Notas del Autor:
Feliz Royai Day! 😀
Debido a la fecha, además del tema del día he decidido publicar este one-shot.
Como siempre, agradezco mucho a Golden por ser mi beta.
Espero que lo disfruten!
Saludos,
Flame
Matrimonio en Las Vegas
Riza
La luz que se filtraba a través de la ventana del cuarto hizo que saliera del profundo sueño en el que me encontraba, despertando así poco a poco mi cuerpo. Sin deseos de todavía abrir mis ojos decidí reacomodarme en la cama, tratando de sucumbir nuevamente en un necesitado descanso que esperaba podría calmarme el dolor de cabeza que comenzaba a hacer su aparición. Al moverme sentí limitada mi movilidad pero al mismo tiempo sentía una agradable sensación de calor que me confortaba. Instintivamente me acerqué a esa fuente de calor hasta que sentí como algo me oprimía en la cintura y escuché un ligero gemido. De inmediato abrí mis ojos llevándome una gran sorpresa al encontrar frente a mí el marcado y bien definido pecho de un hombre. Moví mi cabeza cuidadosamente hacia abajo para encontrar que mi cintura estaba rodeada por unos brazos tonificados que me atraían hacia él. Mi mirada siguió descendiendo mientras que mi ritmo cardiaco hacía lo contrario hasta darme cuenta de que me encontraba desnuda. Tragué saliva al darme cuenta de que el hombre frente a mí estaba de la misma forma… y sin lugar a dudas excitado a pesar de encontrarse todavía dormido.
¿Qué demonios hice? El ligero pero constante dolor en mi cabeza y el malestar en mi estómago me estaban dando una idea de qué pudo haber influenciado el que estuviera en estas condiciones. Pero aún así no entendía y mi cabeza no cooperaba para recobrar las memorias de la noche anterior y eso me preocupaba al pensar en el hecho de que estando ebria me había terminado acostando con un probable desconocido. No pudiendo con mi propia curiosidad, levanté cuidadosamente mi cabeza congelándome de inmediato al reconocer el rostro del hombre que me tenía capturada entre sus brazos.
Roy Mustang. Había pasado la noche con él.
Aturdida por el descubrimiento lo empujé y traté de alejarme de él. Por la sorpresa lo empujé con demasiada fuerza provocando que se cayera de la cama y comenzara a maldecir por su abrupto despertar.
"¡Pero qué carajos!" Se quejó él mientras se sentaba en el suelo y dirigía su mirada hacia la cama provocando que de inmediato tomara la sábana para cubrirme. Al reconocerme palideció ligeramente. "¿Riza?¿Qué haces en mi habitación?" Preguntó confundido.
Escaneé rápidamente mi entorno recordando al menos de momento de que me encontraba en un viaje de negocios y que el lugar en el que me encontraba era mi habitación de hotel. "Es mi habitación, más bien la pregunta sería, ¿qué demonios haces tú aquí?"
Roy miró a su alrededor rápidamente llevándose una mano a su cabeza, probablemente por el brusco movimiento sintió los efectos de la cruda que probablemente también estaba padeciendo. Comenzó a levantarse y yo de inmediato desvié mi mirada hacia el otro lado de la habitación ligeramente sonrojada, evitando verlo desnudo frente a mi. Al ver mi reacción, noté por el rabillo de mi ojo que él bajó su cabeza antes de sentarse nuevamente en el suelo.
"¿Por qué estamos… en este estado?" Preguntó mientras nerviosamente se pasaba una mano por su cabello.
"Tengo una idea pero todavía no recuerdo exactamente lo que pasó."
Él sonrió engreidamente. "Por lo que veo no pudiste resistirte a mis encantos, cariño-"
No lo dejé terminar su frase porque de inmediato le arrojé una almohada a su rostro y me envolví en la sábana para cubrirme mientras me levantaba y comenzaba a dirigirme al baño.
"Deja de decir idioteces y sal de mi habitación ahora mismo." Espeté antes de cerrar la puerta del baño tras de mí suspirando profundamente mientras me recargaba contra la puerta.
No podía creer lo que me estaba pasando. Yo no era así, rara vez tomaba de esa manera y sobre todo no era de las que buscaba un acostón casual. Para mí el sexo significaba algo mucho más profundo que solamente placer. Siempre lo imaginé como una conexión increíblemente íntima con la persona que amaría por quién era internamente con mis virtudes y defectos, y que con esa persona jamás sería un simple acto de placer, sino un plus a nuestra relación, un acto de amor, de entrega total de cuerpo y alma.
Respetaba a las mujeres como mi amiga Becky que decidían tener encuentros casuales o tener sexo durante su relación pero yo estaba chapada a la escuela antigua. Me había guardado para el hombre que sería mi esposo, sabía que sonaba muy cursi pero creía en eso y quería hacerlo pero al parecer una noche de copas en una ciudad tan alborotada como lo es Las Vegas arruinaron por completo mi plan original. Y para colmo había sido con Roy Mustang, un colega de la compañía de publicidad en la que ambos trabajábamos. No era un mal sujeto si era honesta, era mi amigo, pero de ahí a ser siquiera mi novio o acostarme con él jamás lo hubiera imaginado. Nunca. Él era atractivo y tenía un buen cuerpo cosa que al parecer ya lo había comprobado de primera mano pero… era bien conocido por ser un mujeriego. Cuando lo conocí intentó coquetear conmigo pero de inmediato lo puse en su lugar y aprendió a respetarme, dando lugar después a una amistad. Pero aún así no entendía porqué me había entregado a él. Me quité la sábana y me metí bajo el chorro de la regadera, dejando que el agua recorriera y relajara mi cuerpo antes de comenzar a enjabonarme.
Si tenía dudas de lo que había sucedido esa noche, lo confirmé al sentir un ligero dolor en medio de mis piernas. Demonios. Coloqué mi mano sobre el azulejo mientras recargaba mi frente sobre el frío material. Respiré profundamente tratando de tranquilizarme pero no me era posible al estar buscando en mis memorias lo que había sucedido el día anterior. Por el momento tendría que forzarme a concentrarme en el presente al menos hasta que terminara este viaje de trabajo.
Después de unos minutos salí de la regadera, envolviéndome en una toalla antes de mirarme en el espejo que se encontraba sobre el lavamanos, no importándome dejar pasar el tiempo. Realmente esperaba que Roy se hubiera ido de mi cuarto, sabía que tendríamos que hablar de lo que sucedió pero no deseaba hacerlo en este momento.
Agarré el lavamanos con ambas manos dirigiendo mi atención a mi mano izquierda al sentir una extraña sensación en mi dedo anular. No pude evitar jadear de la sorpresa al percatarme del anillo de bodas que reposaba ahí. ¿Cómo demonios es que no me di cuenta de su presencia hasta ahora? Al parecer había estado tan impactada por haberme acostado con Roy que no había prestado atención. ¡Oh, Dios! ¿Qué demonios había pasado? En cuanto regresáramos a casa tendría que aclarar todo este embrollo.
Inhalando profundamente ajusté nuevamente la toalla y salí del cuarto de baño sorprendida de ver a Roy sentado en la cama con la cabeza gacha. Al menos se había puesto su pantalón y había recogido la ropa que estaba esparcida en el suelo. A su lado se encontraba un fólder y su postura reflejaba que se encontraba tenso.
"¿Qué haces todavía aquí?" Pregunté viendo cómo se sobresaltaba ligeramente el pelinegro.
Roy levantó su cabeza y me miró a los ojos. "Al parecer ayer contrajimos nupcias." Dijo mientras levantaba su mano izquierda para mostrarme un anillo que hacía juego con el que acababa de descubrir en mi mano.
"¿Qué dijiste?" Dije en un susurro. Me lo sospechaba pero era impactante escucharlo confirmado.
Él me extendió el fólder, lo tomé con manos temblorosas para después soltar un jadeo de sorpresa al ver unas fotos de una capilla en la que Roy y yo estábamos contrayendo nupcias. En una de ellas aparecíamos besándonos apasionadamente y si por si todavía hubiera duda de lo que pasó, también se encontraba un acta de matrimonio con la firma de él y con la mía que nos declaraba oficialmente como esposos ante la ley.
"Esto no puede ser… obviamente estábamos tomados… pero no al punto de terminar… legalmente casados." Dije tartamudeando. Yo nunca tartamudeaba pero obviamente esto me tenía al filo de mis nervios.
"Pues creo que no podemos negar la existencia de esta acta." Respondió tranquilamente.
"Entonces tendremos que solicitar una anulación."
"No procede cuando el matrimonio ha sido consumado." Me miró de arriba a abajo sonriendo engreídamente y pude ver cómo su mirada se llenaba de lujuria. "Y vaya que lo hemos consumamos anoche." Replicó sonriendo de lado.
Su mirada me hizo darme cuenta de que estaba cubierta solamente por una toalla por lo que me abracé a mí misma para tratar de cubrirme más. "Entonces tendremos que pedir un divorcio porque es más que obvio que si hubiéramos estado sobrios no nos habríamos casado."
Roy se puso de pie acercándose a mí pero por instinto yo di un paso atrás cuando invadió mi espacio personal.
"Vamos, Riza. No seas tímida, al fin y al cabo estamos casados y nos hemos visto totalmente desnudos."
Inhalé profundamente ignorando hacia donde quería llegar. "Será mejor que te vayas a tu habitación." Miré el reloj de la mesa de noche. "Ya es tarde. Apenas tenemos tiempo de desayunar algo antes de que salga nuestro vuelo de regreso. Así que si me disculpas, necesito vestirme."
Di media vuelta para sacar la ropa que me pondría cuando sentí como me envolvían un par de brazos a la altura de mi cintura provocando que me tensara ligeramente. Él se inclinó para estar a milímetros de mi oído. "Como ya dije, no debes tener pena conmigo, créeme que lo que recuerdo me encantó y estoy deseando que este dolor de cabeza se me quite completamente para que pueda recordar más… pero eso no impide que siga deseando poder pasar más tiempo a solas con mi esposa como anoche." Susurró en mi oído.
"No pasará porque nos divorciaremos." Me zafé de sus brazos para enfrentarlo. "Como ya te dije, es tarde. Hablaremos los detalles de esto cuando regresemos a la ciudad. Ahora déjame en paz para que pueda vestirme."
Él suspiró. "De acuerdo, te dejaré por ahora. Te veré abajo en unos minutos."
