Capitulo 4
Sakura
Naruto me arrastró por un tramo de escaleras hasta un sótano.
—Naruto —dije, tirando de su agarre.
Gruñó, sin siquiera mirarme a medida que me arrastraba por otro estrecho corredor desnudo.
Parecía furioso.
Antes de que pudiera pronunciar una palabra más, abrió una puerta pesada y entró conmigo en una habitación.
Mis ojos se movieron alrededor.
Una celda.
Mi estómago se tambaleó cuando vi el inodoro y la ducha en una esquina, pero peor aun cuando me fijé en el colchón en el piso frente a ellos.
Uno, Dos, Tres...
Mi estómago se contraer y de repente me di cuenta de lo que se suponía que iba a pasar aquí.
Mis ojos volaron a una cámara en la esquina a mi derecha y luego a Naruto.
Él era el Ejecutor de la Camorra, y aunque mis padres habían intentado abrigarme, Taro había sido más abierto con la información.
Y ellos también me lo habían dicho.
Sabía lo que hacían los Ejecutores, especialmente en Las Vegas.
Naruto escaneó mi cara y me soltó con un suspiro.
El pitido en mis oídos se vuelve intenso, la sangre me pica debajo de la piel por la manera en que burbuja y el corazón me late en las costillas.
Uno, Dos, Tres...
Finge Sakura...
Me tambaleé hacia atrás y finjo casi que perdí el equilibrio cuando mis pies se enredaron en mi vestido.
—¿Vas a…? —pregunté haciendo que mi voz saliera debil.
Naruto negó con la cabeza.
—Sasuke se encargará de ti por sí mismo.
Me quedé helada.
Uno, Dos, Tres...
Respira...
—Naruto —intenté para fingir nuevamente—. No puedes permitir que eso suceda. No dejes que me lastime. Por favor.
La palabra aún me sabía amarga en mi boca.
Rogar no era algo que me hubieran enseñado, y la última vez que lo hice trae recuerdos amargos.
Pero en esta situación es lo que se esperaba de mi, tenía que fingir estar desesperada.
Y ellos me habían dicho que alguien como yo, jamás tenía que rogar.
—Sasuke no… —Naruto se detuvo e hizo una mueca.
Empujando más allá de la adrenalina y la ira, me acerqué a Naruto y agarré sus brazos.
—Si no estás dispuesto a ayudarme, al menos dime qué puedo hacer para evitar que Sasuke me lastime. ¿Qué quiere de mí?
Naruto retrocedió, así que tuve que soltarlo.
—Sasuke odia la debilidad. Y a sus ojos las mujeres son débiles.
—Así que estoy a merced de un hombre que odia a las mujeres.
—Odia la debilidad. Pero eres fuerte, Sakura. —Se dio la vuelta y se fue, cerrando la puerta pesada, dejándome encerrada.
Fuerta... Ja si supiera lo que soy en realidad.
Me di vuelta, mis ojos explorando los alrededores en busca de algo que pudiera usar contra Sasuke, pero no había nada, y él no era un hombre al que se le pudiera ganar en una pelea.
Era más alto, más fuerte y tenía más experiencia que yo, no sería un capo tan temido si no fuera así.
La adrenalina martillaba en mi pecho y en cada fibra de mi cuerpo, junto con las demás emociones.
Mis ojos se dirigieron al colchón una vez más.
Ayer se suponía que Neji me reclamaría en sábanas de satén en el sagrado vínculo del matrimonio.
Hoy Sasuke me rompería en un colchón sucio como una puta común.
Me apoyé contra el duro muro de piedra, luchando contra aquello creciente en mi pecho.
Durante toda mi vida me habían criado para ser orgullosa y noble, honorable y de buen comportamiento, y eso no me protegió.
Yo tuve que aprenderlo de mala manera.
Mi cabeza me trae esos recuerdos diciéndome que acabe con esto de una buena vez, pero también trae ese recuerdo en específico que me dice que lo puedo echar a perder de nuevo.
Y todo lo que me costó mantener eso en secreto se iría a la mierda.
El chirrido de la puerta me puso tensa, pero no me volví para ver quién había entrado.
Sabía quién era, podía sentir sus ojos crueles sobre mí.
Miré a la cámara una vez más.
Todo lo que sucedería quedaría registrado y
enviado a mi tío, a mi prometido y a mi padre. Y peor aún… a Taro.
Tragué con fuerza.
Me verían en mi peor momento.
No permitiría que eso sucediera.
Mantendría la cabeza alta sin importar lo que pasara.
—¿Me estás ignorando? —preguntó Sasuke desde cerca.
—¿Alguna vez ha funcionado? —pregunté con voz firme, Sasuke no me daba miedo.
—No —contestó Sasuke—. Soy difícil de ignorar.
Imposible de ignorar.
—Date la vuelta —ordenó Sasuke.
