Alex Foster, un chico de 16 años, es el primer cliente que recibo en el día… y en la semana. Asegura haber acudido aquí luego de ver la publicidad de mis servicios durante el cine nocturno de una emisora de televisión por cable. Deja su mochila en el suelo y me empieza a contar su problema.
"Hace un par de meses, poco después de que nos mudamos a esta ciudad, mis padres me llevaron a uno de los shows que hace Bomberman en el Circo Starlight."
Bomberman, mitad hombre, mitad robot, es una de las figuras de Crestwood. Creado años atrás por un científico, usa su agilidad física inigualable y su posibilidad de manifestar bombas de la nada mayormente en el mundo del espectáculo. aunque se conocía su cooperación con las fuerzas armadas del país. Se conoce su trabajo desbaratando tomas de rehenes usando sus bombas como arma de disuasión no mortífera (en la última ocasión los secuestradores creyeron ver al diablo cuando apareció fuego y explosiones en frente de ellos junto con la sombra de Bomberman y se rindieron automáticamente), como así también su apoyo moral a las tropas luego de la incursión para neutralizar a terroristas que atacaron la planta de energía nuclear de Crestwood, dejando múltiples muertos en el proceso.
"La cosa es que hace poco cuando empezaron las clases me presentaron a mis compañeros de aula, y todos parecían gente muy tranquila. Pero ayer de…"
Alex empezó a titubear mientras yo fingía interés. Claramente estaba nervioso y aproveché para ofrecerle algo para tomar y servirme algo yo también. Por desgracia, ninguna de las bebidas que guardaba en mi minibar podía ayudarme a encender la relación entre el espectáculo de Bomberman, la escuela de este muchacho, y yo.
Después de beber un sorbo de gaseosa de naranja, Alex prosiguió con su historia.
"Eh, la cosa es que ayer salí más tarde de la escuela porque me quedé en el club de lectura y cuando salía escuché una melodía metálica como de teléfono en el pasillo. Me acerqué a ver y ahí estaba mi compañero Leo… abriendo su pecho. Literalmente abriendo su pecho como si tuviera una puerta, sacó un teléfono y dijo que… que 'ya estaba todo listo' y que iba a volver a comunicarse después de terminar el trabajo. Me… Me asusté mucho y tuve que taparme la boca para no gritar. Dejó el teléfono en su casillero y se fue, pero me quedé ahí quieto por un rato hasta estar seguro de que se había ido".
Curioso. Vemos a Bomberman como un héroe y un artista fenomenal, pero nos encontramos con otro cyborg y salimos corriendo. Hace tiempo que en Crestwood y otros lugares se normalizó la fabricación de cyborgs, aunque esta suele estar fuertemente regulada, por lo que en la ciudad no suele haber más de cien de ellos, dedicados por lo general a entrenamiento y apoyo de las fuerzas de seguridad, o para entretenimiento, en circos y televisión. Se podría decir que Bomberman se especializó en los dos ámbitos.
Alex me dio una descripción de su compañero, de nombre Leo: alto, robusto, de cabello negro y ojos marrones… Si este tal Leo realmente es un cyborg (cosa que dudo), ¿qué está haciendo en una escuela secundaria? No tiene ningún sentido. Como tampoco tiene ningún sentido que este chico me haya contado lo del circo Starlight y Bomberman…
"Ah, eso… Es que cuando conocí a Leo no pude dejar de pensar que era idéntico a un acróbata que trabajaba en el show".
Bueno… Trabajo es trabajo. Alex me dejó una seña de 20 dólares para que interrogara a Leo. A cambio me ofrecí llevarlo a la escuela en mi auto.
Nos subimos a mi carcacha y encendí la radio. No pasaron ni dos minutos de viaje cuando el locutor leyó la noticia: Bomberman había sido asesinado. Más increíble aún, poco después de que llegó la policía a la escena del crimen, el cadáver (si se le puede llamar así a un cyborg roto) desapareció como por arte de magia, ante la mirada atónita de los policías. Tuve que parar el auto por el shock que me dio escuchar eso. El locutor presentó las declaraciones del oficial a cargo del caso, quien ofreció datos sobre la apariencia física del sospechoso, basadas en un único testigo anónimo. Alex inmediatamente saltó de su asiento y gritó que eran las señas de su compañero Leo.
