Encendí un cigarrillo, dejé caer el encendedor sin importarme en donde aterrizó y me puse a pensar en todos los cabos sueltos que quedaban por resolver. Una puntada desvió mi atención y me hizo recordar que muy posiblemente mi cuerpo pedía descanso, especialmente después de haber sido embestido por un robot.
De pronto recordé el código que acababa de ver en el interior de Hiro: SRA1004. Lo había anotado en el teléfono tan pronto estuve fuera de la vista de Bomberman.
Me obligué a encender la computadora y buscar cualquier información referente a ese código. Una búsqueda en Google tan sólo me mostró resultados irrelevantes, como tornillos, pernos y microondas. Agregué la palabra "robot" entre comillas y me aparecieron robots de cocina rusos.
Largué un quejido y traté de ignorar el dolor y el cansancio mientras trataba de recordar cualquier detalle relevante que haya mencionado Hiro en nuestra corta entrevista antes de ser desmembrado por Bomberman.
Luego de unos instantes recordé el momento justo antes de ser atacado por su enemigo: "Hay gente que me espera con los brazos abiertos allá en Shin…". A toda prisa tomé el teclado y busqué el mismo código alfanumérico agregando el nombre de la isla de Shintaku.
Aún nada. Decidí tranquilizarme y tomar un analgésico fuerte. Sentí la tentación de bajarlo con el licor más fuerte que tenía en el frigobar (cerveza ligera vencida) pero me di cuenta que si realmente quería llegar al fondo del asunto no iba a poder darme el lujo de quedarme dormido 2 días seguidos en un hospital.
Me detuve a pensar sobre lo que estaba haciendo. Averiguar más sobre lo que oculta Bomberman muy posiblemente no me beneficie económicamente ni nada parecido.
Pero mi curiosidad pudo más. Sabía que Bomberman había trabajado en la incursión que el ejército de Crestwood había realizado hace 15 años en la isla vecina de Shintaku, luego de un ataque terrorista en la planta de energía nuclear local.
Intenté una nueva búsqueda, esta vez con el código de Hiro, sumado a "robot" y "Shintaku". Y finalmente, encontré algo útil. La página web de información pública de Shintaku parecía haberse quedado anclada en 1996, pero al menos ofrecía algunos documentos sobre la regulación referente a cyborgs y robots.
Shintaku tiene actualmente menos cyborgs que Crestwood, dado al embargo que ésta última ejerció sobre su vecina por varios años, hasta que repentinamente se llegó a un acuerdo y se levantaron todas las restricciones. Sin embargo, eso ocasionó que Shintaku viera su tecnología atrasada varios años con respecto a nuestra isla.
Antes del incidente, algunos laboratorios ya habían experimentado con cyborgs, al menos según la información que aparecía en los documentos. El código alfabético SRA se correspondía con uno de esos laboratorios, de nombre Laboratorio Central de Investigación Shintaku. Amé su creatividad. Sospechosamente, la dirección, nombre del propietario y otros datos útiles habían sido eliminados del documento digitalizado disponible en el sitio web, pero al menos ahora sé que ese código significa algo. Estimo que el 1004 indica que Hiro (descanse en paz) fue el cuarto ejemplar del primer modelo. Qué fue de los otros tres hombres que fueron previamente expuestos a los mismos experimentos robóticos de Hiro, eso no lo sabemos.
Estacioné mi auto cerca de la cafetería, y no tuve que esperar mucho para encontrarme con mi cita: el investigador Damian Hunter, un armario de metro ochenta de alto, cien kilos de peso, cabellera negra abultada y veinticinco años de carrera a cuestas. Lo llamé y le conté lo que sucedió (obviando lo que sé sobre el fabricante de Hiro), porque el sujeto es la única persona en todo el departamento de policía de Crestwood que me toma más o menos en serio, aunque sea tan sólo como deferencia hacia mi padre.
Damian me miró de arriba a abajo y me dijo con una mueca sarcástica:
"Hoy te conseguiste un trabajito más grande que los de costumbre, ¿no, Kai?"
Asentí, y nos sentamos frente a frente. Damian pidió dos cafés con leche y tomé coraje para indagar en la cuestión Bomberman lo más que pueda.
"¿Por qué alguien como Bomberman le pediría ayuda a un detective de 22 años que se anuncia en canales de mala muerte como yo en vez de confiar en la gente de tu departamento, Damian?".