No me moví, enfocándome en la piedra gris frente a mí.
No era solo un acto de desafío.
Mis piernas se negaban a moverse.
La adrenalina me tenía congelada, pero Sasuke no necesitaba saber eso.
Su aliento caliente pasó por mi cuello, y cerré los ojos, metiendo mi labio inferior entre mis dientes para calmarme.
—¿Desobediencia abierta? —preguntó en voz baja. Sus palmas presionaron mis omóplatos, y casi me derrumbé bajo su peso, incluso aunque no pusiera mucha presión detrás del toque—. Pensándolo bien —continuó con suavidad—. Esta posición también funciona bien.
El suave tintineo de una cuchilla desenvainada me hizo saltar.
Sasuke se cernió a ambos lados de mí, con una larga daga en una mano.
Su pecho presionado contra mi espalda.
—Te daré una opción, Sakura. Puedes quitarte el vestido sola o puedo cortarlo. ¿Cuál decides?
Tragué con fuerza.
Había esperado otra opción, una por la que Las Vegas era famosa.
Una oleada de alivio me llenó, pero fue de corta duración.
Moví mi mano y cubrí la hoja con la palma de mi mano y luego rodeé el frío acero con mis dedos.
—Si me das tu cuchillo, me cortaré el vestido —espeté.
Sasuke rio entre dientes.
Un sonido oscuro, sin alegría.
—¿Quieres mi cuchillo?
Asentí, y para mi gran sorpresa, Sasuke soltó el mango, y yo sostuve su daga por la hoja, el filo cortando mi carne.
Sasuke dio un paso atrás, su calor dejando mi
cuerpo.
Me quedé mirando el arma mortal en mi mano.
Tanto tiempo sin tener uno en mis manos, los recuerdos surgen como una cascada desenfrenada por mi cabeza y vuelvo a sentir todas aquellas emociones en carne propia.
Inspirando profundamente, me enderecé lentamente y alcancé el mango.
Sabía que Sasuke no me había dado una oportunidad justa.
Tu enemigo jugaré con tu cabeza, así que tienes que estar al tanto de todos sus movimientos y ser precavida.
Estaba jugando conmigo, intentando romper mi espíritu al mostrarme que incluso un cuchillo no cambiaba el hecho de que estaba a su merced.
Sabía que Sasuke no me había dado una oportunidad justa.
Incluso si no pudiera vencer a Sasuke, podría mostrarle que no era débil.
—Tal vez deberías devolverme mi cuchillo si no sabes qué hacer con eso —dijo Sasuke, casi decepcionado.
Se acercó más.
Me mordí la lengua hasta sentír la sangre en mi boca, toma la falda del vestido y clavo la hoja en el tul y empiezo a cortar capa por capa.
El sonido de la tela siendo corta me juega en contra porque pienso que no es tul lo que estoy cortando sino otra cosa.
Trago la sangre en mi boca y calma todo dentro de mi, me enderezo y dejo la falda del vestido dispareja.
—Quien lo diría lo hiciste—dice Sasuke de forma oscura—Pero ahora necesito que te lo quites.
Ah no... Eso no iba a pasar.
Nota que no me muevo así que se acerca a mi hasta déjarme acorralada contra el muro de piedra, levanto el cuchillo hasta su pecho.
—Suelta el cuchillo —murmuró, y lo hice. Ni siquiera vacilé.
¿De que sentido tendría?, el es más fuerte iba a ganar.
Sé fuerte.
Tragué con fuerza, recordándome la cámara.
Me llevaría mi orgullo a la tumba conmigo.
—Solo termina con esto, Sasuke —dije con disgusto—. Viólame. No pienso seguir jugando tu juego enfermo. No soy una pieza de ajedrez.
Los ojos oscuros de Sasuke vagaron sobre mi cara, mi cabello y mis brazos.
Se inclinó, su cara cruel acercándose.
Se detuvo cuando nuestras narices casi se rozaban.
Sus ojos negros; eran los ojos más negros y oscuros que hubiera visto nunca.
Sostuvo mi mirada, y yo sostuve la suya.
No apartaría la vista, sin importar lo que hiciera.
Quería que me viera tal como era.
Sostuvo mi mirada, y yo sostuve la suya.
—Así no, Sakura —dijo. Su voz sonando baja y oscura, fascinada, pero fue su mirada la que me mantuvo cautiva—. No como una puta en un colchón manchado. —Sonrió, y fue peor que cualquier mirada o amenaza.
Bajó su boca hasta que sus labios tocaron los míos ligeramente, solo apenas, y sin embargo, una corriente se disparó a través de mí.
—No he empezado a jugar, y no eres una mera pieza de ajedrez. Eres la reina.—Tomó el cuchillo y se aleja liberándome en el proceso.
Se estiro a su altura máxima y mirándome fijamente.
—¿Y en este juego de ajedrez qué eres? —susurré ásperamente.