Le dije a mi acompañante que tal vez no sea la mejor de las ideas acercarse a la escuela en ese momento, si es que ese tal Leo realmente está involucrado en el aseinatio de Bomberman. A él no le molestó la idea de llegar tarde a clases así que conduje hasta el circo Starlight y le dije que se quedara en el auto.
Tal como lo suponía, la policía ya se había ido de la escena del crimen y sólo quedaban un par de periodistas y camarógrafos que no me costó evitar. Y es que no había mucho que ver ahí: ni cadáver, ni sangre ni nada. El circo estaba lógicamente cerrado pero pensé en probar mi suerte tocando la puerta de un tráiler que estaba al lado. No obtuve respuesta así que dejé mi tarjeta por debajo de la puerta.
Volví al auto y Alex me dijo que había intentado llamar a sus compañeros de curso pero no recibió respuesta, posiblemente porque ya habían silenciado sus teléfonos al estar prohibidos en clase.
Decidí conducir a la escuela, parando primero por la gasolinera. Los 20 dólares de mi cliente no me iban a llenar el tanque pero al menos no me iba a quedar a pie. Mientras tanto, podía ponerme a pensar cómo pedirle permiso al director de la escuela para que me deje entrevistar a un alumno sospechado de ser un robot asesino.
Cuando sólo faltaban dos cuadras para llegar a la escuela de mi cliente, mi teléfono empezó a sonar de manera agresiva.
"Mierda", dije al ver la notificación.
La alarma de mi oficina se había activado. Supuse que sería un error. ¿Quién entra a la fuerza en una oficina a plena luz del día?
De todas formas, no me podía arriesgar. Le expliqué la situación a Alex y di la vuelta a toda velocidad sin esperar respuesta de él. Escuché algunos quejidos de su parte cuando pasé por los baches de la ciudad pero mi cabeza estaba en otra parte. Lo más racional sería esperar a la policía, pero nunca me caractericé por actuar racionalmente. Además no quiero que nadie, ladrón o policía, meta su nariz en los archivos que tengo documentando a mi clientela y sus inseguridades. Bastante ridículo me pareció espiar a chicas para saber si engañaban al muchacho con el que salían hace seis meses.
Estacioné el auto en frente a mi edificio y le dije a Alex que se vaya mientras agarraba la pistola de mi guantera. Fui hacia la entrada del edificio mientras mi cliente me pedía que lo esperara.
"¡Ey! ¡No me dejes aquí!"
"Vete a la escuela, o a tu casa, Alex. Ahora tengo otro asunto qué resolver".
Llegué a la puerta de mi oficina. No cabía duda, había sido violada. Desenfundé mi arma y golpeé la entrada, tratando de registrar con la mirada el lugar antes de ser atacado. Y ahí vi: grandote, con ropa oscura, con una máscara plateada cubriendo su cara y sus manos levantadas.
"¡Identifícate!", grité tratando de mantenerme firme mientras le apuntaba.
"Por favor, no dispares", dijo con una voz suave mientras se quitaba la capucha y la máscara.
No fue necesario que me dijera su nombre: alto, con traje azul, cinturón negro, un casco blanco cubriéndole su cabeza robótica, ojos grandes y negros como bastones… Esa cosa que estaba parada enfrente de mí era Bomberman, o el fantasma de él.
En toda mi (para ser justos, corta) carrera como detective, nunca me encontré con muertos vivos, por lo que me quedé ahí parado, apuntando al cyborg con el arma, sin saber qué decir. Unos segundos después, Bomberman rompió el hielo:
"Perdón por entrar sin permiso a tu oficina. Hace un rato dejaste tu tarjeta en el circo y vine hasta aquí para pedir ayuda".
