Hola Hola, publicando tarde como siempre pero espero les guste el contenido de esta historia. Antes que nada gracias a todos los lectores que me siguen, le dan fav y me dejan sus comentarios que me encantan leer. Y es la primera vez que escribo lemon... ¿Lime? No se como describirlo lo que hice. Ustedes me juzgaran. ¿Que? ¿Sexo? ¿Quien dijo eso? Ya alucinan por leer tan noche entre semana.
Como decía, acá las menciones honorificas a Lu-Sun, 322claus y Lirio-Shikatema que hablando de ella creo una oración para este fic:
"Shika nuestro, que estás en el infierno, ven a Temari sediento, perviértenos el cerebro y libra a Andy del hiatus, amén." —Oración cortesía de Lisy.
¡Wow mucha gente nueva! Y no esto no es un culto. ¿A menos que quieran? No se crean me van a banear con las nuevas reglas de Watt :C
Canciones que me base son:
Don't You Know — James Young
Let's Just — Stileto
Who do you want — Ex Habit
Body — Rosenfeld
Middle of the night— Elley Duhé
¡Disfruten!
— Capítulo 19: Cuentas a pagar —
"Tienes prohibido traer a ese muchacho a la casa."
"Podrás responderle eso a mamá cuando pregunte por qué ya no iré a la casa entonces"
Temari exhaló arrojando su celular a la mesa de noche. El más mínimo roce con el hombre a quien solía llamar padre la hacía enfurecer. Por años, cuando llegaban las fechas navideñas usualmente mantenía sus pensamientos para ella misma y fingía su mejor actitud. No lo hacía por temor a lastimarlo, porque si dependiera de ella lo primero que haría seria escupirle a su rostro su sentir sin ningún tipo de remordimiento. Lo hacía porque era consciente de lo que lo rodeaba y no quería romperle más el corazón a su madre con sus discusiones que no llegaban a ningún lado. Solo por ella volvía sus oídos sordos ante los comentarios de su padre. Quien creía que tenía la libertad de opinar sobre cual carrera debía de elegir, lo malo que estaban resultando sus elecciones personales, lo que debía de hacer en su tiempo libre, etc. Simplemente se limitaba por asentir con la cabeza y mantener sus labios pegados entre sí. Al final del día, terminaba saliendo de esa casa con un terrible dolor en la boca, puesto a que en ocasiones tenía que morderse la lengua para abstenerse de soltar un comentario agresivo. Con ese gran sacrificio conseguía que su madre fuera feliz esos días, creyendo que todos los miembros de la familia se llevaban de maravilla. Incluso ese año planeaba poner en marcha la misma rutina, hasta días antes de la cena que su padre demostró ser un pésimo esposo ante su madre. No intentaba ocultar el poco afecto y nada de consideración que le tenía. Ni siquiera pensaba en hacerla feliz, únicamente le cumplía con el mínimo esfuerzo.
Por lo que decidió hacer justicia con su propia mano. Lo que le hizo cuestionarse si el motivo de porque actuó como lo hizo había sido por defender a su madre o simplemente lo usó como justificación para poder liberar algo de la ira que llevaba acumulando con los años contra él. De ese modo le hacía sentido por qué la otra ocasión simplemente se desconectó y se descargó en el primer sujeto que le diera un motivo. Lo tenía merecido, pero ella no debió de excederse del modo en que lo hizo. Esa ira se le había vuelto a salir de control al volverse una bola de nieve, la cual rodó colina abajo, aumentando de tamaño en su recorrido y se estrelló en esa cena familiar la cual ella consideraba antes como tierra sagrada. Lanzándose sin pensarlo dos veces a faltarle el respeto, dañar el ego de Rasa para causar un revuelo a su alrededor y perjudicar su noche. Aunque ese resultado tenía un precio a pagar. Su cómplice había jugado espléndidamente su papel y eso le concedió el derecho de acercársele.
Bajó la mirada siendo carcomida por el arrepentimiento de haber llegado hasta esas instancias. Desde que llegó de la casa de sus padres, no se había dignado a salir de su habitación, ya que sentía que estaba en peligro estando sola dentro de su departamento. Se reprochó que la única responsable de ponerse en esa situación nuevamente había sido ella. Tanto se esforzaron el arcángel y ella para que recuperara la seguridad de vivir su vida como de costumbre, para que con solo estrechar la mano de su verdugo personal todo se esfumara en cuestión de segundos. Cuando hizo el pacto temporal no le dio importancia, en su momento creyó que se mantendría como un sencillo intercambio. Por su puesto con el transcurso de las horas la relevancia del asunto iba acrecentándose. Convirtiéndose en un gran dilema. Conforme avanzaban las manecillas del reloj, su corazón latía con incertidumbre.
Con la mirada perdida en la homogénea pintura de su habitación, repasaba una vez más el cómo y por qué se había estancado donde mismo. Era la segunda vez que hacia un pacto temporal con el demonio y era la segunda vez que las consecuencias le caían encima como un balde de agua fría. Tensándola. Disparando su ansiedad. Tomó su celular para revisar la aplicación de su ciclo y leyó fugazmente cuanto le faltaba para que comenzara. Luego, la universitaria cerró los ojos y negó con la cabeza. Estaba siendo una tonta. Todavía faltaban algunos días para eso y estresarse solo haría que se adelantara o se atrasara su ciclo. Recuperó su valor, se levantó de su cama y fue abrir su puerta. Al salir instintivamente sus pupilas aqua escanearon fugazmente la habitación para dar con el paradero de su verdugo personal encontrándolo donde mismo. Recostado en el sillón "durmiendo", con los ojos cerrados, los brazos cruzados detrás de su cabeza y sus talones cruzados entre sí. "Sigue tu día", se alentó a sí misma ignorando la posición actual del muchacho de la coleta y dirigiéndose a la cocina.
Los días fluían rápido. La cuenta regresiva se acercaba al día cero de su encuentro y la angustia de Temari se iba acentuando. Uno a uno iba tachando de su lista cada síntoma que anunciaba que su ciclo estaba por llegar: Somnolencia, dolores de cabeza, cólicos, pechos sensibles, incluso se le habían escapado un par de lágrimas de desesperación. Su temor por lo que fuera a ocurrir se pasó a ser una súplica de que terminara de una vez por todas. Rondaba por su departamento estando muy consciente de la ubicación del demonio fijando sus orbes aqua en su posición, el cual aguardaba en la sala indagando en su teléfono o dormitando en el sofá. La sospecha de que su recompensa estaba por llegar despertaba más el interés del Nara. Sabiendo que tenía que ser paciente, constantemente se encontraba a si mismo mordisqueando su dedo meñique o meneando su pierna de arriba hacia abajo. De un día para otro ya no podía quitarle la mirada de encima a la universitaria. En ocasiones cuando sus miradas coincidían, ella le arrebataba sus pupilas exaltándose por tener su atención y apresuraba su paso. Que verdadero deleite.
Escasas eran las veces que le resultaba divertido el juego de la persecución. Predecir el siguiente paso de su víctima, preocuparla con su presencia, emplear tácticas para que su instinto actuara en vez de su razonamiento, verla correr para que su torpeza la obligara a acorralarse y ver en sus ojos el terror de no tener escapatoria. Extrañaba la sinfonía de su agitada respiración junto al ritmo acelerado de su corazón. Lo mejor era cuando ese órgano dejaba de latir tan rápido e iba disminuyendo su pulso hasta que se detenía por completo. Esa chica hacía que lo fantaseara en más de una ocasión. Pero solo había un obstáculo, ¿cómo lo conseguiría? Su pacto le resultaba un importante limitante en conseguir sus anhelos. Por lo que ahora tenía que conformarse con espantarla un poco, pues estaba tan alerta que con verlo ya la perturbaba. La siguió con la mirada hasta verla meterse a la cocina. Se levantó del sillón y fue a recargarse al muro exterior del ingreso de la cocina. Con una pose relajada aguardó a que la rubia saliera y evidentemente le dio un micro susto cuando se dio cuenta que había cambiado de sitio.