—Soy el rey.
—No eres imbatible.
Sus ojos se perdieron sobre mí hasta que regresaron a mi cara.
—Ya veremos. —Enfundó su cuchillo—. Ahora sal de ese vestido. No lo necesitarás más.
—No me desnudaré frente a ti.
Sasuke rio entre dientes.
—Oh, esto será divertido. —Esperó, y le devolví la mirada establemente—Entonces, será el cuchillo —dijo encogiéndose de hombros.
—No —dije con firmeza, luchando por controlarme.
Lo fulminé con la mirada y me estiré detrás de mí, bajando la cremallera con un siseo audible.
Sin apartar mis ojos de los suyos ni un momento, tiré de la tela hasta que finalmente cayó al suelo, un halo esponjoso alrededor de mis pies.
—Blanco y dorado como un ángel —reflexionó Sasuke oscuramente a medida que evaluaba cada centímetro de mí.
Incluso la fuerza de voluntad no podría evitar que mis mejillas se encendieran de calor, estando así de expuesta frente a un hombre por primera vez.
Estando en nada más que mi liguero blanco, bragas de encaje blancas y un corsé, la piel de
gallina onduló sobre mi piel ante el escrutinio de Sasuke.
Acortó la distancia entre nosotros y contuve la respiración.
Se detuvo cerca de mí, con los ojos oscuros trazando mi rostro, y levantó su mano, haciendo que me pusiera rígida.
La esquina de su boca se crispó.
Después su pulgar rozó mi pómulo.
Retrocedí, alejándome del toque, lo que le hizo sonreír de nuevo.
—Vergüenza, qué atractivo —dijo Sasuke sombríamente, burlándose de mí—. No te preocupes, ángel, no le diré a nadie que soy el primer hombre que te vio así.
Lo fulminé con la mirada, luchando contra las emociones y furia cuando se agachó, alcanzando el vestido.
—Retrocede. —Salí del vestido rápidamente, y Sasuke se enderezó con la tela manchada debajo de su brazo.
Me volvió a contemplar.
—Eres un espectáculo para la vista. Apuesto a que Neji le huebiera encantado con simplemente mirarte. Solo puedo imaginar lo que siente ahora, sabiendo que estás en mis manos, sabiendo que nunca recibirá lo que se le prometió.
Negué con la cabeza.
—Sin importar lo que tomes, siempre será menos de lo que él habría recibido, porque me habría entregado voluntariamente a él, en cuerpo y alma, y no hay nada que puedas hacer al respecto. Tendrás que conformarte con el premio de consolación, Sasuke Uchiha.
Sasuke retrocedió lentamente, con una extraña expresión en su rostro.
—Deberías darte una ducha, Sakura. Haré que una de las prostitutas te traiga ropa limpia. —Se dio la vuelta y desapareció con un suave clic al cerrar la puerta.
El aire dejó mis pulmones con un suspiro.
Envolví mis brazos alrededor de mi cuerpo, temblando, intentando mantener la compostura.
Me había costado un gran esfuerzo hacerle frente a Sasuke, y ahora todo me caía encima en oleadas de emociones.
Me puse rígida cuando recordé la cámara, pero luego decidí que no importaba.
Sasuke sabía que no estaba aterrada de él.
¿Pero cuánto más duraría así?
Mantén la calma ante cualquier situación, sobre todo en tu caso.
Sasuke
Sakura era todo lo que había esperado y mucho más.
Una reina en mi juego de ajedrez, ciertamente.
Noble y orgullosa como una reina, también arrogante y mimada como una
Me hacía querer romperla.
Romper esas alas blancas.
Un ángel en apariencia pero uno con alas cortadas, feliz de estar conectada a la tierra, feliz de nunca vagar por el cielo.
Contenta de convertirse en la hermosa ave domesticada en la jaula dorada de Neji.
Vacié mi whisky y golpeé la barra. Juugo volvió a llenar mi vaso.
Las putas se habían reunido en el otro extremo de la barra lo más lejos posible de mí.
Como siempre.
—Es tan hermosa —dijo a los demás la puta que le había llevado ropa a Sakura.
Así era. Sakura era una obra maestra, casi demasiado hermosa.
Su cabello rosa y su piel inmaculada contra la pared se sintieron como un sacrilegio, incluso para mí, y había cometido casi todos los pecados posibles.
Tomé otro whisky, considerando regresar al sótano, a Sakura.
Sin importar lo que tomes, siempre será menos de lo que él habría recibido, porque me habría
entregado voluntariamente a él, en cuerpo y alma, y no hay nada que puedas hacer al respecto. Tendrás que conformarte con el premio de consolación.
Sus palabras siguieron apareciendo insistentemente, golpeando en la parte posterior de mi cabeza.
Y maldita sea, sabía que ella tenía razón.
Tomar de Sakura lo que quería no se sentiría como una victoria.