Bajé el arma y traté de mantener mi compostura poniendo mi mejor cara de poker. Es posible que no se haya notado porque me quedé varios segundos con la boca abierta.
"¿No estabas muerto?", atiné a decir mientras enfundaba mi pistola.
Antes de que Bomberman (o su cadáver) pudiera responder, escuché pasos que venían detrás mío. No me costó mucho adivinar de quién eran: mi cliente Alex, que se quedó estupefacto al ver quién estaba enfrente de mí.
"Por favor, déjame explicarte".
La voz de Bomberman se oía calma a pesar de la situación tan extravagante en la que nos encontrábamos. Jalé a Alex dentro de mi oficina y cerré la puerta como pude. Por un momento pensé en usar a mi cliente como tope, pero preferí usar una silla.
"El Bomberman que fue asesinado anoche no fui yo… Fue mi doppelgänger".
Fruncir el ceño fue suficiente para que el finalmente no-cadáver se explicara mejor.
"Tengo la capacidad innata de crear doppelgängers, es decir dobles de mí. Son idénticos a mí, pueden moverse y hablar de forma independiente, tienen acceso a mis recuerdos y conocimientos, y yo puedo percibir lo que están viendo y oyendo en cualquier momento. Sin embargo, son sólo temporales, y desaparecen después de unos minutos".
No es necesario decir que no fui yo quien interrumpió el parlamento de Bomberman.
"¡Wow! No puedo creerlo, ¿no era que estabas muerto? ¿Qué hace Bomberman aquí?"
Le hice una mueca al no-cadáver para que continúe su explicación.
"Anoche presentí que algo no andaba bien, así que creé un doppelgänger para que tomara el camino hasta mi apartamento mientras yo lo seguía de cerca. Mis suposiciones fueron certeras: mi doppelgänger fue atacado por la espalda con un puñetazo que claramente no venía de un ser humano. El atacante huyó antes de que pudiera alcanzarlo".
Corrí hacia la ventana para cerrar las cortinas y evitar que algún chismoso piense que estoy reviviendo a los muertos. Antes de poder preguntar algo más, mi cliente volvió a interrumpir.
"¿Qué es un doppelgänger?"
Estaba por gritarle a Alex justo antes de recordar que el aspecto de su compañero de clases coincidía con el identikit del atacante, así que me oculté mi malestar y le dije que le contara a Bomberman sobre el tal Leo.
"Vaya… Creo… Creo que ese es él. ¿Y me dices que va a tu escuela?"
Una respuesta muy calma para una situación así, pero supongo que así se comportan los robots ponebombas. Alex asintió y le hizo una pregunta.
"¿Crees que el tipo que quiso matarte trabajaba en tu show?"
Miré a mi cliente, esta vez sin poder disimular mi malestar ante sus constantes interrupciones.
"Alex, por favor, el detective acá soy yo".
"Perdón…", me contestó, quedándose callado y dándome el pie para preguntar:
"¿Crees que el tipo que quiso matarte trabajaba en tu show?"
"Sin dudas. De ahí vienen mis sospechas. El nombre por el que conozco a esta persona no es Leo, sino Hiro Tanaka. Empezó a trabajar como actor en mi espectáculo, apareciendo en la parte cuando una turba de personas se unen para pelear contra mí".
"¡Sí, exacto! Ahí es donde lo ví. Te atacan entre varios y tú los derrotas con una lluvia de bombas", exclamó Alex con brillo en sus ojos. Bomberman continuó con el relato con su ya acostumbrada calma.
"Anoche tuvimos un problema con la energía eléctrica. Apenas se cortó fui rápidamente hacia donde están los fusibles. En el camino me choqué con algo… o alguien. Sentí algo metálico, similar a la contextura de mi propio cuerpo. Y me dí cuenta que no era humano."
Me sentía cada vez más intrigado por la telenovela robótica que mi interlocutor estaba narrando.