— ¡¿Qué crees que haces parándote ahí?! —Le reclamó la rubia poniéndose una mano en el pecho.
— Nada —se encogió de hombros—. Me cansé de estar sentado. —La analizó con la mirada.
— Espero un día te canses de atormentarme. —Le sacó la vuelta y fue a su habitación.
— Eso nunca, princesa. — Dijo él girando sobre sus pies para verla partir.
El teléfono de la Universitaria comenzó a sonar sobre la mesa del comedor. Temari se acercó a su ubicación y al leer el nombre de la persona que le estaba hablando le contestó de inmediato.
— Hola Ino, ¿cómo estás? —Respondió con una amplia sonrisa—. Me da gusto escucharlo. ¿En año nuevo? —divagó en su mente revisando su memoria por si tenía planes ese día, pero una penetrante mirada hizo que se detuviera en seco y su entusiasta expresión se borrara de su rostro—. Ah... Ya... Ya tenía planes. —Evitó tartamudear, le sostuvo la mirada a su agresor y tragó saliva—. N-no creo estar en casa, pero te aviso ¿va? ¿Que planeaban hacer? —Se dio media vuelta para dejar de ver al demonio—. Suena bien, mira si no logró desocuparme tratare de marcarles, ¿de acuerdo? —Aguardó en la línea esperando su respuesta—. Por supuesto. Hablamos luego. Chao.
Fue a la cocina para ir directamente al refrigerador y sacar el refractario que contenía parte del pay de manzana que le había hecho su madre. Lo colocó de mala gana sobre la mesa y tomó asiento. Otro síntoma más, sentir antojo por cosas dulces que normalmente en el resto de su periodo no le apetecían. Sin pensarlo encajó el tenedor en la blanda textura del pay y comenzó a comerlo. Entonces su sombra apareció y tomó asiento delante de ella. La rubia negó con la cabeza.
— ¿Estas jugando conmigo? — Preguntó molesta.
— Yo no juego, princesa. Solo si se trata de tu propia vida, entonces sí.
— No ha llegado el día y nuestro acuerdo principal se mantiene. Déjame en paz. — Casi mustió ella.
— Sucederá pronto. ¿Quieres discutir cómo debería comenzar? —Alzó las cejas el demonio.
— Basta —bajó la mirada y siguió comiendo—. No quiero ni pensarlo, mucho menos entablar conversación contigo.
— No digas que no te di una oportunidad de proponerlo. Aparte deja de hacerte como que no te interesa — el muchacho cruzó sus brazos sobre la mesa—. De no ser así, ¿porque aceptaste en primer lugar?
— Solo quería joderle la vida a mi padre.
— ¿Más? —Cuestionó con un tono de ironía—. Bien sabes que se casaron porque tu madre quedó embarazada de ti.
La Sabaku se petrificó por unos segundos en su lugar. Ese maldito sí que conocía cosas bastante personales de su vida. Lamentablemente se enteró de ese dato cuando tenía once años. Lo único que quería era pedirles a sus padres que si les compraba helado a sus hermanos y a ella. Dando zancadas, se saltaba unos escalones de la escalera para llegar más rápido a su habitación y corrió entusiasmada hacia su puerta. Hasta que los escuchó discutir. Claramente fue una conversación que no debía escuchar, pero fue imposible no hacerlo pues sus gritos atravesaban la madera de la puerta. Por años se cuestionaba si en verdad había escuchado bien su discusión o simplemente lo había soñado. Aunque sabía perfectamente que una niña de su edad jamás soñaría que su padre se refiriera a ella como "esa niña" y "estar atrapado en esa situación por ella". Tantas cosas habían pasado en ese lugar que solía llamar hogar, que sus entrañas verdaderamente repudiaban poner un pie en esa propiedad. Continuó picando el postre con el tenedor, las palabras de su agresor sí que le estaban quitando el apetito. Respondió encogiéndose de hombros y se llevó otro bocado a la boca.
— ¿Has pensado el motivo de que yo este a tu lado quizás sea para castigarte de todo el mal que le has hecho a ese pobre hombre? —Dibujó una divertida curvatura sobre sus labios.
— De acuerdo —exhaló la rubia—, está muy claro que estas en una misión de hacerme enojar, y a pesar de que estoy muy susceptible a hacerlo y que no sé qué conseguirías con eso, solo te diré que te jodas —le sonrió brevemente y luego retornó a su semblante serio—. Ya puedes largarte.
El silencio entre los dos se volvió inminente y quedaron estáticos en sus lugares. Haciéndose compañía mutuamente, pero en un punto la de orbes aqua ya no pudo ignorar la pesada mirada que el demonio tenía clavada sobre ella. Entonces decidió hacerle frente, no obstante, al hacerlo reconoció la mirada determinada que tenía ese hombre. Siempre la veía así cada vez que planeaba atacarla. Estoico, frío y sin parpadear ni un poco. Haciéndola volver en su memoria cuando la tenía aprisionada contra esa misma mesa donde estaba comiendo, apoyando un objeto punzo cortante contra su cuello. Ese recuerdo hizo que un escalofrió recorriera su cuerpo. Entonces el Nara se levantó de su lugar, empujando con sus piernas la silla hacia atrás, provocando que las patas del mueble hicieran un chirrido al ser arrastradas contra el suelo. Su acción y el ruido le puso los nervios de punta a la universitaria que fijó su mirada en el horizonte como si hubiera entrado en estado de shock. El demonio se quedó estático frente a la mesa, luego guardó sus manos en sus bolsillos.
— Quizás nos veamos más pronto de lo que crees. —Dijo él en un tono más bajo.
El Nara abandonó la cocina dejando por su cuenta a Temari, quien estaba luchando con cada fibra de su ser por conservar su compostura. El repentino ruido la hizo brincar en su lugar y sus manos estaban temblando. Otra vez estaba aterrada por lo que le fuera hacer cuando llegara el día. El resto de la tarde no fue nada fácil, aunque quisiera concentrarse en otra cosa no podía. Divagaba en el contenido de su teléfono, en sus aplicaciones, en sus fotografías... dándose cuenta de que tenía meses de no tomarse una foto o de lo que usaba o de a donde iba. Todo debido a que su contexto se había vuelto más lúgubre con el constante recordatorio de que una muerte violenta la esperaba a la vuelta de la esquina. Sus preocupaciones comenzaron a brotar de su mente cuestionándose cuando ocurriría o porque no fue más específica con ese pacto respecto a no lastimarla o ser clara prohibiéndole que no se fuera más allá de lo que tenía que hacer. Estaba dándole vueltas a ese acuerdo con una perspectiva bastante pesimista y sin darse cuenta la noche había caído. Al recuperar la noción de tiempo, se percató que no se había movido de la mesa del comedor. Estaba completamente sola en medio de las penumbras de la cocina mientras su rostro era iluminado únicamente por la pantalla de su celular.
