Hola hermosas! Bienvenidas una vez más, espero que estén disfrutando mucho su semana.
Muchas gracias por acompañarme una vez más, les recuerdo que la historia no es para menores de edad.
Gracias por su comprensión.
SEPARADOS POR LA SANGRE
Enlace de Amor
"El matrimonio es la unión de una pareja que decide comenzar una vida juntos y hace una promesa ante Dios y los hombres de amarse, respetarse y ser fieles todos los días de su vida. El matrimonio no es un acuerdo mientras te quiero, mientras me gustas, mientras me cuides, el matrimonio es un compromiso por el cual se lucha, se entrega, se celebra día a día, es una elección que se alimenta diariamente a pesar de las dificultades".
TREINTA Y SEIS
La familia Ardlay se encontraba en el salón principal de la mansión de Lakewood, todos lucían felices ante los nuevos herederos. El timbre de la puerta sonó de pronto y cada uno de los presentes giró su rostro como cerciorándose que no había nadie más a quien esperar.
-¿Esperan a alguien más? – Preguntó Albert al ver que ya todos los familiares estaban reunidos.
-Solo a una persona más. – Dijo Anthony para después invitarlos a pasar al reservado más pequeño de la mansión. – Por favor. – Les dijo de nuevo, mientras Candy sonreía tímida a los presentes.
Cuando entraron al reservado, todos se miraron unos a otros al ver que frente a ellos estaba una mesa adornada con un mantel blanco y un gran ramo de rosas blancas puestas en un florero de metal dorado, frente a esta había varias sillas que indicaban que eran para cada uno de los presentes.
-Adelante. – Dijo Anthony invitándolos a todos a tomar un lugar frente aquella mesa.
La familia comenzó a sentarse aún con la duda en su rostro, mientras los pasos que se escuchaban afuera del reservado se acercaban cada vez más.
-Con su permiso señor Brower. – Dijo un hombre elegante que se adentraba una vez que Jhon abría la puerta ante el permiso de Anthony.
-Adelante por favor. – Dijo Anthony cediéndole el paso al caballero que guardaba bajo su brazo un enorme libro. Hasta ese momento todos comprendieron que era el juez que había llegado. – Familia, es un honor para mí y mi esposa. - Dijo mirando a Candy con verdadero amor. El rostro de la pecosa se encendió con un rojo vivo al escuchar de sus labios llamarla orgullosamente de esa manera frente a toda la familia Ardlay. – Hacerlos partícipes de nuestra boda ante la ley de los hombres. – Dijo una vez más Anthony. La tía abuela y Albert los observaban agradecidos por haberlos incluido en aquella celebración. – Gracias por estar aquí. – Agradeció una vez más, para después tomar su lugar frente al juez, quien comenzó a leer la epístola frente a ellos, reiterando una vez más su compromiso de amor ante la sociedad y ante la ley.
Los jóvenes rubios firmaban su acta de matrimonio frente a toda la familia, mientras los Cornwell se preparaban para fungir como padrinos por parte de Anthony y Annie y Patty por parte de Candy. Después de terminar aquel requisito para poder estar juntos, se inició el registro de los gemelos, quienes a partir de ese momento serían reconocidos ante toda la sociedad como Alexander Brower Ardlay y Andrew Brower Ardlay.
-¿Quién es el mayor? – Preguntó Albert impaciente por saber quién podría ser el futuro heredero del clan.
-Alexander. – Respondió Anthony con orgullo mostrando a su pequeño hijo.
Albert observó al pequeño Alexander y después giró su rostro para ver a Andrew que descansaba en los brazos de su hermosa madre.
-¿Cómo los identificas? – Preguntó Albert un tanto confundido al ver que los dos gemelos eran idénticos. - ¡Ambos son igual a su madre! – Dijo evidenciando que se parecían mucho a la pecosa.
-A mí me parece que son todo unos Ardlay. – Dijo la tía abuela reconociendo que los ojos de los gemelos eran los de Anthony, por consiguiente eran los ojos de William Ardlay padre.
-Lo importante es que son Brower. – Decía ahora Vincent. Todos querían que los gemelos tuvieran algo de la familia a la que pertenecían, y mientras todos comenzaban a buscar parecido que fuera o no fuera real Anthony y Candy se miraban uno al otro con diversión.
-Por lo pronto los reconocemos con esto… - Dijo Anthony travieso mostrando a su tío que había puesto un pequeño listón alrededor de la muñeca de Alexander.
-¿Un listón? – Preguntó Albert sorprendido. – Creo que su tío abuelo se tiene que hacer cargo de esto. – Dijo una vez más el rubio provocando la risa de los presentes.
-Fue la solución inmediata. – Dijo Anthony rascando su nuca, apenado por la simple solución que había encontrado en aquel lugar que aunque sencillo había sido un verdadero hogar para ellos durante los primeros días del nacimiento de sus hijos.
Después de la firma de las actas, los Brower invitaron a la familia a pasar al comedor, donde los recibieron con una exquisita comida, todo recién preparado y horneado para que los familiares degustaran y celebraran la reciente unión de los jóvenes rubios.
La tía abuela sentada a la cabecera de la mesa, al otro extremo William Albert, quien también observaba con buenos ojos lo grande de su familia. Suspiró enternecido de ver que sus sobrinos tenían la vida resuelta. Anthony y Candy, habían formado una hermosa familia, tenían un par de gemelos que habían llegado inesperadamente, más sin embargo era una sorpresa agradable para él, le alegraba ver que su protegida y su sobrino estaban juntos y se amaban sinceramente. Observó a Archie y a Annie, ellos habían conformado una familia meses atrás y a pesar de los inconvenientes ahora podía decir que los veía a ambos realmente compenetrados, los dos estaban felices por su pequeña Anastasia, quien se había convertido en su consentida, aunque tenía que admitir que con la llegada de los gemelos tendría algo de competencia. Observó a Stear quien como siempre llamaba la atención de su prometida, contándole acerca de sus inventos y de sus ideas, podía ver que la hermosa jovencita que estaba cerca de él se maravillaba y se entretenía con lo que tenía por decirle. Por último estaba Amelia y Terry, quienes eran la pareja más joven de la mesa, con ellos aún todo era nuevo y el amor que crecía en su interior se estaba reforzando con el trato diario.