"Y es que mi atacante no era humano. Cuando me atacó por la espalda, me disparó… Pero no con un arma de fuego sino con sus dedos".
Eso es algo que sucede todos los días, ¿verdad? Así y todo, ya nada me parece increíble, mucho menos si viene de un robot de casi dos metros que está enfrente mío.
En ese momento recordé lo que escuché en la radio referente al único testigo del crimen.
"Según la policía, hubo un testigo del crimen, y fue él quien brindó una descripción del criminal".
"Sí, ese fui yo. Yo llamé a la policía", dijo Bomberman, casi lamentándose.
"¿Y por qué no vas con ellos y los ayudas a encontrar a tu asesino? Al fin y al cabo, parece que trabaja contigo."
"¡Y también va a mi escuela! ¡Dios mío, toda mi escuela corre peligro!", exclamó Alex al darse cuenta tardíamente del peligro que acechaba la ciudad.
Por desgracia yo también acababa de darme cuenta tardíamente del peligro que acechaba la ciudad…
"Creo que la policía no está muy interesada, en especial porque no hay cadáver ni escena del crimen, por lo tanto no hay de dónde obtener evidencias…"
Me pareció una excusa bastante pobre. De hecho, noté que Bomberman estaba a punto de darme una segunda razón, pero se abstuvo de seguir hablando y se quedó mirándome, esperando que aceptara el caso mientras Alex daba vueltas por mi oficina, con los nervios de punta.
Me acerqué al perchero y tomé la ropa más limpia y formal que pude encontrar. Si iba a pedir autorización al director de una escuela para hablar con un cyborg asesino, quería lucir lo más formal posible para evitar que llame al loquero.
"Escucha…", me dijo el ex fallecido, acercándose a mí. "Déjame dejarte una seña por ayudarme con este caso".
Ahí mismo, Bomberman sacó dinero de su bolsillo trasero. O tal vez de su trasero, no sé cómo funciona la anatomía robótica.
Mil dólares. Por un momento sentí que los ojos se me salían de la cara, como en los dibujos animados de la Warner. Y era sólo la seña.
Consideré brevemente besarle los pies al cyborg, pero me di cuenta de que no había tiempo que perder, así que me puse mi mejor saco y le pedí a mis clientes que me acompañaran al auto.
"Sé que este no es el mejor momento, ¿pero podríamos sacarnos una selfie?", le preguntó tímidamente Alex a Bomberman.
Por un momento temí que tendría que levantar los restos de mi cliente más joven de la pared, pero nuevamente Bomberman respondió calmadamente.
"¡Claro! Solamente no se la muestres a nadie hasta que acabemos con este asunto. No quiero que mi asesino vea que estoy vivito y coleando".
Los dos se sacaron una foto juntos y pude echar un vistazo del cyborg sonriendo para la cámara mientras pensaba si el día podría ponerse más extraño. Inmediatamente me respondí a mí mismo que sí.
Nos subimos los tres a mi auto. Ajusté mi espejo para ver a mis clientes: Bomberman tenía puesta su máscara, por lo que su expresión era infranqueable. Alex, mientras tanto, intentaba comunicarse con sus compañeros de escuela.
"Nadie responde… Esto no puede ser bueno. ¿Por qué nadie contestó mis mensajes?"
Mi cliente empezó a subir la voz, y eso me hizo dejar de pensar en el dinero que acababa de recibir del no-difunto enmascarado.
"Tranquilo, estamos cerca de tu escuela. Yo me encargo", le contesté mientras me fijaba si tenía mi pistola a mano. Apagué el motor y miré brevemente a Bomberman esperando que, tal vez, me ofreciera algo de ayuda.
"Buena suerte", fue lo único que obtuve de él.
Salí del auto, aún pensando en cómo lidiar con una situación así. Por lo general mis casos se resuelven después de sacar fotos de algún infiel infraganti.
