Gracias a Li por su lectura previa.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 16
Bella
― ¿Sigues molesta conmigo? ―Edward se regocijó en preguntar.
Había notado que tenía cierta predicción por ser siempre el protagonista de todo.
Mordisquee mi labio y no dejé de mirarlo. Tenía en sus brazos a mi oruga, la había dormido y parecía que no quería despegarse de ella, la admiraba y pasaba una y otra vez sus dedos por el escaso cabello de mi bebé.
― No tengo porqué estar enojada ―me hice la desentendida.
Si a él le gustaba molestar a mi me encantaba llevarle la contraría.
Me dio una sonrisa presumida.
― Cuando estaba en Italia no pensabas lo mismo ―farfulló―. Me hacías sentir que debía darte explicaciones de todo lo que hacía.
― Y lo hiciste ―le recordé mientras sonreía― así que estoy tranquila.
― Yo no estoy tranquilo ―confesó―. Quiero saber la verdadera razón de tus celos, es decir tengo una idea, pero quiero escucharlo de tu propia voz.
Pestañee.
Edward era más directo de lo que creía.
― ¿En serio quieres dormir aquí? ―pregunté, para no darle oportunidad de continuar con el tema.
Dejó a la niña en el sofá. Esparció almohadones en el piso y cubrió el pequeño cuerpo de Nicole con una suave manta.
Caminó decidido hasta la cocina donde estaba.
― Quiero ayudarte a cuidar de Nicole. Y no solo eso, sino que quiero que hablemos… me gustas, Bella.
Sentí como si mi respiración se atascara en mi garganta.
― Me gustaría que aceptaras salir conmigo ―terminó por decir.
Estaba a nada de hiperventilar, me abaniqué con las manos porque necesitaba aire. No haría el ridículo cayendo desmayada, de ninguna manera que no.
― ¿Quieres una cita? ―pregunté temerosa de haber entendido mal.
Él rio.
― Soy un poco viejo para una cita ¿no crees?
Enarqué las cejas. Él para nada era viejo.
― Tener citas no es anticuado.
― ¿Ah no? ―inquirió dudoso―. Entonces, quiero una cita contigo. ¿Te parece bien mañana?
Mi garganta se secó por completo y tuve que carraspear para obtener algo de saliva.
― No sé si sea prudente ―me escuché decir, arrepintiéndome a los segundos.
Probablemente era la estúpida costumbre de rechazar cada cita. Admitía que Edward no era el primer hombre en acercarse a mí con otras intenciones, antes de él hubo más chicos que me pedían solo una cita, las mismas que a cada uno rechacé.
No había tiempo para intenciones amorosas teniendo una bebé.
― Bella… ―estaba muy, pero muy cerca de mí― no me gusta andar con rodeos.
Sentí su aliento, pero lo que me hizo derretirme fue cuando sus grandes manos acunaron mi rostro. Me hice mirarlo y pude apreciar que en sus ojos había deseo.
Juraba que mi corazón quería salirse de mi pecho.
¿Por qué tenía que tener una sonrisa sexy? ¿Y por qué todo él tenía que verse tan varonil? Mis pensamientos no eran claros, porque precisamente no eran esos… tenía ganas de estar en sus brazos y no con ropa.
¡Basta!
Relamí mis labios cuando se acercó, nuestros rostros a centímetros con nuestros alientos mezclados.
¡Hazlo ya! Supliqué interiormente.
Pero como si fuera una alerta anti-besos mi oruga soltó un lloriqueo. Edward y yo volteamos hacia el sofá; mi bebé tenía la cabeza en alto y frotaba sus párpados.
Corrí para cargarla en brazos, quería evitar que llorara y no lo logré. Nicole empezó a llorar con fuerza e incomodidad.
― Tal vez tiene el pañal sucio ―sugirió Edward.
Después de verificar el pañal nos dimos cuenta que ese no era el problema. La arrullamos e intentamos dormir, pero tampoco tuvimos suerte.