Elroy miró fijamente a Albert, como adivinando lo que pasaba por su mente, ella también deseaba que encontrara a una mujer de buena familia que lo amara y lo cuidara, sabía que los años de infancia lejos de todos habían sido difíciles para él. Albert la observó fijamente, los dos comprendían lo que pasaba por sus mentes y el rubio simplemente sonrió.
-Ambos son hermosos y adorables. – Dijo Amelia cargando a uno de los gemelos mientras Terry observaba al menor de los Andrew. – Yo quiero uno… - Dijo Amelia sin pensar y los ojos de Terry se abrieron de golpe y comenzó a toser ahogándose con el trago de agua que estaba pasando en esos momentos.
La risa de Anthony no se hizo esperar al ver que su prima había hablado sin pensar en lo que decía, simplemente la joven había expresado su sentir víctima de la ternura sentida por su hijo.
-¡Lo siento! – Dijo Amelia realmente avergonzada al darse cuenta que sus pensamientos no los había mantenido para sí misma. – No quise decir… - Decía avergonzada, mientras Terry no sabía qué decir en ese momento, su tos seguía sin poder detenerla y la risa de los presentes no cesaba.
-Todo llega a su tiempo hija. – Dijo Ian Cornwell intentando ayudar un poco en la situación, él también comprendía un poco que su hija apenas estaba iniciando aquella relación.
Cuando Terry dejó de toser las miradas estaban puestas en él y el pobre actor no sabía qué decir en ese momento, por supuesto que le gustaría tener un hijo, y para él hubiese sido mejor que fuera precisamente ese que cargaba su novia, sin embargo no era así y se mentiría a sí mismo si dijera que había pensado en casarse y tener hijos, porque aún no lo había pensado, para él primero estaba su carrera y quería consolidarse como un gran actor antes de ser padre, sin embargo comprendió la vergüenza que pasaba Amelia y con una dulce sonrisa correspondió a esa mirada apenada que lo veía ansiosa.
-Tu padre tiene razón, Amelia… - Le dijo con ternura, mientras todos lo observaban, sobre todo Archie quien estaba al pendiente de lo que hacía o decía. Que ganas de echarse una pelea para descargar un poco su ansiedad. – Todo a su tiempo, pero te aseguro que no pensaría en nadie más para que fuera la madre de mis hijos. – Dijo sincero, porque efectivamente así era, de ser padre le gustaría que Amelia fuera la madre de sus hijos y así lo haría el día que decidiera casarse. Amelia sonrió aliviada por la respuesta, no era que ella quería casarse ya, si quería, pero también comprendía que su relación era reciente y también sabía que las relaciones de sus hermanos y de su primo eran relaciones que tenían años cultivándose entre ellas.
Terry observó a Candy, quien le devolvió la sonrisa y después observó a Amelia, se veía tan hermosa con un bebé en brazos, no podía negar que la joven tenía la maternidad saliendo por los poros, así que sí, estaba seguro de que quería que ella fuera la mamá de sus futuros hijos.
-Por lo pronto yo quiero decir que debemos brindar por los recién casados y por mis nuevos sobrinos. – Dijo Stear poniéndose de pie y levantando una copa mientras miraba a su novia sonreír.
-Es verdad hay que brindar por la nueva familia Brower Ardlay. – Dijo Albert poniéndose de pie para brindar junto con los demás.
-Por mi esposa. – Dijo Anthony levantando una copa mientras Candy sostenía a Alexander. – Y por mis herederos. – Dijo observando a ambos pequeños, quienes se mantenían dormidos al igual que Anastasia.
-¡Salud! – Dijeron todos al mismo tiempo, hasta la tía abuela se había puesto de pie para brindar por la pequeña familia de su amado sobrino-nieto.
-A pesar de que las cosas no se hicieron como debe de ser. – Dijo Elroy tomando la palabra, ya era raro que la vieja no se expresara y había tomado la oportunidad de hacerlo. Anthony guardó silencio y Candy se ruborizó, ambos estaban preparándose para escuchar lo que diría la mayor. – Pero tengo que admitir que estoy muy feliz por verlos reunidos, me siento orgullosa que Anthony haya resuelto su situación sin esperar la intervención de Albert o la mía propia, eso me hace ver que estás listo para enfrentarte a la vida y defender a tu familia. – Dijo con lágrimas en los ojos, levantando la copa una vez más para invitar a todos a brindar nuevamente. – Por Anthony y Candy… - Dijo simplemente, su voz no podía decir más de lo que había dicho, la emoción le había ganado y no quería llorar frente nadie, no, Elroy Ardlay no lloraba tan fácilmente.
Caminó entre los pasillos que estaban llenos de recuerdos, la algarabía y las risas se escuchaban al fondo, sus pasos lentos y precisos se dejaban escuchar junto con el golpeteo de su bastón, golpeteo que anunciaba que estaba acercándose. Su mirada se encontró con la figura de Vincent quien estaba de pie frente al retrato de Rosemary. Por un momento se tensó al ver a aquel hombre frente a ella, sin embargo la nostalgia que descubrió en su rostro fue lo que la hizo considerar acercarse a él.
-Ha pasado mucho tiempo… - Dijo Elroy parándose de pie junto al marido y gran amor de su difunta sobrina. Vincent saltó con sorpresa evidenciando que a pesar del eco que producían las paredes de la mansión no había escuchado llegar a la vieja. Vincent la miró sorprendido, sin embargo sonrió de lado con melancolía.