Me di vuelta y miré a Alex. Se notaba claramente preocupado. Le dije que no salga del auto y confié en que Bomberman vendría a mi rescate si su supuesto asesino intenta dispararme con sus dedos sobrenaturales. Entré a la escuela y de inmediato noté un silencio absoluto. No se escuchaba a ningún profesor dando clase desde las aulas, ni se veía ningún directivo dando vuelta por los pasillos. Rápidamente empecé a pensar que los temores de Alex no eran infundados.
Empecé a caminar y al avanzar por el edificio comencé a oír quejidos, que se hicieron más fuertes conforme me acercaba al patio trasero.
"Efectivamente, esto no puede ser bueno", pensé, dándole la razón a mi cliente mientras escuchaba lloros y gritos proviniendo de ese lugar, tras las puertas que se encontraban frente a mí.
Las abrí y me encontré con un gran patio escolar que podría ser completamente normal si no fuera por la jaula gigante (sí, dije jaula gigante) que estaba en medio del lugar, abarrotada de chicos y maestros, algunos gritando y llorando, y otros resignados y sentados en el suelo.
Y frente a la jaula, estaba nada menos que él, Hiro Tanaka, calzando la descripción de Alex a la perfección: un tipo bastante fornido para su edad. La mayoría de los alumnos no podrían meter a sus compañeros en una jaula gigante en tan poco tiempo. Además, noto que Hiro se estaba… ¿sacando una selfie?
"Ah, estaba esperando que un video de TikTok llame la atención de los periodistas, pero creo que ya llegó el primero. ¿Cómo te llamas, bro?", dijo Hiro mientras bajaba su teléfono.
Mi sentido arácnido me hizo intuir que se refería a mí, así que respondí con la mayor sobriedad posible.
"Kai Taylor… ¿Y tú eres…?"
"Hiro Tanaka", contestó sin dilación mientras me mostraba una sonrisa socarrona. "Oye, ¿quieres ver algo genial?"
Antes de que tuviera tiempo de contestar, Hiro lanzó un disparo que impactó en la pared a mi derecha. No usó un arma, sino dos dedos de su mano derecha que quedaron humeando.
Quedé estupefacto, no tanto por el disparo sino por lo ilógico de la situación. Los jóvenes y los directivos de la escuela cesaron brevemente sus berrinches para continuar apenas unos segundos después.
Sin dudas tenía que ser cuidadoso con mis siguientes palabras.
"¿Cuál es tu propósito, Hiro?"
"Muy sencillo: atraer la atención de Bomberman", me contestó mientras apuntaba su "arma" hacia arriba cual pistola en una película de James Bond. Su sonrisa socarrona parecía inmutable ante los quejidos de toda la gente que estaba aprisionada detrás de él.
Decidí hacerme el tonto:
"Pero… Bomberman está muerto. Salió en las noticias hoy mismo".
"Esas son noticias viejas, amigo. Pensé que había acabado con él pero Bomberman sigue entre nosotros y estoy dispuesto a encontrarlo."
"Escucha, Hiro… Tu problema es con Bomberman, no con los chicos de esta escuela".
"Tal vez sea cierto, pero sé que él no va a resistir la tentación de venir hasta aquí a salvar a estos muchachitos, y eso va a ser lo mejor para todos. Así voy a poder matarlo de una vez y cobrar la recompensa.", contestó Hiro mientras fingía frotar con sus manos una inexistente barba.
"Sólo digamos que hay gente que me espera con los brazos abiertos allá en Shin–"
Antes de que pudiera completar su parlamento, Hiro se puso en alerta al ver quién acababa de aparecer justo al lado mío.
"Bien, Hiro, aquí estoy. Dime qué quieres de mí", dijo Bomberman con la calma que lo caracteriza.
Pero Hiro no respondió. Sólo sonrió y le disparó en el pecho, tirándolo al suelo mientras yo miraba la escena sin poder comprender del todo lo que sucedía.
Los prisioneros, que se habían ilusionado brevemente al ver a Bomberman, ahora volvían con sus ya acostumbrados gritos.
