Capítulo 19
El relinche de un caballo fue lo que despertó a Sakura. Los ojos de la joven se abrieron de golpe y descubrió que el día estaba a punto de finalizar, por lo que dedujo con rapidez que llevaba casi todo el día inconsciente. Se preguntó cuánta distancia habrían recorrido durante ese tiempo y si a esa hora Itachi ya sabía que habían desparecido. Pero todas las preguntas que se amontonaban en su mente hicieron que le doliera aún más la cabeza, por lo que volvió a cerrar los ojos intentando así escapar de la situación en la que estaban metidos.
De su garganta escapó un gemido cuando el caballo se movió algo más deprisa y su cabeza pareció estallar. Inconscientemente, llevó la cabeza hacia atrás y fue entonces cuando se dio cuenta de que pegado a su espalda había un hombre. Su corazón comenzó a latir con fuerza al tiempo que la mano que estaba posada en su cintura se movió ligeramente. Hasta ese momento no se había dado cuenta, pues no era consciente de lo que sucedía a su alrededor. A su oído llegaba perfectamente el sonido de la respiración del hombre y, a pesar de que la cabeza parecía que iba a estallarle, Sakura se obligó a abrir los ojos.
De sus labios escapó una exclamación de sorpresa al ver que el hombre que la sostenía sobre el caballo era su hermano Sasori. Este se dio cuenta de que estaba siendo observado y le dirigió una mirada:
—Vaya, mi querida hermana ha vuelto a la vida.
Sakura se incorporó de golpe, intentando no tocarlo, pero la mano de Sasori la atrajo más hacia él.
—No me toques —le dijo ella, asqueada.
Su hermano sonrió de lado y la miró con desprecio.
—Descuida, solo compruebo que no intentarás escapar. Padre está deseoso de volver a verte.
Sakura se estremeció al escuchar las palabras de su hermano. Sabía que hablaba con ironía, lo cual le preocupaba más que si hubiera hablado directamente. La joven intentó moverse, pero algo en sus muñecas se lo impidió. Al instante, dirigió su mirada hacia las manos y descubrió que las tenía atadas. Con disimulo intentó quitárselas, pero le fue imposible.
—Soy el mejor del clan haciendo nudos, querida —le dijo Sasori al oído.
Sakura apartó la cara para intentar poner distancia entre ellos, lo cual hizo reír a su hermano.
—Me das asco, Sasori —le espetó, enfadada, mientras en su mente se sucedían todas las discusiones que había tenido con él—. Ojalá te hubieras ahogado en el pozo cuando caíste de pequeño.
El guerrero actuó con rapidez. Sacó de su bota una daga, tiró del pelo de Sakura hacia atrás y puso el arma en la base de su cuello. La joven arrugó el rostro debido al dolor tanto de cabeza como de la punta de la daga, que parecía penetrar en su piel.
—Harías bien con no sacarme de quicio, hermanita —dijo entre dientes—. Si no, te presentarás ante padre con las tripas fuera. Aún sigo pensando que fuiste tú la culpable de que me cayera, así que ten cuidado porque la próxima podrías ser tú.
—¿Qué habéis hecho con madre? —le preguntó intentando que le soltara el pelo, sin éxito.
—De momento nada. Creo que padre está esperando a que estés en el castillo para que vea cómo te matamos y después ella correrá tu misma suerte. Lo mismo sucederá con tu querido prometido y con el sabueso que ha puesto a tu lado —dijo refiriéndose a Sasuke.
Sasori la liberó e Sakura movió ligeramente el cuello al tiempo que llevó sus manos a la garganta para comprobar que tenía una gota de sangre. Después, volvió a levantar la mirada y la clavó en él.
—Mi madre también es la tuya... ¿No tienes compasión?
—Solo sigo las normas del clan —respondió secamente.
Sakura negó con la cabeza mientras lo miraba y después giró la cabeza para mirar de un lado a otro. Sentía que no podía más con la conversación, por lo que buscó desesperadamente a Sasuke, pero no lo encontró.
—Si buscas al Mackenzie, deberías mirar más atrás —le informó su hermano como si hubiera adivinado sus pensamientos.
