Preludios
La magia moroi provenía claramente de la Tierra -y de sus elementos- pero también del sol.
Aunque de religión Ortodoxa -la mayoría de los royal morois, por lo menos- había un algo parecido a un culto -y respetable- Al Padre Sol y a la Madre Tierra y la la Princesa Luna, mezclado con las fuertes tendencias religiosas de Europa del Este; con sus multitudinarias Iglesias, anteriormente basadas en los movimientos de Lutero, Calvino y otros más.
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Así que en cada Eclipse Total de Sol, los morois huían hacia los centros morois, que estaban fuertemente protegidos e iluminados.
Por eso existían -ya- tantas academias, escuelas, y centros educacionales.
Porque eran los únicos capaces de proteger a los morois de la devastación que provocaba la ausencia del Sol en la Tierra.
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No menos importante era cómo afectaban estos cambios en el Cielo a los dhampirs.
Aunque dijeran que eran parte humana, esa parte era tan lejana a ellos como un Cromañón a un oficinista moderno.
Puedes ser su descendiente, pero ya no eres él.
Y los dhampirs eran ya una raza en sí.
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Y los cambios en el Cielo y en la Tierra los desintonizaban de lo que eran.
Por eso también las academias, escuelas y centros educativos eran protegidos por 4 barreras mágicas -que repelían a los strigois- y cuatro más, para evitar que los dhampirs se desmoronaran -al contacto con tanta magia moroi- y se reintegraran a la Pacha Mama misma.
Rose POV
Los morois cercanos a St. Vlad llegarán a tropel, eso hasta yo lo sabía.
Llegarían al amanecer de ese día, y se irían una vez todo pasara.
Una vez que la ausencia del Padre Sol ya no se notara más.
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Vasilissa -Lissa, para unos pocos, a los que ella se los permitía-, ya se había recuperado físicamente, pero algo andaba muy mal con ella.
Y no era su ánimo, algo lógico por la repentina, amarga, y dolorosa muerte de su familia .
Un milagro -lo llamaron- que ambas sobreviviéramos a ese accidente funesto. Sobre todo yo.
Y desde entonces anda todo mal.
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Lissa es acosada.
Y no es bullying.
Es algo mucho peor que el bullying.
Amenazaba físicamente su vida... y la mía, por ende.
Y lo peor de todo era que ella no podía ocultármelo.
Porque tras el accidente, yo la oigo en mi mente.
Puedo ver por su ojos, si me concentro más.
Y puedo sentir lo que ella siente.
Rose se revolvía, pero no hallaba cómo plantearle las cosas a Liza, pero de frente era siempre la mejor manera con ella.
"Debemos irnos de acá", le susurró Rose; tirando de ella hacia un rinconcito más privado. "Debemos movernos rápido. Debemos irnos a algún lugar poblado. En dónde no nos puedan rastrear".
"¿Te volviste loca?", replicó Liza, nerviosa y mirando a todas partes; "¿cómo pretendes hacerlo?, nos vigilan. No sólo a mí. A tí también".
"El Eclipse, Lissa. Llegarán familias completas, y muchísimas personas. Seremos un resort por un día. Muchos vendrán y se irán. Y nos iremos con ellos. Al menos, parte del recorrido, claro".
"¡Es demasiado peligroso!, ¡te matarás si salimos de acá en el eclipse!, tu cuello no sanará más, ¡y yo no tendré más magia!. ¡Eres de tierra, Rose; sobre todo tú necesitas del sol para sanar!".
"No digo en el Eclipse, Lissa", y aquí casi la remeció.
Pero con cuidado y respeto.
Porque también le temía. Al Eclipse.
"Digo cuándo todos estén listos para irse. Óyeme. Averiguaremos sus rutas. El que se detenga en Missoula, será el carruaje de la Princesa Vampiro", Y Lissa hizo un gesto de ¡allá vamos de nuevo!.
Y Rose sonrió, ante su molestia.
"Ellos están por llegar. La academia está lista para recibirlos. 100% de confirmaciones, como si fuera un resort. Los estudiantes nos agruparemos, para dejar sitio a todos ellos, y habrá pijamadas y esas cosas. Ya habíamos hablado de que yo me quedaría contigo, y así mi cuarto lo cedía a alguna visitante".
