Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.
Capítulo 21
Edward jamás había considerado el hecho de tomar la mano. Era un gesto tan inútil. Jamás en sus siglos de existencia observando a los humanos lo había considerado lo suficientemente importante para dedicar siquiera un pensamiento.
Parecía que él estaba compensando el tiempo perdido. Mientras caminaban, Edward consideró cómo algo tan simple como tomar la mano podía ser tan importante.
Su mano era pequeña y cálida en la suya. Él disfrutaba la conexión que proporcionaba, la prueba física de que estaban unidos. Era extraño la... ¿confortabilidad? ¿Era esa la palabra correcta? Él no había necesitado confortabilidad antes, así que era difícil comprender lo que estaba sintiendo ahora mismo. Solo sabía que era mejor estar unido a ella de esa manera, sentir el firme agarre de sus dedos flexionados alrededor de los suyos.
Él fuertemente sospechaba que Bella disfrutaba del contacto por una razón diferente: apoyo. Estaba aterrada. Él podía sentir el miedo emanando de ella. Para entonces, Edward no necesitaba lamentar que no podía leer su mente. Sino que lamentaba que estaba casi seguro que ella no tenía miedo por sí misma. Nunca lo tenía. Él podía apostar que ella tenía miedo por Jasper.
Eso estaba bien. Él tenía bastante miedo por ella. Era mejor ahora que podía tener miedo por ella mientras sujetaba su mano. Cada vida, cada día estaba en peligro. La vida de Bella parecía estar más en peligro que la mayoría.
—Está claro que no habrá golpes, ¿cierto? Sé que Peter es un imbécil, pero no merece ser golpeado —dijo Bella, balbuceando.
Edward le dio un apretón a su mano.
—Como dices, dudo que él haga mucho en un lugar tan público como un hospital. —La mejilla de él se crispó—. Al menos nada que justificara una golpiza.
Ella lo detuvo de un tirón así podía sacudir un dedo en su rostro.
—Nada justifica la violencia. —Ella se encontraba adorablemente exasperada—. Siento que no debería estar diciéndole estas cosas a un ángel.
Edward debatió consigo mismo por un momento antes de decidir abordar el tema.
—Dijiste que no creías en los ángeles antes de mí. Y ciertamente, los ángeles ficticios con los que estás familiarizada, los ángeles de Supernatural, son muy vengativos. Sin embargo, pareces pensar que debo cumplir con ciertos criterios. —Él sonrió y apartó el cabello de su rostro—. Me temo que tú eres la única así de buena, Bella.
—Claro.
Colocando dos dedos bajo su barbilla, le levantó la cabeza para que lo mirara.
—¿Te decepciono?
—¿Qué? ¿Por qué lo harías?
—No albergar creencias firmes es una cosa. Tener una teoría completamente refutada es otra muy distinta.
Bella lo observó y resopló.
—Edward. Quitaste una bala de mi cuerpo. —Inclinó la cabeza—. ¿Te he agradecido por eso? Creo que estaba demasiado ocupada gritándote que te alejaras de mí.
Él resopló, la acercó a su costado, y siguieron caminando hacia la entrada del hospital.
—No podría imaginar este mundo sin ti. No es necesario que me lo agradezcas. —Él asintió en dirección a las puertas—. Solo deseo que hubiera más que pudiera hacer.
Ella lo detuvo de nuevo mientras ingresaban al hospital.
—Dijiste que no podías ayudar a Jasper porque no sabías cuáles podrían ser las repercusiones. —Llevó la mirada hacia el cielo—. ¿Has sabido algo de... ellos? ¿O lo que sea?
Edward sintió una corriente que solo podía ser miedo bajar por su espalda. Se tomó un momento rápido para reflexionar que él y Bella eran muy similares. Como ella, su miedo no era por sí mismo. Él no quería dejarla.
—No he sabido nada de ninguno de los otros, no.
Ella apoyó la cabeza brevemente contra su hombro.
—Bien. —Respiró hondo y se detuvo. Edward vio por qué fácilmente. Peter se estaba dirigiendo hacia ellos. No los había visto aún, pero lo haría—. Te necesito —dijo Bella.