Lo vi retirarse llevándose el fólder, su camisa y su saco con él. En cuanto la puerta se cerró tras de él, solté el aire que no sabía que estaba conteniendo.
"¿Qué voy a hacer?" Inhalé profundamente tratando de tranquilizarme y de ignorar el dolor de cabeza. Me quité el anillo de matrimonio y lo observé por un momento. Necesitaba enfocarme en el presente, regresar a la tranquilidad de mi departamento y solicitar un divorcio cuanto antes.
Roy
Tras darme un baño y ocuparme de mi pequeño problema pensando en la causante de ello, me puse a empacar rápidamente mientras deseaba que el par de pastillas pronto hicieran efecto para quitarme totalmente el dolor de cabeza. Me senté un momento en la cama tratando de repasar todo lo que había sucedido la noche anterior. Miré mi anillo de bodas y no pude evitar esbozar una sonrisa. Si bien era cierto que me había casado estando ebrio no podía negar que lo había hecho con una hermosa mujer. Por dentro y por fuera.
Conocí a Riza hace unos 5 años y desde el principio me cautivó. Siendo un conquistador empedernido, le coqueteé descaradamente desde el principio pero fui bateado de inmediato. Desde el principio sentí que Riza era una mujer especial, pero cuando se dió a respetar desde mi primer intento de conquistarla y me puso en mi lugar hiriendo mi ego, mi corazonada se confirmó. Si hubiera sido otra mujer sin lugar a dudas lo habría dejado pasar y buscaría a otra chica dispuesta a salir conmigo. Sin embargo, su rechazo hizo que me atrajera y conforme comenzamos a trabajar juntos y por ende a convivir y tratarnos más por lo que no pude evitar sentirme cada vez más cómodo con su compañía, convirtiéndonos poco a poco en amigos.
En el último par de años en más de una ocasión le he mandado indirectas haciendo ciertas cosas que para otras chicas sería más que claro que me gustaría invitarlas a salir o directamente tener una relación con ellas, pero Riza siendo una mujer apasionada con su trabajo no ha visto de esa forma mis señales, tomándolas solamente como acciones amistosas.
Pero ayer, después de varias copas de alcohol para celebrar el contrato que habíamos logrado para un cliente que radica aquí, me dejé llevar y la besé tras una serie de coqueteos entre los dos, llevándome una grata sorpresa al sentir cómo me correspondía. Bebimos más y cuando decidimos regresar al hotel caminamos por una calle repleta de capillas de boda. Me detuve en una que me gustó y sin todavía entender qué me había poseído en ese momento, le pedí que se casara conmigo. A pesar de su borrachera dudó por un momento pero cuando comencé a besar sus labios suplicándole que aceptara ella terminó cediendo. Fue una ceremonia corta y sencilla pero que para mí tuvo mucho significado a pesar de mi estado de ebriedad. Después de todo nunca me había casado y jamás pensé hacerlo porque disfrutaba la libertad que mi soltería me daba pero en ese momento sentí que era lo correcto, que era lo que deseaba.
Apenas conseguimos llegar a su cuarto cuando nuestras caricias y besos se volvieron más apasionados, pero cuando sentí que íbamos a consumar el matrimonio, renuentemente me detuve, cerciorándome por completo de que era lo que ella quería. Mi hermosa Riza no lo dudó y me pidió que siguiéramos adelante con sus besos y caricias, causando sensaciones que jamás había experimentado. Conforme fui avanzando me di cuenta de que era su primera vez lo que me hizo dudar de si debía seguir adelante, pero en todo momento ella se mostró más que deseosa de seguir adelante así que yo traté de hacer mi mejor esfuerzo para complacerla y fui cuidadoso para no lastimarla. A pesar de ser su primera vez y tras superar las molestias del primer round, ella no dudó en acariciarme para ir por el segundo e incluso tercer round de la noche.
Sin lugar a dudas, había sido la mejor noche de mi vida aunque jamás creí que despertaría de una noche tan espectacular siendo empujado de la cama. Cuando desperté estaba confundido, pero cuando vi a Riza cubierta con una sábana y a mí desnudo, varias de las memorias de la noche anterior vinieron a mi mente.
Sabía que ella todavía estaba teniendo problemas para recordar los sucesos y también sabía que lo que había hecho no había sido lo correcto. Riza es una mujer increíble, es una reina que debe ser tratada como tal pero que por mi embriaguez había fallado en hacerlo. Entendía su confusión y su reacción a lo que había ocurrido entre nosotros, pero la verdad era que estábamos casados. Y a pesar de lo que ella había proclamado, yo no tenía los deseos de solicitar un divorcio. En primera porque mi amigo Maes es abogado y me ha contado algunos de sus casos donde a veces pueden llegar a ser procesos muy desgastadores pero sobre todo porque realmente deseaba permanecer al lado de Riza. ¿Por qué? Todavía no alcanzaba a entenderlo, tan solo sabía que me gustaba estar cerca de ella y quería seguir de esta manera.
Ahora tendría que convencerla de que al menos me diera una oportunidad como su marido lo cual sabía que no sería fácil. Suspiré pesadamente y miré mi reloj dándome cuenta de que sería mejor que bajara a almorzar algo porque ya tenía el tiempo contado para hacerlo antes de que Riza y yo tuviéramos que dirigirnos al aeropuerto.
Almorzamos algo ligero ya que nuestros estómagos todavía no estaban totalmente listos para soportar demasiada comida. Hicimos el checkout y tomamos el vuelo de vuelta a casa. Durante todo el tiempo Riza permaneció callada, hablando solamente lo necesario. Había notado que ella ya no portaba el anillo que anoche había colocado en su dedo y no pude evitar sentirme ligeramente decepcionado. A pesar de sus protestas la acompañé a su departamento y la ayudé con su maleta cuando llegamos a la ciudad.
"Gracias, nos veremos el lunes." Dijo ella mientras comenzaba a cerrar la puerta de su departamento pero antes de que se cerrara coloqué mi mano para detener la puerta.
"Necesitamos hablar. Lo sabes." Le dije seriamente.
Ella suspiró pesadamente y me dejó entrar en su departamento. Era pequeño pero muy acogedor y ordenado. En cuanto se cerró la puerta ella me miró a los ojos. "Creo que no hay mucho de qué hablar, pediremos un divorcio y seguiremos con nuestras vidas."
"¿Así nada más?"
"Así nada más. Tu amigo Maes es abogado, tal vez él pueda ayudarnos a agilizar el proceso."
Me crucé de brazos. "¿En menos de 24 horas ya te fastidié?" Pregunté con un poco de humor, necesitaba que ella se relajara.
"Deja de bromear, esto es serio. Y si estás preocupado porque pueda pedirte la mitad de tus bienes por haberme casado contigo, descuida no necesito ni quiero nada de ti más que tu amistad. Tal vez con esa información ya te sientas más tranquilo para pedirle a Maes que nos ayude."
"¿Y si soy yo el que quiere la mitad de tus bienes?" Dije enarcando una ceja pero me aseguré de que ella viera que no estaba hablando en serio.
Ella golpeó ligeramente mi pecho. "Déjate de bromas por favor." Dijo con un tono ligeramente exasperado. "Tenemos que deshacer esto y no decirle a nadie más."
Su insistencia me hizo preguntarme si tal vez ella tenía algún pretendiente o si quizás definitivamente no podía verme más que su amigo y compañero de trabajo. Sentí un nudo en mi estómago que no sabía cómo desatar.
"¿Por qué?" Pregunté en voz baja.
Ella exhaló pesadamente. "Porque ambos nos casamos alcoholizados cuando obviamente ni siquiera teníamos planeado hacerlo… Ambos necesitamos seguir con nuestras vidas. Además seguramente tenías alguna cita planeada a nuestro regreso, por lo que es obvio que tu estilo de vida requiere que seas soltero de nuevo."
"¿Acaso crees que sería tan poco hombre como para engañarte? Soy tu esposo y tú eres mi esposa."
"Roy, es bien sabido que te encanta salir con varias chicas-"
"Cuando estaba soltero y para tu información no he salido con ninguna chica en plan romántico en los últimos 6 meses. Y no todas mis salidas son de carácter romántico, muchas de las veces salgo con mis amigas, como contigo."
Riza se sentó en el sofá y me hizo una seña para que la acompañara. "Ambos sabemos que este matrimonio no comenzó como debería. Ni siquiera se debió haber dado."
Sentí como un balde de agua fría me caía encima al escuchar esas palabras. En ese momento sentí cómo ella tomó mi mano para depositar su anillo de bodas en ella.
"Esto te pertenece. Tal vez puedas recuperar un poco del dinero que pagaste por los dos."
Apreté el anillo en mi puño, consternado y con un dolor inexplicable en mi pecho. Al parecer no habría forma de convencerla por el momento por lo que me puse de pie. Inhalé profundamente tratando de ocultar el dolor de mi expresión antes de verla.
"No me doy por vencido tan fácilmente, tal vez con el tiempo te convezca de que podría ser un buen marido para ti. Incluso podríamos vivir juntos antes de que siquiera los papeles del divorcio estén listos." Dije tratando de sonar animado.
Riza sonrió ligeramente. "Creo que ninguno de los dos estamos hechos para el matrimonio."
Sin poder resistirlo me acerqué a ella y le robé un beso en los labios, sorprendiéndola. "Ya lo veremos." Dije antes de tomar mi maleta y salir de su departamento.
Tenía que hablar con Maes pero no precisamente para que me ayudara con el divorcio sino para que me diera consejos para conquistar a mi esposa.
Maes no podía creer que me había casado con Riza en Las Vegas, pero estaba tan feliz por mí hasta que le conté la insistencia de ella en divorciarse de mí.
"Amigo mío, eso te pasa por andar de mujeriego, por esa misma razón ella te ha mantenido alejado y solamente como su amigo. ¿Por qué no te aplacaste hace tiempo?"
Exhalé pesadamente mientras me pasaba la mano por mi cabello. "Tú sabes que es más la fama que tengo que otra cosa."
"Sí, pero para todos los demás incluyendo a Riza tú eres un mujeriego de primera." Se retiró sus lentes para comenzar a limpiarlos. "Sé sincero conmigo. ¿Qué sientes por Riza?"
"Me gusta estar a su lado, platicar y pasar el tiempo con ella. Riza es una mujer hermosa por dentro y por fuera. Con ella siento que puedo ser yo mismo… me siento en paz y feliz. Cuando tuve intimidad con ella, sentí una conexión increíble, algo que jamás había sentido."