"¿A qué hora está previsto que inicie?", dudó Lissa; ya más tranquila.
"3.45 PM normal, no vampiro. Y acaba cerca de las 5 PM. Luego, todos los morois y los dhampirs de tierra deberemos dormir siesta -o sea tú y yo, entre ellos-, y tras el desayuno a las 8 AM, comenzarán a irse. Habrá luz solar y sólo los riesgos normales".
"OK. digamos que te creo, ¿y entonces?".
"Habrá un toque de queda, para que haya silencio y descanso. Apenas algunos guardianes circulando por los perímetros. Así que podremos ir hacia los autos, y escondernos sin que nos detecten. Al día siguiente es sábado. El domingo no hay misa -porque habrá rituales al Sol y todo eso- y no lo notarán hasta el lunes".
"Porque estarás recuperándote del eclipse, por tus heridas"; caviló Lissa; "todo puede salir muy mal. ¿lo sabías?, puedes morir en el proceso".
"Y tú puedes morir si te quedas, ¿entonces?, ¿quieres intentarlo?".
"De verdad quieres irte, Rose", se dio cuenta; al final.
"Sabes que no habrá clasificatorias para mí este año, o tal vez nunca. Y si no las rindo, es posible que me echen a la calle. Tu tutora malvada -casi madrastra, por lo que ella más deseaba- no me quiere cerca de tí, y lo sabes bien".
"Verdad. La prima Vanessa nos odiaba tanto... era la única con la suficiente cercanía a los Dragomir como para heredar a mi abuelo, en caso de no tener descendencia... Y nacimos nosotros, mi padre, André y yo... y".
"Detente allí, ¿sí?. Los secretos de los Dragomir que reposen en su cripta sellada y deja a la bruja Diáconos fuera de ella".
"¡Pero ese Dragomir X es mi heredero y mi quórum!, ¡necesito saber de quién es!, podría ser un tío Dragomir, un hermano Dragomir o un sobrino Dragomir. Sólo sé que no es mío".
"¿Sabemos si es niño o niña, al menos?".
"No. Mi padre nunca nos dijo. Sólo que había nacido un Dragomir fuera del seno de la familia. Y todos comprendimos eso".
"Por lo mismo. Si nos vamos. Vanessa Diáconos no tendrá acceso a tí... o a nada. Ustedes dos estarán a salvo. Cuándo el momento llegue, volveremos a buscar a ese elusivo Dragomir".
"¿En serio volveremos?".
"Sé que lo deseas, Lissa. Pero aún no es el momento de jugar a eso. Así que por ahora, sólo tu tiara de juguete y nada más".
El viernes del Eclipse -tal y cómo Rose lo indicó- la marea moroi comenzó a llegar, incluso desde el amanecer.
La comitiva organizadora los distribuyó rápidamente por toda la academia, porque -a más cerca del Eclipse- las barreras podrían tambalearse o disolverse, y era mejor tenerlos bajo recaudo.
Además, era invierno.
Oscurecía más temprano y el Eclipse no haría las cosas más amigables.
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Rose se movió al cuarto de Lissa -en el pabellón moroi- y una guardiana visitante -agradecida- se desplomó sobre su cama, sin importarle el desorden o nada.
Las habitaciones de los novicios dhampir eran usualmente unipersonales -porque siempre eran menos los alumnos- así que no se pudo acomodar a más guardianas en la habitación de Rose.
Las otras 4 novicias se agruparon en dos habitaciones, y desocuparon otras dos más.
Al igual que lo hicieron los varones, y varios de los guardianes de planta.
A las 3,15 PM, todos los morois debían estar despiertos y chequeados; y los dhampirs de tierra, bajo techo y abrigo.
A las 2,30 PM, el último grupo -el del guardián Arthur Schoeremberg, con la familia Bádica de Montana- cruzaron a todo escape las puertas de la Academia, que se cerró a cal y canto.
A las 3,30 PM, sonó el gong del Toque de queda, y todas las actividades debieron cesar.