No habría ningún desafío al hacerlo.
Ella era más débil y estaba a mi merced.
Podría tenerla de todas las formas posibles para mañana mismo y terminar con esto, pero se sentiría como una puta derrota.
No era lo que quería.
Para nada.
Jamás me conformaría con un premio de consolación.
No quería menos de lo que ella le habría dado a Neji.
Quería más.
Quería todo de ella.
Dejé el vaso de golpe contra el mostrador y me volví hacia la puta más cercana.
—A mi oficina. Ahora.
Ella asintió y salió corriendo.
La seguí, ya dolorosamente duro.
Jodidamente duro desde que había visto a Sakura en ropa interior.
Jodidamente desesperado por enterrarme en su coño y arrancarle su inocencia.
Siempre conseguía lo que quería.
Nunca esperaba.
Pero si quería la victoria final, tendría que abrigarme de paciencia, y ese sería el mayor desafío de mi vida.
La puta se posó en mi escritorio, pero se levantó cuando entré.
Me desabroché los pantalones y me bajé los calzoncillos.
Conocía su señal.
Habíamos follado antes.
La elegía a menudo.
Se arrodilló en seguida a medida que enredaba mi mano en su cabello rojo y comenzaba a follar su boca.
Me tomó entero mientras empujaba contra ella, golpeando la parte trasera de su garganta, haciendo que se atragantara, pero por una vez no hizo nada para saciar el hambre ardiendo en mis venas.
Le fruncí el ceño, intentando imaginar que era Sakura, pero la puta me miró con esa jodida sumisión de siempre, esa asquerosa reverencia.
Sin orgullo, sin honor.
Todas tenían una opción y elegían el camino fácil, nunca el difícil y doloroso.
Nunca entenderían que nada se puede ganar sin dolor.
Débiles.
Asquerosas.
Apreté mi agarre sobre su cabello, haciendo que ella se estremeciera, mientras me corría en su garganta.
Dando un paso atrás, mi polla goteando al
desliarse fuera de su boca.
Me observó entonces, lamiendo sus labios como si le hubiera dado un maldito regalo.
Mis dedos ansiaron alcanzar mi cuchillo y cortar su garganta, liberándola de su lastimosa existencia.
Ella bajó la vista.
—Levántate —gruñí, perdiendo la paciencia. Se puso de pie rápidamente—Largate antes de que te mate.
Me limpié con una toalla que tenía a mano antes de que me subiera los calzoncillos y los pantalones.
Pasó corriendo junto a mí, abrió la puerta y casi chocó con Izuna, quien dio un paso atrás con una expresión de disgusto.
Arqueó una ceja cuando entró.
—Pensé que estarías enterrado en un coño virgen, no en un pedazo de basura usado.
—No estoy de humor para un coño virgen.
Izuna pareció curioso.
—Me imagino que será muy apretado y un poco caliente, sabiendo que eres el primero en estar allí.
—Nunca he estado con una maldita virgen, así que no puedo decírtelo. ¿Hay alguna jodida razón por la que estás aquí perturbando mi ira post orgasmo?
—¿Cuál es la diferencia entre esa y tu ira pre orgasmo? ¿O tu estado de ánimo general a decir verdad?
—Eres un jodido listillo como Itachi.
Izuna se acercó campante y apoyó su cadera contra el escritorio
—Pensé en venir a decirte que Kibimaru entró en el sótano con una bandeja de comida para tu chica y aún no regresa.
Empujé a Izuna, tan jodidamente furioso que estaba teniendo problemas para no matar a cada maldita persona en el puto bar.
Corrí por las escaleras cuando escuché el cacareo de Kibimaru y lo vi apostado en la puerta de la celda de Sakura, no dentro de ella.
Bajé la velocidad, sabiendo que no había prisa.
No era tan estúpido.
Lo suficientemente estúpido, pero no tan estúpido como para intentar tocar algo que era mío.
—Te lo diría por última vez... Lárgate—escuche la voz de Sakura.
—Cállate, puta. No estás en Chicago. Aquí no eres nada. No puedo esperar para enterrar mi polla en tu coño una vez que Sasuke termine de romperte.
—Te repito... Fuera—la voz de Sakura está en un tono firme y seguro, no demuestra miedo para nada.
—Entonces llamaré a Sasuke y le diré que te castigue.
Oh… ¿así que me llamaría? Interesante.
Me acerqué aún más, sin hacer un sonido.
La espalda de Kibimaru se flexionaba como si estuviera ocupado masturbándose, cosa que probablemente era el caso.
Mi boca se detuvo en un gruñido, pero contuve mi ira.
Siguió más silencio y me acerqué sin hacer ningún sonido.
El perfil de Kibimaru apareció en mi vista, apoyado en la puerta con su mano cerca de su arma.
Me detuvo a pocos pasos de él, y allí estaba
Sakura en la ducha, de espaldas a él.