"¿Y no quieres divorciarte de ella?"
Negué de inmediato con mi cabeza. "No, obviamente no tenía planeado casarme pero realmente quiero intentarlo, quiero estar a su lado."
Maes comenzó a sonreír mientras se colocaba nuevamente sus lentes. "¿Realmente no sabes cómo se llama todo esto que me dices?"
Lo miré confundido. "No te entiendo."
Maes comenzó a reír mientras golpeaba mi espalda. "Amor, amigo mío, estás enamorado."
"¡¿Qué?!"
"Lo que oíste, estás enamorado de Riza, apostaría a que llevas tiempo así pero hasta apenas te estás percatando de ello."
"¿Por qué lo dices?"
"Mmm ¿por dónde empezar? Desde que tú y ella son amigos, siempre tratas de pasar tiempo con ella, te preocupas por ella y de un tiempo para acá tus citas no han significado nada para ti, sin mencionar de que con el paso de los años las has reducido considerablemente. Casualmente desde que Riza apareció en tu vida, no has salido con una chica rubia. Y la cereza del pastel, a la primera oportunidad que tienes de desposarla lo haces."
Cuando Maes ponía de esa forma los hechos, no había forma de refutarlo. Jamás me había enamorado por lo que desconocía el sentimiento por completo, pero si me ponía a analizar con atención lo que me decía mi amigo, tenía razón, inconscientemente me había enamorado perdidamente de Riza.
"¿Qué vas a hacer?" Su pregunta me sacó de mi ensimismamiento.
Me pasé la mano por mi rostro. "No quiero que nos divorciemos, quiero que le demos una oportunidad a nuestro matrimonio."
"Ten en cuenta que si vas a seguir adelante con el matrimonio significa que se acabaron las fiestas y citas."
"Por Dios, Maes. Sabes perfectamente que ya tiene al menos 6 meses que salí con una chica y muchas de esas 'citas' no fueron románticas. Jamás engañaría a Riza."
"Es bueno que tengas eso claro. Pero tienes que ganarte el amor de Riza para que acepte continuar con el matrimonio."
"Lo sé, por eso necesito ideas y que pase lo que pase no le digas que te he pedido que ignores lo del divorcio. Hazle creer que estás en ello pero que hay demasiada gente en fila o invéntate cualquier cosa creíble que me ayude a ganar tiempo."
"De acuerdo, te ayudaré. Tienes suerte de que siempre traiga fotos de algunos de los regalos que le he dado a mi hermosa Gracia pero más te vale que me protejas de Riza si se llega a enterar de que no hice nada con su papeleo de divorcio."
No pude evitar reír. "Me esforzaré para conquistarla."
Riza
"¡¿Que hiciste qué?!"
"Silencio, Becky, no quiero que toda la cafetería se entere." Regañé a mi amiga. Tenía el presentimiento de que actuaría de esta forma pero sabía que ella me escucharía y me aconsejaría. Después de tranquilizarla y de ver que ya no teníamos la atención de todos los demás sobre nosotras, le conté todo lo que había ocurrido.
"Lástima que no haya ido a ese viaje contigo, me hubiera encantado ser tu madrina." Lloriqueó Rebeca.
"Becky, esto fue producto de una borrachera."
"Pero eso no quita que ahora eres esposa de uno de los solteros más sexis y codiciados de la ciudad. Serás la envidia de todas las mujeres cuando salga a la luz."
"¿No me pusiste atención?"
Rebeca exhaló. "¿No crees que sea posible que él de verdad quiera intentarlo? Después de todo dijiste que él se quedó con los papeles, te dijo que no se daría por vencido tan fácilmente y te besó estando sobrio."
"Pienso que tal vez es un reto para él. Roy es mi amigo pero sé que tiene un gran ego y que posiblemente eso sea lo que lo esté motivando."
"Sé que tu amistad con Roy es buena y cercana, incluso me habías dicho que contigo se mostraba de otra forma, que él no te mentía y que sabías detectar cuando lo hacía. Entonces ¿detectaste si te estaba mintiendo cuando te dijo eso en tu departamento?"
Suspiré. "No."
"¿Entonces?"
"No detecté que estuviera mintiendo pero eso no significa que tal vez quiera seguir con esto para alimentar su propio ego."
"O quizás él está enamorado de ti y tú de él y precisamente fue por eso que terminaron casándose."
"¡¿Qué?! Eso fue porque estábamos borrachos."
"Cuando estamos ebrios es más fácil hacer y decir las cosas que no nos atrevemos a hacer estando sobrios. ¿Acaso tras estos años de amistad no sientes algo por Roy más allá de la amistad?"
"Le tengo cariño, pero no he pensado en él de forma romántica."
"¿En serio? No me mientas y sobre todo no te mientas a ti misma."
Inhalé profundamente mientras pensaba. "Estaría ciega si dijera que no es atractivo."
"Aja, sigue." Dijo Rebeca inclinándose más sobre la mesa para no perderse de nada de lo que dijera.
"Como amigo es muy bueno."
"¿Y en la cama?" Dijo moviendo sus cejas sugestivamente.
"Rebeca." Le advertí.
"Oh, vamos, confírmame que es bueno en la cama porque tiene pinta de ser un buen amante."
Gruñí internamente, a mi amiga obviamente le gustaban los detalles sucios, los cuales no iba a difundir, no cuando estaba más preocupada por mi situación actual.
"¿Podemos hablar del tema principal?"
Ella hizo un puchero. "¿Por qué siempre evitas los temas más divertidos y jugosos?" Suspiró. "Entonces confiesa que al menos tienes un crush por él." Justo cuando iba a protestar ella me interrumpió. "No evadas lo que te pregunto, háblame con la verdad."
Agaché ligeramente la cabeza tratando de darle un nombre a lo que sentía por Roy antes de mirar nuevamente a mi amiga.
"Le tengo cariño pero realmente no sé si pudiera verlo como mi pareja." Respondí con sinceridad.
"¿Por qué?"
"Él siempre ha sido bueno conmigo pero sé que le gusta andar de cita en cita, quiero creer que no me engañaría pero me temo que se cansaría pronto de mí. Además, recuerda que su padre es dueño de una empresa de exportaciones e importaciones muy importante."
Rebeca colocó su mano sobre la mía y le dió un fuerte apretón. "Dudo mucho que se canse contigo, eres muy hermosa, Riz. Incluso me atrevería a decir que él sí está enamorado de ti."
La miré confundida. "¿Por qué piensas eso?"
"Porque le encanta pasar tiempo contigo, los detalles que tiene contigo, la forma en que te mira-"
"Son solamente gestos de amigos. Además, pasamos mucho tiempo juntos porque hacemos un buen equipo y presentamos buenas campañas publicitarias a nuestros clientes." La interrumpí, no podía ser posible lo que ella estaba diciendo.
Ella me miró incrédula. "No me refiero al tiempo que pasan trabajando juntos, aunque no dudo que eso también ayude. Riz, para mí esas invitaciones a comer, los detallitos y la forma en que se comporta contigo no son solamente de amigos. Son de un pretendiente y si no te has dado cuenta de un tiempo para acá no se le ha visto salir con otras chicas."
"Creo que estás viendo cosas donde no las hay."
"Y yo creo que te estás negando a ver lo que tienes frente tuyo. Y ahora, dime ¿qué tiene que ver el padre de Roy en esto?"
"Él no aprobaría un matrimonio conmigo, está esperando a que Roy tome el mando de la empresa y se case con una de las hijas de sus conocidos para formar una alianza empresarial. Alguien con dinero y posición social. Obviamente para su padre solamente sería una plebeya."
"Creo que en alguna ocasión Roy nos mencionó que él no estaba interesado en el negocio de su padre y que por eso y por la presión que él estaba ejerciendo en su vida personal se había distanciado de él. Así que dudo que a Roy le importe la opinión de su padre, la que le importa es la suya, donde él te debe tener en un gran concepto. Además, no te subestimes, tu abuelo tiene una buena posición, tal vez no tan grande como la de su padre pero no eres una simple plebeya como dices."
Esbocé una ligera sonrisa. "Gracias, Becky. Pero creo que si me quiero ahorrar problemas será mejor que siga adelante con el divorcio."
"¿Por qué no le das una oportunidad? Si después de cierto tiempo nada surge entre ustedes entonces ya pides el divorcio."
Sabía que su propuesta era lógica pero me temía que lo que fuera que sintiera por Roy evolucionara y se convirtiera en algo que me pudiera destrozar si el matrimonio no funcionaba. Era mejor terminarlo ahora para prevenir esa situación. Para proteger mi corazón, para protegerme a mí misma.
"No, creo que es mejor que cada quien siga con sus vidas de soltero."
"No concuerdo contigo pero sabes que cuentas con mi apoyo para lo que decidas hacer. Eso sí, déjame preguntarte algo: ¿no será incómodo seguir trabajando con él tras esta situación?"
"Probablemente pero los dos somos unos adultos y sabremos separar nuestros asuntos personales de los laborales." Tenía que hacerlo.
"Entiendo. Lo que sí te aconsejaría es que no cierres la puerta de tu corazón completamente, tal vez te puedas sorprender si le das la oportunidad."
"Ya veremos."
Durante los siguientes días no había visto a Roy ya que el lunes a primera hora lo asignaron a atender juntas durante toda la semana en las instalaciones de un nuevo cliente. Sin embargo, desde el lunes un hermoso arreglo floral había comenzado a hacer su aparición en mi oficina y no fallaba cada día. Todos y cada uno de ellos traían una tarjeta con una hermosa frase y firmada con la letra "R" y la caligrafía sin lugar a dudas era del pelinegro.
Estaba confundida, por un lado mi corazón se aceleraba al ver las flores y leer las hermosas dedicatorias pero por otra parte mi mente me decía que tuviera cuidado, que no me emocionara, que tal vez solamente eran detalles para disculparse por el arrebato de casarse conmigo. Fue hasta el día viernes que lo vi nuevamente en persona tocando en la puerta de mi oficina.
"¿Se puede?" Roy preguntó en la entrada de mi oficina.
"Claro, adelante."
Estaba terminando de leer unos documentos que tenía frente a mí cuando repentinamente lo sentí a mi lado besando mi mejilla.
"¿Cómo has estado, Sra. Mustang?" Dijo él con una sonrisa.