El café llegó en el momento exacto en el que Damian cerró los ojos por un segundo y dejó escapar una sonrisa. Parece que se percató por donde viene la cosa.
"No pretendas que un tipo mitad humano mitad robot ponebombas tenga mucha lógica en su accionar, Kai", me contestó antes de tomar un sorbo de su café.
"¿Y qué tan lógico era su accionar cuando trabajaba con ustedes?"
"Para entrenar a los agentes andaba bien. Y se valoraba mucho su experiencia en el ejército".
"Así y todo, no parece caerles muy bien por allá. Si no me hubiera usado como conejillo de indias para encontrar a aquel cyborg, el agente Gómez aún estaría intentando hacerle la autopsia a un cadáver invisible."
"Admito que no es la persona más querida en la policía, pero ningún cyborg lo es. Orgullo, supongo".
Damian sopló su café y esperó a que yo siguiera con mis preguntas.
"¿Tienes idea de por qué dejó el ejército?"
Mi tono cada vez más serio parecía incomodar a Damian.
"Realmente no lo sé", contestó sin mirarme. "Pero no entiendo por qué te preocupa tanto el pasado de alguien que te dio unos cuantos dólares. Cuando lo piensas bien, el tipo no es tan interesante."
"Tienes razón", repliqué y tomé coraje para mirarlo directo a los ojos. "Bomberman es tan aburrido que hay robots extranjeros viniendo a Crestwood para intentar matarlo".
Tan pronto terminé de hablar, Damian apoyó su taza sobre la mesa y me miró a los ojos con una expresión seria.
"Sabes, Kai, lamento lo que te pasó. A nadie le gustaría estar en medio de una batalla de cyborgs. Pero por suerte estás bien, te ganaste algo de dinero y los chicos de la escuela salieron ilesos. Deja que la policía se encargue de ese cyborg que anda suelto".
Damian se levantó antes de que pudiera replicarle. Dejó unos billetes en la mesa junto a su taza de café sin terminar y empezó a retirarse. Me levanté para intentar detenerlo pero me habló antes de que pudiera decir algo.
"Me alegro que tu carrera de detective vaya bien, Kai, de veras. Pero creo que lo mejor y lo más seguro para ti es que sigas resolviendo casos sobre mascotas perdidas y novias despechadas".
Su cara mostraba una sonrisa, pero yo sabía que era una amenaza. Jamás en la vida Damian me había hablado así, ni siquiera cuando era pequeño y quise lavar su auto con piedras.
Me quedé un instante ahí, parado sin estar seguro qué hacer. Apenas logré retomar la compostura, me subí al auto y rebobiné mentalmente la conversación que acabo de mantener.
"Deja que la policía se encargue de ese cyborg que anda suelto".
¿Hiro sigue vivo? Y si es así, ¿quién lo rescató? ¿Bomberman está enterado de esto?
Rápidamente abrí Youtube en mi teléfono para buscar coberturas informativas del suceso. Todos los canales hablaron sobre la reaparición de Bomberman, pero en ningún momento se mostraron imágenes de Hiro, solamente se habló vagamente de un ataque por parte de un "cyborg fuera de control". Bastante poca información para una noticia tan relevante.
Respiré hondo y me tomé un segundo para pensar si valía la pena meterme a investigar este asunto. Sabía que nada bueno iba a salir pero la curiosidad me estaba matando.
Entré a la página web de la empresa de buques para ver los horarios de salidas de naves hasta Shintaku. El viaje tarda unos 30 minutos por mar y no puede realizarse por tierra.
Al ver los horarios, noté que el próximo buque hacia Shintaku salía a las 6 de la mañana. Inmediatamente recliné mi cabeza y largué un suspiro de alivio al saber que tenía tiempo para descansar. Al volver a levantar la cabeza vi a un camarero mirándome fijamente, así que cerré la ventana, compré un pasaje por el teléfono y fui a mi casa, directamente a dormir.
Afortunadamente, estaba tan cansado que no tuve tiempo de pensar en todo lo que había pasado aquel día. Me despertó el despertador a las 5, me puse un jean y la primera camisa que encontré, me até el cabello, metí algunos enseres en un pequeño bolso, y pedí un taxi hacia el puerto mientras tomaba una taza de café.
