Ginny se acercó y lo saludó, iniciando una relación amistosa que pronto le sería de utilidad.

Todos… todos sería útiles en un futuro.

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Percival Weasley apenas y sobrevivió al cambio de régimen en el Ministerio, si había conservado el puesto de Asistente Junior del Ministro ahora que Rufus Scrimgeour era el nuevo Ministro de Magia, era porque no había dado motivos que justificaran el despido. Pero, cada vez le daban menos trabajo y sentía que sólo lo vigilaban y desconfiaban de él.

Tal vez… nunca debió haber escuchado a su herman… no, se reprendió mentalmente mientras terminaba de preparar el café para el ministro. No debía desconfiar de su hermana, ella nunca lo pondría en mala posición si no era estrictamente necesario, tenía que confiar en eso.

Esa tarde estuvo especialmente deprimido, mientras caminaba al departamento solitario al salir del trabajo veía cómo las familias se reunían para el inicio de Yule. Suspiró con añoranza, como deseaba estar en la madriguera para el inicio de la temporada, Ron y Ginny debían haber comenzado ese día sus vacaciones.

Entró a su departamento, estaba pulcramente acomodado y limpio, se adentró en la cocina y apenas estaba moviendo su varita para comenzar a preparar su cena cuando la chimenea se incendió y se activó la red flu. Se puso en guardia rápidamente, sólo su hermana y Audrey conocían su dirección de red flu, pero no podía ser confiado.

Su hermana salió de la chimenea y se arrojó hacia él llamándolo y sonriendo con alegría, Percy la abrazó y besó su cabeza, feliz de verla.

–Hermano, que feliz estoy de verte. – Dijo mientras lo abrazaba con más fuerza y lo besaba en la mejilla. –Vine rápido porque necesito hablar contigo, perdón por no avisar, seguramente te asusté.

Ella lo mandó a bañarse en lo que le preparaba la cena, para poder comer juntos antes de que tuviera que regresar a la casa de Luna, de donde se había escapado ya que le habían dado permiso de pasar la noche allí. Pasaron una velada realmente agradable, Ginny le había preparado su comida favorita, y tenía una sazón tan parecida a su madre que Percy comió en silencio con la garganta constreñida.

Cuando terminaron de comer Percy la miró con atención, nunca la había visto tan tranquila desde que era una niña, eso lo calmó también, aunque toda calma se perdió cuando le contó su versión de la travesía en el ministerio, por supuesto no había quien no supiera de ello. En esos momentos Harry cayó de su gracia y nunca volvería a estar en su lado bueno. Ginny también le contó parte de la profecía y para su horror le pidió hacer algo que la pondría en peligro, en un peligro que a él nunca se le hubiera pasado por la cabeza. A pesar de negarse rotundamente, ella insistió tanto y le hizo prometer que lo haría que él no pudo evitar prometerlo.

También le hizo prometer otra cosa y le entregó una esfera grabadora, le estaba pidiendo que cometiera un delito, pero él lo prometió con alivio, la otra promesa era la preocupante.

Cuando finalizó la noche, ella regresó a casa Lovegood a través de la red.

Al día siguiente, él estaba inseguro de si cumplir o no cumplir, hacerlo sería ponerla en peligro directo, sabía lo que implicaba revelar ese secreto familiar a extraños. Cuando llegó en la mañana al ministerio se encontró de inmediato con la oportunidad de hacer lo que prometió.

Corban Yaxley, asistente del jefe del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, había tomado la costumbre de seguirlo a todos lados, algo que le desconcertó hasta la noche anterior, cuando Ginny le dijo que él también había estado en la batalla del ministerio. Era claro que lo estaba espiando, y a él lo consideraban tan idiota como para no darse cuenta.

Estaban en la cafetería, preparando el café para sus jefes cuando se apareció uno de sus conocidos con quien tenía mejor relación y aprovechó el momento. Comenzó a quejarse de su familia por el gran festín que habían organizado por Yule, y de las estúpidas costumbres sangre pura que conservaban a pesar de estar catalogados como traidores a la sangre.