Me alejé ligeramente de él, sorprendida por el gesto y sobre todo por las palabras. Si bien era cierto que él me besaba en la mejilla como amigos, en esta ocasión el gesto lo sentí mucho más íntimo, más personal. "¿Por qué me llamas así?" Le pregunté confundida.
"Cómo que ¿por qué? Porque eres mi esposa." Contestó como si fuera lo más obvio del mundo mientras se sentaba en la silla frente a mi escritorio, dejando un folder sobre la superficie. "¿Te gustaron las flores?"
Dejé el documento que estaba leyendo a un lado y lo miré. "Roy… te agradezco por las flores, pero no son necesarias si lo que buscas es disculparte por lo que ocurrió en Las Vegas. Los dos tuvimos la culpa."
Él frunció el ceño. "Esas flores no son para disculparme por eso, si no porque no he podido estar cerca de ti estos días."
Inhalé profundamente. "Roy, acordamos que lo mejor sería que consiguiéramos un divorcio y que siguiéramos con nuestras vidas. ¿Acaso no lo has solicitado ya?"
Roy se inclinó sobre el escritorio para acercarse a mí. "Tú fuiste la que acordaste este asunto del divorcio, yo te dije que no me rendiría fácilmente."
"Lo de nosotros no va a funcionar, somos buenos amigos y prefiero que continuemos así." Pude ver algo raro en la mirada de Roy pero fue tan rápido que no alcancé a determinar de qué se trataba. "Ahora, responde a mi pregunta, ¿ya hablaste con Maes?"
Él suspiró y se recargó sobre su silla cruzándose de brazos. "Sí, lo hice."
"¿Te dió un tiempo estimado?"
Se encogió de hombros. "Dice que la temporada de divorcios está a la alta así que tenemos que esperar, hay gente en fila antes que nosotros."
Algo en la mirada de Roy me hacía dudar al respecto, tendría que averiguarlo más tarde. "Espero que no le hayas dicho a nadie más que a Maes."
"¿Por qué te es tan difícil aceptar nuestra realidad?" Preguntó ligeramente molesto.
"Porque fue algo que hicimos ebrios. Ahora dejemos ese asunto personal y hay que enfocarnos en el trabajo." Le di un par de fólderes. "Aquí están los eslogan y mis propuestas de color para las campañas del Sr. Douglas y de Store Inc. Creo que irán muy bien con tus diseños y las ideas que recabamos antes de nuestro viaje."
"¿Eso es todo?" Preguntó ligeramente molesto.
"No, si quieres podemos revisarlos juntos para ver si algo-"
Roy se puso de pie colocando ambas manos sobre el escritorio, inexplicablemente no pude evitar sentirme decepcionada al ver que él no portaba el anillo de bodas. "Por Dios, Riza. Llevamos prácticamente una semana de casados, no te he visto en los últimos días y lo único que recibo de tu parte es trabajo y el recordatorio de un divorcio?"
Hice a un lado mi decepción y me puse de pie para estar a la misma altura que él, no permitiría que me intimidara como sabía que podía llegar a hacerlo en algunas ocasiones si se lo proponía.
"Estamos en el trabajo, creo que los dos somos un par de adultos que saben separar sus asuntos. Ambos actuamos de manera impulsiva y necesitamos nuestras vidas de vuelta."
"¿Acaso tienes un romance y por eso es que estás presionando con este divorcio?" Preguntó enojado, subiendo la voz.
"Por favor, cuida el volumen de tu voz. Además, mi vida personal no es de tu incumbencia." Respondí tratando de cuidar mi tono de voz aunque me estaba resultando difícil ya que Roy era de las pocas personas que sabían cómo sacarme de quicio si se lo proponía.
"¿Que no es de mi incumbencia?" Rió sarcásticamente. "Te recuerdo que estamos casados, todo lo referente a ti me incumbe."
"Pues no lo estaremos dentro de poco y si no tienes nada que hablar referente al trabajo, te pido por favor que te retires. Tengo muchos pendientes que atender."
Vi que apretó sus manos en puños mientras respiraba profundamente. Sin decir nada, tomó los documentos que le había dado y salió de la oficina molesto.
Suspiré pesadamente mientras me dejaba caer sobre mi silla. Jamás había visto a Roy comportarse de esa manera, ¿acaso estaba celoso? No, no podía ser posible, él me quería como amiga. Tal vez estaba sintiendo su orgullo de macho herido y quería marcar territorio.. Sí… tenía que ser eso.
Respiré profundamente, tenía que despejar mi mente de Roy y enfocarme en mi trabajo.
Roy
Después de salir de la oficina de Riza, me dirigí a la mía pero como no podía tranquilizarme decidí dar un paseo por un parque que se encontraba cerca del edificio. Caminé por algunos minutos hasta que encontré una banca desierta donde me senté a pensar y a tratar de tranquilizarme. Nunca había sentido estos sentimientos en mi vida. Estaba furioso ante la sola idea de que Riza tuviera a un pretendiente con el cual quería regresar y que fuera esa la razón por la que ella estaba presionando para divorciarse de mí.
Al pensar en el divorcio me sentía triste e impotente. Me dolía porque no podía o más bien no quería creer que ella no sintiera nada por mí. No cuando sentí que sus besos y sus caricias correspondían las mías, no cuando a pesar de nuestro estado de ebriedad y de que ella me había confesado que nunca había estado de esa manera con un hombre los dos nos entregamos en cuerpo y alma cuando hicimos el amor. A pesar de mi historial con mis numerosas citas, habían sido contadas las veces con las que había tenido sexo y solamente con Riza había hecho el amor.
"¿Por qué la cara larga?" Escuché una voz que interrumpió mis pensamientos. Levanté mi cabeza para encontrarme con Maes quien estaba cargando a su hija Elicia.
"Tío Roy, ¿estás triste?" Preguntó la pequeña niña quien de inmediato se inquietó en los brazos de su padre para que la bajara. En cuanto lo hizo se acercó a mí y sin poder evitarlo y a pesar de mi mal humor sonreí. La cargué, besé su mejilla y la coloqué sobre mi regazo.
"Hola, pequeña. No, solamente estoy pensativo."
Maes se sentó a mi lado observándome.
"¿Seguro?" Preguntó Elicia, mirándome con la misma curiosidad que su padre.
"Sí, pequeña. Solamente que tengo mucho trabajo y estoy pensando en cómo resolverlo."
La niña asintió y miró los juegos que estaban frente a nosotros.
"Papi, ¿puedo ir a jugar?" Dijo Elicia apuntando hacia al frente.
"Claro, princesa. Pero no te alejes, ¿de acuerdo?"
"Sí, papi."
Bajé cuidadosamente a Elicia de mi regazo y la vi correr alegremente hacia la pequeña resbaladilla.
"¿Qué tienes?" Me preguntó Maes.
Sabía que mi amigo podía ver que algo me aquejaba. Él era muy perceptivo y si era sincero necesitaba a alguien que me escuchara ya que la otra persona en quien confiaba era la causante de mi mal de amores.
"¿No tienes trabajo en la oficina?" Le pregunté sin dejar de observar a Elicia jugando.
"Hoy salgo temprano para recoger a Elicia del kinder para que Gracia pueda realizar sus tareas en la casa tranquilamente. Siempre la traigo al parque para cansarla antes de llevarla a casa. Te vimos perdido en tus pensamientos y fue como llegamos aquí." Sentí cómo me miró cuidadosamente por unos momentos. "Tengo el presentimiento de que estás así por Riza, ¿no es así?"
Me limité a asentir.
"¿Qué pasó?"
Suspiré y me pasé una mano por el cabello. "Sigue insistiendo con el divorcio. No la vi toda esta semana hasta el día de hoy porque me estuvieron mandando al edificio de uno de nuestros clientes. Decidí no presionar durante estos días, limitándome a mandarle solamente arreglos florales y cuando hoy fui a verla a su oficina fui recibido por su pregunta acerca del divorcio. Me molesté y le pregunté si su prisa por divorciarse de mi era porque tenía algún pretendiente."
Maes meneó su cabeza de un lado a otro sin apartar la vista de su hija. "¿Por qué le dijiste eso?"
Me llevé las manos a la cabeza, inclinándome ligeramente al frente. "¿Qué otra explicación puede haber? No la vi durante toda la semana, me estaba muriendo por besarla y estrecharla entre mis brazos y ¿eso es lo que recibo?"
"Roy, tienes que comprenderla. Su matrimonio no se dio bajo condiciones normales, fue repentino y en estado de ebriedad. Considero que es normal que ella se sienta confundida e incluso frustrada con esta situación."
Levanté mi cabeza para mirar a mi amigo. "Tal vez se siente culpable de que se casó cuando estaba saliendo con otro antes de casarse conmigo y por eso le urge deshacerse de mí."
Maes sonrió. "Estás celoso."
"¡¿Qué?!"
"Lo que escuchaste, estás celoso de que ella pueda estar saliendo con alguien."
"Por supuesto que no."
"¿En serio?"
Regresé mi mirada hacia donde estaba Elicia. Celoso. Demonios, realmente estaba celoso y no me había dado cuenta. Nunca había sentido celos estando con ninguna otra chica.
"Bien, si lo estuviera, no tiene nada de malo porque es mi esposa."
"No tiene nada de malo siempre y cuando no exageres. Celar un poco de vez en cuando a tu pareja no hace daño pero si te conviertes en un cavernícola posesivo eso condenaría tu relación, sobre todo con una mujer como Riza. ¿Has hablado con ella acerca de tus sentimientos?"
Negué con la cabeza.
"Si no lo haces, ¿cómo esperas que no siga presionando con el divorcio?"
"¿Cómo voy a decirle que estoy enamorado de ella cuando apenas me dí cuenta?"
"Deja que tu corazón te guíe y controla esos malditos celos tuyos… Sabes, no creo que ella estuviera viendo a alguien antes de casarse contigo, porque me da la impresión de que Riza, por muy ebria que hubiera estado, jamás le habría hecho eso a alguien a quien quisiera… Supongo que consumaron el matrimonio, ¿cierto?" Asentí con la cabeza. "Eso sigue sustentando mi idea. Así que mejor llevala tranquila con ella, llega a su corazón y tenle paciencia."
Exhalé pesadamente. "Lo único que quiero es tenerla a mi lado para hacerla feliz. Quiero gritar a los cuatro vientos que ella es mi esposa y que yo soy su esposo."
"Paciencia, amigo. Verás que valdrá la pena."