Temari suspiró y estiró sus extremidades recargándose en la silla para relajar su rígido cuerpo. Esperó unos segundos y cerró el refractario que tenía la rebanada de pay que casi no comió por la intervención del demonio. Por lo que tuvo que guardarlo de nuevo en el refrigerador. Frotó su rostro y empezó a andar en las penumbras de su departamento. Conocía ese lugar como la palma de su mano, si quisiera pudiera andar con los ojos cerrados y llegar a donde quería ir. Sin embargo, tener en mente que había alguien más en la oscuridad además de ella la tenía intranquila. "Ignóralo" dijo en su mente, obligándose a no mirar hacia la sala. Casi no tenía visibilidad, pero sus sentidos le indicaban que estaba sentado en su sillón como acostumbraba. Recargando sus brazos en el respaldo del mueble, su tobillo apoyado sobre su rodilla y sus ojos bien puestos sobre ella. Asechándola desde la oscuridad. "Ignóralo" se repitió, sintiendo como se le erizaba la piel de su nuca. "¿Acaso esta atrás de mí?", su pánico tomó control de su mente. Algo en el ambiente no se sentía nada bien. Su cuerpo le rogó que apresurara el paso y su corazón latió fuerte. Al estar a un metro de su puerta, entró casi corriendo y cerró con rapidez su habitación. Inmediatamente encendió la luz de su cuarto y miró a su alrededor, luego retornó su mirada hacia la puerta. De un lado estaba Temari, retrocediendo con corazón en mano y enojándose consigo misma porque se estaba espantando sola mientras que, del otro lado de la puerta de su habitación estaba el Nara en medio de la oscuridad. Apoyando las palmas de sus manos en el marco de la puerta de la universitaria con una amplia sonrisa. "Falta poco" pensó él.
Abrió los ojos sorprendiéndose que había logrado conciliar el sueño. Por ser épocas decembrinas, el frío del exterior lograba atravesar las paredes de su departamento. La rubia se sentía realmente cómoda envuelta entre sus cálidas colchas. A su parecer no había motivo alguno para levantarse, hasta que sintió que la naturaleza la llamaba. Refunfuño tratando de ignorar su necesidad biológica para regresar a los brazos de Morfeo. Sin embargo, no lo consiguió. Con tedio fue desenvolviéndose de sus sábanas que la atrapaban, bajó los pies de la cama y lanzó un fuerte bostezo al aire. Se levantó frotándose sus ojos y tomó rumbo hacia el baño de su habitación. Cuando apenas iba a colocar su mano en la perilla para abrir la puerta, esta se abrió por si sola revelando que había alguien en su interior que le obstruía el paso. La de orbes aqua abrió los ojos como platos al darse cuenta de que era el muchacho de la coleta, quien se veía algo fastidiado y encaró a la rubia sacándole un susto por salir así de la nada.
— Se acabó el tiempo. —dijo con seriedad avanzando hacia ella.
Sus orbes aqua se le querían salir de sus cuencas y su corazón empezó a martillar su pecho. Todavía estaba algo somnolienta que su primera reacción fue caminar hacia atrás y por poco se atragantaba con su propio aliento. No obstante, su sombra la seguía muy de cerca con cada paso que daba.
— ¿Qué? —Frunció el ceño la de orbes aqua tratándo de encontrarle sentido a sus palabras.
— No permitiré que desperdicies ni una sola gota.
El color se drenó del rostro de la universitaria entendiendo perfectamente a que se refería. Shikamaru posó una mano sobre su hombro y la empujó, haciendo que sus piernas chocaran con la base de su cama y cayera de bruces al colchón.
— ¡Espera un momento! —Levantó las manos pidiéndole distancia y retrajo sus piernas hacia ella.
— Tuviste tu oportunidad de decir como querías que comenzara. Ahora es demasiado tarde. —Protestó el Nara apoyando sus manos sobre la cama encima de ella.
— ¡Lo se! Lo prometí, —sus palabras parecieron surtir efecto pues el muchacho se detuvo en su lugar en lo que la rubia retrocedió un poco más con la ayuda de sus codos— solo dame oportunidad de procesarlo —exhaló su estrés—. Dios acabo de despertar.
Agobiada Temari apartó su mirada tratando de normalizar su respiración que se había agitado junto a su corazón. Inútilmente estaba buscando en su mente maneras para poder evitar lo que ya se había comprometido. Quería huir, pero sabía que era inútil pues él fácilmente podría detenerla en un segundo y volver todo más complicado. El final era evidente, la única diferencia era con que actitud lo tomaría. Ceder por las buenas o ceder sin energías para seguir luchando. Mientras que Shikamaru estaba famélico, conteniéndose de no tragar saliva, pero sabía que arrojársele encima y tomar lo que le correspondía por ley cerraría definitivamente la posibilidad de un nuevo pacto temporal. Entonces debía de actuar con gentileza y convencer a su víctima de rendirse voluntariamente. Total, había esperado por años probar su sangre, unos cuantos minutos más no lo matarían. Aunque por sus reacciones, el miedo que proyectaban sus pupilas y lo tensa que estaba era un conjunto de indicios que le decían que no obte ndría lo que deseaba tan fácilmente. Todo porque de su parte no le había enseñado nada más que brusquedad y violencia hacia su persona. Presionándola, lastimándola, marcándola y atemorizándola.
— Bien —tragó saliva el hombre—. ¿Te parece si repasamos los acuerdos? Prometiste que me dejarías hacerte sexo oral. Fuiste muy específica sobre cómo puedo tocarte. Espero que comprendas que, si intentas alejarme y todavía no estoy satisfecho, serás castigada por nuestro pacto y no será para nada agradable —la rubia mantuvo su mirada clavada en la pared en vez de él—. Por lo que, princesa, por beneficio de ambos sugiero que seas lo más cooperativa posible —la tomó del mentón con una mano, apachurrando con sus dedos sus suaves mejillas y levantó ligeramente su rostro hacia él—. Necesito que estés de acuerdo —la de orbes aqua no se inmutó con su tacto y seguía evitando todo contacto visual con su sombra—. Mírame —demandó el Nara, provocando que por fin las pupilas aqua coincidieran con sus ojos—. ¿Cooperaras?
— No quiero —se quitó la mano del muchacho de su rostro—, pero tendré que hacerlo.
— Buena chica —sonrió de oreja a oreja el muchacho de la coleta—. Ahora, segunda oportunidad. ¿Sugerencias sobre como estarías más cómoda? ¿Qué te pondría de humor? ¿Simplemente comienzo o deseas un juego de roles?
— Para empezar que cierres la boca. Escucharte me causa náuseas. —Mustió ella.
La universitaria estaba a la defensiva, su expresión corporal significaba cerrado y le desviaba la mirada. Le incomodaba tenerlo encima de ella, estaba encogida de hombros y se deslizaba hacia atrás para alejarse de él. El demonio sabía que tenía que llegarle de algún modo para relajarla. Meditó unos segundos su situación y luego sonrió. Normalmente cuando quería convencer a alguien de llevarlo a la cama, y no por intensiones sexuales si no para asesinarlos en su momento más vulnerable. Ni siquiera necesitaba palabras para hacerlo. Una mirada a lo mucho y sucedía. Pero la víctima en cuestión era distinta, pues era la primera sobreviviente de sus intentos de asesinarla. Por lo que tenía que convencerla mediante palabras.