-Jamás pasará el tiempo suficiente para que deje de doler. – Dijo Vincent con esa nostalgia que llevaba en su alma desde el día que había perdido a su alma gemela.
-Pensé que eras feliz. – Dijo Elroy mirando hacia donde se encontraba una hermosa Eleanor Baker ahora Brower platicando con los Cornwell. Vincent observó a su esposa a la distancia y sonrió de lado.
-Soy feliz… - Dijo Vincent sincero, aquella mujer que platicaba amenamente con los padres de la novia de su hijo lo hacía feliz a pesar de la tristeza que guardaba en su alma. – Sin embargo la tristeza que vive dentro de mí jamás se disipará, llevo en mi memoria y en mis recuerdos el amor de Rosemary, llevo los momentos felices que vivimos y esos jamás regresarán, sé que debo continuar y lo estoy haciendo por nosotros… - Dijo refiriéndose a Rosemary, mientras miraba a Anthony sonreír junto a Candy y sus hijos. – Nuestro amor vive a través de Anthony y nuestros nietos y ese amor señora Elroy lo crea usted o no jamás morirá… - Le dijo una vez más para después alejarse del lugar no sin antes volver a mirar el bello cuadro de su difunta esposa. Elroy se quedó en silencio analizando las palabras de Vincent, pensando que tal vez lo había juzgado mal todo ese tiempo o tal vez no, lo único que ahora sabía era que debía llevar la fiesta en paz por la felicidad de Anthony, su Anthony, todo había sido por él desde un principio y ahora le tocaba a ella permitirle ser feliz con lo que decidiera.
-¿Tregua? – Preguntó Elroy a Vincent antes de que se alejara. Vincent se regresó en sus pasos confundido por su pregunta.
-Jamás ha habido una guerra de mi parte señora Elroy. – Dijo Vincent estirando su mano para que aquella dama de hierro la tomara y finalizaran por fin aquella rivalidad que la misma Elroy había iniciado desde el momento mismo que lo conoció.
Terry salió de la mano de Amelia, ella quería disculparse en privado por su imprudente comentario y él quería observar de cerca el famoso jardín de las rosas del que tanto había escuchado hablar.
-Terry… - Le dijo mientras el rebelde observaba y respiraba el aroma de las rosas. – Yo… no quise hacerte sentir incómodo… - Dijo Amelia mientras jugaba con sus manos sin voltear a verlo. Terry sonrió al ver la pena que reflejaba la hermosa chica. Se acercó a ella y acarició su rostro.
-No me hiciste sentir incómodo. – Dijo Terry sincero, obligando a la joven a mirarlo a los ojos. Amelia puso sus hermosos ojos azules en él y sintió que un millón de mariposas volaban en su vientre víctima de las emociones que él provocaba en su interior. – Pero si te soy sincero si me sorprendiste. – Dijo sin dejar de mirarla. Amelia pasó saliva nerviosa al ver sus labios.
-Sé qué es muy pronto para hablar de matrimonio entre nosotros pero te juro que…
-No… - Le dijo Terry con ternura. – No es por eso… - Dijo una vez más captando la atención de la joven, quien con la mirada le preguntaba qué era lo que estaba pensando. – Lo que sucede es que jamás había pensado en tener hijos. – Dijo una vez más. Amelia se sorprendió con lo dicho por el actor y lo miró interrogante.
-¿Ni siquiera con…? – Preguntó sin atreverse a mencionar el nombre de la ahora esposa de su antiguo amor. Terry sonrió de lado y la miró nuevamente.
-Ni siquiera con Candy… - Dijo sin pena, era verdad su sentir, él jamás se había visto como un padre de familia, no ahora, no pronto. Amelia lo veía un tanto inquieta. – Vengo de una familia en la que al que yo creía mi padre no mostraba amor por su familia, crecí solo internado en un colegio donde las reglas era lo más divertido romper… jamás me vi como responsable de otra criatura que no fuera yo mismo. – Dijo una vez más sincero. Amelia lo escuchaba con dolor, no solo por la terrible infancia que había tenido su novio, sino porque ella siempre había soñado con tener esa casita feliz que desde niña le habían contado los cuentos.
-Yo si quisiera tener hijos… contigo… - Dijo Amelia una vez más con timidez. Terry la miró con ternura.
-Y te amo más por ello… - Le dijo Terry para su sorpresa. Amelia lo miró nuevamente confundida. – Amelia… eres una joven que ha visto bondad en mí y no pienso defraudarte, he visto lo que una familia puede ser gracias a ti y a los tuyos, y te juro que no miento cuando te digo que yo también deseo tener hijos en un futuro contigo. – Le dijo una vez más calmando todas las alarmas que se habían encendido en el corazón de la joven.
Terry se acercó a ella y la besó profundamente, tomándola por la cintura para atraerla a él de manera posesiva, de manera que quería sentir que ella era suya y de nadie más y que quería mantenerla a su lado, creyendo que no permitiría que alguien más sintiera el deseo de arrebatarla de sus brazos. Amelia se dejó llevar por ese beso largo y atrevido, tomándolo por el cuello para acercarlo más a su cuerpo y demostrarle que ella era de él y de nadie más.
Dentro de la mansión Archie y Annie se retiraban después de la matriarca para descansar, sabían que Anastasia estaría cansada al igual que ellos. Stear acompañó a Patty hasta su habitación y los padres del inventor también se retiraron. Vincent se acercó a Anthony y a Candy y los abrazó una vez más, se notaba feliz de que estuvieran juntos, arrepintiéndose por haber estado en desacuerdo con su amor.
Los gemelos fueron llevados a descansar por Julia y Dorothy y Candy y Anthony se quedaban junto a Albert, se imaginaban que el patriarca quería hablar con ambos, sobre todo con Candy.