Riza
Durante la siguiente semana no tuve la oportunidad de ver a Roy ya que me tocó hacer voluntariado en algunas escuelas de la zona. Pero eso no evitó que él me mandara mensajes de texto y voz, preguntando si me encontraba bien y cómo me había ido en el día. Se disculpó por la discusión y me siguió tratando como antes de que nos casáramos. Como amigos. Y no podía terminar de entender el porqué eso me desilusionada e incluso me dolía.
Después de haber platicado con Rebeca, no podía evitar analizar cada una de las interacciones que había tenido con Roy en los últimos años. No lo había notado, ni siquiera pensado hasta que mi amiga me dijo que para ella, Roy estaba tratando de conquistarme desde hace tiempo. No podía creerlo, para mí habían sido interacciones amistosas dado que cuando lo conocí lo rechazé de inmediato en la primera oportunidad que coqueteó descaradamente conmigo. En ese entonces, sabía que lo hacía más que nada por diversión, pero ahora ya no estaba segura.
No podía negar que Roy me atraía, después de todo era un hombre guapo y a pesar de su fama, sabía que era un buen hombre. Pero aún así, temía ceder a su idea de seguir con este matrimonio, porque si no funcionaba podría perder su amistad y aunque no quería admitirlo, tenía el presentimiento de que una ruptura de ese tipo entre nosotros rompería mi corazón. Ahora que Rebeca me había hecho ponerme a analizar mi corazón, me estaba dando cuenta que ya había desarrollado sentimientos por Roy y eso me aterraba, porque si él solo veía esto como un juego, terminaría lastimada y yo, siendo la cobarde que era con respecto a mis sentimientos, prefería dar un paso a atrás y prevenir esa situación. Era lo mejor.
Justo cuando iba camino a mi departamento, me encontré con Maes, así que decidí saludarlo y preguntarle acerca de nuestro divorcio. Entre más pronto solucionara esto, mejor.
"Hola, Maes."
"¡Hey, Riza! ¿Cómo has estado?" Me saludó efusivamente mientras me daba un beso en la mejilla.
"Todo bien, gracias. ¿Cómo han estado Gracia, Elicia y tú?"
Su sonrisa se ensanchó. "Todos hemos estado de maravilla. Deberías de visitarnos pronto, Elicia no deja de preguntar por su tía Riza."
Reí ligeramente. Había conocido a Maes y su familia por Roy. Todos eran excelentes personas. Elicia, su hija de 3 años me había agarrado cariño y si era sincera yo también quería mucho a esa hermosa niña.
"Pronto iré a saludarlos, le debo una fiesta de té a Elicia."
"Genial, sé que le encantará."
"Maes, quiero preguntarte acerca-"
Él levantó su mano. "Vamos, te invito un café y ahí platicamos de ello."
"Está bien."
Fuimos a una cafetería que estaba a un par de cuadras de donde nos habíamos encontrado. Afortunadamente encontramos una mesa al fondo donde nadie nos molestaría.
Cuando tuvimos nuestros cafés, miré a Maes. "Dime que Roy ha hablado contigo respecto al trámite legal que necesitamos realizar."
Maes suspiró y asintió ligeramente. "Sí, él me dijo todo."
"Bien, ¿cómo va el trámite?"
"Me disculpo por la demora, pero hay demasiados casos y desafortunadamente muchos son de divorcios y custodias. Así que podrás irte imaginando lo "tranquilo" que han sido mis días en la oficina estos días." Maes dijo con una ligera sonrisa irónica en sus labios.
"Entiendo, pero ¿no necesitas algunos documentos o firmas?"
"Todavía no, yo te llamaré cuando sea el momento." Inhaló profundamente. "Riza, siempre como abogado tengo esta plática para este tipo de casos pero en esta ocasión es algo mucho más personal, porque te considero mi amiga y porque mi mejor amigo, prácticamente mi hermano, está involucrado. ¿Estás realmente segura de esto?"
Suspiré. "Gracias por tenerme en ese concepto, Maes. Yo también te considero mi amigo. Sé que tú estás a favor de las familias y por ende del matrimonio pero en este caso fue tan solo un arrebato."
"¿En serio? Porque llevo conociendo a Roy desde hace muchos años, he tenido borracheras con él y estoy completamente seguro de que no fue solamente un arrebato de su parte." Me observó detenidamente por un par de segundos. "Incluso me atrevería a decir que tampoco lo fue de tu parte."
"Maes, Roy y yo tan solo somos buenos amigos que dejamos que una borrachera nos llevara al altar. Eso es todo."
"Y a la cama." Comentó él moviendo sus cejas sugestivamente.
Gruñí frustrada mientras sentía que un leve sonrojo de vergüenza se asomaba en mis mejillas. "¿Por qué te dijo eso?"
"No me lo dijo, lo deduje cuando me comentó lo del divorcio." Él colocó su mano sobre la mía. "Riza, contrario a lo que mucha gente piensa, mi amigo no se acuesta con cualquiera desde hace mucho tiempo. Creo que ustedes dos harían una buena pareja, un buen matrimonio y en un futuro una hermosa familia como la mía."
Negué con la cabeza. "Sé que Roy es un buen hombre pero no es justo que lo condene a un matrimonio que surgió de una borrachera. En algún momento se dará cuenta del error y entre más tiempo lo dejemos pasar, más corremos el riesgo de afectar la amistad que tenemos y eso es algo que a mí no me gustaría perder."
"¿Él ha hablado contigo?"
"No hemos hablado mucho… realmente no hemos coincidido con las asignaciones que hemos tenido."
"Dale una oportunidad, contrario a lo que tú piensas yo creo que si se dan la oportunidad los dos pueden ser muy felices."
Tragué el nudo que se había formado en mi garganta. "Gracias por tus buenos deseos, Maes, pero creo que lo mejor es seguir adelante con el divorcio y con nuestras vidas."
Maes me miró fijamente a los ojos. "¿Estás enamorada de alguien más?"
"No, no lo estoy."
"Al final haré lo que tú y Roy me pidan pero sí voy a insistir en que al menos se den una oportunidad."
"Gracias, Maes. Si algo llegara a cambiar te lo haré saber."
Durante los siguientes días, revisé el contenido del fólder que Roy había dejado en mi oficina la vez que discutimos. Eran algunos anuncios de casas y departamentos disponibles para venta o renta en la ciudad, sin lugar a dudas él tenía la intención de seguir presionando con el asunto de seguir adelante con el matrimonio. Sin embargo, tras esa discusión, nuestros trabajos nos habían tenido muy ocupados y a pesar de que pasábamos mucho tiempo juntos debido a que estábamos llevando las campañas de varios clientes, solamente nos limitamos al aspecto profesional. Aún así podía sentir su intensa mirada sobre mí todo el tiempo y cada vez que teníamos contacto, éste permanecía un poco más de lo que era normal. Todos los días había una rosa en mi escritorio y una buena taza de café que sin lugar a dudas provenían de él. Conforme el tiempo pasaba, una parte de mi rogaba que el divorcio se concretara lo más pronto posible porque de lo contrario terminaría cediendo a los crecientes sentimientos que tenía por Roy. Mi cabeza sabía y entendía perfectamente que él estaba fuera de mi alcance pero mi corazón parecía no recibir ese mensaje.
En mi afán por convencerme de que no debía ceder a mis crecientes sentimientos por Roy, no pude evitar recordar la vez en que conocí por casualidad a su padre. Habíamos ido a comer a un restaurante con uno de nuestros clientes. Cuando terminamos el negocio, Roy insistió en que disfrutáramos un poco más del lugar y de los postres. Fue ahí que nos encontramos con su padre. Nos saludó en cuanto nos vio pero pude percatarme, por la actitud de Roy, que su relación no era muy buena.
Cuando fui al sanitario, su padre me interceptó y me preguntó si era la novia de su hijo, tranquilizándose cuando le dije que solamente éramos amigos y compañeros de trabajo. Antes de que me dejara continuar con mi camino me advirtió que jamás me hiciera ilusiones con su hijo, que solamente sería una aventura porque él se encargaría de que su hijo se casara con alguna hija de uno de sus amigos dueños de otras grandes empresas. Yo me limité a asentir y a continuar mi camino sin darle mucha importancia, ya que en ese momento no me había dado cuenta de que ya estaba comenzando a sentir algo por Roy.
Era más que obvio que si su padre se llegara a enterar de nuestro matrimonio, daría el grito en el cielo y se encargaría personalmente de divorciarnos, de eso no tenía duda. Era mejor que terminara esto antes de que él siquiera se diera cuenta.
Al mirar mi calendario, no pude evitar sorprenderme al ver que ya habían pasado prácticamente 3 meses desde que nos habíamos casado y por si fuera poco, la próxima semana sería el cumpleaños de Roy y justamente ese día estaba programada una cena de gala de uno de nuestros clientes. Independientemente de que había un divorcio en proceso entre nosotros, quería darle un regalo de cumpleaños, así que decidí que saliendo del trabajo me pondría a hacer una lluvia de ideas de qué podría regalarle.
Roy
Era un poco tarde, casi todos en el edificio se habían ido pero yo me había quedado para avanzar algunas cosas para mañana ya que con la gala a la que tenía que asistir el día siguiente me obligaría a retirarme temprano. Sabía que Riza también asistiría y no podía evitar desear que ella me aceptara finalmente como su esposo y que pudiera presumirla entre mis brazos como mi hermosa esposa, como la mujer que llevaba años tratando de conquistar inconscientemente.
Ya habían pasado 3 meses desde nuestra boda y no había visto un avance significativo en nuestra relación, había decidido ir despacio pero ahora me preguntaba si esa había sido una buena estrategia… si algún día ella me amaría.
El sonido de mi celular interrumpió mis pensamientos y no pude evitar gruñir ligeramente al darme cuenta de quien me estaba llamando.
"Mustang." Respondí secamente.
"Vaya forma de saludar a tu padre, muchacho."
"Creo que sabes perfectamente porqué me dirijo a ti de esa forma."
"Oh, vamos hijo. Todavía que te estoy llamando para felicitarte. Gracias a este día llevo 32 años siendo padre."
Miré mi calendario, no me había percatado de que mi cumpleaños estaba cerca, pero típico de mi padre desde que mi madre murió, lo olvidaba o se equivocaba de día.
"Es mañana."
Escuché un gran suspiro. "Bueno lo estoy adelantando, mañana salgo de viaje a Xing a cerrar un par de negocios."
