Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de College n Curls.

xxx

Ser un desacuerdo

Esta vez no fue tan difícil apartarlo. Antes necesitó de la ayuda de Sakura para apartar al hombre que estuvo en coma. Ahora sabía la fuerza que él poseía, su cuerpo inconscientemente recordaba las horas que pasaron entrenando juntos. Sabía que, si hubiera sido un segundo más lenta, su agarre hubiera sido poderoso y le habría aplastado la tráquea. El hombre estaba en un constante estado de luchar o huir y siempre elegía pelear.

Hinata se zafó de su agarre en menos de un segundo. Sus manos volvieron a alcanzarla, pero unos cuantos golpes bien asestados a sus brazos lo dejaron inmóvil y mirándola con ojos desorbitados. Aquellos ojos oscuros se movían frenéticamente, desesperados por posarse en su enemigo. El rojo empezó a llenar sus ojos y el color no era por el Sharingan.

«—Debe estar intentando activarlo —pensó.»

Iba a luchar, incluso cuando no podía hacerlo. Si seguía así, se iba a quedar permanentemente ciego.

—Sasuke… Sasuke soy yo —susurró desesperadamente mientras se cernía sobre él y colocaba sus manos a ambos lados de su rostro—. Soy Hinata. Estás a salvo conmigo. Por favor, cálmate.

El sonido de su voz pareció romper la neblina inducida por la adrenalina en la que se encontraba. Lentamente, su mandíbula se aflojó y sus rasgos se suavizaron. Si se hubiera dejado engañar, habría jurado que parecía aliviado, incluso feliz de verla. Sin embargo, no estaba tan loca, porque el hombre lucía tan impasible como siempre. Tal vez incluso más. Se sintió como una extraña mientras él la miraba fijamente. Como algo inconveniente.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó con voz severa, como si la regañara.

Ella apartó las manos de su rostro.

—Estaba en una misión.

—¿Una misión? —se burló—. Supongo que vigilarme para que no la cagué del todo puede considerarse una misión.

no eres mi misión.

Su ceño se frunció con escepticismo, pero ella lo ignoró. En su lugar, centró su atención en asegurarse de que no murieran congelados durante la noche. Sacó almohadillas térmicas de carbón y empezó a colocarlas en el interior de su ropa. Esto, junto con su chakra y una manta, la mantendría caliente. El saco de dormir que tenía sería más que suficiente para el Uchiha cuando llegara el momento de retirarse.

Miró hacia la boca de la cueva, ahora oscura, ya que la noche había caído por completo. Soplaba una brisa invernal que le produjo un escalofrío. ¿Cuánto tiempo podrían permanecer aquí hasta que el enemigo los encontrara? Con suerte, el caos de la madrugada había impedido que se reagruparan y le dieran caza al hombre. Si lograban pasar esta noche, con suerte tendrían energía suficiente para viajar, aunque lentamente.

Con un suspiro, se volvió de mala gana hacia el muchacho, que ahora estaba sentado en posición vertical. Tenía la cabeza inclinada, los largos mechones de cabello negro le ocultaban el rostro y caían sobre sus hombros. ¿Cuándo se había cortado el cabello por última vez? Parecía que había sido ayer cuando había lavado aquella rebelde cabellera y lo había recortado para dejarlo más manejable. Aun así, por mucho que odiara admitirlo, se veía guapo, con el cabello largo.

—¿Nadie te ha dicho que es de mala educación quedarse mirando fijamente? —dijo él, levantando ligeramente la cabeza—. Puede que no vea, pero me doy cuenta cuando alguien me mira.

Su rostro se sonrojó por la vergüenza, pero se la tragó.

—Yo... Necesito desbloquear tus vías oculares. Te va a doler.

—Lo sé.

—Lo siento —no estaba segura de porque se disculpaba.

Perdón por mirar fijamente. Por el dolor que estaba a punto de causarle. Lo sentía por el enorme abismo que había entre ellos...

—No me importa.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

No debería estar aquí.