-Candy, quiero ofrecerte una disculpa por todo lo que sucedió en Nueva York. – Dijo Albert tranquilamente. Candy le sonrió con amabilidad, ella quería olvidar todo lo que había sucedido, ahora lo que quería era disfrutar a su esposo y a sus hijos. – Te aseguro que si hubiera estado enterado de lo que realmente sucedía entre ambos, jamás hubiera permitido o siquiera alentado a Anthony que se alejara de ti. – Dijo una vez más el rubio, seguro de que sus intenciones jamás había sido separarlos para siempre.
-Nadie sabía Albert. – Dijo Candy disculpando a Anthony, quien al igual que ella ignoraba que estuviera esperando un hijo. – Me enteré unas semanas después de que había llegado a Chicago, el miedo me invadió y lo único que quería era estar lejos de todos, pero Anthony llegó por nosotros y ahora soy muy feliz. – Dijo la rubia demostrando con esas palabras que lo único que quería era dejar todo atrás. Albert asintió con una sonrisa de alivio.
-Me alegra tanto verlos tan felices. – Dijo Albert estando de acuerdo con olvidar todo lo que habían vivido. La sonrisa que se dirigieron los recién casados fue un claro aviso de que necesitaban estar a solas por un momento. – Bien. – Dijo Albert con un falso bostezo. – Creo que ya es hora que me vaya a descansar, confieso que el viaje me dejó agotado. – Dijo de nuevo despidiéndose de la pareja anfitriona.
-Descansa tío. – Le dijo Anthony a su tío, quien simplemente sonrió a ambos y se dirigió a las escaleras.
-Me gustaría que algún día Albert encontrara a una persona a quien amar. – Dijo Candy observándolo tan solo. Anthony suspiró profundamente y se acercó a su esposa.
-No te preocupes, el tío Albert siempre ha tenido muchas mujeres a su alrededor. – Dijo Anthony recordando que desde chiquillo había sido muy asediado por el sexo opuesto.
-¿Ah sí? – Preguntaba Candy con travesura, ella jamás había visto a Albert interesado en alguna dama, pero también recordaba que cuando vivían juntos él era muy discreto y reservado.
-La tía abuela siempre vivía buscando a la dama indicada para William, solo que mi madre la reprendía diciéndole que él elegiría a su compañera. – Dijo Anthony con nostalgia, recordando que su madre siempre había estado a favor de elegir a la pareja de cada quien. Rosemary era una joven romántica y llena de ideales que defendían el matrimonio por amor y que rechazaba las uniones por conveniencia que se veían entre la sociedad en la que se movían.
-Me hubiera gustado tanto conocerla. – Dijo Candy observando el gran cuadro donde Rosemary Ardlay lucía hermosa, imponente.
-Te hubiera amado mucho pecosa. – Le dijo Anthony besando su frente, seguro de que así hubiera sido. Candy sonrió y miró una vez más a la madre de su esposo, como si agradeciera que hubiera formado un ser tan noble, maravilloso y magnífico como Anthony Brower Ardlay.
Los pasos de Amelia y Terry se dejaron escuchar en el interior de la mansión, habían pasado tiempo en el jardín y la oscuridad de la noche los había sorprendido. Anthony y Candy caminaron hacia el centro del salón para ver a la pareja de enamorados que venía caminando lentamente tomados de la mano.
-¿A dónde se fueron todos? – Preguntó Terry al ver que el salón estaba vacío.
-A descansar. – Respondió Anthony con una sonrisa, mientras Candy se protegía entre los brazos de su esposo. Terry miró a Anthony con una sonrisa y después a Candy, a pesar de todo le gustaba verla tranquila y feliz al lado de su hermano, cada vez dolía menos la herida.
-Creo que ya es tarde. – Dijo Amelia quien también creía que ya era hora de ir a descansar. La rubia también observaba a la pareja y sentía en su interior una paz infinita por ver a su amado primo tan feliz y lleno de paz, lo notaba en su mirada, lo veía en la expresión de su rostro y en lo relajado de su cuerpo.
-Entonces vamos. – Dijo Terry pidiendo con ese comentario le indicaran dónde dormiría. Anthony se hizo a un lado para permitirles el paso y después de que avanzaran frente a ellos tomó a Candy entre sus brazos y la llevó hacia arriba.
-¡Anthony! – Dijo Candy con sorpresa, sorpresa que llamó la atención de la otra pareja que subía de la mano.
-No quiero que hagas esfuerzos. – Le dijo Anthony a su esposa, quien sonrió con ternura y lo agarró por el cuello para sostenerse.
-Pero me siento bien. – Dijo Candy segura de que podía subir las escaleras, con cuidado pero podría subirlas.
-Lo sé. – Dijo Anthony seguro que ella se sentía bien, sin embargo no quería que se lastimara por algún descuido.
-¿Sucede algo? – Preguntó Terry quien no pudo evitar escuchar la conversación entre los recién casados.
-Anthony cree que después de dar a luz a gemelos no puedo hacer nada. – Respondió Candy casi de inmediato, no quería que ni Terry ni nadie de la familia se enterara de lo que había sucedido en el hogar de Pony. – Pero ya le he dicho que me siento bien. – Dijo de nuevo mirando a la cara a su marido, quien sonrió nuevamente con ternura.
-Quiero consentirte. – Le dijo Anthony al captar que ella no quería hablar del tema con nadie y lo respetaba, era una decisión que ella había tomado y él respetaría. Candy le sonrió de vuelta y la otra pareja se sintió fuera de lugar.
Cuando Anthony bajó a Candy a petición suya la colocó frente a él y después puso atención a su hermano y su prima, quienes esperaban que los jóvenes anfitriones les indicaran el lugar que ocuparían en la mansión.
