16. Pelea contra Badeline.

Tema: Tic

Badeline había visto con sus propios ojos como uno de las características principales de Madeline en los últimos años era huir de sus problemas.

Esos momentos nunca fallaban en hacerla reír.

Excepto cuando si lo hizo.

Badeline nunca imaginó que Madeline correría tan rápido y tan lejos que ella al fin la dejaría a Badeline atrás. Rechazada. Dejada para estar sola para siempre. Badeline era un depredador ápex que había sido tirada hasta el fondo de la cadena alimenticia cuando su presa es escapó de sus garras.

Más de una vez Madeline se había considerado a si misma un parasito que succionaba y drenaba toda la vida y alegría de aquellos a su alrededor. Todo gracias a Badeline.

Badeline le había dicho todo eso. Badeline le había dicho que ella era tan tonta, egoísta y tan cruel. Era todo lo que dijeron y lo que no también.

Cuando en realidad, Badeline sabía la verdad. Con frecuencia, suele ser simple y directa.

Ella estaba proyectando.

Por supuesto. Badeline ahora entendía. Ella de verdad era todo lo que estaba mal con Madeline.

¿Así que eso era como se sentía el rechazo? El saber que todo tu ser estaba mal.

Indigna. Inútil. Despreciada.

Mientras que Madeline fue rechazada en el pasado por cosas triviales y mundanas, Badeline no podía decir lo mismo. Madeline la había rechazado debido a todo lo que Badeline representaba para Madeline y para la montaña.

Ahora ella entendía porque entendía por qué el aislamiento se sentía bien. Era una señal de que se había acabado. Nadie podía lastimarla si ella estaba sola. Sola con sus pensamientos. Pensamientos intrusivos. Pensamientos que no la dejarían sola. Que no se callarían. Que no serían más que recordatorios constantes de por qué ella estaba aquí. Recordatorios constantes de por qué ella fue rechazada por su otra parte de sí misma. Recordatorios constantes de por qué ella se iba a quedar allí abajo. Recordatorios constantes que no la dejarían sola y–

Badeline suspiro con pesadez y abrazos sus rodillas en una posición fetal. "Tranquila, ya se acabó. ¿Quién estaría loco como para bajar hasta aquí?" Badeline se quedó viendo a los altos y extendidos espacios cubiertos de vegetación a través de las gigantescas cavernas.

La quietud era tan aterradora como reconfortante. El saber que todo nunca cambiaría.

Pero encima de todo eso, era algo más para Badeline:

Era malditamente aburrido.

Con nada más que las prendas en su espalda, sus interminables pensamientos y una lista de poderes sobrenaturales, no había mucho con lo que pudiera ocupar su mente. Lo mejor que se le ocurría era tomar una caminata. Eso si podías contar levitar sobre todo el lugar como caminar para empezar.

Entre más se adentraba, más caminos se ramificaban en distintos senderos.

Ahora en una verdadera soledad, Badeline tenía tiempo en poner su esfuerzo en algo más que intentar mantener la ingrata parte de sí misma fuera de problemas y peligros; pero de nuevo, si ella era todo lo que estaba mal con Madeline, entonces tal vez eso ya no sería el caso para ella nunca más.

El silencio y las grandes vistas en ese lugar le dieron la oportunidad para entender en parte la razón por la necesidad de Madeline le escalar la Montaña Celeste.

Era mejor tener algo que probarse a ella misma que no tener ninguna razón por la cual salir de la cama, por ponerlo de alguna manera.

Pero su razón para salir de la cama pertenecía a Badeline tanto como pertenecía a Madeline. Y ahora que Madeline la había desecho de ella, explorar cavernas olvidadas por el mundo era lo único que podía hacer.

¿Quedarse en la montaña era todo lo que quedaba para ella? ¿Volverse un fantasma delirante como Oshiro? ¿Volverse loco como un murciélago como esa vieja mujer?

Lo único que sabía con certeza era que, si Madeline la quería fuera de su vida con tantas ganas, no había mucho que ella pudiera hacer.

Al menos la soledad se sentía bien. Al menos el silencio significaba no problemas.

Y problemas se estaba acercando a medida que el sonido de unos pasos se volvía más claros rebotando por las cuevas, intensificándose en su dirección.

La estrechez en el fondo de su pecho fue suficiente para decirle quien venía.

"¿Qué quieres?" Le preguntó sin miramientos a su otra parte pelirroja.

"Escucha, estuve mal en decir que no te necesitaba. No me había dado cuenta de que estaba en tal mal estado que terminaría abandonándome a mí de entre todas las personas."

Los ojos de Badeline se llenaron de un filoso disgusto. "¡Yo NO soy tú! ¡Yo-¡ Yo…" Su lengua se volvió floja y se tropezaba consigo misma. Sus ojos se perdieron mirando a la nada y a la vez viéndolo todo al igual que Badeline en esas dichosas cuevas. "Soy peor. Solo déjame sola. Hiciste tu punto claro, no puedo cambiar lo que soy. Yo me equivoqué y tú tenías razón. Tu siempre tuviste razón. ¿Es eso lo que querías oír?" Adular.

"No tienes que cambiar quien o que eres de la misma manera que no siempre estabas equivocada. Ahora entiendo que solo has querido protegerme."

El ojo de Badeline tuvo un tic por un momento. "¿Protegerte?" Me abandonas y me echas de tu vida como si no fuera más que una piedra, ¿Ahora quieres que regrese como si perteneciera a ti?"

"¡Eso no fue lo que quería decir!"

"No. Nunca dices lo que quieres. Ni siquiera sabes lo que quieres. ¿Por qué estás aquí? ¿¡Por qué YO estoy aquí!?" Su pelo morado empezó a levitar como vilipendiadas serpientes. El corto césped a su alrededor empezó a agitarse ligeramente.