Kibimaru estaba prácticamente salivando en el suelo viendo a Sakura colorcase una bata de baño.
Supongo que entro cuando ella se la estaba colocando dado el hecho de que no estaba bien puesta del todo, estaba dando una buena vista de su espalda.
Era un espectáculo para la vista, no había discusión.
Su piel era pálida como el mármol.
No había ni una mancha en su cuerpo, ni una sola imperfección, tan diferente a la mía.
Había sido protegida toda su vida, mantenida a salvo de los peligros de este mundo, y aquí estaba a mi merced.
—Date la vuelta—ordenó Kibimaru, su cada vez más acerca de su arma, supongo que para amenazarla.
Kibimaru estaba tan envuelto observándola y masturbándose, que no me notó
—Si no te das la vuelta, llamaré a Sasuke.
Sakura no obedece, muy al contrario se acomoda la bata por completo cubriendo su espalda.
—No me daré la vuelta—siseó ella—. Así que busca a Sasuke... No me importa.
Ese tono de voz hace que Kibimaru tengo un escalofrío, lo dijo en un tono tan firme y seguro que cala en los huesos.
Solo los hombres de nuestro mundo tenía un tono de voz tan seguro y firme, pero por lo visto Sakura también lo tiene... Interesante.
—¡Estúpida puta! Yo te daré la vuelta.
Kibimaru hizo un movimiento como para terminar de abrir la puerta, cuando Sakura se dio la vuelta, sus ojos eran tempanos de hielo no demuestra miedo en lo absoluto solo odio y ira pura.
Le dirigió a Kibimaru la mirada más disgustada que jamás hubiera visto, con la cabeza en alto… y luego me vio.
—Ves, eso no fue tan difícil, ¿verdad? —dijo Kibimaru con voz áspera.
Mi labio se curvó.
Saqué el cuchillo de mi funda, deslicé mis dedos a través del soporte de nudillos, saboreando el frío del metal contra mi piel.
Ella observó inmóvil a medida que me acercaba a Kibimaru
Sus perfectos y orgullosos labios no emitirían una advertencia.
Envolví mi brazo alrededor de su garganta con un apretón aplastante y presioné mi cuchillo contra su abdomen bajo.
Gritó de sorpresa.
—¿Ibas a llamarme? —pregunté.
Sus ojos ensanchados por el terror parpadearon rápidamente hacia mí mientras su cara se ponía roja por la presión de mi agarre.
Aflojé mi agarre para que así pudiera hablar.
—Sasuke, me aseguré que no estuviera jodiendo por ahí. No es como se ve.
—Hmm. ¿Sabías que ningún hombre ha visto nunca lo que querías ver?
Sacudió la cabeza frenéticamente.
Levanté la vista hacia Sakura, que estaba
observando con una expresión neutra.
Aún no tenía miedo...
—Verás, ahora lo que quieras ver era que no tenía intención de compartir —le expliqué con una voz agradable. Deslicé el cuchillo en su abdomen, solo un par de centímetros.
Gritó, agitándose en mi agarre.
Lo sostuve rápido, mis ojos nunca dejando a Sakura.
La sangre goteó sobre mi mano.
Su mugrienta sangre.
La expresión de Sakura se vuelve palida y me observa con terror abierto.
Por una vez, su máscara orgullosa se había deslizado y revelaba su verdadera naturaleza: una mujer de corazón blando y quebradiza.
—Sasuke —balbuceó Kibimaru—. No le diré a nadie lo que vi. Por favor, te lo ruego.
—Te creo —le dije con suavidad—. Pero lo recordarás. —Conduje el cuchillo más profundo en su carne, moviéndome lentamente, permitiéndole saborear cada centímetro de la hojilla—. ¿Te imaginas cómo sería hundir tu asquerosa polla en su coño?
Él gorgoteó.
El cuchillo estaba enterrado hasta la empuñadura en su abdomen.
—¿Te imaginas enterrarte hasta la empuñadura dentro de ella? —Sus ojos estaban completamente abiertos, su respiración superficial.
Retorcí el cuchillo y volvió a gritar. Luego lo saqué tan lentamente como había entrado.
Sus piernas cedieron, y lo dejé caer al suelo. Aferró su herida, llorando como un cobarde.
Pasarían otros diez o quince minutos antes de que muriera.
Deseé que fuera menos.
—¿Recuerdas lo que te dije acerca de tus ojos y lengua? Debiste de haberme escuchado —Deslicé el cuchillo sobre su cara, y Sakura se giró con un grito ahogado.
Sakura
Mis manos estaban apoyadas contra los azulejos blancos de la ducha.
No podía respirar.
El recuerdo se filtra por mi cabeza inpidiendome respirar con normalidad, mi cuerpo tiembla y las lágrimas bajan por mis mejillas como cascada.
Estoy viviendo todo a cerne propia de nuevo,
los gritos, la sangre, la culpa, el miedo.