Aún faltaban 20 minutos para las seis cuando llegué al puerto. El sol comenzaba a salir en Crestwood, tiñendo el cielo de un agradable color anaranjado. La ausencia de viento y frío convertían el momento en un amanecer de primavera ideal. Lamenté brevemente el no poder quedarme ahí más tiempo para contemplarlo y procedí a buscar la terminal para abordar mi nave. A pesar de ser sábado, no había mucha gente esperando para viajar. Shintaku no es el destino más popular. La sala de espera daba a una ventana gigante en la que se podía ver el barco anclado. Era cuestión de minutos para que nos dejaran abordarlo.
Busqué el archivo con mi pasaje en el teléfono, pero fui interrumpido cuando alguien me tocó el hombro.
No sé si fue su dedo ultra pesado que se sentía hecho de metal, o simplemente mi instinto, pero inmediatamente supe quién era.
Y al darme vuelta lo confirmé. Era el mamahuevo Bomberman en persona, esta vez sin máscara pero sí usando una vestimenta casual de jeans y camisa blanca. ¿Habrá marcas de ropa exclusivas para cyborgs? Lo investigaré más tarde. De cualquier forma. Bomberman me miró fijamente y me saludó a su manera.
"Kai Taylor". Sus palabras resonaron en el lugar, rompiendo el silencio de los pocos pasajeros medio dormidos que estaban presentes.
Puse la sonrisa más falsa que pude y le contesté:
"¡Bomberman, qué sorpresa! ¿Tú también vas a pasear por Shintaku? ¡Las playas sin dudas valen la pena!"
El cyborg pensó durante un par de segundos qué contestar, para luego soltar un simple:
"Sí… A eso voy, a relajarme".
"¡Bien por ti! Bueno, voy a acercarme a la salida. ¡Quiero abordar antes que nadie! ¡Nos vemos!"
Tan pronto me dijo "adiós", me di la vuelta y me acerqué a la salida de la terminal, sabiendo que sus ojos estaban clavados en mí. Algo me dice que no planeé muy bien este viaje.
Afortunadamente, tan sólo un par de minutos después nos dejaron subir al barco. Dado que el viaje sólo toma una media hora, decidí alejarme de los asientos del interior de la nave, tanto para alejarme de la vista de Bomberman lo más posible, como para evitar gastar todo mi dinero en el pinball de Batman.
Estando en la borda intenté no perder la calma y pensar cómo actuar en Shintaku sin que cierto cyborg me plante una bomba en la entrepierna. Además, estando aquí podía estar entre los primeros en bajar del barco. Y eso hice. Me colé con poca sutileza entre la fila que se estaba formando para descender de la nave, y aterricé en Shintaku, un lugar posiblemente ideal para tomar sol en la playa, si no fuera porque no es esa la razón de mi visita. Aún así, saqué de mi bolso unas gafas de sol, me las puse y sin mirar atrás, procedí hacia la playa (a pesar de no saber en dónde quedaba).
Una vez salí de la terminal, me encontré con una ciudad bastante más tranquila que Crestwood, con pocos autos y sin mucha gente alrededor. Caminé un par de cuadras hacia el oeste, y luego me atreví a dar un vistazo hacia atrás. Por suerte, no había Bombermans en la costa. Luego aproveché que había una plaza y me senté a buscar una biblioteca pública en el GPS del teléfono. Habiendo encontrado a pocas cuadras de la plaza, emprendí el camino hacia ella.
Al llegar a la ubicación que mostraba el mapa, me encontré con un edificio de hormigón gigante con grandes ventanales, al que se accedía subiendo una escalera hacia la terraza, mientras que la parte inferior albergaba una librería y una cafetería al aire libre.
Una vez entré, saqué la cédula de identidad falsa que usaba para comprar alcohol a los 16 años y permití que un empleado me registrara en el sistema.
"Aquí tiene, señor Degoas", me dijo el dependiente mientras me devolvía el documento.
Bajé por las escaleras hasta el piso inferior, donde se encontraba la sala de lectura. Allí, me encontré con varias mesas de madera para los lectores, computadoras para acceder al catálogo, y un par de empleados aburridos sin mucho que hacer, ya que yo era la única persona allí temprano por la mañana.
Me puse al frente de una de las computadoras y empecé a consultar el catálogo de periódicos. Para mi sorpresa, no había ninguna mención en el catálogo a Bomberman, ni siquiera al pasar. Tampoco había ninguna referencia a su nombre en libros o revistas disponibles en la biblioteca.
