Tenebris


Capítulo I

Veritas

Diana era una persona de compromisos y reglas muy firmes. Desde muy corta edad, sus padres le habían inculcado valores que ella no podía dejar pasar en ningún momento. Entre ellos, el más importante, y uno que solo una chica en el mundo le había hecho perder, era la compostura. Sin embargo, nunca en su vida llegó a imaginarse que esa misma chica iba a hacer que este valor y muchos más fueran destrozados sin ningún tipo de piedad.

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Era un día como cualquier otro. Diana, como siempre, se había levantado muy temprano a las 5 am y había empezado su rutina diaria sin problemas. Esta, como siempre, comenzaba con un beso a su esposa Akko, el amor de su vida, su mundo entero, que se encontraba a su lado en la cama y, como siempre, nunca se levantaba hasta unas horas después.

Ya llevaban 5 años de casadas y no había día en el que Diana no se volviera a enamorar de la chica. Después de darle los buenos días, salió de inmediato para el baño donde, realizando todas las tareas primordiales, se alistaba para otro ajetreado día en el hospital. Saliendo de la habitación y con rumbo directo a la cocina, se preparó un té y de ahí se sentó en el comedor a estudiar un poco, pues combinar la medicina mágica con la terrenal no era tarea fácil.

El apartamento estaba tranquilo y Diana disfrutaba de esos momentos de silencio antes de que el día realmente comenzara. Mientras repasaba sus apuntes, no podía evitar sonreír al pensar en Akko y en cómo la vida les había llevado hasta aquí.

Pasaron las horas y hacia las 8 de la mañana, cuando ya era hora de partir, una maraña de cabello castaño salió del cuarto principal del penthouse a despedirse de ella. Ya con las llaves en mano y un maletín, Diana estaba parada en la puerta, preparada para irse. Akko, con una sonrisa de oreja a oreja y un beso en la mejilla, la despidió del lugar.

De ahí en adelante, todo siguió su curso normal. Diana llegó rápidamente al hospital y desde que dio el primer paso en el edificio, una lluvia de tareas la bombardeó constantemente. Ella, como sucedía ocasionalmente en Luna Nova, lo resolvía todo sin problemas.

Llegando la hora del almuerzo, salió de su oficina principal rápidamente. Con algunas miradas extrañas a sus espaldas, partió del lugar rumbo a su restaurante preferido, que quedaba a una cuadra del hospital. Y, como no, era de 5 estrellas. Deleitándose con el platillo, que como siempre no defraudaba, pensaba en los planes a futuro y en cómo estaba llegando ya el momento de avanzar en la relación con Akko.

Diana, desde hacía unas semanas, se había acostumbrado a mirar su celular después de terminar de almorzar, buscando lugares donde poder adoptar un niño. Solo imaginar que ya no serían solo dos personas en el apartamento sino tres o incluso cuatro, la llenaba de nerviosismo y anticipación.

Mirando la hora y dándose cuenta de que su descanso se había acabado, le envió un mensaje a Akko informándole que hoy, al parecer, saldría temprano del trabajo. Por extraño que pareciera, hoy el turno había sido mucho más corto de lo habitual y, gracias al cielo, de momento no había habido ningún accidente que replanteara todos los planes.

A las 4 PM, Diana ya se encontraba alistando su maleta y guardando todo lo necesario para el día de mañana. Saliendo del cubículo al que llamaba oficina, se despidió de algunas de las chicas que estaban en la recepción. Estas, esta vez, se despidieron con nerviosismo y sin mirarla a la cara. Pareciéndole extraño, Diana miró a Hannah y a Barbara durante unos segundos. Sin embargo, la emoción de poder llegar temprano a casa y abrazar a su chica era más fuerte que la de detenerse a preguntar qué estaba pasando.

Llegando al parqueadero del lugar, tomó su coche y, arrancándolo, aceleró directo a su hogar. Pasaron algunos minutos y ya en el garaje del edificio, Diana bajó del auto y con la maleta en mano, tomó el ascensor hacia el último piso.

Al escuchar el sonido que anunciaba que ya había llegado, Diana salió del ascensor y, con llaves en mano, buscó el número de su departamento. Girando ya la perilla desbloqueada, entró en el lugar.

La sala de estar estaba vacía, dándole indicios de que la japonesa estaba en el cuarto principal. Callada, con la intención de sorprender a Akko, algo que desde hacía ya un buen rato había comenzado a apreciar, se acercó a la habitación que compartían las dos. Viendo la puerta medio abierta, la empujó lentamente con la palma de su mano y justo cuando iba a abrir la boca para asustar a la chica, una escena que desató el infierno en su corazón fue vista.

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Akko.

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Su amada esposa.

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Su media naranja.

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La luz de sus ojos.

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El único resplandor que le había dado la vida después de la muerte de sus padres, estaba arrodillada con el rostro en la entrepierna de un hombre cuyo perfil no distinguía.


Notas del autor

Bueno que les puedo decir, primero, pedir perdón a todos los amantes del Diakko, se que esto duele muchísimo, no se los voy a negar, pero desde hace tiempo esta idea se me venia cocinando en la cabeza, y les puedo jurar que yo también amo el Diakko pero esta idea no la podía dejar pasar, ahora si como pueden ver es una nueva historia, no es continuación de Limit cabe aclarar es otro mundo aparte, y solo decirles, que tal la ven, les gusta, no bueno los estaré leyendo.

Cualquier review constructiva es más que bienvenida.

Declaimer: no me pertenece ningún personaje de Little Witch Academia, esto sencillamente lo hago pa divertirme.