"Gracias por la felicitación, que tengas un buen viaje." Dije neutralmente mientras intentaba colgar.
"Roy, espera. Muchacho, solamente quiero recordarte que ya a tu edad yo ya te tenía a ti. Recuerda que eres el último Mustang, así que me gustaría que te casaras y que tuvieras al menos un varón para asegurar nuestro apellido cuando menos por una generación más. Sabes, mi amigo de Xing tiene una bella hija de 25 años, soltera y que está buscando un buen partido."
Sabía que algo tenía planeado, desde que mi madre había muerto, él era así. Típico de él, usarme para su conveniencia. "No estoy interesado."
"Pues a mí sí me interesa. Tendrían hijos muy bellos-"
"Y déjame adivinar, ganarías una fuerte alianza comercial con este amigo tuyo."
"Sabía que entenderías a lo que me refería. Todos salimos ganando."
"Olvídalo, no me interesa. Ya no soy ese niño que puedes manipular y usar a tu gusto. Soy un hombre adulto que decide lo que quiere y en estos momentos no tengo planeado casarme." No cuando todavía estaba deseando salvar mi matrimonio con Riza, pero eso no se lo diría.
"Podrías vivir en Xing, reconectar con parte de tus raíces-"
"Puedo reconectar con ellas sin tener que dejar el lugar donde estoy a gusto. Mira tengo mucho trabajo que hacer, nos vemos." No lo dejé replicar, colgué mi teléfono y recargué mi cabeza sobre el respaldo de mi silla, sobando mis sienes. Siempre que mi padre llamaba era para tratar de conseguir algo que beneficiara a su empresa y hoy no había sido la excepción, aunque debo de reconocer que en esta ocasión estuvo más cerca de atinarle a mi cumpleaños. No podía entender cómo un padre podría tratar y usar a un hijo de esa forma, yo jamás haría eso con el mío si algún día lo tuviera. En ocasiones como estas no podía evitar que una parte de mí extrañara al padre amoroso que alguna vez fue pero, desafortunadamente, ese hombre murió con mi madre.
"Roy, ¿te encuentras bien?" Me sobresalté ligeramente al escuchar que alguien más estaba en el lugar, pero me tranquilicé de inmediato al darme cuenta de que era Riza. Me senté erguido en mi silla para verla.
"Sí, solamente un pequeño dolor de cabeza que amenaza con aparecer. No te escuché entrar."
"Toqué a la puerta pero no me escuchaste. Iba de salida pero vi la luz de tu oficina y quería cerciorarme de que estuvieras bien."
Sonreí, a pesar de todo ella siempre se preocupaba por mi.
"Ahora lo estoy."
Ella evitó mi mirada. "¿Qué estás haciendo a estas horas?"
Me encogí de hombros. "Solamente estoy avanzando algunas cosas, ya que con la gala de mañana no me será posible hacerlo."
Ella enarcó una ceja. "¿En serio estás bien? El Roy Mustang que conozco no suele adelantar trabajo." Dijo con un tono divertido.
"Pues ya ves, todo puede pasar. Tal vez es el indicio de que el apocalipsis está cerca."
Ambos reímos. No pude evitar deleitarme de escuchar la risa de Riza. Quería verla siempre feliz, quería ser yo quien la hiciera feliz.
"Eso parece." Miró su reloj. "Será mejor que me vaya, no trabajes mucho."
"Oye, no vi tu auto."
"Lo tuve que llevar a servicio, me lo darán hasta el lunes."
Me puse de pie tomando mi saco conmigo. "Entonces te llevaré a tu departamento."
"No es necesario-"
"Lo haré, es mi deber cuidar de ti y me encantaría hacerlo todos los días si me dieras la oportunidad… me encantaría compartir el mismo techo-"
"Roy… por favor no insistas en algo que ya está decidido."
Suspiré y decidí dejar el tema por el momento. No quería perder la oportunidad de al menos escoltarla a su departamento.
"Lo haré si me dejas llevarte hasta la puerta de tu departamento."
Ella suspiró. "Está bien."
El viaje en el auto se me hizo muy corto. Ella insistió en que no necesitaba ser escoltada a su puerta, pero yo fui más insistente. En su puerta, renuentemente besé su mejilla antes de dar media vuelta para seguir con mi camino.
"¿Roy?"
Me detuve de inmediato y me volteé para verla. "¿Qué sucede?"
Vi que estaba ligeramente nerviosa, algo raro en ella.
"¿Te gustaría entrar un momento?"
No pude evitar sonreír. "Me encantaría."
Había estado un par de veces en su departamento, pero como siempre a pesar de que era pequeño, se podía sentir como un hogar. Su toque cálido, tranquilo pero lleno de amor, un sentimiento que de golpe había aprendido a reconocer y que deseaba poder compartir con la rubia frente a mí. Deseaba amar y ser amado por ella.
"¿Te ofrezco café, té, un refresco o agua?"
"Uh, un café estaría bien si no es mucha molestia."
"Ninguna, enseguida vuelvo. Por favor ponte cómodo." Me señaló su pequeña sala antes de desaparecer en su cocina. Me senté en el sofá disfrutando la calidez de un hogar.
A los pocos minutos, Riza regresó con dos tazas humeantes, una de café para mí y una de té para ella. Al tomar el primer sorbo sonreí internamente al darme cuenta de que ella siempre sabía cómo me gustaba tomarlo.
Disfrutamos de la compañía del otro conversando de diferentes temas e incluso riendo de nuestras bromas. Sin darnos cuenta un par de horas pasaron volando. Odiaba tener que irme sobre todo sabiendo que éramos esposos.
"Será mejor que me vaya, ya se ha hecho un poco tarde y ambos necesitamos descansar, mañana será un día largo para los dos." Me puse de pie. "Muchas gracias por el café."
Ella se puso de pie. "Gracias por traerme."
"No hay de qué. Nos veremos mañana."
"Espera."
La miré confundido mientras ella se dirigía a su cuarto regresando con una pequeña caja en sus manos.
"Sé que mañana es tu cumpleaños pero probablemente con lo ocupados que estaremos en la gala no tenga la oportunidad de dártelo, así que prefiero hacerlo ahora. Es algo pequeño pero espero que te guste. Feliz Cumpleaños, Roy."
Tome la cajita de sus manos antes de mirarla con una sonrisa. "Muchas gracias, no debiste haberte molestado. ¿Puedo abrirlo?"
"Por supuesto."
Retiré la envoltura cuidadosamente antes de abrir la caja y ver el contenido. Era un elegante reloj que sin lugar a dudas usaría de ahora en adelante. Me retiré el que llevaba puesto y me coloqué el nuevo, ligeramente sorprendido de que me quedara a la perfección. Sin duda Riza era excelente para prestar atención a los más mínimos detalles.
La miré a los ojos. "Muchas gracias, es muy bonito y me queda a la perfección."
Ella sonrió. "Me alegra de que te haya gustado y quedado."
"Aunque me falta algo, considerando que me estás adelantando mi regalo."
Ella me miró confundida. "¿Qué falta?"
Siguiendo mi impulso la atraje a mis brazos sintiendo cómo ella al principio se congelaba pero después se relajaba retornando el gesto.
"Mi abrazo." Susurré en su cabellera rubia. En ese momento me permití regocijarme de su cercanía, deseando que algún día pudiera tener esto por el resto de mi vida. Si ella me aceptara como su esposo, ese sería sin lugar a dudas mi mejor regalo.
Después de un par de minutos, deposité un beso en su cabeza y renuentemente dejé de abrazarla. "Gracias."
No sé si fue mi imaginación pero pude notar un ligero sonrojo en sus mejillas. "De nada."
Tomé la caja donde había colocado el reloj que traía antes y sin detenerme a pensarlo me incliné y besé la comisura de sus labios. "Gracias, Riza. Descansa."
Me dirigí a la puerta y salí del departamento con una gran sonrisa. Este simple momento con la mujer que amaba me había ayudado a olvidar por completo el amargo momento que había tenido horas atrás con mi padre. Esa era la magia que Riza tenía sobre mí y en el fondo de mi corazón esperaba algún día tener ese mismo efecto en ella.
Riza
Me quedé un par de minutos congelada en mi lugar tocando la comisura de mis labios con mis dedos, donde Roy me había besado. Sin lugar a dudas no me hubiera importado que me besara en los labios pero sabía que él estaba respetando mi decisión y no pude evitar preguntarme si realmente él estaba enamorado de mí como Becky decía.
Sacudí mi cabeza no deseando hacerme falsas esperanzas. Al menos había confirmado que nuestra amistad seguía intacta y que a pesar de todo lo acontecido en Las Vegas, no nos molestaba ni nos sentíamos incómodos al lado del otro. Ese sería mi consuelo cuando el divorcio se hiciera oficial.
Inhalé profundamente, decidí darme un baño y preparar mis cosas para mañana. Tenía que prepararme mentalmente para la gala de mañana donde sin lugar a dudas varias mujeres estarían alrededor de Roy pidiéndole un baile. La parte racional en mí me decía que no tenía que molestarme por ello, al fin y al cabo el divorcio estaba en proceso y él era libre de hacer lo que quisiera. Pero no podía evitar sentir celos solo de imaginarme a otras mujeres coqueteando con él. Por más que estaba intentando sacarlo de mi corazón, él encontraba la forma de volver a adentrarse en él, muestra de ello era el beso que hace unos minutos me había dado.
Suspiré y traté de no seguir pensando en ello por lo menos esta noche.
Al día siguiente, durante la gala Roy y yo tuvimos muchas conversaciones con los clientes e invitados pero después vino la cena y posteriormente el baile, donde tuve que participar en algunos bailes con algunos de los clientes e invitados. En cada pieza no podía evitar desviar mi vista hacia Roy, quien portaba un elegante traje que lo hacía ver más guapo si eso era posible. Como había previsto se encontraba en todo momento rodeado de alguna hermosa mujer y por más que intentaba negarlo, cada vez me convencía más y más de que estaba sintiendo celos. Pero ese sentimiento quedó ligeramente relegado cuando un hombre volvió a aparecer frente a mí insistiendo en que bailara nuevamente con él. Ya lo había hecho un par de veces pero lo hice por educación más que por gusto. El tipo trataba una y otra vez de colocar sus asquerosas manos en lugares inapropiados y cada momento era peor porque seguía poniéndose más y más borracho. Más insufrible. Me estaba costando cada milímetro de mi ser contenerme para no golpearlo en sus partes nobles en medio de esta gala.
