Remus regresó al viejo y familiar bar, pero esta vez ya no sentía miedo ni temor en su corazón. Al entrar, se encontró con una tierna escena: su amigo Hocicos lo esperaba allí, moviendo su esquelética cola con entusiasmo y dejando caer un ramo de flores azules en el suelo.

Remus soltó un suspiro y tomó el ramo de flores, agradecido por el gesto de Hocicos. Luego, su mirada se dirigió hacia el piano, donde alguien tocaba una melodía melancólica. Interesado, Remus se acercó para descubrir quién era el músico responsable de la hermosa música.

Con asombro, se dio cuenta de que era Sirius quien estaba tocando el piano. Remus quedó impresionado por la habilidad y la pasión que su amado mostraba en aquel instrumento. Se sintió atraído hacia la melodía, dejándose llevar por su encanto.

Remus luchó por encontrar las palabras adecuadas para disculparse, pero parecía que ninguna combinación de palabras era suficiente. Sin embargo, cuando pronunció el nombre del novio, la reacción de Sirius fue desalentadora. Frunció el ceño y lo ignoró por completo, como si ya no existiera.

El corazón de Remus se llenó de un profundo pesar y angustia. Había esperado que esta reunión musical pudiera abrir las puertas a una posible reconciliación, pero se encontró con el rechazo de Sirius. Se sintió perdido y confundido, sin saber cómo proceder.

Sin retroceder ni darse por vencido, Remus decidió tomar asiento junto a Sirius en el mismo banco. Con delicadeza, dejó el ramo de flores sobre el regazo de Sirius y, con determinación, comenzó a tocar las teclas del piano para captar su atención.

Las melodías que emanaban del piano llenaron la habitación, creando una atmósfera mágica y envolvente. Remus tocaba con pasión y emoción, dejando que su música hablara por sí misma.

Con cada nota, Remus esperaba que Sirius escuchara y entendiera el amor y la disculpa que estaba tratando de transmitir. Buscaba restaurar la conexión que habían compartido una vez y demostrarle a Sirius que el amor verdadero era más fuerte que cualquier obstáculo.

Sin retroceder ni darse por vencido, Remus decidió tomar asiento junto a Sirius en el mismo banco. Con delicadeza, dejó el ramo de flores sobre el regazo de Sirius y, con determinación, comenzó a tocar las teclas del piano para captar su atención.

Las melodías que emanaban del piano llenaron la habitación, creando una atmósfera mágica y envolvente. Remus tocaba con pasión y emoción, dejando que su música hablara por sí misma.

Con cada nota, Remus esperaba que Sirius escuchara y entendiera el amor y la disculpa que estaba tratando de transmitir. Buscaba restaurar la conexión que habían compartido una vez y demostrarle a Sirius que el amor verdadero era más fuerte que cualquier obstáculo.

Sirius no volteó a ver a Remus, pero inconscientemente siguió el ritmo de la melodía, complementándola con su propio toque. Remus se dio cuenta de que tenía un compañero de dueto en Sirius. Un sentimiento de alegría y esperanza se apoderó de él mientras continuaban tocando juntos.

Aunque Remus sonreía, no se dio cuenta de que Sirius le miraba de reojo en ese preciso instante. La expresión en los ojos de Sirius mostraba una mezcla de sorpresa y reevaluación.

De repente, ambos comenzaron a tocar con pasión y diversión, sus teclas se encontraban con un ritmo armonioso y sus melodías se entrelazaban, creando una hermosa sinfonía. Sirius y Remus sonreían con alegría en esos instantes de conexión musical.

Sin embargo, en un pequeño descuido, la mano esquelética de Sirius se desprendió de su lugar y comenzó a tocar teclas al azar, provocando risas a ambos. Se dejaron llevar por el momento divertido y disfrutaron de esa situación inesperada.

"Lo siento por eso", se disculpó Sirius mientras observaba a Remus tomar su mano con delicadeza y ayudarlo a volver a colocarla en su lugar. Sin embargo, antes de que Sirius pudiera responder, Remus habló con tristeza y sinceridad, sorprendiendo al joven.

"Perdóname, Sirius. No quería decir esas cosas al principio. Me doy cuenta de que no somos tan diferentes como pensaba", confesó Remus, revelando sus verdaderos sentimientos y sorprendiendo a Sirius con su sinceridad.

"¿Pero y la chica?" pronunció Sirius, sin poder creer lo que estaba escuchando.