Madeline tomo un primer tímido paso adelante y Badeline se levantó del suelo levitando inmediatamente con sus manos cerradas en puños apretados. "¡No te acerques o lo arrepentirás!" Pelea.

Otro grito por ayuda. Gritos que Badeline nunca estaba segura si Madeline escuchaba o no.

Pero esa vez sí lo hizo. El latido de Badeline golpeaba frio al darse cuenta de la realización en su pecho para las dos.

El segundo paso de Madeline más confiado aumentó la presencia del peligro, de nuevo, para las dos. Los músculos de Madeline se tensaron como un gato listo de saltar y atacar a su depredador.

Pequeñas piedras azul claro dispersadas alrededor se elevaron del suelo, flotando lentamente gravitando alrededor de persona y reflejo. Las piedras más grandes y fragmentos de tamaños similares temblaban impacientemente queriendo seguir el ejemplo.

Badeline podía sentir el estrés y tensión en los musculos de Madeline, amenazando con romperlos en dos si Madeline no saltaba del borde de adrenalina en el que estaba. Una mezcla de duda y miedo llenaba el cuerpo de la persona, y el reflejo podía presentir como uno NO complementaba el otro, sino en su lugar incitaban a Madeline a intentar llegar a Badeline.

Un segundo paso se volvió un tercero paso, un cuarto, quinto, sexto, hasta que Madeline cogió suficiente carrerilla y se lanzó hacía ella como un ave cazando su comida.

Badeline soltó un chillido hacía atrás como si estuviera de pie ante el abismo sin vida más absoluto y retrocedió momentos antes de que Madeline pudiera poner sus manos encima.

En su mente un clara y definitiva orden dictaba sus instintos:

NO DEJES QUE ELLA SE ACERQUE

Badeline siguió esa orden como aquel que rascaba una comezón. No podía evitarlo. Simplemente no podía. Era como un hábito, una tendencia suya, un tic.

Madeline era Badeline tanto como Badeline era Madeline, y por extensión, tenía la mayoría, si no es que todos sus tics, tal cual como el de correr y huir de sus problemas, el querer huir de todo.

Madeline continuó persiguiendo Badeline entre láseres devastadores y bolas de fuego purpura—todo mientras una parte intentaba hacer entra en razón a la otra parte.

"Te hice un favor."

Alejando a todos.

"¡Tú no tienes nada de montañera!"

¿Entonces porque molestarse en sabotearla?

"¡Solo intentaba ayudarte!"

Manteniéndola a salvo.

"¡No tenemos por qué pelear! ¡No creo que podemos caer más profundo!" Madeline exclamó.

"Podría llevarnos hasta el centro de la tierra." Badeline río, pero su risa era un oxímoron al estado desastroso de su mente obsesionada con la idea de ellas dos haciendo justamente eso.

Ellas dos. Solas. En calma. A salvo.

¿Pero por qué? ¿Madeline quería sacarla de su vida con tantas ganas?

Badeline continuó huyendo. El uso de su magia tan constante empezaba a cobrarle factura. El huir se estaba volviendo tan agotante como las piedras que su ira lanzaba eran pesadas.

Madeline se acercaba cada vez más y más con cada intento y con cada caverna que atravesaban. Rojo y purpura se mezclaban con intensidad hasta que…

Badeline empujó a Madeline apenas hicieron contacto y el reflejo se alejo cuanto pudo antes de caer agotada al suelo respirando pesadamente. No era solo el cansancio y fastidio.

Estaba harta.

Estaba harta de todo.

¿Algo alguna vez iría a su favor? ¿Podía todo no ser su culpa? ¿Había algo que ella pudiera hacer?

No, no había nada que hacer. No había nada que pudiera hacer. Si de cualquier modo estaba demasiada cansada como para seguir luchando por cosas inalcanzables.

Badeline podía oír los pasos sobre la hierba de Madeline acercándose. Podría intentar escapar una vez más. Podría luchar, podría hacer algo…pero ni siquiera podía forzarse a mirarla de frente. Parálisis.

Podría solo aceptar su destino. Ser tan…inútil…tan…impotente…Si tan solo tuviera un poco más de…

Los pasos se detuvieron a sus espaldas.

"Vale," Badeline suspiró. "Tú ganas. Supongo que después de todo no me necesitas." Su voz se empezaba a quebrar y hacer más pequeña. "Si quieres que me marche, lo intentaré."

"No es eso lo que quiero. Necesito tu ayuda más que nunca. Por favor, trabajemos juntas."

"¿Trabajar juntas? Debes de estar bromeando."

"No hay nada malo en estar asustada. No tienes que estar asustada de mí."

"Sigues sin entenderlo," Badeline soltó pesadamente. "No estoy asustada de ti. Si no de mí…pero si estoy asustada de mí…¿Entonces sí estoy asustada de ti? No sé qué está pasando." Badeline estaba por abrazar sus rodillas, pero Madeline la detuvo con una mano sobre su hombro.

"Yo…tampoco lo sé, pero para eso estamos la una para la otra. Somos todo lo que necesitamos."

Badeline se quedó en silencio, quería voltear a ver a Madeline pero no podía girar. "¿De verdad piensas eso?"

"Lo creo." Madeline puso su otra mano en el otro brazo de Badeline antes de envolverla en un abrazo. Por un momento Madeline pudo sentir como su reflejo quería apartarse, pero la pelirroja mantuvo su agarre fuerte hasta que Badeline lentamente dejo de luchar y con respiraciones pesadas y lentas se dejo caer entre sus brazos antes de que Badeline reciprocara el abrazo extendiendo sus propios brazos. "Creo en nosotras."