"Oh, vamos, preciosa, concédeme otra pieza. O es más, vamos a mi cuarto, te aseguro que pasaremos un buen rato."
"Señor James, ya se lo he dicho varias veces esta noche y se lo voy a volver a repetir, no, gracias, no estoy interesada. Ahora si me disculpa."
Traté de alejarme de ese hombre pero él me sujetó por el brazo. "No te vas a ir, lindura."
"Suélteme." Traté de contener mi furia aunque parte de ella se había colado en mi tono.
"No lo creo, preciosa."
"¡Sueltala, imbécil!" Roy apareció furioso detrás de mí, apartando al sujeto y colocándose enfrente de mí.
"¿Por qué te entrometes? Este asunto es entre ella y yo." Espetó el hombre.
Roy no se intimidó en absoluto. "Ya se lo dije, déjela en paz. Ella ya ha sido lo suficientemente cortés para concederle un par de piezas." Él me tomó del brazo y comenzamos a caminar.
El hombre empujó a Roy tambaléandolo, ahí me percaté que Roy había estado bebiendo un poco más de lo usual, de otra manera ni siquiera lo hubiera movido. "Ella no se irá, es mía."
Noté la furia de Roy en su mirada cuando volvió a confrontar al tipo. "No lo es, imbécil. Será mejor que se comporte si no quiere que le parta la cara ahora mismo."
"Vamos, niño bonito, quiero ver esa fanfarronería tuya."
Roy estaba decidido a abalanzarse contra el sujeto, por lo que de inmediato tomé su brazo y le di un ligero apretón, atrayendo su atención.
"Déjalo, Roy, no vale la pena, vámonos."
Pude ver como renuentemente aceptó mi petición y comenzamos a caminar nuevamente cuando el sujeto nuevamente trató de agarrarme del brazo. Roy no lo dudó y lo empujó.
"Déjala. En. Paz." Roy pronunció entre dientes.
"Ya te dije que no te entrometas." Espetó el sujeto.
Roy lo confrontó nuevamente. "Lo haré porque ella no te quiere cerca."
"Ya te dije que es mía."
"Roy, por favor, vámonos." Insistí mientras tomaba su mano, lo que menos deseaba es que se armara un escándalo.
"Lo diré una vez más y escúchalo bien, idiota. Aléjate de ella. Ella es mi esposa." Lo volvió a empujar y me jaló con él para alejarnos de inmediato de ahí. Definitivamente Roy estaba molesto y un poco pasado de copas como para haber soltado esa información en ese momento y en el lugar en el que nos encontrábamos. "Te llevaré a tu departamento, ya he tenido más que suficiente de esta maldita gala." Me dijo mientras seguíamos caminando.
"Te agradezco que me hayas ayudado con ese imbécil pero puedo pedir un taxi y regresar a casa por-"
"Te llevaré." Me interrumpió con tono molesto y dejando en claro de que no iba a convencerlo de cambiar de opinión. Decidí continuar caminando con él. Poco después Roy se detuvo por un momento cuando vio a un mesero con una charola de copas llenas de champagne, tomó una y la bebió de un solo golpe antes de seguir caminando.
"Roy has bebido demasiado así que será mejor que yo conduzca. Te llevaré a tu departamento y de ahí tomaré un taxi."
"No."
Suspiré tratando de mantener la calma, en cuanto salimos al estacionamiento pude sentir cómo la brisa fresca de la noche me hacía temblar ligeramente, haciéndome recordar que había olvidado traer un suéter o un abrigo conmigo. Roy lo notó, soltó mi mano para quitarse su saco que colocó sobre mis hombros antes de tomar nuevamente mi mano y continuar hacia el lugar donde había aparcado su auto.
"Gracias." Le dije, obteniendo un asentimiento de cabeza de su parte.
En cuanto llegamos a su auto, le quité las llaves. "Por favor, Roy. No estás en condiciones para manejar y lo sabes. No voy a permitir que expongas nuestras vidas de esa manera."
Exhaló pesadamente mientras se pasaba una mano por su cabello. "Está bien, tú manejas pero iremos a tu departamento."
"No te regresaré tus llaves hasta que estés sobrio."
"De acuerdo, tomaré un taxi desde tu departamento."
"Roy, como dije puedo llevarte a tu-"
"No, Riza. Aún ebrio puedo cuidar tanto de ti como de mí mismo." Se dió la media vuelta y se subió en el asiento del copiloto.
Inhalé profundamente y me dirigí al asiento del piloto. El viaje fue silencioso aunque se podía sentir una gran tensión entre nosotros, no entendía completamente el porqué. No entendía porqué Roy se había pasado de copas, en todas las galas y otros eventos que hemos ido jamás lo había visto así. Bueno, la última vez que lo vi ebrio fue cuando nos casamos en Las Vegas pero ni en ese entonces sentí la tensión entre nosotros que ahora sentía.
Cuando llegamos a mi edificio, estacioné su auto en el aparcamiento que solía usar para el mío para no obstruir la salida de los autos de mis vecinos y subimos a mi departamento. Llamaría un taxi una vez que le diera unos cuantos vasos de agua a Roy y tal vez un poco de café.
En cuanto entramos, coloqué su saco sobre una silla para que no se arrugara y fui a preparar el café y a traer agua. Cuando regresé, Roy estaba sentado en el sofá con la cabeza gacha. Coloqué la bandeja sobre la mesita de centro y me senté a su lado.
"¿Qué te pasa?" Le pregunté ligeramente preocupada.
"¿Por qué lo preguntas?" Replicó él sin mirarme.
"Usualmente no bebes de esa forma y no te enfrentas así con tipos ebrios."
"Se lo había ganado ese maldito imbécil. Tuvo suerte de que no me permitiste partirle la cara."
"Roy, ¿qué tienes? No recuerdo que bebieras así en este tipo de eventos ni en tus cumpleaños anteriores."
Rió amargamente, lo cual me preocupó más. "Cierto, usualmente no soy un fan de ponerme ebrio, pero creo que hoy lo ameritaba. Salvo que en esta ocasión no hubo boda de por medio."
Coloqué mi mano sobre su brazo. "Háblame." Le dije en voz baja.
Él tomó el vaso con agua y lo bebió de golpe. Colocó su cabeza entre sus manos. "Sabes, siempre fui de la idea de que cuando te esfuerzas, eres paciente y constante puedes conseguir lo que te propones… obviamente no sabía que eso no funcionaba para los sentimientos."
No terminaba de entender lo que Roy estaba diciendo, por lo que le dí un apretón a su brazo y me atreví a preguntarle. "¿A qué te refieres?"
Él suspiró pesadamente. "He entendido después de varios años y sobre todo en estos últimos meses que simplemente no puedes forzar a que alguien te ame."
Pude sentir el dolor en sus palabras y a la vez no podía evitar sentir una punzada de dolor en mi corazón. Roy estaba enamorado y por su tono de voz, no era correspondido. Me dolía verlo sufrir, él era un hombre increíble, tal vez un poco mujeriego pero quería creer que si realmente estaba enamorado dejaría esos días atrás. Al parecer esto de los amores no correspondidos se daba entre amigos.
Quería confortarlo, ayudarlo a sentirse mejor…
"Lo siento, Riza." Él levantó su cabeza y me miró a los ojos. Había dolor en ellos y eso me partía el alma. "Lamento haberte forzado con el matrimonio, por haberte mentido al decirte que había solicitado el divorcio."
"¿Cómo?" Estaba confundida y al parecer mi cerebro en ese momento no cooperaba para terminar de procesar todo lo que venía pasando desde la gala.
"Yo le pedí a Maes que no procediera, que lo retrasara lo más que pudiera y que te hiciera creer que estaba en proceso cuando en realidad no ha hecho nada al respecto por petición mía."
"¿Por qué?"
"Quería ganar tiempo para convencerte de que permaneciéramos casados… para… para conquistarte."
"¿Conquistarme? ¿Por qué, Roy?" No pudiendo contener la duda que había sembrado en mi corazón para convencerme de que Roy no iba en serio conmigo, le pregunté. "¿Todo esto se debe a que querías calmar a tu ego intentando conquistarme por ser la única chica que te ha rechazado?"
Él negó con la cabeza. "Nunca ha sido por mi maldito ego."
"¿Entonces?" Susurré.
"Porque te amo, Riza. Lo he hecho por mucho tiempo sin que me hubiera dado cuenta hasta que nos casamos… Tú siempre has sido increíble conmigo y siempre has dejado en claro que me quieres y te preocupas por mí… como tu amigo."
"¿Me… a- amas?" No podía creer lo que había escuchado, no podía ser posible, tenía que ser algo provocado por el alcohol que Roy había bebido esa noche.
"Sí, Riza, te amo." Agachó su cabeza por un momento, y pude ver que estaba inhalando profundamente antes de volver a encontrarse con mi mirada. "Quiero que seas feliz… aunque ahora estoy seguro de que no importa si no es a mi lado. Así que no quiero que te sientas culpable de esto-"
"Roy-"
"No es tu culpa, más bien es mía. Hablaré con Maes para que proceda con el divorcio y una vez que eso quede arreglado pienso aceptar la oferta de mi padre de ayudarlo con la compañía que está abriendo en Xing."
"¿En Xing?" ¿Se iba a alejar de mí?
"Sí, en Xing, necesito tiempo… no creo poder estar cerca de ti en estos momentos… y, para ser honesto, no sé si pueda hacerlo en el futuro. Pero lo que quiero que sepas es que a pesar de la distancia si en algún momento me necesitas estaré para ti."
La mirada de Roy parecía sincera, aunque llena de dolor, podía ver que estaba conteniendo las lágrimas y eso me hería enormemente. Mi corazón me decía que me abalanzara a sus brazos y le dijera que yo también lo amaba pero mi temor de que todo esto fuera producto del alcohol me detenía.
"Gracias, Riza, por todo. Y realmente siento todas las molestias que te he dado." Se puso de pie. "Pediré un taxi y lo esperaré afuera. Mañana vendré por el auto."
Antes de que mi propia mente me impidiera actuar, lo tomé de la mano a la vez que me ponía de pie, dejando que mis instintos y, sobre todo, mi corazón me guiaran.