Mi oruga no se sentía bien y atribuí que era su molestia con los dientes, su encía estaba inflamada y con un color rojo encendido.
El ibuprofeno funcionó luego de intentarlo todo. El medicamento logró calmar su dolor y ayudó a que durmiera nuevamente, dejándonos a nosotros agotados.
Pasaba de la medianoche cuando Edward entró a mi dormitorio vestido en pijama azul, me encantaría decir que era de seda o algo anticuado, pero no, era una simple pijama de algodón.
Me enderecé en la cama, sentándome. Agradecí que la luz de la mesilla de noche estuviera iluminando lo suficiente para poder apreciar su rostro.
― ¿Pasa algo? ―pregunté entre bostezos.
― ¿Puedo dormir con ustedes? El sofá está muy incómodo.
Sin esperar mi respuesta se metió bajo las sábanas dejando a mi oruga en medio de los dos. Se acomodó de costado sin quitar sus ojos de mí.
― Si estoy invadiendo tu intimidad solo dímelo y me voy ―exhaló, quitándome el aliento.
Realmente quería decirle que me ponía nerviosa, pero que estuviera conmigo, acompañándome con mi bebé era más de lo que había imaginado.
― No te vayas ―pedí―, quédate.
Su sonrisa engreída lo dijo todo.
― Bella… ¿aceptarás salir conmigo?
― ¿Y si no funciona? ―articulé mi duda―. Si salimos mañana u otros días y no llegamos a nada, tengo miedo que podamos afectar nuestro trato como padres.
― Me gustas ―volvió a decirlo, quizá era la tercera vez que lo mencionaba―. Aunque sé que no es suficiente, quiero intentar algo más.
Sentí el rubor cubrir mi rostro.
Era tan lindo hablando sin ninguna especie de nerviosismo, era simplemente él siendo un hombre imponente y sin reservas.
― También me gustas ―revelé.
No tuve vergüenza en admitir que me agradaba, creo que ambos habíamos superado esa etapa, probablemente era porque teníamos a mi oruga. Eso nos daba un paso adelante en cuanto a timidez.
― Bella, dame solo una cita ―insistió― quiero mostrarte que no soy un ogro y que tampoco me reduzco a ser el papá de Nicole, soy mucho más y quiero que me conozcas.
Suspiré.
Quería decirle que sí y a la vez tenía tanto miedo de equivocarme.
Cerré mis ojos. Necesitaba meditarlo y elegir una respuesta.
No hubo tiempo para pensar en nada porque mi oruga despertó llorando.
Edward no volvió a tocar el tema de la cita. Compartimos la misma cama, entre charlas de nuestra bebé, la vimos dormir por tercera vez en medio de nosotros y en alguna hora de la madrugada nuestro cansancio nos sorprendió, dejándonos completamente perdidos en las profundidades del sueño.
.
Desperté desorientada y con la claridad del día iluminando la habitación.
Volteé hacia mi costado y mi bebé no estaba ―me senté en la cama y de inmediato llevé una mano a mi pecho, pateé las sábanas y descalza salí de la habitación. Lo primero que hice fue correr al baño y descargar mi vejiga, también cepille mis dientes.
Fui a la cocina y quedé inmóvil al ver que Edward le daba desayuno a mi bebé. Apoyé la cadera en el marco de la puerta y los observé.
Mi oruga abría la boca y aceptaba sin protestar lo que había en la cuchara, comía con demasiada hambre; como si en su corta vida no se hubiera alimentado nunca.
No me había percatado que Edward hablaba por su móvil.
― Está bien, James ―dijo―. Le diré a Bella que tenemos que acudir a los laboratorios esta semana… ―se mantuvo pensativo, escuchando a su amigo― sí, el viaje estuvo bien, logré resolver algunos inconvenientes en el taller de calzado.
Me sentí orgullosa al verlo interactuar fácilmente con mi bebé mientras seguía realizando su llamada. Edward tenía la facilidad para hacer mil cosas a la vez, tenía experiencia con niños y me daba cierta tranquilidad.