-¿Dónde voy a dormir yo? – Preguntó Amelia con tranquilidad, ella había ido muy pocas veces a Lakewood y la última vez apenas si la recordaba.
-Tú habitación sigue siendo la misma Amelia. – Respondió Anthony indicándole que su pieza era aquella junto a la habitación de sus padres. – Enseguida de mis tíos. – Agregó de nuevo para que ella recordara el sitio donde se ubicaba. Amelia asintió agradecida. Terry miró a Anthony como preguntando si se había olvidado de él. – Tú habitación está del otro lado de la habitación de Amelia por pedido de tú suegro. – Dijo Anthony causando sorpresa en Terry, mientras Candy y Amelia comenzaban a reír por su reacción.
-¿Desconfía de mí? – Preguntó Terry con cierta ofensa en su reacción. La risa de Anthony le indicó que era una broma que le estaba gastando.
-No es verdad Terry… - Le dijo palmeando su hombro. – Vamos… - Agregó invitándolo a seguirlo a él y a Candy.
Amelia caminaba junto a Terry, se sentía feliz por estar al lado del rebelde, era la primera vez que pasarían la noche bajo el mismo techo y por alguna razón aquello le generaba cierta emoción.
-Esta será tú habitación Terry. – Dijo Anthony a su hermano. Anthony había designado una habitación para Terry igual de importante que la de Stear o la de Archie, solo que este ya había pasado a otra ala de la mansión por estar casado. – Si necesitas algo la habitación de Stear está contigua a la tuya. – Agregó por si el rebelde necesitaba algo.
-Muchas gracias Anthony. – Dijo Terry agradecido por la hospitalidad de su hermano.
Amelia sonrió tímida y se despidió tan solo con una sonrisa de su novio, quien la observaba fijamente como queriendo decirle algo que no podía hacer frente a su hermano y su ahora esposa.
-Descansa. – Le dijo Amelia tímida, para después seguir junto a Candy y Anthony, quienes también se despedían del rebelde.
-Buenas noches. – Dijeron Anthony y Candy a Terry.
Amelia llegó a su habitación y los rubios se dirigieron hasta la habitación que les correspondía como dueños del lugar, pero decidieron entrar por la habitación que correspondía a sus hijos para darles el beso de las buenas noches.
-Adelante. – Dijo Julia al ver que los rubios entraban a ver a sus hijos. – Acaban de terminar la segunda toma de la noche. – Dijo la joven para advertirles que tendrían por lo menos cuatro horas para dormir antes de que volvieran a despertar.
-Muchas gracias Julia. – Dijo Candy agradecida a la muchacha, quien era la que se quedaba con sus hijos por la noche. Julia sonrió y se dirigió hasta el espacio donde tenía su cama, mientras los jóvenes padres se acercaban a ver a sus descendientes dormir plácidamente. – Son tan hermosos. – Dijo Candy con una ternura que explotaba en su pecho, se sentía tan feliz de tener a sus hijos a su lado, a su esposo, se sentía tan feliz de tener aquella familia que tanto había deseado algún día.
-Los más hermosos… - Dijo Anthony besando delicadamente la sien de su esposa. – Igual que su madre. – Le dijo acercándola más a él, agradecido porque estuviera a su lado. – Gracias pecosa… - Le decía con emoción, con la emoción que sentía por tenerla a su lado, con la emoción que sentía por pensar tan siquiera un instante que pudo haberla perdido, más sin embargo ella había decidido luchar para estar de regreso junto a él y sus pequeños.
-¿Gracias? – Preguntó Candy sorprendida por las palabras de su esposo. - ¿Por qué? – Preguntó de nuevo sin comprender el motivo de su agradecimiento.
-Gracias por perdonarme, por estar junto a mí… por no haberme abandonado… por todo… - Decía Anthony con un nudo en la garganta. Candy lo observó visiblemente conmovido, besó sus labios con recato y acarició su mejilla.
-Te amo… - Le dijo Candy como única respuesta a su agradecimiento. Anthony sonrió, todo se basaba en ello, en el amor que ella sentía por él y en el amor que él sentía por ella, se sintió el hombre más afortunado de la tierra, se sintió el más querido del mundo y con ello el amor que tenía por ella se hizo más grande y profundo si eso podría ser posible. Miró a sus hijos y los besó con delicadeza y después giró el rostro hacia su bella esposa.
-Yo también te amo pecosa… - Le dijo en un murmullo, un susurro que apenas fue audible para la joven madre quien se estremeció de pies a cabeza al ver el brillo que despedían los ojos de su amado príncipe de las rosas.
Caminaron en silencio, abrazados, hasta la puerta que dividía las habitaciones, despidiéndose de Julia solo con un gesto y una sonrisa de agradecimiento.
-¿Estás cansada? – Preguntó Anthony a Candy, quien sintió estremecer su cuerpo ante aquella pregunta.
-Un poco… - Respondió tímida y con el rostro enrojecido por el tono de su voz. Anthony tenía todo, sobre todo esa voz tan sensual que la derretía con tan solo escucharlo hablar.
Anthony se acercó lentamente a ella y la besó con ternura, con un beso delicado y profundo que la seducía por completo, su mirada ensombrecida la hacía perder el aliento y desear que continuara con aquella suave caricia a la cual se abandonaba. La tomó nuevamente entre sus brazos y la recostó en el centro de la cama, se dirigió hasta un mueble que estaba cerca del cuarto de baño y tomó un paquete que tenía oculto ahí. Los ojos de Candy se abrieron con sorpresa.
-¿Qué es esto? – Preguntó la rubia con una gran sonrisa en sus labios.
-Un pequeño obsequio para mi esposa. – Dijo Anthony con travesura, mientras se colocaba junto a ella colocando el paquete entre sus piernas.
-¡Pero yo no te compré nada! – Decía Candy un tanto contrariada porque no sabía que debía comprar un obsequio para celebrar su reciente unión. Anthony negó.