"¡Quiero ver al verdadero Bomberman, no a un mugroso doppelgänger!", clamó el cyborg a los cuatro vientos instantes antes de lanzar tiros al cielo como un desquiciado. Instintivamente me refugié como pude contra la puerta detrás de mí, aunque no había un techo para protegerme de alguna bala perdida.
"¡¿Dónde mierda estás?!", siguió gritando Hiro mientras le daba la espalda a la cárcel gigante que había emplazado en medio del patio.
"Aquí", se escuchó súbitamente. Mis ojos se apresuraron a ver de dónde venía el sonido, pero tan pronto me dí cuenta que era Bomberman el que hablaba a espaldas de Hiro, lo atacó tirándole una bomba encima. El explosivo explotó en medio del patio, y curiosamente fue una explosión con un rango muy acotado.
"¡Hijo de puta!", vociferó Hiro mientras miraba a su enemigo de frente. Inmediatamente empezó a dispararle mientras éste escapaba. Los rehenes se pegaron todos contra uno de las esquinas de la jaula para evitar los proyectiles.
Segundos después, Bomberman aventó otra bomba, pero no cayó encima de su contrincante. En vez de eso, impactó al lado de él y de ella salió una fuerte cortina de humo. Los gritos de Hiro fueron posiblemente una guía para que Bomberman supiera la posición exacta del cyborg y lo atacara nuevamente con un explosivo. El resultado: un fuerte impacto que expulsó a su contrincante como un bólido directamente contra mí. El golpe me hizo largar un grito y me dejó inconsciente por unos segundos. Afortunadamente, el impacto no me dio de lleno y no creí haberme herido. Sin embargo, al recuperar la consciencia me impactó ver a Hiro recostado contra mí mientras me observaba. Más aún, uno de sus brazos se encontraba separado del resto de su cuerpo mientras cables chispeantes colgaban de lo que quedaba de su extremidad.
Me sonrió y me dijo con una voz que se desvanecía rápidamente:
"Creo que aquí terminó nuestro reportaje, bro".
Lo admito: me dio pena el cyborg. Si vamos al caso, hasta ahora no mató a nadie. Por lo menos a nadie real, a pesar de que lo intentó.
Mientras sus ojos se cerraban, apareció Bomberman en frente mío con una expresión sombría en el rostro. En ese momento, la compuerta que Hiro tenía oculta en su pecho por debajo de la ropa se abrió, rompiendo su uniforme escolar en el proceso.
Entre los circuitos que había dentro pude apreciar claramente una tarjeta, anaranjada y negra, con un código impreso en ella: SRA1004. Unos segundos después, Bomberman la tomó, y rápidamente desapareció de mi vista. Mientras me ofrecía su mano para ayudarme a levantar, le inquirí:
"¿Por qué lo mataste? Estaba a punto de decirme de dónde vino."
Justo antes de poder contestarme, una multitud de adolescentes se amontonó detrás de Bomberman gritando su nombre. Ahí me di cuenta que la gran jaula en donde estaban todos atrapados desapareció tan pronto Hiro perdió la vida.
"Tú no te preocupes. Ya terminó todo el asunto. Toma esto, y gracias por la ayuda".
El cyborg me guiñó un ojo, me dio un manojo de billetes y rápidamente fue absorbido por los chicos que ansiaban un abrazo o apretón de manos de él.
Miré el dinero: mil dólares. Hoy se cena filetes de los buenos.
Mientras observaba el pago por mis servicios, llegó mi otro cliente, Alex, corriendo y tratando de entender lo que estaba pasando. Después de sostenerlo luego de tropezar con el cadáver de Hiro, le expliqué brevemente la situación, en ningún momento esperando que creyera lo que acababa de pasar en el patio. Su reacción fue simplemente:
"Menos mal que todo acabó."
Miré por un momento a Bomberman mientras recibía abrazos y besos de estudiantes y directivos de la escuela por igual, y traté de razonar todo lo que viví aquel día.
"En realidad, me parece que esto acaba de empezar".