El terror me obstruía la garganta.
Una y otra vez el recuerdo de repite, nunca saldrá de mi cabeza, podía sentir mis manos pegajosas y llenas de sangre.
Sangre inocente...
No fue mi culpa... No fue mi culpa... No fue mi culpa.
Fue un accidente... yo no quise hacerlo.
Kibimaru estaba gritando y presioné mis palmas contra mis oídos, intentando callarlo en vano.
Los gritos me recuerdan a esos gritos, esa escena que siempre estará grabada en mi cabeza.
Ya no era la princesa de hielo ni mucho menos lo que solía ser en Filadelfia.
Mis ojos terminaron borrosos por las lágrimas y el agua, al caer abrí el agua de nuevo.
Pero la imagen de Sasuke hundiendo su cuchillo en un hombre con esa sonrisa torcida en su rostro estaba grabada en mi mente.
¿Cómo se suponía que debía permanecer calmada cuando esa acción me recuerda a mi pasado?
¿Cómo se suponía que mantendría mi cabeza en alto y no dejar que viera mi miedo?
El miedo me palariza como hece dos años.
Los monstruos no son reales, me había dicho mi madre hace mucho tiempo cuando tenía miedo de dormir en la oscuridad y me arrastraba en la cama de Taro.
Mentira... Nuestro mundo estaba lleno de monstruos... Yo era preuba de ello.
No le había creído en ese entonces, y tampoco antes de conocer a Sasuke.
Los gritos se detuvieron.
Me estremecí y bajé las manos lentamente.
Algo rojo me llamó la atención.
Bajé la vista al piso de la ducha donde el agua roja se estaba acumulando alrededor de mis pies.
Parpadeé.
Y luego entendí.
Ducha a ras del suelo.
Sasuke llevando el cuchillo contra el hombre en su cara… Mis pies se veían aún más pálidos contra el rojo.
Mi visión tambaleó y algo se rompió en mí.
Estaba de pie en la sangre de alguien... Otra vez.
Me oí gritar e intenté salir de la sangre, pero el suelo estaba resbaladizo.
Me giré, agarrándome a las paredes de la ducha. Y entonces vi el resto de la celda.
Todo el piso estaba cubierto de sangre, y en medio de todo estaba Sasuke, alto y oscuro,
con un cuchillo aun reluciendo en su mano. Su pecho y brazos estaban manchados de sangre. Rojo. Rojo. Rojo.
En todos lados.
Todo el piso estaba cubierto de sangre, y en medio de todo estaba Sasuke, alto y oscuro, con un cuchillo aun reluciendo en su mano. Su pecho y brazos estaban manchados de sangre. Rojo. Rojo. Rojo.
Yo no podía respirar, el nudo en mi garganta me lo impedía.
Sasuke enfundó su cuchillo y avanzó hacia mí lentamente.
Me agité, intentado alejarme de él, de la sangre, de la vista del hombre muerto detrás de Sasuke.
Mis pies resbalaron en el piso, y estaba cayendo.
Mis rodillas se hundieron en la sangre, mis manos siguieron.
Sasuke me levantó, mi cuerpo se presionó contra el suyo, y el olor a sangre llenó mi nariz.
Aferré sus hombros para mantener el equilibrio. Y luego retiré una mano y estaba roja.
Y una mirada hacia abajo.
Rojo.
Mi piel. Rojo.
Todo rojo.
Mis ojos encontraron el cuerpo de Sasuke cubierto de sangre.
Rojo. Rojo. Rojo.
Comencé a luchar contra su agarre.
Luché con todo lo que tenía.
—Por favor —jadeé. Sasuke me alzó en sus brazos, y no me quedó ninguna fuerza para pelear.
Me llevó descalzo por la celda, pasando por encima del hombre muerto. ¿Cuándo se había deshecho de sus zapatos?
Sasuke entró en otra celda y me dejó en el suelo de la ducha.
Me hundí, acurrucándome de lado, incapaz de permanecer sentada.
Mi pecho estaba agitado, pero no estaba respirando.
A través de mi visión brumosa, vi a Sasuke salir de su ropa ensangrentada y venir hacia mí.
Desnudo.
No me registré más que eso.
Cerré mis ojos.
Movió sus brazos debajo de mis rodillas y espalda, y me levantó una vez más.
Después el agua fría me salpicó, y aspiré profundamente, mis ojos abriéndose de golpe.
Sasuke se movió conmigo en sus brazos, inclinándose hacia adelante, su frente presionada contra las baldosas mientras me miraba.
Su cuerpo me protegió del agua fría cayendo sobre nosotros, y sus ojos oscuros sostuvieron los míos.
—Lleva un tiempo antes de que el agua salga caliente aquí abajo —dijo con calma.
Tan calmado.
Mis ojos evaluaron su rostro.
Extrañamente tranquilo.