Sakura miró por encima del hombro de Sasori y descubrió que al final de la comitiva iba Sasuke con las manos atadas y caminando. Uno de los hombres de su padre llevaba en sus manos el otro lado de la cuerda y tiraba de él como si de un animal se tratara. Sakura lanzó una exclamación de rabia y en ese instante, las miradas de ambos se cruzaron. La joven descubrió, a pesar de que la luz era ya casi escasa, que el rostro del guerrero estaba amoratado y su labio partido. Tenía sangre reseca en la cara y a pesar de todo le dedicó una pequeña sonrisa, que desapareció cuando el guerrero Haruno tiró de él y lo hizo tambalearse. Sakura vio que en su rostro se dibujaba una expresión de auténtico cansancio. Le sorprendió
imaginar que llevaba todo el día caminando en lugar de ir a caballo y miró a su hermano con rabia contenida.
—¿Por qué lo llevas como si fuera un animal? Sasori sonrió de lado.
—Es un prisionero.
—Pero ¿acaso no tienes piedad? Se le ve agotado. Los ojos de su hermano se clavaron en los suyos.
—Es mi prisionero, y como tal seré yo quien decida cómo debe ir.
Sakura volvió a mirar a Sasuke y sintió verdadera lástima por él. La rabia aumentó en su interior pues el guerrero solo había intentado defenderla de los de su propia sangre, por lo que ahora era su deber hacer lo propio.
—Deja que monte sobre un caballo —le advirtió seriamente obligando a su propia voz que no temblara
—. O no respondo, hermano.
Sasori rió y varios de los guerreros los miraron, interesados.
—¿Y qué vas a hacer, se lo dirás a padre? ¿Vas a hacer que me castiguen?
Sakura dirigió la mirada hacia las botas de su hermano para comprobar si había guardado la daga en ellas y después, armándose de valor, le espetó:
—Seré yo quien lo haga.
Con rapidez, llevó sus atadas manos hacia la bota de su hermano, extrajo la daga y antes de que pudiera reaccionar, le abrió un tajo en el muslo. Sasori gritó de dolor y después lanzó una maldición. Desde la espalda de la joven intentó arrebatarle la daga, pero esta la mantuvo lejos de ella. El guerrero tiró de su pelo, haciéndola gritar de dolor y provocando que el arma escapara de entre sus manos y cayera al suelo.
—¡Desgraciada! ¿Cómo puedes defender a un Uchiha? —vociferó antes de empujarla.
—¡Sakura! —vociferó Sasuke desde la distancia cuando la vio caer del caballo a los pies del animal.
La joven gritó cuando chocó contra el suelo y apenas tuvo tiempo de moverse, pues su hermano desmontó del caballo y se puso sobre ella, con una pierna a cada lado de su cuerpo.
—¡No la toques! —vociferó Sasuke intentando llegar a ellos, sin embargo, el guerrero que sujetaba su cuerda tiraba con fuerza, impidiéndole moverse.
La visión de la joven se nubló levemente y sacudió la cabeza para enfocar bien, así que cuando vio a Sasori sobre ella y con una sonrisa sádica en el rostro, esperó lo peor.
—¡Así tratamos a nuestros prisioneros en el clan Haruno, Uchiha!
Sakura solo tuvo tiempo para levantar las manos e intentar protegerse, pero su hermano las apartó y la abofeteó con fuerza. La joven sintió el amargo sabor de la sangre en su boca y un intenso palpitar en sus labios. La visión volvió a nublársele e intentó arrastrarse por el suelo para escapar de Sasori, pero este la agarró con fuerza del pelo para levantarla antes de gritar a sus hombres:
—¡Desmontad! Pararemos unos minutos mientras me curo la maldita herida.
Después tiró con fuerza de Sakura hacia él y cuando sus rostros estuvieron a escasos centímetros, el guerrero le dijo:
—Jamás pensé que mi hermana se convertiría en la putita de un Uchiha, pero antes de que sigas calentando la cama a nuestros enemigos, ¿por qué no calientas a los de tu propio clan?
Sakura lo miró horrorizada e intentó soltarse, pero la mano de Sasori la sujetaba con fuerza.
—¡Muchachos! ¿Qué os parece si le demostráis a mi hermana que no hace falta que caliente la cama de los Uchiha mientras vosotros estéis aquí?
Los hombres vitorearon a Sasori mientras Sasuke intentaba soltarse de las cuerdas para lanzarse sobre cualquiera que osara tocar a Sakura.
—Podemos dejar que el Uchiha mire, ¿verdad? Así le enseñaremos cómo tratar a una mujer traidora a su sangre.