Decidí revisar publicaciones de la fecha en que Shintaku fue invadida por el ejército de Crestwood y ver qué podía averiguar desde allí. Después de pedir acceso a periódicos de la época, el dependiente apuntó su dedo sin muchas ganas hacia la sala de lectura.
Empecé a leer periódicos de la época en que se desató el ataque terrorista a la planta de energía nuclear, y rápidamente caí en cuenta que la incursión de las fuerzas armadas de Crestwood en Shintaku fue en este mismo mes, diez años atrás. Considerando que Hiro mencionó una recompensa por la cabeza de Bomberman, no me extrañaría que esto fuera un complot que viene siendo planeado desde hace una década.
Si bien el incidente en la planta nuclear se menciona al pasar, la primera plana de los días posteriores a la incursión militar son más que contundentes.
"Crestwood invade Shintaku".
"Las tropas de Crestwood destruyen edificios públicos".
"Caos total en el gobierno".
"Las autoridades piden a Crestwood un alto al fuego".
Casualmente, no hay menciones en las publicaciones a pérdidas humanas. O más bien, los espacios donde deberían estar están en blanco. Incluso, algunas publicaciones tienen nombres y oraciones completas censuradas, y ciertos ejemplares no estaban disponibles en lo absoluto.
La frustración se apoderó de mí. Y empecé a pensar que las cosas no son como me las enseñaron en la escuela.
Después de varios minutos de analizar los archivos del periódico, largué un quejido, pero inmediatamente me fijé si alguien se había molestado por el ruido. Apenas había un par de personas leyendo rodeadas de la tenue luz de las lámparas de lectura a varios metros de mí. Sin embargo, noté algo que no estaba cuando llegué: un pequeño papel que decía "Encuéntrame en el tercer piso".
Rápidamente rastreé con la mirada el lugar, buscando en vano al autor de la nota. Me metí el papel en el bolsillo y salí sin más de la sala. Al llegar al ascensor, me fijé en el mapa localizado al lado de la botonera y vi que el tercer piso era la sala de exhibiciones.
Al pulsar el botón y ver cerrarse las puertas del ascensor ante mí, sentí que el viaje entre pisos se hizo eterno. Di un paso hacia adelante justo a tiempo para estar frente a las puertas abriéndose.
La sala de exhibiciones se encontraba a media luz, y a pesar de ser de gran tamaño, el 95% del mismo se encontraba vallado tras un cartel que anunciaba la apertura diaria a partir de las 11 de la mañana.
Detrás del vallado se encontraban distintos libros y revistas dispuestos en atriles a colación de una muestra sobre artistas plásticos. Por supuesto, no es eso para lo que vine sino para conversar con el joven que se encontraba frente a mí.
El sujeto tendría aproximadamente mi edad, con abundante cabellera rubia y de menor estatura que yo pero con un rostro que mostraba una seguridad envidiable. Sobre él se apoyaba un parche negro cubriendo su ojo derecho. Me quedé observándolo por un instante hasta que su voz me interrumpió.
"Acércate", me dijo con una voz que mezclaba un timbre casi infantil con el tono de un adulto con pocas pulgas.
"Antes de que lo preguntes, soy el hermano de Hiro, el cyborg que mató el maldito de Yushio Ishino".
No fue necesario pensar mucho para saber quién era Yushio Ishino, pero sí me sorprendió que me dijera que Hiro murió. Su cuerpo nunca fue encontrado por la policía, lo que me había dado a entender que había escapado.
"¿Qué quieres de mí?", pregunté de la manera más sobria posible.
"Viniste aquí porque eres periodista, ¿verdad? Pero no vas a encontrar lo que buscas en una biblioteca pública".
Sin darme tiempo para aclararle que no soy periodista, el muchacho me entregó varios papeles: recortes de diarios de la época de la incursión militar que no había visto en la biblioteca.
Después de observarlos brevemente, me alegré de que no me haya dejado decirle la verdad.
Los recortes contaban con lujo de detalle los resultados de la incursión: cientos de muertes, personas denunciando torturas (incluyendo imágenes muy chocantes de víctimas con miembros amputados) y hasta acusaciones de violación por parte de los soldados.
Repetidamente los periódicos citan a autoridades de Shintaku denunciando a la persona detrás de la invasión: el Teniente Yushio Ishino.