Peter levantó la mirada y los vio entonces. Por un momento, pareció la viva imagen de un hermano preocupado, lleno de temor y dolor. Cuando vio a Edward y Bella, su rostro era una máscara de furia. Aceleró sus pasos, y Edward aferró más fuerte a Bella por instinto. Ya estaba teniendo problemas con su regla de no pelear.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —preguntó Peter, sorprendentemente manteniendo la voz baja.
Bella optó por ignorar la pregunta.
—¿Cómo está él, Peter?
—Oh, ¿estamos fingiendo que te importa ahora?
—Vamos. Por supuesto que me importa.
Peter se inclinó lo suficientemente cerca para poder sisearle.
—¿De verdad me darás esa mierda después de todo esto? —Él señaló al final del pasillo por el que él había salido—. ¿Realmente vas a darme eso después de que huiste sin pensar dos veces en alguien más que tú misma? ¿Sabes? Si él sobrevive. Si lo hace, la policía estará tras de él al segundo que despierte.
Bella dio un paso atrás —la altura y la ira de Peter eran intimidantes— y él la sujetó para mantenerla anclada.
Edward, quien había estado orgulloso de sí mismo por dejar que Bella liderara, dio un paso adelante entonces. Estiró una mano, tomando a Peter en un agarre un poco demasiado fuerte para ser una simple advertencia.
—Suéltame, fenómeno —dijo Peter, su voz aún baja y peligrosa.
Edward mantuvo su agarre por otros dos segundos, observando a Peter, diciéndole silenciosamente que si tocaba a Bella de nuevo, se arrepentiría. Podría romper todos los dedos de la mano del hombre con la simple fuerza humana. Ciertamente eso no podía ser considerado golpear.
Cuando aflojó su agarre, Peter jaló su mano hacia atrás y levantó ambas manos. La mirada de Edward lo había puesto lo suficientemente nervioso que se encontraba más asustado que molesto. Sus pensamientos eran venenosos; llenos con todas las cosas que él quería hacerle a Edward.
El imbécil no lo vale, Peter se dijo a sí mismo, recordándose a sí mismo que no podía ser echado del hospital ahora mismo.
Todo el intercambio solo tomó unos segundos. Bella se vio aliviada cuando Peter dio un paso atrás. Lo miró.
—¿Cómo está él? —intentó de nuevo.
—Vete al diablo. Tú eres la que lo envió aquí. Puedes irte al diablo.
Edward no debería haber estado sorprendido de lo que pasó entonces. El rostro de Bella pasó de afligida súplica a uno de una mujer seriamente furiosa. Ella era diminuta, pero de alguna manera, cuando se enderezó y fulminó con la mirada a Peter, parecía medir un metro ochenta.
—¿Yo soy la que lo envió aquí? —Se inclinó hacia adelante así le podía susurrar furiosamente—. ¿Dices en serio eso? ¿Qué tan delirante puedes ser? ¿Por qué estaba él allí en primer lugar, Peter? Tú y yo sabemos que él jamás quiso meterse en todo eso. Fui allí para tratar de sacarlo. ¿Quién lo arrastró allí en primer lugar, eh?
—Por tu culpa. Porque no puedes mantener la boca cerrada. Porque no puedes...
—Oh, ¿puedes parar? Tú, James y Victoria pueden irse al carajo con esa mierda. Estoy jodidamente harta de eso. Crecí de la misma manera que tú. La diferencia entre tú y yo es que tú no paras de ser una maldita víctima. No te debo nada, y mucho menos mi complicidad en tu actividad criminal. Tus malditos amigos trataron de matarme. Ellos trataron de matarme y balearon a tu hermano, su amigo, porque les importaba más quitarme la vida que la de él. ¿Y por qué, Peter? ¿Por qué tú y tus amigos piensan que merezco morir?
—Metes tus narices donde no debes, y recibes lo que te mereces.
—Ese es el punto, imbécil delirante. No metí mis narices en ninguna parte. Ustedes la trajeron a mí. James la trajo a mí. A mi trabajo. A mi maldita vida. Y lo entiendo, Peter. En serio. Has sido humillado y golpeado todos los malditos días de tu vida. No te importa nadie porque tú no le importas a nadie.