Los guerreros volvieron a levantar sus voces para gritar y cuando Sasori empujó a Sakura contra uno de los guerreros y este puso sus manos alrededor de su cintura, la joven sintió que le sobrevenía una potente arcada de asco. A pesar de que Sasuke gritaba, para Sakura parecía estar a millas de distancia, pues apenas era consciente de lo que había a su alrededor y no sabía lo que estaba diciendo. Su mente solo estaba puesta en aquellas asquerosas manos que toqueteaban su cuerpo de forma lasciva. Ese hombre bien podría tener casi la edad de su padre y aunque la había visto crecer, poco le importaba en ese momento. Sakura intentaba por todos los medios apartar las manos de su cuerpo mientras los demás hombres
vitoreaban y lo animaban a que le quitara el vestido delante de todos.
—¡Suéltame! —vociferó la joven mientras sentía que todo a su alrededor se movía bajo sus pies.
Y cuando el hombre la giró hacia él y puso las manos en su rostro para apresar sus labios, una mano poderosa lo apartó de ella.
—Ya basta —dijo una voz calmada que ella conocía muy bien.
Sakura giró la cabeza y miró a su hermano Gaara entre lágrimas. La joven respiraba con fuerza y sus manos temblaban sin control. Al instante, el aludido la soltó y asintió. La sonrisa desapareció de sus labios al instante y aquellos que no habían hecho más que vitorearlo ahora callaban.
—Comed algo y aprovechad estos momentos para descansar —les dijo Gaara mientras aferraba del brazo a Sakura y la apartaba de ellos.
La joven miró sorprendida a su hermano, que apenas le dirigió una mirada mientras se alejaban a un lugar más seguro. Sasori se acercó a ellos riendo y le dio una palmada a su hermano en la espalda.
—Gaara, eres un aguafiestas.
—Solo hago mi trabajo —le respondió con sequedad—. Y será mejor que cures pronto esa herida si no quieres desangrarte antes de llegar a ser laird —dijo con cierto tono burlón.
La sonrisa de Sasori se borró al instante e Sakura se dio cuenta entonces de que la relación entre ellos era meramente formal, nada que ver con la relación de amistad que había entre los hermanos Uchiha. Sin apenas volver a mirarse, Gaara se acercó a un árbol donde habían atado a Sasuke y Sakura se fijó entonces que le habían puesto una mordaza. Su hermano la obligó a sentarse junto a él y después miró al guerrero.
—Si estás más calmado, te quito eso —le dijo señalando el trapo sucio que le habían metido en la boca. Sasuke asintió con la mirada iracunda y cuando Gaara le quitó la mordaza no pudo evitar decirle:
—En cuanto mis manos estén libres, pienso mataros a todos —dijo con voz tan ronca que Sakura apenas lo reconoció.
Gaara esbozó una sonrisa cansada y se encogió de hombros.
—Tú lo has dicho, Uchiha, cuando tus manos estén libres...
Sasuke hizo un movimiento, pero las cuerdas que lo ataban al árbol le impidieron lanzarse contra él, que era lo que más deseaba.
—Espero que vuestros hombres no vuelvan a tocar a la prometida de mi hermano —le advirtió de nuevo.
Gaara sonrió, y durante unos segundos reconoció al hermano que había sido cuando ambos eran pequeños y la maldad de su padre aún no se había interpuesto entre ellos. Después, el guerrero se agachó frente a él y le habló en voz baja:
—Entonces será mejor que no me mates tan pronto, Uchiha, porque yo seré el único que no aceptará que violen a mi hermana.
Tanto en el rostro de Sakura como en el de Sasuke se dibujó una expresión de sorpresa. El guerrero Uchiha se calló sin saber qué responder a eso, pero Sakura abrió la boca varias veces sin decir nada hasta que finalmente le preguntó:
—¿Por qué estás con ellos si piensas diferente?
Gaara le sostuvo la mirada a Sakura durante unos segundos eternos, pero no le respondió, sino que se puso en pie y se alejó de ellos sin volver a mirarlos y, para sorpresa de la joven, sin atarla al árbol.
Sakura suspiró y cerró los ojos unos instantes. Se sentía terriblemente cansada, además de que la cabeza seguía doliéndole como nunca. Sasuke también se sumió en el más completo de los silencios, pero al cabo de unos minutos volvió a escuchar su voz:
—Perdóname, Sakura.