— Veras Temari, —pronunció con un tono suave—. Te he acompañado casi toda tu vida como tu sombra. Por lo que sé mucho sobre ti. Lo que has hecho y que no. Tu primera vez, las siguientes veces. Sé que ha pasado tiempo desde tu última pareja sexual y por eso te tocas en la regadera o incluso aquí en tu cama —el rostro de la rubia se encendió y abrió sus ojos a la par—. Si escarbó en tu cajón encontrare un par de juguetes que son tus favoritos, ¿no es así? —La respiración de su víctima se alteró y abrió la boca destacando su sorpresa— ¿Qué tal si me permites saciarte tus deseos carnales? —Colocó una de sus manos frías sobre la rodilla de la rubia y fue subiéndola despacio. Acariciándola sobre su ropa provocando que ella apretara la quijada y girara su rostro hacia un lado— ¿Quizás quieras enseñarme como debo tocarte? Quizás quieras probar algo nuevo. Indicarme el camino. Aunque se supone que es mi recompensa, puedes usarme a tu gusto —La temperatura del cuerpo y rostro de la fémina había subido. Al igual que su corazón estaba latiendo con más fuerza mientras que la mano del muchacho había llegado a su cadera y bajó nuevamente, pero esta vez aplicando un poco de presión sobre sus dedos para recorrerla—. Aunque se de algunas cosas que te gustan, —acercó su rostro un poco más al de ella, bajo el tono de su voz haciendo que las siguientes palabras que pronunciara sonaran un poco roncas, buscando acariciar las fibras correctas para obtener lo que deseaba—. Puedes estar segura de que no hay nadie que te desee en este momento como yo lo hago. Últimamente —tragó saliva el chico de la coleta— no he pensado en nada más que en cómo debería tocarte y como reaccionarias. De imaginarlo solo hace que me vuelva loco —las pupilas del demonio observaban todo su cuerpo como si quisiera devorarlo con tan solo la mirada—. No me puedes negar que me he comportado a la altura y te prometo que haría lo que sea para que me permitas complacerte. Quiero apreciar tu diseño y puedo demostrarte que soy un gran amante —fuertes escalofríos comenzaron a sacudir el cuerpo de la rubia y apretó los ojos al ver que fue acercando su rostro al suyo—. Como aquella noche —exhaló en su boca—. Estoy seguro de que no has olvidado lo que sentiste. ¿Qué dices, Temari? —Jadeó el demonio—. ¿Me dejaras complacerte o me harás rogártelo? Te deseo tanto que soy capaz de hacerlo.
Temari giró su rostro y siguió sin abrir los ojos. Con solo hablarle de ese modo ya la tenía respirando a través de su boca que estaba ligeramente abierta, su pecho subía y bajaba con fuerza, su corazón latía frenéticamente y temblaba. Diría que era su pánico lo que estaba reaccionando si tan solo su rostro no se hubiera enrojecido y si no sintiera que su cuerpo la había traicionado humedeciendo su ropa interior. Su razonamiento estaba completamente desorientado. Fuera de contexto se estaría derritiendo por cualquiera que le murmurara esas palabras, pero quien las había enunciado había sido un asesino. En su mente rebotaban sus frases, tratando de distinguir si eran alentadoras o una sentencia de muerte. Quizás era culpa de sus hormonas que la tenían petrificada debajo de él, permitiéndole que tomara su rostro, que lo girara hacia él para que le hiciera frente y con su pulgar fue acariciando su labio inferior. Frío. Sentía frio por todo su cuerpo y la hacía temblar de sobremanera. En su sano juicio jamás lo consideraría, pero si lo escuchara más a menudo no estaría ahí para empezar. Dispuesta a recibir sexo oral del hombre que juró asesinarla con sus propias manos. El mismo que la torturó, física, emocional y psicológicamente. El mismo que le había hecho marcas sobre su piel y le ocasionó heridas de las cuales le tomó tiempo sanar y procesar.
Simplemente no comprendía como había aceptado abrirle las piernas nada más porque se comportó como una persona decente por un día. Hasta ese punto los dos ya se habían involucrado bastante uno con él otro, sacando provecho de la existencia de cada uno para llegar a un propósito realmente cuestionable. Solo era un pacto. Un intercambio físico nada más. Entonces Shikamaru la tomó del cuello, liberando una reacción química en el cuerpo de la fémina. De miedo y de expectativa. Podía hacerlo, podía reducir la distancia entre los dos a escasos centímetros porque así se lo concedió. Por eso orbitaba sus labios alrededor de su rostro, listo para tomar las riendas del asunto si ella seguía guardando silencio. La universitaria abrió los ojos y se topó con los de su potencial homicida. Su mirada estaba hambrienta y era aterradora. Parecida cuando le ofreció el pedazo de cristal en el elevador para que se suicidara o cuando se le detenía en frente como presagiando que algo terrible estuviera a punto de ocurrirle. Volviendo ese acto tan personal y volátil en cuestión de segundos.
No pudo sostenerle la mirada, apretó los párpados y alzó la mano para cubrirle la boca al demonio. Meses atrás de ningún modo hubiera considerado hacerlo por los roles tan claros que ambos mantenían en su vida. Un potencial homicida, que ocasionalmente jugaba el papel de cómplice si se lo proponía, pero que seguía con intenciones de quitarle la vida y una futura victima que negociaba su tiempo de vida con su asesino, intercambiándole tiempo de tranquilidad por complacer sus bizarros deseos de vez en cuando. Lo calló porque necesitaba silencio para pensar, hasta que llegó a una conclusión.
— Dos cosas —rompió el silencio la rubia —. Antes de comenzar, me gustaría pasar al baño solo para darme una ducha rápida y segunda necesito vendarme los ojos.
El Nara la intimidó con la mirada. Paso todo un minuto antes de que el muchacho de la coleta se hiciera para atrás reincorporándose, devolviéndole de este modo su libertad a su víctima. La universitaria sabía que no tenía tiempo que perder, se levantó con cuidado de la cama y se dirigió al baño. Aunque antes de poder cerrar la puerta, el demonio la detuvo apoyando la palma de su mano derecha contra la madera.
— Espero entiendas que, si te tardas más de lo que deberías, —advirtió con seriedad— voy a entrar y lo tomare de todas maneras en el lugar que estes y como estes.
— Dos minutos —le desvió la mirada atemorizada—. No hare nada más.
Sin despegar sus frigidas pupilas de ella, inclinó ligeramente la cabeza aguardando en su lugar por unos segundos. Luego dejó de apoyar su mano permitiéndole cerrar la puerta. Tan pronto lo perdió de vista, la respiración de la universitaria tembló, contuvo sus lágrimas en sus ojos y se cubrió la boca. ¿Qué debía de hacer? ¿Cooperar o desobedecer? Si no lo hacía, iría por ella. Por donde tratara de verlo las cosas no terminarían bien. Se sentía acorralada. Respiró hondo para calmarse. Luego se quitó su blusa, se amarró su cabello con una pinza para no mojarlo con el agua y se quitó su pantalón junto a su ropa interior. Pronto se metió a la ducha para lavarse el cuerpo solamente. Se mojó y enjuagó en tiempo récord para salir de ahí lo más rápido posible. Cerró la llave, tomó una toalla que colgaba de la pared y empezó a secarse lo mejor que pudo. Apenas se iba a colocar una blusa blanca y holgada cuando escuchó que tocaron la puerta, arrebatándole el aire de sus pulmones.
— Te quedan pocos segundos. —Murmuró la voz del otro lado de la puerta.
— ¡Ya voy! —Gritó tratando de disimular el pánico de su voz.
La rubia se ató como pudo la toalla en su cadera para cubrirse la parte de abajo y abrió la puerta. Como era de esperarse, el demonio estaba aguardando afuera a un par de pasos de ella con un semblante lleno de fastidio. Al encontrarse, el muchacho sacó una prenda oscura de su bolsillo, la cual había conseguido por husmear en el closet de su presa. Después se lo ofreció a la asustada rubia. La de orbes aqua se lo arrebató y con paso veloz fue hacia su cama para sentarse en la orilla. Se quitó la pinza de la cabeza dejando caer su dorado cabello sobre sus hombros. Luego se colocó la mascada sobre sus ojos y la amarró por detrás de la cabeza privándose por completó de su sentido de la vista. Respiró hondo y desató la toalla que envolvía su cintura, revelando su parte inferior desnuda ante su agresor. Iba a quitarse la toalla que tenía debajo de ella para arrojarla al piso, pero un peso ajeno al suyo evitó que la moviera de su lugar.
— Se queda. —Sugirió él.
— Como sea —exhaló soltando la tela de la toalla—. Recuerda que no puedes tocarme nada de arriba de la cintura. Solo terminemos con esto de una vez.