Rose se desmayó en los brazos de Lissa, en los primeros minutos del Eclipse, sobre la cama en la que estaban sentadas.
Lissa no estaba mejor, pero lo soportaba.
La oscuridad envolvió a la academia por dos aterradores minutos.
Y Lissa tuvo mucho miedo y temió lo peor.
Rose se fue enfriando y su pulso se fue debilitando tanto, que incluso Lissa pensó -o creyó ver- que Rose se desdibujaba en contra de las penumbras.
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El Sol ganó la batalla -al fin- y he aquí que -al reaparecer- también lo hizo la vida en Rose.
Y de paso, reenergizó a dhampirs, a los morois y a las barreras mágicas por igual.
Rose abrió los ojos y suspiró, pesadamente.
El peligro había sido conjurado, al fin.
"¡Oh, por Mitra!", estos moroi son una mezcla de creencias de todo tipo, "¡estamos vivas, Rose!, ¿lo sentiste como yo?, ¡en mis huesos, en mi magia, en todo lo demás!", saltaba Lissa.
Un golpe discreto se sintió en la puerta y Lissa -sonriendo- fue a abrir.
La doctora estaba al otro lado, con la Capitana Petrova.
"¿Todo bien, niñas?", chequeó la Doctora O.
"Échele un ojito a Rose. Creí que se iba a diluir. Le bajó el pulso, la temperatura, el color... y pareció desdibujarse".
"Extraño", dijo la Doctora, entrando y haciendo los chequeos a Rose. "Deberás dormir lo más que puedas. Pediré que les envíen algo caliente. Tienes el pulso y la temperatura por los suelos. El cuello se ve bien. Vasilissa, no la dejes salir hasta mañana, ¿si?, es lo mejor. Igualmente, la semana ya terminó".
"Fue extraño", susurró Rose, cuando las dejaron solas; "es decir, me vi en las penumbras. Y tu familia estaba allí, llamándome hacia ellos. Pero algo los alejó, los convocó cómo a una gigantesca nube, que llevaba almas infinitas... los que no están en paz -aún muertos- y las de todos los strigois, que claman por sus cuerpos maldecidos... De cuándo en cuándo, una de esas almas descendía y se desvanecía, como suspirando. Otras, con un grito de dolor o de rabia".
"Earth Bound", susurró Lissa; "están ligados a la tierra, como almas errantes. ¿Mis padres también?, ¿por qué?".
"Supongo que no pueden irse, que fue demasiado abrupto todo... ni siquiera sé... si saben que están muertos. Las de los strigois... claman por sus vidas. O por morir, si ya son muy viejas. Algunas parecían momias, otros, esqueletos. Supongo reflejaban el estado en que deberían estar ahora".
"¿Lo habías visto antes? Este no es nuestro primer Eclipse, Rose".
"Nunca... me había sentido tan cerca de la muerte antes, nunca antes de...".
"Del accidente", susurró Lissa, tirando de ella, para dormir un poco; ahora que el peligro había pasado al fin.
"¿Los strigois están posesos?", estaban embalando -muy en silencio-; las últimas cosas para su aventura.
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A Lissa le daba vueltas la imagen de la nube de almas.
Y de sus padres en ella.
"No lo sé. Bueno, sus almas fueron expulsadas de su cuerpo y sólo pueden moverse de noche, lejos del Sol y todo eso. Y se desintegran. Pero las almas están... palpitando, si eso te sirve de algo".
"Hubo un exorcismo una vez, ¿cierto?", suspiró Lissa, pensando -aún-, en su familia.
"No se vuelve de ese estado de muerte, Lissa. Lo intentaron en un pasado -muy medieval-, pero sí. Intentaron atraer al alma de un muerto reciente al cuerpo de un strigoi, a través de un exorcismo. Querían empujar al demonio del strigoi al cadáver. Pero nada salió de eso. Dicen las crónicas antiguas -que conste, dicen. Fueron traducidas de traducciones, y de manuscritos-, que el demonio strigoi entró en el cuerpo muerto y éste fue revivido, mientras que el alma del difunto entró en el cuerpo vacante del strigoi... y se volvió polvo ante sus ojos".