Remus se quedó mirando a Sirius con determinación y menor tristeza. "¿Narcissa? No me interesa. No me ha interesado desde un principio. Solo fui hasta su casa para tratar algunos asuntos, pero las cosas no resultaron como yo esperaba", explicó Remus, revelando la verdad detrás de sus acciones pasadas.

Sirius se sintió abrumado por una mezcla de alivio y arrepentimiento por haber presupuesto erróneamente las intenciones de Remus. Se reprochó a sí mismo por haber dejado que los malentendidos y la confusión guiaran su pensamiento.

Un silencio agradable los envolvió por completo en aquel lugar, creando un ambiente de intimidad y complicidad.

"También me di cuenta de otra cosa", murmuró Remus con una pequeña sonrisa en su rostro, dejando a Sirius intrigado e interesado por descubrir qué era.

Sirius levantó una ceja en señal de expectación y diversión. "¿De qué te diste cuenta?", preguntó, animado por la sorpresa que Remus parecía tener preparada.

Sin embargo, antes de que Remus pudiera responder, Sirius fue sorprendido por un abrazo inesperado. Los brazos de Remus lo envolvieron con ternura y calidez, provocando que el corazón de Sirius se acelerara aunque se halla detenidopor tanto años atras.

"Me di cuenta de que me he enamorado de ti", confesó Remus en un susurro, dejando escapar sus verdaderos sentimientos en ese íntimo momento.

El tiempo pareció detenerse mientras ambos absorbían el significado detrás de esas palabras.

Se separaron del abrazo, mirándose el uno al otro con una mezcla de sorpresa y expectación en sus ojos. Sin embargo, el momento tan esperado fue interrumpido cuando uno de los cocineros del bar tocó una campana, anunciando la llegada de un nuevo cliente. Todos se apresuraron a asistir y disfrutar de la nueva llegada.

Remus y Sirius se dieron cuenta de cómo la gente se apartaba para dejarles paso a ellos. Mientras avanzaban por el lugar, Remus se sorprendió al notar a Severus en la distancia. Parecía tan diferente de la última vez que lo vio, y la curiosidad se apoderó de él.

Remus se levantó rápidamente del balcón, tomando por sorpresa a Sirius, quien lo observó alejarse hacia el recién llegado.

"Severus, Severus", exclamó Remus, tratando de ser discreto pero consciente de la dificultad de hacerlo en un lugar tan concurrido. "Lamento mucho lo que te pasó".

El joven Severus encogió los hombros, restándole importancia al asunto. "No se preocupe, joven Lupin. Me encuentro mucho mejor ahora", respondió con calma.

El líder del grupo y a su vez el barman, una cabeza sin cuerpo llamada Minerva, demostró sus habilidades sirviendo un trago a Severus. Aunque era imponente y autoritaria, también era una figura amable y acogedora.

"¿Qué sucedió con mis padres? ¿Están bien?", preguntó Remus preocupado, esperando obtener respuestas sobre el paradero y el bienestar de su familia.

"Joven Lupin, ellos no entienden por qué se fue usted, y para empeorar las cosas, los Black han aceptado casar a su hija con el Lord... no sé qué rayos" respondió Severus con cierta indiferencia, sorprendiendo a Remus por la aparente falta de importancia en su tono de voz.

Confundido y desconcertado, Remus preguntó: "¿Pero cómo sucedió eso? ¿Suponía que era un pariente suyo?

"Pues, como ya se ha enterado, los Black no desperdiciaron la oportunidad", explicó Severus, mirando con cierta pena al joven. Remus se sorprendió por la noticia, pero también notó que no sentía una reacción emocional intensa, como tristeza, enojo o arrepentimiento. Solo experimentaba confusión.

Antes de que pudieran continuar la conversación, un cadáver borracho interrumpió con un comentario totalmente fuera de lugar: "¡Estas mujeres, qué difíciles son de dejar!".

Remus se alejó del bar en busca de Sirius, preocupado por su repentina desaparición. Preguntó a varias personas, pero nadie parecía haberlo visto. Sin embargo, cuando salió afuera del bar, escuchó la voz de Sirius.

"¿Por qué los jóvenes de ahora son tan complicados?", preguntó Sirius a Alice, la cocinera del bar.

"Los jóvenes siempre han sido así, querido. Pero, ¿acaso ya te ha dicho lo que siente por ti?", respondió Alice en tono de broma.