La chica se recostó sobre sus codos, pero sus piernas se mantenían juntas. Shikamaru se tomó su tiempo para contemplarla. Curveó una de las comisuras de su boca, ya que le parecía divertido que fingiera que era fuerte y que no le importaba que la tomara de ese modo. Pero traspiraba su miedo a flor de piel. Sus dientes tiritaban, su cuerpo vibraba y sus músculos estaban rígidos. Estaba mentalizándose de que él le iba a ponerle las manos encima. Después deslizó sus pupilas sobre sus torneadas piernas, que estaban así gracias a todos los años de ejercicio, pruebas y competencias a las que las había sometido. Era tiempo de actuar. Shikamaru se arrodilló delante de ella, pero la rubia continuaba con sus piernas juntas y sus talones cruzados. Todavía renegando de cederle lo que habían acordado. Por ser un demonio le era fácil escuchar el inquieto latir de su corazón de su víctima lo cual delataba lo nerviosa que estaba. Sabía que tenía que ser precavido, pues si era verdad que en esta ocasión la chica iba a retribuirle su recompensa. Sin embargo, su pacto original seguía en pie y cualquier intención de violarla lo frenaría por completo. Por eso se esmeraba en convencerla de qué así tenían que ser las cosas y que colaborara. De otro modo, no podría seguir sin su consentimiento y se contraponía el hecho que la rubia todavía le tocaba pagarle en tiempo y forma. Lo que lo volvía un terreno bastante complicado. Exhaló y contempló a la Sabaku.
— Comienza.
— ¡¿Qué?! —Entendió el mensaje entre líneas y se puso tensa—. ¡Estas enfermo!
— Lo siento princesa. Del mismo modo que yo no protestaba que inventaras reglas fuera de lo acordado, esperaba que tu hicieras lo mismo.
— ¿Cuál...? —Temari cerró inmediatamente la boca tan pronto recordó en varias ocasiones que terminó "abusando" de la buena disposición de su sombra cuando los pactos se llevaban a cabo. Murmuró una maldición y su ritmo cardiaco aumentó. Claro todo estaba tornándose en su contra y le dio a entender que si quería seguir sacando lo mejor de él debía de cooperar. Exhaló su frustración y gruño—. Bien.
Dentro de su mente luchaba por retorcer la idea de que era mejor que ella se tocara en vez de su verdugo personal. Con incertidumbre fue abriendo un poco sus piernas, y del mismo modo coloco sus dedos sobre su punto de placer. Aunque al Nara no le pareció, porque puso sus manos encima de las rodillas de la fémina y la forzó a que las abriera más. Exponiendo completamente su feminidad ante él. La Sabaku apretó su boca, sintiéndose avergonzada de solo revelarse de ese modo con alguien como él. Volvió a concentrarse y lento fue haciendo movimientos circulares sobre sí misma. Se sentía extraña sabiendo que él estaba ahí mirando como se estimulaba. Pese a tener tanto miedo, su cuerpo reaccionaba conforme ella se tocaba. Sintiendo como se volvía más húmeda y su cuerpo se tensaba cada vez más. Entonces el Nara colocó su mano debajo de la pierna de la universitaria para colocarla sobre su hombro, lo que hizo que la universitaria inhalara aire abruptamente.
— Tranquila —murmuró el demonio—. Prometo que seré gentil.
— No juegues conmigo. —Apretó la quijada la chica.
— Solo si tú me lo pides.
Shikamaru acercó su boca hacia la parte interna de su pierna, rozando con sus labios su tersa piel y exhaló su cálido aliento sobre ella. Escalofríos transitaron por el cuerpo de la rubia. El demonio recorrió con las yemas de sus dedos la pierna de la fémina que tenía trepada. Recorriendo lentamente su tez desde su rodilla hasta su cadera y viceversa. Pudo vislumbrar como se le puso la piel de gallina por su tacto, pues para ella sus manos se sentían como un hielo. El Nara trataba de comunicarse con su cuerpo con el trazo de sus dedos, implorándole que se relajara ante él. Algo que iba consiguiendo poco a poco pues sentía que los músculos de la rubia iban destensándose y acostumbrándose a sus caricias. Luego el demonio se percató de la lustrosa excitación de su presa quien espiraba agitadamente y la temperatura de su cuerpo había subido. No pudo resistirse a la tentación de clavar suavemente sus dientes en su blando muslo. La Sabaku se congeló en su lugar, pues su mente le volvió a recordar a quien tenía enfrente. Fue suficiente para paralizarla de miedo.
— Vamos —pronunció en voz baja en lo que se iba acercando a su intimidad y lamió la parte interna de su muslo.
Temari perdió el control de sí misma y se estremeció desde lo bajo de su espalda hasta su cuello. En lo más recóndito de su conciencia se preguntó cómo pudo meterse a las fauces del monstruo que quería asesinarla.
— No —dijo la de orbes aqua entre jadeos— no puedo.
El Nara levantó la mirada fijándola en el rostro de la rubia. El terror la estaba consumiendo. Aunque eso no detuvo la curiosidad del Nara al querer presenciar como reaccionaria cuando reemplazara su mano con su pulgar para continuar masturbándola. Al llevar su mano hacia su feminidad, empujó la mano de la de la chica y presionó su punto de placer. La reacción de su cuerpo fue brusca, tembló fuerte y jaló aire a traves de sus dientes. El muchacho se quedó inmóvil ahí, observado como respondía. Ya no iba a consultar verbalmente lo que debía o no hacer con ella, solo actuaria pues ya estaba mentalizada de que le pondría sus manos encima. Shikamaru siguió haciendo movimientos circulares, lentos, y atento del comportamiento de su presa. Cuyo cuerpo no dejaba de vibrar y parecía rechazar su tacto. A Temari le hormigueaba la piel. Quería apartarlo, quería detenerlo de que siguiera tocando su zona íntima, pero debía de soportarlo por su trato. Hizo un inútil intento de alejarse presionando su pelvis contra la cama, pero no lograba distanciarlo de ella ni un solo milímetro. En cambio, el Nara la presionaba cada vez más. Ocasionando qué su entrada se humedeciera a pesar de que todo su ser estaba en pánico. Respiraba con más profundidad y se estaba volviendo más sensible ante sus caricias. Su miedo se mezcló con placer, pero se negaba a emitir sonido alguno. No era nada más que un acuerdo. Sin embargo, sus piernas y cadera respondían por su cuenta moviéndose ligeramente lo que motivó al muchacho a mover su dedo más rápido.
Obligando a que la rubia ya no se pudiera mantener quieta. Los espasmos se volvían más evidentes, su rostro se enrojeció y su respiración empezó a filtrarse a través de sus labios entreabiertos. Shikamaru tragó saliva y trepó el otro muslo de la chica a su otro hombro, haciendo que elevara más sus piernas en el aire y terminara recostando completamente su espalda en la cama. Luego presionó más su pulgar contra ella. La rubia sentía como una tensión que iba subiendo lentamente desde sus pies hasta su pelvis. Si seguía así iba a venirse, pero haría lo mejor que pudiera para quedarse callada, ya que solo era un intercambio. Nada más. Fue cuando su miel estaba a punto de derramarse, que la sorprendió al sentir la boca del demonio envolver su sexo para contenerla. La Sabaku arqueó su espalda al sentirlo, abrió la boca atorando su voz en su garganta por lo que inmediatamente la cubrió con una mano, y la otra colocó sobre la cabeza de su verdugo personal tratando de que desistiera de hacer esos movimientos qué la estaban llevando al límite. Aunque era sido demasiado tarde, pues estaba en medio de un fuerte orgasmo. En cambio, Shikamaru se aferró con fuerza de una de sus piernas manteniéndola en su lugar sin dejar de masturbarla. Bebía y succionaba de ella como si fuera un muerto de hambre. Emitió un par de sonidos de placer que provinieron de su garganta al degustarla. Mientras su lengua la recorría por completo para recolectar cada gota de su rojizo néctar. Dejo de masturbarla cuando sintió que se quería escapar de su agarre y apretó sus muslos contra sus hombros con fuerza para seguir consumiéndola. Los vibrantes jadeos de la chica se hicieron escuchar en la habitación, a pesar de estarse cubriendo la boca. No podia soportarlo más. Sus piernas comenzaron a temblar en el aire y unos espasmos atacaron su cuerpo. Después de dejarla limpia, Shikamaru la soltó bajando sus piernas, permitiéndole que sus pies volvieran a tocar el suelo. Tomó distancia y exhaló su cálido aliento en el área sensible de la fémina.