Sin señales de que acabara de matar a un hombre de una manera barbárica.
No me molestaba lo que ví, si no lo que recordé, he visto cosas peores.
Me estremecí, mis dientes castañeteando.
Incluso cuando el agua se calentó, mis dientes siguieron chocando entre sí, y no se detuvieron incluso cuando Sasuke salió de la ducha conmigo todavía en sus brazos.
Sasuke salió de la celda y me llevó por el pasillo.
El pánico desgarrando mipecho.
—Mierda —dijo alguien. Un hombre.
—Dame una jodida manta, Izuna —gruñó Sasuke.
Apretó su agarre mientras me llevaba arriba.
Cerré los ojos, demasiado agitada para luchar.
Algo suave y cálido me cubrió, y luego me dejaron sobre cuero tibio.
—No puedes conducir desnudo por la ciudad. Y todavía hay sangre en tu cuerpo.
—Tú puedes conducir —dijo Sasuke, y entonces su cuerpo se acomodó a mi lado.
—¿A dónde mierda la vamos a llevar?
—A casa.
—Maldición, a Itachino le va a gustar eso ni un poco. Ya sabes lo protector que es con Izumi.
—Me importa un carajo. Ahora cállate y conduce de una puta vez.
Me concentré en respirar, enfocándome en recordar lo que me hacía feliz.
Taro. Mamá. Papá. Tenten... Ellos.
No estaba segura de cuánto tiempo había pasado.
Los minutos parecieron difuminarse entre sí, cuando Sasuke me levantó nuevamente y, con el tiempo me dejaba sobre algo suave.
Mis ojos se abrieron lentamente, demasiado pesados y ardiendo por el llanto.
Lo primero que registré fue la cama en la que estaba acostada.
Sábanas suaves de satén, rojo sangre.
Una majestuosa cama con dosel hecha de madera negra, los postes retorcidos como si se hubieran enrollado dos ramas entre sí para formar cada uno de los postes.
Pesadas cortinas de color rojo sangre colgaban del dosel, bloqueando la luz del sol entrando en el dormitorio.
Apoyé mi mano temblorosa contra la sábana lisa, blanca contra el rojo, como en la ducha.
Me estremecí y comencé a hiperventilar una vez más, tenía que calmarme, un recuerdo llena mi cabeza pero está vez es algo bueno... es el.
—Respira pequeña respira—indica tomando mi cara en sus manos—Tu solo respira pequeña.
Me atraer contra su pecho y rompo a llorar como cuando era una niña.
—Respira Sakura—me dice acariciando mi cabello—Todo estará bien tu solo concéntrate en respirar.
Su recuerdo me calma de inmediato era una de las pocas personas con las que podía ser yo misma y nunca me jugaría... Solo el logra calmarme de esta manera.
Sasuke apareció junto a la cama y se sentó, haciendo que el colchón se hundiera bajo su peso.
Estaba vestido con pantalones y tenia una funda de cuchillo, que estaba atada a su pecho.
Músculos, cicatrices y fuerza apenas contenida.
Aparté mis ojos, mis dientes empezando a castañear de nuevo.
Sasuke me alcanzó.
—No —dije firme—: No me toques.
Los ojos oscuros de Sasuke sostuvieron los míos con intención.
Se agachó hasta que su rostro llenó mi visión.
—Después de lo que me viste hacer hoy, ¿aún me desafías? ¿No crees que someterte a mí te hará las cosas menos dolorosas? —Su voz era suave, baja, casi curiosa.
He visto cosas peores.
—Sí —susurré, y algo cambió en sus ojos… ¿eso era decepción?—. Pero prefiero sentir dolor que someterme a tu voluntad, Sasuke.
Sonrió sombríamente y me alcanzó otra vez.
Antes de que pudiera reaccionar, me cubrió el cuerpo con una manta, cubriendo me aún con la bata de baña puesta.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿Cómo puedes saber lo que prefieres si nunca has experimentado? Ni el dolor… —rozó sus labios ligeramente sobre mi boca, no un beso sino una amenaza—… ni el placer. —Un escalofrío me recorrió la espalda. Mi garganta
estaba seca, mis extremidades pesadas—. Quiero mostrarte las dos cosas, ángel. —Hizo una pausa, sus ojos oscuros ardiendo en mí—. Pero me temo que prefieres matarte antes que entregarte a mí. —Sacó su cuchillo y lo puso a mi lado—.Deberías terminar tu vida, tomar el camino fácil, porque nadie vendrá a salvarte, y no me detendré hasta que te haya roto, en cuerpo y alma.
Alcancé el cuchillo, luego me senté y presioné la hoja contra la garganta de Sasuke.
Solo tenía que deslizar la hoja y clavarla más profundo para que alcance la yugular.
—Jamás me suicidaré. No le haré eso a mi familia. Pero nunca me romperás. No te dejaré. —Sasuke inclinó su cabeza, otra vez con un toque de curiosidad.