-No es necesario princesa. – Le dijo besando la punta de su nariz, Candy sacudió su rostro con una risita por las cosquillas que siempre le generaba aquel tierno gesto. – Ábrelo. – Le dijo con una sonrisa traviesa, una sonrisa que Candy no sabía cómo interpretar.
Candy comenzó a abrir el pequeño obsequio que Anthony le otorgaba y ante la mirada curiosa de ella y la de expectación de él sentía una emoción por descubrir el contenido de aquella caja cuidadosamente envuelta.
-¡Pero esto es…! - Dijo Candy sorprendida, pero al mismo tiempo comenzando a reír al descubrir qué era lo que había dentro de la caja. - ¿Cómo lo conseguiste? ¡Es igual! – Decía Candy divertida observando aquel regalo que él le había entregado. Anthony la miraba alegre, feliz de la reacción de su esposa. Su risa cesó y se acercó a él para darle un beso en los labios. Anthony aceptó aquel beso con gusto, dirigiendo el ritmo del beso a uno ritmo lento, tortuoso para él.
-Te dije que te lo repondría… - Le dijo Anthony con los ojos cerrados una vez que habían terminado su intenso beso.
-¿Cómo lo conseguiste? – Preguntó Candy con timidez, era una prenda íntima de mujer y no se imaginaba a su deslumbrante Anthony entrar a una tienda para damas y elegir aquel camisón que había roto la segunda noche que habían compartido juntos.
-Tuve que pedir a Archie que convenciera a Annie de buscarlo. – Dijo rascando su nuca con cierta pena en su respuesta. Candy comenzó a reír al imaginarse a Archie explicando a Annie el motivo de su compra.
-¡Pero es igual! – Dijo Candy sorprendida de que así fuera.
-Soy muy observador… - Le dijo Anthony a Candy, mirándola con aquella mirada encendida con la que él la observaba siempre.
-¡Hay otro! – Dijo Candy con sorpresa al descubrir que en el interior de la caja había no uno sino dos más camisones de noche. La rubia miró a su esposo interrogante y Anthony le sonrió con travesura.
-No te aseguro que no volverá a pasar. – Le dijo con fuego en su voz, un fuego que tenía contenido pero que de algún momento a otro saldría a reclamar lo que le pertenecía. Candy lo besó una vez más y él correspondió.
-No me importaría que rompieras todos mis camisones de noche. – Le dijo Candy segura de que no le importaba una prenda de ropa si con ello él volvía a elevarla por las nubes.
-Y a mí no me importaría seguir molestando a Archie para que consiga más camisones. – Dijo Anthony con travesura, logrando que Candy comenzara a reír junto con él por su broma.
Anthony se deshizo de los zapatos de su esposa y de los de él y se colocó en la cabecera de la cama para después atraerla hacía sí mismo. La colocó entre sus piernas y la abrazó con fuerza, aspirando el aroma de sus rizos.
-Soy tan feliz Candy… - Le dijo mientras besaba sus mejillas con besos cortos y lentos.
-También yo Anthony… - Le decía Candy con sus ojos cerrados, abandonada a la ternura que él le brindaba.
La plática entre ellos se extendió por varios minutos más, ambos abrazados, Anthony protegiendo a Candy entre sus brazos, poco a poco la rubia se fue venciendo ante el cansancio. Anthony comenzó a arrullarla con sus besos que se deslizaban desde su mejilla hasta su hombro, permitiendo que la joven se fuera relajando hasta quedar completamente dormida.
El llanto de uno de los gemelos espabiló a Anthony quien estaba a punto de caer dormido al igual que su esposa, sin embargo aquel llamado lo hizo levantarse y asegurarse de que sus pequeños estuvieran bien. Se levantó con sumo cuidado y al mismo tiempo con prisa para que el llanto de sus pequeños no interrumpiera el descanso de Candy.
-Yo me encargo. – Dijo a Julia una vez que vio que la joven se levantaba para atender a los gemelos. Julia asintió en silencio y volvió a su cama, mientras Anthony se llevaba a sus hijos a la otra habitación.
Los cambió de pañal y de camisón, ambos estaban mojados y parecía que se habían puesto de acuerdo. Les hablaba en pequeños susurros que hacían que sus pequeños prestaran atención a lo que les decía, ambos se entretenían con la voz tan tranquilizante que tenía su padre. Los llevó hasta un sillón y los acomodó en sus brazos, justo como lo hacía en el hogar de Ponny, sin embargo esta ocasión le tocó un poco más de trabajo, sus hijos estaban creciendo y ya no eran tan pequeños como antes.
Anthony comenzó a alimentarlos y a arrullarlos, al poco tiempo ambos niños quedaron dormidos y él no quiso importunar a Julia llevándolos a su habitación, así que decidió quedarse con ellos ahí mismo. Los recostó junto a Candy y él se colocó al otro extremo de la cama cuidando de que ninguno de los dos pudiera aplastarlos. El cansancio lo estaba venciendo y sin darse cuenta se quedó completamente dormido.