Escuché que terminó la llamada con James y continuó con otra llamada, era su hijo
― Hola, Christopher ―saludó, guardando silencio―… sí, nuestros planes siguen en pie, hijo, iré contigo a buscar ese apartamento qué quieres.
Me sorprendió viéndolo y me sonrió. Gesticuló un Buenos días y continuó en lo suyo.
Me di la oportunidad de hacerme presente frente a mi oruga. Ella movió los brazos con desespero hacia mí, quería ser cargada y así lo hice.
Aunque a los pocos minutos descubrí que sólo quería prenderse a mi pecho y tomar su leche, con sus manitas trataba de bajar mi blusa y al no lograrlo, lloró.
― ¿En serio? ―Edward inquirió con suma alegría―. Sí, está bien, ahora estoy con mi bebé. Me quedé a pesar la noche con ella para ayudar a cuidarla.
Sonreí al escucharlo hablar de mi oruga. La emoción en su voz lo decía todo.
― Está bien, Christopher. No creo que haya problema si quieres conocer a tu hermana, me pondré de acuerdo con Bella para vernos y te aviso, ¿sí?
Apenas finalizó la llamada y me contó.
― Mi hijo quiere conocer a Nicole ―expresó―. ¿Crees que sea buena idea que venga aquí?
Me quedé petrificada. No sabía si por su emoción o porque no creí que fuera tan rápido que su hijo mayor quisiera reunirse con su hermana pequeña, probablemente porque creí que pasarían meses para que esa reunión se diera.
― Es bienvenido cuando quiera ―afirmé―. Tus hijos siempre serán bien recibidos en donde quiera que nosotras estemos.
Edward seguía sonriendo ilusionado.
― ¿Y qué dices de mí? ―preguntó―. ¿También soy bien recibido?
Asentí. Desplazándome en la cocina mientras mi bebé volvía a sus brazos.
― Te prepararé el desayuno.
― Bien, acepto quedarme a desayunar ―murmuró detrás de mí―. Aún no me has dicho si esta noche tendremos una cita.
Mis dientes apresaron mi labio inferior, girando hacia él. Me quedé inmóvil al ver su cercanía.
Mi corazón empezó ese palpitar exagerado.
¿Por qué tenía que hacerme esto? ¿Por qué no podía hablar conmigo manteniendo una distancia considerable? No, él tenía que hablar justo a escasos centímetros de mi rostro.
― Hablaré con mamá ―musité―. Ella descansa hoy, veré si puede cuidar a mi oruga.
― Entonces, ¿es un sí?
Sacudí la cabeza en un asentimiento.
― Sí.
Dio un paso más, encerrandome entre su cuerpo y la encimera. Mi oruga en sus brazos empezó a jugar con el pelo cobrizo de su padre. A tirar despacio con sus pequeños puños, era gracioso que Edward no se inmutara.
No estaba preparada que Edward inclinara su rostro hacia mí sin previo aviso y sus labios se estrellaran contra los míos.
Cerré mis ojos y mis dedos se aferraron a su camisa mientras de fondo escuchaba los gorgoreos de mi niña.
Nos estábamos besando de una forma para nada prudente.
No quise pensar en si estaba bien o no, tan solo disfruté y me dejé llevar.
Muy lejos… en mi conciencia podía escuchar los consejos de mi madre desvanecerse…
Hola. ¡Al fin se besaron! Me están pidiendo saber más sobre su primer encuentro y sí, vendrá más adelante, lo prometo. ¿Cómo ven a Edward? Él no anda perdiendo el tiempo, quiere cita y antes beso, ¿qué les pareció?
Nota: el sábado publiqué nueva historia. Una trama ligera, divertida y corta que tendrá segunda parte en diciembre. Ojalá le den una oportunidad, aún no puedo decirles días de actualización ni nada, porque quiero seguir dándole prioridad a Bluebonnet, dejándola con dos actualizaciones semanales.
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