Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de Lavender-Long-Stories.

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—Por favor, dime que no hiciste —Hinata se tapó la boca.

—Lo hice, pero otras cosas sucedieron primero —sonrió Sasuke.

Hinata se encogió de preocupación.

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Su sesión de entrenamiento no se convirtió en gran cosa. Sasuke la inmovilizó firmemente contra un árbol y le sonrió con suficiencia. De repente ya no era una lucha de puños.

Sus enfoques en las batallas de lengua eran diferentes. Ninguno de los dos tenía experiencia, pero estaba claro que Sasuke era más rápido aprendiendo. Hinata siempre fue tímida, al principio, era amable y moldeable hasta que se frustraba con sus burlas. Cuando se enfadaba por sus mordiscos y cuando él se apartaba para buscar más piel para besar, ella enterraba los dedos en su cabello y lo rodeaba con las piernas, intentando evitar que él encontrara nuevas formas de molestarla. Ella no sabía que a él le divertía mucho su comportamiento agresivo que sus sonrojos.

Cuando tomaron aire, él la subió, cubriéndole los muslos con la mano y manteniéndola en su sitio.

Con los ojos cerrados, Hinata le rodeó cómodamente el cuello con el brazo.

¿Por qué me retienes?

¿Te han vuelto a pillar? —Sasuke cerró los ojos, presionando su frente contra la de ella.

Estoy esperando a que te hartes de mí —ella dijo y la frente de Sasuke se arrugó. La presionó más. Deseó no haberle dicho que no la necesitaba. No era verdad. Ahora, con la mente más clara, se daba cuenta de lo que le estaba haciendo a su cuerpo. Se estaba matando lentamente y si se hubiera dado cuenta una vez que tocó fondo, no hubiera tenido ni siquiera una razón para tomarse una píldora soldado. La horrible imagen de esta dulce mujer volviendo de una misión para encontrarlo en el sofá, sin moverse.

Entonces, ¿quién haría pasteles asquerosamente dulces en mi cocina? —preguntó Sasuke.

Hinata le dio un codazo.

Lo digo en serio.

Lo sé, pero no lo haré. Eres todo lo que tengo. Me quedaré contigo hasta que me eches —prometió Sasuke—. Solo no me envíes lejos —fue entonces cuando decidió que se lo demostraría. Se lo demostraría a toda la aldea. Él se quedaría con ella. La mantendría mientras ella lo quisiera.

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El rostro sonrojado de Hinata palideció al tiempo que sus labios se entreabrían y dejaba caer las lágrimas. La promesa que él le hizo el primer día en la cocina se solidificó como algo aún más desgarrador de lo que era.

Sasuke abrió los brazos y ella se acurrucó rápidamente junto a él. Apoyó los labios en su cabeza.

—En cierto modo, era mi forma de decirte cómo me sentía y cómo sigo sintiéndome.

Hinata hipó mientras él seguía hablando.

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Sasuke entró en una joyería. Su sola presencia le provocó un aneurisma al dueño de la tienda. Flotó ansiosamente alrededor del mostrador.

¿Necesita algo? —chilló, inquieto, más de lo que debería estar.

El silencio estaría bien —Sasuke se asomó a la vitrina y no se sintió molesto con el tendero y las otras personas que estaban igual de sorprendidas de verlo, sino que lo hizo por la joyería. Se frotó la nuca con frustración—. No le gustan este tipo de cosas —murmuró para sí.

¿Comprando un anillo? —preguntó una morena de más o menos su edad. Sasuke creía conocerla. No estaba muy seguro. Definitivamente, era una ninja, su complexión fornida y musculosa, lo dejaba claro, pero no podía ubicar a qué equipo perteneció.

Obviamente —Sasuke no tenía piercings ni usaba otras joyas. No estaba comprando para sí mismo.

¿Es exigente? —ella levantó una ceja.

Sasuke cedió ante el interés de la mujer.

Más bien le gusta la sencillez, tiene recursos para utilizar joyas caras, pero no es fan del brillo.

¿Has pensado en hacerlo tú mismo? —no, no lo había hecho. La mujer esbozó una sonrisa de suficiencia mientras se cruzaba de brazos, tomando su ceño fruncido como respuesta—. ¿Por qué no me sigues a la tienda de allí? Tengo algo que buscar allí y puedo enseñarte.

En contra de su buen juicio, la siguió al otro lado de la calle, lejos del joyero y las joyas llamativas.

Sasuke pasó una hora con la mujer mientras ella le explicaba cómo hacer la forma básica del anillo. Era buena trabajando con metales y le explicó lo que se sentiría bien sobre la piel y sería más sencillo de doblar, pero no tanto como para que se deformara con el uso. Miró las pequeñas joyas que había en el mostrador, seguía sin gustarle nada. Se fijó más en las piedras de colores extraños que eran demasiado grandes para el sencillo diseño del anillo.

¿De qué color son sus ojos? —miró por encima del hombro.

Blancos, como... Violáceos —Sasuke no tenía un nombre para el color—. Hyūga, son de color Hyūga.

Ella hizo un gesto con el labio.

¿Como las perlas?

Sasuke asintió. Ella levantó una, del color exacto de los ojos de Hinata. Los ojos de Sasuke se entrecerraron, ella sabía exactamente para quién estaba comprando el anillo y ahora estaba más molesto con las preguntas.