La ausencia de sus brazos fue la causa de que despertara, buscó el calor de sus brazos y el latir de su pecho, sin embargo algo blando y acojinado fue lo que encontró en su espalda, abrió los ojos con pereza para ubicar en dónde estaba y frente a ella estaba la imagen más tierna que podría haber tenido en toda su vida. Ahí frente a ella estaba su guapo esposo dormido, podía ver que el cansancio lo había vencido hasta el último momento, se lo indicaba su posición que todavía estaba recargado sobre su mano izquierda, sosteniendo su cabeza porque estaba vigilando a sus pequeños. Se levantó con sigilo y fue hasta él, lo acomodó con cuidado de no despertarlo y Anthony ni se inmutó por haber sido movido de su posición, eso le revelaba a ella el cansancio que estaba sintiendo. Acomodó a sus bebés con el mismo cuidado y ambos pequeños se removían inquietos sin embargo no despertaban, Candy agradecía que ambos tuviesen el mismo sueño pesado que ella tenía porque así no despertarían a su padre. Se acomodó del lado contrario de la cama, dejando al centro a sus hijos, se recargó en su brazo derecho y observó a su hermosa familia, sonrió agradecida con el señor por permitirle por fin ser tan feliz. El cansancio la venció también y lo único que sintió fue la mano de su esposo que buscaba la de ella, ambos entrelazaron sus manos con sus hijos al centro. Una sonrisa apareció en los labios de Anthony, quien entre sueños había sentido todo lo que Candy había hecho por él y sus pequeños.
Los días pasaron rápidamente en la mansión y los invitados decidieron regresar a Chicago, todos querían permitir que los recién casados disfrutaran su luna de miel, nadie imaginaba que los rubios aún no volvían a retomar su vida marital, la restricción médica no solo era por la dieta de los cuarenta días, sino por el desafortunado suceso que había sufrido Candy al dar a luz.
-Tío, sabes que esta es tú casa. – Dijo Anthony seguro de que así era.
-No Anthony… - Le dijo Albert seguro de que ya no era así. – Esta casa es tuya. – Dijo ante la sorpresa de Anthony. – Esta casa era parte de la herencia de tú madre y al morir quedó estipulado que pasara a tus manos al cumplir los 21 años o contrajeras matrimonio, lo que sucediera primero. – Explicó de nuevo el patriarca ante el asombro de Anthony, quien sentía en su interior un profundo agradecimiento por aquella que lo había traído a la vida.
-Eso no lo sabía. – Dijo Anthony seguro de que así era. – Pero de todas formas, sabes que puedes venir o quedarte en Lakewood el tiempo que lo desees. – Dijo nuevamente. Albert sonrió agradecido por la hospitalidad que le brindaba.
-Lo sé Anthony… - Le dijo mirándolo con mucho cariño. – Te prometo que pronto pasaré una temporada con ustedes. – Le dijo una vez más. Anthony sonrió ante sus palabras. – Candy… - Dijo mirando a la rubia. – Quiero agradecer tu hospitalidad, pero sobre todo, quiero agradecerte lo feliz que haces a mi sobrino. – Dijo mirándola fijamente. Candy sonrió tímida a su amigo, porque a pesar de todo sabía que la confianza que habían tenido antes aún no se reestablecía por completo.
-No tienes nada qué agradecer Albert. – Dijo Candy con una sonrisa. – Como dijo Anthony puedes volver las veces que lo desees. – Dijo una vez más la rubia, segura de que así era.
-¿Volverás a Nueva York? – Preguntó Albert a su sobrino. Anthony levantó los hombros suspirando.
-No por el momento. – Respondió mirando a Candy, quien sabía bien tampoco tendría muchas ganas de volver ahí. – El instituto ha quedado a cargo de Annie y Archie y sé que ellos lo harán bien. – Dijo orgulloso de su primo y de su gran amiga. Albert asintió comprendiendo todo.
-Bien… me despido. – Dijo Albert, quien era el último que faltaba de subirse al automóvil donde ya lo estaban esperando. – Los veo en la boda de Stear. – Dijo Albert seguro que volvería a verlos en un par de semanas más.
-Ahí estaremos. – Dijo Anthony agitando su mano para despedirse de la familia.
Candy enseguida de él también sonreía y agitaba su mano con alegría, despidiendo a sus amigas y a sus primos, a quienes deseaba volver a ver pronto. Anthony la abrazó atrayéndola hacia él y ambos continuaron diciendo adiós a los autos que poco después abandonaban el portal de las rosas.
Continuará…
Llegamos al final del capítulo, espero que les haya gustado. Muchas gracias por llegar hasta aquí amigas, gracias por permitirme formar parte de su vida. Las quiero mucho.
TeamColombia:
Hola hermosas! Espero que estén muy bien, disfrutando este día. Tienen mucha razón, Candy es una chica noble, siempre lo ha sido, es parte de su naturaleza y de las buenas enseñanzas que recibió en el hogar de Ponny. Siempre recuerdo cuando Anthony, Stear y Archie entran a la habitación de Neal para hacerlo confesar la trampa que había puesto a Candy y cuando lo quieren hacer confesar frente a la tía abuela, Candy les dice que lo dejen en paz, Anthony se asombra con su acción y ella le dice que la señorita Ponny y la hermana María le enseñaron a perdonar para que así su padre celestial la perdonaría, Anthony le dice "Eres muy buena Candy" y creo que ahí esa lección fue muy importante para Anthony, quien admiró más a Candy en ese momento, pero también aprendió no solo a ser justo. Así que es parte de su esencia, no todos somos así de buenos jijijijiji.
Hermosas, espero que les haya gustado el capítulo, muchas gracias por leer y ahora sí que vengan los comentarios!
Rose1404:
Hola hermosa, como siempre un placer leer que están bien, también estoy bien gracias a Dios. Me alegra que te haya gustado el capítulo anterior, espero este también haya sido de tú agrado.
Me disculpo por Amelia, siento que no te caiga bien, pero debía haber alguien que llenara el espacio que Candy y Susana dejaron, en la original sé que se queda con Susana y podría haber ido por ahí la historia, pero realmente no quería que terminara así, creí que podría funcionar el amor entre una Cornwell y Terry, me disculpo por no lograrlo.
La relación entre Anthony y Terry es cordial, creo que se necesitaría mucho tiempo para que ambos pudieran relacionarse como verdaderos hermanos, no podemos negar que el amor de Candy los dejó marcados a los dos.
Albert se estaba metiendo en temas privados y se dio cuenta algo tarde jajaja. Muchas gracias por comentar como siempre hermosa, valoro mucho tu opinión y tus comentarios.