Sai era un shinobi demasiado hábil como para haber acabado en su pabellón por una simple misión de eliminación de bandidos. Sakura apretó los labios mientras leía su historial. Todo parecía estar bien. El mayor problema era el agotamiento de chakra por viajar sin parar durante casi cuatro días. Sin comida. Ni agua. Solo la adrenalina y la determinación lo habían llevado hasta las puertas de Konoha. Fueron los guardias los que lo llevaron el resto del camino. ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué estaba solo? Kakashi nunca hubiera permitido que un ANBU trabajara solo. Si algo sucedía, necesitaban que alguien regresara para presentar el informe.

«—Supongo que él es el que da el informe —pensó y se le revolvió el estómago incómodamente.»

Lo que tuviera que decir no sería bueno. En cuanto pensó eso, los monitores conectados al hombre se encendieron, indicando que estaba consciente. Como casi todos sus pacientes que eran obstinados, empezó a quitarse los cables de inmediato.

—Yo no haría eso si fuera tú —le dijo mientras su mano se aferraba a la aguja en el pliegue del codo.

Sai la miró, desorientado al principio, pero luego sonrió.

—Sakura, qué alegría verte.

Ella puso los ojos en blanco y tomó asiento a su lado. Su antiguo compañero de equipo nunca cambiaría. Pero la nostalgia tendría que esperar. En lugar de eso, se puso el estetoscopio en las orejas y le acercó el frío metal al pecho.

—Inspira —le ordenó, escuchando atentamente el sonido de sus pulmones—. Exhala.

Todo sonaba bien. Su corazón también había vuelto a latir a un ritmo regular.

—¿Dónde está Naruto?

¿Cuántas veces le iban a hacer esa pregunta hoy?

—No estoy segura. En su casa, tal vez —respondió suavemente mientras sacaba una linterna y revisaba sus ojos—. ¿Cómo te encuentras? Estuviste inconsciente un par de horas.

—¡Maldita sea! ¡¿Horas?! Tengo que encontrar a Naruto.

Sai intentó levantarse de nuevo, pero Sakura lo empujó con fuerza de vuelta a la cama.

—No ayudarás a nadie si vuelves a desmayarte. Tus signos vitales están bien, pero tu chakra no puede reponerse tan rápido.

—Sakura…

—Debes permanecer aquí veinticuatro horas hasta que te entreguen a un cuidador. Esa es nuestra regla.

—Pero...

—Sin peros. Si es tan importante que encuentres a Naruto, puedo transmitirle tu mensaje.

Sai frunció el ceño. Probablemente, estaba pensando en decirle lo que sabía. Si tenía que ver con la misión en la que había estado, Kakashi quizás se encargaría de que tuviera misiones de rango D como castigo por divulgar información secreta. Maldito si se lo decía y también si no lo hacía.

—Sasuke está atrapado en algún lugar del Norte —dijo finalmente y los ojos de Sakura se abrieron de preocupación.

—¿Está herido?

—Sí, pero Hinata está con él. Es probable que ella le haya brindado ayuda médica para cualquier problema de salud inmediato.

—Hinata.

El nombre de la Hyūga escapó de sus labios como una plegaria. Una sensación de alivio la invadió. A pesar de lo que había ocurrido en el Complejo Hyūga, Hinata nunca dejaría morir a nadie. Mientras la mujer tuviera energía, haría lo que fuera necesario para estabilizar a Sasuke.

—Deberían estar bien entonces, ¿verdad?

—No —dijo Sai—. Si el grupo no los encuentra, la tormenta ya debe haberlo hecho. Necesitamos una realizar una misión de búsqueda y rescate. Hinata no podrá traerlo aquí por su cuenta. Necesitamos a Naruto.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

—¿Crees que pueda encontrarla?

Naruto sabía que la prole de Kiba era poderosa. Todo el clan era conocido por su estilo de lucha canino y sus grandes habilidades de rastreo. ¡Con los bichos de Shino no había forma de que pudieran perder!

—Todavía es muy joven —respondió Kiba, estudiando al cachorro mientras se revolcaba en el suelo a sus pies—Pero estuvo con Hinata bastante tiempo. Ahora mismo conoce su olor mejor que nadie. Solo necesitamos saber en qué dirección se fue.

—¿Estás seguro de que tenemos que ir? Hinata siempre ha sido una kunoichi capaz —comentó Shino—. Es extraño verte tan alterado por alguien que no sea el Uchiha.