Erasmus, el asistente del Departamento del Servicio Administrativo del Wizengamot le rio sus chistes, era uno de sus compañeros de generación de Hogwarts, de Huffelpuff, con quien seguía en trato amistoso. Él contó algunas anécdotas graciosas de las costumbres de su propia familia.

–Oh, pensé que mi familia era la única que tenía esos comportamientos. – Dijo con una sonrisa tranquila. –Deberías ver las cosas que hace mi madre, por ejemplo, las runas de mi familia, (asumo que tu familia también tiene las suyas), ella las esconde religiosamente, sigue esas costumbres de nunca hablar de ellas como si fuera un tabú, pero al mismo tiempo desprecia esas constumbres.

Por el rabillo del ojo vio que Yaxley los miraba disimuladamente, escuchando toda la conversación, y cuando vio a Erasmus riendo mientras asentía diciendo que su madre hacía lo mismo, prosiguió con lo que le habían pedido: –Y lo más loco es el lugar, tiene un reloj en la cocina, donde pasa la mayor parte de su tiempo, ya sabes como hacen las brujas de su época, allí las manecillas son los nombres de mi familia y marcan en donde estamos, en ese reloj esconde nuestras runas.

Después rieron juntos de nuevo.

Y Percy cumplió la primera promesa que le había hecho a su hermana

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Harry se sentía exultante de tener a Ginny de vuelta en Hogwarts, Dumbledore le había prohibido salir de la escuela en sus vacaciones de invierno, así que no había podido verla en semanas. Esa noche volvieron a dormir juntos, reconfortándose mutuamente, abrazados mientras hablaban de lo que habían hecho en vacaciones, Ginny rio con alegría cuando él le contó los desplantes que le hacía Hedwig cuando lo vio acariciando a otra lechuza.

–Es idéntica a ti. – Le sonrió él mientras besaba su nariz con afecto. Ginny le dirigió una sonrisa torcida.

–¿Te estás quejando?

–Por supuesto que no cariño. – Le dijo él con verdadera sinceridad, amaba esa parte suya, tan ferozmente protectora de él.

–Buen chico. –Le susurró mientras besaba sus labios con delicadeza. Harry le correspondió con emoción, introduciendo la lengua en su boca. Pronto, dejó sus labios y comenzó a bajar su boca por su mandíbula afilada, besando su mentón con delicadeza y provocando una carcajada en ella.

Se colocó encima de ella y fue bajando su boca mientras lamía su cuello y llegaba al escote mientras con sus manos acariciaba sus piernas desnudas, sintió como nacía su erección y gimió con deseo. La voz suplicante de Ginny lo hacía sentir debil y fuerte a la vez, se sentía en una bruma dorada, sin poder pensar con claridad.

Subió su mano hasta llegar a su ropa interior, apenas atreviéndose a rosar el borde de ésta, donde los vellos rasparon sus dedos de una forma erótica, Ella buscó su boca y lo besó con pasión, mientras se aferraba a su cabello. Harry metió un dedo tembloroso dentro de las bragas, y, antes de poder rozar siquiera su pubis sin la protección de la ropa, sintió el dolor.

Un dolor infernal, dolor tan intenso, tan devastador, que olvidó dónde estaba: era como si cuchillos candentes le horadaran cada centímetro de la piel, y la cabeza le fuera a estallar de dolor, los ojos le daban vueltas como locos. Deseó que terminara... perder el conocimiento... morir... Y luego cesó. Su cuerpo quedó colgado, sin fuerzas, yaciendo sobre la cama.

"Voldermort entró en Hogwarts" Fue el último agónico pensamiento que tuvo mientras veía la cara horrorizada del amor de su vida, antes de que todo se pusiera negro.


Gracias por sus comentarios.