El rostro de Bella pasó de molesto a triste. Ella tragó, sus ojos llenándose de lágrimas.
—Excepto Jasper. Siempre te ha importado Jasper. Siempre lo has amado más que a nada en el mundo. ¿Por qué ahora? Mantuviste toda tu mierda lejos de él por tanto tiempo, ¿por qué diablos lo arrastrarías allí ahora? Él no debería haber estado allí. Él nunca debería haber estado allí.
Edward podía sentir la culpa y la vergüenza retorcerse en Peter. Tenía sus puños cerrados fuertemente a sus costados.
—Cállate —dijo, tratando de encontrar su furia de nuevo—. Cierra la maldita boca. Tú...
—Disculpen.
Edward se quedó sin aliento en un instante. Un escalofrío de temor, puro temor, recorrió su columna, y el mundo parecía haberse detenido. Se encontró luchando con una sensación incómoda y asfixiante. Como si sus pulmones no quisieran aceptar aire. Era extraño; Edward no necesitaba respirar, así que no debería haberle molestado.
Era un temor diferente a lo que había sentido cuando supo que a Bella le habían disparado, que estaba muriendo. Era muy diferente, y sin embargo igual de intenso.
Ante el sonido de la voz suave pero autoritaria, Bella y Peter dieron un paso atrás. Mirando a la fuente con expresiones en sus rostros como niños a punto de ser regañados en el patio de juegos. Edward no se dio la vuelta. Vio al hombre que se acercaba a través de los pensamientos de Peter.
Él era alto, esbelto, y rubio. Había algo en la manera que se movía que se encontraba a un escalón por encima de la majestuosidad. Había algo sobre él que asombraba. Los pensamientos de Peter se nublaron mientras lo asimilaba. Tenía puesto una bata médica que sugería que era un doctor, aunque Edward sabía con seguridad que no lo era.
El hombre se detuvo a un lado y ligeramente detrás de Edward, mirando tanto a Bella como a Peter. Edward sintió un toque en el fondo de su mente. Tranquilizante. Como una mano sobre su hombro, pero no se relajó.
—Sr. Whitlock, ¿estos son los amigos de su hermano? —preguntó Carlisle.
Peter abrió la boca, con la intención de dar una respuesta sarcástica, pero el zumbido alrededor de sus pensamientos le dificultaba las palabras.
—Yo... eh. Sí —dijo, en cambio.
—Eso es maravilloso —dijo Carlisle, su voz serena—. Pueden sentarse con él mientras usted hace sus recados. Ayuda, ¿sabe? A pesar de que está inconsciente, la presencia de amigos y seres queridos ayuda. A veces, es el sonido de su voz que los trae de vuelta a casa o les da la fuerza para luchar.
—Yo... Sí, eh... Sí. —Peter se frotó la parte trasera de su cuello.
—No se preocupe, entonces. Sé que está ansioso por regresar con Jasper. Vaya a hacer su recado así puede volver pronto. Yo los llevaré.
Edward sintió la incertidumbre de Peter, pero la amable sugerencia de Carlisle era más que meras palabras. Edward sentía la presión que Carlisle ponía en la mente del hombre, convirtiéndola en una orden que Peter casi no podía no seguir. Si él tuviera una mente más fuerte, hubiera sido capaz de luchar contra ello. Pero Peter era, en el fondo, un seguidor. No era difícil plantar la idea de que él realmente necesitaba estar en otro lugar.
Peter carraspeó.
—Está bien. —Miró a Bella y entrecerró los ojos ligeramente—. Volveré.
Bella volteó para verlo irse solo por un momento antes de girar de nuevo. Miró a Carlisle, parpadeó, y entonces miró a Edward. Él hizo todo lo posible para controlar su expresión, pero no debió haber hecho un buen trabajo. Por otro lado, Bella era una persona perceptiva. Por la manera en que aferraba su mano, él sabía que ella sabía, o al menos, había adivinado quién era Carlisle.
La pregunta ahora, por supuesto, era qué estaba haciendo él allí.