Naruto frunció el ceño, la culpa había estado carcomiendo su corazón durante las últimas semanas. Cada día que pasaba el sentimiento empeoraba. ¿Por qué nadie parecía tan preocupado como él por el retraso de Hinata? Bueno nadie aparte de su hermanita que estaba impaciente, enfurruñada en el sofá.

—Hinata nunca se retrasa.

Era como si eso fuera todo lo que la Hyūga pudiera decir. Estaba decidida a averiguar qué le había pasado a su hermana. Aunque no tenían ningún parentesco, sabía exactamente cómo se sentía. Algo estaba mal. Había aplazado su respuesta hacia los sentimientos de Hinata por él después de la guerra. Había utilizado sus habilidades para devolver a Sasuke a la tierra de los vivos y había confiado en ella para que el hombre recobrara la cordura. Cuando supo que ella estaba dispuesta a sacrificarse por Hanabi y tomar el sello, quiso quemar el dojo igual como había hecho Sasuke.

Sus puños se cerraron mientras contemplaba la pregunta de Shino. ¿Por qué? ¿Por qué estaba tan alterado? Ella era uno de sus seres queridos, una persona a la que había jurado proteger, ¿por qué tenía la sensación de que ella lo había estado protegiendo todo este tiempo? Odiaba que sus esfuerzos hubieran pasado desapercibidos. Tenía que encontrarla y compensarla...

La apertura de la puerta lo sacó de sus pensamientos, pero no lo preocupó. En cambio, sintió una ansiedad desconocida. La única otra persona con llave de su apartamento era Sakura. Cuando ella entró en la habitación, la sorpresa brilló en esos ojos verdes en los que él podía perderse.

—Supongo que tenemos casa llena —dijo ella, aunque su voz no contenía nada de la alegría que solía acompañar a una broma.

—¿Qué haces aquí? —Hanabi se mofó, pero Sakura la ignoró.

—Sai llegó al hospital hace unas horas. Dice que sabe dónde podrían estar Sasuke. Sasuke... Y Hinata.

Una sensación de alivio llenó el pecho del rubio ante la noticia. Si Hinata y Sasuke estaban juntos, estarían a salvo. La unión hacía la fuerza. Sin embargo, su euforia duró poco. Se preguntó cómo se sentiría Sakura ante la noticia. Sus ojos estaban impasibles, pero él sabía cómo se sentía. Llevaba semanas preocupada por Sasuke, al igual que él, pero por un motivo distinto.

—Están en algún lugar del Norte, pero la banda que estaban siguiendo, sigue suelta y Sai dice que se avecinaba una gran tormenta cuando se fue.

—Entonces vamos por ellos. Una simple misión de búsqueda y rescate —dijo Naruto y los demás hombres de la sala asintieron.

—Kakashi no te va a dejar salir de la aldea ahora Naruto, y menos para ir a perseguir a Sasuke otra vez —contraatacó Sakura.

—No se trata solo de Sasuke. Hinata también está ahí afuera…

—¡Lo que lo hace aún peor! Sai dice que no debe tener ningún contacto con ella.

—¡Y eso es una estupidez! Cuando estás afuera no puedes controlar a quién tienes cerca.

—¡Ya lo sé, pero si te vas, el consejo sabrá que pasa algo! ¡Sasuke será castigado sin importar las circunstancias!

—¡Entonces iré yo! —intervino Hanabi—. Llevaré al maldito perro y volveré aquí tan rápido como pueda.

—Sabes que no puedes hacer eso —dijo Shino—. Ya has estado fuera del Complejo demasiado tiempo. Estoy seguro de que tu padre está vigilando tu paradero mientras hablamos.

—Pero...

—Tiene razón Hanabi —Naruto comentó, levantando una mano para frustrar cualquier protesta—. No podemos arriesgarnos a dañar nuestra relación con tu clan. Kiba, Shino. Prepárense, partiremos en dos horas.

Los dos hombres asintieron antes de marcharse con el ingenuo cachorro a cuestas. Hanabi los siguió poco después, no queriendo darle a su padre una razón para aparecer en la puerta del Uzumaki. Eso dejó a Sakura y a él solos por primera vez desde su discusión. Para tener esa discusión que no estaba dispuesto a continuar porque revelaría sus pensamientos infantiles.