La aludida abrió los ojos y lo miró con cierta sorpresa, sin comprender el motivo de esas palabras. Vio que a Sasuke le costaba mucho continuar hablando hasta que respiró hondo y siguió:
—Desde que te llevamos al castillo te juzgué mal. Te odiaba por ser una Haruno, pero después de conocerte y ver cómo son realmente los de tu clan solo puedo pedir disculpas. No pareces tener su mala sangre.
—No pasa nada, Sasuke. No importa. —Sakura llevó sus manos atadas a las del guerrero y se las tomó.
—¿Cómo has podido sobrevivir entre ellos? Son unos salvajes —le preguntó mirando a los guerreros—.
Han sido capaces incluso de violarte. ¿Estás bien?
Sakura asintió, incapaz de hablar, pues las lágrimas volvían a atenazar su garganta.
—Si te digo que ha sido fácil, estaría mintiéndote —le dijo con voz entrecortada—. La verdad es que aunque estar en el convento no me gustaba, al menos allí me sentía segura y sin miedo de que... bueno, ya lo has visto.
Sasuke soltó un bufido.
—Si yo hubiera tenido una hermana, jamás la habría tratado así —pensó en voz alta—. Pero tranquila. En el clan ya han debido de darse cuenta de que hemos desaparecido, así que Itachi vendrá a por nosotros.
Sakura asintió, aunque las lágrimas comenzaron a caer desesperadas por sus mejillas.
—No, no, no... —le dijo el guerrero—. Los Uchiha no nos venimos abajo y, aunque aún no estés casada con Itachi, ya eres una de los nuestros.
Sakura sonrió, aunque su cuerpo tembló cuando la imagen de su padre volvió a aparecer en su mente.
—Solo espero que nos alcancen antes de llegar al castillo de mi padre, Sasuke. La noticia de la boda no le ha sentado bien y no sabes hasta dónde es capaz de llegar...
—Tranquila. Nuestra situación no es la mejor, pero Itachi nunca defrauda. Hará lo que sea para que nos liberen.
Sakura asintió y cuando abrió la boca para responder, sintió que algo tiraba de ella para levantarla de malas formas. La joven lanzó una exclamación de sorpresa y miró al recién llegado. Intentó aguantar el tipo mientras los ojos de su hermano Sasori la miraban con rabia y la apretaba contra el árbol, provocando que varios trozos del tronco se clavasen en su espalda.
—¿No estaréis ideando un plan para escapar? Os veo demasiado juntitos, hermanita.
—¿Y tú, has curado tu herida, hermanito? —le espetó sin poder morderse la lengua.
Sasori le dio una sonora bofetada que logró hacer que Sasuke se moviera intentando desatarse, sin éxito.
—Ya te he dicho que no me provoques. Sabes que puedo llegar a ser peor que padre. —Y mirando a Sasuke le preguntó—: ¿Te acuestas también con este? No pierdes tiempo, hermana.
La aferró del brazo mientras la empujó hacia adelante y después miró al guerrero.
—Llegaremos a nuestro castillo al alba, así que espero, Uchiha, que vayas despidiéndote de tu miserable existencia porque morirás pronto. ¡Nos vamos!
Varios de los guerreros Haruno fueron los encargados de soltar a Sasuke del árbol y para sorpresa del joven y de la propia Sakura, lo obligaron a montar sobre uno de los caballos. La joven estuvo a punto de esbozar una sonrisa de no ser porque su hermano apretaba con tanta fuerza el brazo que sentía que iba a partírselo, pero cuando su mirada se cruzó con la de Gaara y este la miró con el rostro más relajado y asintió levemente, Sakura descubrió que la idea de que Sasuke fuera a caballo no había sido de Sasori, sino de su hermano pequeño.
Sakura sintió que las lágrimas volvían a atenazar su garganta, pero se obligó a carraspear y alejarlas de ella. Por delante tenía una noche muy dura, tal vez su última antes de morir, y debía mantenerse fuerte para aceptar todo lo que viniera cuando llegaran al castillo de su padre, pues allí sabía que no encontraría el cariño y el calor del hogar, sino que sería recibida como una traidora a la sangre, una Uchiha.