—Vengan conmigo —dijo Carlisle, haciéndoles señas para que avanzaran por el pasillo. La mujer en el mostrador, quién los había estado observando durante su conversación intensa, ahora los ignoraba por completo. Edward suponía que Carlisle se había encargado de eso también.
Edward y Bella lo siguieron, ambos en silencio. Edward pensó en lo terrible que era tener que caminar hasta su propia ejecución. Había observado innumerables personas a lo largo de los siglos ponerse en esa posición. Comprendía cómo cada paso era una muestra de increíble valentía.
Se sentía todo menos valiente en esos momentos. Tenía que mantenerse bajo control, o cedería al impulso de tomar a Bella en sus brazos y volar muy lejos. Conocía otros planetas donde ella podía respirar aire. Imaginaba que a ella le gustaría verlos.
—Su condición es crítica pero estable —dijo Carlisle a pesar que él sabía muy bien que ninguno de ellos creía que era un doctor de verdad. Mantuvo una conversación constante, contándoles sobre los diferentes problemas de Jasper, mientras avanzaban por los pasillos y subían ascensores.
Cuando se encontraban frente a la puerta de la habitación de Jasper, Carlisle volteó hacia ellos. Miró directamente a Bella, su sonrisa amable, y le tocó el brazo.
—Él va a vivir —dijo—. Se recuperará por completo.
Bella soltó un pequeño sonido en el fondo de su garganta, algo como un quejido, y exhaló.
—Oh, Dios —murmuró, cerrando los ojos mientras una lágrima rodaba por su mejilla.
—Ve a sentarte con él. Está tratando de salir de la oscuridad. Edward y yo necesitamos hablar.
Los ojos de Bella se abrieron aún más. Miró entre Carlisle y Edward de nuevo. Su agarre en la mano de Edward se intensificó como si pudiera mantenerlo allí solo con su fuerza de voluntad. Él podía sentir su miedo. Ella sabía que Carlisle era poderoso. Más poderoso que Edward.
Aún así, su valiente humana respiró hondo y cuadró los hombros.
—No te lo lleves —dijo ella, mirando a Carlisle directamente a los ojos—. Si rompió una regla, o... Quiero decir, tienes que ver lo jodido que todo esto es. Reglas que no son reglas, o como sea. No puedes tener un sistema único para todos. Simplemente no funciona. Siempre hay distintas posibilidades y...
Edward se sorprendió al escuchar a Carlisle reír. Estiró una mano y tocó el brazo de ella, calmándola.
—No te preocupes, niña. No estoy aquí para llevármelo lejos de ti. Lo prometo.
Ahora fue el turno de Edward de soltar un suspiro. El gesto demasiado humano lo tomó por sorpresa, pero no podía contener su alivio. Finalmente miró a Carlisle y vio que él parecía encontrarlo divertido.
—Tranquila, Bella —dijo Carlisle—. Deberías tener un momento con tu amigo, y solo deseo hablar con Edward. Eso es todo. Ve con él. Todo estará bien.
Edward le dio un apretón a su mano y la giró hacia él con un tirón. Deslizó su mano libre por su mejilla, aliviado de que esta no sería la última vez que la iba a tocar.
—Ve. Estaré cerca.
Ella miró a Carlisle una vez más. Edward podía ver que ella no confiaba en el otro ángel, pero confiaba en él. Ella asintió.
—Está bien —dijo, y se paró de puntitas de pie para darle un beso firme. Básicamente mostrándole a Carlisle lo poco que ella consideraba cualquier regla que él podría tener sobre ellos.
Edward no pudo contener su sonrisa al devolverle el beso. Duró solo un segundo o dos, pero fue trascendental. No estaba avergonzado de sí mismo por esto. Esto no podía estar mal según la definición de nadie.
Pero de nuevo, mientras caminaba junto a Carlisle, Edward se preguntaba con qué definición estaban jugando. Carlisle no iba a llevárselo hoy, pero eso no quería decir que no habrían repercusiones.
—Paz, Edward —Edward escuchó las palabras en su mente—. Tienes razón. Tus decisiones tienen repercusiones pero no un castigo. No habrá represalía. No de nuestra parte.