"El pasado del héroe al que ahora todos llaman Bomberman". El nivel de sarcasmo que usó el cyborg al pronunciar la palabra "héroe" no pudo haber sido mayor.
"Me llamo Max, por cierto".
"¿Por qué me muestras esto?"
"Viniste a Shintaku buscando respuestas, ¿no es así? Pues ya las tienes. Yushio vino a nuestro pueblo y dejó a sus subordinados hacer lo que quisieran. Mataron a mujeres y niños, violaron muchachas… Y luego hasta tuvimos que humillarnos ante Crestwood para que nos dejaran en paz. Pagamos con sangre sin haber hecho nada".
Por un instante sentí como si se hiciera de noche alrededor mío y la ira y amargura de Max se apoderaron de mí. Mi cuerpo se petrificó y abrir la boca para hacer mi siguiente pregunta me costó bastante, como si estuviera congelado.
"Hiro me dijo que había una recompensa por asesinar a Bomberman. ¿Quién ofrece esa recompensa?"
"Eso no es relevante", me respondió de manera cortante. De todas formas, hay una pregunta más importante que sí requiere respuesta.
"¿Qué… Qué pasó con el cuerpo de Hiro?"
"Cuando Yushio se fue, recogí a mi hermano y lo traje de vuelta hasta aquí".
"¿Por qué no hiciste nada para impedir su muerte?"
Casi pude ver mis palabras penetrar el cuerpo de Max como si fueran cuchillos.
"No… No soy lo suficientemente fuerte para atacar a Yushio. Él fue el que me hizo esto en el ojo cuando quise evitar que mataran a mi hermana".
Respiré hondo y pensé qué decirle a un joven que fue testigo de semejante horrores siendo sólo un niño. Solo logré lanzar un tímido "lo siento".
Repentinamente Max se puso en alerta y me miró con temor.
"Está aquí", me dijo.
Antes de que pudiera preguntar a qué se refería, vino corriendo como un bólido hacia mí y me levantó por los hombros. No entendía lo que estaba pasando, hasta que el ventanal que estaba detrás nuestro estalló en pedazos y ví una bomba entrar al edificio.
Sentí la urgencia de largar un grito, de sacar mi pistola y disparar a cualquier cosa que se moviera, o de salir corriendo, pero en vez de eso Max me tenía agarrado como si fuera pelota de rugby, y los dos salimos volando a través del ventanal, hacia la parte exterior donde se encontraba la cafetería y la librería.
Vi el piso acercarse hacia mí y pensé que ese era mi fin, pero aterricé de forma relativamente intacta. Max dejó mi cuerpo en el suelo, y en ese momento se escuchó el estruendo ensordecedor de la bomba que había aparecido en la biblioteca, desatando una lluvia de escombros mientras que las pocas personas presentes en el lugar salían corriendo despavoridas y a los gritos.
Sin comprender bien lo que sucedía, me refugié entre la pared exterior de la pequeña cafetería y una de las sillas que la misma ofrecía a los comensales.
Busqué con la mirada a Max y lo vi parado en frente de Bomberman. El aspecto infantil de éste último contrastaba con la expresión de odio que se dibujó en su cara. Max se encontraba a no más de un metro de él, pero Bomberman lo ignoró y eligió dirigirse a mí.
"Me encanta la playa que elegiste para tomar sol, Kai".
Su tono, entre burlón y enojado, me tomó por sorpresa y antes de que pudiera largar un comentario sarcástico, Max le espetó a todo pulmón:
"¡Vas a pagar lo que le hiciste a la gente de Shintaku!"
Bomberman miró a Max con rotundo desprecio.
Y se hizo el silencio por unos largos segundos, hasta que el cyborg finalmente habló.
"Merecían morir".
Literalmente al mismo tiempo que terminó de decir eso, Max se abalanzó hacia él con una velocidad increíble, lanzándole su puño con la mayor de sus fuerzas. Fueron tres golpes, y cada uno de ellos precedidos por un clamor que se escuchó en todo Shintaku.
"¡Hijo de puta!"
"¡Hijo de puta!"
"¡Hijo de puta!"
Bomberman evitó todos y cada uno de los ataques de Max, moviéndose de tal manera que uno juraría que fue teletransportación, no recibiendo siquiera un rasguño por parte de su contrincante.