Te mando un fuerte abrazo amiga!
Julie-Andley-00:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien. Muchas gracias por leer y sobre todo por comentar, sé que los tiempos son limitados para leer cuando se escribe, por eso aprecio mucho tu esfuerzo.
Definitivamente es una historia que voy a extrañar mucho, creo que me involucro mucho con la historia cuando la estoy desarrollando que cuando llega al final se me hace que corrió el tiempo muy deprisa, espero en el futuro traer otra historia, tengo no una, varias en mente, sin embargo me sigo quejando del lo mismo EL TIEMPO, y ese tal vez es el que logre que deje de publicar, ojalá no porque la verdad me gustaría por lo menos publicar las que tengo pensadas.
Muchas gracias por tus lindas palabras amiga, te mando un fuerte abrazo.
Cla1969:
Ciao meraviglia! Grazie mille per il tuo commento Hai ragione, le cose stanno andando a posto a poco a poco e con questo ci stiamo avvicinando alla fine. Forse Alberto... Ti mando un grande abbraccio come sempre, amico. Saluti!
Mayely León:
Hola mi bella amiga! gracias por comprender! sé que con tres hijos al igual que yo te las debes de ver muy ajustadas de tiempo.
Terry y Candy debían cerrar su relación, sin embargo pienso que una plática larga estaba de más cuando ella ya es feliz y él está iniciando nuevamente, ambos saben que su intención no fue lastimarse y ambos se desean felicidad, a veces el silencio dice más que mil palabras.
Albert es el patriarca y pues sea como sea tenían que pedir permiso para casarse, pero aquí se saltaron las trancas jajaja.
Amiga, te mando como siempre un fuerte abrazo, espero que pases un feliz fin de semana, el lunes primero Dios continúo con la historia.
ViriG:
Hola bella! ¿Cómo estás? Me alegra saber que las torcidas y la gripa ya se haya ido, lo malo que el calor no se va, por lo menos aquí nos quedamos con este bien agarrados hasta agosto y muchas veces hasta septiembre nos corretea jajaja. Ya me siento mejor también fue solo un día, tal vez fue un pretexto del cuerpo para no levantarme en toda la mañana jajaja.
Todos tienen pareja y pronta boda y Albert está como el chinito, milando a todas partes, creo que también merece alguien que lo quiera y lo consienta, hasta la tía abuela lo mira con cara de "Ya te brincaron" y como decimos aquí en México "Chivo brincado... chivo quedado..." jajajaja pero creo que Albert está muy lejos de quedarse soltero, bueno a menos que lo quiera así.
Eleanor sí esta resentida con Candy y creo que es normal, ella esperaba que la joven pecosa se quedara con su hijo y luego que sorprenden a Anthony saliendo de su habitación, imagínate a la pobre actriz viendo sufrir a su hijo por los rincones bien borracho! jajaja aunque Candy no es la culpable de ello.
Genio y figura... y Elroy así es, siempre ha sido más de apariencias, aunque ahora parece que por lo menos ha bajado un poquito, pero un poquito la guardia y está feliz con sus binsnietos, ojalá que no los quiera casar ya a los pobres jajaa.
Adoro imaginar a Anthony contando las travesuras que hacía con sus primos, te imaginas qué de anécdotas podrían contar estos tres corriendo juntos en un bosque! que historias, aventuras, travesuras y viajes habrán emprendido que nos pudieran decir y de pilón cuando Candy llegó! nombre! tienen para rato! jajaja
Me alegra que te haya gustado el capítulo, mil gracias por tus lindas palabras y sobre todo por apoyarme siempre en mis locuras, a veces es un poquito complicado y más cuando llevas varias escritas jajaja se te acaban las ideas y las travesuras jajaja (creo que es lo malo que jamás fui traviesa, chin no me divertí lo suficiente jajaja)
Amiguita hermosa, te mando un fuerte abrazo, muchas gracias por leer y sobre todo por comentar, que estés muy bien y nos vemos el lunes!
Silandrew:
Hola hermosa! ¿Cómo está? Espero que estés pasando un lindo miércoles, jueves o cualquier día de la semana en la que leas este comentario, con que te la estés pasando muy bien! Pienso que Anthony es muy maduro, incluso tanto o más que Albert, ambos han pasado situaciones que los han hecho madurar muy pronto, pero a veces el menor tiene que hacer mella a su edad, no todo lo dan los años ni todo lo dan las vivencias.
Efectivamente los tiempos fueron difíciles, pero hay cosas que podemos rescatar de ellos, creo que Elroy no cambiará su postura porque le gusta el poder y es algo que siempre ha ejercido frente a todos, pero a pesar de todo está feliz con sus bisnietos jijii.
Hermosa espero que te haya gustado la celebración de la boda civil y el registro de los pequeños, porque el bautizo ya fue en el hogar de Ponny, lo bueno que no hicieron escándalo por eso también jijii.
Amiga bella, te mando un fuerte abrazo, muchas gracias por leer y comentar. Espero que pases un excelente fin de semana, primero Dios nos leemos el lunes.
Luna Andry:
Hola hermosa! Extrañé tu comentario, espero que estés muy bien y que te haya gustado el capítulo. Saludos y hasta el próximo lunes con el favor de Dios.
María José M:
Mi hermoso diablo de hombro izquierdo, espero que estés muy bien. Te mando un fuerte abrazo.
Mía Brower Graham de Andrew:
Hermosa, espero llegues hasta aquí. Gracias por leer!
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras anónimas que no se atreven a dejarme un comentario. Gracias por estar al pendiente de cada actualización y por estar siempre dispuestas a dejarme entrar un ratito en su espacio personal. Les mando un fuerte abrazo para cada una de ustedes.
GeoMtzR
29/05/2024.