"Demasiado viejo, claro", caviló Lissa; "¿y qué pasó con el cuerpo?".
"Le dieron con todo y no moría, poseso como estaba. Luego, lo atravesaron con estacas de madera, y nada, obviamente. Uno de los moroi que hacía el ritual, tocó sin querer una cadena que el cuerpo llevaba al morir -plata, con una cruz de las gárgolas o algo así-, y el cuerpo tuvo un remezón. Los otros 3 moroi aplicaron su magia a la cadena, y uno de los dhampirs le volvió a clavar el palo de madera, y ahora sí le atravesó el corazón. Explotó -realmente-, ante sus ojos".
"¿De qué fábula la sacaste, Rose?, ¿Beedle el Bardo?, ¿Grimm?, ¿Mamá Oca?, porque es muy tétrico".
"Algo así", reconoció Rose, frunciendo el ceño; "Historia de los primeros guardianes, Primer tomo, en Junior year. El nacimiento de la estaca de plata, se llamaba el capítulo".
"¡Qué!, ¡es horroroso!".
"Horroroso es tener que caracterizarlo, para la clase de Creatividad".
"¡No me digas que fuiste el exorcista!".
La podía imaginar -claramente-, en ese rol.
"Nop, el dhampir que lo apuñaló hasta reventarlo".
"Me imagino quién fue, ¿Mase o Eddie?, ¡pobrecitos!".
"Frío. Lo queríamos realista. Y conseguimos ayuda de un moroi".
"¡Jesse Zeklos!", se echó a reír Lissa; "¡Jeza Choclo, le gritaban todos!, ¡qué mala!, ¿y porqué se echó a llorar si era... una actuación?"
"Estaba muerto y poseso, era mi deber, Lissa. Ellos vienen primero, ¿verdad?. Así que lo apuñalé primero, y seguí apuñalándolo, y le pegué un par de combos, para seguridad absoluta de todos. Uno llegó a su nariz, ¡y sí sangró!, y él se llevó las manos a la nariz y vociferó ¡que era Jeza choclo!, o algo así. Y así quedó".
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Se encogió de hombros.
La escena se veía muy clara en la mente de ambas, pero con variantes, claro.
Rose veía como le había pegado directamente a la nariz. Y Lissa, veía como el golpe -sobreactuado-, se desvió a la frágil nariz del moroi llorón.
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"NO me matricules para momia, si les toca esa caracterización. Mi cerebro está bien en dónde está".
"Para ese rol... yo había palabreado a Ralf, realmente".
Y se echaron a reír, como las niñas que eran.
"Sí sabes que es un mito, una ficción, ¿verdad?, ni yo ni un exorcista puede traer a tus padres y a tu hermano de vuelta".
"Y ya nadie lo practica en estos tiempos de ciencia", susurró Lissa, cabizbaja.
"¡Oh, lo hacen!, pero hacen más mal que bien, Lissa".
"¿Qué quieres decir?"
"¿Has oído hablar de los Psi hound?".
"¿Debería?".
"Sí. Antaño llamaban así a una raza de perros guardianes y cazadores -desarrollados por algunos royal moroi-, y se vinculaban a ellos, mentalmente. Posteriormente, la técnica se perdió. Pero alguien pensó que podían intentarlo de forma similar... y usaron el cuerpo muerto de un guardián -fresquito-, y algo trajeron esos malditos, que el cuerpo sí revivió. Sin alma, sin corazón... y sin piedad alguna".
"¡Rose!".
"Yo lo ví, Lissa, con estos mismos ojitos que te miran hoy y ahorita. Él era muy joven al morir.. y seguía viéndose así. Y su creador ya estaba muerto. Así que no tiene vinculante -o amo, como le dicen- lo está a la Tierra misma, o a sus sombras. Y dicen -y yo lo oí-, que le aúlla a la luna en días de luna llena, llamando a su mentor".
holi y bienvenidos a la reedición de Ciclos de cielo, del que también encontré algunos capítulos manuscritos.
Iniciada originalmente el día del eclipse solar total vivido en Chile, en honor al que se vivió este año; era la hora de recomenzar.