Su habitación estaba helada, pero el cuerpo de la universitaria estaba que hervía. No podía comprender como sabiendo a quien tenía enfrente podría provocarle sensaciones tan intensas. Estaba mal. La lucha que tenía en su conciencia hacía que su cabeza le diera vueltas. "Solo era parte de su pacto". No podía perder la compostura ante él. Shikamaru respiró profundo para inundar sus pulmones con el delicioso aroma de su víctima y exhaló su cálido aliento contra la intimidad de la mujer. La Sabaku volvió a vibrar cuando sintió que ahora su lengua estaba recorriendo su hendidura y seguía acariciando su clítoris con sus dedos. Temari tuvo que aferrarse de la sábana con ambas manos para soportar la electrizante sensación que este le causaba y jalo aire entre sus dientes. De arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Así en repetidas ocasiones, causando que sus jadeos se volvieron más frenéticos. Shikamaru disfrutaba escucharla respirar de esa manera, podía fantasear que ella estaba huyendo de él. Alimentando su deseo de atormentarla. Contempló lo alterada que estaba, sus mejillas estaban rojas y permanecía con su boca entreabierta. Lento lamió todo su sexo.
Temari no quería demostrar su excitación. Luchaba con todo su ser por mantenerse callada, pero su respiración la delataba. De vez en cuando abría su boca, pero se negaba a emitir sonido alguno. No. Tenía que resistir. Solo era un pacto. Se mordió el labio para callarse los leves gemidos que le provocaba. Eso le agradaba al Nara, quien sonrió perversamente al ver que su víctima ya se estaba dejando llevar entre sus manos. Los espasmos de placer volvieron hacerse presentes, así que volvió a aferrarse a ella de sus muslos y empezó a penetrarla con su lengua provocando que la de orbes aqua gimiera de verdad. Fue como música para sus oídos, mientras que ella sentía terror por cómo había tomado control sobre ella misma. Los roces, su aliento, la presión, los movimientos de su lengua dentro de ella. La hicieron llegar al éxtasis, descargándose nuevamente en su boca liberando unos gemidos al aire y los otros los contuvo en su garganta. Temari empezó a sudar, su pecho subía y bajaba mientras que su cuerpo vibraba. Luego de sus ojos rodaron un par lágrimas que absorbió la tela que los cubría. ¿Estaba llorando? Se sentía tan fuera de sí que ya no sabía que estaba ocurriendo con su cuerpo.
Shikamaru la soltó. Enderezó su espalda para limpiarse la boca con ayuda del borde de la toalla que tenía debajo la rubia. La combinación de su esencia junto a su sangre le resultaba fascinante. Estudió a la universitaria con sus pupilas, la cual estaba rendida sobre la cama y lo tenía cautivado. "Puta madre", pensó él. No podía negar que era atractiva. A veces le sacaba de quicio que opusiera tanta pelea, pero en ese momento cuando lo hacía le gustaba. Lograr imponerle su fuerza y tener el control de ella. Que se dejaba tocar pese a no estar del todo de acuerdo. Le hacía preguntarse si la de orbes aqua se imaginaba a alguien más cuando él la masturbaba. Mientras que la Sabaku no creía que pudiera soportarlo más, pues estaba mareada por la intensa lucha entre su mente y cuerpo. Estaba alarmada por como su cuerpo dejaba de responderle a ella sino a él. Ignorando todas sus heridas, ignorando lo peligroso que era y sometiéndose a su tacto. Se sentía confundida, pero que no lo viera ayudaba a que resultara de ese modo. Entonces el muchacho de la coleta atacó, ahora lamiendo su sensible clítoris y recorría con sus dedos los pliegues de su intimidad. Con el dedo de enmedio y anular fue siguiendo la forma de su intimidad. Subiendo y bajando, primero acariciándola con suavidad en lo que succionaba su punto de placer.
Sus dedos se deslizaban con más rapidez, haciendo que la chica se contorsionara y la escuchó gemir. El demonio se estaba enorgulleciendo por como la manipulaba a su antojo y el cuerpo de la fémina se había vuelto su cómplice. Cuando escuchó que sus quejidos se volvieron más frenéticos, cambio sus dedos a su clítoris y su boca hacia su entrada para hacer que se corriera en ella. Logró distinguir que la rubia quiso comunicarle algo, pero fue demasiado tarde porque nuevamente había llegado al orgasmo. Premiando con su elixir a su potencial homicida por estimularla tan bien. La universitaria no dejaba de temblar y su razonamiento estaba nublado. Esta vez no la dejo descansar tanto como las otras ocasiones, la curiosidad del Nara estaba despierta así que volvió a recorrer la hendidura de su víctima con sus dedos. La Sabaku solo pudo cubrirse la boca con su antebrazo. El Nara sonrió lascivo, se subió las rodillas de la rubia a los hombros y fue besando la parte interna de sus piernas en lo que seguía tocándola. Fue más fácil maniobrar esta vez, porque estaba entumecida del placer. Aunque su reacción cambió por completo al sentir que introdujo sus dedos dentro de ella.
— ¡No! —gritó la rubia.
Su instinto trató de empujarlo lejos de ella, pero inmediatamente la entumeció un dolor que venía de su brazo donde solía aparecer su pacto. Estaba infringiendo un término que ya habían acordado. El dolor era tan abrumador que se sostuvo el brazo que estaba en agonía como si quisiera detenerlo. Cuando vio que la marca del pacto apareció en el brazo de su víctima, torció la boca y sacó los dedos de ella. Luego se los metió a la boca para limpiarlos. Por primera vez la Sabaku estaba sufriendo lo mismo que él cuando cruzaba la línea. Sin embargo, la combinación de su sabor y su dolor le estaban encantando.
— Vamos princesa —suspiró en una voz ronca—. Solo déjate llevar.
— No quiero esto. —Exclamó ella entre dientes sintiendo como el dolor iba en aumento.
— No estoy satisfecho aún —apoyó sus manos sobre la cama—. Te advertí que esto sucedería si te oponías.
— No quiero seguir. —Dijo seguido de un quejido.
— Obedece y dejaras de sentir dolor.
El dolor seguía escalando, lo que no dejaba pensar a la chica. Ahora los quejidos que se escuchaban en su habitación eran de sufrimiento. "Joder" maldijo en sus adentros.
— Dame... un minuto y podrás continuar.
Tan pronto pronunció esas palabras, el dolor y su marca fueron disminuyendo gradualmente. Shikamaru exhaló con desgano y cedió a la petición de su presa alejándose de ella. Fue a la puerta de su habitación para salir de ahí. Temari tomó esa oportunidad para reincorporarse y quitarse la venda de sus ojos. Encontrándose en la orilla de la cama, con la toalla que usó previamente para secarse debajo de ella y estaba manchada con su propia sangre. Una sensación de suciedad la abrumó. Una vez que su adrenalina se enfrió, tembló y se abrazó a sí misma para contrarrestarlo. Entonces un pensamiento abordó su mente: ¿acaso eso sintió Ino? A pesar de eso, su evento era algo diferente al suyo. No había sentimientos de por medio, solo era un intercambio. Prueba y recompensa. Placer y hambre. ¿Qué le había hecho? La de orbes aqua cubrió su rostro avergonzada. Estaba tan jodida mentalmente qué buscaba justificar lo que le estaba haciendo. No estaba bien. A pesar de estar de acuerdo... no lo estaba. Entonces el demonio regresó a la habitación, arrebatando su atención de sí misma hacía él. Su presencia la intimido un poco, pero se sorprendió al ver que sostenía un vaso de cristal con agua. Se detuvo delante de la rubia y le ofreció la bebida. Ella primero observó el líquido y luego a él bastante extrañada.