"¿Cómo sabes eso?", preguntó Sirius avergonzado, sintiéndose descubierto. Antes de poder obtener una respuesta, la conversación fue interrumpida por la llegada de Albus, quien sostenía un gran libro en sus manos.

"Querido, he notado que enfrentas algunas dificultades en tu matrimonio", comunicó Albus, dejando caer el libro en la mesada.

Sirius, desconcertado, preguntó: "¿Qué dificultades?" mientras buscaba respuestas en la expresión preocupada de Albus.

Albus explicó con seriedad: "Los votos solo los unen hasta que la muerte los separe".

La confusión creció en Sirius, quien preguntó con nerviosismo: "¿Y qué quiere decir con eso?"

Albus miró a Sirius directamente y declaró: "Quiero decir que la muerte ya los ha separado", unas palabras que sorprendieron tanto a Alice como a Sirius.

"¿Pero qué debemos hacer?", cuestionó Sirius, sintiéndose cada vez más inquieto y confundido, sin saber cuál podría ser la solución a esta impactante revelación.

"Pues solo hay una solución", dijo el viejo Albus mientras hojeaba las páginas del gran libro en sus manos, revelando un susurro oculto entre las líneas.

"Por favor, díganos ya", insistió James, quien estaba escondido entre las páginas del libro, revelando su presencia y su participación en la inesperada reunión.

"¿Decirme qué?", preguntó Sirius, sin poder creer en la siniestra dirección que estaba tomando la conversación.

"Esto va más allá de un simple sacrificio", comentó Albus, aumentando la intriga y la tensión en el ambiente.

Finalmente, James completó la impactante revelación: Tendremos que matarle", unas palabras que resonaron en la sala, desatando una sensación de shock y desconcierto en todos los presentes. La alarma se apoderó de Sirius mientras intentaba comprender la oscura sugerencia que se había presentado de repente.

"¡No, no puedo hacerle eso a Remus! ¿Cómo podría pedirle tal cosa?", expresó Sirius con sinceridad y seriedad, dejando en claro su dilema moral y emocional frente a la propuesta impactante.

"No hay otra manera, Sirius. Es la única solución a nuestro problema, pero depende de Remus y si está dispuesto a asumir los riesgos", explicó Albus, mostrando una página del gran libro que revelaba una gran botella con el dibujo de una calavera, insinuando un camino incierto y peligroso.

Sirius se sintió abrumado por la responsabilidad y la difícil decisión que se le presentaba. La lealtad y el amor hacia Remus chocaban con la desesperación de la situación. La sombría sugerencia de Albus planteaba un dilema moral que lo dejaba sin aliento.

"Esto nos llevaría a un sacrificio enorme. Él tendría que beber el veneno después de sus votos para estar unidos, y la muerte no los separaría más", explicó Albus, pasando sus manos huesudas sobre el dibujo inquietante de la botella en el gran libro.

"No puedo hacerlo, Albus. Remus es un joven que nunca aceptaría esto", expresó Sirius con pesar, reflexionando sobre las posibles consecuencias de una decisión tan drástica. Pensaba en las palabras que aquel joven había pronunciado, palabras que habían tocado su corazón frío y lo habían hecho latir de nuevo.

"Acepto hacer ese sacrificio", declaró Remus al entrar en lo que parecía ser la cocina del bar, sorprendiendo a todos los presentes con su llegada inesperada.

Sirius lo miró sin poder creer lo que acababa de escuchar. ¿Estaba Remus realmente dispuesto a perder su vida por un matrimonio que se basaba en un veneno letal?

"Remus... esto no es un juego. Estarías condenado si bebieras ese veneno", advirtió Sirius con seriedad y desesperación mientras se acercaba lentamente a él, con la angustia reflejada en sus ojos.

Remus miró a Sirius con cariño y tomó sus manos, sintiéndolas cálidas en lugar de frías, lo que lo llenó de una sensación reconfortante y profunda. Con determinación en su mirada, impactó a Sirius al decir con seguridad: "Estoy dispuesto a cualquier cosa si eso significa estar contigo", acompañando sus palabras con una leve sonrisa que transmitía amor y compromiso inquebrantable.

La escena de amor y valentía fue interrumpida por los leves sollozos de Alice, conmovida por la ternura y el sacrificio que presenciaba. Al mismo tiempo, Albus escuchaba atentamente, con recuerdos de alguien de su pasado que seguía en la tierra de los vivos, nutriendo su corazón con un atisbo de esperanza y añoranza.