Escogieron unas cuantas herramientas y metal extra para practicar antes de despedirlo con un breve movimiento de su mano. No tenía ni idea de quién era aquella mujer, pero quizá fuera la única aldeana, aparte de Hinata, que no lo odiaba.

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Las sesiones de terapia de Hinata iban bien. Su conmoción cerebral estaba desapareciendo y su peso era bueno, pero no había señales de que su memoria fuera recuperable.

—Hinata, no tienes que quedarte con él solo porque no puedes volver al Complejo. Puedes venir a vivir con Naruto y conmigo hasta que te recuperes —Sakura le puso la mano en la rodilla. Hinata quiso apartarla, pero no lo hizo.

«—Sakura no sabía de qué estaba hablando y solo intenta ayudar —Hinata intentó recordar.»

—Me gusta mi casa, pero gracias por la oferta —eso también le salió más frío de lo que le hubiera gustado.

—No tienes por qué quedarte —repitió Sakura.

Antes de perder los nervios, Hinata dijo rápidamente lo que estaba pensando.

—Sé que no lo apruebas porque crees que se volverá contra mí, pero ¿alguna vez te has preguntado si él tiene miedo de que yo me vuelva contra él? —Sakura la miró incrédula—. Sobre todo, porque le resultó fácil volverse contra ti.

Las manos de Sakura se volvieron puños. Hinata se estremeció, esperando el golpe, pero este no llegó. Echó un vistazo al rostro de Sakura, lleno de lágrimas, el rímel y el delineador de ojos dejaron un rastro oscuro en sus mejillas. Intentó quitárselo, pero solo consiguió empeorar las cosas.

Hinata se acercó a Sakura para ayudarla a limpiarse las mejillas.

—No quiero que te haga daño a ti también —gimoteó Sakura—. Puede que yo me lo mereciera, pero desde luego que tú no.

—No te lo merecías —Hinata se compadeció.

—Sí, lo merecía —dijo Sakura—. Fui una adolescente estúpida que tuvo un flechazo. Lo llevé demasiado lejos y pensé que, si lo quería lo suficiente, él me correspondería —apoyó la cabeza en las manos de Hinata—. Me ayudaste en aquella época y ni una sola vez me dijiste que fui estúpida. Deberías haberlo hecho, pero eras demasiado amable —Sakura poso la mano en la falda de Hinata—. Ni siquiera te interesabas por él, no lo entiendo.

Hinata empezó a comprender el desgarro que había entre ellas. Tal vez podía arreglarlo con sus habilidades de costurera aficionada.

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—¿Debo preguntar cómo fue la terapia? —Sasuke observó a las enfermeras mirándolo de reojo.

—Creo que deberíamos invitarla a cenar —la silla de Hinata se sacudió al tropezar.

—¿Qué? —preguntó Sasuke.

Hinata soltó una risita.

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Sasuke hizo anillos de práctica que parecían hechos por un perro, doblaba el metal hasta que estaba demasiado enfadado para mirarlos.

Al final, Sasuke encontró una técnica que funcionaba y consiguió hacer un anillo horrendo. Miró el pedazo de chatarra que había hecho y decidió volver a buscar a la mujer, necesitaba más metal para practicar.

Volvió a la tienda y, lo que fue muy irritante, la mujer sabía que tendría problemas y se quedó cerca de la tienda. Se tragó lo que le quedaba de orgullo y le pidió ayuda. Ella le sonrió con suficiencia y le hizo seguirla hasta su casa.

Sasuke pasó horas con ella, mientras le señalaba lo que debía hacer, le reñía duramente cuando no le hacía caso y le golpeaba los dedos cuando se ponía demasiado brusco. Le irritaba mucho, pero necesitaba su ayuda. Al cabo de un par de días, tuvo un anillo aceptable con una perla.

Ahora, quiero que lo pulas a mano y se lo des con el corazón —le dijo dándole una fuerte palmada en el hombro mientras se iba—. Vuelve cuando necesites las alianzas. A Hinata le encantará.

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—¿Quién era? —Hinata inclinó la cabeza, intentando pensar en alguien que coincidiera con su descripción.

—La compañera de equipo de tu primo —explicó Sasuke.

—¿Tenten? —Hinata se quedó boquiabierta.

—Su casa estaba llena de una cantidad aterradora de armas por todas partes. Parecía una cámara de tortura bien iluminada —sí, esa era Tenten.

—¿Hace joyas? —preguntó Hinata.

—No, ella hace brazaletes blindados y armaduras. Quien le enseñó también le hizo aprender los fundamentos de la joyería como un extra. Entonces también se sorprendió.

Hinata se volvió para mirarlo por encima del hombro, salpicándolo con su pelo mojado. Sasuke se quedó atónito y ella se tapó los labios para reírse. Él se sacudió el cabello, rociándola en el proceso. Ella chilló.

—¡Lo siento! —Hinata levantó más alto la toalla que había estado cubriendo su parte delantera para ocultar más de ella.

Sasuke sonrió satisfecho mientras ella volvía a bajar lentamente la toalla a su sitio. La roció una vez más.

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Notas: ¡Sasuke modo romántico! Cuando mi niño quiere puede ser muy detallista.

Naoko Ichigo