— No he terminado y debes de tener sed. —Respondió él con una expresión que se veía un tanto amenazadora.
— ¿Esta envenenado? —Cuestionó dudosa.
— ¿Guardas veneno en tu agua potable? —Preguntó retóricamente—. Si intentó lastimarte mi marca me delataría —terminó mostrándole su brazo el cual se veía como usualmente lo hacía. Todavía desconfiada la universitaria tomó el vaso de su mano y bebió del cristalino líquido. Cuando terminó de beberlo, el Nara se lo pidió de vuelta para colocarlo en la mesa de noche. Luego regresó al frente de ella, todavía con una expresión muy seria—. ¿Lista? —La Sabaku desvío la mirada. Tenía que cumplirle o sería castigada nuevamente. Shikamaru se puso en cunclillas para ponerse a su altura—. ¿Necesitas algo más?
A la chica se le hacía extremadamente bizarro verlo a si de servicial. Comenzaba a sospechar qué solo lo hacía para convencerla a seguir.
— Tiempo. —Respondió ella frunciendo el ceño.
— ¿Cuánto?
— Lo necesario para apagar mi mente y cumplir con mi palabra.
— Cubrir tus ojos te ayudaba. Tranquila, no comenzaré hasta que tú me lo digas.
— ¿Tengo que estar de acuerdo para que continúes? —Lo linchó con la mirada.
El demonio permaneció con un semblante serio, pero reconoció lo lista que era.
— Solo terminara hasta que yo lo diga.
— ¿Puedo renegociar el pacto contigo?
El Nara exhaló. Cambio su vista hacia otro lado y luego la retornó hacia la universitaria.
— Te escucho, pero estoy en mi derecho de negarme.
— ¿Podemos continuar más tarde? Antes de que me vaya a dormir. Necesito mentalizarme más de lo que crei —hizo una pausa— Pero después de eso, este pacto se termina.
El Nara razonó sus palabras. Podría negarse y decir que lo quería ahora, pero había llegado al punto que sabía que si continuaba no obtendría la misma cantidad de sangre que antes. Así que su oferta de tomarse un espacio para recuperarse le convenía. Había sido un grave error de ella no definir cuanto tiempo iba a durar, ya que él no la dejo hacerlo y negarle esa oportunidad sería una gran injusticia. Aparte de una buena razón para acabar con sus pactos temporales. Meditó un poco. Luego asintió. Shikamaru se levantó de su lugar y abandonó su habitación dejándola por su cuenta. La universitaria duro con su mirada perdida en el suelo por bastante tiempo. Cuando pudo regresar en sí, se envolvió con la toalla que tenía y fue nuevamente al baño. En automático tiró su toalla y blusa al piso y entró a la regadera. Abrió las llaves, dejando el agua correr por todo su cuerpo. Se encargó de que el agua si llegara lo más profundo de su cabello, masajeando su cabeza con ayuda de sus dedos. Hasta que no pudo soportar más el sentido de la culpa. Sus lágrimas se deslizaron a través de sus mejillas. Volvió a encogerse en un abrazo tratando de aminorar el dolor que sentía al sentirse usada. No podía fingir que no era nada para ella, ya no quería continuar sin embargo solo aplazó la tortura un poco más. Lo peor de todo es que llegó a disfrutarlo. Se daba asco por involucrarse de ese modo con un ser tan peligroso como ese.
La reciente serie de eventos que se derrumbó sobre si le pesaban de sobremanera. Se sentía miserable. Definitivamente no podía continuar con el pacto en sus cinco sentidos. Se arrojó a la cocina, sacando una botella de vino que estaba resguardando en su refrigerador y tomó una copa de cristal. Luego fue a apachurrarse a uno de los sillones de la sala. Tomó el control remoto y sintonizo uno de esos programas tediosos de casos de como ayudaron a "resolver la vida de alguien más" con tan solo una serie de pasos y consejos. Se sirvió su primera copa de vino e ignorando su sentir comenzó a beber. Continuó así con la maratón de episodios, que a media botella repetía en voz alta los consejos que los conductores les decían a las personas que grababan. Hasta el momento que no había señales de su sombra, por fortuna la había dejado ser por horas. Así que siguió con su ritual, hasta que terminó la botella y su copa también. Buscando ahogar parte de sus emociones. Entonces su teléfono sonó y de mala gana lo alcanzó.
— ¿Sí? —Arrastró sus palabras la chica.
— ¡Feliz año nuevo! —Chillaron varias mujeres a través de la bocina.
La de orbes aqua abrió los ojos del impacto. Separó el teléfono de su rostro para corroborar el día y la hora. Regreso su móvil a su oído y se pegó con la palma de la mano el rostro.
— ¡Ah feliz año nuevo también! —Se levantó tambaleando hacia la cocina— ¿Cómo están chicas?
— ¡Extrañándote! —Gritó Tenten por el teléfono— ¡Hubieras venido!
— Si, lo se. Yo también tenía —sacó otra botella de vino de su refrigerador y leyo su etiqueta— mi propio evento que atender. Sera a la próxima.
— ¿Al menos te la estas pasando bien? —Preguntó Ino.
— Si —se dejó caer al sillón para servirse—. Ya estoy muy ebria. Chicas ya tengo que dejarlas, me está entrando otra llamada. —Mintió.
— ¡Por supuesto! No olvides tus deseos. —La alentó Sakura.
— Si, ustedes igual. Las quiero.
Permitió que sus amigas se despidieran y les colgó. En ese justo momento le estaba entrando una videollamada de parte de su madre. Temari suspiró y presionó el botón para ignorarla sin colgarle. Tomó la copa de vino y siguió bebiendo. No era que no quisiera hablar con ella, pero de hacerlo rompería en llanto en el estado que estaba y no queria preocuparla mucho menos en esas fechas. Después le diría una disculpa generica por no haber podido tomar su llamada y ella entendería. Le echó el silencio a su telefonó y le subio a su televisor para ignorar los fuegos artificiales que estaban estallando en el exterior de su departamento.
A la segunda botella sus pesares parecían no existir. Tenía sueño, así que, con su cuerpo adormecido, y apagó la televisión. A pesar de tener su razonamiento algo difuminado sabía que tenía que ir a su habitación. Tambaleándose fue hacia allá. Se despojo de su pijama para ponerse un vestido de manga larga para dormir. Se arrastró a su cama, apagó la luz y se sentó en medio de esta. Sin importar de que estuviera alcoholizada, sabía que ocurriría a continuación. Tan pronto la luz se fue del cuarto, la silueta del Shikamaru volvió a aparecer entre las sombras. Regresando a su habitad. Su sombra se acercó despacio hacia la cama de la rubia y evaluó la situación. Tomó asiento en el costado de la cama, espero unos segundos y acercó su mano hacia la de ella para comunicarle de su presencia.
Lo segundos transcurrieron. Anteriormente le parecía repulsivo tenerlo cerca, pero en ausencia de sus limitantes de juicio ella le respondió entrelazando sus dedos con el de su sombra. Torpemente lo jaló de su brazo invitándolo a que se sentara con ella. El demonio obedeció, colocándose delante de ella y tomando asiento. Temari se acomodó más cerca de él colocando sus piernas en los costados de su verdugo personal. En su mente no dejaba de resonar que era mejor que ella tomara la iniciativa a que dejarlo a que él la manejara. Y así fue, con la mirada borrosa se acercó y junto sus labios con el demonio. El Nara no se lo esperaba. Parte del trato era que no podía tocarla de arriba de la cintura, pero si ella iniciaba con la acción él no sería castigado por eso. Correspondió con el beso, detectando el sabor de vino tinto de su boca. Si eso deseaba para que le fuera fácil entregársele qué más daba. Para él solo era un juego. Que trataba de dolor y placer, de falso amor y de daño, de lujuria y de fantasmas del pasado. Aumentando la temperatura entre los dos, desencadenando una temida tormenta que ambos sabían que iba a colisionar con la costa.