Edward consideró esto por un momento.
—¿Estás consciente de lo que hice?
El tono de los pensamientos de Carlisle eran divertidos.
—Por supuesto. No eres el primer ángel en ser visto, como bien sabes. Tú recuerdas a Gabriel. Gabriel comenzó un mito un poco prevalente con su apariencia. Han habido otros también. Menos extravagantes, pero así es Gabriel. Y él es de mi nivel. Uno pensaría que se le exigiría un estándar más alto, pero supongo que eso sería asumir que hay un estándar para este tipo de cosa en primer lugar, lo cual no hay.
Carlisle hizo un ademán con la mano, sabiendo que se había enredado en sus propias divagaciones. Señaló a una oficina y cerró la puerta detrás de los dos una vez que Edward entró.
—Existimos, Edward —dijo Carlisle, sentándose detrás del escritorio y mirando a Edward—. Como existimos, como interactuamos con los humanos, estos pequeños avistamientos son inevitables.
—Pero debe haber una razón por la que has venido. La última vez, viniste a advertirme. Sé exactamente cuántos días me quedan, créeme. Ahora, has vuelto a venir. —Edward se detuvo allí, esperando a que Carlisle llenara los espacios.
Ante eso, Carlisle se mantuvo en silencio. Acariciaba su mentón, pensando y no dejando que Edward escuchara sus pensamientos.
—Si quieres saber la verdad, me fascinas, Edward. Tú y tu humana. Vine por muchas razones. La primera es que tú has estado preocupado sin necesidad, lo cual es curioso por sí mismo. —Carlisle sonrió—. Los ángeles tienen una personalidad y un proceso de pensamiento únicos. Hay defectos, por supuesto. Gabriel, por ejemplo. Pero cuando un ángel desarrolla tal defecto con muchos milenios de existencia, lo noto.
—¿Eso no es un defecto en sí mismo?
La sonrisa de Carlisle se agrandó.
—Oh, sí. Entre los de mi nivel, soy otro al que desaprueban. —Inclinó la cabeza, considerando—. Eso parece reforzar la idea de que no sabemos todo como creemos que sabemos, incluso sobre nuestra propia especie. ¿Has considerado el tema de los ángeles y la evolución?
Edward enarcó una ceja y esperó.
—Los humanos, así como muchas otras especies, evolucionaron por un impulso biológico, como comer, dormir, defecar, procrear, hasta las criaturas que son hoy, todas variadas y complicadas. ¿Has considerado que los ángeles también pueden evolucionar? Sería diferente, por supuesto. Somos seres inmortales. —Agitó una mano—. Bueno, tan inmortales como sea posible ser. En cualquier caso, como nuestras especies no se procrean, no es nuestra descendencia la que porta la mutación genética que es la evolución, sino nosotros mismos. Teóricamente, por supuesto. Por lo que comenzamos a ver mutaciones por aquí y por allá. Gabriel hace mucho tiempo. Yo. Rosalie. Tú. Estamos comenzando a evolucionar en seres con... bueno, emociones en tu caso. Quizás curiosidad en el mío. —Tamborileó los dedos sobre el escritorio, sin mirar a Edward en absoluto ahora sino que pensando en voz alta—. Comenzamos a evolucionar en criaturas que quizás cuestionan nuestros propios impulsos biológicos. ¿Has considerado eso? Que aunque somos criaturas pensantes y razonadoras, nos adherimos a un llamado dentro de nosotros sin preguntas. Somos como los animales en ese sentido que están conectados por la lógica y la filosofía. Somos capaces de cuestionar lo que estamos haciendo, y aún así no lo hacemos.
Edward tarareó.
—Cuando lo dices así, no somos más que perros entrenados.
Carlisle asintió.
—Interactuamos con los humanos como lo hacemos porque esa es nuestra parte en el gran esquema de las cosas. Es para eso que fuimos creados, ¿o no? Y aún así, aquí estamos. Tú, yo, y nuestros defectos. Aún así, el mundo sigue girando. Y lo mismo ocurre en nuestro reino también.
Miró a Edward.