"Yo siempre me guardé para tener intimidad con el hombre que sería mi esposo, porque deseaba entregarme solamente a ese hombre por el resto de mi vida, porque soñaba y esperaba que con él jamás sería sólo sexo… sino hacer el amor… que los dos nos entregaríamos en cada ocasión en cuerpo y alma-"
"Perdóname, Riza. No debí tomar tu virginidad pero créeme que jamás lo hice por el simple hecho de tener sexo… yo te entregué mi cuerpo, mi alma y mi corazón esa noche… te hice el amor-"
Me acerqué y coloqué mi dedo índice sobre sus labios para silenciarlo. "Al principio no entendía cómo es que me había entregado de esa forma… ahora lo entiendo completamente. Siempre fuiste tú, Roy, el hombre que estaba esperando."
"No entiendo." Dijo confundido.
"Te amo, Roy Mustang, sin darme cuenta te has adueñado de mi corazón."
"No quiero que digas eso solamente por lástima-"
"Nunca te diría eso a ti en esas circunstancias y lo sabes."
"Entonces, ¿por qué el divorcio?"
"Porque creí que tú no me amabas, que querías permanecer casado conmigo por lástima o por tu ego."
"Jamás haría eso, mis sentimientos son verdaderos."
No pude evitar sonreír y que una lágrima se me escapara, justo como a Roy le estaba sucediendo.
"También los míos lo son."
"¿En serio?"
Asentí con la cabeza y pude sentir como de inmediato él me atraía contra su pecho, abrazándome fuertemente y enterrando su rostro en mi cabellera.
"Te amo, Riza… con todo mi ser."
Yo lo abracé con la misma intensidad. "Y yo a ti, Roy, con cada fibra de mi ser."
Permanecimos varios minutos abrazados disfrutando el momento, disfrutando de los sentimientos que habíamos ocultado por mucho tiempo. Cuando nos separamos ligeramente, sin pensarlo tomé su rostro entre mis manos.
"Perdóname por haberte lastimado, realmente lo siento-"
Fui interrumpida cuando sus labios tocaron los míos, besándome tiernamente y después de mi sorpresa de inmediato correspondí el gesto. Cuando nos separamos debido a la inevitable falta de oxígeno, él colocó su frente sobre la mía.
"No tengo nada que perdonarte. Es más, lo único que quiero pedirte es que me des la oportunidad de ser tu esposo."
Sonriendo, atraje su rostro hacia mí para besarlo nuevamente. "Y lo único que yo quiero es que me des la oportunidad de ser tu esposa."
Sus hermosos ojos ónix brillaron de alegría. "Cásate conmigo."
Reí ligeramente. "Ya estamos casados, tontito."
Él también rió. "Entonces cásate de nuevo conmigo."
Acaricié su mejilla gentilmente. "Por supuesto, pero ahora lo que quiero es que comencemos a ser un matrimonio, que me dejes cuidarte, que vivamos bajo el mismo techo. Tal vez podríamos revisar las opciones que dejaste hace tiempo en mi escritorio."
"¿Las viste?"
"Sí, ya discutiremos cuáles ver, ahora déjame hacer esto." Lo volví a besar. Todavía no podía creer lo que estaba pasando y solo estaba deseando que no fueran los efectos del alcohol los que estuvieran hablando. No, no podía serlo con la mirada que Roy me estaba dando, una llena de amor y alegría. "Vamos a tomar un poco más de agua, tal vez un poco de café y después vamos a dormir."
"¿Significa que me puedo quedar contigo?"
"Hablaba en serio con eso de comenzar a ser un matrimonio, Señor Mustang."
Él sonrió y no pude evitar molestarlo un poco. "Aunque tendrás que dormir en el sofá." Dije bromeando.
Roy hizo un puchero. "No puedes hacerme eso, Señora Mustang. Soy tu amorcito y quiero… no, necesito dormir a tu lado."
Sonreí y besé su mejilla. "Lo pensaré."
Tomé su mano y los dos nos sentamos en el sillón. Tomamos un poco de agua y café, esperaba que con esto pudiéramos mitigar los efectos de la resaca que pudiera presentarse. Cuando terminamos, Roy se arrodilló frente a mí.
"¿Qué pasa, Roy?" Le pregunté confundida.
Él se aflojó la corbata y se desabotonó los primeros botones de su camisa para sacar la cadena de oro que llevaba alrededor de su cuello. La desabrochó y me sorprendió ver que en la cadena se encontraban nuestros anillos de boda junto con otro anillo. Él tomó 2 de los anillos con una mano y con la otra tomó mi mano izquierda.
"¿De verdad estás segura de que quieres seguir siendo mi esposa? Porque una vez que aceptes no te voy a dejar ir." Preguntó él queriendo sonar divertido al final pero podía ver en su mirada un ligero toque de miedo.
"Estoy completamente segura y más te vale que no me dejes ir porque yo no lo haré."
Sonrió de oreja a oreja y colocó los dos anillos en mi dedo anular antes de llevar mi mano a sus labios para besarla. Yo extendí mi mano libre para que él me diera su anillo de bodas, lo cual hizo. Tomé su mano izquierda y deslicé el anillo, imitando su gesto de besar su mano. Me sorprendí al notar que eran los mismos anillos de boda que habíamos usado en Las Vegas, el único anillo que no reconocía era el que parecía ser de compromiso.
"Mandé a hacer ese anillo de compromiso cuando regresamos."
Lo miré sorprendida. "¿A pesar de que yo te había devuelto el anillo de bodas y te había pedido el divorcio?"
"Así es, tenía la esperanza de que podría ganarme tu corazón y podría dártelo. Quería estar preparado."
Sonreí ampliamente, me incliné y lo besé gentilmente. "Es hermoso, pero lo que más deseo es tu corazón."
"Ya lo tienes."
"Y tú tienes el mío."
Se puso de pie y me atrajo hacia su pecho abrazándome fuertemente y besando mi cabeza. "Gracias, me has dado el mejor regalo de cumpleaños. Tu amor."
Lo abracé fuertemente y lo besé nuevamente. "Feliz Cumpleaños."
"Gracias."
"Vamos a dormir, ha sido un día largo."
Roy
Cuando desperté lo único que más deseaba era retomar mi sueño temiendo que si abría mis ojos me daría cuenta de que solamente había sido eso… un sueño. Un hermoso sueño donde Riza me decía que me amaba, que me aceptaba como su esposo y que de ahora en adelante viviríamos como marido y mujer. De repente sentí caricias sobre mi mejilla y mi frente, unas que me resultaban familiares. Abrí lentamente mis ojos y para mi sorpresa me encontré con los hermosos ojos caoba de Riza. En ese momento, me di cuenta de que todo lo que había sucedido en mi sueño en realidad había sucedido anoche y ahora estaba en su cama con ella en mis brazos.
"¿Te desperté?" Preguntó ella, apenada.
Negué con mi cabeza y besé su frente. "Descuida, de hecho estoy deseando despertar de esta manera por el resto de mi vida."
"Yo también."
Se acurrucó contra mí y, sin dudarlo, la abracé fuertemente contra mí disfrutando cada instante. Después de unos minutos levantó su cabeza y me miró.
"¿Qué tal la resaca?"
Sonreí. "Me siento demasiado feliz que prácticamente no siento nada, bueno sin mencionar que mi preciosa esposa cuidó de mí anoche para que no me estuviera muriendo hoy."
Ella besó mi barbilla. "Sabes… tenía miedo de que despertaras y me dijeras que todo lo que me habías dicho anoche era producto del alcohol."
"Pues ya ves que no, de hecho tenía miedo de despertar porque pensé que todo lo de anoche había sido un sueño."
Los dos reímos ligeramente y después acaricié su mejilla tiernamente.
"Bueno creo que tendremos que reorganizar un poco nuestras vidas para que vivamos propiamente como un matrimonio." Dijo ella.
"Por supuesto, pero en lo que encontramos nuestro nuevo hogar vendré a vivir aquí contigo o tú puedes venir a mi departamento porque ya no quiero pasar ninguna otra noche solo."
"Está bien… aunque todavía necesito pensar cómo se lo voy a decir a mi abuelo."
"Yo estaré a tu lado y me enfrentaré a quien sea con tal de que permanezcamos juntos."
"Yo igual."
"A mi tía le encantarás." No podía esperar presentarle a Chris a mi esposa, estaba seguro de que ella la recibiría con los brazos abiertos.
"Me encantará conocerla." Sonrió por un momento antes de cambiar a una expresión preocupada.
"Hey, ¿qué pasa?" Le pregunté con voz suave.
"No creo que tu padre vaya a estar muy contento con nuestro matrimonio." Dijo con voz triste.
"¿Por qué lo dices?" Pregunté confundido.
Suspiró. "Porque sé que él esperaba que te casaras con alguien de su clase…" Me miró a los ojos, los cuales ahora no desbordaban la alegría que había visto cuando desperté, sino que brillaban con preocupación y tristeza. "Sabes… estamos a tiempo de rectificar esta decisión."
Me senté en la cama y la miré preocupado. "¿Acaso lo que me dijiste era mentira?¿No me amas?"
Ella se sentó. "Por supuesto que te amo-"
"¿Entonces?¿Cuál es el problema? Tú me amas y yo te amo como loco." Dije mientras tomaba su rostro en mis manos.
"No me gustaría que en el futuro tuvieras resentimiento contra mí porque tu padre te desherede por haberte casado conmigo."
"Nunca lo haría porque te amo. Sé que mi padre no ha perdido la oportunidad para divulgar lo que espera de mí pero sabes, hace mucho tiempo que dejé de ser su peón. No he trabajado en su compañía hace mucho tiempo porque quería hacer lo que me gustaba, porque ya estaba harto de que quisiera manejar mi vida. Me importa un comino si me deshereda, lo único que me importa es poder vivir mi vida como yo quiera y con la mujer que amo, le guste o no." La besé tiernamente en los labios antes de colocar mi frente sobre la suya. "¿Estamos de acuerdo?"
Sus hermosos ojos caoba volvieron a brillar de alegría antes de que me besara. "Por supuesto."
"Perfecto. Basta de pensar en los demás, solo me importas tú." Rocé mi nariz con la suya. "Descansemos otro rato antes de que comencemos el día."
Nos recostamos nuevamente, ella se acomodó en mi pecho y colocó su mano sobre mi corazón. "Me parece una estupenda idea."
Estaba deseando pasar el resto de mi vida al lado de esta hermosa mujer a la que podía llamar mi amiga y ahora, sin ninguna duda, mi esposa. Sabía que vendrían muchos retos por delante pero confiaba en que juntos saldríamos adelante.