—Si quieres matarme, hazlo ahora porque no tendrás otra oportunidad, ángel.—Mi mano sosteniendo el cuchillo tembló.
Sasuke no apartó sus ojos de mí cuando se acercó aún más, subiendo una rodilla y luego la otra hasta que se inclinaba sobre mí.
Presioné más fuerte y la sangre brotó a la superficie.
Pero esa sangre me traer ese recuerdo.
Los gritos, las súplicas, la culpa... Todo vuelve a rebotar por mi cabeza.
Mis ojos se enfocaron en el rojo cubriendo la hoja contra la piel de Sasuke.
Se movió sobre mí y clavó el cuchillo más fuerte en su carne.
Me rendí, concentrada en la sangre escurriendo por su garganta, en su olor, su color brillante.
Sasuke se dejó caer encima de mí, el cuchillo entre nuestras gargantas, su cuerpo cubriendo el mío con solo la manta entre nosotros.
Me contempló, sus ojos oscuros despegaban las capas sobre capas de paredes protectoras que había intentado levantar.
La histeria se arremolinó en mi pecho, los recuerdos del sótano y de lo que pasó hace dos años arañando los márgenes de mi mente.
Sasuke enroscó su mano alrededor de la mía y el mango, y entonces lentamente despegó mis manos y me quitó el cuchillo.
Lo dejó caer en la cama junto a nosotros.
Podía sentir cada centímetro de su cuerpo fuerte y musculoso contra el mío, pero mis ojos no podían centrarse en nada más que en la sangre en su piel, goteando del corte que había infligido.
Presionó dos dedos en mi garganta, sintiendo mi pulso errático.
—Todavía en las garras del pánico, ¿hmm? —Tragué con fuerza. Se apartó y se puso de pie. Luego se inclinó sobre mí—. Estás a salvo en tus momentos más débiles, ángel. No disfruto rompiendo a los débiles. Te romperé cuando seas fuerte.
Agarró el cuchillo y se dio la vuelta, dándome la espalda.
Mis ojos trazaron el tatuaje del ángel caído arrodillado. ¿Así era como Sasuke se veía a sí mismo? ¿Un ángel caído con las alas rotas? ¿Un ángel oscuro renacido del infierno?¿Y qué era yo?
Antes de salir de la habitación, me miró por encima del hombro.
—No intentes correr, ángel. Existen más hombres como Kibimaru esperado ponerte las manos encima. Odiaría tener que enviarlos por ti y herirte.
Como si alguien pudiera lastimarme más de lo que Sasuke lo haría.
Forcé una sonrisa.
—Los dos sabemos que estás mintiendo. No dejarás que nadie me haga daño.
Sasuke enarcó una ceja oscura.
—¿No lo haré?
—No lo harás porque quieres ser el que me rompa, el que me haga gritar.
La boca de Sasuke dibujó una sonrisa que erizó los pequeños vellos de mi piel.
Una sonrisa que me perseguiría para siempre.
—Oh, te haré gritar, ángel. Eso lo juro.
Suprimiendo un estremecimiento, me clavé las uñas en las palmas y forcé más palabras a través de mi garganta apretada.
—No pierdas tu tiempo. Mátame ahora.
—Todos tenemos que dejar que una parte de nosotros muera para levantarse más fuerte. Ahora duerme bien. Volveré más tarde para grabar un mensaje de video adecuado para tu familia.
—¿Por qué siquiera me salvaste de Kibimaru? ¿Por qué no dejar que él comience la tortura que tienes en mente para mí? ¿Por qué traerme aquí a tu mansión?
Sasuke me contempló como si él también se estuviera preguntando lo mismo, y su silencio me indicaba que mi suposición había sido correcta; esta era de hecho la mansión Uchiha.
Me sorprendía que se arriesgara a traerme a la casa de su familia.
—Como dijiste, yo seré el que te haga gritar y nadie más. —Cerró la puerta.
Cerré los ojos y tiré de las sábanas con más fuerza.
Un juego de poder. Un retorcido juego de ajedrez.
No iba a ser un peón o una reina, y Sasuke no sería el rey.
No tiene idea de lo que me costó hacer este cap... lo tuve e que borrar tres veces hasta que por fin me quedo bien.
mil disculpas por la tardanza pero esta app es difícil de usar, estoy publicando está historia por aquí solo compromiso, pero de verdad, las demás las publicaré por Inkitt y Wattpad porque ya perdí la paciencia con esta app.
No puedo en serio que no puedo.
Por cierto en esta historia Hinata no es familia de Neji, porque note que alguien pregunto y nop, Hinata no es familia de Neji.
Ypara las nuevas lecturas atentos a esos recuerdos de Sakura y a las personas que ella nombra porque serán importantesas tarde.
Me retiro... espero que esto se publique bien.