Siguiendo con el juego, el muchacho poso sus manos aventureras sobre las suaves y desnudas piernas de su víctima. Subiendo hasta su pelvis, donde estaba su ropa interior y sobre la tela comenzó a acariciarla. Haciendo que exhalara en su boca mientras se besaban. El que su verdugo no hablara lo hacía más sencillo, entre las sombras y su borrosa conciencia para la universitaria él solo era un amante más. Cuando ya la tenía jadeando, la empujo hacia atrás para tomar su ropa interior y deslizarla entre sus piernas y tirarla al suelo. La tomó de la cintura y la jaló hacia él en lo que se recostaba sobre la cama. Ella creyó qué quería que se le tumbara encima, pero el chico la detuvo en su lugar cuando estaba de rodillas encima de él. Luego el Nara, se hizo hacia abajo dejando la pelvis de la chica sobre su rostro. Con sus manos la guio a que se sentara directamente sobre su boca. La rubia jadeó al sentir su lengua entre su feminidad. Se aferró de ella con ayuda de sus manos para mantenerla en su lugar en lo que degustaba su sabor. Su lengua subía y bajaba, sin dejar ni un solo centímetro de ella que no explorara. La respiración de la chica se agito más, pues estaba tocándola en los puntos que la hacían estremecer y ya no contenía los gemidos que estaba liberando como antes. Llego al punto que ya no sentía sus piernas, por alguna razón trató de tomar distancia de él, pero el demonio no se lo permitió. La agarró con más fuerza de sus piernas, presionándola contra su boca. Consiguiendo que sus gemidos subieran de volumen haciendo eco en su habitación.
Hasta que no pudo más, volvió a desbordarse y él disfruto de cada gota que tenía para ofrecerle. Su sabor comenzaba a drogarlo y también vibro su voz contra su feminidad. La Sabaku temblaba, se mordió los labios y sentía que la habitación daba vueltas. Lo que sentía era pura intensidad. Apoyó sus manos hacia el frente teniendo en mente de no pisarle un cabello al muchacho y jadeó. El Nara solo disminuyó sus movimientos, pero la hacía temblar sobre de él cuando la tocaba así de sensible. Sus gemidos y sus respiraciones le estaban encantando de sobremanera y se preguntó si sería capaz de hacerla gritar. Empezó de nuevo, ahora acariciando su punto G con su pulgar mientras recorría con su lengua por toda su intimidad. Su reacción fue más violenta que la anterior, pues la rubia se arqueó hacia atrás. Seguía fuera de sí, pero del modo que la tocaba la hacía sentirse tan bien. Si ella estaba arriba, significaba que tenía el control y empezó a columpiarse sobre su boca para indicarle a que ritmo deseaba que fuera. Shikamaru que estaba atento a sus reacciones y de sus gestos, sonrió con lujiria ya que la rubia ya se estaba dejando llevar. Después de unos minutos la de orbes aqua ya había llegado al límite de lo que podía empujarse a sí misma.
Shikamaru se detuvo en ese momento. Tomó su cadera para hacerla retroceder, permitiéndole reincorporarse y hacerla que se recostara sobre su espalda. Se limpió la boca con la manga de su suéter y luego se quitó esa prenda la cual uso para ponerla debajo de ella. Quedándose con una camisa más delgada sobre su cuerpo. Apoyó una rodilla y un brazo a un costado de ella para colocársele encima y fijo su mirada en ella quien tenía sus ojos entreabiertos. Entonces llevo su mano disponible a su hendidura. Sus dedos se deslizaban fácil por lo mojada que estaba. Primero se entretenía estimulando su clítoris unos segundos, luego se paseaba por sus labios y acariciaba con suavidad la entrada de su feminidad. Torturándola con la anticipación. Todo esto lo analizaba las pupilas del Nara. La rubia tuvo que remojar sus labios por los secos que se volvieron por sus jadeos. Aunque su deseo no se pudo contener más, tomó la muñeca del muchacho y guio sus dedos hacia su entrada. El demonio volvió a sonreír. Sin despegar su atención de su semblante, ingresó sus dedos dentro de ella. Temari cerró los ojos, la expresión de su rostro cambio. Muy apenas pudo enmudecer un tenue "mhmm" en su garganta. Estaba dejándolo actuar, así que despacio fue introduciendo y sacando, sintiendo perfectamente como sus paredes envolvían sus dedos. Volviéndola más húmeda con cada roce, causándole más espasmos y que arqueara su espalda de placer. Sus mejillas brillaban de lo enrojecidas que estaban, y jadeaba frenéticamente. Estaba tan excitada que consiguió un fuerte gemido de ella.
Una mezcla de factores lo atrajo más a ella, sus quejidos, su respiración, su aroma y su sumisión. Por supuesto no estaba en sus cinco sentidos era obvio porque se dejaba llevar por las sensaciones que estaba provocándole sin importar que lo veía directamente a los ojos. Al hombre que juro asesinarla. Se retorcía, jalaba las sábanas, retraía sus piernas, hasta llego a ponerle sus manos encima de él y apretó sus prendas. Dejando que entrara y saliera a su voluntad. Los destellos de sus ojos constantemente cruzaban con los suyos. Luego Temari tomó el rostro del demonio y lo jaló para acercarlo a ella. Pidiendo entre jadeos de que la besara y así se lo concedió mientras incrementad la intensidad en como su mano se deslizaba en su interior, consiguiendo que emitiera su voz con su boca abierta contra la suya. Hasta que sintió que sus paredes se contrajeron sobre sus dedos. Iba a tener otro orgasmo, por lo que hizo que sus dedos vibraran dentro de ella.
Los sonidos que provinieron de su garganta tenían satisfecho al demonio. Incontrolables, suaves, señal que se estaba rindiendo ante él. Había despertado algo dentro de sí que le hizo olvidar el motivo de porque había llegado ahí. Quería propasarse, pero de hacerlo sería castigado. La Sabaku iba a correrse pronto, se apartó de su boca para oler su piel y descender a su cuello. La respiración del muchacho se había agitado igual. Quería hacerlo, aunque le doliera. Pusó su boca en su cuello, primero la mordió y empezó a succionarlo. Inmediatamente fue castigado con su pacto y al mismo tiempo la humedad entre sus dedos incrementaba. Consiguiendo que sus gemidos fueran más fuertes, y sintió la vibración de la voz de su victíma con su boca. Tenerla, escucharla, tocarla, probarla, le estaba un placer similar de cuando asesinaba a sus víctimas. Le daba un alivió a su instinto, sin importarle que su marca le estuviera quemando la piel también él logró sentir placer. De repente Temari le ayudó con unos sutiles movimientos de cadera para llevarse al orgasmo. Uno que iba volviéndose intenso y fuerte, y si se corrió sin previo aviso haciéndola estremecerse y no poder sentir sus piernas. Ya cuando la universitaria no pudo más, dejo de moverse en su interior y separo su boca de su piel, dejando en ella otro chupetón. Ambos jadeaban, el demonio sacó sus dedos de ella y se los metió a la boca. Limpiándolos de la sangre de su víctima. Era obvio que ella no era consciente de lo que le permitía hacerle, pues no reaccionó del modo que esperaba cuando lo vio hacer eso. Ella no siquiera sabía cuál era su nombre a ese punto. Aunque pronto sintió que la mano de la universitaria se fue a su pantalón e hizo un intento de desabrocharlo.
...
