Disclaimer: Los personajes y el universo le pertenecen a JK Rowling.
Solo la trama es mía.
No obtengo ningún beneficio económico ni lucrativo de algún tipo al escribir este fic.
Aviso: Este fic forma parte del juego Drabble tag del foro Hogwarts a través de los años.
Elegí la condición Carta de Hogwarts.
Una terrible noticia.
Petunia estaba furiosa. ¿Cómo su sobrino se había atrevido a hacer algo raro en la presencia de gente normal? No iba a tolerarlo.
Habían tratado de sacarle la rareza pero nada resultaba. Quizá debían ponerse más creativos. ¿Es que por qué no podía ser normal? Si hubiera sido como ellos, las cosas serían diferentes. Pero no. Él tenía que ser como su horrible hermana y su extraño cuñado.
La guerra se los llevó, la magia acabó con sus vidas. Nadie parecía darse cuenta de que la magia era mala porque separaba a las familias. Así que sí. Petunia había tratado de sacar la magia de su sobrino. O encerrarla, lo que fuera.
Era el día siguiente al cumpleaños de Dudley y la familia Dursley disfrutaba de un desayuno contundente. Dudley tenía pensado salir a jugar con sus amigos y Vernon tenía que ir a trabajar.
Cuando sonó el buzón, señal de que se habían dejado cartas en él, mandaron ir a Harry. Él protestó, otra cosa que Petunia despreciaba, que su sobrino fuera tan maleducado y esperaron.
Harry dejó las cartas sobre la mesa. Eran facturas, algo de propaganda que a su tía le gustaba mirar y una carta extraña dirigida a su primo.
Vernon y Petunia no se dieron cuenta de eso. Estaban leyendo las otras cosas.
-¿Magia? ¿Hogwarts? ¿Qué es esto? -Dudley se reía.
A los señores Dursley les pareció que el tiempo y sus corazones se detenían.
-¿Quién me habrá mandado esto? Suena graciosísimo.
-Dame eso, Dudley. -Su madre le pidió. Trataba de mantener la calma pero sus manos le temblaban.
-Pero mamá, es mía.
-Solo quiero verla, Dudicito.
A regañadientes él se la entregó. Quería seguir leyéndola y mostrársela después a Pierce, Gordon, Malcolm y Dennis. Se iban a partir de la risa también.
Petunia leyó la primera línea y sintió cómo se mareaba. Pensó que sería un error, que era para su sobrino, que aunque disgustados, sabría que llegaría y lidiarían con ello. Con disgusto, claro, pero lidiarían con ello.
Pero ¿Dudley? No su bebé. Su bebé no podía ser raro. No podía ir a esa asquerosa escuela con sus monstruosos profesores y toda la rareza anormal. Su hijo iría al instituto al que fue Vernon y se acabó.
-Podemos escribir que no irá. -Petunia susurró. -Escribiremos que no, gracias y se acabó.
Vernon asintió. Había estado demasiado sorprendido y horrorizado como para gritar. Pero si escribían su rechazo, entonces nada de esto habría pasado y sería un mal recuerdo.
Entonces llamaron a la puerta.
Petunia no habría dejado que su sobrino abriera si hubiera estado en sus cinco sentidos y hubiera recordado que así fue cómo pasó todo con Lily. Ella recibió su carta y justo después una profesora fue a explicarles todo.
Y así pasó. La misma mujer severa estaba allí. La misma que había venido para su hermana.
-No. No queremos nada de esto. Dudley no irá. Lo hemos decidido. -Petunia chilló. -Así que puede irse por donde ha venido.