—Vine por dos razones. La segunda es que has estado preocupado por los puntos fijos en la vida de este joven. Eso y que tu Bella ha deseado verlo. Peter no los hubiera dejado pasar en tu forma humana. Hay reglas. Un familiar debe darles permiso para visitar a Jasper, y él no lo hubiera hecho. —Se rio—. Es extraño, ¿o no? Considerar que palabras e ideas humanas podrían detener a alguien tan fuerte como Bella de ver a su amigo.
»—En cualquier caso. Su muerte no es uno de sus puntos fijos. Sé que deseabas salvarlo, así que lo hice por ti. No me agradezcas —dijo Carlisle, levantando una mano—. Él hubiera vivido en cualquier caso, pero ahora se recuperará por completo. No fue un gran esfuerzo.
Edward asintió con la cabeza lentamente.
—Te agrada Bella.
—Creo que ya he dicho eso. Sí. Quedé fascinado con qué, o más bien quién, podría dejarte a ti tan fascinado. Tan obsesionado. Edward, eras la imagen del ángel obediente durante toda tu existencia hasta que llegó ella. Por supuesto que tenía curiosidad.
De nuevo, Edward asintió, aceptando esto.
—¿Y la primera razón por la que bajaste?
Carlisle le dedicó una mirada inquisitiva.
—¿Cómo lo dicen los humanos? Para ser un ángel, a veces eres obtuso. Quiero dejar esto en claro. Sí es tu decisión, por supuesto, pero no habrá problema con los ángeles. —Su mirada era amable de alguna manera—. Supongo que tengo curiosidad sobre por qué no lo has hecho, y creí que era mejor preguntártelo directamente ya que no puedo adivinar la respuesta a partir de mis observaciones.
Edward estuvo callado por un largo rato.
—¿Quién la va a proteger?
—Esta amenaza habrá terminado pronto, pero siempre habrá otra. Ella es humana, Edward. Son criaturas muy frágiles. Siempre iba a haber un momento en el que no podrías protegerla, pero tú sabes esto.
—Sí —dijo Edward, bajando la mirada a sus manos. Tragó fuerte—. Pero ahí está el problema. Si fuera a caer, me volvería humano. Sería parte del eterno ciclo, ¿o no? Muerte y vida, muerte y vida. —Tragó de nuevo—. Y la olvidaría. Si fuera humano, podría perderla mientras estoy con vida, pero después de que me muera, la olvidaría.
—Olvidar no es permanente. En el medio, el tiempo entre la muerte y la nueva vida, la recordarías.
—¿Y vivir vidas sin recordar? —Suspiró—. Eso no es todo, pero ese es el peor pensamiento. Hay otros, por supuesto, entre ellos Bella misma. Los humanos no son tan estables como nosotros. Los sentimientos cambian. El amor cambia. La conozco. Si fuera a caer y, en algún momento, ella no me amara o no quisiera la vida que podríamos tener juntos, ella se quedaría. Se quedaría porque consideraría mi sacrificio demasiado grande. —Sacudió la cabeza, cerrando los ojos contra el dolor. Saber sobre una separación inminente, especialmente una tan profunda y completa como sería esta, era una agonía. ¿Cómo sería realmente experimentarlo?
Carlisle habló después de un largo momento.
—Esa es, como dicen, una tremenda decisión.
Edward resopló, encontrando las palabras graciosas a pesar de sí mismo.
—Vamos —dijo Carlisle, poniéndose de pie—. Bella quizás tenga más curiosidad que yo. Sus preguntas se están haciendo cada vez más fuertes, y está preocupada de que haya mentido sobre no llevarte conmigo.
La cabeza de Edward se levantó rápidamente.
—¿Puedes escuchar sus pensamientos?
—Por supuesto. —Carlisle le dio unos golpecitos en la espalda de manera conciliatoria—. Y hay otro misterio más para la historia. ¿Cómo diablos ella está bloqueando a un ángel? Siempre me lo he preguntado. Ah, bueno. Espero que tú y yo siempre tengamos que vivir con la misma verdad que los humanos. No tendremos todas las respuestas que queremos, seamos seres celestiales o no.