Luego de su tercer intento de golpear a Bomberman, Max se detuvo, agotado. Sus jadeos se mezclaban con el sonido de las personas de la biblioteca huyendo a toda prisa del edificio. Mientras tanto, Bomberman se posaba detrás de él, ileso y mirándolo con desprecio.
Max lanzó un cuarto ataque con su puño izquierdo, pero éste fue frustrado cuando Bomberman materializó una bomba, la lanzó hacia él y se apartó rápidamente, desmembrando el brazo de Max como si estuviera hecho de mantequilla. Una mezcla de sangre y cables brotaron del lugar donde hace unos segundos atrás se encontraba su extremidad izquierda. Un grito de dolor perforó el aire, y Max cayó de rodillas con los ojos llenos de lágrimas.
Fue en ese momento cuando sentí algo dentro de mí. Algo que me llamó a actuar.
Un calor me envolvió y de repente el miedo que tenía desapareció, siendo reemplazado por una furia incontrolable.
Ví a Bomberman acercarse a Max, sin dudas para asesinarlo.
Saqué mi pistola y disparé todo el cargador contra el cyborg ponebombas. Una, dos, tres… Diecisiete balas impactaron contra su cabeza, cuello, hombro y pecho.
El cargador se vació, y mi arma se encontraba humeante. Pero él seguía en pie. Se dio vuelta y comenzó a acercarse ante mí, mientras yo le apuntaba con el arma descargada.
La adrenalina circulaba por mi sangre a mil por hora y sentía como si mi pecho estuviera por estallar.
Incluso teniendo su cara penetrada por mis balas, Bomberman aún mantenía su mirada de desprecio intacta.
Caminaba hacia mí dando tumbos, y sangre brotaba de su brazo derecho y su cuello.
Pero apenas había logrado caminar unos centímetros, Max se abalanzó hacia él, golpeándolo en la cabeza y tirándolo al suelo. A pesar de tener un cargador entero dentro de él, Bomberman opuso resistencia y ambos se trenzaron en una lucha cuerpo a cuerpo. Es casi como si haber sido amputado por su enemigo hubiera despertado el instinto de supervivencia en Max.
Bomberman lo golpeó varias veces e intentó plantar una bomba en él, pero cada vez que intentaba materializar un explosivo, Max respondía y lo golpeaba en la cabeza.
Con el pasar de los segundos, Bomberman fue oponiendo menos resistencia hasta que se desvaneció. Pero eso no implicó que Max dejara de golpearlo en la cara con todas sus fuerzas. Uno, dos, tres golpes… Después de una docena de ellos, me acerqué impulsivamente y tomé su brazo.
"Creo que ya está muerto", le dije sin ningún temor a ser golpeado por él.
Y es que en mi interior sentía una seguridad inusual en mí. Nunca en mi vida había vaciado un cargador entero (mucho menos de manera tan certera) a un ser vivo, ni se me hubiera ocurrido jamás en la existencia de esa posibilidad.
Al mirar a Max y retener su brazo para evitar más golpes a Bomberman, me sentía como si estuviera mirando todo desde afuera. No tenía miedo, y mi cuerpo prácticamente se movía por sí solo.
Max me miró fijamente, y en ese momento se abrió una compuerta en el pecho de Bomberman. Sin perder tiempo, le sacó la tarjeta que se encontraba dentro de él y volvió a cerrar el orificio de un golpe, tal vez para que el espíritu del cyborg ponebombas siguiera sintiendo dolor donde sea que esté.
Repentinamente el sonido de sirenas comenzó a llenar el aire. Ambos nos miramos y supimos que era hora de huir de allí.
Max intentó levantarse pero empezó a toser, largando sangre de la boca. Intenté ayudarlo a levantarse pero no me dejó.
"Tranquilo, estoy bien", me dijo y se levantó, para luego tronar su cuello, como Senku de "Dr. Stone" pero más bajito, ensangrentado y con un solo brazo.
"Vuelve a Crestwood antes de que se corra la bola y cancelen el transporte".
Vacilé un segundo en irme. Max escupió sangre al suelo y me miró fijamente.
"Yo estaré bien. Sabes que esta no será la última vez que nos veremos. Aún tenemos mucho de qué hablar".
Me di vuelta y empecé a correr a toda prisa lejos de ahí. Mientras el sonido de las sirenas iban callándose, la voz de Max resonaba en mi cabeza cada vez con más fuerza.
"Sabes que esta no será la última vez que nos veremos. Aún tenemos mucho de qué hablar".