Itachi creía que estaba a punto de volverse loco. Desde que habían salido del castillo sus hombres y él, no había podido pensar con claridad. De hecho, había necesitado la ayuda de Shisui en más de una ocasión, ya que si por él hubiera sido, habrían cabalgado hasta agotar a los caballos. Pero su hermano lo había ayudado a mantener los pies en la tierra y a no dejarse llevar por el corazón. Estaba realmente preocupado por su hermano, pero sabía que, llegado el momento, sabría defenderse de cualquier enemigo que se pusiera por delante. Sin embargo, de Sakura no estaba tan seguro. La había visto temblar de auténtico miedo cuando hablaba de su padre o cualquier otro miembro de su familia, excepto su madre, y sabía que regresar al castillo donde había crecido de una manera tan infeliz la acobardaría. Itachi no estaba seguro de que su prometida pudiera aguantar un maltrato más de su padre y menos si este intentaba enviarla lejos de lo que había conocido hasta entonces. Y eso era lo que más temía el guerrero. Desde que habían salido del castillo se había preguntado una y otra vez qué pasaría si Kisashi Haruno enviaba a Sakura a algún lugar lejano para separarlos y jamás lograba conocer su destino. No podría soportar aquella separación, pues en todos sus planes de futuro ya incluía a Sakura.
—Estoy seguro de que cuando los Haruno vean tu rostro, serán capaces de dejarte el castillo y todas sus tierras —bromeó Shisui intentando sacarlo del mutismo en el que había envuelto.
Itachi lo miró, sin comprender.
—Hermano, tienes el mismo aspecto que un león a punto de saltar sobre su presa.
—Así es como me siento.
—Sasuke es fuerte —intentó animarlo—. De hecho, a veces he llegado a pensar que es inmortal.
Itachi no pudo evitar esbozar una sonrisa.
—Sakura también ha demostrado su valentía y fortaleza.
El laird suspiró.
—Lo ha demostrado con nosotros, que no la odiamos como lo hace su padre. Con un progenitor como él no hacen falta enemigos. Ya sabes cómo es Kisashi, lo has sufrido en tus propias carnes y no me quiero imaginar cómo tratará a Sakura por haberse prometido con un Uchiha.
Shisui asintió, incapaz de decir algo más para animarlo. Su hermano tenía razón. Él había comprobado en sus carnes la locura que habitaba en la mente de Kisashi Haruno, por lo que se limitó a rezar en silencio para que tanto Sakura como su hermano aguantaran hasta que llegaran.
—¡Aquí! —vociferó Kisame.
Itachi había enviado a varios de sus hombres a investigar por la zona para intentar encontrar alguna señal de que los Haruno habían cruzado por allí. Si Sasuke e Sakura habían tomado su misma dirección, entonces sus enemigos habían tenido que dar un rodeo para no ser encontrados, por lo que puede que se hubieran retrasado en cruzar la frontera con sus tierras.
Itachi y Shisui instigaron a sus caballos para llegar hasta donde les indicaba Kisame. A pesar de que no había luz, tan solo una antorcha que portaba el guerrero, Itachi vio algo oscuro en los dedos de Kisame.
—Es sangre —los informó—. Y no solo hay aquí, sino que en unos tres metros a la redonda hay varios signos de lucha y tierra removida. Está claro que aquí ha habido una pelea con heridos.
El corazón de Itachi comenzó a latir con fuerza, temeroso por acercarse al lugar donde más sangre había. Pero sus pies lo llevaron hacia un árbol donde habían dejado una cuerda tirada alrededor de este y donde supuso que tal vez habían atado a alguien. Después miró al suelo y descubrió que allí no había sangre, lo cual lo llevó a pensar que la persona allí atada no era la que estaba herida. Si Sakura o su hermano habían estado allí, la sangre no era suya. Y pensar eso lo alivió en parte.
Itachi regresó junto a sus hombres y miró hacia la sangre para después agacharse para tocarla. El joven torció el gesto y suspiró.
—Tiene pinta de que hace tiempo que ya han pasado por aquí. Calculo que varias horas, así que puede que ya estén cerca del castillo Haruno si no han parado en toda la noche. —Caminó hacia su caballo y lo montó—. Quedan un par de horas para amanecer, así que no podemos detenernos. Si seguimos con este paso, llegaremos al castillo Haruno poco después del mediodía.
Y a una señal suya, sus hombres volvieron a los caballos y al galope. A pesar de que estaban cansados, Itachi los animó a seguir adelante. Todos conocían a Sasuke desde hacía años y eran grandes amigos, por lo que la preocupación los alentaba. Y aunque aún algunos seguían teniendo ciertas reticencias por Sakura, tras conocer la noticia de que su propia gente la había secuestrado no habían dudado ni un solo segundo en seguir a su laird para buscar a su prometida.
Y con la idea en mente de una buena lucha entre ambos clanes, todos los guerreros Uchiha continuaron su camino.