—Naruto… —Sakura comenzó, pero él negó con la cabeza.

—Lo traeré de vuelta. Lo prometo.

Creía que eso era lo que ella quería oír. Ya le había prometido eso antes y lo había cumplido. Lo lograría de nuevo.

—Te necesitan aquí.

—Volveré antes de que alguien note que me he ido...

—¡No! ¡Escúchame, maldita sea! Por favor.

Estaba acostumbrado a que Sakura lo maldijera. Que le gritara. No estaba acostumbrado a sus súplicas. Ella cruzó la pequeña sala de estar en unas pocas zancadas antes de que ella lanzara sus brazos alrededor de él, enterrando su rostro en su pecho.

—Déjame ir a mí. Esta vez no me dejarás al margen. Si alguno de ellos está herido puedo curarlos. Soy lo suficientemente fuerte como para defenderme de los atacantes y con Kiba y Shino haremos un buen equipo de reconocimiento.

—Sakura…

—Te necesitan aquí.

El agarre de Sakura se apretó a su alrededor. No sería una misión peligrosa. Había pasado por cosas mucho peores.

—Por favor Naruto. Prometo traerlos de vuelta.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Era extraño.

No había notado el frío hasta que recuperó la visión. Era como si su cuerpo hubiera estado tan concentrado en tratar de encontrar algún sentido de estabilidad cuando estaba ciego que ignoró la información superflua. Como el frío. Y el hambre.

Hinata no lo había olvidado. En cuanto no necesitó tocarlo, se retiró al otro lado de la cueva. Él la escuchó moverse. Cuando rasgo un paquete de raciones. Ella masticando. Siempre diplomática, le había ofrecido un poco, pero él la rechazó. Él no quería que ella hiciera más por él. Ya había hecho demasiado con solo estar en su presencia. ¿Por qué estaba aquí si no era para vigilarlo? ¿Por qué, a pesar de sus sospechas, se sentía aliviado de tenerla a su lado una vez más? No la quería allí. Quería que se fuera. Cualquiera que se sacrificara hasta tal punto, sería una carga para él. No volvería a pasar por ese dolor.

Ahora se encontraba mirando la oscura extensión ante ellos. La nieve le nublaba su ya de por sí deficiente vista. Se estaba acumulando rápidamente y no daba señales de que fuera a amainar pronto. No importaba. En cuanto amainara, se marcharía.

—Sasuke. Haré la primera guardia —Hinata llamó suavemente mientras se acercaba a él.

—Hn.

Sabía que necesitaba dormir. Sai y él habían estado viajando a un ritmo brutal, pero después de recuperar la vista no quería volver a la oscuridad. Hinata no habló más. Su figura borrosa simplemente se quedó de pie a su lado y observó la nieve. Permanecieron así durante lo que parecieron horas. Si ignoraba el frío, casi podía imaginárselos en su casa, observando el pequeño jardín durante una tormenta. En silencio. Cómodos. Ella solo se levantaría para hacer té y ellos continuarían su vigilia. Sasuke sacudió la cabeza ante el recuerdo. La vida que una vez compartieron fue una mentira.

—Hay paz aquí.

Paz.

Eso también era mentira. Había enemigos acechando en la oscuridad, esperando para aprovecharse de la situación. Si los hombres eran capaces de reagruparse sería solo cuestión de tiempo antes de que los encontraran. Tenía que terminar lo que había venido a hacer. A su lado, oyó un resoplido que lo arrancó de sus pensamientos. Sus hombros borrosos temblaban, pero no por el frío. Casi le preguntó si se estaba sintiendo enferma, hasta que por fin se volvió hacia él.

—Sasuke... ¿De verdad me odias tanto?

Él la miró. La observó de verdad, como si volviera a ver las cosas por primera vez. Ojos grandes y pálidos, vidriosos por las lágrimas no derramadas y llenos de determinación. Las mejillas rojas por la frustración y el frío. Labios carnosos apretados en una línea, labios que él solo quería besar. Quería odiarla. Perderse en las mentiras que se contaba a sí mismo. En la farsa que ella le había contado. Y, sin embargo...

—No.

Continuará en... Ser aburrido

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Naoko Ichigo